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Simplicidad: un aspecto que hace la
diferencia entre lo tradicional y lo moderno
en el asociacionismo deportivo uruguayo

   
Sociólogo
(Uruguay)
 
 
Rafael Bordabehere
ururafa@adinet.com.uy
 

 

 

 

 
    Los deportes del posmodernismo que se practican actualmente en Uruguay tienen diferencias sustanciales con los deportes tradicionales practicados desde principios de siglo XX.
    En la base de esa diferenciación está la simplicidad comparativa: de su práctica, de su hábitat, de su finalidad, de su referente, de su dosificación, de su administración, etc.
    Este ejercicio de redacción pretende ser una reflexión sobre las diferencias entre las dos formas de prácticas deportivas dentro del asociacionismo uruguayo de principios de siglo XXI.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 71 - Abril de 2004

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Introducción

    La simplicidad parece ser uno de los presupuestos básicos del proceso tecnológico, simplicidad que es más cosmetológica que basamental.

    Es evidente que gracias a que las cosas tienden a ser cada vez más simples (aunque cada vez más sofisticadas en su elaboración) su aceptación se ha ampliado. Gracias a esa simplicidad creciente la mujer puede manejar vehículos pesados, los niños acceden a procesos complejos en las computadoras y las cronistas deportivas se aventuran a relatar lo que sucede en el área chica cuando 21 jugadores se disputan una pelota en el último minuto (como si fuera así de fácil saber qué sucede realmente sin haber estado al menos una sola vez entre ellos).

    El proceso tecnológico ha salido a encontrar al hombre y no al revés (sería impensable que el hombre se empapara de todo el conocimiento). Este proceso ha evolucionado hacia la simplicidad a expensas de un empobrecimiento intelectual del hombre (la mujer incluida). Y esa simplicidad es equivalente a menor trabajo intelectual y físico, menor esfuerzo cognitivo y más goce. Es también sinónimo de baja concentración y baja contracción, de alternancia de objetivos pobres, de perfeccionamiento fácil y, quizás, de ilusiones equivocadas.

    Si la simplicidad ha alcanzado al deporte como parece suceder, entonces éste ha perdido su calidad de tal y deberíamos redenominarlo, redefinirlo, porque su sustrato, el cuerpo humano, ha permanecido estable durante miles de años a pesar de toda esa evolución científica que ha experimentado el deporte. "Despite the exponential trend in spectacular technological innovation, in the modification of values due to multiculturalism and political globalization, we are confronted with the fact that our mortal bodies have remained the same" (1). No se entiende cómo, bajo los supuestos tradicionales del deporte, procesos más simples de ejercitarse pueden llevar a objetivos más ambiciosos.

    E inclusive ha alcanzado al léxico. Los comentarios ya no son tan especializados como antes; ahora se limitan a verificar hechos visibles (el equipo ganó dos a cero, el delantero cometió infracción, el jugador fue vendido al equipo..., etc.). ¿ De qué otra forma se puede sostener que existan comentaristas deportivos "light", que opinan de básquetbol (u otros deportes) con igual propiedad que aquellos que sí lo han practicado y ostentan un conocimiento cabal, sino por la ausencia de profundidad que padece la comunicación ? (4).

    No desconozco la posibilidad que lo que se haya hecho hasta ahora en materia deportiva pueda estar equivocado y el proceso tecnológico haya contribuido a ver que no es necesario tanto esfuerzo para alcanzar las metas; los resultados futuros avalarán o no esta postura. Lo que cuesta creer es que lo nuevo, eso que se ha probado mucho menos tiempo, ostente automáticamente la calidad de "mejor".

    Esta simplicidad ha contribuido grandemente al desplazamiento del deporte desde los recintos tradicionales (los clubes) hacia otros ámbitos no especialmente adaptados (aceras, playas, plazas, gimnasios muy rudimentarios, garajes, etc.) que ahora son percibidos como más disfrutables. Los deportes posmodernistas actuales son más simples y no requieren de tanta infraestructura o conocimiento.

