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Deporte extremo como práctica social y
posibilidad de adscripción identitaria
en jóvenes urbanos

   
Grupo Local: Motricidad, Cognición y Creatividad.
Universidad del Cauca.
Grupo Nacional: Acción Motriz y Mundos Simbólicos
(Colombia)
 
 
Deibar René Hurtado Herrera
Luis Guillermo Jaramillo Echeverri
Rita Patricia Ocampo Cepeda

luguija@hotmail.com

 

 

 

 

 
Resumen
    Considerar el deporte como un dispositivo importante en el movimiento de masas y de consumo cultural, es poder reconocer en él, sus múltiples bondades de adscripción identitaria a las que se inscribe el sujeto, especialmente el joven que se encuentra influenciado y a la vez atomizado por los medios de comunicación, el consumo y la venta de una imagen estilística en la sociedad actual. En tal sentido, el deporte se inscribe y se enuncia en el cuerpo de los jóvenes como práctica corporal. Ellos (los jóvenes), como actores, consumidores de mercado y principales practicantes de los deportes asociados al riesgo y la aventura, ven, en este tipo de prácticas, una posibilidad de representación grupal y social para configurar una imagen de estar a la moda y a tono con lo que los medios ofrecen; todo esto, unido a la emoción, calor, sudor, expedición y campismo entre otros.
    Palabras clave: Deporte extremo. Jóvenes urbanos. Identidad.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 73 - Junio de 2004

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Acerca de la categoría joven

    En nuestra cotidianidad tenemos la tendencia a referirnos con frecuencia a la juventud sobrevalorando esta etapa del ciclo vital humano, y asociándola con todo lo que implique cambio, novedad, movimiento y flexibilidad. Esta mirada sobre la juventud se extiende a las personas que clasificamos como tales y no es gratuita; tiene que ver en parte con un mundo de sentidos y de referentes que han reflejado los medios, por ello, resulta pertinente tratar de precisar si la categoría joven debe partir desde esos imaginarios culturales comunes, o bien, qué es lo que entendemos por joven?

    Una primera aproximación a la respuesta de esta pregunta es lo propuesto por Reguillo (2000), quien presenta una reflexión sobre lo que significa la identidad juvenil en la medida que debe ser pensada como una ruta o mapa de acceso a la investigación y trabajo con jóvenes. La autora expresa que los jóvenes en tanto categoría relacional social no tienen una existencia autónoma, de ahí que es difícil estudiar al joven sólo desde su referente empírico, o por cuestiones de edad biológica, pues se desconocería su edad social, para esta argumentación, la autora se apoya en el sociólogo francés Pierre Bourdieu, cuando indica: "Bourdieu ha señalado que las relaciones entre la edad biológica y la edad social son muy complejas y que hablar de jóvenes como de una unidad social, de un grupo constituido que posee intereses comunes, y referirse a estos intereses a una edad definida biológicamente, constituye una manipulación evidente."(49).

    A partir de lo expresado por Bourdieu, Reguillo (2000:56) enfoca el análisis de la definición de ser joven desde dos perspectivas: el análisis empírico y el análisis histórico cultural de la juventud. Uno impone la actualización subjetiva de sujetos concretos y el otro, apunta al joven como sujeto social. "Es simplista plantear que los obreros, por ejemplo, pueden definirse exclusivamente por su actividad productiva; las mujeres, por la diferencia biológica; los indígenas, por su pertenencia a una etnia; los ecologistas, por su defensa de los ecosistemas, y por tanto, los jóvenes por su edad. Las identidades sociales no son monocausales, por el contrario están compleja y multudimensionalmente articuladas a un conjunto de elementos sociales, económicos y políticos".

    Habría que pensar entonces, en las condiciones que hacen que los jóvenes puedan ahora pronunciarse a sí mismos y que la categoría joven supone la identidad social articulada a un conjunto de elementos sociales, económicos y políticos. La explosión de referentes identitarios y el debilitamiento de los ritos de pasaje, fortalecen el hecho de que los jóvenes encuentren en sus colectivos una identificación mediada por la especificidad del colectivo y la edad. La autora propone que argumentar la categoría juvenil como objeto, problema o campo de estudio y como categoría socio-cultural diferenciable, requiere un andamiaje que no se reduce a los rangos de edad, pero que tampoco prescinda de ellos. Pensar el concepto de joven, implica estar anclado en la edad, pero además, ser capaz de hablar de los arraigos empíricos que permiten que se revelen modos particulares de experimentar y participar en el mundo. Si ahora se habla de jóvenes ¿es porque antes no existían? o ¿por qué se hacen visibles como actores sociales?

