La investigación de la cultura física de las civilizaciones antiguas: reflexiones y propuestas en una aproximación a la antigua civilización cretense |
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Profesora de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid |
Dra. María Eugenia Martínez Gorroño eugenia.martínez@uam.es (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 62 - Julio de 2003 |
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I. Introducción y reflexiones
El presente trabajo forma parte de una línea de investigación que pretende y propone una revisión histórica, desde las coordenadas y centros de interés de la actividad física, de las diferentes culturas y civilizaciones antiguas, en las que se estructuró y fue configurando la base del pensamiento y los valores de nuestra actual cultura occidental.
Varias veces, con anterioridad (Martínez Gorroño, 2001:848), he apuntado que el estudio de las culturas a través de los valores de lo corporal es aún una asignatura con grandes lagunas, a pesar de los significativos impulsos realizados en los últimos años en el ámbito universitario español.
Desde otras áreas, otros especialistas han investigado las diferentes sociedades a través de sus manifestaciones escritas o sus manifestaciones artísticas; dando lugar a "Historias de la Literatura" o "Historias del Arte". Desde una similar visión especializada, el estudio de las sociedades a través de las manifestaciones de su cultura física es aún una asignatura que debe suscitar importantes y profundas investigaciones, para aproximarse a los valores que en el ámbito de lo corporal desarrollaron muchas civilizaciones que han precedido a la nuestra.
Ahora, no obstante, nuestro interés se centra en las sociedades y culturas de la antigüedad, así como en cuestionar la perspectiva con la que en algunas ocasiones se ha realizado la aproximación a su estudio desde nuestra área. En efecto, muchas de las investigaciones especializadas, relativas a épocas precedentes, han sido orientadas como Historia del Deporte. Los estudios realizados se han llevado a cabo a través de códigos de interpretación que, desde nuestra actual perspectiva, pudieran corresponderse con manifestaciones "deportivas" de diferentes sociedades y culturas pasadas. Sin embargo, son cuestionables las premisas que condicionan la visión de múltiples manifestaciones físicas que, en gran parte de los casos, poco o nada tienen que ver con lo que entendemos por deporte en la actualidad.
En demasiadas ocasiones, a través del filtro condicionante de este término occidental y contemporáneo, "el deporte", se procede al "estudio" y análisis de manifestaciones de culto o lúdico-religiosas, etc. que quedan mediatizadas y desvirtuadas por los significados que los investigadores le confieren bajo las concepciones, premisas, valoraciones y condiciones de esta manifestación de nuestra cultura física: el deporte fruto de nuestra sociedad postindustrial.
Si bien hay aspectos condicionantes de nuestra perspectiva que quizás no sean del todo ineludibles, si parece imprescindible que el investigador intente enfrentar el enfoque e interpretación del pasado con una mente suficientemente abierta. Es fundamental el inicio de investigaciones sobre la antigüedad con un esfuerzo consciente por abstraerse de las limitaciones que impidan acercarse a las realidades y planteamientos diferentes de los actuales, a fin de conseguir el enriquecimiento de nuestras perspectivas, de por sí mediatizadas por nuestras premisas de tiempo, espacio y cultura.
Por estas razones, enfocar como Deporte, a priori las manifestaciones físicas de otras sociedades lejanas a nuestras realidades y obsesiones, nos parece un planteamiento reduccionista, que sin duda ha de condicionar de forma definitiva los hechos y circunstancias observados, y por supuesto, los resultados obtenidos a través de investigaciones que parten de premisas excesivamente constrictivas..
En las ocasiones en que escucho a autores prestigiados de nuestra área, como Vizuete Carrizosa, cuando "denuncian" a nivel teórico la usurpación y "fagocitación" que viene sufriendo la Educación Física por la corriente hegemónica que supone el Deporte, suelo reflexionar, desde la perspectiva de su Historia, cómo de forma casi inconsciente, se produce este mismo hecho. La preocupación por esta invasión desmesurada y empobrecedora en cuanto que el Deporte parece la única forma de actividad física que nuestra sociedad parece "querer ver", es un aspecto largamente señalado, que por ejemplo ya apuntaba Hebert en 1925.
Personalmente pensamos que esta corriente, socavada a su vez por intereses que le son ajenos, no sólo trastoca enormemente la práctica real de la actividad física actual, sino que igualmente está condicionando y empobreciendo la perspectiva de muchos estudios e investigaciones de los historiadores de la especialidad.
