Determinación del perfil antropométrico de jóvenes corredores de mediofondo de élite |
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Departamento de Educación Física y Deportiva Universidad de Granada (España) |
Cristóbal Sánchez Muñoz Bernardo Requena Sánchez Mikel Zabala Díaz mzabala@ugr.es |
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Abstract |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 58 - Marzo de 2003 |
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Introducción
Actualmente se hace imprescindible establecer un proceso de selección de los atletas más capacitados para desarrollar un programa de entrenamiento sistemático que lleve a la consecución del mayor rendimiento deportivo posible. En este sentido, Bompa (1987) defiende la importancia de descubrir a los individuos más capacitados, seleccionarlos a una edad precoz, observarlos continuamente y ayudarles a llegar al nivel más elevado de dominio de su deporte. Por ello, el principal objetivo de la detección del talento es reconocer y seleccionar a los atletas que tienen mayor capacidad para un determinado deporte.
Según Nadori (1989, citado en Vila, 1990), la selección es el proceso a través del cual se individualizan personas dotadas de talento y de aptitudes favorables para el deporte, con la ayuda de métodos y tests científicamente válidos.
Un sistema eficaz de detección debe empezar con la caracterización del deporte en cuestión y de sus especialidades, por lo que se deben establecer los factores que influyen en el rendimiento de dicho deporte y en qué porcentaje, reflejando su influencia relativa sobre el resultado. Por ello, es importante determinar de manera objetiva los criterios de selección, entre los que se encuentran las variables antropométricas, tal y como establecen diferentes autores (Bompa, 1987; Kutsar, 1992; Kunst y Florescu, 1971, citado en Bompa, 1987). La gran importancia de estas variables para predecir ciertas capacidades potenciales de rendimiento reside en que los índices morfológicos son en gran medida hereditarios (Kutsar, 1992; Sergijenko, 2002), aunque ha de tenerse en cuenta que si bien se trata de un sistema selectivo eficiente, no es garantía de óptimos resultados (Kutsar, 1992).
Por otro lado, se ha de tener presente que si un individuo presenta un handicap biológico o limitación de las capacidades necesarias para un deporte, ni siquiera una cantidad excesiva de entrenamiento le va a permitir superar la carencia inicial.
Desde hace ya décadas, diferentes estudios han dejado suficientemente claro que el perfil antropométrico es un factor de selección muy importante para el éxito deportivo, siendo las características antropométricas parte del conjunto de variables biológicas relacionadas con el rendimiento deportivo (Rocha, 1975, citado en Esparza y col., 1993).
Cada especialidad o modalidad deportiva, ya sea individual (Cabañero y col., 1999; Camarero y col., 1997; Canda y col., 2001; Pacheco y Canda, 1999; Mäestu y col., 2000) o colectiva -en función de la subespecialización de ciertas funciones o de la ubicación en el terreno de juego- (Casajús y col., 1997; Urraca y col., 1999; Rubio y col., 1997; Canda y col., 1998), tiene un patrón cineantropométrico específico y muy bien definido, que nos va a permitir conocer cuales son las características antropométricas que debería tener un determinado sujeto para alcanzar el éxito deportivo en dicha especialidad. Por ello, tal y como han demostrado diversos estudios (Solanellas y col., 1996; Centeno y col., 1999; Moreno y col., 1996; Maestu y col., 2000; Siders y col., 1993), existe una relación entre el físico del individuo, la modalidad deportiva que practica y el papel de la constitución física como factor de aptitud deportiva, existiendo un claro prototipo físico para lograr un óptimo rendimiento a un alto nivel deportivo. Por otro lado, existen estudios que dicen lo contrario para diferentes deportes como la escalada (Mermier y col., 2000) o la natación sincronizada (Yamasura y col., 1999).
Según Carter (1997, citado en Camarero y col., 1997), se deben seleccionar a los deportistas atendiendo estrechamente al perfil antropométrico que representa el prototipo de un deporte determinado.