    El deporte, genéricamente hablando, se ha desdoblado en dos vertientes: el tradicional, más restrictivo y reglamentado, y el posmoderno, más permisivo en sentido lato. El asociacionismo deportivo uruguayo es tradicionalista porque mantiene una actividad fundamentalmente regulada mientras que los gimnasios de fines de siglo XX son más permisivos porque han aplicado el principio de la simplicidad a sus prácticas.

    Lo que pretende este trabajo es mostrar que existen dos ámbitos diferenciados del deporte en Uruguay, correspondientes a las vertientes antemencionadas, y que la simplicidad está en la base del proceso. Ello no implica que deban estar separados físicamente; de hecho, coexisten. Los clubes tradicionales han comenzado a instrumentar prácticas posmodernistas dentro de los propios recintos y ello se descubre porque ha empezado a cambiar su fisonomía también.

    Creo no olvidar al deporte profesional en esta reflexión y, a sus fines, lo clasifico como subproducto, procesado y manufacturado, del deporte tradicional. Sin embargo, dado que conlleva otros aspectos sociales reñidos con el asociacionismo (obligaciones legales y contractuales, generación de riqueza para privados, etc.) no me detendré en él más allá de reconocer que toda actividad desempeñada con preocupación puede conducir al profesionalismo.


Deportes tradicionales

    Por deportes tradicionales entiendo aquellas prácticas deportivas que nacieron en y tienen lugar dentro de los clubes de principios de siglo XX y que han progresado hasta alcanzar un alto grado de estructuración interna.

    Esos deportes tradicionales están basados en una fuerte reglamentación racionalista: las formas de juego, las dimensiones del campo, la vestimenta, las proyecciones futuras "(... podrá intervenirse en competencias nacionales e internacionales a las cuales fuera invitado de acuerdo a las normas a continuación...") y hasta las sanciones están previstas de antemano, todo con arreglo a una vasta experiencia en la materia.

    Son deportes de alta regulación donde hay más perdedores que ganadores: al final de un torneo de voleibol de 10 equipos (60 jugadores) existen 6 ganadores y 54 perdedores (sin contar cuerpo técnico, suplentes e hinchas). (a)

    Evitar la regulación sería el equivalente a confrontar la autoridad ubicua, a esquivar el disciplinamiento que conlleva la adecuación a las normas. Sería, en definitiva, evitar la socialización implícita en ese deporte. No debemos olvidar que estas prácticas deportivas fecundaron en una sociedad en que el deporte en sí era un disciplinamiento social. Toda su estructura fue edificada en función de ese disciplinamiento y ella ha mantenido su vigor hasta el día de hoy.

    La reglamentación ostenta una doble finalidad: por un lado aparece como una forma de autocontrol social en donde los participantes se auto controlan (se atienen a las normas) o padecen la exclusión grupal. Por el otro, es una excusa para imponer la voluntad por medio de una entidad abstracta ("acá dice que no podrás.... y si acá lo dice...") sin quedar en evidencia que es uno mismo quien no está de acuerdo con la conducta del otro. Es una herramienta reputada como "democrática" para ejecutar una voluntad personal, de unos pocos, en forma anónima.

    En natación, fútbol de salón, gimnasia, bowling, ping-pong, esgrima o polo todo está debidamente reglamentado. Es impensable tirar la bola de bowling de otra manera que la prescrita. En ningún lugar se dice que un saque de meta en fútbol deba ser hecho con el pie; sin embargo, es impensable realizarlo de otra manera (por ejemplo, con la mano) so pena de sanción reglamentaria (2). La diferencia la hace la destreza de los ganadores (en contraposición a la de los perdedores) y no la originalidad de los participantes. Destreza que solo se perfecciona con una ejercitación agonística y perfeccionista constante.