Así estamos asistiendo en algunos casos al estudio de la histórica del área, con el enfoque reduccionista de Historia del Deporte, pasando sin percibir la importancia que las diferentes culturas han otorgado al cuerpo, a su movimiento, a su educación, a las manifestaciones y actividades físicas, al valor y las premisas que para algunas civilizaciones suponía la cultura en torno al cuerpo, etc. Bajo la perspectiva limitadora de los aspectos catárticos, compensatorios y hedonistas que motivan las manifestaciones deportivas de nuestras sociedades, (sin duda enormemente motivadoras de reflexiones contemporáneas) no podemos percibir las posibilidades, potencialidades y otras múltiples funciones que pudo cumplir la actividad física bajo concepciones diferentes y necesidades distintas. Por todo ello, nos parece imprescindible emprender estudios profundos y revisiones históricas desde los valores de lo corporal y de la actividad física de culturas y sociedades pasadas, algunas de ellas clave en el devenir de occidente. Estas revisiones deben llenar lagunas y enriquecer las visiones y contenidos de la Historia de la Educación Física, como una especie de deuda pendiente con el área y desde la visión amplia y generosa que ella a priori ofrece.
Bajo las mismas premisas, inquietudes y motivaciones, ya propuse la necesidad de una relectura histórica desde los valores de lo corporal y de la actividad física (Martínez Gorroño, 2001:856) en otros foros, pues no sólo parece necesaria en una búsqueda de la "dignidad intelectual" (Laín Entralgo, 1970:92), sino por la toma de conciencia de que la propia racionalidad de la era postindustrial está condicionando nuestra visión de la realidad con respecto a la disciplina y a las prácticas sociales que se generan en torno a la actividad física y al cuerpo.
El fruto de esta visión histórica más amplia producirá, no sólo un enriquecimiento del contenido de la cultura física de sociedades pasadas, en donde se formaron las bases de nuestros fundamentos culturales, sino que nos ayudará a superar las potenciadas paranoias que desde nuestro entorno se nos imponen, limitadoras siempre, acaso inconscientes, y sin duda empobrecedoras de nuestra visión de la realidad que nos circunda. Las perspectivas limitantes, casi siempre generadas por los intereses estrechos de nuestra sociedad de consumo, atentan seriamente contra nuestra libertad investigadora y de pensamiento. Sobre todo, y más especialmente si cabe, cuando personalmente admitimos, algunas reflexiones que han planteado compañeros del área, como Hernández Alvarez, quien escribe: "como individuos aislados carecemos con cierta frecuencia de una conciencia histórica de nuestra profesión y nuestra disciplina" (1996:54), circunstancia que por otra parte condiciona la realidad actual de la Historia de la Educación Física. Como consecuencia, y parafraseando a Vizuete Carrizosa: "El desconocimiento no sólo de la tradición histórica y científica; sino de la propia teleología del trabajo que se ha de llevar a cabo establecen el general olvido de una base teórica y de fundamentos que justifique el hacer del docente en educación física" (1994:344).
Como ejemplo y propuesta práctica de la revisión histórica que propongo y planteo en los párrafos anteriores, ofrezco una muestra de mi trabajo de investigación en torno a los valores corporales que me pareció observar tras mi acercamiento al estudio de la cultura física que desarrolló la antigua y original civilización Cretense que floreció entre 2.800 y 1450 a.C.(1.100).
II. La civilización cretenseAntes de II milenio y con anterioridad al comienzo de la historia del pueblo griego, se desarrolló en Creta y en algunas otras islas del Egeo, una cultura de primer orden que ha sido estudiada como predecesora de la griega o como griega primitiva. Pero cuando se fecha la aparición del primer pueblo que habló griego, en torno al 1.700 a.C., ya existía una avanzada civilización en los palacios de Creta, mientras que contemporáneos del continente debían vivir en tiendas o en chozas de madera (VV.AA. 1992:30); y por ejemplo, las manifestaciones artísticas cretenses, ya ofrecían una evolución cuyo nivel no se alcanzará en la Grecia continental, sino cinco siglos después, "de hecho, tiene muchas cualidades de lo que llamamos el arte clásico de 500 años más tarde". (VV.AA., 1992: 34).
El florecimiento de la civilización de los palacios de Creta se ha fechado entre el 2.100 y 1.100 a.C. La problemática para su fijación temporal es importante. Los restos de su escritura apenas ofrecen datos relativos a asuntos administrativos. Los especialistas se debaten en discusiones de probables fechas utilizando referentes externos y las conjeturas potenciadas por la interpretación exclusiva a partir de restos arqueológicos. A efectos de nuestra investigación, situamos la Historia de la civilización cretense propiamente dicha entre el 2.800 y el 1.400 - 1.300 a.C. (1.100 según otros autores) fecha en la que por la invasión de los aqueos peloponésicos perdió sus rasgos distintivos y originales al fundirse con la historia primitiva griega.
1. Características y valores relativos a lo corporal y la cultura física de los antiguos cretensesLas fuentes para interpretar la cultura cretense, provienen exclusivamente de sus restos arqueológicos: sus construcciones, pinturas, cerámica, representaciones artísticas, utensilios, orfebrería...Ello es consecuencia de no haber sido posible aún descifrar la escritura que esta civilización desarrolló y utilizó a partir de 1.900 a. C. (1700 a. C. según otros autores) denominada "lineal A", en la que se ha querido ver la influencia egipcia en pictogramas y jeroglíficos.
