Algunas consideraciones sobre la visión periférica en los juegos deportivos |
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Facultad de Cultura Física Universidad "Camilo Cienfuegos" Matanzas |
Dra. Norma Saínz de la Torre León norma.sainz@umcc.cu (Cuba) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 60 - Mayo de 2003 |
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En muchos deportes de cooperación y oposición es indispensable, para poder captar rápidamente la situación de juego y con ello reaccionar de forma efectiva, el percibir todo movimiento del balón, compañeros de equipos y contrarios que se desplazan por el terreno, sin tener necesariamente que girar la cabeza en sea dirección.
La capacidad de percibir los estímulos por las zonas periféricas, alejadas del punto central de la visión (arriba, abajo, a la izquierda, a la derecha, oblicuo arriba y a la derecha, etc.), cuando nos encontramos con la vista mantenida al frente, es muy diferente en cada deportista, pero esta posibilidad de ver objetos en movimiento o fijos en la distancia - y en esos ángulos - en ocasiones es premisa indispensable para la anticipación requerida a la jugada del contrario, en el momento de interceptar un balón, de culminar eficientemente una jugada con los propios compañeros de equipo, etc. Es por ello conveniente caracterizar brevemente este fenómeno perteneciente a la percepción espacial que, cuando se encuentra mal desarrollado, puede ocasionar numerosos errores en la acción táctica.
La misma depende de la disposición de los conos y bastoncillos (células responsables de la sensibilidad visual) en la retina y constituye el marco externo del campo visual, por lo que a mayor visión periférica, mayor campo visual poseerá el deportista.
En algunos deportes no desempeña un papel importante para el logro de buenos rendimientos, pero en otros, como los deportes con balones, influye de forma notable en la percepción adecuada de las acciones de juego, de ahí que la eficiencia en la percepción de la situación táctica dependa, entre otros aspectos psicológicos, de un buen nivel de desarrollo de la misma.
Se va desarrollando a través de la vida. Los niños hasta los 6 - 7 años poseen lo que se denomina visión tubular, ya que su campo visual es muy estrecho, no captan los estímulos periféricos. Por esto, las actividades físicas y pre-deportivas con ellos deben programarse teniendo en cuenta esta situación.
La visión periférica es entrenable, llega a alcanzar magnitudes en ocasiones impresionantes y depende en mucho del tipo de deporte que se practique. Veamos un ejemplo del campo visual de un deportista en el Cuadro Nº 1 (el límite del círculo coincide con los 90º, por lo tanto, este sujeto posee a la izquierda un valor aproximado de 100º). Es necesario destacar que estas mediciones provienen de equipos que no han llevado a cabo entrenamientos especiales para el desarrollo de este parámetro. Es necesario destacar que estos valores que se muestran en el ejemplo son promedios; en ocasiones encontramos jugadores dentro del equipo que presentan deficiencias por algunos ángulos de la visión y si éstas corresponden a zonas por las cuales reciben numerosos estímulos en el juego, ello pude ser la causa de incontables errores tácticos.
Cuadro No.1: Representación gráfica del campo visual de un deportista.
El tiempo de reacción ante los estímulos recibidos en la periferia es mayor que ante aquellos captados en la región central, pero el panorama visual es más amplio y la percepción se ejecuta más tempranamente, lo que compensa el retardo de la reacción.
Ante estímulos muy cercanos disminuye la visión periférica; por ello hay que comprender que los jugadores poseerán mejor posibilidad de captar balones, compañeros o contrarios con su visión periférica, cuando las acciones en las cuales se encuentran implicados éstos se encuentran a cierta distancia, que cuando las mismas se desarrollan a un metro o menos de sus ojos.
