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El asociacionismo deportivo en Uruguay

   
Licenciado en Sociología
Eespecializado en Sociología del Deporte.
 
 
Lic. Rafael Bordabehere
ururafa@adinet.com.uy
(Uruguay)
 

 

 

 

 
Resumen
    El fenómeno del asociacionismo, entendido en el macro del trabajo presente, hace referencia a esos agrupamientos de personas en torno a los clubes deportivos sin fines de lucro que se han generado durante el siglo XX en Uruguay.
    Al igual que sucede en muchas partes del mundo, esta actividad se encuentra en recesión debido a factores tanto de orden mundial como nacional. Este trabajo pretende ser una primera aproximación a la investigación de unos y otros factores.
    Dado la gran importancia que se ha conferido a explicaciones meramente economicistas, en detrimento de otras más fundamentales y endógenas al deporte y a la vida en sociedad, se pretende investigar y determinar si la crisis financiera es realmente la única causa para el deterioro del asociacionismo en nuestro país.
    Asimismo, se intenta establecer un "estado del arte" básico y aplicarlo al modelo asociacionista uruguayo como punto de partida para el estudio posterior de elementos adicionales que han contribuido al desenvolvimiento de este proceso social.
    Palabras clave: Asociacionismo deportivo. Uruguay. Crisis. Clubes.

Ponencia presentada en el Encuentro Internacional Deporte y Ciencias Sociales, Buenos Aires,
noviembre de 2003, organizado por el Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte - FFyL - UBA

 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 67 - Diciembre de 2003

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El inicio histórico

    El asociacionismo deportivo en Uruguay se origina a principios del siglo XX con la aparición de clubes sociales, culturales y deportivos de diversa extracción y finalidad. Este proceso fue muy intenso durante los primeros años y declinó severamente hacia mediados del siglo, dejando paso a otro tipo de instalaciones deportivas recién a finales del siglo. Esos clubes iniciaron su actividad bajo una consigna social principal (cultural o social o deportiva) y evolucionaron hasta llegar a una homogeneización general en cuanto a la prestación de sus servicios.

    El modelo básico de funcionamiento fue el proporcionado por la modalidad inglesa de asociación (ya instalado en el país por ese entonces) cuyas características giraban en torno al fútbol o remo (como deporte central), la cuota social (como condición administrativa) y el derecho privado (o no administrado por el Estado, como condición jurídica).

    El 14 de mayo de 1899 nació Club Nacional de Football (de la fusión de Uruguay Athletic Club y Montevideo Football Club). El 6 de enero de 1901 surgió Club Remeros de Paysandú. En el año 1914 se creó Old Boys Club pero no será sino hasta 1950 cuando adquiera su característica de club de rugby. El 22 de abril de 1917 se fundó Plaza Colonia (equipo de fútbol de Colonia). El 19 de febrero de 1922 apareció Club América que, el 28 de ese mismo mes, se redefinió como Club Aguada. El 20 de febrero de 1923 nació Club Atlético Esparta (Colonia Valdense). El 13 de octubre de 1926, Club Welcome. El 1o. de mayo de 1932 "The Cats Athletic Club" el cual, 14 días después y en honor a una bebida que se servía en el bar, fue denominado Club Atlético Bohemios. El 28 de enero de 1932 Club Malvín. Y la lista es interminable.

    Otras instituciones surgen de las fusiones: en 1978 se unieron Urunday y Club Universitario de Deportes pasando a llamarse Urunday Universitario. Lo mismo hicieron Defensor-Sporting, Miramar-Misiones, El Tanque Sisley y otros.

    Estas fechas solo indican el momento en que los diferentes movimientos societarios se institucionalizaron, fruto de una génesis anterior. Hay testimonios gráficos que permiten asegurar que el movimiento asociacionista se forja desde mucho antes, incluso en el siglo XIX.

    La sociedad de comienzos de siglo XX estaba conformada por otras condiciones sociales y políticas diferentes a las de hoy en día. Los valores sociales de la época giraban en torno a la familia, el honor, la responsabilidad, el ahorro, el corporativismo, la disciplina y, fundamentalmente, el trabajo físico fuerte de más de 8 horas. Era una sociedad disciplinada por medio de la religión, la medicina y la policía. (1)

    El giro comercial más importante, la exportación, estaba dirigido a Inglaterra con quien se tenía una relación muy estrecha. De hecho, el inglés fue el modelo económico imperante y trasmitió una serie de fenómenos culturales (como los modelos de asociación).

    Hasta la década de 1930 nuestra sociedad se vio influenciada por un gran caudal migratorio proveniente de Europa y, fundamentalmente, de España. E. Blanco Pereira y V. Gambau (2) describen un fenómeno muy similar de asociacionismo que se lleva a cabo en España en fechas cercanas al proceso en Uruguay. La conexión entre el modo inglés de asociacionismo y el que se asentó en Uruguay estaría dada no solo por nuestra relación con la forma de producción inglesa sino también por la adquisición en España de ese modelo: "The turning point (la sustitución de la modalidad española de deporte por otra más anglicana) came when the first Catalonian factory owners, mainly from the textile industry, sent their sons to England to be educated. These young men then introduced English sport and the idea of democratically and voluntarily led clubs to Spain." (27)

    Hasta 1904 el país había sido sacudido por guerras civiles entre los caudillos de turno, proceso que finalizó en ese año con la victoria de José Batlle y Ordóñez y su partido colorado. Fueron las clases medias y su modelo económico, emergentes de ese proceso político, quienes definieron las características futuras de la sociedad y el Estado durante el siglo XX (industrialismo, estado benefactor, cooperativismo, laicicismo).

