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Cruzando la Cordillera de los Andes en bicicleta por
uno de sus pasos más altos: el Paso de San Francisco

   
Roberto Zimmer de Godoy
beto@service.com.br
Emilio Strassleurger
emilio@plug-in.com.br
(Brasil)
 
 
Andrés Esper
andresesper@yahoo.com
(Argentina)
Francisco Niell
batiniell@aol.com
 

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 61 - Junio de 2003

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Un alto en el camino antes de llegar al puesto de Gendarmería Las Grutas (Argentina). De izq. a der.: Andrés, Batata, Emilio y Roberto.

    Esta es una historia de viaje de cuatro personas a las cuales las une una misma pasión: la bicicleta. Y con ella, el deseo de andar, recorrer lugares, conocer gente que habita pequeños poblados o que intenta hacer su vida en lugares donde no la hay. En fin, esta es una historia como tantas de cuatro aventureros que tomaron sus bicicletas con sus alforjas cargadas de provisiones e ilusiones. Es una historia más de lucha contra la dureza de la naturaleza, a la cual no siempre se logra vencer.

    Hace 7 años, Emilio había viajado junto a su amigo Daniel a la Argentina para hacer un viaje en bicicleta desde San Martín de los Andes a Ushuaia. Andrés viajaba solo desde Junín de los Andes hasta el Bolsón. En una estación de servicios de San Martín los tres se conocieron por casualidad al cargar agua. Siguieron viaje juntos durante tres o cuatro días y se intercambiaron las direcciones.

    Cuatro años más tarde, Emilio y Andrés realizaron un doble cruce a la cordillera de los Andes. Uno de ellos, el Paso de Aguas Negras, a 4.800 m.s.n.m.

    Emilio y Roberto habían hecho dos ascensos juntos al Aconcagua y a la Cordillera Blanca (Perú).

    Batata realizó varios viajes en bici por el sur de la Argentina e hizo trekking por glaciares y montañas.

    Este viaje tiene como particularidad que el grupo estaba compuesto por dos brasileños (Emilio y Roberto) y por dos argentinos (Andrés y Batata) y que no nos conocíamos todos entre sí. Nuestro primer contacto entre algunos de nosotros fue durante el mismo viaje. Sin embargo, logramos armonizar perfectamente y poder hacer una buena travesía.

    En esta nota les contaremos nuestra experiencia y les daremos datos del recorrido que les servirán si intentan hacer el mismo viaje.


Llegada a Fiambalá (Catamarca - Argentina)

    La llegada a Fiambalá significó un largo viaje desde La Plata de más de un día de duración. Este viaje fue muy accidentado desde el principio por la rotura del primer colectivo que tomamos y que retrasó nuestro arribo a Catamarca en 6 horas. Además, tuvimos que tomar otros dos colectivos. El inicio de las vacaciones y la gran cantidad de trasbordos nos complicaba cargar nuestro equipaje cada vez, y como resultado de esto, una de las bolsas de dormir, la de Andrés, se extravió en algún lugar. Esto fue un gran problema. Afortunadamente Jonson Reynoso, un guía de montaña de Fiambalá al que conocíamos únicamente de nombre, nos prestó una bolsa de alta montaña que le enviaríamos por correo una vez terminado el viaje.


Camino a Cortaderas desde Fiambalá. Roberto (amarillo), Batata (rojo y negro) y Emilio (verde)


Primer día

    Nuestro primer día de viaje se complicó por el problema de la bolsa de dormir que retrasó nuestra salida hasta las 10:25 horas. Por lo tanto tuvimos que soportar un intenso calor que nos obligó más de una vez a detenernos para mojarnos en un río que corre al lado del camino.

    El camino no es duro, el ascenso es paulatino, pero el calor a partir del mediodía es sofocante. Nuestro deseo era llegar al puesto de gendarmería de Cortaderas, pero el cansancio del viaje en colectivo, las pocas horas de sueño, la preocupación por el extravío de la bolsa de dormir, y las altas temperaturas nos llevaron a tomar la decisión de detenernos a las 17:00 horas luego de haber recorrido 48 km y acampar allí. Nos faltaban 50 km para llegar a Gendarmería y nos encontrábamos a 2.845 m.s.n.m.

    Como dato de importancia, entre los 40 y los 47 km de ruta no hay asfalto y el ripio está en mal estado.


Un alto en el camino para acampar por primera vez. De izquierda a derecha: Batata, Emilio, Andrés y Roberto.


