efdeportes.com
El deporte uruguayo en
clave de 'antón pirulero'

   
Licenciado en Sociología
(Uruguay)
 
 
Lic. Rafael Bordabehere
ururafa@adinet.com.uy
 

 

 

 

 
Resumen
    Actualmente se habla de la crisis del deporte en Uruguay, de los cambios que se necesitan, de la importancia de racionalizar los recursos para hacer más eficiente la prestación social, de la importancia que tiene fomentar su práctica y hasta de las aspiraciones de los diversos actores intervinientes.
    ¿Pero qué pasa con el deporte en sí mismo? ¿No merece ser estudiado, cambiado, adaptado? Los deportes que practicamos hoy en Uruguay: ¿son los adecuados para las nuevas formas sociales de vida, más apegadas al individualismo posmodernista que al higienismo cientificista de principios de siglo XX? ¿Son, asimismo, adecuados a nuestro estado de evolución social (gran cantidad de gente mayor, ausencia de propensión al deporte, etc.)? ¿Rinde el básquetbol tal cual se practica hoy en día, por ejemplo, el mismo beneficio a un practicante asiduo que a un principiante de 60 ó más años?
    En todo este proceso de revisionismo el gran olvidado es el deporte mismo, sus reglas, sus contradicciones, su utilidad social, su objetivo.
    En este texto pretendo recuperar al deporte como tema fundamental y primero de un cambio en las costumbres deportivas uruguayas.
    Palabras clave: Deporte. Uruguay. Simplicidad. Juego.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 75 - Agosto de 2004

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Introducción

    Nada cambiará si no cambiamos la sustancia. Y la sustancia, en este tema, es el deporte tal como se practica hoy en día.

    En un texto anterior (1) analicé las diferencias entre los deportes tradicionales y los más modernos en Uruguay y propuse que su diferencia fundamental radica en la simplicidad comparativa de los segundos en relación con los primeros. Cada vez es más fácil realizar alguna actividad deportiva porque cada día son más simples y estandarizadas.

    En otro texto posterior (2) investigué las diferencias conceptuales entre las empresas de giro capitalista y los clubes deportivos tradicionales y propuse que no eran comparables como modelos similares de evolución empresarial. No es adecuado comparar una institución deportiva asociacionista tradicional con una empresa moderna que maximiza el beneficio.

    Ambos ejercicios de análisis tienen un denominador común: el deporte. Es hora de sacar provecho de la experiencia del capitalismo y aprender algunas técnicas para mejorar el deporte. Si el capitalista debe mejorar su producto (el lavarropas, el reproductor de videos, el auto, etc.) en primer lugar para atraer nuevamente la atención del consumidor y, luego, está obligado a modificar toda su estructura de comercialización en función del producto nuevo, ¿porqué el deporte no adecua su producto (la práctica deportiva) en primera instancia en lugar de empezar por la administración o los recursos, por mencionar solo un par de aspectos? ¿O es que lo hecho hasta aquí en materia creativa en el deporte es la solución definitiva y ya no merece nuestra atención?

    Las publicaciones actuales que tratan sobre el problema del deporte en Uruguay proponen cambios en la forma de organizar el deporte, en darle un giro más comercial ("marketinizarlo"), en fomentar una ley de deporte que lo regule, en crear "semilleros/escuelas" y otros aspectos más que no hacen a las formas de las prácticas deportivas.

    Pero: ¿por qué no cambiar el deporte? ¿por qué no crear otro tipo de deporte que se llame de otra manera y cumpla otra función social menos comprometida con los estándares globalizadores? ¿O es que, acaso, todos los deportes sin distinción tienen que terminar en la vitrina internacional para que sean disfrutables?

    Existe toda una corriente académica (21) que se opone a las formas globalizadoras del deporte con la finalidad de evitar la extinción de las prácticas locales que conforman un gran patrimonio cultural de la humanidad. Es la diversidad misma la que contribuye a las identidades nacionales y eso es lo que deberíamos preservar a través del juego y el deporte, ante todo.


Los temas actuales

    Hoy, en Uruguay, presenciamos una preocupación creciente por el estado de situación del deporte nacional. En estos días (junio de 2004) se asiste a una efervescencia revisionista del tema deportivo a raíz de la crisis en el fútbol, fruto de las derrotas consecutivas en el marco de las eliminatorias para el próximo evento mundial.

    A pesar que el fútbol profesionalizado en sí congrega a unos pocos practicantes (solo 6% de la población, 200.000 personas, juega oficialmente al fútbol) (3) y debido a su gran preponderancia en los medios de comunicación, el tema ha tomado relevancia nacional. Quizás sea entendible porque es una parte constitutiva de la cara visible de Uruguay en el concierto mundial pero deja de lado a un gran 94% que puede practicar un fútbol recreativo y otros deportes no tan populares ni profesionalizados.