    En 1915 se aprobó la ley de jornada laboral de 8 horas con la cual se inició un conflicto silencioso entre las clases burguesas y las proletarias. Las primeras fomentaron la sensación que el tener más tiempo libre daría espacio a los proletarios para más excesos (juegos, prostitución, carnaval, etc.) y redundaría en detrimento de la fuerza de trabajo. Por su parte las masas trabajadoras reivindicaban la necesidad de estudiar y ocupar más tiempo libre en tareas de superación personal. El resultado final fue un disciplinamiento más intenso en beneficio de la industrialización de la sociedad.

    En 1918 se aprobó la reforma constitucional que implantó el voto masculino universal, que se expresó en toda su plenitud recién en las elecciones nacionales de 1922. Ello representó una apertura muy importante que modificó los valores políticos y la participación social de la época. El voto femenino apareció en la Constitución de 1934 y recién se aplicó en las elecciones de 1938.

    La educación a principios de siglo XX estaba regida por la Constitución de 1830 en cuyo artículo 5º se consignaba que la religión del Estado era la católica. "El método educativo era memorístico, perceptivo en lo moral, basado en un sistema de castigos y premios y también incluía labores de punto. Se usaban carteles de lectura para el aprendizaje en repetición." (3) A partir del último cuarto del siglo XIX se tomaron en cuenta las ideas de José Pedro Varela en cuanto a una educación popular universal, obligatoria, gratuita y laica. A pesar que sus ideas surgieron durante el año 1874 (La Educación Del Pueblo) y se reglamentaron en años posteriores, no aparecen en la constitución 1919 sino recién en la de 1934 (4).

    Entre 1870 y 1920 la sociedad uruguaya se ve sometida a un proceso de secularización (en esencia: la separación de la Iglesia y el Estado que, oficialmente, se consagra en la constitución de 1919) por lo cual la intimidad y la vida pública se vieron sometidos a padrones culturales nuevos y divergentes (21). La mujer asume un papel fundamental en el hogar (apoyado y fomentado por la Iglesia) mientras que el hombre lo asume en la vida pública (auspiciado por las costumbres).

    Aunque no existe una razón única que explique el surgimiento de los diversos grupos asociativos bajo la práctica del deporte, puede establecerse que existió una situación social común a todos ellos que, de una forma u otra, impulsó ese asociacionismo. En una síntesis muy apretada, puede decirse que se conjugaron factores como

  • la educación escolar universal y gratuita con fuerte disciplinamiento deportivo,

  • la filosofía capitalista de fomento al desarrollo físico,

  • la experiencia en materia asociativa aportada por la inmigración y, principalmente, por la comunidad inglesa,

  • el estado de inseguridad ciudadana provocado por las guerras civiles,

  • la politización de las clases bajas por medio del voto,

  • la filosofía modernista de vida,

  • la separación tajante entre el mundo masculino (sinónimo de "público") y el femenino (sinónimo de "privado"),

  • los excesos higienistas de una medicina muy preocupada por el control de las enfermedades de transmisión sexual y los malos hábitos juveniles,

  • la diferenciación social visible e intencionada entre la burguesía y las clases bárbaras y, no menos importante,

  • la ausencia directa del Estado nacional en materia deportiva.

    Visto por los usuarios, el deporte asociativo fue un refugio social ante los avatares de la vida, un espacio de tregua donde se podía conversar, compartir y hasta competir, aspectos que en conjunto eran muy difíciles de practicar fuera de los límites del asociacionismo. Visto por los gobernantes de turno, el deporte fue tomado como el disciplinamiento corporal, la sustitución del juego "bárbaro" prevaleriano por uno más recatado y afín con el modo de producción capitalista y su filosofía burguesa. "Los médicos y moralistas, por fin, aconsejaron el ejercicio físico tanto al fin de preservar la salud del cuerpo como, lo hemos observado, para mantener la del alma y alejarse, los adolescentes de la masturbación y los adultos, como decía Pedro Manini Ríos, de los garitos, casinos y plazas de toros que la modernidad debía suplantar con canchas de football y clubes de remeros" (1).

    Las clases gobernantes hubieron permitido y hasta fomentado el desarrollo de este asociacionismo dado la gran aceptación popular y el control social que se ejercía desde dentro.

    A pesar que en las actas de fundación de varios clubes de época se sugieren iniciativas a partir de personas de condición humilde (Vicente Zibechi, peluquero, impulsor del Club Atlético Bella Vista; Emilio Andreón, en edad liceal, impulsor del Club A. Esparta), en los órganos de dirección institucional figuran, desde el comienzo, nombres de personalidades influyentes. En las actas de Club Nacional de Football figura como socio fundador el Dr. Atilio Narancio, hombre de confianza del batllismo, integrante de la Asociación Uruguaya de Football y ferviente promotor de la selección celeste (5). El Club Old Boys, nacido del seno del British School, fue impulsado por la Sociedad del Cementerio Británico. En el acta de fundación del Club A. Bohemios figuran apellidos tales como Pentbery, Fillerin, Hansen, Boiz y de otras procedencias.

