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El fútbol en el marco de políticas nacionalistas

   
Lic. en Sociología
Miembro del Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte
Facultad de Filosofía y Letras - UBA
 
 
Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com
(Argentina)
 

 

 

 

 
    El entusiasmo colectivo que despertó Juan Perón, líder de una tendencia política que irrumpió a mediados de la década del cuarenta para establecer severas discontinuidades en los procesos políticos, económicos y culturales desarrollados por la oligarquía liberal de nuestro país, estuvo asociado, entre otras cosas, a la tarea de definir una nueva identidad nacional habilitando para ello a vastos sectores de la población que habían experimentado un fuerte desprecio sociocultural en años anteriores. El objetivo de este trabajo es describir la rica gama de relaciones que se estableció entre el gobierno peronista y una práctica cultural como lo es el fútbol que tiene la capacidad de convocar, desde principios del siglo veinte, a diversos sectores sociales de la Argentina.

Ponencia presentada en el IV Encuentro Deporte y Ciencias Sociales, Buenos Aires, noviembre de 2002
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 55 - Diciembre de 2002

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El surgimiento del peronismo

    En la República Argentina, a mediados de la década 1940-1950, se habían creado las condiciones para que pudiera irrumpir en el escenario político nacional un movimiento de características originales, quedando abierta así la posibilidad para establecer una serie de discontinuidades en lo que respecta a los lineamientos económicos y sociales seguidos hasta allí. Es que los selectos miembros del liberalismo conservador mostraban, en estos difíciles tiempos, muchas limitaciones para seguir gobernando el país.

    Era un momento histórico en que el grupo oligárquico tradicional, que, de una manera totalmente explícita o en forma un poco más solapada, había dirigido los destinos económicos de nuestra Nación durante un tiempo sumamente prolongado, experimentaba un alto nivel de desgaste.

    Dicho proceso de deterioro era producto tanto de las divisiones internas que la elite liberal-conservadora arrastraba desde comienzos del siglo veinte como del largo paso por el poder del principal partido político de oposición al régimen diseñado por ella, quién sería el encargado de erosionar parte de su autoridad; el radicalismo. (Si bien es importante señalar que al partido radical cuando le tocó gobernar, se movió siempre dentro del marco agroexportador diseñado por los sectores económicamente predominantes, pese a que llegó a afirmar también algunos rasgos de independencia que le permitió desarrollar otras áreas productivas).

    Luego, en la década del treinta, a las cuestiones anteriormente citadas se sumaría la entrega de los resortes básicos de la economía al capital extranjero perpetuado por la elite argentina y también el uso del fraude electoral para lo cuál fueron muy importantes los acuerdos alcanzados por la misma con los partidos políticos conservadores que, con el correr de los años, deteriorarían aún más el funcionamiento del grupo oligárquico.

    Además, una vez frenado aquél ritmo económico que estuviera asociado al apogeo del modelo agroexportador como consecuencia de las graves secuelas que trajo aparejada la crisis financiera mundial iniciada en 1929, los círculos dirigentes de nuestro país concretaron un cambio de orientación en cuanto al rol que debía cumplir el Estado. En este nuevo tiempo inaugurado por la crisis, sería dicho organismo quién tendría un papel mas activo en la economía, dejando, entonces, atrás, sin demasiados prejuicios, muchos principios sagrados del liberalismo económico.

    El peronismo, que irrumpió en la vida política nacional con muchas características sorprendentes algunos años después, realizaría durante su gestión de gobierno una actividad comprometida con el desarrollo integral del país ampliando para ello las capacidades estatales que, en una forma incipiente, se habían empezado a desarrollar en la década pasada. De esta manera se fue generando un clima social donde se reivindicaría, cada vez con más fuerza, la actividad pública.

    Por otro lado, hay que tener en cuenta que desde comienzos de los años treinta se fueron conformando en el país sectores nuevos y cada vez mas numerosos que se establecieron en los grandes centros urbanos o en sus alrededores como consecuencia del permanente pasaje rural-urbano, y que sus características culturales fueron provocando un constante malestar entre los que ya estaban residiendo en dichos lugares.

    El gobierno peronista determinó que la esfera del público avanzara decididamente sobre lo privado y empezó así a dar respuestas económicas, sociales y culturales que apuntaron al mejoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de los habitantes de la Nación (y sobre todo de los que sufrían más intensamente en aquellos años los tratos discriminatorios). De esta manera revelaría a la sociedad, los altos niveles de integración que podían lucir los argentinos si los gobernantes utilizaban las estrategias correctas. (Es que un Estado sumamente activo volvía a poner en marcha a los rezagados, a todos aquellos que se habían perdido en el duro camino del ascenso social brindándoles una amplia gama de apoyos).