    Todo ello se ha visto sobredimensionado por aspectos subsidiarios como, por ejemplo, la encarcelación del Presidente del Consejo Único Juvenil de Fútbol por delitos graves, el éxito en deportes unipersonales que han logrado admirablemente su clasificación para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 (4), el recambio del técnico nacional que aún no ha rendido sus frutos, la baja asistencia a los espectáculos futbolísticos, la 'vergüenza' expresada por perder en nuestra propia fortaleza identitaria (el Estadio Centenario) y otros puntos tan importantes para unos pocos y tan poco trascendentes para la gran mayoría que no practica fútbol.

    En otras palabras: el fútbol ha cobrado importancia por su crisis pero nada se habla de cambiar el fútbol. Nadie ha renunciado a su cargo ni ha asumido responsabilidad de ningún tipo, por lo que se presume que nadie más que el deporte en sí se siente responsable de la situación.

    No hay planes firmes en el sentido de modificar la forma de juego del fútbol. Y no me refiero a las reglas estandarizadas y globalizadas que rigen la competencia internacional y profesionalizada sino a las formas de su práctica diaria que hacen a la identidad uruguaya. Sobre esto me expresaré con más detalle seguidamente.

    Me he detenido en el fútbol porque parece ser la mecha que ha encendido la polémica. Pero es tan solo la mecha, y una muy pequeña, por cierto, si se considera a la salud deportiva de toda una población que no practica fútbol. Esto solo contribuye a que se le preste una atención inusual al tema del deporte y la forma en que es administrado y, por tanto, se traslade inadecuadamente toda la parafernalia de padecimientos a otros ámbitos que nada tienen que ver con las carencias de nuestro fútbol profesionalizado.

    Ya ha habido intentos de mejorar nuestro deporte aunque, a primera vista, parecen haber sido infructuosos. El énfasis de cada propuesta ha sido puesto en diversos aspectos pero ninguno habla sobre la práctica deportiva en sí misma. Veamos algunos ejemplos:

    En el año 1968 una comisión de figuras importantes del fútbol uruguayo (18) llegó a la conclusión que ese deporte estaba fundido. "El esquema nuestro se basaba en la situación de ese momento, considerábamos que había un exceso de clubes y los clubes no podían financiar los presupuestos que tenían para hacer lo que nosotros entendíamos que debían hacer para mejorar el fútbol uruguayo. Básicamente, inversiones en infraestructura y divisiones inferiores" (19). No se pensó en adaptar el fútbol a las condiciones humildes que imperaban y aún imperan en Uruguay.

    La Ley de Fomento del Deporte (No. 17.292 de 2001), aspira a mejorar el deporte nacional a través del ordenamiento del registro de instituciones deportivas nacionales y la creación de la figura de la sociedad anónima deportiva. Nada indica que se pretenda modificar las formas de juego, aunque sea para que más personas participen.

    La Federación Uruguaya de Básquetbol ha decidido solucionar los problemas del básquetbol profesionalizando el deporte y creando una Liga Uruguaya. También implementó un programa para identificación de valores jóvenes desde los 12 años. De las formas del juego: nada.

    La revista uruguaya Nexo (especializada en aspectos de la educación física) (10) publica en varias entregas un artículo del español J. M. Galindo en donde se habla de las formas burocráticas de las distintas instituciones deportivas en general. Su énfasis está puesto en aspectos de funcionamiento interno (generar ámbitos de marketing, racionalizar los recursos, prestar atención al cliente) pero nada habla del deporte en sí.

    En la misma revista referida en el párrafo anterior aparece una entrevista al Presidente de la Comisión de Deportes de la Intendencia Municipal de Montevideo. A la pregunta "A título personal: ¿cuáles serían los lineamientos generales de una política de Cultura Física?" el entrevistado responde:

"...creo que hay algunos principios que animan la gestión municipal. Principios que animarán a una actitud del Estado ante el fenómeno deportivo nacional. ...Pensamos que tenemos que garantizar la accesibilidad democrática a recursos deportivos y por lo tanto habrá que planificar el desarrollo de la infraestructura y el desarrollo institucional del deporte pensando en el crecimiento integral del país....Vamos a propender, seguramente, a la coordinación intra e interinstitucional, a efectos de administrar, racionalizar y maximizar correctamente el uso de los recursos".


De las formas de juego en sí: nada.