    Ello no pudo ser de otra manera porque la concesión de predios y préstamos hipotecarios, necesarios para el impulso inicial, solo pudo haber sido gestionado por un estrato social con posibilidades de expansión e influencia.

    Si analizamos el origen de estas instituciones asociativas desde la óptica territorial, tampoco hallaremos una única causa para su aparición.

    Las hubo que se formaron a partir de un emprendimiento regional que agrupó a personas cercanas en el espacio (principalmente en el interior de la República). Ello pudo haber obedecido a la poca movilidad que ofrecían los medios de transporte de la época. La regionalidad era, así, un signo de diferenciación (o agrupación).

    También hubo grupos que se congregaron en torno a un fin común (los bancarios, los empleados del ferrocarril, etc.). Estas asociaciones eran más urbanas dado que el transporte les permitía acercarse más fácilmente hasta su sede social. La electrificación total del tranvía en Montevideo se produce recién en 1904.

    Este inicio histórico del asociacionismo se proyectó bien entrado el siglo XX, al punto que las variaciones en la vida de estas instituciones no fueron sustanciales antes de los sesenta.

    Para 1941 el Prof. Antonio Valeta (23) escribía: "Los deportes... nos ausentaban pensamientos malos que pudieran asomarse a la mente, nos situaban bien lejos de los vicios, de la masturbación - tan común en los niños de ambos sexos, por defectos nutritivos, o por la misma ociosidad, etc. - y despertábamos por lo general con buen humor, risueños, con voluntad para obedecer a los padres y maestros...".

    En 1956 Domingo Prat (24) aún sostenía que "Para este fin (el deportivo) será necesario disciplinar al hombre para una vida normal y convencerlo que no puede hacer lo que quiera o satisfacer todos sus apetitos y caprichos como, por ejemplo, que pretenda violar impunemente los preceptos de la higiene llegando al alcoholismo agudo o crónico o que por una exagerada propensión a la vida sedentaria y al abuso de alimentación, que terminará rápidamente en la obesidad y la inanición y así sucesivamente otras exageraciones, que ocasionarán estados lamentables de características patológicas y que no permitirán al hombre cumplir su elevada misión en la sociedad y el mundo."

    El primer quiebre en esa evolución tradicionalista se produjo en la década del 60 con la aparición del rock & roll como contracultura juvenil. Es con ese despertar de la juventud que se aprecia un desarraigo por lo tradicional y la apropiación de espacios y costumbres nuevas, contestatarias de los padres y tutores. Los centros asociacionistas no estuvieron ajenos a ese proceso y debieron adaptarse a una demanda más amplia y específica para seguir cumpliendo su función social.

    No podemos dejar de mencionar que la evolución del asociacionismo en Uruguay ha tenido como referencia constante a Argentina. Muchos procesos han sido casi concomitantes. Y aunque el ritmo de asimilación pudo ser diferente, siguió un patrón muy similar al de la orilla vecina. No obstante ello, se observan algunas diferencias que indican un proceso disímil:

  • en 1915 se sanciona la ley de ocho horas de labor en Uruguay (en Argentina será en 1929);

  • el proceso de separación entre el Estado y la Iglesia uruguaya finaliza en 1919 (en Argentina aún no se ha oficializado y todavía se ven ceremonias conjuntas entre el poder y la Iglesia);

  • el voto femenino uruguayo se oficializó en 1933 (en Argentina en 1947);

  • el proceso de desmilitarización de la sociedad uruguaya finaliza a comienzos del siglo XX (mientras que en Argentina el servicio militar obligatorio quedó abolido el 13 de junio de 1994 pero está vigente la Ley de Servicio Militar Voluntario de enero de 1995). (22)

    Estos hechos solo ejemplifican una evolución más temprana en materia social en Uruguay con respecto a Argentina. Si bien el proceso asociacionista se cumplió en forma similar en ambas márgenes del Plata, en Uruguay lo hizo bajo otras condiciones sociales y otros ritmos.

    Dante Steffano (26) hace un aporte interesante a la evolución de la estructura histórica del deporte en Uruguay. Reconoce tres etapas:

  1. Desde 1830 hasta 1914: el deporte estuvo orientado al control social y el mejoramiento de la higiene.

  2. En el período entre guerras (1914 a 1940 aproximadamente) el énfasis estuvo puesto en mostrar los logros deportivos en el medallero internacional.

  3. Luego de la segunda guerra mundial y hasta nuestros días se ha promovido el deporte para todos en el marco del Estado de Bienestar.

    La etapa inicial descrita por Steffano coincide plenamente con las características históricas recogidas en este texto.


Un siglo de quietismo institucional

    Durante el siglo XX la conformación funcional básica de los clubes deportivos no varió.

    La estructura administrativa, que se describe a continuación, aún se mantiene. Lo que ha variado es la asimilación de deportes y actividades nuevas (por el proceso que W. Buckley denomina morfostasis), el crecimiento de las instalaciones físicas y la cantidad de afiliados, pero no su naturaleza ni su funcionamiento.