El estudio de la composición corporal nos proporciona además valiosa información acerca de la estructura de un deportista en un determinado momento de la temporada y sobre el efecto del entrenamiento (Battistini y col., 1996; Villa y col., 2000; Withers y col., 1997; Gambarara y col., 1994).
Centrándonos en aquellas disciplinas de carrera en las que el metabolismo aeróbico tiene gran importancia, hay que tener en cuenta la masa corporal, puesto que la variación de la misma modifica la economía de carrera y la longitud de zancada en corredores de media y larga distancia (Svedenhag, 1994) e incluso parte del rendimiento en una carrera de 10 km se explica por el índice de la masa corporal y el somatotipo.
Por tanto, teniendo en cuenta que hoy día los niños se ven cada vez más implicados y a edades más tempranas en el alto rendimiento deportivo, surge la necesidad de una selección temprana de los mismos según sus habilidades y condiciones específicas, con el fin de que posteriormente y con ayuda de un entrenamiento sistemático y bien estructurado, consigan una gran performance en la disciplina que se practica.
Pero el problema reside en que, aunque la mayoría de los autores coinciden al afirmar que una de las variables más eficaces (junto con otras) de cara a realizar la búsqueda de niños bien dotados para la práctica deportiva, es el análisis de sus características antropométricas, poca bibliografía se puede encontrar acerca de cuáles son las características que debería tener el individuo en función de la etapa de desarrollo en la que se encuentra y la disciplina deportiva que practica; así, normalmente existe la tendencia generalizada de extrapolar las características físicas de los deportistas adultos a las categorías inferiores.
Por ello, el objetivo principal con el desarrollo de este estudio, es analizar las características antropométricas de una muestra de corredores de mediofondo de nivel nacional e internacional con el fin de dar a conocer el perfil antropométrico de dicha especialidad en función de la categoría (Juvenil, Junior y Promesa) y el sexo.
Material y métodoLas mediciones se realizaron en 46 corredores de mediofondo (hombres: 6 Juveniles, 12 Junior y 9 Promesas; mujeres: 7 Juveniles, 7 Junior y 5 Promesas) con edades comprendidas entre 16 y 22 años, pertenecientes al P.D.S.P.T.D. de la F.A.A. Todos estos atletas forman parte de la elite nacional e internacional, siendo todos medallistas en Campeonatos de España, de los cuales 3 fueron internacionales.
Los instrumentos de medida utilizados para realizar la valoración fueron los siguientes:
Tallímetro GPM con una precisión de ±1 mm.
Báscula Tefal con una precisión de ±100 g.
Plicómetro o compás de pliegues cutáneos Holtain Ltd. con una precisión de ±1 mm.
Paquímetro Holtain Ltd. con una precisión de ±1 mm.
Compás de arco Kelvin con una precisión de ±5 mm.
Cinta métrica metálica Holtain Ltd. flexible y con una precisión de ±1 mm.
Las mediciones se realizaron en el mismo lugar, por el mismo explorador y bajo controles de temperatura, presión atmosférica y humedad relativa, siguiendo todas las correcciones del Grupo Español de Cineantropometría (Esparza y col., 1993).
La evaluación tuvo lugar durante varias concentraciones del sector de mediofondo realizadas en Nerja (Málaga), San Pedro (Málaga) y Sierra Nevada (Granada). Las medidas antropométricas fueron las siguientes: talla, peso, pliegues cutáneos (tricipital, bicipital, subescapular, suprailíaco, supraespinal, abdominal, del muslo y de la pierna), perímetros (cefálico, mesoesternal, cintura, cadera, bíceps relajado, bíceps flexionado y contraído, antebrazo, muñeca, muslo 1, del muslo 2 y de la pierna) y diámetros (biacromial, transverso tórax, Antero-Posterior tórax, biileocrestal, bicondíleo húmero, biestiloideo y bicondíleo fémur).
