Valoración subjetiva del esfuerzo aplicada al entrenamiento específico en fútbol |
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*Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Becario de Investigación del Plan Nacional de Investigación (F.P.U) por el Ministerio de Educación Cultura y Deporte. Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad de Granada. **Estudiante de 5º curso de la licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Becaria de Iniciación a la Investigación. Universidad de Granada. ***Doctor en Educación Física. Profesor Titular de la Asignatura de Fútbol de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad de Granada. |
Francisco Javier Núñez Sánchez* Ana Carbonell Baeza** Antonio Raya Pugnaire*** fjnunez@ugr.es (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 73 - Junio de 2004 |
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Introducción
Este estudio nace de la reflexión y preocupación de un preparador físico a la hora de averiguar, si todas las decisiones preactivas, tomadas en la elaboración del microciclo semanal, se corresponden con la valoración subjetiva que realiza el propio jugador durante las sesiones de trabajo. El gran problema de la planificación del entrenamiento deportivo en deportes colectivos es que, el preparador físico en deportes colectivos, normalmente externo a las ejecuciones reales de los deportistas, planifica la carga de trabajo para muchas y muy diversas personas, tanto en el ámbito físico, como psicológico, cognoscitivo, etc. . Estas planificaciones pueden pecar, en algún momento de falta de sensibilidad a determinados procesos que están ocurriendo en determinados jugadores, que hacen que la carga de trabajo prevista y cuantificada de antemano, no se corresponda con la que realmente ellos están sufriendo. Es por ello que la planificación del entrenamiento deba ser una continua reflexión sobre el esfuerzo real que sufren nuestros deportistas. Uno de los métodos más en boga actualmente es la utilización de escalas subjetivas del esfuerzo, siendo una herramienta importante para individualizar la prescripción del programa de entrenamiento (Garcin & Billat, 2001).
Las escalas subjetivas de percepción de la intensidad del esfuerzo (RPE) fueron introducidas por Borg en 1962, estas escalas proporcionan información a cerca de la intensidad del ejercicio (Lagally et. al., 2002a; Lagally et. al., 2002b). Existen autores que determinan que la RPE es un método válido para cuantificar entrenamientos que abarcan una gran variedad de tipo de ejercicios, aplicando dichos métodos para regular la intensidad del las diferentes estructuras de entrenamiento en deportes colectivos (Foster et. al., 2001), incluso, han sido utilizadas para establecer relaciones con parámetros fisiológicos, durante el entrenamiento, como la concentración de lactato en sangre (Lagally et. al., 2002b; Grant et. al. 2002; Garcin et. al. 2002; Chen et. al., 2002; Misic et. al., 2002; Serrano et.al., 2001), % Frecuencia Cardiaca Máxima (Demura & Nagasawa, 2003; Pfeiffer et. al., 2002; Grant et. al. 2002; Chen et. al., 2002; Perry et al., 2001; Foster et. al., 2001), umbral ventilatorio (Green et. al., 2003; Chen et. al., 2002;), valores electromiográficos (Perry et. al. 2001) y % Consumo Máximo de Oxígeno (Demura & Nagasawa, 2003; Pfeiffer et. al., 2002; Garcin & Billat, 2001; Chen et. al., 2002).
Diversos estudios muestran que, aunque considerando como válida la RPE, establecida por el protocolo de Borg (1962), para el cálculo de la intensidad de entrenamiento, presenta muchas inconsistencias en cuanto a su relación con otros parámetros fisiológicos de valoración del esfuerzo físico del deportista (Chen et. al., 2002). Esto ha provocado el intento de validación de esta escala para determinadas condiciones en concreto, incluso la aparición de escalas de percepción subjetiva del esfuerzo alternativas adaptadas a la situación de esfuerzo a valorar (Pfeiffer et. al. 2002).
La valoración del RPE está referida a tres valores fundamentales. Uno hace referencia a un valor local que procede de la estimación del esfuerzo a través de las sensaciones provenientes de músculos y articulaciones. Otro referido a un valor central, en el que la apreciación subjetiva del esfuerzo es obtenido de las sensaciones provenientes de corazón y pulmones. Y un último valor total que conjugaría ambas y que además integre otros factores como el psicológico, el cual puede afectar hasta en un 33% a la cuantificación del RPE (Feriche, B. 2000).