    Ninguna empresa privada ha durado tanto tiempo sin interrupciones o reestructuración de sus fines u objetivos. Ninguna ha resistido tan inalteradamente los procesos sociales, políticos y económicos como estas asociaciones sociales sin fines de lucro. Ellas han probado ser un refugio estable contra los varios excesos que ha sufrido la sociedad uruguaya.

    Han mantenido un funcionamiento bastante democrático y homogéneo (con sufragio interno, luchas de clase, cooperativismo, mutualismo) a pesar de haber soportado avatares tales como la primera guerra mundial de 1914, la Gran Depresión económica de 1930, el golpe de estado de Gabriel Terra en 1933, la II Guerra Mundial de 1939, el golpe de estado militar de 1973, la guerra fría, la dialéctica capitalismo-comunismo, el industrialismo, el modernismo, el rock & roll, el terrorismo y muchos otros acontecimientos sociales.

    Originariamente casi todos estos movimientos asociacionistas han nacido para generar un espacio de pertenencia a un grupo de personas con intereses comunes. Esta identidad de pertenencia, plasmada en sus formas de gestión y administración de las afiliaciones, aún persiste en la gran mayoría de ellos y es síntoma de una rigidez estructural heredada.

    Lamentablemente esta actividad ha generado muy poca información estadística a lo largo del siglo por lo cual es muy difícil rastrear su evolución en base a datos comparativos.

    Pero si de algo se tiene una presunción firme, es de su inercia estructural. La señal más llamativa de esto lo constituye la ausencia casi absoluta de leyes regulatorias que hayan sido sancionadas durante este período. Existe una normativa profusa en cuanto a imposiciones y exoneraciones fiscales pero muy pocas leyes sobre deporte en particular. La primera ley sobre fomento del deporte es del año 2001, como se verá más adelante.

    El único momento en el cual esta "industria de integración" produjo un producto propio fue con la instauración de los aparatos de musculación casi a finales del siglo. Ellos fueron una oferta que el público aceptó. Pero a diferencia de otros giros capitalistas como, por ejemplo, los electrodomésticos en donde el producto es innovador, el deporte siempre adquirió sus hábitos y disciplinas por morfostasis. Es decir, de segunda mano.

    Veamos algunas comparaciones que se han podido encontrar:

a. En 1976 Uruguay tenía 1 club de fútbol cada 2800 habitantes. Solo era superado por Inglaterra como el país más "deportivizado" del mundo con 1 club cada 1400 habitantes (6). Argentina figuraba en sexto lugar con 1 club cada 9000 habitantes. El Instituto de Estadística de Uruguay indica que en 1975 los uruguayos éramos 2.788.429.

    En el año 2003 FIFA sostiene que Uruguay aún tiene 1 club de fútbol cada 2761 habitantes. En otros términos, el 6% del país juega al fútbol contra el 4% en Argentina y Brasil (7). El Instituto de Estadística indica que en 1996 (último censo de población) los uruguayos éramos 3.163.763.

b. La gran mayoría de los clubes aún tiene como ingreso principal la cuota de afiliación heredada del modelo inglés. Los clubes profesionalizados, que apostaron a los ingresos por venta de entradas y publicidad, están en muy mala situación económica. Recién entrado el siglo XXI se observan algunos cambios (como convenios colectivos, contratos), en una suerte de reacción ante una demanda que progresivamente se va acostumbrando a tener otras opciones.

    Estos clubes no han implementado cambios radicales como los ocurridos, por ejemplo, en el comercio (líneas de crédito, financiaciones, intercambios por otros valores que moneda, contratos de afiliación). Tampoco han ensayado soluciones como las franquicias (licenciatarias).

c. En los comienzos de todos estos clubes, allá por los primeros años del siglo XX, figura el anhelo de tener su sede propia, una estructura compleja y completa que alberga todas las actividades.

    En el año 2003 aún podemos apreciar estos mismos anhelos (como los de Club Malvín en http://www.clubmalvin.com) en obras que demandan una inversión exorbitante. Ello significa que se mantiene la misma visión original del deporte como actividad social monolítica.


Estructura del asociacionismo

    La estructura nacional del deporte puede caracterizarse como desarticulada, sin un fin común que oriente a todos los actores indiferentemente de su situación jurídica.

    No existe un órgano rector con peso político antes del año 2000 y, para el año 2003, ya se está discutiendo su disolución. El Estado nacional no participa en la regulación del deporte uruguayo. Aún cuando ha querido hacerlo desde la instauración del Ministerio de Deportes y Juventud en el año 2000, en los hechos aún no se siente su administración. La Comisión Nacional de Educación Física creada en 1911 (dependiente del Ministerio de Cultura), que hizo las veces de organismo oficial hasta la instauración de ese ministerio en el año 2000, dejó librado a las propias instituciones deportivas la regulación de los objetivos internos y externos de las mismas. En los hechos, solo limitó su administración al deporte "público" (escuelas, plazas de deportes, etc.).