Segundo día

    Salimos temprano con la idea de llegar a Gendarmería, almorzar, y continuar viaje para ir recuperando algunos de los kilómetros que no habíamos hecho el día anterior. Todos veníamos del llano y a partir de hoy todos, en diferentes momentos empezamos a sentir la dureza de la montaña. Comenzaron a hacerse sentir las subidas, el viento y la altura.

    A los 17,6 km pasamos por un refugio a 3.068 m.s.n.m., en el punto que comienza el Valle de Chaschuil. Aquí comenzamos a tener viento en contra. Doce kilómetros más adelante encontramos de nuevo refugios a ambos lados de la ruta. Al llegar a Cortaderas (3.372 m.s.n.m.) el fuerte viento parecía que iba a hacer volar las chapas de un refugio abandonado en el que preparamos nuestro almuerzo y comimos.

    Era tal la fuerza del viento que decidimos esperar a que el mismo se aplacara un poco para continuar nuestra marcha. Recién a las 18:00 horas volvimos a pedalear aún con viento en contra de frente o de costado. A las 8 de la noche el viento se detuvo y pudimos pedalear más tranquilos. Sin embargo, la dureza de la naturaleza nos empezaría a poner como obstáculo la altura. Andrés, quien iba muy bien por la mañana, y Batata, quien iba muy bien el día anterior, comenzaron a sentirse más cansados de lo normal.

    Nos detuvimos en Las Peladas a las 9 de la noche en la oscuridad, armamos las carpas, comimos y nos dormimos. Mientras que Batata había llegado agotado por la altura y Andrés tenía muy mal humor por el viento, la altura y la oscuridad; Emilio y Roberto se encontraban de muy buen ánimo y sin aparente desgaste físico.

    Dormimos a 3.830 m.s.n.m. sin problemas pero nuestros cuerpos empezaron a sentir el viaje.


En el segundo día de travesía nos encontramos esta casa al costado de la ruta.


Tercer día

    El objetivo era cruzar el límite fronterizo y llegar a Laguna Verde. Pero en la montaña, no es siempre uno el que decide lo que se hace. Muchas veces, la que toma las decisiones y establece los límites es la naturaleza misma, y fue ella la que nos impidió a cumplir nuestro objetivo del día.

    Comenzamos a pedalear temprano intentando evitar el viento en contra, el cual comienza a soplar en esta zona a partir de las 10 u 11 de la mañana y hasta las 6 o 7 de la tarde.


Amanece y comineza el 3er día de viaje. Emilio y Roberto no armaron la carpa.

    Luego de recorrer 27 kilómetros llegamos al mediodía a La Gruta (4.030 m.s.n.m.), puesto de gendarmería y vialidad argentino. Descansamos una media hora y seguimos viaje. Nos quedaban 20 Km y casi 800 metros de ascenso. El viento soplaba muy fuerte y en contra obligándonos a parar unos minutos de tanto en tanto para descansar.

    Cuando quedaban unos 12 Km para cruzar el paso, Andrés comenzó a distanciarse del resto sin darse cuenta hasta llegar a sacar una diferencia de unos 3 km. Sorprendido, regresó para ver qué pasaba. Al juntarnos los cuatro decidimos detener la marcha y esperar que el viento se detuviese. Sin embargo, el viento no se detuvo nunca y acampamos a 8 Km del hito a 4.500 m.s.n.m.

    No teníamos suficiente agua y pensamos en descongelar hielo de unos penitentes cercanos. Pero Ruth, la hija de Jonson, pasó de regreso a su casa desde las termas de Laguna Verde, y nos regaló varias botellas de agua y una buena cantidad de uva que aceptamos gustosos. Una vez más, la familia Reynoso nos había dado lo que necesitábamos.

    Esa noche sentimos de nuevo la altura. Batata y Andrés cenaron sopa mientas que Emilio y Roberto se fueron a dormir luego de la merienda. No teníamos mucha hambre. La altura seguía molestándonos. Dormimos mal e incluso Andrés salió de la carpa para vomitar.


El camino del lado argentino tiene muy buen asfalto. De adelante hacia atrás: Andrés, Batata y Roberto.


Cuarto día

    Esta jornada se presentaba de antemano como un día muy tranquilo. Teníamos apenas que ascender 8 kilómetros hasta el límite y bajar otros 20 para llegar a Laguna Verde, donde tendríamos el control de los carabineros chilenos. Sabíamos que Laguna Verde tiene un refugio gratuito con aguas termales donde pensábamos quedarnos a pasar el día y recién retomar la ruta al día siguiente para llegar al puesto de aduana y migraciones chileno de Maricunga.

