El mundial de Suecia y el brusco abandono de un estilo |
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Sociólogo Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte FFyL - UBA |
Roberto Di Giano robaied@hotmail.com (Argentina) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 69 - Febrero de 2004 |
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Un nuevo clima cultural
Una vez que la insurrección militar depuso al presidente Perón en 1955, los sectores de ideología liberal que vieron recortados sus ámbitos de influencia durante el peronismo, pusieron en marcha una campaña de desvalorización cultural de lo propio, difundida y amplificada por los medios de comunicación. Una ancha franja de la oscilante clase media, siempre ávida de novedades, abrió el camino para que se diera rienda suelta al impulso modernizador antiperonista sin medir los costos ni las consecuencias.
Con el objetivo de erradicar definitivamente al "populismo" se discontinuaron muchas políticas culturales y se censuraron a varios artistas que concitaron el gusto popular durante el periodo peronista, hayan o no adherido al movimiento justicialista. Por otro lado, en un ambiente resueltamente extranjerizante siguieron circulando los mismos chistes corrosivos, propios del humor elitista, que los grupos liberales utilizaron en el pasado inmediato para desacreditar la calidad de los bienes materiales que se desarrollaron bajo la tutela del Estado1 .
Una elite de escaso poder creativo consideró de mal gusto expresiones y consumos que habían enriquecido el acervo del país. El desprecio sociocultural encontró eco en una franja importante de la sociedad que facilitaría a la postre la invasión de modelos culturales construidos en los países centrales, renunciando de antemano a toda originalidad. En tal contexto, ricos elementos de nuestra cultura fueron considerados crudamente como factores de atraso franqueándole así el paso a la capacidad productiva endógena.
El clima universal dominante, marcado por el famoso mito de la modernización occidental, adquirió un tono particular dentro de nuestra frontera ya que se combinó con el fuerte deseo que tenían los sectores social y económicamente predominantes de la Argentina de desperonizar rápidamente al país. De esta manera, en el seno de la sociedad se empezaron a experimentar cambios significativos con un ritmo que superó largamente aquel al cual diversos actores estaban acostumbrados.
De acuerdo a las promesas del gran proyecto innovador de los años posperonistas, el desarrollismo, el país tradicional tenía que caducar definitivamente, siendo superado en base a un progreso industrial que quedaría prontamente asociado con las inversiones extranjeras. Asimismo, la generación y circulación de discursos que poseían el sello de la modernidad teñirían buena parte de las actividades culturales de nuestro país.
De esta manera, tanto la cuestión industrial como la cultural, quedaron ligadas a la construcción de una sociedad moderna que mágicamente reduciría las distancias con las que marcaban el rumbo de la modernización. El cambio de rumbo en el fútbol
La desmedida valoración de nuestra práctica futbolística promovida por influyentes medios de comunicación desde la segunda mitad de la década del veinte, disimuló la existencia de un telón de fondo donde se inscribían signos de disconformidad. Es que siempre faltaban elementos para alcanzar una forma ideal fijada a gran altura, germinando en la comunidad deportiva local una gama de insatisfacciones que, alojadas en una suerte de inconsciente colectivo, irrumpían con fuerza en circunstancias especiales. De allí que en determinados momentos se contrataron a árbitros británicos para mejorar los espectáculos deportivos mientras que en otros se hicieron severas críticas al comportamiento de los hinchas al relacionarlo con un pasado inventado.
Asimismo, ante cualquier crisis organizacional en vez de buscar soluciones propias se proponía remedar el orden institucional inglés visto como superior por mera definición.
La ilusión de situarse por encima de todas los selecciones de fútbol rivales, sostenida en la ciega confianza que los aficionados depositaban en el poder de improvisación de algunos jugadores notables, se agudizó en los años previo a disputarse el Campeonato Mundial de Fútbol de 1958 como consecuencia del derroche de insolencias que hicieron los habilidosos futbolistas locales en los Campeonatos Sudamericanos2 .
