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¿Los "Therécticos" están condenados a
perder frente a los "Pármicos" en las
competencias deportivas?

   
Investigador Titular del Instituto de Medicina del Deporte
Psicólogo Equipo Nacional de Atletismo
 
 
Dr. C. Luis Gustavo González Carballido
lgus@inder.co.cu
(Cuba)
 

 

 

 

 
Resumen
    La preparación psicológica para las competencias debe apoyarse en el conocimiento científico de la personalidad del deportista. Desde hace mucho, R.B. Cattell (1970) aseguró que aquellos que obtienen bajas puntuaciones en el Factor "H" ("Therectia") se sienten prematura e intensamente amenazados y rinden por debajo en las competencias, mientras los que obtienen altas puntuaciones ("Parmia") emiten respuestas emocionales más seguras y efectivas en situaciones de alto reto.
    El artículo se propone: 1) examinar este importante problema, 2) poner a disposición de deportistas y entrenadores recursos para identificar las tendencias en la dimensión "therectia - parmia" y 3) recomendar acciones para reducir la desventaja real de los "therécticos" a la hora de rendir en las competencias.
    Palabras claves: Therectia. Parmia.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 9 - N° 59 - Abril de 2003

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El problema de la dimensión therectia - parmia.

    Hace más de treinta años, Cattell, R.B. (1970) encontró que los atletas de elevado rendimiento muestran una reacción más lenta, pequeña y vigorosa del músculo cardíaco ante la amenaza, característica a la que otorgó el nombre de "Parmia" o temperamento "Pármico", en oposición a los deportistas menos destacados, quienes presentan una reacción opuesta que denominó "Therectia", término que se deriva del inglés "threat" o amenaza. "Therectia vs. Parmia" constituye un continuo bipolar del Factor "H" -uno de los dieciséis que a juicio del mencionado autor componen la personalidad- al que se le reconoce un marcado carácter hereditario, como queda reflejado en la siguiente figura.

Figura No. 1 Factor "H" Therectia vs. Parmia, de Cattell.
Según sus investigaciones, los mejores deportistas tienden al polo "Parmia",
mientras los que puntean bajo en ese factor rinden mejor en
entrenamientos que en competencias.

    Los atletas con tendencia a la "therectia" muestran susceptibilidad a la amenaza y una disposición a reaccionar con latidos más rápidos y débiles, que condicionan un comportamiento diferente en tales situaciones. Según esos estudios, los "pármicos" (es decir, los de respuesta emocional más económica y eficiente) gozan de un predominio parasimpático gracias al poder de los núcleos anteriores y medios del hipotálamo, que en su comunicación con la corteza facilitan los procesos de inhibición protectora.

    En los "therécticos", por el contrario, el predominio de los núcleos posteriores favorece la respuesta simpática y la rápida generación, extensión y permanencia de la excitación en la corteza cerebral. Ellos poseen una menor resistencia a la conducción eléctrica nerviosa y muestran un mayor alerta general a señales de cualquier índole, especialmente visuales y auditivas.

    En los "therécticos" la carga psíquica y física repercute con mayor intensidad, convirtiéndolos en sobremotivados y poco tolerantes a estímulos de intensidad alta y mantenida. Se dejan impresionar más por las situaciones de reto, ante las cuales se sienten fácilmente amenazados.

    Los que tienden al polo "Parmia", por el contrario, poseen una mayor resistencia al miedo o al temor y soportan estímulos físicos y psíquicos de mayor intensidad y duración. Según Cattell, R.B. (1970) los "parmicos" muestran una reacción reducida a una señal dada de tensión por parte del sistema nervioso simpático. Este tipo de reacción reducida a la tensión o al temor sugeriría el predominio del sistema nervioso parasimpático.

    Como se refirió, el hipotálamo parece jugar un papel importante en estas diferencias. Es el "centro principal en el que se organizan los diversos componentes de la reacción emocional en patrones definidos... está sujeto a poderosas influencias, ya excitadoras, ya inhibidoras, procedentes de otras estructuras del sistema límbico" y de la propia corteza cerebral (Morgan, C.T., 1979).

    Es en el hipotálamo "donde el equilibrio sensible y especial entre los sistemas simpático -controlado por el núcleo posterior- y parasimpático -controlado por el núcleo anterior y, en alguna medida, por el medio- efectúa los refinamientos más altos del ajuste autónomo" (Hardman, K. y col., 1973).