    Ascendimos muy fácilmente. No tuvimos que soportar nada de viento y tampoco hacía mucho frío en la cima. El GPS de Roberto indicaba que el paso estaba a 4.764 m.s.n.m. Nos sacamos varias fotos, contemplamos el paisaje durante varios minutos gracias a que el clima lo permitía, nos abrigamos un poco y comenzamos a descender por un ripio en muy buen estado. Es importante mencionar que del lado argentino todo el camino es asfalto con la excepción de 7 km. Pero del lado chileno todo el camino es de ripio en buenas o muy buenas condiciones de mantenimiento gracias a un constante tratamiento que le hacen al camino con sal que sacan del salar de Maricunga.

    Cuando llegamos al puesto de los carabineros nos dimos cuenta que estábamos bastante cansados, más de lo que se suponía por lo poco que habíamos pedaleado. Estábamos a 4.353 m.s.n.m. y la altura nos seguía molestando.

    Una vez instalados en el refugio nos dimos un hermoso baño en una especie de pileta con agua termal en la cual entrábamos los cuatro muy cómodamente. Estuvimos alrededor de una hora descansando y disfrutando del agua. Luego almorzamos y conversamos con dos alpinistas catalanes que intentarían hacer cumbre en el volcán Ojos del Salado dos o tres días más tarde. Andrés era el que presentaba mayores dolores de cabeza y le costaba mucho comer. La imposibilidad de alimentarse correctamente comenzó a preocuparle ya que al día siguiente tendríamos una larga jornada de pedaleo para llegar a Maricunga.

    Nos fuimos a dormir temprano para levantarnos antes de que amaneciera. Sabíamos que aproximadamente a las 10 de la mañana empezaba a soplar un fuerte viento en contra y queríamos evitarlo todo lo que pudiésemos. La idea era hacer los primeros 30 km sin viento en contra. Lamentablemente nos costó dormir y estuvimos toda la noche escuchándonos como nos dábamos vuelta intentando acomodarnos mejor. Así que nuestro descanso fue muy entrecortado.


Al costado de la ruta, del lado argentino, se ven estos refugios que pueden ser utilizados por la gente.


Quinto día

    Este día nos llevaría a dormir a un lugar más bajo. El recorrido unía los dos puestos de carabineros: Laguna Verde y Maricunga. Desde Laguna Verde el camino asciende abruptamente al principio y luego asciende más suavemente hasta llegar a los 4.585 m.s.n.m. a los 30 km. A los 12 Km se ve el volcán Ojos del Salado, el segundo pico más alto de América. Entre los 20 y 30 Km hay numerosos badenes que denotan la fuerza del agua en épocas de deshielo y le crean mayor dificultad al terreno.

    Luego de recorrer 30 Km comenzamos a descender en forma muy abrupta en la cuesta del río Lama durante 8 Km, para luego seguir descendiendo pero en forma más suave. Hasta el comienzo del descenso, tanto Batata como Andrés iban bastante mal. Roberto y Emilio parecían no sentir la altura. Andrés comenzaba a tener problemas en las cuestas ya que sentía las piernas vacías debido a los problemas que tuvo para alimentarse en los últimos dos días. Con gran esfuerzo siguió la rueda de sus compañeros de viaje quienes tuvieron que esperarlo varias veces.

    Al mediodía paramos a descansar y comer algo. Andrés cada vez sentía más el esfuerzo y llegamos a hablar entre nosotros la posibilidad de pedirle a algún automovilista que lo llevase hasta Maricunga. Batata también se sentía muy cansado y quería parar una camioneta o armar la carpa cerca del río. Andrés prefería seguir sufriendo y llegar por sus propios medios. No quería acampar ya que estaba seguro que sus problemas se acabarían al llegar a un lugar más bajo, y para que eso ocurriese tendría que pedalear un poco más.


Con los gendarmes en el Puesto Las Grutas.

    Luego de tomar un poco de leche y echarnos a descansar unos 30 minutos continuamos viaje. Andrés sufrió como nunca en su vida debido a la falta de comida en su cuerpo. Cuando faltaba apenas 1,5 Km para el puesto de Maricunga Andrés y Batata se volvieron a acostar y decidieron que seguirían más tarde cuando se repusieran. Al llegar a Gendarmería los carabineros atendieron a Andrés con oxígeno y un té de hierbas del lugar que ayuda a aliviar la puna. Inmediatamente se empezó a sentir bien y a comer.