    Como último ejemplo, aunque no menos importante ni exhaustivo, la solución al deporte ha sido encarada por los diversos partidos políticos desde esquemas estrictamente programáticos. Conceptos genéricos tales como "Generalización de la educación física y el deporte en todo el ciclo educativo y en todos los sectores de la sociedad" (13); "Instrumentación de un plan de redimensionamiento de la educación física y el deporte en el Uruguay" (14), "Promover, difundir y posibilitar la práctica deportiva de todos los ciudadanos. Formular planes de desarrollo y políticas deportivas a nivel del deporte educación, deporte salud-recreo y deporte competición. Fijar criterios de distribución de los recursos que el Estado asigne al movimiento deportivo" (20) aportan bases generales que tampoco modifican las formas del juego, por lo menos prima facie.

    En definitiva, en el deporte uruguayo parece imperar la lógica de Antón Pirulero: "cada cual atienda a su juego". Y quizás sea lo correcto pero ¿quién atiende al juego mismo? ¿Es que, acaso, las formas del juego, las reglamentaciones, los perdedores y ganadores no tienen ninguna importancia a la hora de modificar las pautas culturales que inciden en la práctica deportiva? ¿Es suficiente cambiar el orden para modificar la esencia?

    ¿Por qué Platón hizo hincapié en el cuidado de los juegos? Porque creía que el juego libre y creativo hacía peligrar la estabilidad de los Estados:

"Digo que en todas las ciudades todos ignoran que, en lo concerniente a la legislación, los juegos son lo que tiene más poder para que las leyes promulgadas sean estables o no. En efecto, cuando se encuentran prescriptos y hacen que los mismos jueguen siempre las mismas cosas según las mismas reglas de la misma manera y que disfruten con los mismos juguetes, dejan que permanezcan en clama las leyes y costumbres de la vida real. Pero cuando, por el contrario, los hacen cambiar e innovar, practicando siempre las mismas variantes, mientras los niños nunca declaran que les agradan las mismas cosas, y provocan que nunca permanezcan lo elegante y lo inelegante de la manera en que han acordado, ni en el aspecto exterior de sus propios cuerpos ni en los otros utensilios, sino que se honra por encima de todo al que innova constantemente e introduce algo diferente de lo acostumbrado en el aspecto, los colores y en todo ese tipo de cosas, tendríamos razón si dijésemos que no hay un daño mayor para la ciudad que eso." (23)

    ¿Por qué Aristóteles primero y Santo Tomás de Aquino luego pusieron su énfasis en permitir un juego que conlleve un grado de control sobre las acciones?

"Todas estas cosas han de estar ponderadas por la razón. Y como todo hábito que obra en conformidad con la razón es virtud, síguese que acerca del juego puede darse también la virtud: la eutrapelia de que habla Aristóteles. Y al hombre que tiene la gracia de convertir en motivo de recreo sano las palabras y obras, le llamaremos eutrapélico y como virtud moderadora del juego corresponde a la categoría general de modestia" (24)

    Todos estuvieron de acuerdo en que lo fundamental en las costumbres es el juego mismo, sus reglas, sus innovaciones y no las estructuras que lo regulan.

"Constatamos que, desde la antigüedad hasta nuestros días, los juegos, sobre todo los de azar, fueron combatidos por medios diversos, desde la legislación penal hasta la condena moral por considerarlos inventos demoníacos o promotores de la disolución social. Todo un sistema de prohibiciones, reglamentaciones y permisos nos hablan de los dispositivos de control social, siempre presentes, destinados a regular una actividad que nunca dejó de presentar ribetes peligrosos para la estabilidad de las instituciones." (25)


Estudios recientes

    Existen estudios variados, disponibles a través de la red mundial, que realizan diversas valoraciones sobre los componentes de la crisis deportiva.

    Observamos, por ejemplo, que la familia es una variable importantísima de la vida deportiva de cualquier persona (6). También los progresos sobre la salud y la economía permiten aspirar a balances de recursos diferentes gracias a una disminución de las enfermedades propias del sedentarismo (7). La edad (8), el componente étnico (12) y hasta el transporte urbano (9) son otros parámetros a considerar en una visión holística del problema. Y la lista no se agota aquí.

    Mucho énfasis se ha puesto en estos aspectos pero yo prefiero ponerlo en el deporte mismo antes que en otros temas. No desestimo el potencial del cambio sobre otras esferas pero el deporte mismo debería ser primero.

    En un trabajo de David Kirk (5) se subraya la importancia de generar espacios deportivos de participación acorde a las edades y las aspiraciones de los participantes:

"Studies of expertise in a range of activities, including the arts, science and sport, conclude that individuals who reach the top of their respective fields typically move through the same three phases, characterised by Bloom (1985) as the yearly years, the middle years and the later years." (5)

    En esencia, todo individuo pasa por tres etapas hasta llegar a su objetivo, en este caso el deportivo. Pero para cada etapa es necesario un tratamiento diferente: no es recomendable ejercitar un profesionalismo en la etapa de disfrute del juego como sucede, por ejemplo, en los entrenamientos de fútbol para niños. Existen etapas muy adelantadas en las cuales ya no es posible aprender el juego si no se ha evolucionado con el conocimiento mismo. El mismo Kirk sostiene que la edad en la cual se desarrolla el gusto por el deporte futuro está comprendida entre los 5 y 11 años. Más allá de esa edad, el niño modifica lo ya adquirido antes bien que adquirir más o diferente.