    Y por si la reglamentación sobre el desarrollo del deporte no fuera suficiente, es obligatorio, inclusive, el uso de equipos deportivos uniformes. Si bien ello es parte de la identidad de los grupos, también incluye un factor de control y diferenciación. Todo jugador sabe que si tiene la vestimenta No. 2 entra al partido pero si tiene la No. 24 deberá esperar con paciencia y esfuerzo. Para finales de la época dorada del voleibol en nuestro país, uno de los problemas más acuciantes fue la falta de suplentes. Todos querían jugar; ya no se toleraba la espera, la postergación, la comparación. Estábamos entrando en la posmodernidad sin darnos cuenta

    El beneficio del deporte tradicional deviene de dosis cada vez más intensas de ejercitación. Su prédica es, en realidad, una constante búsqueda de unos límites variables, progresivamente más lejanos. Si bien hay un beneficio personal, ese beneficio está supeditado al desempeño del grupo en su conjunto. Hay poco beneficio en perder pero mucho en ganar. Las marcas, los lauros y la comparación son elementos indivisibles del beneficio total. (b)

    Inclusive puede argumentarse que existe una verdadera presión social del grupo. La obligatoriedad de cumplir con las costumbres deportivas del colectivo fuerza al deportista al extremo de no querer sufrir la reprobación social emanada del incumplimiento.

    Además, casi todos son deportes orientados a grupos de personas (6 jugadores de voleibol, 5 de futsal, 11 de fútbol, postas, relevos, etc.). Estos grupos deben estar muy bien coordinados internamente; hay un trabajo fuerte de socialización intragrupal que oficia de cohesionante ante la adversidad provocada por el contrario. Aún en deportes unitarios (como paleta, box, ciclismo o tenis) las expectativas giran en función del club y los honores que devienen de la práctica conjunta. Aquí también el colectivo es más importante.

    Estos deportes tradicionales tienen fuertes referentes bélicos. Están estructurados simbólicamente para la lucha contra un rival. Utilizan tácticas para verificar el funcionamiento tanto del equipo contrario como del propio y, eventualmente, modificarlas. Tienen "línea de defensa", "línea de ataque", juegan a la "destrucción del juego contrario", a "destruir la marca", a "quebrar la defensa" y así sucesivamente. (c)

    Los deportes así entendidos son indiferentes al medio circundante. Lo que importa está dentro de la cancha, dentro del equipo. El público es un elemento importante pero no fundamental. Esto ha quedado en evidencia hoy en día cuando los partidos de fútbol (o básquetbol o tenis), cuyos derechos ya fueron adquiridos por las cadenas televisivas, se disputan a puertas cerradas y sin un solo espectador. ¿Acaso hay alguna cadena televisiva que asegure una llegada tan óptima a la audiencia como la que se da dentro de un gimnasio? Cada televidente puede optar por el programa que quiere ver y muchas veces la competencia al aire en ese momento determina qué espectáculo se ve y cuál se relega. Hay una presunción implícita (casi una seguridad) que un programa se verá pero no tan eficiente como la que se tiene cuando se reúne a la gente en un gimnasio.

    Los deportes tradicionales, fieles a su herencia reglamentarista, funcionan orgánicamente en el ámbito de una pirámide de poder. Dicha pirámide está compuesta por el órgano rector en su cenit (la Federación, el Ministerio o quien cumpla esa función) hasta llegar a la base donde se encuentran los deportistas.

    Esta pirámide institucional no deja lugar a la innovación creativa y espontánea. Si han de hacerse las cosas en regla, han de practicarse dentro del ámbito de competencia y en el lugar que ocupa cada actor social. La adscripción a este principio es condición sine qua non para ser aceptado (ya sea para un deportista aislado, el club, la liga y hasta las sociedades en su globalidad) (d)

    Por último, aunque no menos importante, no existen deportes tradicionales que puedan ser practicados en soledad, compitiendo contra uno mismo. No está en la esencia de esos deportes la ausencia de un contrincante.

    Aún en deportes como halterofilia, automovilismo, yachting, alpinismo, etc. de nada vale el esfuerzo si no hay con quién compararse, a quién derrotar de alguna manera, en quién tomar ejemplo para, eventualmente, confrontarse con él (como sucede frecuentemente en boxeo). Y esa comparación con el alter, sea cual sea, implica una elaboración de reglas y programas cuya finalidad es obtener mejores resultados. Esto nunca ha sido simple y cada vez lo es menos. Requiere de un equipo con experiencia, que reconozca virtudes y defectos tanto propios como ajenos, y método para elaborar los resultados.


