El espectáculo deportivo y el espectador, simbiosis de relaciones psicosociales |
|||
* Profesora Titular de Sociología del Deporte. Máster en Pedagogía Universitaria Profesora de Sociología del Deporte ** Profesor Titular de Bioquímica de la Actividad Física. Máster en Didáctica de la Biología. Facultad de Cultura Física de Pinar del Río |
Ms. Ida Galván Rodríguez* Ms. José Juan González Troya** iscfpnr@inder.co.cu (Cuba) |
|
|
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 64 - Septiembre de 2003 |
1 / 1
Al detenernos a observar, aunque sea sólo de momento un espectáculo deportivo, la primera impresión visual y auditiva que se nos presenta es el bloque compacto de una determinada cantidad de público, que aunque rugientes, todos están muy atentos a lo que sucede. Internamente se hayan divididos, pero observamos que unos gritan, otros fuman, aplauden, se irritan o realizan bruscos movimientos en sus asientos. Otros callan siguiendo muy atentos todo lo que allí se está desarrollando, pero en esencia se observa que la impaciencia rebota.
Esto nos dice que un espectáculo deportivo, ejerce no solo sobre quienes los visitan, sino también sobre quienes lo observan o escuchan, notables efectos psicosociales, éticos, estéticos y hasta biológicos, pues ante la situación de estrés a que están sometidos, se elevan las concentraciones de epinefrina, adrenalina, noradrenalina... posibilitando así la movilización de recursos energéticos.
Considerando los fenómenos que se desarrollan dentro de una competencia, todos están subordinados a los objetivos que esta se propone, que resultan bien precisos; el rompimiento de un record, alcanzar la victoria y este resultado aunque aparentemente es solo una conquista de los deportistas, los espectadores también la hacen suya, expresándose así uno de los momentos de la personificación y en todo este proceso un resultado no deseado o inesperado en el curso de la competencia influye directamente en el modo de actuar de ese aficionado.
El hecho ya explicado, que los resultados de una competencia deportiva no se conozcan con anterioridad y resulta imposible determinar lo que va a suceder al final, eso provoca en los espectadores, en particular aquellos acostumbrados a realizar determinadas tareas cotidianas ya sea en su trabajo, en el estudio, en el contexto familiar, un cambio en su forma de actuar, si lo sucedido no se corresponde con lo esperado.
Las victorias o las derrotas en un número significativo de espectadores provocan cambios que se conservan durante cierto tiempo, e influyen notablemente en la forma de actuar de ellos.
Las reacciones que produce una competencia sobre los aficionados son disímiles, pues las vivencias que provocan, convierten al aficionado en un coparticipante haciendo real su presencia en el mismo.
Pudiéramos citar que en caso de victorias, se pueden apreciar reacciones, como el deseo de compartir esa alegría, en la familia, con amigos, en el trabajo (incluso existen investigaciones que plantean que eso influye en el aumento de la capacidad de trabajo) mayor animosidad, buen carácter, regocijo, alegría, vigor y optimismo.
Pero en el caso contrario, si un atleta o su equipo pierde, rápidamente el estado de ánimo decae, no se muestra buen carácter, hay abatimiento, depresión, irritabilidad y pocas veces se analizan detenidamente de forma relajada las causas del fracaso.
Resulta también una forma de reaccionar en los espectadores la, devoción que sienten sobre los grandes deportistas, convirtiéndolos en ídolos, además éstos le brindan su apoyo, le muestran su simpatía, buenos sentimientos, son bien recibidos en cualquier lugar que estén, les muestran confianza por sus futuras presentaciones, pues de sus hazañas han sido fieles testigos, además son alagados, admirados, también cuestionados. Esas estrellas deportivas tienen por lo general un gran círculo de amigos, (que pueden o no ser conocidos por ellos) que les dan opiniones, consejos sobre su forma de actuar; además algo muy importante es que estos espectadores sienten el deseo de imitarlos, seguramente pensarán Si yo fuera él... Cuando yo sea así.
Los espectadores se convierten en comunicadores sociales en esta esfera, divulgando una faceta específica de la cultura y la educación, que resultan importantes elementos de instrucción, formación y desarrollo.
En el espectáculo deportivo, el espectador alcanza rápidamente el máximo de intensidad como coparticipante en la actividad, aumentando en la medida que éste avanza, al darse muestras de maestría, destreza y acción, se comienza a producir una correlación conmocionar entre los atletas y el público, explicándose así los valores tan grandes que tiene la presencia de los espectadores.