Se estudió la composición corporal siguiendo la estrategia de De Rose y Guimaraes (1980, citado en Esparza y col., 1993) basada en el modelo clásico de Matiegka (1921, citado en Esparza y col., 1993). Para el cálculo del peso graso se utilizó la fórmula de Faulkner (1968, citado en Esparza y col., 1993), para el peso óseo la de Von Doblen modificada por Rocha (1974, citado en Esparza y col., 1993) y para el peso residual la de Wurch (1974, citado en Esparza y col., 1993). Para el somatotipo se utilizó el método antropométrico de Heath-Carter (1990, citado en Esparza y col., 1993).
Una vez efectuadas las mediciones correspondientes se procedió a realizar el análisis estadístico. Todos los resultados fueron incorporados a una base de datos para su análisis en una hoja de cálculo Excel 2000. Se aplicó la prueba ANOVA de un solo factor para el análisis de la significatividad, estableciéndose como nivel de significación una p<0’05.
ResultadosCon los resultados de estos análisis se han confeccionado tablas diferenciadas acerca de pliegues cutáneos, perímetros, diámetros, composición corporal, índice de masa corporal, distribución grasa-muscular en brazos y piernas; y se han establecido los valores medios de cada uno de los componentes del somatotipo.
Edad, talla y peso
En el peso de los hombres, existen diferencias muy significativas (p<0’01) entre las categorías Juvenil y Promesa (p=0’005), y las categorías Junior y Promesa (p=0’001); en la talla existen diferencias significativas (p<0’05) entre las categorías Juvenil y Junior (p= 0’011).
Tabla I. Medias y desviaciones típicas de la edad, peso y talla por categorías en hombres.
En el peso y la talla de las mujeres no existen diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Tabla II. Medias y desviaciones típicas de la edad, peso y talla por categorías en mujeres.
Pliegues cutáneos
Para los pliegues cutáneos en los hombres, no existen diferencias significativas (p>0’20) entre las categorías Juvenil, Junior y Promesa.
Tabla III. Medias y desviaciones típicas de los pliegues cutáneos por categorías en hombres.
En los pliegues cutáneos de las mujeres, no se obtienen diferencias significativas (p>0’20) entre las categorías Juvenil, Junior y Promesa en los pliegues tricipital, bicipital, subescapular, abdominal, muslo y pierna; sí existe una tendencia a la significatividad (0’05 < p <0’20) en los pliegues suprailiaco (p=0’084) y supraespinal (p=0’164).
Tabla IV. Medias y desviaciones típicas de los pliegues cutáneos por categorías en mujeres.
Figura I. Pliegues cutáneos por categorías en mujeres.
Perímetros
En cuanto a los perímetros en los hombres, existen diferencias significativas (p<0’05) entre las categorías Juvenil y Promesa (p=0’022) en el perímetro de la cadera, tendencia a la significatividad (0’05
0’20) en el resto de los mismos.
Tabla V.- Medias y desviaciones típicas de los perímetros por categorías en hombres.
En los perímetros de las mujeres no se obtienen diferencias significativas (p>0’20) entre las categorías Juvenil, Junior y Promesa.
Tabla VI.- Medias y desviaciones típicas de los perímetros por categorías en mujeres.
Diámetros
En cuanto a los diámetros en los hombres no existen diferencias significativas (p>0’20) entre las diferentes categorías, dándose una tendencia a la significatividad (0’05
Tabla VII.- Medias y desviaciones típicas de los diámetros por categorías en hombres.
En los diámetros en las mujeres no se obtienen diferencias significativas (p>0’20) entre las diferentes categorías.
Tabla VIII.- Medias y desviaciones típicas de los diámetros por categorías en mujeres.
Composición corporal: peso graso, óseo, muscular y residual.