    Para poder entender un proceso de movilidad social tan arrollador tal vez sea importante detenerse en la dimensión carismática del líder político y de su esposa, Eva Perón, la voz más belicosa y plebeya del régimen peronista, que se apagara prematuramente en el año 1952. Sin embargo, resulta mas productivo tener en cuenta ese amplio y diversificado proceso de planificación generado por el peronismo que no siempre estuvo bien definido ni ejecutado desde las instituciones estatales en donde muchas veces tuvieron que convivir actores con posturas muy disímiles. (De allí las muchas marchas y contramarchas que pueden verificarse durante el período en que el peronismo ejerció el poder tratando de construir una nación más independiente).

    Perón estaba convencido que la Republica Argentina podía ocupar, en todos los campos, un lugar mas destacado en el concierto mundial de las naciones. Para ello, básicamente, había que modificar rápidamente el perfil elitista de muchas instituciones para abrirlas a los sectores populares que mostraban en esta época una decidida voluntad de integración. (Es que ahora podían ellos, amparados como estaban por el Estado, vencer, en más corto tiempo, muchos obstáculos sociales y culturales que le impedían adquirir menores grados de subordinación).

    Promover y proteger, entonces, el acceso de los sectores populares a la educación y a la salud, se consideraron cuestiones prioritarias. De allí que, en todos los niveles de la educación pública se favoreció el ingreso de nuevos sectores sociales (y sobre todo de los menos pudientes), mientras que para cuidar la salud de la población se puso el acento en la incidencia de los factores sociales en muchos tipos de enfermedades, quedando así adelgazadas las miradas biologicistas que habían sido tan habituales hasta que irrumpió el peronismo en la vida política nacional. Ahora el Estado, el cuál no podía ser más un mero espectador en una época en que debía desplegarse a toda vela la justicia social, proporcionaba la asistencia adecuada a los sectores mas postergados sin eliminar por ello los servicios privados que cubrían a otros segmentos de la población.

    Hay que acotar que muchas de las transformaciones que se llevaron a cabo durante el período en que gobernó Juan Domingo Perón y que tendrían como destinatarios preferentes a los sectores populares, fueron realizadas desde "arriba" y apoyándose siempre en la figura centralizadora del líder político, quién cooperó, en buena medida, con la tendencia a "peronizar" diversos ámbitos de la sociedad. Además tengamos en cuenta que en estos tiempos, el arte conductivo de Perón se vió favorecido porque se había expandido la creencia de que siempre actuaba en nombre del "pueblo", más allá que en determinados momentos el gobierno se manejó más en función de sus propias necesidades e intereses que las de aquellos que decía representar.


El peronismo y el fútbol profesional

    El peronismo tendió a favorecer una participación mas efectiva de los sectores populares en diversos ámbitos de la sociedad y esto quedó reflejado en la esfera deportiva, donde además de verificarse allí una mayor participación popular se lograron una serie de éxitos que, alcanzados por deportistas que eran apoyados de diversas formas por el gobierno, ayudaron a consolidar una imagen positiva del deporte argentino (y por consiguiente también del régimen peronista que le prestó muchos canales de colaboración) tanto dentro de nuestra frontera como hacia fuera1

    La ampliación de las actividades deportivas, que alcanzaría niveles nunca vistos en el país, le sirvió a Perón, un hombre muy aficionado al deporte, para desarrollar una comunicación de signo muy particular con sus seguidores. Es que en la esfera deportiva salían a relucir otros aspectos del líder que se manejaba allí de una manera mas informal, aunque (y es importante señalarlo) dentro de un marco escenográfico planificado con anterioridad.

    Además, para una mentalidad estratégica como era la que poseía el conductor de este novedosos movimiento político, los eventos deportivos servían también para difundir sus concepciones sobre la vida social y despertar esperanzas, utilizando para ello todo su atractivo personal con el objetivo de movilizar afectivamente a sus seguidores.