En investigaciones realizadas los espectadores nos plantean que es tal la simbiosis emocional que se crea en ellos con los deportistas que se sienten responsables por lo que sucede, se solidarizan con su atleta preferido ante algún hecho concreto, e inclusive se sienten más partícipes del grupo que conformaron en el estadio, que al grupo habitual de personas que pertenecen, bien procedentes del centro de trabajo o estudio, el grupo de vecinos, el grupo de amigos que gusta reunirse para una actividad específica.
Como miembros de ese grupo de personas, no solo experimentan ese sentimiento de fascinación, responsabilidad, confianza o admiración, sino que suelen sentir vergüenza o desilusión por una actuación no esperada de su ídolo deportivo.
En el espectáculo deportivo, el espectador se autoconsidera con plenos derechos, por seguir consuetudinariamente los enfrentamientos de forma ingeniosa, perspicaz, para alentar, animar, estimular, exhortar, de ahí que él resulte un colaborador activo?productivo de las relaciones sociales que se gestan en la esfera deportiva.
El interés que despierta el espectáculo en el aficionado se convierte a su vez, en interés por otras personas y por sí mismo, estableciéndose así una vía mediante la cual se establece una relación viva del hombre por el hombre de interés general, siendo un factor que fortalece la integridad de la sociedad.
Consideramos que ser aficionado no es nada fácil, pues exige de sí una autorregulación y autoeducación de su comportamiento muy grande, ya que ello demuestra la cultura conductual del espectador que a su vez refleja la cultura deportiva.
Esta forma de comportarse debe comenzar a tener sus patrones más fuertes en la niñez, condicionada esta educación por valores morales de envergadura.
Es criterio no discutible que el entrenador desarrolla tanto dentro como fuera de la sesión de entrenamiento y en la propia competencia toda una escala de valores morales, pero a veces no se concientiza que los espectadores, aquellos que son fieles a su fanatismo educan la justeza, una actitud meritoria y objetiva hacia el evento, el sentimiento de dignidad propia y respeto al contrario. Todo ello forma parte de una cultura de la conducta que se desarrolla dentro de la competencia y que no es más que un eslabón de la cultura general de un país determinado.
Entre los espectadores y los atletas se produce ese proceso de identificación debido a que éstos provienen de un grupo, ciudad o país determinado, que puede pertenecer directamente o no el espectador.
Hemos podido apreciar que los aficionados al asistir a un evento deportivo, no relajan sus tensiones, sino que conscientemente se someten a un tipo particular y deseado de estrés. Mientras que en otros se aprecia como una demanda psicosocial, donde en realidad los asistentes logran romper con esas tensiones que el mundo civilizado les impone.
A nuestro juicio, estimamos que lo citado está en dependencia del tipo particular de sociedad, de los rasgos característicos, de los motivos e intereses y de los objetivos que tenga ese espectador al evento.
Además de lo que representa ese deporte, ese equipo o ese jugador en especifico para el espectador, ya que pueden existir relaciones que van más allá de las creadas producto al fanatismo (relaciones familiares, viejas amistades...). También podemos tener presente para hacer dicha valoración, la complejidad del juego, si se presentan conflictos, imprevistos, errores, desaciertos en la dirección, combinación de técnicas no acostumbradas que puedan hacer ganar o perder a nuestros favoritos.
Por tanto podemos plantear, que a nuestro juicio en el espectador si se produce satisfacción del interés cognoscitivo, sí encuentra en el evento algo novedoso, sublime, inclusive que contribuya al enriquecimiento estético y emocional, esto será símbolo de animosidad y nivelación ética.
Bibliografía
"Encrucijadas de las emociones". Revista FISU Magazine Nº 26, Octubre 1993.
"Espectadores, medios de difusión, patrocinadores". Revista ?? "Motion Sport in Finland" Nº 1/97.
Estévez, José. "El espectáculo deportivo". Acta Congreso Mundial de Educación Física y Deporte, Madrid 1986.
Mayor, Federico. "Convertir al deporte en una escuela de lealtad". Revista Olímpica Mayo/93. Nº 307.
revista
digital · Año 9 · N° 64 | Buenos Aires, Septiembre 2003 |