En presente estudio analizaremos estas escalas con el fin de poder realizar una valoración adaptada a la estructuración de la carga, que dentro de su planificación, realiza el preparador físico, como medio que nos permita cuantificar la intensidad real de entrenamiento y realizar las modificaciones oportunas, dentro de la planificación del microciclo para el entrenamiento del fútbol.
MétodoSujetos
Hemos utilizado en nuestra investigación una muestra de 18 jugadores de fútbol (16 jugadores de campo y 2 porteros) pertenecientes a un grupo natural obtenido de los equipos de División de Honor (n=10) y Regional preferente (n=8), de categoría juvenil, del C.D Imperio de Albolote. Establecemos un grupo experimental compuesto por los jugadores del equipo de categoría juvenil de División de Honor (n=10) con una media de edad de 18+1 años, y un grupo control formado por los jugadores de categoría juvenil de regional preferente (n=8) con una media de edad de 16,5 + 0,5 años.
DiseñoHemos realizado un diseño experimental PRE-POST de dos grupos naturales y bifactorial (A, B), además de un diseño de series temporales de un grupo natural con tres medidas, en los que se definen las siguientes variables:
VARIABLE DEPENDIENTE: Percepción subjetiva del esfuerzo total que tiene el sujeto sobre la sesión de entrenamiento.
VARIABLES INDEPENDIENTES:
Tiempo transcurrido desde que termina el entrenamiento hasta que realiza RPE.
Aplicación de un periodo de aporte de información sobre la sesión de entrenamiento.
Instrumentos - MaterialPara la obtención de la información por parte de los jugadores, hemos utilizado la entrevista como instrumento de interrogación en la que el jugador respondía a las siguientes instrucciones correspondientes a la Tabla 1.
"Procura no sobrevalorar ni infravalorar tus sensaciones y señalar la intensidad total del entrenamiento, marcando un número de la siguiente escala."
Tabla 1. Niveles de intensidad de la sesión de entrenamiento en fútbol y su correspondencia
con los valores de la Escala de Borg (1962).
ProcedimientoEl procedimiento quedó dividido en tres fases:
Fase 1: Realizamos una primera valoración en el inicio de pretemporada (2, 3 y 4 del mes de agosto), mediante cuestionario, tanto al grupo experimental como al grupo control, referida al esfuerzo percibido en estos 3 días de entrenamiento, y registrada inmediatamente después de terminar el entrenamiento. La escala de intensidad del entrenamiento fue adaptada, de los valores referidos por Borg (1962) entre 6- 20, a los 5 niveles de intensidad que son utilizados habitualmente en la planificación de deportes colectivos (Cuadrado, 1999), como indicamos en la tabla 1.
Fase 2: Durante el periodo de competición sometemos al grupo experimental a un tratamiento basado en una aportación de información sobre el contenido de las sesiones de entrenamientos y su adaptación a nuestro sistema de cuantificación de la carga. Para ello ubicábamos en el vestuario, cada lunes, el microciclo de trabajo semanal con las distintas estructuras de trabajo que vamos a emplear a lo largo de las sesiones y su cuantificación en cuanto a la intensidad y volumen del esfuerzo a realizar, el cual, era de obligada lectura antes de cada entrenamiento. Para confirmar su lectura, elegíamos al azar a uno del grupo que nos comentaba cual era el trabajo que teníamos cada día, y la intensidad que suponía. El grupo control seguía entrenando, con los mismos medios de entrenamiento, y no recibía ninguna información escrita, ni verbal. Tras este periodo informativo realizamos una segunda valoración del esfuerzo percibido de una sesión (8 de febrero) sólo del grupo experimental. En esta semana en la que evaluamos, el grupo experimental recibe información de los contenidos a trabajar pero no de la cuantificación de la carga propuesta por el preparador físico.