En la distribución de la composición corporal de los hombres se producen diferencias significativas (p<0’05) tanto en los pesos musculares entre las categorías Juvenil y Junior (p=0’013) y las categorías Juvenil y Promesa (p=0’031), como en los pesos residuales entre las categorías Juvenil y Junior (0’017) y las categorías Juvenil y Promesa (0’041). Se da una tendencia a la significatividad (0’05
0’20) las diferencias entre los pesos grasos de las diferentes categorías.
Tabla IX.- Medias y desviaciones típicas de los pesos graso, óseo, muscular y residual por categorías en hombres.
Figura II.- Distribución de la composición corporal en pesos graso, óseo, muscular y residual por categorías en hombres.
En la distribución de la composición corporal de las mujeres no existen diferencias significativas (p>0’20) en los pesos entre las distintas categorías.
Tabla X.- Medias y desviaciones típicas de los pesos graso, óseo, muscular y residual por categorías en mujeres.
Figura III.- Distribución de la composición corporal en pesos graso, óseo, muscular y residual por categorías en mujeres.
En los porcentajes graso, óseo, muscular y residual de los hombres no se producen diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Tabla XI - Medias y desviaciones típicas de los porcentajes graso, óseo, muscular y residual por categorías en hombres
Figura IV. Distribución de la composición corporal por categorías en hombres y mujeres.
En los porcentajes graso, óseo, muscular y residual de las mujeres no existen diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías, dándose una tendencia a la significatividad (0’05 < p <0’20) en el porcentaje muscular (p=0’173).
Tabla XII - Medias y desviaciones típicas de los porcentajes graso, óseo, muscular y residual por categorías en mujeres
En el índice de masa corporal tanto para hombres como para mujeres, no se observan diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Tabla XIII. Medias y desviaciones típicas del índice de masa corporal por categorías en hombres y mujeres.
En la distribución grasa-muscular en brazos y piernas de los hombres, no existen diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Tabla XV. Medias y desviaciones típicas del área total, muscular y grasa en brazos y piernas por categorías en hombres.
En la distribución grasa-muscular en brazos y piernas de los hombres, no se obtienen diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Tabla XVI. Medias y desviaciones típicas del área total, muscular y grasa en brazos y piernas por categorías en mujeres.
En la distribución grasa-muscular en brazos y piernas de las mujeres, no se observan diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Somatotipo
En la distribución de los componentes del somatotipo de los hombres y las mujeres, no existen diferencias significativas (p>0’20) entre las distintas categorías.
Tabla XVII. Medias y desviaciones típicas de los componentes del somatotipo por categorías en hombres.
Tabla XVIII. Medias y desviaciones típicas de los componentes del somatotipo por categorías en mujeres.
De los valores obtenidos en cuanto a Endomorfia, Mesomorfia y Ectomorfia ya comentados, se aportan las siguientes gráficas ilustrativas (Figura V).
A partir de los valores obtenidos en cada uno de los componentes del somatotipo de los hombres, podemos decir que tanto los Juveniles como los Promesas presentan un somatotipo de tipo mesomorfo-ectomorfo, a la vez que el de los Junior es de tipo meso-ectomorfo. En el caso de las mujeres, los valores obtenidos en cada uno de los componentes del somatotipo en las diferentes categorías, muestran como en todas las categorías se da un somatotipo de tipo central. Proporcionalidad corporal
El método de Phantom consiste en un modelo teórico que se utiliza para analizar diferencias en la proporción de un individuo, para comparar las proporciones de varios individuos o para comparar con respecto a un mismo individuo en distintos momentos de la temporada.
Las figura VI nos permite observar en cuál o cuales características antropométricas se producen diferencias significativas en función de la categoría en la que se encuentra el deportista. Se podrían utilizar únicamente aquellos parámetros que consideremos más importantes, para no abarcar excesiva información que puede no sernos de tanta utilidad.
Figura VI. Proporcionalidad corporal por categorías en hombres (cuadro superior) y mujeres (cuadro inferior).