    La única ley (Nº 17292 - Administración Pública y Empleo, Fomento y Mejoras del año 2001) que habla sobre el deporte (dudosamente denominada Ley de Fomento del Deporte) contiene 91 artículos. 17 de ellos contienen la reglamentación sobre deporte y la gran mayoría de esos 17 están destinados a regular las Sociedades Anónimas Deportivas. Las asociaciones consideradas en este trabajo, que datan de principios de siglo XX, son asociaciones civiles sin fines de lucro, de derecho privado, y no están comprendidas dentro de esa reglamentación comercial. En realidad, toda la actividad asociativa del país funciona bajo la órbita del derecho privado y está sujeta a los devenires del mercado de consumo capitalista. Además, la jurisprudencia uruguaya aún no definió el marco legal en el cual se mueve su giro comercial; existe una laguna jurídica en cuanto a considerarla como "comercio" o "servicio" a todos los fines legales (salarios, régimen de horas y descansos, etc.).

    Todas han sido fundadas como asociaciones sin fines de lucro y así se mantienen, exceptuando algunos clubes (como los de fútbol) que han profesionalizado su función y han cambiado su razón comercial.

    Todos estos clubes se congregan alrededor de Asociaciones, Federaciones y Confederaciones, nuestro capital asociativo más importante, en una estructura vertical más afín al modelo europeo que al norteamericano. Algunas de ellas, como la Asociación Uruguaya de Voleibol (antes FUVA, hoy FUV), ya le han quitado el adjetivo de "Amateur" a sus denominaciones.

    Las Intendencias Municipales, fundamentalmente la de Montevideo, han iniciado desde hace un par de años un programa de fomento del deporte dentro de la consigna "Deporte Para Todos". Su actividad la realizan en los espacios municipales disponibles (playas, plazas, etc.) con absoluta prescindencia de la gestión de los demás actores (privados y públicos).

    La única experiencia conocida de coordinación de esfuerzos es la Coordinadora de Clubes Deportivos nacida en 1985 que tiene por finalidad coordinar acciones entre los clubes deportivos sin fines de lucro (todas empresas privadas). La iniciativa tiene alcance nacional aunque está restringida a muy pocos clubes participantes. No es aún, en sentido estricto, representativa de la realidad deportiva nacional. Es un esfuerzo integrador que está en vías de desarrollo.

    Los gimnasios y salas de musculación aparecidos hacia finales del siglo XX están administrados como empresas privadas, sin relación de fines con una política nacional del deporte que no existe o, si existe, es solo en los papeles y muy acotadamente. Y, de hecho, compiten por un único mercado, en condiciones legales muy diferentes en comparación a los clubes asociacionistas tradicionales.


Padecimientos del modelo actual

    El modelo asociacionista está en crisis y no solo aquí en Uruguay sino en otras partes del mundo. En toda Europa (8), en Argentina (9), en España (10) estudian una caída en el asociacionismo. Y éste tampoco se limita al deporte puesto que el mismo efecto se aprecia en la iglesia presbiteriana (11), en Scouts Canadá (12) y en la Unión de Carpinteros de Estados Unidos (13), por nombrar algunos pocos ejemplos.

    Intentar explicar esos padecimientos del modelo asociacionista uruguayo desde una óptica enteramente economicista resulta inapropiado por simplista. ¿Cómo puede explicarse, a partir de un razonamiento puramente económico, que la matrícula asociacionista descienda desde 1994 si la última crisis económica empieza en 1998? ¿Cómo se explica, asimismo, que en el comienzo de la crisis proliferen una cantidad de gimnasios y salas de musculación y fitness? ¿Cómo se explica que durante el año de peor crisis económica (2002) se decida reabrir el hipódromo de Maroñas (uno de los deportes más caros de este país)? ¿Cómo puede explicar la economía el auge de las victorias en deportes individuales durante el Panamericano de Santo Domingo en el año 2003? ¿Cómo se entiende que, mientras los deportes de élite (rugby, tenis, automovilismo, polo, alpinismo) crecen a pesar de la crisis, el modelo asociacionista (más barato y popular) decrece?

    Si bien el aspecto económico contribuye a sobredimensionar su impacto, se estima que lo hace solo coyunturalmente y no es, siquiera, la causa de base en nuestro país.

    Trataré de separar los factores que puedan interpretarse como "genéricos" a las sociedades similares a la nuestra de aquellos más "particulares" de la realidad uruguaya, sin desconocer que ambos contribuyen o interactúan en un único medio social. Tampoco será una lista taxativa sino, por el contrario, muy abierta.


Aspectos genéricos

1. El ser social se vuelve cada vez más individualista. Es un hecho que el uruguayo ha entrado en la posmodernidad, aunque tarde. Una posmodernidad que se define a partir de un individualismo a ultranza, impregnado de un componente narcisista muy fuerte, que queda en evidencia con toda su vigencia cuando se reconoce el alto grado de servicios personalizados que ofrece el mercado. "Existe una mayor consideración social y sicológica de los procesos de personalización, de individualización de usos y costumbres con un marcado énfasis narcisista" (15).

    Las asociaciones deportivas, con sus instalaciones gigantescas, no pueden asimilar con rapidez los cambios como otras esferas económicas menos necesitadas de unas instalaciones tan específicas. Además, no son organizaciones orientadas a la individualidad (al deporte 'a la carta') sino a la administración del deporte masificado. No fomentan el narcisismo deportivo personal sino la generalización pareja de los beneficios del deporte.

2. El individualismo representa un freno a la evolución del asociacionismo por cuanto "... el individualismo creciente impide que emerja un principio aglutinador o integrador social" (16).