    Pero lo que más ha llamado mi atención es una frase que dice: "… (in England) there has been very little transfer of learning from school physical education to adult life (Fairclough et al., 2002; Kirk, 2002)". Ello implica que el legado deportivo del niño parece no haber trascendido al adulto por falta de continuidad en el aprendizaje en cada etapa.

    El análisis, apoyado en datos empíricos, parece ser lapidario: quien no comienza a tiempo llegará a otros destinos diferentes y menos ambiciosos que quienes lo hagan en la forma debida. Pero yo me pregunto: ¿todos queremos llegar al mismo lugar?

    Concuerdo con el argumento de Kirk en cuanto a que cada deportista tiene su etapa para iniciarse en algún aspecto del deporte pero lo que sostengo es que ese análisis se adapta a las formas actuales de concebir esos deportes. ¿Qué sucedería si cambiasen las reglas de los juegos? ¿No cabría la posibilidad que la estructura cronológica sufriera una alteración debido, por ejemplo, a deportes más sencillos de aprehender o de disfrutar, con menos carga de esfuerzo o con una finalidad distinta al agonismo o la competencia?

    La respuesta podría ser un "no se sabe" porque todavía no ocurrió el recambio o un "puede ser" si se atiende al hecho que la progresiva simplicidad que han adquirido las prácticas deportivas ha infundado un optimismo real a personas cada vez mayores para acercarse a los gimnasios y espacios deportivos.

    El único gran recambio que ha tenido lugar en Uruguay se produjo con la aparición de las prácticas posmodernistas de fitness (sobre todo a partir de la publicación del libro "Jane Fonda's workout book" en 1981), el yoga (con la filosofía de la new age) y un concepto más ecologista (menos vitaminas y estimulantes) de la vida. A partir de entonces, el deporte se simplificó, ya no fue más la búsqueda de la excelencia física (al modo Charles Atlas) ni el récord deportivo (al estilo Mark Spitz) sino el modelo natural impulsado por Fonda.

    Prueba de ello es la proliferación de gimnasios, spas y salas de fitness posmodernistas que no están orientadas al deporte de marcas sino a la estética y el bienestar psico-físico.

    Es decir: ya tenemos un antecedente histórico que avala la posibilidad de seguir simplificando las prácticas deportivas para captar más adeptos. Entonces: ¿por qué insistir en modificar las estructuras si lo que parece ser más accesible (por lo menos desde el punto de vista de su viabilidad) es modificar los deportes?


Lo que hemos perdido

    La gran mayoría de los deportistas uruguayos ha desarrollado sus aptitudes en la ciudad, en el centro urbano. De hecho, el deporte es un fenómeno urbano en nuestro país.

    Las urbes uruguayas han crecido al impulso de la migración interna (la expulsión del medio rural) y no como resultado de la industrialización creciente que han padecido otras realidades no-uruguayas. Y no solo han crecido en amplitud sino también en densidad. Este proceso de densificación ha generado una pérdida de los espacios verdes (campitos) y los abiertos que no son verdes (calles, plazas, baldíos) y ha confinado a la juventud lúdica al interior de las casas, los colegios y los clubes por la violencia ciudadana y la peligrosidad del tránsito, entre otros aspectos.

    Los deportistas jóvenes, entonces, han ingresado a mundos regulados (por las prácticas familiares, por los conceptos de la educación física, por las tradiciones seculares, por las costumbres de los clubes, etc.) que los ha llevado a una pérdida de la libertad de juego. Si los higienistas de principios del siglo XX hubieran pensado en una forma tan compulsiva de encerrar a la gente en sus casas, el disciplinamiento de esa época hubiera sido casi completo.


Este deporte-juego ciudadano ha perdido dos componentes fundamentales:

  • la flexibilidad de sus reglas. Al juntarse varios participantes de diversas condiciones (delgados con obesos, altos con bajos, etc.) las reglas solían adecuarse a los conjuntos participantes (los arcos eran más o menos anchos, más o menos altos dependiendo de si el golero de turno llegaba a los palos). Así, todos disfrutaban del juego gracias a una suerte de "contrato lúdico ad hoc".

  • la espontaneidad de la práctica deportiva. Cada participante, al patear la pelota contra el cordón de la calzada o el árbol más próximo, al esquivar un pozo o al tirar a un aro imaginario solía "tocar" la pelota en infinidad de situaciones que no se producen en el juego reglamentado y supervisado. Luego de tres o cuatro horas diarias de juego "perfeccionista" el practicante adquiría una destreza que no se obtiene hoy en los gimnasios, esperando su turno y en ausencia del contacto con el útil deportivo.