Los deportistas elegidos para una ocasión tan especial, después de muchos años de aislamiento la Argentina decidió volver a disputar un Mundial, se dirigieron a Suecia con un dejo de optimismo. Pero los integrantes de aquel plantel distaban mucho de ser los más fieles exponentes de la cultura futbolística local. Una fantasmática acunada con intensidad un tiempo antes de partir, llevó a que viajaran algunos jugadores con características físicas imaginadas como las mas apropiadas para enfrentar a los "fornidos" futbolistas europeos. Se diluía bruscamente así nuestra rica peculiaridad en un híbrido que además de no dar frutos en este torneo dejó graves secuelas al poner fuertemente en duda el modo en que los aficionados se sentían plenamente representados, y propicio mas tarde que se lapidara un patrimonio cultural que tardó años en conformarse3 .
El sobredimensionamiento de la desventura deportiva sirvió para que los agentes modernizadores del campo convirtieran en estigmas lo que hasta ayer eran considerados ricos atributos y empezaran a hacer de las construcciones híbridas un motivo de jactancia4 .
El nuevo clima mental llevó a que poderosos actores del fútbol, acicateados además por el considerable descenso de la venta de entradas en los partidos de Primera División, diseñaran diversas estrategias con el objetivo de modificar el ámbito deportivo5 .
Para imponer un rápido cambio de rumbo los principales dirigentes del medio presentaron a las instituciones deportivas con un nuevo carácter que las puso más a tono con la estructura deportiva europea. Si bien dichos clubes seguirían manteniendo el mismo formato institucional que durante décadas expuso un relativo grado de eficacia, en estos nuevos tiempos se le superpuso una estructura empresaria que les permitió a los dirigentes modelarlas de acuerdo a muchos aspectos de ella: división de tareas, disciplina, regularidad.
Así, tal como explicó Amílcar Romero, los clubes no se estructuraron como empresas siguiendo el ejemplo de muchas instituciones europeas sino que: "... seguían siendo sociedades jurídicas sin fines de lucro, con objetivos de esparcimiento social y regidas por autoridades que debían surgir de comicios limpios (...) o sea, por un lado seguir montando esa apariencia y, por el otro, (...) el montaje de una estructura empresaria..." 6 . De esta manera, el espíritu comercial de los directivos coexistirá con la mentalidad amateur produciendo una peculiar combinación que sería fuente permanente de confusiones y conflictos tanto en lo referente a las formas de administrar las instituciones como en las relaciones que se establecieron con sus subordinados. 7
A partir del nuevo diseño organizacional, mucho mas acorde con los vientos de renovación que soplaban del extranjero, se empezó a jerarquizar, cada vez más, a los directores técnicos y también a incorporar hombres de ciencia a las instituciones, los cuáles se convertirían en símbolos de la modernidad deportiva local8 .
Uno de los aspectos mas notables del cambio institucional fue la centralización creciente de su funcionamiento y la reglamentación cada vez más precisa de las actividades de los jugadores que involucraba tanto entrenamiento asiduo como concentraciones, regulación de la alimentación y la actividad sexual, cuestiones éstas que afectaron considerablemente la vida cotidiana de los deportistas. Los dirigentes validaron la función de los expertos como encargados de regimentar, planificar y controlar la conducta de los jugadores no solo en su área específica de trabajo sino también mucho mas allá: en sus relaciones familiares y de amistad9 . De esta manera, los controles se ejercieron sin ningún tipo de inhibiciones desbordando los límites de las asociaciones deportivas, ya que alcanzaron también la vida privada de los deportistas10 .
Los "saberes" que poseían los especialistas los convirtió en una sección activa de la nueva maquinaria ya que los facultaba "moralmente" para dirigir la vida de quienes no habían podido alcanzar, por lo menos hasta ese momento, un nivel semejante.
Las profundas modificaciones llevadas a cabo en las instituciones deportivas dejaron poco espacio para que en la práctica futbolística propiamente dicha irrumpiera la inspiración momentánea de los jugadores. Se debilitaron los componentes afectivos y placenteros, y paralelamente tendieron a acentuarse, cada vez con más fuerza, los lazos económicos. Es que para el futbolista la actividad se convirtió en una carga mas que un goce, un mal trago que había que saber soportar para arribar a otro tipo de compensaciones que son las que van a facilitar que el placer pueda ser relegado a un segundo plano11 .