Fase 3: Tras 8 semanas en las que el grupo no recibe información de ningún tipo sobre los contenidos a trabajar, realizamos la tercera evaluación (5 de abril, jueves), en la que pedíamos la percepción de la carga de esa sesión y de las tres sesiones anteriores. El grupo control sigue el mismo proceso pero no en la misma fecha, debido a que tienen esa semana de descanso y la siguiente es semana santa, por lo que lo evaluamos el jueves 20 de abril con los mismos parámetros.
Todas las estimaciones se realizaron de forma individual de tal manera que no pudieran ser influenciados por otros compañeros. En la primera valoración los cuestionarios eran entregados tras ser rellenados cada día. Hay que reseñar que la estimación no se demoraba más allá de 30 minutos tras terminar la sesión.
Resultados y discusiónEl registro de los resultados queda referenciado en las Tablas 2, 3, 4, 5 y 6:
Tabla 2: Registro de las respuestas de la 1ª valoración del RPE de 3 sesiones seguidas del grupo experimental.
* No participó en la sesión por lesiónTabla 3: Registro de las respuestas de la 1ª valoración del RPE de 3 sesiones seguidas del grupo control.
(NA) No asistió a la sesiónTabla 4: Registro de las respuestas de la 2ª valoración del RPE de 1 sesión del grupo experimental.
Tabla 5: Registro de las respuestas de la 3ª valoración del RPE de 3 sesiones con 0, 24 y 48 horas de retraso con respecto a su finalización del grupo experimental.
Todas las valoraciones se tomaron el jueves 05/04.Tabla 6: Registro de las respuestas de la 3ª valoración del RPE de 3 sesiones con 0, 24 y 48 horas de retraso con respecto a su finalización del grupo control.
Todas las valoraciones se tomaron el jueves 19/04.
Si realizamos un análisis de los datos ilustrados con anterioridad, con respecto al número de coincidencia o discordancia con los valores planificados por el preparador físico, obtenemos los siguientes resultados:
Como podemos apreciar en la figura 1, la coincidencia entre lo que el preparador físico diseñó y lo que realmente han percibido los futbolistas es muy discordante, llegándose a valores de un 35,7% y un 30,4% de coincidencias para el grupo experimental y grupo control respectivamente. Estos valores son lógicos debido a que nuestros jugadores no habían tenido ninguna experiencia anterior en cuanto a la percepción subjetiva del esfuerzo. También cabría tener en cuenta que la evaluación se realizó en la primera semana de pretemporada, donde hay la mayor variabilidad de estado de forma de toda la temporada, ya que esta dependerá de aspectos como: cuando terminó la temporada anterior, que hizo en los meses de descanso, etc.
En la segunda evaluación (ver figura 2) obtenemos el 100% de coincidencias entre lo estipulado por el preparador físico y lo estimado por el jugador de fútbol. Se nos plantea la duda si estos registros son producto de una adecuada planificación del entrenamiento, ya que dentro del grupo experimental tenemos a un portero. Este jugador no tiene la misma incitación que el resto ya que su actividad es intermitente y muy variable en los trabajos específicos, globales o integrados, y sólo la equiparamos a la del grupo en los trabajos analíticos. Con esta casuística podríamos plantear una nueva hipótesis y es que los jugadores en el periodo de exposición de los microciclos, en los que se especificaban las cargas de entrenamiento, han aprendido a asociar determinados trabajos con su cuantificación de intensidad y a la hora de dar la respuesta no piensan en que han sentido realmente, sino en que, realizan un análisis de los contenidos trabajados y, en base a ellos, realizan su cuantificación de la carga, como si de una operación matemática se tratara.
En la tercera valoración (ver Figura 3) obtenemos porcentajes muy altos de correlación, alcanzado valores de un 90% y 87,5% para grupo experimental y grupo control respectivamente. Hay que destacar que el único desacuerdo que se produce en ambos grupos es el correspondiente al portero, lo que nos hace dudar de la hipótesis planteada con anterioridad, debido a que tras un periodo corto de no exposición de microciclos, el portero debería ser capaz de recordar la cuantificación que realizaba con anterioridad de manera automatizada. Con respecto al resto del grupo control, se podría argumentar que quizás podrían haber realizado un aprendizaje significativo que les llevase a percibir mejor su esfuerzo, y desde luego que así es, pero no ha sido debido al periodo de aprendizaje, o exposición de microciclos, ya que el grupo control, obtiene valores similares sin dicho periodo de aprendizaje. Lo que sí está claro es que en esta valoración los niveles de condición física están muy parejos y eso repercute en una valoración subjetiva más homogénea.