    Por naturaleza propia, los clubes son funciones asociativas. Sus deportes e instalaciones están pensados para hacer competir a grupos de personas. De acuerdo a los postulados del posmodernismo, es imposible que pueda existir competencia dentro de una situación en la cual se prioriza el individualismo. En otras palabras, no puede haber un fin deportivo común porque, teóricamente, contradiría las formas de vida actuales.

3. Al estudiar este individualismo surge la dicotomía identidad - rol. "La sociedad moderna está hecha de individuos. La sociedad posmoderna de personas. El individuo tiene una identidad, mientras que la persona se identifica con un rol. El individuo se agota en su identidad, la persona se identifica con sus simultáneos o sucesivos roles sin agotarse en ninguno de ellos" (28)

    En el comienzo de estos movimientos deportivos la identificación de pertenencia al grupo giraba en torno al conocimiento de reglas, usos y costumbres propios de ese grupo asociacionista. Este aprendizaje era (y aún es) un proceso largo, lento y excluyente. Cada club tenía su indiosincracia propia, su especialización social, y era muy rara la pertenencia múltiple.

    Hoy en día la identificación de pertenencia a un grupo se ha transferido, básicamente, al conocimiento de las prácticas propias del deporte. Ya no es más una identidad sino un rol. Esto último hace posible que el disfrute de su práctica se pueda realizar en cualquier gimnasio sin miedo a la exclusión por falta de identificación con el grupo. Este proceso es más rápido, universal e incluyente.

4. El componente femenino. La posmodernidad trajo el despertar de la mujer como actor social activo y su contribución ha sido "una marcada sensibilidad social hacia el yo, mucho más afín a la femineidad" (10).

    Su despertar está sustentado, asimismo, porque "la sociedad avanza hacia una disminución del umbral de tolerancia hacia la violencia, tanto pública como privada." (Norbert Elias) Si se observa la evolución de los deportes en la era moderna, desde el fútbol inglés anterior al siglo XIX hasta los practicados en el presente, se observa claramente una disminución marcada de la violencia en el deporte.

    En este estado de situación, la mujer comienza a participar más activamente en la conformación del entramado de relaciones sociales públicas y su aporte se traduce en una conducta menos violenta, hedonista y personal.

    Surgen deportes más orientados a la modelación personal (aeróbic, musculación, yoga, fitness, tai chi) tanto espiritual como corporalmente, en detrimento de otros más violentos y masculinos (como box, karate, lucha libre). Dogomar Martínez, gloria del boxeo uruguayo, comenta: "Hay que ver que en la pelea con Luizao (14) en el Estadio, se recaudaron 120.000 pesos, cuando por un clásico entre Nacional y Peñarol (los equipos de fútbol más importantes del país) se hacían 80.000 en aquel momento" (17). Esta ecuación se ha invertido actualmente.

5. El ser social disfruta de una libertad mayor (aunque falsa). El ser social siente que cada vez tiene más libertad de acción. Los controles son menos perceptibles aunque mucho más eficientes (Michel Foucault). Esta suerte de libertad perceptiva es la que ha originado la ocupación de los espacios urbanos por parte de las personas. Es decir, que los deportistas se han animado a realizar actividades más "libres" en espacios públicos antes restringidos culturalmente (plazas, aceras, parques).

    "Todos los seres sociales tienen una percepción menos rígida de los controles sociales ejercidos por la maquinaria estatal" (18). Ya no se ve tan compulsivo el hecho de pertenecer a una asociación deportiva para disfrutar de los beneficios del deporte, el juego y la recreación. Existen otros espacios muy disfrutables y libres.


Aspectos particulares

a. Hoy vivimos en una sociedad uruguaya diferente a la que generó las asociaciones deportivas a principios del siglo XX. Las desviaciones sexuales no son ya un problema de debate nacional, las diferencias entre lo privado (antiguamente femenino) y público (anteriormente masculino) se han mimetizado, la inestabilidad social no se produce como fruto de las guerras civiles sino como efecto de los ciclos económicos propios del capitalismo, las actividades cooperativas han dejado su lugar a las individuales, ya no estamos en una sociedad de identidades sino en una de roles (25) y muchos otros aspectos destacables y debatibles.

    El deporte, por su parte, no es más un disciplinamiento sino una actividad de bienestar y salud. No es obligatorio y tampoco ostenta ese carácter cientificista con el que se lo impuso en aquella época. Tampoco es un deporte pensado para la familia sino para individuos aislados. Y es una actividad libre (por casi un siglo ha estado asociado fuertemente al pago de una mensualidad).