DiscusiónPuesto que no disponemos de referencias bibliográficas sobre muestras de corredores de mediofondo de categorías inferiores, nos vemos obligados a comparar con muestras bien diferentes, ya sea con deportes o categorías distintas. Así, comparando nuestra muestra con la de corredores de mediofondo españoles de nivel nacional y/o internacional (Pacheco y Canda, 1999), concretamente con la categoría Promesa, podemos decir que en hombres tanto el peso como el porcentaje óseo y residual es inferior en los corredores de nuestro estudio (62’70 vs 64’33; 12’55 vs 18’24; 24’10 vs 27’92), siendo los porcentajes muscular y graso superiores (53’39 vs 45’89; 9’97 vs 7’95). En el caso de las mujeres, tanto el porcentaje óseo, como el graso y residual es inferior en las corredoras del presente estudio (11’47 vs 16’96; 11’28 vs 11’61; 20’90 vs 27’78), siendo la estatura, peso y porcentaje muscular superiores (163’32 vs 161’28; 53’66 vs 50’29; 56’35 vs 43’65).
Con respecto a especialistas de 1500 m varones y de categoría Promesa (Canda y col., 2001), el peso, la talla y el componente Mesomórfico fueron inferiores en los corredores de mediofondo estudiados por nosotros (62’70 vs 65’3; 176’08 vs 178’4; 3’51 vs 3’8), a la vez que el porcentaje graso y los componentes Endomórfico y Ectomórfico fueron superiores (9’97 vs 9’6; 1’84 vs 1’6; 3’87 vs 3’8). Así mismo, en relación a una muestra de atletas italianos de categoría Promesa (Gualdi-Russo y Graziani, 1993), en hombres los componentes Endomórfico y Mesomórfico fueron inferiores en los corredores de nuestro estudio (1’84 vs 2’3; 3’51 vs 4’3), mientras que el componente Ectomórfico fue superior (3’87 vs 3’2). En mujeres se dio la misma circunstancia; los componentes Endomórfico y Mesomórfico fueron inferiores (2’89 vs 3’5; 2’95 vs 3’6), mientras que el componente Ectomórfico fue superior (3’13 vs 2’9).
Atendiendo a corredores checoslovacos de 800/1500 (Stêpnicka, citado en Guadi-Russo y Graziani, 1993), los corredores de categoría Promesa del presente estudio mostraron unos componentes Endomórfico y Ectomórfico superiores (1’84 vs 1’7; 3’87 vs 3’6), a la vez que el componente Mesomórfico fue ligeramente inferior (3’51 vs 3’6). En cambio, comparándolos con corredores italianos de nivel nacional (Viviani y col., citados en Gualdi-Russo y Graziani, 1993), los corredores de categoría Promesa estudiados por nosotros, presentaron un componente Mesomórfico inferior (3’51 vs 3’6), mientras que los componentes Ectomórfico y Endomórfico fueron superiores (3’87 vs 3’3; 1’84 vs 1’4).
Con respecto a corredoras europeas de media distancia (Day y col., citados en Gualdi-Russo y Graziani, 1993), las corredoras de categoría Promesa de nuestro estudio mostraron unos componentes Mesomórfico y Ectomórfico inferiores (2’95 vs 1’9; 3’13 vs 3’3); por su parte, el componente Endomórfico fue superior (2’89 vs 1’9). De acuerdo a corredoras italianas de nivel amateur (Viviani y col., citados en Gualdi-Russo y Graziani, 1993), las corredoras de categoría Promesa estudiadas por nosotros presentaron unos componentes Endomórfico y Mesomórfico inferiores (2’89 vs 3’0; 2’95 vs 3’0), a la vez que el componente Ectomórfico fue superior (3’13 vs 2’8).