Como podemos observar, en la Figura 4, el porcentaje de coincidencias baja estrepitosamente hasta valores de un 30% y un 62,5%, y es que la valoración subjetiva del esfuerzo es un proceso que se sustenta en sensaciones que son almacenadas en la memoria a corto plazo, y 24 horas pueden afectar significativamente a la percepción del esfuerzo realizado. Por otro lado podemos desestimar la hipótesis planteada con anterioridad, ya que si se hubiera producido un periodo de aprendizaje, en el que el sujeto sólo con saber lo que iba a hacer obtuviera un cálculo exacto de la intensidad del esfuerzo, podrían pasar 24, 48 y 72 horas y el sujeto siempre acertaría con la estimación del esfuerzo planteada por el preparador físico, y como vemos no ocurre.
Figura 4: Coincidencias (SI) y discordancias (NO) con los valores de intensidad previstos por el preparador físico para las sesiones de la 3ª evaluación con 24 horas de retardo.
En esta valoración, 48 horas después de haber realizado la sesión de entrenamiento (ver Figura 5), los acuerdos y desacuerdos de estimación se igualan en ambos grupos al 50%. Esto nos lleva a decir que cuanto más se aleje la valoración del término de la sesión más posibilidades de error encontramos en la percepción subjetiva del esfuerzo realizado.
Conclusiones
Tras analizar los datos obtenidos de la muestra evaluada y dentro del constructo que nuestros procesos de evaluación definen, sacamos las siguientes conclusiones:
En primer lugar, la percepción subjetiva del esfuerzo requiere un periodo de aprendizaje, ya que el sujeto debe de acostumbrase, por un lado a los medios de entrenamiento a los que va a ser sometido y por otro a percibir las sensaciones que le hagan discriminar su cuantificación de esfuerzo. Entrar a determinar cuanto tiempo requiere esta estabilización de esta percepción es un aspecto muy aleatorio ya que estará en función del sujeto, años que haya estado entrenando con anterioridad, nivel del entrenamiento, formas y medios utilizados, etc.
En segundo lugar, el ofrecimiento de información sobre la sesión prevista, antes de realizarla, no influye en las estimaciones subjetivas ofrecidas, siempre y cuando en esa información sólo se detallen los contenidos a trabajar, sin especificar la intensidad que suponen para nosotros.
En tercer lugar, la valoración subjetiva del esfuerzo total, se puede considerar como el compendio de sensaciones que tiene el sujeto de su organismo tras la aplicación de un estímulo sobre él y como tal, es almacenada en la memoria a corto plazo y en ocasiones pasa a nuestro cerebro con una huella de algo más de duración, pero esta no es ilimitada.
Como máximo se debe registrar justo al finalizar la sesión de entrenamiento, aunque sería más fiable tomarla después de cada bloque de ejercicios, pero eso requerirá que la cuantificación de la planificación también esté realizada así. Su variación con respecto al tiempo transcurrido entre la ejecución y estimación del esfuerzo, en nuestro estudio, no es proporcional, aunque si hemos podido comprobar una variabilidad significativa con respecto a cuanto este tiempo es mínimo, en nuestro caso al terminar la sesión.
Como conclusión final diremos que, la valoración subjetiva del esfuerzo es un medio eficaz de conocer si lo realizado se corresponde con lo previsto, pero no debemos caer en el error de utilizarla como un dogma. Con esto queremos decir que no nos va a ofrecer una estimación fiable al 100% de la intensidad del esfuerzo ejercido por el futbolista, pero sí nos va aportar detalles que con la simple observación no sería posible apreciar. Por tanto debemos utilizarla desde el comienzo de temporada como un medio ajustar mejor las cargas y por tanto de mejorar.
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revista
digital · Año 10 · N° 73 | Buenos Aires, Junio 2004 |