La visión periférica varía en un mismo sujeto atendiendo las características cromáticas del estímulo. Es decir, jugadores con camisetas blancas o rojas no se captarán de igual forma en el terreno de juego y aún así, se reaccionará ante ellos mas rápidamente que si estuvieran jugando con camisetas azules, negras, moradas, etc. Con relación a ello podemos exponer dos experiencias llevadas a cabo con deportistas juveniles de la provincia de Matanzas:
a) Al llevar a cabo mediciones de campimetría con un equipo femenino de Hockey sobre césped se observó no solo una diferencia estadísticamente significativa entre los resultados obtenidos en condiciones de laboratorio y en terreno - a favor de estas últimas - sino también ante los colores blanco y rojo (G. Santana, N. Sainz de la Torre, 1998), lográndose valores de visión periférica superiores a favor del color blanco. En otra investigación llevada a cabo por esta misma investigadora y C. Peñate (1999), donde se amplió la gama de colores a blanco, rojo, azul, verde, negro y amarillo, se pudo comprobar el mismo fenómeno, es decir, que los jugadores (en este caso un equipo juvenil masculino de Balonmano) presentaban mejores resultados en las pruebas de visión periférica en terreno y los mismos variaban significativamente en función del color que se utilizara como estímulo en dicha medición. Este conocimiento nos debe llamar a la reflexión, pues si bien es cierto que los equipos provinciales (y nacionales) poseen por lo general un color determinado en su vestuario deportivo, se hace necesario entrenar periódicamente, si laboramos con deportes de conjunto, vistiendo a determinados jugadores con camisetas de otros colores, sobre todo cuando las tareas del entrenamiento constituyan acciones de juego directo, a fin de que nuestros deportistas se adapten al trabajo en el terreno con esos estímulos cromáticos.
En la mencionada investigación se pudo conocer que los colores que favorecieron la visión periférica fueron el blanco y el amarillo, mientras que el verde alcanzaba los peores valores, con diferencias estadísticamente significativas muy grandes. Precisamente, por ser el verde el color que peor se destaca en el contexto de una acción de juego, el deportista percibe otro jugador en movimiento (del propio equipo o del contrario) mucho mas tarde, pues debe esperar a que llegue a su campo de visión, con la consecuente repercusión negativa en sus reacciones de anticipación.
b) Otro de los fenómenos que se puso de manifiesto en este segundo trabajo al que hacemos referencia lo constituyó el hecho de que el deportista percibe el objeto en movimiento con anterioridad a que discrimine el color de que se trate. (Ver Cuadro 2).
Cuadro No. 2: Representación gráfica de la zona de indiferenciación cromática.
Ello se infiere de los resultados alcanzados. Cuando se llevaron a cabo las mediciones de campimetría, los sujetos investigados percibían con su visión periférica (izquierda - derecha) el movimiento del estímulo, pero no podían mencionar el color del mismo hasta varios grados después. Ello apunta hacia la existencia de una zona de indiferenciación cromática y la misma es menor ante los colores que mejor se perciben periféricamente (blanco, amarillo) y mucho mayor ante otros, como por ejemplo, el verde. Veamos un gráfico que muestra esta zona en una medición llevada a cabo a través de un test dinámico en terreno.
Cuadro 3: Representación gráfica de la zona de indiferenciación cromática ante
vestuario deportivo verde. (En gris, donde se percibe al sujeto en
movimiento, en verde, donde se percibe el color del uniforme).Como se observa en el gráfico, obtenido (en este caso) de la medición a 12 deportistas de Balonmano categoría 15 - 16 años, los valores de la visión periférica son mayores ante el objeto en movimiento y menores, al tener que diferenciar el color del estímulo (en este ejemplo, el verde). El espacio o corredor que media entre ambas barras es lo que le hemos dado en llamar zona de indiferenciación cromática. Nótese la gran diferencia entre los grados de visión periférica de estos jugadores ante el sujeto en movimiento - en este caso por el lateral izquierdo- y los valores que se alcanzan en el momento en que se percibe el color del uniforme deportivo, en ocasiones (Jugador No. 4) de casi 30 grados.
1. Pases de balón con vista fija al frente:
El equipo se sitúa en una formación en círculos y el entrenador orienta que se lleven a cabo pases (en Baloncesto, Balonmano, Fútbol), voleo pase o recibo pase (en Voleibol), con un ritmo rápido, pero sin mirar o girar la cabeza para observar la dirección de donde proviene el balón. Los deportistas deberán mantener la vista al frente orientada hacia un punto fijo imaginario situado en el centro del círculo a la altura de sus ojos y en esa forma deberá reaccionar lo mejor posible para recibir el balón y pasarlo a otro compañero.