Asimismo, el nuevo modelo deportivo requirió que los jugadores adquiriesen una nueva morfología corporal que les permitiera usar su cuerpo de una manera muy diferente de la que venían haciéndolo hasta allí. Con el fin de revertir las "malas condiciones naturales" que los inhabilitaba para adaptarse al fútbol moderno, se los sometió, cada vez mas intensamente, a un adiestramiento y a una disciplina corporal que intentaría lograr del cuerpo una adhesión que la mentalidad de los futbolistas podría rechazar.
Se apuntó a que el jugador local adquiriese una estructura "sólida" que se ajustase a los cánones de una cultura deportiva que empezaba a priorizar la fuerza y el espíritu de lucha, propiciándose la utilización máxima de las posibilidades orgánicas del futbolista para que en los partidos pudiera exigir su cuerpo durante mas tiempo y con una mayor intensidad, tal como sucedía en las sociedades europeas12 .
Adecuarse a un modelo deportivo que no respondía a un proceso endógeno de construcción, les dificultó a los jugadores poder volverse sobre sí mismos para evaluar sus experiencias, identificarse y verificar sus criterios de logro. Esta relación de extrañeza con el pasado promovería, entonces, vacilaciones en el orden de la creencias, crisis de motivación y bloqueo de la espontaneidad y creatividad.
No obstante, pese a todos los contratiempos que acarreaba la fabricación de un nuevo tipo de deportista, los principales dirigentes del campo futbolístico siguieron adelante, ya no de manera lineal, con la idea de someter a los clubes, ligados aún a la tradición asociacionista pero desbordados por la cada vez más ponderada lógica empresarial, a una serie de transformaciones en nombre de una modernidad que estaba esterilizando ricos patrimonios culturales de los argentinos.
Es muy probable que varias de las modificaciones que se llevaron a cabo en la esfera futbolística se encontraran asociadas al ciclo acelerado de cambios que conmovieron a la sociedad de aquélla época. Los vientos de renovación que soplaban del extranjero y que se desplegaron con intensidad luego de la caída del régimen peronista, adquirieron un tinte especial dentro de nuestra frontera al implicar un verdadero desafío a las costumbres, a las creencias y a los valores establecidos localmente.
Notas
Lucas Rubinich comenta las razones por las cuales se designaba con el mote de "Flor de Ceibo", la flor argentina por excelencia, a lo bienes generados localmente entre los años 1946 y 1955: "Se califica así desde el antiperonismo a los productos nacionales, como sinónimo de ordinario, vulgar. En algunos casos estos productos eran resultados de políticas de gobierno que favorecían su existencia y en otros directamente podían ser productos del Estado peronista, como el automóvil justicialista. Desde la oposición se asociaba unos y otros al peronismo y por lo tanto merecían esa calificación despectiva" (Ver al respecto Lucas Rubinich, Vida cotidiana y cultura política. Algunos usos de la palabra 'gorila', en Apuntes de Investigación del CECYP, Nº 7, abril de 2001, p .105).
