El espectador cubano de béisbol | |||
Facultad de Cultura Física de Pinar del Río (Cuba) |
Ms. Ida Galván Rodríguez Ms. José Juan González Troya iscfpnr@inder.co.cu |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 71 - Abril de 2004 |
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Al detenernos a observar los juegos de béisbol que se desarrollan en el estadio, la primera impresión visual y auditiva que se nos presenta, es un bloque compacto de personas donde aunque todos están atentos a lo que sucede, unos gritan, aplauden, fuman, se irritan, realizan bruscos movimientos en sus asientos, otros callan siguiendo muy atentos todo lo que allí se está desarrollando, pero en esencia se observa que la impaciencia rebota.
El espectador cubano de béisbol es un participante directo de los juegos que observa pues los vive, los disfruta, los sufre debido a que todo lo que allí ocurre tiene efectiva autenticidad, la fatiga, el riesgo, el esfuerzo de gigante, el movimiento único, la jugada suicida, la combinación de técnicas; todo es inesperado e irrepetible y ellos son fieles testigo de lo ocurrido, de ahí que unos planteen que al asistir al estadio no relajan tensiones, sino que conscientemente se someten a un tipo particular y deseado de stress, mientras que otros consideran que con su asistencia logran romper con esas tensiones que el mundo civilizado les impone, por ello, bajo cualquier circunstancia les gusta presenciar el juego.
Una forma sui géneris que tienen éstos es la gran identificación que siente con sus atletas, les brindan apoyo, les muestran sus sentimientos, confianza por sus futuras presentaciones, son halagados, también cuestionados. Esta identificación tiene gran magnitud, pues muchos de ellos piensan "si yo fuera como él", "cuando yo sea así". También sienten vergüenza, responsabilidad o desilusión por una actuación no esperada de su ídolo deportivo.
El espectador beisbolero cubano se considera con plenos derechos, pues ante el momento menos esperado se convierte en manager, al mandar que jugada es la que se puede hacer en ese momento, que pitcher puede salir a lanzar, cuando lo deben quitar, pues a criterio de éstos, ellos ven más que el cuerpo de entrenadores y la dirección del equipo.
Es ese espectador bullanguero, que por encima e todo quiere que su equipo gane y lo dice bien alto. En él hay una mezcla de actitudes inquisidoras con paternalismo pues es severo cuando el equipo no tiene una actuación de excelencia, pero es tanta su identificación que cuando el equipo pierde sabe comprender y lo defiende sin fronteras.
De pelota sabe todo el mundo en Cuba, pero no solo de jugadas realizadas, de estadísticas, de reglamento, sino de quienes son nuestros atletas, sus entrenadores, sus árbitros, donde viven, sus gustos, que aciertos o desaciertos tienen.
Interactuamos con espectadores que nos sorprendieron con sus pronósticos, con otros que ejercían el rol de reporteros, debido a que tenían lo último, pues sabían quien abriría el juego en la noche siguiente, para decidir el campeonato, a pesar de que no se ha dicho oficialmente, con otros que hacían el papel de cronistas al relatar con justa exactitud lo sucedido y hacían saber los pormenores del juego. Todo lo que a este mundo se refiere, las noticias, o los comentarios saltan, vuelan más rápido que un jonrón de Linares, o de Kindelán, con la mágica característica de imbricar el mensaje auténtico con el rumor.
Estos espectadores, son grandes confidentes, pues saben mantener un gran secreto sobre su equipo, aunque a veces ese secreto circula a través de las gradas, le ocultan al contrario las debilidades, lo desinforman estratégicamente. Establecen grandes relaciones con sus atletas, a tal punto que los motivan a ser más disciplinados no solo en el terreno, sino a cumplir la rigurosidad en la vida deportiva, contribuyendo así a alargar su estancia en esta actividad y a perfeccionar su maestría deportiva.
Interesante resulta el seguimiento generacional de espectadores, al estadio van desde los más pequeños de la familia, y éstos al pasar el tiempo continúan asistiendo solos, es decir que el relevo esta garantizado, nuestros atletas siempre estarán acompañados.
En las Peñas Deportivas se pueden escuchar expresiones de gran regocijo por sus atletas, por sus familias beisboleras, por espectadores legendarios, por la armonía e información que brinda la corneta, por las mascotas representativas de los equipos, y por las contagiosas congas cubanas.
El optimismo predomina en los espectadores pinareños porque no hay uno que no este convencido que serán los eternos ganadores, porque en realidad son los mejores.
Ser espectador deportivo con las cualidades ya mencionadas no es nada fácil, pues exige de sí una autorregulación y autoeducación del comportamiento muy grandes, demostrando la cultura conductual del mismo, que a su vez es reflejo de su cultura deportiva.
En lo personal, estos asiduos al estadio han pasado a formar parte de un nuevo grupo social, que en ocasiones sienten por éste más sentimientos de pertenencia que por el habitual.
revista
digital · Año 10 · N° 71 | Buenos Aires, Abril 2004 |