Deportes posmodernistas

    Los deportes posmodernistas aparecidos en Uruguay en las últimas décadas han sido importados de otras culturas o realidades. Tenemos una gran variedad de prácticas adaptadas (Tai Chi, Kick Boxing, Sauna, Yoga, Reiki, Steps, Aeróbic, Zen y más).

    Estos deportes posmodernistas, al contrario de los anteriores, están basados en el hedonismo personal. Ellos están orientados a lograr una sensación de salud personal, individual, en la cual el compañero de equipo desaparece como punto de comparación para el esfuerzo y surge el yo reflejado en un espejo.

    En oposición a los deportes tradicionales, estas formas no parecen estar sujetas a una reglamentación tan compulsiva. El esfuerzo físico parece ser mínimo mientras que el beneficio debería ser máximo para el practicante.

    Estos deportes posmodernistas están beneficiado a más cantidad de gente que los tradicionales simplemente porque mucha más gente ha optado por practicarlos dado su sencillez aparente. No hay pruebas que sus métodos (más permisivos) sean más efectivos que los tradicionales (más constrictivos) desde un punto de vista físico. En otras palabras, la simplicidad ha contribuido al bienestar de los deportistas no por su efectividad científica probada sino por el mero acto de haber ampliado el espectro de practicantes a personas que nunca antes habían hecho deporte.

    La concentración en el trabajo, en el esfuerzo físico, ha relegado su posición primordial ante el sentimiento de satisfacción por haber "gastado cierto grado de energía en ambientes controlados por lo social". El objetivo, ahora, no es el esfuerzo controlado, extenuante y colectivo sino la práctica "necesaria", privada y personal dentro de un ámbito social controlable y seleccionable. Fruto de ello es que se percibe una cierta permisividad en cuanto las prácticas deportivas posmodernistas que se traduce en la posibilidad de efectuar más de una actividad (sea deportiva o no) al mismo tiempo (pedalear y leer una revista, correr y conversar con un vecino, ejercitarse en un aparato y observar el reflejo en un espejo, hacer elongación y escuchar el noticiero). Es común ver gimnasios posmodernistas que, como servicio asociado al deporte en sí, proporcionan otras "prestaciones". Por ejemplo, junto a la cinta de caminar o la bicicleta ofrecen diarios y revistas. Es como si la concentración en el ejercicio no debiese jugar un papel más importante que el hecho de haberse ejercitado (aunque sea mínimamente) en el ámbito adecuado. Sin embargo, suena paradójico ver que los deportes posmodernistas occidentalizados, reputados más satisfactorios (como Yoga, Reiki, Tai Chi Chuan), son prácticas de gran concentración y poco desgaste físico (comparativamente hablando). En su práctica habitual se trasluce la voluntad del practicante por transgredir las normas en favor de un hedonismo personal.

    El "beneficio" referido anteriormente, que ofrecen estos gimnasios posmodernistas, parecería estar más asociado al valor agregado que surge de la práctica dentro de esos gimnasios antes bien que a su valor higienista clásico.

    El ambiente es diferente. Aquí la "gran audiencia" ya no es tan necesaria sino que se limita al "público" que comparte la práctica en la sala en ese momento. Prueba de ello es la aparición de espejos y otros modos de comparación que solo tienen por referente al propio deportista. Si él está conforme consigo mismo, es suficiente. Claro que esa conformidad es inducida por los patrones culturales y estéticos vigentes que, actualmente, tiene mucho que ver con el cómo comercializar nuestra imagen en la sociedad occidentalizada que nos ha tocado vivir.

    Tan importante es ese pequeño "público" que ello se convierte en una razón fundamental para la elección del gimnasio y ha dado lugar a la aparición de instalaciones con acceso exclusivo. La aparición de spas para ejecutivos o solamente para damas apoya la idea de un control más efectivo sobre los espacios sociales. Los primeros, por ejemplo, para circunscribir el ámbito a un mismo estrato social y los segundos para evitar el perjuicio de los espacios tradicionales altamente masculinizados.