En 1957 el equipo argentino se convirtió en uno de los campeones más brillantes de la historia de dicho torneo. Varias de sus grandes figuras fueron transferidas rápidamente al fútbol italiano y no concurrirán a jugar el mundial que se disputó al año siguiente
El periodista Dante Panzeri le advertía a los numerosos lectores de la revista deportiva El Gráfico que se sentían frustrados y desesperanzados después de haberse disputado el mundial:" No caigamos en el snob - bastante remachado antes de ir a Suecia - de que el fútbol moderno exige atacantes de mucha estatura, mucho peso y mucho remate de larga distancia (...) allí esta Brasil (...) señalando que el fútbol bien jugado se realiza con habilidad y velocidad". (El Gráfico Nº 2026, 11/7/1958, p.31)
El veterano jugador Ángel Labruna, mirado con desdén luego de su actuación en el Mundial de 1958, fue una de las figuras que sirvió de excusa para que clubes importantes de la Argentina se desligaran de los futbolistas de mayor edad porque tenían hábitos deportivos y sociales que pretendían dejar definitivamente abandonados en el pasado. Tiempo después, visto el pobre resultado de la selección nacional en el torneo mundial de 1962 cuando el director técnico Juan Carlos Lorenzo aplicó los modernos conocimientos adquiridos por él en Europa, expresaba: "Todavía resuena en mis oídos y leo en todas partes...el ´ desastre de Suecia ´, y nadie dijo nada que cuatro años después, se fue a jugar a Chile, que es América, que es un país vecino y no hicimos nada. Ese si fue un desastre" (Revista Goles, El libro de los mundiales, Edit. Crea, 1977, p.264)
El público, según el relato de varios aficionados que asistían a los estadios de fútbol en aquélla época, se encontraba desorientado. No sabía como iban a jugar los equipos que presentaban una rara mezcla de individualismo y juego colectivo, de improvisación y organización.
Amílcar Romero, Muerte en la cancha., En Todo es Historia, septiembre 1984, p.17.
El nuevo estilo de gestión facilitó la concentración de poder en manos de dirigentes que tendrán un pleno dominio sobre su entorno. Como la representación se convirtió en una verdadera ficción, se intentó seducir a los socios y simpatizantes comprando figuras internacionales con la promesa de conquistar campeonatos a cualquier precio.
Al respecto, cuando Juan Carlos Lorenzo asumió el cargo de director técnico de la selección nacional para el Campeonato Mundial de Chile pidió a la Asociación del Fútbol Argentino, ente rector de este deporte, que se designara un amplio cuerpo médico integrado por diversos especialistas
Luego de la desvinculación de Dante Panzeri, acaecida en setiembre de 1962, la revista El Gráfico colaboró entusiastamente con el nuevo modelo deportivo tratando de generar modificaciones en los hábitos sociales de los jugadores. En reportajes realizados a los mismos se intentaba relacionar la baja productividad deportiva con costumbres evaluadas como negativas, convertidas ahora en obstáculos de la tan ansiada modernización (Ver Roberto Di Giano, Avatares de la modernización el en fútbol argentino, en Alabarces P. - Di Giano R. - Frydenberg J., Deporte y Sociedad, Eudeba, 1998)
El presidente de Boca Juniors, Alberto Jacinto Armando, un activo hombre de negocios cuya fuente de inspiración era el norteamericano Henry Ford, expresaba sobre el tema lo siguiente: " Nosotros no usamos a nuestros jugadores como elementos para el fútbol nada más. Queremos fabricar hombres útiles para el fútbol y para la sociedad". (El Gráfico Nº 2260, 30/01/1963, p.17).
Un excelente jugador de aquélla época, el mediocampista Martín Pando, aportaba una inteligente reflexión sobre lo que implicó el pasaje de la todavía vigente mentalidad "amateur" a una verdaderamente "profesional": " Ahora cumplo con el club que me paga; los noventa minutos y el entrenamiento son para mí una responsabilidad (...) Pero perdí mucho de lo otro, de que los pesos no tienen nada que ver" (El Gráfico Nº 2269, 3/4/1963, p32).
En el libro Burguesía y gangsterismo en el deporte, su autor Dante Panzeri, realizó una mirada fuertemente crítica con respecto al consumo, cada ves mas generalizado, de energizantes y vitaminas prescriptas por los especialistas a los jugadores: " El médico del deporte procura sobre capacitar a gente sana para sobredotarla respecto de lo que le diera su naturaleza. Y eso, en la concepción del doping como falsificante de la naturaleza, es un estímulo sobrenatural que ofrece 'preparar monstruos' por encima de la capacitación física originaria del individuo" (Dante Panzeri, Burguesía y gangsterismo en el deporte, Libera, Buenos Aires, 1974, p.67).
revista
digital · Año 10 · N° 69 | Buenos Aires, Febrero 2004 |