    Y, para colmo de males, cada vez es más orientado al espectáculo (con todo lo que conlleva de bueno y malo una actividad lucrativa). Adhiero a la creencia que el "deporte espectáculo " ha modificado la conducta del deportista al punto de sacarlo de la práctica para trasladarlo al plano de mero espectador a través de un sentimiento de imposibilidad e impotencia para alcanzar un desarrollo personal similar al de las grandes estrellas. Es una claudicación ante la superioridad del alter "convertido en ícono inalcanzable". Pero este hecho se ve agravado por la ausencia de opciones culturales con posibilidad real de suplir esa sensación de imposibilidad para alcanzar otras metas.

b. El esparcimiento ha variado. De hecho, la oferta de distracción y entretenimiento se ha incrementado exponencialmente gracias a servicios más individualizados y ubicuos. El deporte ya no es la actividad distractiva por excelencia sino que comparte con la televisión, la computadora y otros su lugar en la oferta.

c. El ser social tiene a su alcance muchos más mecanismos de comunicación social, más privados e inmediatos. Los clubes deportivos, que oficiaron de lugar de encuentro entre los jóvenes, han debido resignar su función conciliadora ante el avance de los chats, los pubs o la video conferencia. "La gente joven es inestable y su compromiso para mantener un programa de ejercicio es normalmente corto" (19).

d. El cansancio ha variado. Durante el industrialismo uruguayo el agotamiento era fundamentalmente físico (jornadas largas y extenuantes). En la era de las comunicaciones el cansancio es básicamente mental; no se elimina con deportes orientados a la marca y la repetición, con esfuerzo y entrega, sino con esparcimiento superfluo e inmediato: "Los medios de comunicación alcanzan el objetivo de recreación cuando el contenido es cero. El espectador se conecta al televisor para desconectarse." (20).

    Los grandes centros deportivos no han consolidado aún una política de actividades más lúdicas y menos competitivas, más orientadas a la individualidad y no tan masificantes. Y es comprensible que así sea por los excesivos costos que implica atender pormenorizadamente.

e. Los centros deportivos asociativos deben competir con otras instalaciones como los gimnasios y salas de fitness que disponen de ventajas comparativas: una mejor adaptabilidad de los espacios a los cambios tecnológicos; una atención más personalizada por tener menos socios; una estructura de costos diferente y menor; una especialidad (por sexos, por actividad, etc.) que los grandes centros deportivos no pueden asumir rápidamente.

    Estos grandes centros han evolucionado hacia la homogeneidad antes bien que a la diversificación y la especialización. A diferencia de otras esferas productivas como, por ejemplo, los laboratorios que se han especializado en diferentes productos y áreas, los clubes ofrecen todos prestaciones muy parecidas, con accesorios similares y orientados a un mismo público. No hay diversificación; es fácil suponer lo que brinda un club a través del análisis de los otros. Y lo han hecho descordinadamente. En los primeros años de la década del 20 nacieron una serie de clubes de naturaleza similar (1922: Club Trouville, 1931: Club Biguá de Villa Biarritz, 1931: Club Atlético Tabaré, 1932: Club Atlético Bohemios) que para 1965 ya competían (y aún lo hacen) por una zona equivalente a 30 cuadras a la redonda (1 cuadra = 100 metros). Todos se han mudado muy cerca los unos de los otros, al área de mayor densidad demográfica del país. Y ello sin contar con los gimnasios, salas de reacondicionamiento estético, spas y demás servicios afines que han ido instalándose paulatinamente dentro de dicha zona.

    Esto ha permitido que las instalaciones más pequeñas y especializadas hayan captado un público específico (mujeres, adultos mayores, ejecutivos) gracias a una concepción diferente y específica de la prestación de sus servicios deportivos.

f. El deporte ha estado asociado siempre a los tiempos libres (incorrectamente llamados ocio). En estos momentos y desde hace varios años estaríamos en el nivel más bajo de tiempo libre. A ello contribuye que cada vez más integrantes de la familia deben salir a trabajar y cada vez por más tiempo debido al poco rendimiento de los ingresos. Y esto es una tendencia que se ha verificado a lo largo del siglo XX, especialmente luego que el industrialismo (o proceso de sustitución de importaciones) no fuera exitoso.

g. El asociacionismo uruguayo ha estado siempre orientado a las clases medias. Son ellas quienes, históricamente, han soportado los momentos de crisis del modelo capitalista uruguayo. Desde 1998 están padeciendo todo el impacto de la recesión, así como han sufrido anteriormente los problemas surgidos de la Tablita (devaluación cambiaria) de 1982, por ejemplo. Además, han soportado varias oleadas de emigración importante desde el año 1970 hasta el presente, fruto de la carencia de medios para subsistir y condiciones políticas adversas.

    Todo ello repercute directamente en la disminución del caudal social y encuentra su paradoja en que, a pesar de la crisis, los deportes de élite crecen mientras los asociativos decrecen.

h. Un aspecto poco estudiado en nuestra cultura ciudadana es el avance de la edificación sobre los espacios deportivos libres (campitos, canchas) durante el siglo XX. El crecimiento de las urbes ha restringido paulatinamente los espacios dedicados al deporte y este efecto, junto con la creencia de época que la calle era un mal ambiente para crecer, mantuvo a los deportistas dentro de las casas, en los colegios o en los clubes deportivos. Esto ha cambiado en la medida en que el ser social se apropia de espacios nuevos (plazas, aceras, etc.) en forma más libre, sin los miedos adquiridos desde el disciplinamiento de principios de siglo.