    Ni la guerra ni la pobreza ni la higiene ni la política ni la educación incipiente de principios del siglo XX nos impidió llegar a obtener victorias a nivel mundial. Tampoco lo hicieron la estructura rudimentaria del deporte uruguayo o la falta de técnica avanzada o la alimentación no específica. Ni la falta de leyes (que nunca las hubo) ni la readecuación de los recursos (que nunca se produjo).

    Es la carencia de espontaneidad, de creatividad y picardía de un deporte globalizado y altamente competitivo que nos ha conducido a prácticas más adaptadas a otras realidades diferentes a la nuestra. Le hemos quitado a nuestros aprendices el tiempo de aprender jugando, la etapa de 'los primeros años' según David Kirk. ¿Por qué los niños deben practicar deporte de la misma manera (entrenamiento, técnicas, presión por la victoria, titularidad, etc.) que lo hacen los mayores? ¿Por qué debemos practicar deporte de igual manera que lo hacen los finlandeses o los australianos?

    Si tuviese que destacar un aspecto esencial del proceso diría que el aislamiento relativo (o ausencia de globalización) de tiempos anteriores nos permitió desarrollar una identidad propia que nos alentó siempre. Ello, junto a otros factores como el político-partidario, ayudó a construir una identidad uruguaya basada en las diferencias o alteridades con otros actores (fundamentalmente argentinos). El proyecto fracasó cuando empezamos a copiar, a querer ser quienes no somos, a importar costumbres que no fueron pensadas para nosotros. El proyecto sigue fracasando porque no tenemos tiempo para aprehender y adaptar toda la técnica y el conocimiento que existe entre dos importaciones sucesivas. Y este fracaso sufre un efecto de acumulación, desde los años 1950 hasta ahora, que no hemos podido detener.


¿Qué significa cambiar el deporte?

"Sport is what people do when they claim they are practising sport." (11)
(Deporte es lo que la gente hace cuando dice practicar deporte)

    El deporte, tal como es entendido actualmente, es el resultado de la competencia entre rivales, asociados internamente bajo las consignas de la identidad grupal. El significado original de "rivales" se ha tergiversado, ha variado desde la complementariedad hacia la confortación:

"Rival proviene de la palabra 'riva', y ésta de río. Rivales eran las tribus indígenas asentadas en las márgenes opuestas del mismo río, considerado como río-madre, porque aseguraba las cosechas, o sea, la supervivencia de esas comunidades. A esas tribus se las denominaba rivales porque se alimentaban del mismo río. Para poder sobrevivir y convivir pacíficamente estas distintas comunidades que se disputaban los beneficios del mismo río, establecían pactos, es decir, creaban reglas que regularan la explotación del agua." (17)

    Y tampoco es una práctica democrática porque en toda democracia que se precie de tal debería haber opción a disentir. Si las reglas están por encima del juego, de los jugadores o del sentido mismo, entonces no hay democracia sino el imperio de la imposición:

"En una democracia ideal las leyes están por encima de todos los ciudadanos, incluso del Presidente de la República, y han de ser respetadas parejamente por todos. No hay democracia auténtica sin grupos disidentes, que están en la oposición, y partidos políticos que luchan unos contra otros, cada uno esgrimiendo su verdad. Como vemos, una genuina democracia es un gran juego, un complejo y claro juego competitivo." (17)

    Todos entendemos qué queremos decir con la palabra "deporte" pero en ningún caso nos remitimos a significados distintos a "competencia" y "confrontación".

    El deporte se ha convertido en parte de nuestra rutina. Salimos de casa vistiendo un equipo deportivo, nos trasladamos en el ómnibus o en el auto luciendo championes, hablamos en lenguaje deportivo, entramos a un local para hacer gimnasia y salimos de él sin ducharnos ni cambiarnos, regresamos y seguimos vistiendo otras ropas limpias y cómodas pero deportivas. Asistimos a los eventos sociales con ropa deportiva y hasta dormimos con ella. Los noticieros cada día dedican más espacio a lo deportivo, los productos comerciales aluden con mayor insistencia a referentes deportivos, los niños van de "jogging" a la escuela. Inclusive, asumimos naturalmente como nuestras muchas costumbres lejanas que nos vienen con las trasmisiones deportivas, como si se pudieran ver a la vuelta de la esquina.