Pasamos pues a analizar los datos que su arquitectura aporta sobre su escala de valores relativa a lo corporal y las actividades físicas que desarrollaron. Sus construcciones parecen evidenciar la honradez y el carácter pacífico de los cretenses. Sus ciudades, centros administrativos y religiosos no fueron protegidos por ninguna clase de fortificaciones. Sus tumbas no contienen material bélico ni utensilios alusivos a la agresión o la defensa que puedan deducir la existencia de un grupo social preparado y adiestrado para la guerra. Los aspectos que puedan hacer deducir el uso de la fuerza física o el valor de la misma dentro de la estructura social, sólo aparecieron tras la invasión micénica. No están antes presentes en los valores corporales de la cultura propiamente cretense.
Esta originalidad es un distintivo clave fuera de lo común en las civilizaciones antiguas, que ha causado impacto entre muchos historiadores:
"Del estudio del material hallado y sobre todo de las impresionantes pinturas de sus muros, pueden deducirse dos importantes consecuencias. La primera de ellas es la ausencia total de representaciones bélicas y alusiones a los temas de fuerza o de conquista, que fueron tan habituales en el arte de todos los pueblos de la antigüedad". "Todo en la vida cretense habla de una vida fácil y elegante, refinada y culta, de la cual está ausente toda traza de rudeza masculina...Estas trazas de opulencia y prosperidad nos revelan el segundo aspecto de la vida cretense: su carácter comercial y pacífico".(Ballesteros-Alborg, 1973:86).
Dentro del ámbito de nuestra área, el americano Richard Mandell también ha observado la misma circunstancia y describe así su sorpresa al respecto:
"Al revés que los pueblos tradicionalmente comerciantes, los cretenses eran honrados y de fiar, por lo que sus centros administrativos y religiosos no necesitaban ser protegidos con ninguna clase de fortificaciones y sus tumbas no contienen ni restos de carros de combate, ni armas ni armaduras. Es posible que los minoenses considerasen que sus navíos y sus marineros bastaban para protegerles de piratas e invasores". (Mandell, 1986:27)
En la interpretación sobre su "pacifismo", Mandell va más allá, y entiende un rechazo hacia el uso de la fuerza y la violencia. "El fin de la civilización cretense hacia el 1.380 a.C. se debe a la renuncia de los propios cretenses al uso de la fuerza para oponerse a las agresiones de sus feroces e implacables enemigos: los micenos (aqueos) de la Grecia continental" (Ibídem). Ésta deducción de Mandell nos parece lógica, tras el análisis de las premisas y manifestaciones de esta original civilización. Podemos elucubrar la hipótesis "religiosa" o consciente de un rechazo cultural hacia la agresividad y la violencia como premisa de su estructura y organización cultural. En este punto nos parece significativa la representación de ciertas posturas corporales por parte del arte cretense, en las que especialistas de la arqueología cretense, como Vassilakis (s/f: 122) han visto un carácter de adoración sacralizado. El cuerpo representado en la Figura número 1 en la que observamos una "flexibilidad" extrema, nos parece un paralelismo de un gesto corporal que está en perfecta consonancia con la oposición de esta sociedad hacia el uso de la violencia. Para nosotros se nos muestra como un gesto de flexibilidad y adaptación sacralizado por una cultura que otorga un gran valor a la capacidad de ser flexible y adaptable. Nos parece como si se mostrara la flexibilidad como signo externo de la adaptación y la tolerancia, contraria a las rigideces y dogmatismos y ¿quizás por ello sacralizada?
Los cretenses de la antigüedad conocían organizaciones sociales y culturas urbanas avanzadas preparadas para la defensa. Su contacto a través del comercio lo evidencia. Sin embargo no imitaron sus formas y sistemas, aún contando con capacidad económica para hacerlo. No usaron la fuerza ni la preparación de ejércitos para la defensa, ni siquiera frente a la patente y clara invasión aquea que se les superpuso, procedente de los territorios griegos continentales por parte de unos "extranjeros" cuyo nivel cultural en aquel momento era claramente muy inferior al que ellos entonces disfrutaban.
La vida palaciega cretense disfrutaba de múltiples objetos de lujo, de variedades de gemas, excelente bronce, elaborada terracota, sofisticada y fina cerámica, pequeñas esculturas, imaginativas pinturas murales... El resultado y la alta calidad de la labor de sus artesanos con el oro, la plata, el vidrio y el lapizlázuli podían equipararse en calidad a todo lo mejor y más evolucionado que se producía en el mundo. Algunos análisis comparativos contemporáneos que contrastan civilizaciones antiguas, distantes y desconexas durante el momento de su desarrollo y evolución, han permitido llegar a tales conclusiones y han afirmado con respecto al trabajo de los artesanos cretenses que "solo en el trabajo del bronce, los chinos, en el otro extremo del mundo poseían la supremacía (VV.AA., 1992:34).
