APUNTES SOBRE LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL ARGENTINO
De tal palo, tal astilla
Otra de las características proviene de lo anterior, como es tener casi el 70 % de las víctimas producto de la llamada represión oficial. Esto tiene que ver con el marco legal y represivo. El fútbol, en la Argentina, desde que ha nacido , llaman en la jerga amistosa y cariñosa a la AFA el Ministerio de la Pelota. Indudablemente es un Ministerio sin cartera. Depende directamente del Poder Ejecutivo; mas concretamente de Hacienda y Bienestar Social.Aparentemente es una entidad civil que se rige por sus propias normas, pero de hecho depende, no hay un presidente de la AFA en la historia de esta institución que no haya estado mínimamente de acuerdo con el presidente de la República de turno. Que Julio Humberto Grondona viva sobreviviendo graciosamente desde la dictadura militar hasta ahora, se debe no tanto a los cambios de presidentes de la República que ha habido, que han sido varios, sino a los cambios que ha hecho el hombre de Villa Domínico, porque aparte de los varios panquecazos y volteretas que ha dado, en medio de la dichosa globalización ha sabido muy inteligentemente meterse bajo la sombrilla protectora de João Havelange, esto es, Coca Cola, Adidas y Televisa.
Entre las otras características, para después tocar las que creo yo que son de fondo, es esta mayoría de víctimas producidas por la represión oficial. La presencia de víctimas mujeres, en muertes de a una, no estoy hablando de muertes de tipo Puerta 12, donde curiosamente no hay ninguna mujer, pero sí llevamos cuatro víctimas y una de ellas prácticamente fusilada a quemarropa, una chica de 15 años. Y entramos en lo que sería las características de fondo, es decir, qué ha pasado para que Argentina muestre un fenómeno de características por lo menos diferentes.
Los antagonismos
El fútbol se vuelve un deporte atractivo y con gran resonancia social entre sus no protagonistas. Esto lo marcan los ingleses y los no ingleses. Cuando después de una primera etapa de varios siglos, en que era un poco un amontonamiento casual, sobre todo de varones jóvenes en fiestas religiosas, empieza a tener cierto grado de institucionalización, el antagonismo esencial que es su atractivo surge cuando las agrupaciones en pugna empiezan a tomar nombres, y empiezan a tomar nombres de los condados feudales en que esta dividido políticamente el mapa británico: los clubes empezaron a ser representativos de determinadas zonas. Y esa característica inglesa va a ser la que se difunda por el mundo, particularmente por Europa. La antagonización primaria del fútbol, esta división por feudos tiene que ver con seculares diferencias de tipo cultural y económico.Y va a ser la que trataron de exportar a Sudamérica, donde como apunta Janet Lever, aparece un acotamiento sobre todo espacial de ese antagonismo, en San Pablo y Río, en Lima y Montevideo: la división intraciudad. El choque pasa a ser no quien es mejor, si castellanos o catalanes, si florentinos o turineses, si no los de Universitario o los de Alianza, Nacional o Peñarol.
A esta división de ciudades donde la división permanece es en Rosario, Avellaneda, Quilmes, La Plata, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y en alguna medida Mendoza. Buenos Aires empieza a mostrar una nueva faceta del antagonismo que es el enfrentamiento entre barrios, donde el paradigma es San Lorenzo- Huracán. Hay varios más pero entre cuervos y quemeros es donde se concentra la antinomia. Una sola cosa que voy a contar como anécdota, que a mí me parece muy interesante cuando estalla la perestroika, aparentemente estaba todo tranqui lo en la ex Unión Soviética, en materia futbolera. Pero primero se destapa una avalancha donde hay, según algunos, por lo menos un centenar de muertos y según otros, trescientos, en un partido del Spartak de Moscú contra un equipo holandés por incidentes de mala organización, exceso de público, avalancha y lo de siempre. Pero a raíz de eso comienza la perestroika futbolera a cargo de los corresponsales extranjeros. Recuerdo particularmente un despacho de la agencia italiana ANSA, detallando los verdaderos operativos militares cuando jugaba un club de Moscú y tenia que ir a la entonces Leningrado, ahora otra vez San Petersburgo. So pretexto que a uno lo mantenía el Comité Central, a otro el KGB y a otro el Ejército Rojo se daban en la calle y en las tribunas que era un contento, pero la verdadera rivalidad, el verdadero antagonismo, era un residuo de las divisiones feudales del zarismo que las transformaciones sociales no habían podido cambiar, sino apenas ponerle una patina institucional diferente, aggiornada.
Los partidos entre los Diablos Rojos de Belgrado, creo que así se llama barra del Dínamo de Belgrado, y el representativo de Zagreb fueron verdaderas guerras que comenzaban un día antes de cada partido y que desgraciadamente fueron el anticipo de lo que paso después. Aquí también las viejas diferencias feudales, tribales, nacionales y demás permanecieron intactas. Solamente se futbolizaron.