    El sistema nervioso simpático es el responsable de las reacciones de emergencia, que tienen como objeto luchar o huir mediante la puesta en acción todas las reservas. Por el contrario, el parasimpático exhibe funciones conservadoras, aminorando los latidos del corazón, acomodando los receptores para adecuar la estimulación recibida, facilitando el confort, el placer y las funciones recuperadoras.

    Por medio de dos canales el hipotálamo se conecta 1) con la corteza cerebral (la propia emoción ejerce un efecto excitante sobre la corteza) y 2) con el sistema de activación reticular, por medio del cual controla el nivel de alerta o excitación del organismo, lo que explica el carácter determinante de esta estructura (con la cual nacemos y morimos) en la respuesta emocional.

    Así, bajo el peso hereditario de la función hipotalámica, los individuos se diferencian en el equilibrio entre los sistemas simpático y parasimpático. Los de predominio simpático responderán con fuerza (a veces excesiva) a los estímulos, mientras los "parasimpáticos" lo harán con un sentido conservador de aprovechamiento óptimo y, por tanto, una mayor tolerancia a la intensidad y la duración del estímulo. En este sentido, Cattell creyó que un índice elevado del factor H (Parmia) indica "un tipo de fiereza autónoma" que permite al atleta soportar la presión de la competencia, mientras una puntuación baja (Therectia) los hace vulnerables a las grandes presiones físicas y morales de la lid.


¿Los "therécticos" están condenados a perder frente
a los "pármicos" en las competencias deportivas?

    El asunto es complejo. A finales de los años 80, aprovechando la adquisición institucional de un Flicker, quisimos verificar la tendencia "therectica" de un excelente corredor de 400 m planos. Partimos de la afirmación de Cattell de que los "therécticos" obtienen valores altos de fusión ocular, debido a su incrementado alerta que les permite detectar muy pequeñas variaciones de frecuencia de destello lumínico

    Este deportista realizaba tiempos envidiables durante los entrenamientos, contaba con capacidades físicas excepcionales -según entrenadores y médicos- y exhibía excelente técnica y elegancia al correr. Sin embargo, en las competencias sus tiempos empeoraban significativamente y se mostraba torpe y dubitativo. Su frecuencia cardiaca antes del calentamiento se elevaba, tenía dificultades para concentrarse y olvidaba la táctica convenida con el entrenador.

    Por medio del Flicker se evaluó su frecuencia crítica de fusión ocular. Se trata de un equipo que expone al sujeto al centelleo -controlado por el experimentador- de una luz puntual roja. Existen dos variantes: 1) "Descenso", cuando la luz vibra a una elevadísima frecuencia -con la consecuente impresión de hallarse estática - para luego hacerse intermitente, y 2) "Ascenso", cuando la luz se aprecia francamente intermitente y el centelleo aumenta gradualmente hasta que se percibe fija.

    En esta prueba el sujeto debe indicar el momento preciso en que, a su juicio, la luz comienza a centellear (o viceversa) con lo cual revela su umbral perceptual. Este aumenta con la excitabilidad del sistema nervioso (provocada por una carga de trabajo intensa y tolerable, por determinadas estimulaciones, etc.) y disminuye cuando la excitación rebasa los niveles de tolerancia y la inhibición acude a proteger el sistema nervioso, por lo general después de una carga de trabajo fatigosa o una estimulación demasiado intensa o prolongada. En nuestro país existe suficiente experiencia en el uso del Flicker para el diagnóstico de estados de irritabilidad del sistema nervioso, provocados por la administración de cargas físicas, entrenamiento en condiciones de elevada altitud, etc. (Martínez, J.A., 2000, 2001)

    Los sujetos particularmente excitables tienden a obtener valores altos en la prueba del Flicker, ya que su alerta cortical les permite detectar tempranamente el centelleo de la luz. Por el contrario, aquellos con predominio de la inhibición sobre la excitación muestran valores mucho más bajos.

    La mencionada prueba se aplicó a un grupo de corredores, entre los que se encontraba el atleta de referencia. Durante dos semanas de la etapa de preparación (en ausencia de competencias) se aplicó la prueba diez minutos antes de iniciar cada sesión de calentamiento. Se hacía en estado de reposo, obteniéndose el valor promedio resultante de tres ensayos. El día de la competencia fundamental del macrociclo se reaplicó la prueba, también a diez minutos del inicio del calentamiento. Se constató que este fue uno de los dos atletas que mostraron un incremento significativamente alto de los valores en esa ocasión competitiva.