    Además, ha cambiado la forma de apropiación. Ya no es posible jugar un partido de fútbol "11 contra 11" pero sí es posible practicar skate en alguna escalinata o footing en alguna acera. El ciclismo recreativo, por ejemplo, está siendo muy cuestionado por las autoridades municipales por los problemas de accidentes de tránsito inducidos por un aumento en la utilización de la bicicleta en general, fruto de la crisis económica.

i. Es apropiado mencionar que el mercado uruguayo del deporte no ha tenido otra posibilidad de expansión que incorporando a la mujer que ahora es parte de la vida pública (a diferencia de antaño en donde oficiaba de custodio de los bienes morales de la familia al interior del hogar). Con un crecimiento demográfico casi nulo en el último medio siglo pasado, la única forma de crecer dentro de una economía capitalista ha sido incorporándola en su papel de consumidora.

    Los centros asociativos han captado parte de esa clientela pero no la han monopolizado debido a lo masculinizante de los ejercicios y los ambientes de práctica.


Conclusiones

    El sistema deportivo asociacionista en Uruguay no ha variado sus características y prestaciones básicas en más de un siglo a pesar que la sociedad y, en particular el consumidor deportista, sí lo ha hecho.

    Dado que su especialidad conforma una maquinaria de servicios que no genera sus productos propios (los toma prestados del medio y los adapta a su forma de funcionamiento para no quedar a la zaga de su propia competencia), la oferta llega con posterioridad a esos consumidores y no hay lugar a la innovación (como es el caso de los electrodomésticos, los autos o la moda). En otras palabras, no genera una expectativa porque no existe espacio para la sorpresa.

    Su actividad masificadora, recurrente en la búsqueda de la marca y la excelencia física, ha estado en contradicción con los gustos más individualistas, permisivos y lúdicos del ser posmodernista que ahora asoma en toda su plenitud.

    Esa actividad ha sido orientada fundamentalmente a las clases medias, las cuales han sido fuertemente diezmadas tanto en su capacidad de consumo como en su cantidad. Todo ello debido a factores tales como la emigración incesante, el envejecimiento y la falta de recambio en los estratos medios.

    Si a todo ello le sumamos la dinámica lenta de cambio que ostenta esta sociedad, concluiremos en que insume mucho más tiempo a una institución asociativa tradicional asimilar los cambios que a otra empresa comercial de menor tamaño (aún del mismo rubro).

    En referencia al deporte europeo, "el problema que se plantea con esta evolución es el de la capacidad del mundo deportivo y de sus colaboradores para profesionalizar a las asociaciones deportivas sin que pierdan su identidad." (8). ¿No será esto cierto para nuestra sociedad también?

    Por último, aunque no menos importante, hay que destacar que el asociacionismo ha sido y es aún un elemento integrador de nuestro entorno social. Lo dicho aquí pretende destacar algunos defectos sin olvidar que sus virtudes son muchas (definitivamente más) y no están dichas porque no es materia de discusión de esta reflexión. Quizás lo sea de la próxima ya que, por algún lado, debemos empezar a estudiarlo.


Notas

  1. Historia de la Sensibilidad Uruguaya: El Disciplinamiento 1860 - 1920 José Pedro Barrán

  2. El Asociacionismo en la Gestión Deportiva - España: E. Blanco Pereira y V. Gambau

  3. Museo Pedagógico José Pedro Varela.

  4. Vigencia y Proyección del Pensamiento de Varela: Esc. Saúl Cestau

  5. Batllismo y Fútbol: Andrés Morales Álvarez

  6. The Simplest Game: Paul Gardener, citado por Rafael Bayce en Deporte y Sociedad 1985 - 1983 - CLAEH.

  7. Diario El País de 14-01-2003

  8. Deporte y Empleo en Europa Año 1999 - Observatorio Europeo del Empleo Deportivo

  9. La crisis de la tradición y el modelo asociacionista en los clubes de fútbol argentinos. Algunas reflexiones: Julio David Frydenberg

  10. El Sistema Deportivo: Dr. Francisco Lagardera Otero

  11. Jerry L. Van Marter - 1998

  12. http://scoutdocs.ca/Membership_Retention/node5.html

  13. Greg MacCartan - The Militant de 30 de julio de 2001

  14. Luiz Ignacio - 9 de mayo de 1959: boxeador brasilero

  15. La Era del Vacío: Gilles Lipovestky

  16. O lado 'hard' da cultura 'cool': as torcidas e a violencia no futebol. Tarcyanie Cajueiro Santos en "Futbologías, fútbol identidad y violencia en América Latina". CLACSO.

  17. Diario El País de lunes 8 de septiembre de 2003.

  18. Norbert Elias citado en El Sistema Deportivo de Dr. Francisco Lagardera.

  19. Dennis Keiser - Revista Clubes & Gimnasios de agosto-septiembre de 2003.

  20. Hans Magnus Enzensberger

  21. Historias de la vida privada en el Uruguay - El nacimiento de la intimidad 1870 - 1920: Pedro Barrán et al.

  22. http://www.redoc.org/concodoc/argentina.html

  23. Deportes Uruguayos: Prof. Antonio Valeta (1941).

  24. Sobre el Deporte en Uruguay: Domingo Prat (1956).

  25. Usos lúdico-deportivos del espacio público urbano: un reto para la gestión. Ricardo Sánchez Martín.

  26. Relación entre deporte y políticas públicas: el caso uruguayo. Dante W. Steffano (2000)

  27. The cultural secrets of sport. Globalization or national identity. Klaus Heinemann.

  28. Usos lúdico-deportivos del espacio público urbano en Barcelona: un reto para la gestión. Ricardo Sánchez Martín.

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