    Los carabineros nos trataron de una forma que jamás hubiésemos pensado. Nos llevaron a su casa y nos dieron de comer salchichas con huevo, pan y té. Luego nos llevaron a un refugio y nos permitieron pasar la noche en él. Cenamos nuevamente con ellos y decidimos quedarnos un día entero allí para recuperarnos y estar con fuerzas para la siguiente jornada que era de las más largas. Luego de la cena, Emilio, Batata y especialmente Roberto disfrutaron de algunas botellas de pisco junto a nuestros anfitriones mientras hablábamos de las costumbres y geografía de nuestros tres países.

    Esa noche todos comimos y dormimos sin problemas y nos recuperamos rápidamente del gran desgaste de los días anteriores. Durante la noche un pequeño temblor movió nuestras camas despertando a Emilio y Roberto quienes no entendían bien qué ocurría.

    Siempre recordaremos la forma en que nos trató toda la gente que estaba trabajando en Maricunga, en especial, al carabinero Luis Ramírez Lizama.


Luego de Las Grutas el viento empezó a soplar cada vez más fuerte y tuvimos que detenernos a descansar.


Sexto día

    Este día fue de descanso absoluto en Maricunga. Comimos con los carabineros y conocimos el salar que está justo enfrente del complejo fronterizo.


Séptimo día

    El viaje desde Maricunga hasta la ciudad de Copiapó era el de mayor distancia. En total son 176 kilómetros con una importante subida, un fuerte descenso, y finalmente un descenso suave. El viento siempre estuvo en contra y provocó que no pudiésemos avanzar con gran velocidad, a pesar de estar descendiendo.


Cuando quedaban apenas 8 km para llegar al límite, Roberto, Emilio y Batata decidieron parar a acampar por el fuerte viento.

    Al salir de Maricunga el camino empieza a ascender desde los 3.778 m.s.n.m. hasta los 4.300 m.s.n.m. en 30 km. Luego desciende de manera abrupta durante unos 15 o 20 Km y posteriormente el descenso es paulatino y poco perceptible hasta Copiapó (400 m.s.n.m.) En estos 176 km se descienden 3.378 m.


A 1 km del lugar donde armamos las carpas teníamos estos fabulosos penitentes de hielo.

    El camino presenta dos lugares para cargar agua. A los 43 Km se encuentra la entrada a la mina La Coipa y a los 80 Km está la casa del puestero Carlos Herrero. Veinte Km más lejos existe una posada, pero generalmente está deshabitada.

    Desde Maricunga hasta La Coipa es frecuente ver a muchos camiones llevando minerales desde las minas, por lo que hay que tener precauciones en las curvas cerradas ya que el camino a veces es muy estrecho y existen precipicios.

    Con respecto a la casa de Carlos Herrero, uno llega su finca luego de andar por zonas completamente desérticas y sin vegetación. De repente es posible observar pasto, corrales, y una casa de adobe con techo de chapa. El puestero vive allí aún en pleno invierno desafiando al intenso frío y las nevadas de estación. Es importante no abusar de su amabilidad y entender el esfuerzo que hace para vivir en dicho lugar. Por ejemplo, el agua la va a buscar a 10 Km de su casa. Por lo tanto, no hay que solicitarle más agua de la que necesitamos y, de ser posible, no pedirle nada.

    Luego de hacer 176 Km excelente ripio llegamos a Copiapó, una hermosa ciudad con todos los servicios. Nos alejamos en una posada cerca de su plaza principal y a la noche nos fuimos a comer a un restaurante para festejar haber cruzado la cordillera.


Llegamos al Paso de San Francisco (4.764 m.s.n.m.) Finalmente lográbamos entrar a territorio chileno.


Octavo día

    Si bien considerábamos que el cruce estaba finalizado, queríamos llegar hasta el océano Pacífico. Roberto y Emilio querían disfrutar un día más de Copiapó, mientras que Batata y Andrés querían ir al mar y alejarse de la ciudad. Así que estos dos últimos salieron al día siguiente de llegar a Copiapó hacia Bahía Inglesa. Emilio y Roberto lo harían un día más tarde.

    La ruta, de 78 Km de extensión, es completamente de asfalto y desciende 400 metros para llegar al nivel del mar. Como características principales hay que decir que el viento siempre es en contra y sopla muy fuerte, y que es muy importante el tránsito de camiones. La mayoría de ellos son de gran porte y nos pasaban muy cerca teniéndonos que correr por momentos a la banquina asfaltada.