Los argentinos todavía le ponemos, particularmente en Buenos Aires, a estas grandes diferencias, a estas históricas diferencias, culturales, económicas, políticas, lingüísticas, un achicamiento más del espacio, con la diferencia intraciudades, otra más, aparte de la interbarrios, y que para colmo denominamos el clásico de los clásicos. Acá el espacio se estrecha del todo y amenaza no con ser intrabarrial, sino tener por marco un conventillo.
Y nadie le sabe explicar el nacimiento. Si hay cosas oscuras, una es el nacimiento del fútbol por su contorno religioso, y el otro el nacimiento del antagonismo Boca-River. Dicen que fue por allá, por los '30, dicen que porque River se va del barrio, dicen que porque River siempre tuvo una tendencia a lo elitista, y a no mezclarse con lo nacional y popular que sería Boca.
Janet Lever da otra explicación. No está en Argentina, indudablemente le llega esa información de que uno es el cuño hispánico y el otro el cuño italiano de las dos grandes corrientes migratorias que tiene la Argentina. Es válido escucharlo, pero a mí no me satisface del todo, porque creo que excede a lo italiano que pueda tener Boca y a lo hispánico que pueda tener River. Tiene que haber otros elementos. No se los ha rastreado. Pero no tendríamos que asombrarnos mucho si al ir a buscar no se encuentra nada, esto es, que el supuesto conflicto latente no existe y que es apenas una excusa para la pendencia, un creencia legitimadora, como diría Marx.
Así las cosas, se llega a la iniciación de este fenómeno sin ningún tipo de notificación, sin ningún tipo de reacción todavía, hasta que la guerra de Malvinas, la retirada mejor dicho de Malvinas, deja al descubierto la realidad inmediata que era lo que había pasado durante los años de dictadura militar, o sea lo vuelve explícito porque lo de la Industria de la Muerte ya era algo comentado, nadie se puede se llamar a engaño. Aparece en segundo lugar el descubrimiento oficial y un tanto tardía de la condición latinoamericana de los argentinos, que de este modo se vuelve discurso oficial, y el tercer fenómeno que aparece es que teníamos barras bravas. Con una ligereza realmente preocupante, sin mas ni mas, como aparecieron en los diarios, le adjudicaron el nacimiento al día anterior y para darle una patina científica a la cosa tranquilizaron conciencias diciendo que era consecuencia del horror que habíamos vivido. Pero ocurre que la historia no es solo cronología, pero fundamentalmente es tiempo, y las barras bravas fueron previas al proceso. ¿Quién es reflejo o consecuencia de qué?.
El caso Souto y los prolegómenos de los Grupos de Tareas
Por lo pronto, en 1967 cuando lo asesinan a Héctor Souto en la cancha de Huracán, el diario "Clarín", que seguía siendo el mayor tiraje, primero intenta venderlo públicamente como una avalancha, pero un fenómeno de reacción masiva solamente comparable en nuestra época a lo que fue Giubileo, Scasserra o ahora Cabezas, solo que por entonces no había tanta intermediación mediática como ahora, la reacción por la muerte de Souto fue realmente impresionante. Fue realmente impresionante la reacción de las mujeres del barrio porque el entierro fue un día de semana, en horas del mediodía, y los hombres estaban todos trabajando. La forma como se increpaba a los periodistas y a micrófono abierto denunciaban la connivencia entre dirigentes y barras y entre todos estos y la policía y los jueces.En un primer momento el establishment trato de justificar el asesinato de Souto que fue un asesinato ritual, el único de esas características, porque lo mataron adelante de 22.000 personas, despacito, hasta que lo terminaron reventando, uno de ochenta y tantos kilos, le saltó sobre el pecho y el estomago hasta liquidarlo mientras otros se lo tenían, como natural del fútbol de muchachones, una chiquilinada. Para la versión echada a correr había ocurrido que la víctima no había tenido mejor idea que pasarse por abajo de la barra local con una sombrilla con los colores de La Academia. Incluso Américo Barrios, desde una muy leída contratapa en Crónica, le puso la chirle literatura de ocasión. Pero tuvo a bien ocurrir que entre la dichosa sombrilla y la explicación de cómo fue la dinámica del hecho, aparece algo que en la década posterior va a tener otro significado y mucho más tétrico: la sombrilla es la provocación, el acto chiquilín, irracional, que justifica la reacción también irracional pero asesina del grupo antagónico. No hay distingas entre victimarios y víctimas. En realidad, la víctima quería que le hicieran algo. En otros términos, hacia su precoz aparición el "...y, por algo será...".