    En correspondencia con Reguillo, Serrano (2002) plantea que el tema de la juventud, ha sido interpretada desde dos perspectivas que invisibilizan el ser joven: por un lado, se ha visto la juventud como "un momento vital transitorio", orientado al futuro en desarrollo que antecede y se completa en el mundo adulto; siendo el mundo adulto el punto de llegada de tal transito (lo mismo). Por otra parte, se ha visto la juventud como aquello que, también siendo enunciado desde el mundo adulto, se ve diferente a él, extraño, espectacular o curioso; un lugar de otredad, marcado por su condición excéntrica (lo otro). En ambos casos, el joven es observado bajo la lupa del adulto, respondiendo a una visión adultocéntrica donde lo joven no encaja en su modelo de realidad objetiva.

    En un momento en que los jóvenes tienen dificultades para configurar su identidad en las instituciones tradicionales como la familia, la iglesia y la escuela, estos encuentran unos nuevos referentes producidos por la industria cultural a los que se adscriben identitariamente y que aparentemente son más atractivos, ya que, hacen lectura de lo que es ser joven actualmente; "situados como estamos en el crepúsculo de la modernidad, es cada vez más obvio que las viejas formas de producción y de consumo son abandonadas por un nuevo universo de comunicación que potencia el aspecto físico, lo superficial, lo externo, y la uniformalización y comodificación de uno mismo" (McLaren:1997:80). Este tipo de procesos al no ser pensados críticamente y al no tener elementos necesarios para pensarlos en forma reflexiva, son dispositivos que enmascaran la realidad en una mirada artificial de la imagen.

    Por tanto, y en últimas, se hace necesario pensar el joven como sujeto activo de la cultura que, en convivencia con el mundo adulto, influenciado por los dispositivos de consumo y, en la relación con sus pares u homólogos en sus microcontextos, le permite ser agente cambiante y a la vez creador de su entorno; es decir, contemplar la posibilidad en los estudios culturales, de visibilizar el joven como constructor de su identidad a partir de su representación activa del mundo (el yo), principio de elegibilidad propuesto por Morín (2000); el reconocimiento otorgado en la alteridad (nosotros); y la diferenciación de lo propio y lo no propio (los otros).


Actividades extremas, deporte extremo e industria cultural

    La pregunta que refiere a ¿cómo los jóvenes pueden configurar su identidad desde los deportes extremos? Nos lleva a pensar sobre el papel que juegan los medios de comunicación, y como los estos practicantes de actividades extremas generan procesos de configuración de identidad alrededor no solo de esas prácticas sino también alrededor del consumo de bienes culturales a ellas asociadas.

    El deporte plantea Manuel Sergio en "Algunas tesis sobre el Deporte", se convierte en un subsistema del sistema capitalista donde el cuerpo es el escenario desde el cual se publicita y se promete "cualidades físicas, morfológicas y sexuales. Se promete fuerza física, hombros largos, cinturas finas, orgasmos tensos e intensos, como quien vende jabón, shampoo y otros productos de aseo" (Sergio, 2001:12). Es ahí donde el nuevo universo de la comunicación esta presente en el deporte de manera significativa con discursos que son una apología del cuerpo productivo, del cuerpo maquina y del cuerpo consumo; las prácticas deportivas se encuentran estrechamente relacionadas con elementos que alrededor del consumo se han convertido en prácticas sociales que se configuran en nuestros jóvenes en estilos de vida. La Industria cultural oferta no solo productos sino estilos de vida "La posesión o acceso a cierto tipo de productos, implica acceder a un modo particular de experimentar el mundo que se traduce en adscripciones y diferenciaciones identitarias" Reguillo (2000:81).