El conocimiento y conexión de los cretenses con la realidad "internacional" e "intelectual" de su momento puede ser constatado por ejemplo como el hecho de que fuera encontrado entre sus restos arqueológicos un tablero para juegos que contiene incrustaciones de marfil y lapislázuli. Éste último sólo podía proceder de las minas de Faizabad, en Afganistán y el marfil del norte de Africa.
Con toda seguridad fue el esplendor de los palacios cretenses lo que atrajo y acaso civilizó a los micénicos del continente.
Numerosos han sido los especialistas en Historia de la antigüedad que se han interrogado sobre los aspectos diferenciadores de la civilización cretense. El Dr. M.I. Finley, de la Universidad de Cambridge, reflexionaba en estos términos:
"Queda el extrañísimo carácter abierto de los palacios cretenses, ninguno de los cuales es en rigor una ciudadela, sino que constituyen amplios complejos "civiles", sin fortificar. Todo visitante se asombra del contraste que ofrecen con las fortalezas peninsulares como Micenas y Tirinto. Con todo lo frecuentemente que se haya propuesto, la talasocracia minoica no es la explicación... ¿No fue nunca necesaria la represión o la protección interna? Por todas partes predomina en Creta una tónica pacífica... Hasta en las tumbas son raros estos objetos; sólo tras la ocupación por parte de los hablantes de griego procedentes de la península puede hablarse en rigor de tumbas de guerreros". (Cassin, Bottero, Vercoutter, 1980:280)
Las actividades físicas y los valores corporales que parecen cultivarse en esta sociedad están en consonancia con todo el "aspecto pacífico". No hay rasgos del desarrollo de la fuerza, ni la violencia. Los cuerpos que pintan los artistas, si bien reflejan unas complexiones bien desarrolladas, no implican estudios anatómicos donde la fuerza muscular esté resaltada. Ningún cuerpo cretense transmite agresividad ni violencia ni parece haber tenido necesidad de desarrollar la fuerza agresiva y la resistencia.
Las grandes riquezas acumuladas por los cretenses como fruto de su activo comercio hicieron posible la construcción de enormes palacios, que se encuentran en las distintas islas en las que floreció esta civilización: Knosos, Faistos y Mallia, Hagia Triada, Kato-Zakro, Khaniá (Canea); además de muchos otros palacios menores. "De su grandiosidad puede darnos idea el que alguna de las escaleras de Knosos, de amplios y bajos peldaños, rebasan los veinte metros de anchura, amplitud casi nunca alcanzada en el mundo entero". (Ballesteros-Alborg, 1973:85)
Alrededor de aquellos grandes templos-palacios se agrupaba la ciudad, formada por casas de varios pisos. Sus restos atestiguan una búsqueda asombrosa del bienestar en lo que concierne a todo lo corporal, la limpieza, el agua y las comodidades. Hasta el salón del trono de Knosos tiene un estanque de agua que ha sido interpretado como "de agua lustral" (Petit, 1991:60).
Los palacios eran centros político-religiosos que constaban, por lo común, de un gran patio central, rodeado de incontable número de habitaciones construidas sin obedecer a formas simétricas y sin que se conozcan los motivos de su distribución, quizás debidas a ampliaciones no diseñadas en su origen y que llevaron a los griegos continentales a su calificación de laberínticos. .
En el gran patio central de los palacios se celebraban "fiestas" y diferentes actividades recreativo-religiosas. Los jóvenes protagonistas de ellas llevaban a cabo espectaculares manifestaciones corporales en torno al toro, en las que realizaban saltos, ejercicios que implicaban movimientos "acrobáticos" y de agilidad. Estas manifestaciones físico-corporales quizás lúdico-religiosas, formaron parte muy importante de esta cultura cretense y se encontraban integradas totalmente en la vida de sus habitantes, ya que era al menos uno de los objetos que motivaba la construcción central del "edificio" más importante cualitativa y cuantitativamente hablando de toda su arquitectura.
Por tanto, el enorme patio central de los palacios habría tenido un singular protagonismo en las actividades físicas de los cretenses. Este aspecto hace reflexionar a Rodríguez López (2000:26) sobre que: "Difícilmente encontramos en la antigüedad y en la actualidad una instalación destinada a la actividad física más monumental y tan integrada socialmente".
Con frecuencia, las formas, circunstancias y valor de la actividad física de las culturas antiguas, como muchos otros aspectos de su realidad cotidiana deben ser supuestas o deducidas por los investigadores; pero en el caso cretense, las conjeturas se acentúan aún más.
La mujer tomaba parte junto con el hombre en las fiestas o juegos taurinos, algunos tan peligrosos como los saltos de toro, juego que parece que consistía en saltar a la carrera sobre uno de estos animales, pasando entre los cuernos y dejándose caer sobre su lomo. Las tres fases del salto parecen estar representadas en uno de los más famosos frescos encontrados en las ruinas del Palacio de Knosos, mundialmente conocido, en el que la "saltadora" es precisamente una estilizada mujer. (Figura nº 2)
La descripción e interpretación de los ejercicios y acrobacias que eran realizadas en las fiestas taurinas han sido objeto de múltiples conjeturas. Varios son los que parecen concluir que probablemente existieron diferentes tipos de tauromaquias. Hay representaciones de saltos con o sin pértiga, de capturas de toro a lazo, o parada y derribo de otro animal que es agarrado por los cuernos.