    Estos resultados apoyaron nuestra valoración acerca de la tendencia "therectica" de este atleta. Hay que apuntar que muchos entrenadores, compañeros de equipo y aficionados atribuían "falta de valor" a las frecuentes decepciones que él provocaba. Para ellos, se "acobardaba" ante las competencias y eso -afirmaban- no tenía solución: era un defecto "de fábrica" y ningún psicólogo podría resolverle el problema.

    El atleta parecía ignorar los juicios que circulaban sobre su persona y entrenaba con denuedo. Por nuestra parte, decidimos aplicar un plan de intervención psicológica dirigido a ayudar al deportista y, como corolario, confirmar la eficacia de las armas con que cuenta nuestra ciencia aplicada. Por lo tanto, invertimos todos nuestros esfuerzos.

    Aplicamos los siguientes procedimientos:

  • Labor racional, dirigida a: 1) demostrar prácticamente al deportista la disminución de sus rendimientos durante competencias, en comparación a los obtenidos en entrenamientos. 2) documentar al deportista acerca de las características de su sistema nervioso y persuadirlo respecto a la necesidad de "disciplinar" su fuerte potencial de excitación y su intensa reacción simpática. 3) Incrementar su motivación mediante el aporte de información científica y la expresión de nuestra disposición personal de aplicar, sin reparar en esfuerzos, todos los puntos contenidos en el plan de trabajo. 4) Aplicar estrategias conductuales cognitivas, dirigidas a propiciar una percepción positiva del hecho competitivo y favorecer el enfrentamiento a las situaciones de reto.

  • Realización de técnicas de autocontrol basadas en ejercicios de relajación y respiración sedativa en determinados momentos previos y durante las competencias.

  • Realización de Visualizaciones de carreras perfectas, incluyendo vivencias de autocontrol, disfrute y poder, a partir de lo tratado en los puntos anteriores del plan. Es decir, un entrenamiento mental.

  • Asistencia individual durante controles y competencias de preparación, contribuyendo a la puesta en práctica de los recursos aprendidos.

    Los progresos de este atleta fueron evidentes en los meses siguientes. Aumentaron las expectativas de entrenadores, dirigentes, compañeros de equipo y aficionados respecto a sus rendimientos en competencias, y los pronósticos volvieron a ser positivos.

    Más tarde, en una importante competencia celebrada en el interior del país, se pudo realizar una labor de apoyo psicológico, en la que se aplicaron los procedimientos indicados de manera personal y en condiciones idóneas. En esa ocasión nuestro corredor hizo su mejor marca personal.

    Todo marchó de manera apropiada mientras el atleta tuvo la disciplina y la motivación para aplicar el sistema de autocontrol entrenado y, sobre todo - aunque no resultara imprescindible- cuando el psicólogo podía apoyarlo.

    Más tarde, algo embriagado por los resultados obtenidos, comenzó a violar normas y exigencias de algunos de los procedimientos y, en ocasiones, a abandonarlos por completo. Los resultados, entonces, volvieron poco a poco a sus niveles tradicionales hasta que el deportista se retiró, aún con evidentes reservas atléticas.

    Cada psicólogo del deporte podría narrar numerosas experiencias similares. El entrenamiento psicológico demanda férrea disciplina y dedicación. El deportista con tendencia "therectica" vive amenazado por amplificaciones endógenas de su actividad nerviosa, generadas por sus propias estructuras subcorticales. El autocontrol para ellos es posible gracias al cultivo de capacidades nuevas, corticales, que contrarresten su intensa actividad límbica natural.

    La sensibilidad a la amenaza es esencialmente heredada, mientras el autocontrol debe ser aprendido. Al menor descuido del atleta "theréctico", el fantasma del descontrol hará su indeseable aparición y conducirá al atropello del movimiento, a la hipertonía muscular y a otras reacciones que frustran la ejecución deportiva.

    De tal manera, la respuesta a la pregunta inicial es NO. Los "therécticos" no están condenados a perder frente a los "pármicos" en las competencias, pero tienen que remontar una desventaja inicial, sobre la base de atención psicológica especializada, motivación, disciplina y sacrificio. Ellos se sumergen con éxito en las profundidades competitivas gracias a la ayuda de un aqualom. Los "parmicos" son peces que pueden ignorar la falta de oxígeno


Bibliografía

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