    En tal sentido, reconocemos lo problemático del concepto de industria cultural y retomamos la cita de Saramago para explicitar lo difícil del concepto: "me pongo nervioso cuando oigo expresiones como "industria cultural" o "productos culturales" ya que están llamando a los autores: "prestatarios de contenido"...hay pues, una frialdad de los sectores económicos del área de información en lo que no tiene importancia lo que se dice sino el beneficio que se logra. ¿Qué es un producto cultural? La Divina Comedia, Los Hermanos Karamazov, El Quijote…Miguel de Cervantes no era un prestatario de contenido." (Entrevista diario "El Tiempo", 25 febrero de 2001). Sin embargo nos parecen validos estos conceptos en los contextos que fueron creados; o sea, asociados al consumo.

    El deporte extremo es un bien cultural que se desarrolla como una práctica social entre la población juvenil. Como bien cultural, se constituye en un factor o escenario de configuración de identidad, o en un escenario donde los jóvenes se adscriben identitariamente; el concepto de adscripción identitaria propuesto por Regillo refiere a procesos socioculturales a través de los cuales los jóvenes se adscriben presencial o simbólicamente a ciertas identidades sociales asumiendo discursos, estéticas y practicas. Prácticas como el deporte extremo o actividades asociadas al riesgo y la aventura generan formas de adscripción identitaria, ya que con esas prácticas vienen asociados discursos y estéticas que son compartidas en los grupos y colectivos juveniles. Estos grupos, están relacionados con el grado de organicidad que tienen estas reuniones de jóvenes, las cuales pueden realizarse como prácticas eminentemente institucionalizadas y competitivas o como prácticas lúdicas y recreativas; en ambos casos, se asumen unos mínimos de exigencia y apropiación de técnica o técnicas que suponen la suficiencia para la realización de la práctica, así como la apropiación de un lenguaje o de unos códigos comunicativos que pueden haber sido generados desde los practicantes o apropiados por ellos desde los medios de comunicación, el consumo de bienes y servicios asociados.

    Mata Verdejo (2002), reconoce como los grupos y colectivos juveniles que se gestan en torno al deporte extremo, se encuentran afincados, o bien desde el horizonte deportivo central (deportes reconocidos institucionalmente), o bien desde el Horizonte Deportivo Marginal (deportes extremos) tal como se enuncia en a continuación.

    Los horizontes deportivos. Una forma de comprender el deporte extremo desde las culturas juveniles.

    Dada su importancia en la sociedad y particularmente en la cultura, el deporte ha sido objeto de estudio de diferentes disciplinas como: La antropología Cultural, la Arqueología y la Historia, la etnología, la Sociología y la teología. Estudios que según Mata Verdejo (2002:7-8), han servido para ver el deporte como "un fenómeno de masas, catalizador de impulsos individuales y grupales, formador de la persona por sus innumerables cualidades, reflejo de valores de una determinada sociedad y mecanismos de enculturación entre otros". Sin embargo, continua el autor, "el propio ejecutante (que no es el espectador), el deportista, ha sido frecuentemente ignorado o tratado sucintamente en los estudios de antropología y sociología".

    Con base en lo anterior, y a partir de la importancia que ha tenido el deporte el las sociedades contemporáneas, se hace imperante realizar estudios sociales centrados en aspectos emocionales y sociales del deportista, y no sólo en sus aspectos físicos, sino también, en aspectos de identidad cultural.

    Otro elemento, planteado por el autor, del cual adolecen las investigaciones mencionadas anteriormente, es que, pese a que la mayoría de ellas están centradas en aspectos culturales, se han orientado mas hacia los deportes institucionalizados y reglados y no en aquellos que van emergiendo en oposición o como alternativa cultural de una cultura específica. "Desde las diferentes corrientes científicas y sociales el deporte se ha explicado, interpretado y utilizado como un importante elemento cultural. Sin embargo, con los deportes radicales, de riesgo y evasión se ha creado un nuevo modelo social claramente marginal y contracultural". Mata Verdejo (9). Marginal en el sentido de que adolece, a nuestro juicio, de representación y estatus social, y contracultural por cuanto la misma sociedad, no lo ha objetivado y reglado como tal; es decir, no hace parte de los usos y desusos de la mayoría de sus habitantes, ni tampoco es parte de su aprobación al no otorgársele del todo significado y reconocimiento.

    Es así como en el campo del deporte, la imprecisión puede ser otra resultante si no se tiene la sospecha de ver la cultura del deporte como aquella que sólo valida el deporte reglado e institucionalizado y deja de lado otras prácticas culturales emergentes, que si bien se encuentran dentro de la cultura deportiva global o regional, están al margen de ella. En este sentido, se podría decir que se necesitaría hacer referencia a un deporte multicultural o que se encuentra en oposición a los usos y desusos de la cultura.