    El deporte escolar se ha convertido en una disciplina curricular más y ha perdido su carácter de 'espacio de recreo y distendimiento' que solía ser anteriormente. Ya no es más el ámbito para dirimir las contiendas de clase ('te espero en la cancha...") ni para mostrar sus destrezas a los demás espectadores y espectadoras. A determinados niveles (fundamentalmente liceales) está tan reglamentado que es una disciplina sujeta a examen teórico y práctico, con posibilidad de perder y tener que 'estudiar' (sic) para rendir una nueva prueba en el período siguiente. Imagínese el lector a un alumno que haya perdido su exoneración práctica en diciembre y concurra a un club privado durante el verano para ¿estudiar? (sic) y poder rendir esta materia en el próximo período, de la misma manera que se utilizan los profesores particulares de matemáticas, física o química para no perder el examen siguiente (28).

    El deporte ha perdido su espacio particular y, con él, la magia de transformarse en deportistas con solo cambiar de ropas y utilizar ese tiempo para disfrutar de un entorno humano compenetrado con lo deportivo, con lo lúdico, con lo distinto.

    Ya se ha comenzado a padecer el mismo estrés en el deporte que en la rutina diaria. Se va al gimnasio con el celular encendido, se atienden los problemas en cualquier momento y en cualquier lugar, se practica bicicleta leyendo las noticias del día, se corre con auriculares en los oídos, se ejercita pesas mirando una televisión. Y la razón de ello es que cada vez menos sentimos las diferencias de situación entre un estado y el otro, entre lo estrictamente deportivo y lo meramente cotidiano.

    Algunos, inclusive, han transitado el camino inverso y han llevado el deporte a sus propias casas, a sus habitaciones más personales e íntimas, agregando un elemento nuevo al paisaje hogareño: el aparato de fitness.

    Si jugar "es interrumpir el orden que rige la vida cotidiana" (17), si "El juego no es la vida corriente o la vida propiamente dicha. Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera temporaria de actividad que posee su tendencia propia" (26), entonces jugar a hacer algún deporte ya no es interrumpir el orden diario sino padecerlo en todo momento y en toda su plenitud. Es trasladar el ámbito deportivo al no-deportivo o viceversa. Es continuar con los problemas de uno en el espacio del otro. Ya no queda claro cuál espacio tiende a desaparecer como espacio en sí mismo: si el deportivo o el rutinario.

    Es evidente que los deportes profesionalizados y globalizados tienen sus reglas estandarizadas. Cambiar eso no es la consigna. De hecho, la competencia por la marca debe tener sus propias reglas de medición. Pero ¿por qué los deportes sociales (15) deben sufrir también esas tensiones (los más fuertes, los más sanos, los más rápidos... los más rutinarios)?

    La idea es pensar una forma nueva de hacer deporte en la cual no exista la confrontación para ganar o la comparación entre individuos sin cualidades naturales comparables. O, inclusive, la necesidad que 45 basquetbolistas pierdan para que 5 se sientan la "crema y nata" de la especialidad. Nadie debería perder: todos deberían ganar.

    La propuesta es dotar al deporte de complementariedad (en lugar de confrontación), de recuperar el ámbito socializador original (y no la arena deportiva en la que se convirtió), de obviar las diferencias discriminantes propias de la comparación entre incomparables, de recrear las habilidades que nos permitan acompasar las labores humanas diarias, de evitar la racionalidad científica del récord y las reglamentaciones constrictivas que socavan la espontaneidad. Y hasta de cambiarle el nombre, si fuera pertinente.

    Tenemos ejemplos de épocas anteriores en donde los juegos no solo entretenían sino también enseñaban sin una finalidad competitiva. En un estudio sobre juegos indios entre Tobas y Wichis (también llamados Matacos), tribus del noreste argentino, se analiza la Escondida:

"La Escondida consiste en no ser descubierto por aquel que lleva adelante la búsqueda. El ganador o los ganadores resultan ser los que logran permanecer ocultos durante el mayor tiempo posible. Este es un juego que también tiene una perfecta concordancia con la función de cazador de los habitantes de ambas tribus, el permanecer oculto haciendo el menor ruido posible durante mucho tiempo ayuda a la caza de animales, que muchas veces necesita de enorme concentración y paciencia." (16)

    ¿Por qué no crear deportes que vuelvan a restaurar la distancia entre el deporte mismo y la vida diaria? Los ejercicios acuáticos para personas mayores, particularmente aquellos que utilizan herramientas de espuma de plástico y se coordinan entre varios participantes, cumplen perfectamente con esta otra finalidad lúdica de disociación entre la rutina y el deporte, de complementariedad entre los practicantes y de ausencia de competencia por ser el mejor.

