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Errores conceptuales frecuentes relacionados
con el entrenamiento de la fuerza en el fútbol

   
Maestro en Educación Física por la Universidad de Alicante (UA)
Master en Alto Rendimiento Deportivo por el Comité Olímpico Español (COE)
Especialista Universitario en Alto Rendimiento
Deportivo por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Preparador físico de fútbol, incluidos equipos profesionales en varias temporadas
(Hércules de Alicante CF. SAD. Temporadas 1999-00; 2000-01)
Coordinador de Deportes del Real Club de Regatas de Alicante
 
 
Francisco Javier Pastor Navarro
prensa@rcra.es
(España)
 

 

 

 

 
Resumen
    El entrenamiento de la fuerza y su aplicación al rendimiento deportivo ha evolucionado mucho en las últimas décadas, tanto en relación a sus fundamentos científicos como a sus métodos y medios. Este hecho está influyendo determinantemente en la mayoría de especialidades deportivas que, se están beneficiando de las nuevas aportaciones teóricas y prácticas en este terreno. Ahora bien, aún existen deportes que, fundamentalmente, por factores externos, al margen de sus características y necesidades reales, son muy conservadores y se resisten a incorporar nuevas metodologías, manteniendo falsas ideas conceptuales que acaban convirtiéndose en mitos y que impiden su evolución. En mi opinión, es el caso del fútbol profesional y este artículo expondrá para su revisión, una de estas falsas creencias que se resiste a desaparecer.
    Palabras clave: Hipertrofia muscular. Metodología del entrenamiento de la fuerza. Fuerza y velocidad.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 10 - N° 68 - Enero de 2004

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    En el mundo del fútbol profesional es relativamente frecuente escuchar determinadas opiniones de algunos entrenadores, de los propios futbolistas e incluso, de algún preparador físico, con relación al entrenamiento de la fuerza que, nacen de un profundo desconocimiento sobre el entrenamiento moderno de esta cualidad motriz fundamental y de los beneficios que puede aportar al rendimiento en éste y otros deportes de características similares. Afirmaciones tales como: Si entrenas la fuerza aumentarás de peso y tendrás menor movilidad y velocidad son relativamente comunes y se convierten en tópicos de uso frecuente.

    El motivo de este trabajo es el de rebatir este tipo de ideas con argumentos sencillos pero que, proceden de los conocimientos científicos actuales en el campo de la Teoría General del Entrenamiento Deportivo y de su necesaria aplicación a esta especialidad deportiva concreta.

    Es cierto que el entrenamiento de la fuerza puede orientarse a un desarrollo muscular máximo y generalizado que podría comprometer las posibilidades de movilidad, de velocidad segmentaria, frecuencial y de desplazamiento global pero, esto no tiene por qué ser necesariamente así.

    Con relación a ello y para evitar los posibles efectos adversos, el entrenamiento de la fuerza cuando se aplica con la intención de mejorar el rendimiento competitivo del futbolista, debe organizarse metodológicamente de la siguiente forma:

  • Incidir casi exclusivamente en los principales grupos musculares propulsores que intervienen en las acciones motrices habituales.

  • Escoger de manera muy precisa los ejercicios fundamentales que van a constituir la sesión de entrenamiento habitual. Utilizar exclusivamente los que se consideren eficaces y no variar por variar.

  • Restringir el uso de ejercicios de efecto localizado a los que tengan un objetivo compensador o reequilibrador del balance muscular (por ejemplo, los ejercicios abdominales) ya que, su potencialidad para contribuir a la mejora de la fuerza específica es baja. Para incrementar la misma, son mucho más adecuados los ejercicios de efecto generalizado: cargadas de fuerza, push-press, sentadillas, saltos con y sin sobrecarga, etc. y los ejercicios de efecto específico.

  • Utilizar intensidades medio-altas en los ejercicios de carácter general y local (sí se usa alguno de estos últimos) y altas-máximas en los de carácter específico, con los factores de "volumen" y "densidad" de la carga (número de series por sesión, de ejercicios por sesión, de repeticiones por serie, de sesiones semanales, etc.) moderados y ajustados a las necesidades reales de fuerza máxima en estos deportistas y sobre todo, un carácter de esfuerzo (concepto acuñado y definido por J. J. González Badillo y que corresponde a la relación entre las repeticiones realizadas y las realizables en una serie con un porcentaje de carga dado) nunca máximo y menos, en la franja de porcentajes de carga que más favorecen el efecto hipertrófico.

  • Aplicar siempre la máxima o casi máxima velocidad de ejecución posible en todos los ejercicios de fuerza, tanto para los que se realizan con recarga externa (por ejemplo, las sentadillas con haltera) como, por supuesto, para los que sólo se utiliza el peso corporal (por ejemplo, los saltos). Excepcionalmente, los ejercicios con objetivo preventivo o compensatorio se podrían ejecutar con velocidades medias-lentas e incluso, estáticos.

  • Usar ejercicios de movilidad articular y extensibilidad muscular antes de iniciar la sesión, entre ejercicios y series y al finalizar la misma.