El arqueólogo británico bajo cuyos auspicios se iniciaron las excavaciones del Palacio de Knosos, Arthur Evans, fue el primero en dar una explicación sobre la forma en que se ejecutaba el salto, y sobre su descripción escribe Rodríguez López (2000:25): "el joven cogería los cuernos en la embestida y voltearía por encima del toro, sin apoyarse en su lomo, cayendo de pie a uno de los lados. Otros piensan que estas formas serían excesivamente peligrosas e irrealizables en la práctica, proponiendo alternativas como salto lateral, salto sin tocar el toro y con la ayuda de trampolín, etc."
En resumen, la cultura física de la antigua civilización cretense se desarrolló de forma intensa con múltiples manifestaciones coreográficas en donde estaban muy presentes las arriesgadas acrobacias que no parece que implicasen la muerte del toro. Sin embargo, de una representación en la que aparece una figura entre los cuernos del toro, autores con Carl Diem han deducido que los participantes podían resultar corneados. Sobre ello Diem elucubra: "seguramente se trata de un sacrificio ofertorio; quien no puede realizar el salto, tiene simbólicamente perdida su vida, mientras que el triunfante queda librado. Tal vez vive en el fondo la antigua leyenda del Minotauro, que exigía y recibía sacrificios humanos" (Diem, 1966:117).
Estas actividades físicas en torno al toro, están insistentemente representadas en las decoraciones artísticas cretenses. Diem afirma que pueden cuantificarse unas doscientas. Estas representaciones en pinturas, cerámicas, orfebrería, etc., han sido objeto de las conjeturas más variadas, tanto en la interpretación de los ejercicios que en ellas figuran, como en el objeto de las mismas y la condición de los que las llevaban a cabo.
Un fresco de Knosos representa esquemáticamente público anónimo en torno a la arena por lo que se afirma que estas actividades físicas en torno al toro tenían carácter público y multitudinario.
Sobre la motivación o sentido espiritual de estos juegos, ejercicios y acrobacias "taurinas", se han planteado múltiples hipótesis, difícilmente comprobables por la carencia de información escrita, ya citada. Las diferentes teorías e interpretaciones podemos clasificarlas en dos grandes grupos: planteamientos religiosos y profanos.
Los primeros afirman que estos juegos partieron de la evolución de las prácticas realizadas por la costumbre de cazar toros salvajes, con la finalidad de domesticarlos o de utilizarlos en sacrificios rituales. "Se admite como posible una evolución desde los orígenes profanos a posteriores motivos religiosos" (Rodríguez López, 2000:25). Este planteamiento se fundamenta en algunas representaciones de su orfebrería, entre ellas una realizada sobre unos vasos de oro hallados en Vafio en los que aparece la captura de toros en pleno campo, con cuerdas y redes. También existe en una caja de marfil una representación de un salto mortal realizado agarrándose a las astas del animal, también en un ambiente de cacería campestre.
Otros argumentos han querido ver en estos "juegos taurinos" un simbolismo religioso o un sentido de ritos mágicos, interpretando que el toro posiblemente tendría cierto carácter sagrado para los cretenses y conferiría el vigor generativo o reproductivo, que comunicaría con su contacto a los participantes en estas actividades físicas y quizás especialmente a las mujeres. Vassilakis califica a estas actividades como juegos de tauromaquia y los define como "deportes" acrobáticos realizados saltando el toro o por debajo de él que tenían un carácter iniciático (s/f: 246)
Otros autores identifican estos juegos taurinos con rituales de fertilidad, celebrados en fiestas de la primavera. Ello ha sido deducido y relacionado a partir de la abundancia de vasos rituales en forma de toro o de cabeza de toro, que se explicaría por su utilización en los rituales y ceremonias, relacionados con la connotación sagrada y religiosa que esta cultura debió desarrollar en torno al toro.
Por otra parte también se mantiene la incógnita de saber la condición social de los protagonistas ejecutantes de estos "juegos y acrobacias taurinas", aunque de forma generalizada parece haber una inclinación por suponer que pertenecían a un cuerpo sacerdotal o ser jóvenes de la nobleza.
2. El cuerpo, sus valores, su cuidado y su desarrollo: objetivos importantes en la sociedad cretenseToda la información que puede extraerse de las fuentes para el estudio de la sociedad cretense nos confirma el alto valor que esta cultura otorgaba al cuerpo, a su desarrollo y sus valores. Se observa en todos los restos de sus construcciones, una gran preocupación por atender las necesidades corporales, por el cuidado del cuerpo, por su limpieza. Así todos estos aspectos fueron el motivo para que los cretenses desarrollaran avances constructivos como gabinetes de aseo con desagües muy bien canalizados; comodidades y estrategias constructivas para el bienestar corporal, como el alcantarillado y las instalaciones sanitarias, la iluminación y la ventilación. Estas circunstancias desde nuestra actual visión pueden quizás no alcanzar la significación que merecen, sino reflexionamos en cuanto que estos sofisticados y refinados logros constructivos tuvieron lugar en torno a los siglos XIX y XVIII antes de Cristo.