    Existe una infinidad de formas lingüísticas para designar al juego, el deporte o la actividad lúdica: "juego", "play", "ludus", "Spiel", "la'iba", "kridati", "la'ab", "jogo", "jeu", "giuoco", "joc" o "wan" (27), entre otros. Ningún par de ellos constituyen sinónimos exactos (en su sentido más amplio) porque representan realidades culturales diferentes, vivencias internalizadas de forma diferente por cada colectivo que los utiliza; la raíz misma de cada vocablo habla de orígenes disímiles. Si a esta diferencia filológica le sumamos que "... para cada grupo humano el concepto de juego no contiene más de lo que dice la palabra que él emplea" (26), entonces llegamos a la conclusión que un mismo juego no representa lo mismo para grupos sociales diferentes. De ello se desprende que deberíamos delimitar el concepto de "juego" según importa a la colectividad uruguaya, en función de la interpretación de su historia, de sus bases materiales y de sus posibilidades lúdicas.

    Lo que se pretende es recomponer la espontaneidad, la simplicidad y la función social del juego uruguayo y, lo que es más importante, adecuarlo a la etapa en la cual se encuentra el practicante lúdico (no el deportista profesionalizado), todo ello relacionado con su significación para la sociedad uruguaya.

    Si la "garra charrúa" es característica nuestra, pues entonces generemos deportes que nos ayuden a entenderla y a vigorizarla; el fútbol, jugado al estilo europeo, parece no haber contribuido a eso. Si la velocidad no nos identifica, entonces nuestros deportes deberían reforzar otros aspectos como, por ejemplo, la picardía o la resistencia. Si no podemos jugar en equipo, reforcemos los deportes unitarios con la idea de generar una conciencia colectiva de su utilidad social (22). Pero todo ello basado en la complementariedad y la simplicidad, no en la competencia.

    La competencia representa un estado de evolución superior del deporte o el juego, en donde los fundamentos han excedido el aspecto lúdico y son aprehendidos y desarrollados racionalmente con miras a ella. Pero la competencia divide, compara, clasifica, especializa; es decir, segmenta. Y la segmentación, así entendida, no genera complementariedad sino oposición. Y la oposición no genera capital social, elemento básico de la tradición histórica y permanencia de la cultura lúdica.

    Veamos un ejemplo de esta segmentación. El fútbol uruguayo cuenta con alrededor de una treintena de equipos, entre primera y segunda divisiones, en una sola ciudad (Montevideo) de 1.5 millones de habitantes, cifra que está en desacuerdo con otras realidades urbanas. Este deporte profesionalizado está tan segmentado que son contados con los dedos de una mano los jugadores que han integrado los dos planteles principales de Uruguay (Nacional y Peñarol). Son tantas las desavenencias que existen entre los clubes que las fusiones propuestas para salvar al fútbol nacional son muy resistidas. Esto hace que los deportistas reciban cada vez menos de un único pastel y, consecuentemente, se pauperice no solo el jugador sino el deporte mismo. Hasta las hinchadas están tan segmentadas que les es imposible generar una acción conjunta para evitar la violencia en torno al fútbol. No hace falta entrar en detalles sobre identidades, sentido de pertenencia, tradiciones y profesionalización para verificar la segmentación aludida anteriormente.

    El perjuicio de esta segmentación (en sentido lato) del fútbol parece ser que sus efectos tienden a trascender inexorablemente a otros deportes por imitación desde una actividad alter a otras de menor jerarquía. El básquetbol nacional puede estar en la misma línea de segmentación pues ya está asumiendo comportamientos derivados del ámbito futbolístico (como los cánticos y vestimentas de las hinchadas).

    El deporte debe cambiar y lo más contradictorio de todo es que las empresas comerciales están dando el ejemplo, un ejemplo que debería surgir de las propias entidades que administran el deporte y no de quienes lo comercializan. La empresa Nike ya ha implementado deportes más sencillos, sin demasiadas reglas, que ostentan simplicidad. Ejemplo de ello son: el torneo Scorpion KO (fútbol de reglas muy sencillas, dos contra dos, en una jaula de hierro) y el Panna KnockOut (fútbol de reglas muy sencillas, de uno contra uno en un recinto circular)

    Con el mismo énfasis con el que hemos dejado de lado deportes que no se adaptan a nuestra cultura de vida (alpinismo, slalom, badminton, sumo) por las razones que fuere, así deberíamos regenerar las virtudes de los que sí hemos adquirido con la finalidad de crear un deporte a la uruguaya. Un deporte que satisfaga primero el espíritu uruguayo y luego las ansias de competición internacional.


Reflexiones finales

    El repensar el deporte en clave de "simplicidad" es una opción accesible porque solo implica creatividad, no recursos financieros inalcanzables ni reestructuraciones edilicias faraónicas. O, por lo menos, menor cantidad de recursos que reacomodar toda una infraestructura vetusta y adaptada a fines disciplinarios.