    Aplicando rigurosamente estos principios generales, el aumento de las capacidades de fuerza se deberá principalmente a las adaptaciones positivas de índole neural y en todo caso, los cambios estructurales de carácter hipertrófico tendrán una orientación y efecto selectivo, tanto para los grupos musculares como, para las unidades motoras estimuladas (de tipo "rápido") con lo que, un hipotético incremento global del peso corporal será insignificante y no repercutirá negativamente en el resto de capacidades.

    En otro sentido, también es costumbre diferenciar la fuerza de la velocidad y como consecuencia lógica, el entrenamiento de la fuerza del de la velocidad. De esta errónea diferenciación inicial se establece la idea de que, "sí fuerza y velocidad son factores distintos y se pueden tener jugadores rápidos y veloces sin entrenar la fuerza ¿para qué vamos a hacerlo?"

    Nada más alejado de la realidad. Desde el punto de vista de la física, fuerza y velocidad son magnitudes totalmente dependientes. La velocidad será el efecto o resultado de manifestar y aplicar fuerza, generalmente, contra la acción de otras que se oponen: inercial, gravitatoria (sí la dirección o el sentido del objeto al que se le dota de determinada velocidad es contraria a ésta) de fricción, aerodinámicas, etc.

    Si bien en el ser humano, es la fuerza producida por el sistema neuromuscular la responsable de aumentar o disminuir la velocidad del movimiento de un segmento corporal, de todo el cuerpo en el espacio o de un móvil, desde la óptica de la fisiología no es la fuerza máxima disponible en términos absolutos el único factor responsable de la producción de velocidad en el hombre, sobre todo, cuando se trata de acelerar o dotar de cierta velocidad a resistencias medias o ligeras. En estos casos, factores tales como: velocidad de acortamiento muscular y velocidad de acoplamiento-desacoplamiento (factores que, efectivamente, pueden deteriorarse por una hipertrofia muscular excesiva e inadecuada) tienen una elevada importancia y a su vez, una alta determinación genética lo que se manifiesta en una baja "entrenabilidad" (posibilidad de mejora de una capacidad motriz por efecto del entrenamiento).

    También, con relación a la propia fuerza muscular, la condición de fuerza inicial (concepto definido por Yuri Verkhoshansky y que corresponde a la "capacidad para manifestar fuerza al inicio de la tensión muscular") es muy importante a la hora de obtener aumentos de velocidad (o decrementos) con este tipo de resistencias y a su vez, su condicionamiento genético es elevado y su entrenabilidad baja.

    Pese a las consideraciones realizadas con anterioridad, éstas no deben reforzar la idea de que el entrenamiento de la fuerza no puede tener influencia positiva en las aptitudes de velocidad de estos deportistas. Según Grosser (1992): fuerza máxima, explosiva y velocidad constituyen una unidad dinámica, es decir, se determinan e influencian permanentemente. Un buen nivel de desarrollo de la fuerza máxima dinámica, más desde el punto de vista relativo (producción de fuerza por kilogramo de peso corporal) que absoluto, es condición primaria o de base para poder alcanzar unas altas capacidades de fuerza explosiva y teniendo en cuenta que, las dos condiciones sí que tienen un grado elevado de entrenabilidad, un aumento apreciable y progresivo de las mismas podría incrementar las posibilidades de velocidad de los futbolistas que están bien dotados genéticamente y las de los que, por el contrario, no lo están tanto.

    En definitiva, el problema no radica en decidir si se debe entrenar o no la fuerza en el futbolista porque sería como decidir si se debe entrenar la velocidad en estos deportistas. En la actualidad, la cuestión reside en diseñar y aplicar estrategias metodológicas adecuadas para que, el entrenamiento de la fuerza se traduzca en un incremento efectivo de las posibilidades de velocidad en las acciones motrices propias de este deporte y de las que depende en gran medida el rendimiento competitivo final.

Bibliografía

  • GONZÁLEZ, J. J. & GOROSTIAGA, E. (1999) "Metodología del entrenamiento para el desarrollo de la fuerza" . Madrid. Módulo 2.2.2. Master en Alto Rendimiento Deportivo. Comité Olímpico Español - Universidad Autónoma de Madrid.

  • GONZÁLEZ, J. J. & VÉLEZ, M. & MARTÍNEZ, J. L. (2000) "Programación del entrenamiento de la fuerza". Madrid. Módulo 2.1.4. Master en Alto Rendimiento Deportivo. Comité Olímpico Español - Universidad Autónoma de Madrid.

  • GONZÁLEZ, J. J. & RIBAS, J. (2002) "Bases de la programación del entrenamiento de fuerza". Barcelona. Editorial INDE.

  • GROSSER, M. (1992) "Entrenamiento de la velocidad. Fundamentos, métodos y programas". Barcelona. Editorial Martínez Roca.

  • VERKHOSHANSKY, Y. (1999) "Todo sobre el método pliométrico. Medios y métodos para el entrenamiento y la mejora de la fuerza explosiva". Barcelona. Editorial Paidotribo.

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