2. Pases sorpresivos
En la misma formación que se reseña en la tarea anterior, el deportista llevará cabo el pase, dirigiendo la mirada a un compañero, pero pasando a otro que se encuentre a sus laterales, con el objetivo de que con su visión periférica localice la posición del compañero de equipo al cual va dirigido el balón.
3. Ejercicios de cambio de dirección con estímulos visuales
Los deportistas comienzan a realizar acciones de conducción del balón por "ondas". El entrenador les orienta que ejecuten estos movimientos mirando al frente y que deberán esforzar su visión periférica para que puedan ver una bandera coloreada (de un tono brillante y que se destaque sobre el fondo de la instalación). Cuando la logren percibir, deberán rápidamente cambiar de dirección, hacer fintas, etc. Para ello el entrenador o un entre la vista del deportista y los extremos derecho e izquierdo del campo de juego. Para hacer más compleja la tarea, se puede utilizar varias banderas de diferentes colores brillantes, orientando actuar solo cuando vean con su visión periférica un color determinado. De esta forma podemos controlar que la reacción del deportista no sea mecánica, sino que en realidad ha percibido la bandera correctamente. El mismo efecto se logra con un jugador que vista camisetas de diferentes colores.
4. Ejercicios con balón o pelotas dificultando la acción
Los deportistas se disponen en "ondas" a llevar a cabo tareas de drible, conducción del balón, dominio de voleo caminando, etc. y simultáneamente otros compañeros por ambos lados lanzarán balones rasantes que rueden rápido sobre el terreno o cancha hacia los cuales no se deberá dirigir la vista de forma directa, sino solo esquivándolos con el control de la visión periférica acelerando o deteniendo momentáneamente la acción, sin dejar de mirar al frente o arriba, según el tipo de acción.
5. Utilización de combinaciones técnico - tácticas por determinada zona
Cuando conocemos que una determinada zona (o zonas) del campo visual de nuestros jugadores presenta deficiencias, un medio efectivo para solucionar las mismas siempre será planificar de forma priorizada un mayor volumen de tareas técnico - tácticas que provengan o se conduzcan a esa dirección, ya que las acciones deportivas propiamente dichas son elementos entrenadores de la visión periférica.
6. Utilización de uniformes deportivos de diferente color.
Durante las sesiones de entrenamiento algunos jugadores pueden vestir camisetas deportivas de color diferente al del equipo, llevándose a cabo las actividades planificadas para la jornada de esta forma - especialmente con aquellos colores que se perciben periféricamente con mayor dificultad - a fin de que los jugadores puedan acostumbrarse a los mismos.
La visión periférica no es el fenómeno visual más importante que garantiza la calidad de la acción táctica, pero sin duda es uno de los aspectos que determinan la calidad de la percepción de la situación de juego. Aceptar esta realidad y favorecer su desarrollo es tarea de todos los entrenadores de juegos con pelotas.
Bibliografía
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Rodionov, A.V. Psicología del deporte de altas marcas. Vneshtorgizdat, Moscú, 1990, p. 182.
Saínz de la Torre, N - Santana, G. Estudio de la influencia de estímulos cromáticos sobre algunas manifestaciones de la percepción espacial en jugadoras de Hockey sobre césped 15 - 16 años de Matanzas.- p. 12 - 17. - En Boletín científico - técnico, CEMA, Matanzas, 1999.
Saínz de la Torre, N. - Peñate, C. Visión periférica cromática: un estudio en jugadores juveniles de Voleibol. Tesis de Maestría (inédito). - 56 h. - Matanzas, 1999.
Sonnenschein, I. Wahrnehmung und taktisches Handeln im Sport. Entwicklung von konzepten zur Verbesserung der Wahrnehmungsfähigkeit. bps - Verlag Köln.- Köln, 1987, p. 377.
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