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    Las investigaciones modernas ponen cada vez más en evidencia el rol y la importancia de una educación corporal. Las técnicas del cuerpo representan un capital personal y un capital social de gran alcance en la vida de cada persona.

    Eso es lo que ha comprendido el Profesor Raúl Gómez que propone desarrollar una educación física del niño como la verdadera punta de lanza de una empresa educativa de gran envergadura.

    El desarrollo de la personalidad de cada niño, pero también la capacidad de goce del tiempo libre de ese futuro adulto aparecen profundamente dependientes de sus experiencias corporales y de sus aprendizajes motores. Las investigaciones en ciencias humanas han revelado que movilizando las conductas motrices del niño, se pone en juego la personalidad de ese niño en su totalidad. Correr con un aro, jugar a la pelota, saltar o nadar, participar de una mancha¹ o de un partido de voleibol, es solicitar las múltiples dimensiones de la personalidad del niño: sus características afectivas, sus capacidades cognitivas, pero también sus potencialidades relacionales y sus posibilidades de toma de decisión.

    Desde esta óptica Raúl Gómez explora los múltiples recursos de las actividades físicas y deportivas, y destaca los beneficios que puede obtener el niño de una Educación Física bien concebida. Después de haber profundizado los análisis que justifican su punto de vista, el autor argumenta sus palabras con la ayuda de ejemplos concretos que ilustran y completan su demostración. Las actividades de aprendizaje son reubicadas en una progresión general: las clases de gimnasia o de natación forman parte de un programa que tiene en cuenta los diferentes niveles de dominio de la actividad y que se sitúa en el marco de un proyecto anual de Educación Física.

    Raúl Gómez en su obra se esfuerza por presentar una verdadera síntesis entre los análisis teóricos y las puestas en práctica en el terreno de acción. Las estrategias didácticas y pedagógicas se inscriben en la continuidad de las consideraciones teóricas. El autor tiene en cuenta las exigencias biomecánicas de la motricidad, pero no se detiene en esos elementos clásicos, subrayando el surgimiento de las vertientes afectivas y relacionales.

    El otorga un espacio considerable a los fenómenos de comunicación: las actividades sociomotrices, fundadas sobre la interacción corporal con los otros participantes como en los juegos colectivos, representan actividades mayores para el desarrollo de una sociabilidad armoniosa y plena. Las actividades físicas no pueden ser comprendidas si se las reduce a un funcionamiento de máquina biomecánica; en realidad, practicar el voleibol, el judo, jugar al balón (N del T.: delegado o matador) o danzar, es acordar a su acción motriz un valor expresivo de intercambio, un valor simbólico. En el transcurso de esos juegos sociomotores, la motricidad posee un gran valor de intercambio y comunicación.

    Las conductas motoras de los individuos protagonistas están cargadas de significaciones y de símbolos. En ese aspecto, la Educación Física puede aportar una gran riqueza en el plano cognitivo y expresivo. En un juego sociomotor, se desarrolla una dinámica de grupo que no se apoya en lo verbal sino en la acción motriz. En el transcurso de esos intercambios gestuales, el niño utiliza lo que se puede llamar un "lenguaje corporal": aprende a intercambiar las significaciones práxicas y a cooperar; pero aprende también a disimular sus intenciones y a oponerse, particularmente por fintas, provocando una verdadera desinformación. El niño adora ese modo de expresión a través del cuerpo y de la acción motriz, que le ofrece un campo de autoafirmación a su medida.

    Esta perspectiva es desarrollada con talento por Raúl Gómez quien muestra que la Educación Física deviene una disciplina de primerísima importancia; no solo proveyendo al niño de técnicas corporales eficaces, sino participando en la construcción de una persona capaz de adaptarse a las exigencias psicológicas y sociales del mundo que lo rodea. El educador debe despertar la sensibilidad del niño a la percepción de su entorno, a la percepción de su cuerpo y a las representaciones de los esquemas corporales en función de las diferentes tipos de acciones llevadas adelante. Se busca la toma de conciencia de los principios de la acción motriz; dicha toma de conciencia es una excelente ocasión de amalgamar los aspectos cognitivos, relacionales y decisionales en el seno de una acción motriz que desea ser eficaz.

    La habilidad del autor consiste en partir de una problemática claramente explicitada. Los capítulos comienzan casi siempre con un abanico de preguntas. Esa es una excelente metodología: las explicaciones brindadas aparecen entonces como una respuesta argumentada a los interrogantes fundamentales que se plantea todo docente. El lector entra fácilmente en el camino que traza el autor a medida que avanza. Raúl Gómez presenta una gran variedad de estrategias didácticas y subraya el interés de aquellas que se apoyan sobre los métodos activos, que favorecen la creatividad y el descubrimiento permitiendo siempre la toma de conciencia de los principios de la acción situados en la base de la actividad lograda.

    La intervención del contexto no es olvidada; la Educación Física no se practica únicamente en el estadio o el gimnasio. El autor da un justo lugar a las actividades en la naturaleza. Esas prácticas portadoras de lo imprevisto se desarrollan en un medio cargado de incertidumbre informacional que se revela como un estímulo considerable para el compromiso físico. Ricas en sorpresas, ellas imponen obstáculos que obligan a buscar información y a tomar decisiones rápidamente.

    Ellas sumergen al niño en un universo diferente del entorno cotidiano que lo obligan a enfrentarse a obstáculos reales que desencadenan fuertes emociones. Esas prácticas motrices en la naturaleza hacen vivir al niño una verdadera aventura motriz, particularmente motivante y muy rica en recursos educativos.

    Este libro ofrece un vasto panorama que se apoya en conocimientos modernos brindados por las ciencias biológicas y las ciencias humanas; él autor se las ingenia para dejar de lado los esquemas antiguos. Prolongando sus análisis, invita a ir más lejos y a identificar con precisión la lógica interna de las situaciones motrices, de los juegos y de los deportes propuestos a los niños. Es una actitud de este tipo la que permitirá elegir con discernimiento las actividades físicas mas propicias para lograr los objetivos educativos elegidos por el docente.

    Esta obra de Raúl Gómez abre nuevas perspectivas. Ella rompe con los antiguos manuales de Educación Física que eran esencialmente descriptivos y técnicos; ella se desmarca también de las obras abusivamente centradas en los datos biológicos de la persona, que habían olvidado la importancia de las relaciones con los otros (la sociomotricidad) y las relaciones con el entorno exterior (las actividades en contacto con la naturaleza).

    La apertura ha sido hecha en favor de una orientación de la Educación Física entendida como una pedagogía de las conductas motrices. Esta concepción de la Educación Física, que busca el desarrollo de la personalidad global del niño basándose en los recursos de la acción motriz, representa sin ninguna duda el camino a seguir.

Nota:

1. N.del T.: en el texto original, "barres": juego tradicional francés con orígenes en el Medioevo, y que llegó a tener mucha difusión en los patios de las escuelas en el siglo XIX.

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revista digital · Año 9 · N° 62 | Buenos Aires, Julio 2003   © 1997-2003 Derechos reservados