    Mata Verdejo, apoyado en estudios arqueológicos y antropológicos, intenta dar solución a prácticas que se encuentran excluidas del deporte institucional, y en tal sentido, acuña el término "horizonte deportivo" para caracterizar aquellas actividades que no sólo pertenecen al campo institucionalizado, sino a aquellas que se encuentran al margen de la prácticas regladas, como son las "Actividades Físicas de Aventura en la Naturaleza (AFAN)"; actividades que implican el culto al riesgo y la transgresión de reglas previamente institucionalizadas. Para este autor, "el concepto clásico de deporte al que se han asociado los estudios provenientes de diversas tradiciones científicas hasta nuestros días, resulta en la actualidad inadecuado por ser incompleto y no abarcar las distintas realidades deportivas"; si bien el deporte institucionalizado ha servido para unir nociones y es producto de una idiosincrásica cultural, aún no ha podido frenar la emergente fuerza del deporte en su concepción alternativa, marginal" (2002:8).

    El concepto de Horizonte sirve para el autor como una concepción teórica que permite el estudio del deporte en toda su amplitud, pues "si se diseña un modelo (como el horizonte) en la realización de estudios localizados a modo de prototipos, nos acercan a la realidad integral de la cultura del deporte, sin necesidad de abordar todas las celdas de su estructura. A nuestro juicio, consideramos que el concepto de horizonte incluye dos perspectivas más: por un lado, mirar el deporte desde varias rutas, recorridos y mapas que van emergiendo al margen del deporte reglado o al lado de otros deportes marginales (extremos); y por el otro, considerar el deporte como un bien cultural, como algo que se manifiesta en diferentes horizontes que se constituyen como unidades de la cultura, ocupando espacios diferentes y creando cada uno de ellos un acervo animológico y ergológico peculiar y significativo. En síntesis, el concepto de horizonte en el deporte, "se constituye como una unidad con fuerte impronta espacial, que puede convivir de manera temporal - esto es - de forma contemporánea con otros horizontes de diferente tradición". Mata Verdejo. (ibid: 10)

    De manera explicativa, presentamos un cuadro que presenta en paralelo, los dos horizontes deportivos a los que se adscriben particularmente los jóvenes urbanos.



Fuente: Mata Verdejo (2002)


Bienes culturales y el encarnamiento del deseo

    El concepto de bien cultural, es acorde con los planteamientos de García Canclini (1995), en el sentido que una de las dimensiones en las cuales se define en nuestras sociedades la identidad, es en el consumo, debido al papel que juegan los medios de comunicación, y a las transformaciones que en la identidad esto genera, pasando de unas identidades modernas territoriales y monolinguisticas a una identidades posmodernas transterritoriales y multilinguisticas. Así como también, en los trabajos de Reguillo (2000) donde los bienes culturales son una dimensión constitutiva de las identidades juveniles.

    El poder ideológico de este tipo de discurso es que se inscribe y se enuncia en el cuerpo como práctica corporal mediando el deseo y por supuesto encarnándose en la dialéctica significado-deseo. El cuerpo desde esta perspectiva, es entendido como resultado de una tradición cultural que se construye socialmente.

    El cuerpo-sujeto de McLaren no es otra cosa que la diferenciación intencionada del concepto de cuerpo que sólo es asumido como realidad biológica desde el naturalismo ingenuo, es un concepto cercano al de corporeidad en la medida en que reconoce a través del proceso de encarnamiento la dialéctica significado/deseo y su intertextualidad. "Por encarnamiento entiendo la relación mutuamente constitutiva de la estructura social y del deseo; es decir la relación dialéctica entre la organización material de interioridad y los modos culturales de materialidad que subjetivamente integramos. La idea consiste en que los sueños no son sólo sobre la carne, como Freud nos quería hacer creer, sino que la carne también sueña… el encarnamiento implica entextualización del deseo y el encuerpamiento de las formas textuales" McLaren (1997:85).