Por otro lado, en relación a una muestra de nadadores canarios (Palomino y col., 1996), el peso y los porcentajes graso y óseo fueron inferiores en los corredores de mediofondo estudiados por nosotros (62’70 vs 70’31; 9’97 vs 12; 12’55 vs 17), a la vez que el porcentaje muscular fue mayor (53’39 vs 47). Si observamos las nadadoras canarias, la talla, el peso y los porcentajes graso y óseo fueron inferiores en las corredoras de mediofondo que en las nadadores (163’32 vs 164’31; 53’66 vs 59’44; 11’28 vs 29; 11’47 vs 15), mientras que el porcentaje muscular fue superior (56’35 vs 35). Del mismo estudio de Palomino y col. (1996), pero atendiendo a una muestra de nadadores peninsulares, la talla, el peso y los porcentajes graso y óseo fueron inferiores en los corredores (176’08 vs 180’75; 62’70 vs 71’76; 9’97 vs 11; 12’55 vs 17), a la vez que el porcentaje muscular fue mayor (53’39 vs 48). Si observamos las nadadoras peninsulares, la talla, el peso y los porcentajes graso y óseo fueron inferiores en las corredoras (163’32 vs 166’63; 53’66 vs 60’10; 11’28 vs 25; 11’47 vs 16), mientras que el porcentaje muscular fue mayor (56’35 vs 38). Así mismo, con respecto a nadadores de velocidad (Siders y col., 1993), las nadadoras mostraron un mayor peso, talla y componente Endomórfico que las corredoras analizadas (63’8 vs 53’66; 168’3 vs 163’32; 3’2 vs 2’89) y un menor componente Ectomórfico (2’3 vs 3’13); mientras que los nadadores presentaron un peso, una talla y unos componentes Endomórfico y Mesomórfico superiores (76’1 vs 62’7; 181’1 vs 176’08; 2’3 vs 1’84; 3’8 vs 3’51) y un componente Ectomórfico inferior (2’8 vs 3’87). También en natación, pero en este caso en relación a nadadores de estilo libre (Camarero y col., 1997), la talla y el peso de los corredores Juveniles fue menor que la de los nadadores (170’23 vs 175’80; 57’43 vs 67’30), al igual que el peso de los Junior (63’12 vs 69’12), mientras que la talla fue similar (177’71 vs 177’00).
Comparándolos con gimnastas de rítmica de alta competición (Cabañero y col., 1999), las corredoras Juveniles del presente estudio mostraron un mayor peso y componentes Endomórfico y Mesomórfico (53’27 vs 44’5; 2’99 vs 1’8; 3’31 vs 2’6); por su parte la talla y el componente Ectomórfico fue menor (162’83 vs 163’7; 3’12 vs 5’2). Además, las corredoras Junior presentaron un peso, talla y componentes Endomórfico y Mesomórfico superiores (54’49 vs 44’5; 165’40 vs 163’2; 3’27 vs 2’1; 3’00 vs 2’4), mientras que el componente Ectomórfico fue inferior (3’38 vs 5’2).
Por otro lado, la comparación se puede realizar sobre sujetos practicantes de deportes de equipo. Así, tomando como referencia una muestra de porteros de hockey sobre patines (Rubio y Franco, 1997), los corredores de mediofondo mostraron un menor peso, talla, porcentaje graso, componentes Endomórfico y Mesomórfico (62’70 vs 78’36; 176’08 vs 178’40; 9’97 vs 11’35; 1’84 vs 2’99; 3’51 vs 5’63) y un mayor componente Ectomórfico (3’87 vs 1’83). Comparándolos con futbolistas españoles de 3ª división ( Villa y col., 2000), los corredores presentaron un menor peso, talla, índice de masa corporal, porcentaje óseo, componentes Endomórfico y Mesomórfico (62’70 vs 74’7; 176’08 vs 176’8; 20’26 vs 23’8; 12’55 vs 16’2; 1’84 vs 2’1; 3’51 vs 5), a la vez que el porcentaje muscular y el componente Ectomórfico fueron mayores (53’39 vs 51’5; 3’87 vs 2’2). Finalmente, con respecto a jugadoras de balonmano (Ruiz y col., 1999), las corredoras de categoría Juvenil mostraron una talla, peso y componentes Endomórfico y Mesomórfico inferiores (162,83 vs 163’80; 53’27 vs 61’63; 2’99 vs 4’67; 3’31 vs 4’16), a la vez que un componente Ectomórfico fue superior (3’12 vs 1’83). Por otro lado las corredoras de categoría Promesa presentaron una mayor talla y componente Ectomórfico (163’32 vs 162’82; 3’13 vs 1’72) y un peso, componentes Endomórfico y Mesomórfico menores (53’66 vs 64’59; 2’89 vs 4’7; 2’95 vs 4’22).