    Algo curioso, que apoya la idea sobre la "simplicidad" de esta reflexión, es el hecho que estos gimnasios posmodernos no tienen reglamentaciones deportivas. No hay reglamentos para musculación, Tai Chi, Yoga, Steps o Sauna. Cuando uno consulta sobre las formas reglamentarias del "juego" no solo se obtiene una respuesta negativa sino hasta una sonrisa burlona. En los spas que disponen de una pequeña sala, al estilo de un gimnasio de parquet, las canchas no están delimitadas. No hay demarcación para voleibol, futsal o básquetbol de la misma manera que existe en las instalaciones tradicionales. No importa si la pelota se va afuera, si se marca una cesta desde el área de un triple o se comienza el partido desde el centro del campo. No existen reglas incluso para los deportes más tradicionales altamente regulados. Obviamente que la falta de delimitaciones obedece a causas funcionales del gimnasio (en un momento sirve para una actividad y al siguiente para otra) pero los deportistas parecen restar importancia a la reglamentación en beneficio del disfrute del juego.

    Los espacios de práctica deportiva han variado significativamente. Y no solo en lo estético (más metal, luz controlada, sonido ambiental, alfombras, espejos, etc.) sino, principalmente, en lo funcional. Lo que los deportes tradicionales hacen en varias instalaciones separadas los gimnasios posmodernistas lo pueden hacer en una sola. A los fines estrictamente técnicos, las prestaciones no son comparables; pero desde el punto de vista del usuario, cuanto menos exigente, más satisfactoria será esa misma prestación. (e)


La simplicidad en toda su magnitud

    La simplicidad ha democratizado las prácticas deportivas, los espacios y los beneficios gracias a una actividad ampliada que ha incorporado a más gente que antes permanecía al margen del deporte.

    Ha extendido el nivel de participación en perjuicio de una especialización en franca declinación (por lo menos a nivel popular): los récords ya no son tan apetecibles ni imitables como antes.

    Ha aportado grandemente a la comunidad nacional a través de la creación de fuentes de trabajo ahí donde la especialización no lo hubiera permitido. Hoy la difusión es mucho más rápida y amplia gracias a una mayor interacción entre "no especialistas" (en el sentido técnico-deportivo). (f)

    Ha eliminado las trabas, "democráticamente" impuestas por unos pocos que elaboran las reglamentaciones, para aportar creatividad, espontaneidad e impredecibilidad en el juego. De hecho, todo ello está en la esencia del juego mismo. (g)

    Ha generado un valor agregado altamente comercializable en el mercado actual de la vida. La imagen personal se ha "commoditizado" y ha encontrado en los gimnasios posmodernistas, más simples y lúdicos, el espacio ideal para modelar ese valor agregado.

    Ha igualado hacia abajo los niveles de exigencia. Lo que para algunos puede ser muy simple (saltar 2 metros, correr en 10 segundos, etc.) para otros puede ser extremadamente difícil o, literalmente, inalcanzable. Es como si la simplicidad hubiera adscrito el estatus de "deportista" a más cantidad de personas por el simple hecho de asistir a esos centros de gimnasia o realizar su práctica cotidianamente.

    Ha derribado las estructuras institucionales del deporte. Tales estructuras se representan, no en vano, por una pirámide que suele ser muy empinada y en donde las variaciones creativas no pueden tener lugar. La simplicidad misma implica variabilidad, imaginación, acuerdo para jugar juntos, trasgresión a ciertas normas tradicionales en pos del disfrute.

    Ha obviado las peculiaridades y particularidades propias de cada institución tradicionalista. El hecho de haber homogeneizado el conocimiento necesario para realizar sus prácticas deportivas, junto con la posibilidad de tener una sala siempre cerca, han allanado el problema de las identidades tradicionales que condicionan la participación de los deportistas en determinadas "instituciones rivales".

    Ha rediseñado los espacios de práctica deportiva para atender a las sensaciones pospuestas (intimidad, facilidad, silencio, estética corporal).

    Ha recuperado el sentido profundo del postulado "Las reglas no definen; definen los jugadores" al devolver la responsabilidad del juego a los propios interesados. La ausencia de reglas, de constreñimientos que surgen de las instalaciones propias de cada deporte (las líneas del campo, la forma de la raqueta, etc.), en cierta forma permiten y hasta obligan al practicante a ejercer una voluntad mínima.