Otros muchos aspectos nos hablan de que la cultura cretense tenía en el cuerpo un importante centro de interés y de que se ocupaba cotidianamente de su cuidado, salud y desarrollo. Así, entre los diferentes oficios que esta sociedad había desarrollado, se contaba con mujeres que atendían los baños y así como con fabricantes de ungüentos destinados a la estética o quizás a los rituales en los que la atención al cuerpo y su aspecto tenía un especial valor.
La vida cretense era lo bastante lujosa como para que existieran orfebres que realizaban numerosísimas joyas y utensilios sofisticados, de una delicada sensibilidad, destinados al adorno corporal. La gran cantidad de joyas así como su calidad y los atuendos que las damas parecían lucir junto a ellas reflejan un lujo refinado en torno a la estética del cuerpo y una coquetería basada especialmente en el realce de los atributos corporales. Todo ello y ante la contemplación de las figuras corporales representadas en su arte con todos estos componentes, se muestran a nuestros ojos con un refinamiento y sofisticación que nos parecen increíblemente cercanos a las civilizaciones más modernas de occidente (ver Figura 3). Su orfebrería, su cerámica y múltiples aspectos que se derivan del estudio de sus objetos cotidianos arrojan un cuidado interés por la estética corporal y un gusto especial por resaltar sus atributos y valores. El disfrute a través de lo corporal es un aspecto que resalta de forma especial en esta civilización, objetivo de múltiples de sus construcciones, motivo de sus pinturas, de sus estatuillas, de su orfebrería.
Las necesidades primarias de esta sociedad estaban por lo general cubiertas sin el uso de la fuerza. El pan, el aceite y el vino eran bienes habituales. Sabemos de su cría de ovejas y cabras y de su consumo de queso.
Las pinturas al fresco que adornaron los corredores de sus palacios y habitaciones han ofrecido información de sus actividades físico-festivas. Abundan las figuras humanas de ambos sexos en desfiles y fiestas taurinas. Elegantes príncipes y damas vestidas con los más elegantes y ricos atavíos. Sus estatuillas y esculturas representan mujeres vestidas con ricas faldas de amplios y numerosos volantes, chaquetilla "torera" corta y ceñida que deja desnudos los senos (Ver figura 4). Sus representaciones femeninas son por lo general en conjunto, de gran atrevimiento y refinada coquetería que trasluce, como ya hemos apuntado con anterioridad, un gusto estético por resaltar las características y atributos corporales.
En sus pinturas se observa, como ya se ha citado, una ausencia total de representaciones bélicas y alusiones a temas de fuerza o de conquista, tan habituales en otros pueblos de la antigüedad. La actividad física realizada en la sociedad cretense debía estar únicamente relacionada con el ocio o con los ritos religiosos.
Con respecto al valor de lo corporal hay una confluencia y corroboración de todos los datos que podemos extraer a través de sus construcciones, sus pinturas, sus esculturas, su orfebrería...Así podemos afirmar que los valores físicos relativos al cultivo de la fuerza y la resistencia corporal no formaron parte de sus centros de interés. No se observa la existencia de una clase social que cultivase una actividad física en su función anatómico-funcional para uso en la defensa o en la conquista. Su estructura social no parece necesitar el uso de la fuerza ni la violencia, no parece tener ni necesitar una clase militar, que no está presente ni en sus tumbas ni en sus representaciones. El desarrollo de la fuerza corporal no estuvo presente ni valorado, ni formó parte de los intereses corporales que motivaron su cultura física (sus actividades físicas).
Así, cuando el cuerpo del hombre es representado no se acentúan los rasgos de dureza, de agresividad o fortaleza violenta o atemorizante; rasgo muy frecuente en muchas otras culturas entre el tercer y segundo milenio antes de Cristo. En la representación de las figuras humanas hay un equilibrio de proporciones que trasmite una sociedad con los valores de lo corporal bien presentes y con una cultura física desarrollada e importante; pero su escala de valores está más relacionada con la estética, la agilidad y el movimiento que con la fuerza y el desarrollo de la resistencia.
Coincidiendo con nosotros en los mismos aspectos, Petit expresa en estos términos los aspectos que observa del análisis de los cuerpos representados por los artistas cretenses:
"Los individuos son de baja estatura, lampiños, de talle muy fino y de una gran ligereza, lo que les predispone a los deportes de agilidad. Las mujeres cuyo vestido complicado y de líneas modernas, de corpiño escotado, y falta de volantes, afina aún más su talle, son coquetas y van cubiertas de joyas; con los senos descubiertos aparecen sólo en las estatuillas votivas y ello debe tener un valor religioso". (Petit, 1991:59)
La cerámica y las múltiples piezas de orfebrería de esta avanzada civilización, algunas de las cuales reflejan un alto grado de evolución cultural, contienen decoraciones en relieve que reproducen escenas de juegos de toros, conseguidas con un vigor y expresión inimitables. En gran número de piezas, a veces de reducido tamaño y sofisticación, se puede observar el interés que la civilización cretense mostró por el vigor no agresivo, el desarrollo corporal no violento y la habilidad en el movimiento.