Porque la verdad pedestre, casera, concreta, es que Souto nunca tuvo una sombrilla en las manos. Jamás. De ningún color ni de ningún club. Llevaba las manos en el bolsillo, el amiguito que iba al lado de él llevaba una bolsa con papelitos, efectivamente pasaban por debajo de la barra de Huracán. Efectivamente el Racing de José, empezó a gritar todo el público: ¡Y ya lo ve, y ya lo ve!. Ellos gritaron como tantos otros pero lo que pasa es que ellos no podían estar al tanto que efectivamente acababa de ocurrir un incidente grave con una sombrilla y que un Grupo Comando racinguista les había robado una sombrilla de Huracán en las barbas mismas de la barra, consiguieron llegar hasta la cabecera y allí la quemaron. Fue entonces que el jefe de la barra local cerró el territorio (sic, esto es textual) al paso del enemigo, y el próximo que apareciera era boleta. Los que aparecieron fueron Souto y sus amigos..
Antes que nada quiero decirles de donde salen tantos datos. En la causa donde intervino el juez Moras Mon, que es catedrático de Derecho Penal I, actualmente en la U.B.A., es la primera y única vez que el aparato judicial mete las manos hasta acá, en las barras bravas, aclaró todo en menos de 72 hs., no se difundió nada, y ya en el '67 esa causa es un borrador de la sociología de la violencia del fútbol. La actuación que tuvieron fue impecable.
Sobre todo los interrogatorios, la conciencia de pertenencia al grupo de los integrantes de la barra es asombrosamente clara. El rol que cumple cada uno dentro de la barra es perfecto, también es perfecto el interrogatorio, porque para ellos, para materia penal, lo hicieron, bueno, eran jueces de menores, tenían un trato de tipo diferente que el juez penal común, etc, etc, pero los interrogatorios que realmente les hicieron tuvieron un interés que iba mucho más allá de la mera causa judicial, sobre todo el interrogatorio al bastonero de la barra de Huracán.
Esto porque les gustaba a ellos. Para meterles una sanción de tipo penal no necesitaban todo eso, y aparte en aquella época. El "y, algo habrá hecho..." apareció con Souto, pero con Souto aparece en el diario "Clarín" en forma de editorial, sin firma, en la página de Deportes, la necesidad de formar Brigadas Especiales, textual, ya "Clarín" en aquella época usaba negrita para destacar, y la Brigada Especial tenía que ser un grupo de élite de la policía que aplicara la Ley del Talión, estoy citando de memoria, pero es textual, que aplicara el ojo por ojo y diente, sin los remilgos legales de los derechos del acusado, etc. En otras palabras, la ejecución sumarísima, la que siempre estuvo vigente sin que se le pusiera letra escrita.
En el '71 hay otro entrevero grande, coincide en que es en la cancha de Huracán, pero esto es absolutamente anecdótico, y el diario "Clarín" vuelve a repetir la nota editorial, se cita a sí mismo del '67 y dice que las Brigadas Especiales siguen siendo necesarias, con la ley no alcanza. Todos sabemos las Brigadas aparecieron, que fueron muy Especiales, pero no para exterminar barras bravas. Incluso algunos barrabravas, como el grupo de la CNU que militaba en la de Gimnasia y Esgrima, hacia horas extras de noche, entre semana, acompañando a los comandos del entonces coronel Ramón Camps y al mando de El Indio Castillo, un nazi congénito que por ahora está preso.
El de Souto fue un hecho emblemático, pero como la Argentina es un país sin historia no solo en asunto barras bravas, pero particularmente con las barras bravas siempre empezamos por el ultimo muerto. Es un caso de cirrosis y siempre estamos discutiendo la calidad y cantidad del ultimo vaso de vino. Aquella causa no tuvo desperdicio. No solo por primera vez quedo sentado en autos el termino barras bravas y que significaba, dejándolas a un paso de la asociación ilícita, sino que se documento la total complicidad clubes-barras, ni que contar la AFA, que les daba falsos carnets de jugadores de 4a. división para que pudieran entrar gratis a cualquier estadio del país. Aparte del aparato judicial mostró la hilacha. Desde hombres de la talla y envergadura jurídica del juez Moras Mon a los cadetes del Poder Ejecutivo que siempre bajo la obediencia debida. En un incidente planteado en Cámara, el fiscal, que después va a ser miembro de la Corte Suprema, se manda un análisis del marco general del caso, llegando a tal punto que plante la necesidad de preguntarse si no hay crímenes que tienen una etiología deportiva, para terminar en un puchero sociopolítico donde como todos somos responsables en esta sociedad, a los que ya tenían condena en primer instancia había que absolverlos...
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Lecturas: Educación Física y Deportes.
Año 2, Nº 8. Buenos Aires. Diciembre 1997
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