¿Y en el futuro?

    La cuestión que queda planteada es: ¿irán los clubes tradicionalistas hacia el proyecto propuesto por los gimnasios posmodernistas o estos últimos se desplazarán hacia la racionalidad deportiva de los centros tradicionales?

    Para apoyarnos en algún concepto teórico, se propone utilizar el Análisis Figuracional de Norbert Elias:

"The figurational approach rejects the idea that the spread or diffusion of styles of behaviour depends solely on the activities of established groups. Established groups deployed semi-permeable barriers to maintain their distinctiveness, power and prestige. However, a two-way process of cultural interaction characterises these semi-permeable boundaries. The more they became interconnected with outsider groups, the more they depended on them for social tasks. In so doing, the contrasts between established and outsiders diminished. The power ratio between these groups moved in an equalising direction. Concomitantly, new styles of conduct emerged (Elias, 1939/1982, p. 256)." (5)

    Si nos atenemos a ello, deberíamos obtener un resumen de ambas instancias antes bien que la preeminencia de una u otra forma pura. Y esto parece ser consistente con los hechos:

  • Por un lado, los gimnasios posmodernistas están empezando a transitar hacia estados más regulados. De hecho, ya existe la Asociación Uruguaya de Gimnasia Aeróbica y Competitiva que pretende defender los intereses de ese deporte.

  • Por otro lado, los clubes tradicionales han empezado a integrar a su carta de servicios deportes reputados posmodernistas (Sauna, Yoga, Tai Chi, etc.) y formas de marketing promocional más acordes a los tiempos posmodernos que corren (cuponeras, contratos, publicidad directa, etc.). También han empezado a liberar los tradicionales y rígidos "horarios de clase" para atender al deportista a la hora a que éste decida ir al Club.

  • En el centro de ello y a manera de flujo continuo, se observa una migración permanente entre ambas formas deportivas, los clubes tradicionales y los gimnasios posmodernistas. Hay migrantes del circuito tradicional al posmodernista que aspiran a experimentar nuevas formas deportivas y hay quienes toman el camino inverso porque desean practicar su deporte favorito a la usanza tradicional (en canchas marcadas, con tableros y relojes controladores, etc.)

    Siempre dentro del esquema Figuracional, los grupos establecidos (established groups) estarían representados por los clubes tradicionales mientras que los grupos externos al sistema (outsiders groups) se verían reflejados en los gimnasios de fines de siglo XX quienes pretenden ser reconocidos dentro de la realidad deportiva nacional.


Algunas reflexiones finales

    La simplicidad, en todas su dimensiones, permea la relación entre el deportista y su institución deportiva y define, además, el antes y el ahora en materia deportiva.

    La instrumentalización de esta simplicidad (en la concepción del juego y los deportes, en la administración de las empresas posmodernistas, en la accesibilidad a sus instalaciones, por ejemplo) ha resultado ser un arma poderosa para atacar las debilidades del sistema deportivo privado establecido en Uruguay desde comienzos del siglo XX.

    El resultado de su estrategia ha devenido en una relación más fluida entre el deportista y su entidad deportiva, que ha 'aggiornado' las exigencias instantáneas del ser posmodernista con una práctica empresarial de estilo neoliberal.

    Es evidente que esto no ha sido un proceso deliberado, orientado con premeditación. Dada nuestra característica de ser una sociedad importadora (de cultura, de know-how, de modas deportivas, etc.) la simplicidad ha resultado ser un efecto adicional del proceso y no un condicionante principal. En otras palabras, la simplicidad no puede interpretarse como un proceso propio de nuestra realidad nacional sino como un elemento secundario que ha intervenido por complementariedad y ha generado efectos importantes en el quehacer deportivo social.


Notas

  1. En nuestro país este deporte (al igual que muchos otros) ha declinado grandemente. En la década del 70 podían verse muchas ligas con gran cantidad de equipos provenientes de diversos Departamentos del país. Hoy hay unos pocos equipos disputando un par de competencias oficiales al año. La conquista de los torneos es cuasi monopólica y está restringida a unos pocos clubes (como sucede en el fútbol profesional), con la diferencia que el voleibol no es un deporte profesional.