3. Otras actividades físicas realizadas por los cretensesAdemás de los juegos taurinos el arte cretense ofrece información amplia de otras actividades físicas presentes en la vida de esta singular cultura. Hay múltiples representaciones que nos llevan a afirmar la práctica de danzas por parte de los cretenses. Las representaciones que de ella se han encontrado en sus objetos de arte y orfebrería nos llevan a suponer que de forma casi exclusiva debía realizarse por las mujeres y su carácter debía ser ceremonial y religioso. Entre sus testimonios, podemos citar una pintura de Knosos en la que la danza se realiza en un campo de olivos y ante espectadores. Llama nuestra atención por su belleza la representación de una danza calificada como "cúltica sagrada" por Vassilakis (S/f: 117) que puede verse en el Museo de Herakleion en una sortija de oro que representa cuatro mujeres que danzan con los brazos extendidos, en un ambiente campestre y que llevan unas largas faldas con múltiples volantes y adornos (figura 5). Una pequeña escultura de terracota procedente de una tumba de Kamilari representa otra danza en la que cuatro figuras cogidas por los brazos danzan en círculo que se ha relacionado con el culto a los muertos, aunque ya datada en la época postpalatina (1450-1.100 a.C.) (Vassilakis: 106).
En el repertorio de representaciones de actividades físicas en las pinturas se extienden desde los citados juegos acrobáticos a escenas de caza de animales salvajes y aves así como escenas de pesca.
Mandell (1986:29) señala la existencia entre los cretenses de "ciertos tipos de danzas probablemente de carácter competitivo", así como la práctica de un boxeo poco agresivo, que fundamenta en la pintura al fresco encontrada en Thera, (Figura 6), sin apuntar o hacer deducción alguna en cuanto a la función que podían desempeñar esas actividades en el conjunto de la cultura.
Los autores más tradicionales de la Historia del Deporte aceptan la existencia de un pugilato cretense, que tanto Mandell como Diem, y más modernamente en nuestro país, Rodríguez López, califican de "deporte". Como prueba de su práctica se hace alusión como única fuente, al ya citado y famoso fresco encontrado en Thera, en la isla volcánica de Santorín. En él se ha querido ver tradicionalmente representados a dos niños "pugilistas", afirmando que lo que llevan puesto en uno de sus brazos es un guante de boxeo. Se ha interpretado que ello era debido a que sólo podían golpear reglamentariamente con uno de los brazos, mientras que el otro servía para esquivar los golpes. Los chicos no llevan ni casco ni ninguna prenda que proteja ninguna parte de su cuerpo, por lo que claramente no parece que el "enfrentamiento" pudiera causarles la más mínima lesión, ya que la única indumentaria representada sobre sus cuerpos es un ancho cinturón.
Hasta ahora nadie ha mencionado que este juego o actividad en la que se enfrentan dos participantes, puede estar igualmente representado y tener relación directa con la misma actividad que se representa en otra serie de siluetas en actitud semejante pertenecientes a la "edad oscura" (VV.AA. 1992:49) (Figura 7)
Personalmente la interpretación como "boxeo" del confrontamiento representado en Thera, nos parece una suposición que por sus connotaciones agresivas está en poca consonancia con la realidad cretense. La observación de la representación del "juego" de estos niños no evidencia ningún tipo de agresividad, ni violencia, ni de uso de fuerza en el hipotético combate que mantienen. Ver en ello "boxeo" nos parece una suposición que está en consonancia con unas premisas excesivamente marcadas por nuestra civilización contemporánea. Podríamos aceptar el término "boxeo", tan solo por la falta de otra palabra actual que sirva para designar un juego entre dos, frente a frente, que no implica el menor uso de violencia, para el que sus participantes no precisan la menor protección, ni reflejan la más mínima agresividad en su realización. Quizás habría que analizar el fresco de Thera en conjunto con las figuras ya citadas de la designada como "edad oscura" (VV.AA., 1992:49). Pero es significativo que el fresco de Thera sea la única representación que se encuentra de este "deporte" cretense en los restos que arroja su arqueología
Para los autores ya citados confirma la práctica del pugilato entre los cretenses la existencia de otra representación que de él se ha encontrado en una jarra de esteatita conocida como "el ritón de Aghia Triada", en el se ha querido ver a boxeadores. Sin embargo, esta representación se encuentra sobre un objeto cuya datación no confirma, desde nuestro punto de vista, la práctica del boxeo entre los cretenses, ya que corresponde al periodo calificado por Vassilakis como postpalatino (1.450-1.100 a.C.) que se inicia después de la destrucción de los llamados "segundos palacios". Esta destrucción de la mayor parte de las grandes construcciones cretenses se ha relacionado con "un acto de hostilidad" proveniente del continente. Y así, este periodo evidencia en el arte, en las representaciones y en los cambios culturales ya la presencia micénica. Por tanto, la representación de las actividades de combate que se pueden ver en este ritón se debe, desde nuestro punto de vista, sin duda a la influencia en aquella cultura de costumbres y formas debidas a necesidades y hábitos diferentes a los originariamente cretenses y provenientes de los griegos continentales. La escena representada en este ritón no supondría una excepción cretense que hable de actividades físicas relacionadas con la agresividad, la violencia y las penalidades físicas ya que su datación y circunstancias son consecuencia de la presencia micénica, donde los valores y premisas originales cretenses ya habían o estaban siendo trastocados por los valores foráneos de los invasores hablantes de lengua griega y procedentes de la Grecia continental. Por tanto esta segunda fuente que representa boxeo o lucha, ya no es una base que aporte información sobre las actividades físicas que realizaban los antiguos cretenses.