    Cambiar las estructuras no parece un método idóneo y rápido de influir en las costumbres, fundamentalmente cuando esas estructuras son copiadas de otras sociedades. Sin embargo es el camino elegido por casi todas las referencias a disposición.

    La función de nuestro deporte debería ser explorar nuestras virtudes al máximo antes que pretender copiar las de los otros.

    Quizás tener éxito en nuestro propio deporte 'a la uruguaya' ayude a infundir esperanza a quienes deban competir en las arenas mundiales. Ese deporte del futuro aún no está hecho y somos nosotros quienes podemos comenzar a delinearlo.


Referencias

  1. Simplicidad: un aspecto que hace la diferencia entre lo tradicional y lo moderno en el asociacionismo deportivo uruguayo. En http://www.efdeportes.com

  2. Los límites del asociacionismo deportivo en Uruguay. En http://www.efdeportes.com

  3. César Bianchi: Diario El País de 14 de enero de 2002.

  4. Andrés Silva y Heber Viera (atletismo), Milton Wynants y Agustín Margaleff (ciclismo), Leandro Salvagno, Rodolfo Collazo y Joe Reboledo (remo), Angel Segura (Windsurf), Alvaro Paseyro (judo), Serrana Fernández, Nicolás Mafio, Paul Kutscher y Martín Kutscher (natación), Alejandro Foglia (yachting) y Darwin Correa (canotaje).

  5. Sport and early learning experiences - Dirk Kirk, Institute of Sport and Leisure Policy, Loughborough University.

  6. The family factor in sport: a review of family factors affecting sports participation. Tess Kay, Institute of Sport and Leisure Policy, Loughborough University.

  7. Sport, Health and Economic Benefit. Chris Gratton, Sport Industry Research Center, Sheffield Hallam University.

  8. Sport and the aging population: do older people have a place in driving up participation in sport? - Jonathan Long, Leeds Metropolitan University.

  9. Driving up participation: social inclusion. Mike Collins, Loughborough University.

  10. Entidades deportivas orientadas hacia el marketing - J. M. Galindo. Revista Nexo de junio de 2004.

  11. Rebellion of the body: human movement in a postmodern perspective. Roland Renson.

  12. Social, physical activity and health: future prospects for improving the health of nation. Nuck Rowe, Neil Beasley and Ryan Adams. Sport England 2002.

  13. Programa del Herrerismo. Partido Nacional. www.presidentelacalle.com.uy

  14. Frente Amplio. Vertiente Artiguista. http://www.vertiente.org.uy/programa/famplio/gobierno1.html

  15. Entiendo por "deportes sociales" todos aquellos deportes que son practicados por razones otras que el récord, a cualquier nivel.

  16. Juguetes étnicos. Victoria Elizabeth Crudo en http://www.ba-toymuseum.com.ar/esp/etnicos/juegos.htm

  17. Juegos inocentes - juegos terribles. Graciela Scheines en http://www.efdeportes.com.

  18. Eduardo Rocca Couture, Cr. José Pedro Damiani, Dante Iocco y Cr. José Pedro Laffite.

  19. Cr. José P. Laffite - El Deportivo del diario El País de 28.06.2004.

  20. Programa de la Vertiente Artiguista, Frente Amplio, en
    http://www.vertiente.org.uy/programa/famplio/gobierno2.html

  21. Alan Bairner, John Evans, Alan Ingham, Joseph Maguire entre otros.

  22. Desde hace varios años los deportes de equipo (fútbol, vóleibol, básquetbol) han perdido su capacidad para competir a nivel internacional mientras que los individuales (atletismo, ciclismo, canotaje, remo) han incrementado su capacidad.

  23. Platón, Leyes VII, 797a-b, p.7 citado en "Juegos permitidos, juegos peligrosos: la eutrapelia de Aristóteles" por Cristina Marta Ambrosini, UBA.

  24. Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, II, II, 168, a.2 citado en "Juegos permitidos, juegos peligrosos: la eutrapelia de Aristóteles" por Cristina Marta Ambrosini, UBA.

  25. "Juegos permitidos, juegos peligrosos: la eutrapelia de Aristóteles" por Cristina Marta Ambrosini, UBA

  26. Homo ludens. Johan Huizinga.

  27. "Juego" (del Español), "play" (del Inglés), "ludus" (del Latín), "Spiel" (del Alemán), "la'iba" (del Arabe), "kridati" (del Sánscrito), "la'ab" (del Hebrero-arameo), "jogo" (del Portugués), "jeu" (del Francés), "giuoco" (del Italiano) , "joc" (del Rumano) y "wan" (del Chino)

  28. Me disculpo ante el lector si esto suena a ironía. Sinceramente, no encontré otra forma literaria para expresar este insuceso deportivo-académico.

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revista digital · Año 10 · N° 75 | Buenos Aires, Agosto 2004  
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