  2. Con un poco de ironía debo darle la razón a un amigo que decía que "para destacar en una tabla de posiciones hay que obtener el primer lugar o el último. En eso se fijan siempre". Nada sirve mejor que el primero y nada condiciona tanto como el último.

  3. Es muy común encontrar directores técnicos que invitan a los jugadores de futsal, por ejemplo, a ejercer pequeñas presiones intimidatorias: salivar al contrario, pegarle en los tobillos, dar codazos imperceptibles, insultar. Quien ha jugado alguna vez sabe de estos procedimientos. Todos los deportes, sean de contacto o no, deben tener sus propias formas de intimidación. Es una vía muy discreta de jugar a la "guerra", de satisfacer los instintos agresivos del hombre y canalizarlos ¿reguladamente? (SIC) a través del propio juego. Recuerdo que una vez, disputando un partido de voleibol contra Paraguay, sus participantes me hablaban ferozmente en guaraní. Obviamente no entendí sus palabras, solo vi sus gestos, pero supuso una acción intimidatoria, por lo menos para mí que así lo interpreté.

  4. La Federación Uruguaya de Tenis de Mesa está estudiando una reforma de sus estatutos. En su artículo 7º se observa claramente la estructura jerárquica y el gusto por las normas debidamente establecidas: "La Federación se constituye con las Ligas, Clubes e Instituciones del país que se admitan como asociados. Se entiende por Club toda institución organizada regida por una reglamentación (subrayado nuestro). La Liga es la reunión de varios clubes, sometidos a las disposiciones generales del presente Estatuto."

  5. Las denominadas "arañas" (conjunto de estaciones de ejercitación dispuestas en forma circular) aportan una distribución diferente de los deportistas que ahora no solo están juntos sino enfrentados. Los gimnasios son tan multifuncionales que en un instante se utilizan como cancha de voleibol y al siguiente de básquetbol. Los recintos están tan cerca unos de otros que los traslados son más un paseo que un viaje laberíntico.

  6. La división del trabajo ha dado lugar a la aparición de ciertos puestos laborales (relaciones públicas, atención al usuario, etc.) que no requieren de personal entrenado en cuestiones físicas sino en relaciones humanas. Y quizás sea hasta mejor que se diversifiquen los puestos de trabajo dado que nadie puede abarcar con idoneidad la cantidad tan grande de conocimiento necesario para desempeñarse satisfactoriamente en todo.

  7. "Dentro del juego no rigen ni las jerarquías, ni los valores, ni las escalas éticas, ni los prejuicios que reinan afuera. En el juego son las reglas lúdicas las únicas soberanas. Una vez que terminamos de jugar, volvemos a la vida de todos los días, donde recuperamos el sentido histórico, los valores sociales, morales, etc., etc. " "...Jugar es interrumpir el orden que rige la vida cotidiana, romper ese mapa que nos sirve para manejarnos en la realidad de todos los días, y sumergirnos en la realidad colmada de objetos tal como aparecen. " (3)


Referencias

  1. Rebellion of the body. Human movement in a modern perspective. Roland Renson.

  2. Reglamento de FIFA de julio de 2003: Regla No. 16: el saque de meta:

    Procedimiento

    1. el balón será lanzado desde cualquier punto del área de meta por un jugador del equipo defensor

    2. los adversarios deberán permanecer fuera del área penal hasta que el balón esté en juego

    3. el ejecutor del saque no podrá volver a jugar el balón hasta que éste no haya tocado a otro jugador

    4. el balón estará en juego cuando haya sido lanzado directamente fuera del área penal
       

  3. Juegos inocentes - juegos terribles. Graciela Scheines.

  4. Aldous Huxley opinaba que "nuestra sociedad, por vía de la propaganda, los medios de comunicación y la industria del entretenimiento es una fábrica de idiotas. Y que el problema planteado por los idiotas consiste en que sistemáticamente optan por lo peor". - El País Cultural No. 738.

  5. Globalisation and the making of modern sport. Joseph Maguire.

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revista digital · Año 10 · N° 71 | Buenos Aires, Abril 2004  
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