ConclusionesPodemos extraer las siguientes reflexiones y conclusiones con respecto la cultura física y las actividades lúdico-deportivo-religiosas que se desarrollaron en la civilización cretense:
Al ser una cultura que cubría sus necesidades a través del comercio y la navegación, no precisó de usar las actividades físicas para potenciar y desarrollar el cultivo de la fuerza, la agresividad o la violencia corporal. En consecuencia, estos aspectos físicos no fueron objeto de desarrollo ni de interés de esta cultura ni para defender su tierra o sus posesiones.
La actividad física se fundamentó en aspectos lúdicos, deportivos o religiosos que implicaban agilidad, velocidad, movimiento, acrobacia y no tanto fuerza y resistencia para adaptarse al medio, dominarlo o defenderlo.
Fue objeto central de esta civilización el desarrollo de una cultura en torno al cuerpo a su desarrollo y bienestar y al disfrute del mismo. Los valores estéticos y de armonía corporal parecen primar sobre el desarrollo de la fuerza o la resistencia. Todas las representaciones humanas realizadas por los artistas cretenses son figuras de individuos de talle muy fino y de una gran ligereza, en los que parecen haberse desarrollado las cualidades corporales relacionadas con la flexibilidad, la agilidad y el vigor en el movimiento.
Los cuerpos esbeltos y talles ajustados, así como la proporción de sus miembros, nos hablan de un trabajo corporal relacionado principalmente con la agilidad y el movimiento, el control corporal a través de ejercicios en los que son útiles las resoluciones de cuerpos vigorosos que se mueven con velocidad controlada y ligereza.
El arte cretense representa una sociedad culta y exquisita que aprecia y cultiva los valores corporales que están tan integrados en la sociedad y la cultura, como para ser tenidos en cuenta y ser objeto central en sus construcciones y en sus ciudades y motivar oficios y especialidades.
La cultura cretense parece fruto de una clase dirigente que tiene cubiertas las necesidades primarias y el dominio de la tierra sin hacer uso de la fuerza bruta, por ello la fortaleza corporal no parece suponer un valor social. Por el contrario si parece serlo el cultivo de la estética corporal, la agilidad de los miembros y el movimiento coordinado, ágil y veloz que precisó de una educación refinada y ¿más integral?
Aprovechando esta circunstancia queremos permitirnos una última reflexión en torno a esta cultura con conclusiones gratuitas y pretensiones constructivas. Tal vez la flexibilidad corporal que fluye de los cuerpos cretenses pueda explicar no sólo el implícito cultivo de esta civilización por la agilidad corporal. En todo ello, y en la confluencia de los varios aspectos mencionados, nos parece encontrar un cultivo paralelo de una sociedad que potenció los caracteres ágiles y flexibles ante el deseo de crear una sociedad tolerante, flexible y adaptable, que se oponía conscientemente a las rigideces, a los dogmas impuestos y a las imposiciones violentas e inflexibles. Quizás la historia de esta sociedad cretense pueda así mismo ofrecernos la gran aportación y el gran mensaje de una sociedad que fue capaz de vivir en paz y cultivar la flexibilidad en un sentido amplio. En ella podemos observar el éxito y el florecimiento, durante casi un milenio de una sociedad que no necesitó el uso de la fuerza corporal, la agresividad y la violencia para vivir y que como toda construcción humana se extinguió, como otras muchas culturas que le fueron contemporáneas. Hemos podido saber además, que los recursos violentos si les eran conocidos, por su trato frecuente con otras civilizaciones y, sin embargo parece que desdeñaron. Ahora que parece precisarse más que nunca, podríamos elucubrar nosotros que la flexibilidad y agilidad del cuerpo y el carácter, nos hablan de flexibilidad social y tolerancia, como éxitos de convivencia pacífica.
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revista
digital · Año 9 · N° 62 | Buenos Aires, Julio 2003 |