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     El fútbol es una pasión arrolladora que ha cruzado el último siglo creciendo como espectáculo y construyendo sus leyendas, ritos, símbolos. En el imaginario colectivo ya hay material suficiente para que la literatura juegue con el juego sin complejos.

     Más de un siglo metiendo emoción en la cabeza de la gente, es tiempo suficiente para que ya resulte posible sacar ideas, metáforas, sentimientos.

     A título individual, y manejando otros tiempos, algo parecido hace Ariel Scher, que durante la semana mete información en su cabeza, y los domingos saca nostalgias, fantasías, emociones y sueños. Si durante la semana el periodista aspira a la precisión, el domingo el escritor se da el lujo de la ficción. Yo admiro por igual al periodista y al escritor, pero me da la sensación de que la realidad no le alcanza para llenar la aspiración de un hincha enamorado del fútbol. Y como la realidad le queda chica, se sale de ella. Algunos de sus textos, por ejemplo, los hace desde el Bar de los Sábados, porque si en Argentina hay dos lugares en donde el fútbol de siempre se ha hecho fuerte, esos son los potreros y los bares.

     Los personajes que pueblan los textos de Ariel Scher hacen del fútbol la unidad de medida de todas las cosas pero, sobre todo, convierten el fútbol en un refugio. Ahí están los recuerdos, que vienen al presente mejorados; y por supuesto los sueños, que van por libre hacia el futuro. Todo vale para escaparle a la tristeza de un país empeñado en la decadencia y que cava en el fútbol la última trinchera para defender la identidad.

Jorge Valdano    

     Lo que hace Ariel Scher -tan bien y originalmente, como nadie antes- no es fácil de explicar pero trataremos. Primero toma al pobre y querido fútbol, lo levanta del piso, y con sumo y amoroso cuidado le entresaca con peine fino las miserias y mezquindades, después lo lava a mano sin poner en peligro los colores originales y, dándolo vuelta como un guante, tras sacarle las pelusas costumbristas y basuritas de lugares comunes, finalmente lo acuesta a su lado, lo protege sin taparlo. Pero mientras el fútbol duerme, él no: insomne, delirado, lo mira soñar y ahí toma nota, describe personajes desaforados, recoge historias increíbles, intuye situaciones fanáticas con las que -como los futbolistas de Jugar para vivir, unos entre tantos textos memorables- juega a escribir. Tal vez por eso su literatura -como Ariel mismo- es así: "Está viva porque sueña", como descubren asombrados sus insomnes, inolvidables Caballeros de la Noche.

Juan Sasturain    

Bibliografía
    Scher, Ariel (2005) Wing izquierdo, el enamorado (y otros relatos). Ediciones Al Arco, Buenos Aires.

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revista digital · Año 10 · N° 82 | Buenos Aires, Marzo 2005   © 1997-2005 Derechos reservados