Laguna Verde. El espacio entre las maderas y la costa, al costado de la laguna, contiene agua termal.

    Bahía Inglesa es un pequeño pueblo a orillas del mar con hermosas playas de arena blanca, pero de agua fría. La zona es muy desértica y no se observan árboles. Tan importante es el desierto y la cantidad de piedras que existen que nosotros no pudimos clavar las estacas de la carpa en la arena porque a tan solo unos centímetros de la superficie de la arena, el piso parecía hecho de hormigón.


De Laguna Verde a Copiapó el camino tiene largas rectas y gran cantidad de badenes.

    A 7 km de Bahía Inglesa se encuentra Puerto Caldera, una población más grande con puerto, confiterías y restaurantes. Las playas de este lugar no son tan bonitas como las de Bahía Inglesa.


Los carabineros chilenos y la gente que trabaja en lo caminos nos recibió en su refugio y nos prepararon una fabulosa cena. Inolvidable.

    Luego de un breve descanso en el mar retomamos el viaje de regreso a la Argentina y comenzamos a pensar en futuras travesías de próxima realización.


Frente al puesto de gendarmería de Maricunga se halla un salar del cual sacan sal para manterener los caminos.


Itinerario y referencias


Comentarios finales:

    Viento: generalmente sopla con fuerza desde las 10:00 hasta las 18:00 - 19:00 horas.

    Temperaturas: en Enero, que es cuando nosotros viajamos, el calor es sofocante cuando uno está entre los 1.500 y 3.000 m.s.n.m. A mayores alturas, la temperatura es cálida durante el día y baja por la noche. Aconsejamos llevar bolsas de dormir de alta montaña para temperaturas de -20º C.

    Refugios: hay numerosos refugios a los costados de la ruta del lado argentino para ser utilizados en forma gratuita. Para la época de nuestro viaje (enero de 2003) se estaba construyendo uno en el límite fronterizo.

    Agua: se puede cargar agua en cada puesto de gendarmería. Tener en cuenta que los gendarmes reciben el agua en camiones y que a veces pueden no tener suficiente cantidad. También se puede cargar en la mina La Coipa y en la casa del puestero Carlos Herrero. Aconsejamos llevar dos caramañolas y dos botellas de 2 litros cada uno por persona.

    Río: el camino suele estar acompañado por un río. Nosotros consumimos el agua del mismo, la cual no es completamente transparente y presenta sedimentos. Algunas personas nos dijeron que esa agua no era potable y otros nos dijeron que sí. Nosotros no tuvimos inconvenientes debido a su consumo.

    Asfalto: todo el lado argentino es asfaltado, excepto entre los 40 y 47 km. Del lado chileno es todo ripio en muy buen estado hasta la entrada a Copiapó. A partir de allí el camino es asfaltado.

    Altura: recomendamos no ascender muy bruscamente y, en lo posible, hacer una travesía previa en la cual se pedalee a alturas cercanas a los 3.000 - 3.500 m.s.n.m. para lograr una correcta aclimatación.


Alojamiento en Copiapó

  • Residencial Rodríguez: calle Rodríguez 528. Teléfono: 212861.


Agradecimientos

  • Familia Reinoso: por prestarnos una bolsa de dormir sin conocernos, por irnos a buscar a gendarmería, por llevarnos a La Rioja, y por darnos agua y uva cuando lo necesitamos. Gracias por todo.

  • Mariano Lorefice: por darnos muchísimos datos de utilidad de cada uno de los kilómetros que fuimos recorriendo.

  • Carabinero Luis Ramírez Lizama y demás trabajadores del Puesto Fronterizo de Maricunga: por la cordialidad con la que nos trataron, y por abrirnos las puertas de sus casas, y tratarnos como verdaderos amigos.


El camino de Maricunga a Copiapó tiene una tramo de caracoles y precipicios.


En el refugio del puestero Herrero paramos a tomar un poco de agua.


Puerto Caldera.


Los pescadores trabajando en el puerto.


Itinerario y ruta de viaje



Agradecimientos Jonson y Ruth Reinoso: andestravesias@hotmail.com
MarianoLorefice:marianolorefice@yahoo.com http://www.aventurarse.com/red/fichas/lorefice.html
Travesía ciclista "Cordillera Los Andes 2000" Argentina - Chile: http://www.geocities.com/andesbike2000

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