    La construcción social del deseo tiene una relación estrecha con el consumo. En términos de García Canclini (1995) "el consumo es un proceso en que los deseos se convierten en demandas y en actos socialmente regulados" el consumo se convierte en una forma de subjetividad desde la cual el deseo se encarna. Asociado a las actividades extremas o deportes extremos, los practicantes se apropian de formas de subjetividad que se expresan como formas de sentir, vivir, de relacionarnos con los otros(as) practicantes y con los objetos con los que se realiza el deporte extremo (sky-board/monopatín); las personas que realizan estas actividades empiezan a encarnar el deseo desde la estética, en la forma que se ven a si mismos y a los otros, y desde el consumo de todos los bienes y servicios que se ofrecen con relación a la práctica como son: compra de implementos, revistas y programas de radio y televisión que promocionan el deporte, ropa e incluso de alimentos.

    La práctica de este tipo de actividades va mediando sutilmente el deseo del practicante consumidor, a tal punto que al sentirla como parte del si mismo, el joven consumidor la asume como su propia elección y no como algo impuesto por otros. La sensación de libertad en la decisión, hace que el dispositivo capilar que se encarna como forma de subjetividad desde el consumo, se haga para él imperceptible. Este proceso se ubica ya no en el sentido, sino en los sentidos a tal punto que su contenido niega su poder ideológico.

    Sin embargo, no se puede negar que en este proceso el sujeto juega un papel activo y no sólo es el depositario de los discursos y de las prácticas, el sujeto que se adscribe identitariamente, tiene la posibilidad de ofrecer resistencia, de transformar, de luchar, de contradecir, de construir y deconstruir. El sujeto que se adscribe identitariamente y por ende construye su identidad en el yo-nosotros-los otros, es un sujeto que desde sus prácticas y desde el encarnamiento de las subjetividades rechaza o apropia de manera particular las formas de subjetividad que encarna en un proceso que va desde el reconocimiento hasta la diferenciación. "una cosa es decir que los individuos no existen independientemente, como cuerpos/sujetos, de las estructuras sociales que lo rodean; pero otra cosa muy distinta, es afirmar que son simplemente el producto de un compromiso monolítico o de una identificación de textos sociales" (McLaren, 1997:96); al sujeto le corresponde la elegibilidad y la compresión a partir de los capitales simbólicos con los que cuenta y de su competencia para operar con ellos. (Ruiz, 2000)

    En razón a los anteriores planteamientos, consideramos que el deporte no institucionalizado (extremo), como escenario de adscripción identitaria de los jóvenes urbanos, se convierte en un espacio de comprensión y riqueza cultural, donde la dialéctica encarnada negociación - tensión, permite la posibilidad de construir a través de procesos de adscripción e identificación, su identidad, en la configuración del yo-nosotros-los otros (De la Torre. 2000).


Bibliografia

  • DE LA TORRE, Renée. Crisis o revaloración de la identidad en la sociedad contemporánea. Revista Nómadas. Fundación Universidad Central. Numero 16. Abril del 2002.

  • GARCIA CANCLINI, Néstor. Consumidores y ciudadanos. Conflictos multiculturales de la globalización. Editorial Grijalbo. México.1995.

  • MATA VERDEJO, David. Deporte: cultura y contracultura. Un estudio a través del modelo de los horizontes deportivos culturales. Revista Apunts Educación Física y deporte. pp. 6-16. Primer trimestre. 2002.

  • MC LAREN, Peter. Pedagogía crítica y Cultura depredadora. Políticas de oposición en la era posmoderna. Editorial Paidós. Barcelona 1997.

  • MORIN, Edgar. La mente bien ordenada. Editorial Seix Barral. Barcelona 2001.

  • REGUILLO(a) CRUZ, Rossana. Emergencia de Culturas Juveniles estrategias del desencanto. Editorial Norma. Bogota 2000.

  • RUIZ, Maicol. Cuerpo, identidad y productos comunicativos de fin de siglo. Una mirada desde los clubes juveniles de barrio San Juan. Trabajo de Grado. Universidad Tecnológica de Pereira. Facultad de Ciencias de La Educación .2000.

  • SARAMAGO, José. Entrevista, Diario el Tiempo. 25 de febrero de 2001

  • SERRANO. Ni lo mismo, ni lo Otro. La singularidad de lo juvenil. Revista Nómadas. Fundación Universidad Central. Numero 16. Abril del 2002.

  • SERGIO, Manuel. Algumas Tesis sobre o Desporto. Editorial Compendium. Lisboa 2001.

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