Si relacionamos a los corredores promesas de nuestro estudio con los de otras investigaciones realizadas (Figura VII), podemos decir que: con respecto a los corredores de mediofondo de los JJ.OO. de Roma 1960 (Tanner, 1964, citado en Pacheco, 1993), tanto los componentes endomórfico y mesomórfico como el ectomórfico fueron menores (1’84 vs 2’6; 3’51 vs 4’3; 3’87 vs 4’3); con respecto a corredores checoslovacos (Stepnicka, 1977, citado en Pacheco, 1993), los componentes endomórfico y ectomórfico fueron superiores (1’84 vs 1’7; 3’87 vs 3’6) , mientras que el componente mesomórfico fue menor (3’51 vs 4’8); con respecto a corredores brasileños de 800 metros (Guimaraes, 1981, citado en Pacheco, 1993), el componente endomórfico fue superior (1’84 vs 1’4), el mesomórfico inferior (3’51 vs 3’6), a la vez que el ectomórfico fue similar ( 3’87 vs 3’9); si tomamos como referencia a corredores brasileños de 1500 metros (Guimaraes, 1981, citado en Pacheco, 1993), el componente endomórfico fue superior (1’84 vs 1’6), mientras que el mesomórfico y ectomórfico fueron menores (3’51 vs 3’6; 3’87 vs 4’0); con respecto a olímpicos Junior (Thorland y col., 1981, citado en Pacheco, 1993), tanto los componentes endomórfico y mesomórfico como el ectomórfico fueron menores (1’84 vs 2’1; 3’51 vs 3’7; 3’87 vs 4’2); y con respecto a corredores de los JJ.OO. de México y Montreal (Carter, 1984, citado en Pacheco, 1993), los componentes endomórfico y ectomórfico fueron mayores (1’84 vs 1’5; 3’87 vs 3’6), mientras que el componente mesomórfico fue menor (3’51 vs 4’3).
Si relacionamos a las corredoras promesas de nuestro estudio con los de otras investigaciones realizadas (Figura 7), podemos decir que: con respecto a los corredoras europeas (Day y col., 1977, citado en Pacheco, 1993), los componentes mesomórfico y ectomórfico fueron menores (2’95 vs 3’9; 3’13 vs 3’3), a la vez que el componente endomórfico fue mayor (2’89 vs 1’9); con respecto a corredoras belgas (Day y col., 1977, citado en Pacheco, 1993), los componentes mesomórfico y ectomórfico fueron menores (2’95 vs 3’4; 3’13 vs 3’8) , mientras que el componente endomórfico fue mayor (2’89 vs 2’3); si tomamos como referencia a corredores brasileños (Guimaraes, 1981, citado en Pacheco, 1993), los componentes mesomórfico y ectomórfico fueron menores (2’95 vs 3’2; 3’13 vs 3’7) , mientras que el componente endomórfico fue mayor (2’89 vs 2’6); con respecto a corredoras olímpicas Junior de 800 y 1500 m. (Thorland y col., 1981, citado en Pacheco, 1993), los componentes endomórfico y mesomórfico fueron mayores (2’89 vs 2’4; 2’95 vs 2’6) , mientras que el componente ectomórfico fue inferior (3’13 vs 4’5); con respecto a corredoras olímpicas Junior de la Milla (Thorland y col., 1977, citado en Pacheco, 1993), los componentes mesomórfico y ectomórfico fueron menores (2’95 vs 3’1; 3’13 vs 4’2) , mientras que el componente endomórfico fue mayor (2’89 vs 2’8); y con respecto a corredoras de los JJ.OO. de México y Montreal (Carter., 1994, citado en Pacheco, 1993), los componentes mesomórfico y ectomórfico fueron menores (2’95 vs 3’3; 3’13 vs 3’7) , a la vez que el componente endomórfico fue mayor (2’89 vs 2’1).
En conclusión, en la presente investigación se muestra como:
En el peso de los hombres existen diferencias muy significativas entre las categorías Juvenil y Promesa, y entre las categorías Junior y Promesa.
En la talla de los hombres existen diferencias significativas entre las categorías Juvenil y Junior.
En el peso y la talla de las mujeres no existen diferencias significativas entre las distintas categorías.
En los pliegues cutáneos no existen diferencias significativas entre los corredores de las distintas categorías para cada sexo.
En los pliegues cutáneos no existen diferencias significativas, salvo en el pliegue de la cadera de los hombres de las categorías Juvenil y Promesa.
En los diámetros no existen diferencias significativas entre las distintas categorías de ambos sexos.
En la composición corporal de los hombres existen diferencias significativas en los pesos muscular y residual entre las categorías Juvenil y Promesa; y en los pesos residuales de las categorías Juvenil y Promesa. En las mujeres no existen diferencias significativas.
En la composición corporal no se observan diferencias significativas en los porcentajes graso, óseo, muscular y residual de las distintas categorías en hombres y mujeres.
En el índice de masa corporal no se observan diferencias significativas entre las distintas categorías de ambos sexos.
En la distribución grasa-muscular en brazos y piernas no se aprecian diferencias significativas entre las distintas categorías en hombres y mujeres.
En el somatotipo no existen diferencias significativas entre las distintas categorías, tanto en hombres como en mujeres.
Sobre la base de los apartados anteriores, por cuanto prácticamente no existen diferencias significativas en los pliegues cutáneos, perímetros, diámetros, composición corporal, índice de masa corporal y somatotipo entre las distintas categorías, tanto en hombres como en mujeres, podemos decir que sí se dan entre las categorías menores y la senior. Por ello, aunque estos datos nos permitan tener unos baremos de los componentes que configuran la dimensión cineantropométrica para los corredores de mediofondo en función de la categoría y el sexo, el referente hacia al que hay que tender en última instancia es el de la categoría senior. Nuestra hipótesis acerca de la posible existencia de un perfil cineantropométrico típico y propio para cada categoría y sexo no se ha cumplido, por cuanto la mayor parte de los parámetros estimados no han sido significativamente diferentes. Así, no podemos hablar de un perfil prototípico para cada categoría estudiada, no habiendo observado evolución alguna en el somatotipo.
Finalmente, consideramos por un lado que, la riqueza de este estudio radica en los resultados observados para cada categoría, ya que atletas nacionales e internacionales de estas categorías ya tienen un referente como índice de rendimiento con el que compararse. Por otro lado, hubiera sido interesante realizar un estudio longitudinal con una muestra mayor de sujetos con características muy similares, de cara a poder valorar su evolución con el paso de una categoría a otra. Esto último es algo complicado puesto que los sujetos que pertenecen a la elite son muy pocos y además no tienen por qué ser los mejores en cada categoría a la que llegan.
Figura VII. Comparativa del somatotipo de hombres (gráfica superior)
y mujeres (gráfica inferior) corredores de mediofondo según diferentes estudios.
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digital · Año 8 · N° 58 | Buenos Aires, Marzo 2003 |