    Si bien existen amplias coincidencias en que los Campeonatos Mundiales de Fútbol pueden ser utilizados por los gobernantes para exacerbar el sentimiento nacional, en una época como ésta en que se resaltaban permanentemente las actitudes nacionalistas, la selección local no concurrió a ninguno de los torneos mundiales que se disputaron. Es que la Asociación del Fútbol Argentino - la entidad rectora de dicho deporte que quedaría fuertemente enlazada con el accionar del gobierno peronista - decidió no participar del Campeonato Mundial de 1950, cuya sede era Brasil, porque, entre otras cosas, se habían generado fuertes controversias entre las mas altas autoridades del fútbol del país organizador y las nuestras. El punto mas alto del conflicto se remonta al momento en que nuestra asociación determinó que la selección no concurriera a jugar el Campeonato Sudamericano realizado también en el país vecino, pero el año anterior, poniendo como excusa que en la Argentina se había producido el éxodo de muchos jugadores notables como consecuencia de una prolongada huelga de jugadores que se declaró en el año 1948 y que dejaría graves secuelas22. Posteriormente, en el año 1954, el equipo nacional tampoco concurrió a disputar el Campeonato Mundial de Fútbol, aunque esta vez viajó una delegación a Suiza, en donde se desarrolló el evento, para sacar algunas conclusiones que pudieran ser útiles para seguir enriqueciendo a nuestro juego3 3.

    Por otro lado, en pleno apogeo del peronismo, no existió ningún tipo de prejuicios dentro del ámbito futbolístico para contratar a referís británicos (ni tampoco se ejercieron presiones contra tal actitud desde el Estado) con el objetivo prioritario de mejorar el nivel de los espectáculos futbolísticos, poniendo así en escena el enorme peso que todavía tenía en nuestro medio la cultura deportiva anglosajona, aquélla que nos había nutrido y orientado varias décadas atrás. Es decir, que los inventores de un juego tan apasionante, convertido en el más popular de la Argentina luego de ser resignificado por quiénes habitaban las humildes zonas de estos lejanos parajes, seguían siendo un referente demasiado importante para algunos actores del ámbito deportivo que siempre anhelaron tener como guía a los británicos, ya que representaban para ellos una civilización superior por mera definición.

    El motivo para una decisión que no estuvo a tono con el carácter nacionalista sustentado en el proyecto económico y político de un gobierno que gozaba de una fuerte apoyatura social fue que los principales dirigentes del fútbol argentino consideraron que los árbitros locales no eran lo suficientemente eficaces para juzgar todos los detalles de un juego que, con el devenir histórico, se había complejizado, haciéndolos así responsables de todos los males del espectáculo (y sobre todo del aumento de las brusquedades entre los futbolistas) 4. Para enriquecer la mirada sobre dicha problemática es necesario recordar que la particularidad de este deporte hace que se deje un lugar muy grande a la interpretación de los árbitros, ya que, como explica Christian Bromberger, la justicia es: "... inmediata, fundada en la sola apreciación de los jueces y es irrevocable".5

    Es interesante señalar que el gobierno peronista no estuvo interesado en bloquear el desembarco de los árbitros ingleses que llegaban a la República Argentina con la sagrada misión de "moralizar" el ámbito futbolístico de estas tierras. Es que el status quo deportivo se había declarado impotente para resolver dicha cuestión con elementos propios, poniendo de manifiesto, una vez más, el carácter modélico que asume la cultura de los países mas desarrollados cuando nos toca atravesar situaciones de crisis en determinadas áreas, pese a que específicamente en la esfera futbolística, se sostenían desde hace muchos años pomposas creencias acerca del alto nivel de lo propio. De allí que, en ese particular momento del fútbol local, se consideró imprescindible injertar algunos fragmentos de civilización anglosajona para inscribirlos en la vida deportiva nacional .

    Hay que recordar que durante la década estudiada, el gobierno peronista no contó con la posibilidad concreta ( ni tampoco parece haberla buscado demasiado) de hacer un uso político de los mundiales para exacerbar el sentimiento patrio de los argentinos y aprovecharse así de esta formidable instancia de integración social para celebrar lo nacional junto a los sectores populares, habilitados ahora social y culturalmente para disfrutar también de otros logros. Sin embargo, se produjeron algunos tímidos intentos durante el período para vincular el desempeño futbolístico con el prestigio de la Nación, tal como sucedió cuando se decidió disputar los partidos amistosos con Inglaterra, el rival a vencer por excelencia. 6 Es que lograr una serie de éxitos ante un adversario con el que se mantenía una rivalidad histórica que excedía, con creces, lo meramente futbolístico, podía servir de estímulo para renovar las esperanzas puestas en seguir afirmando un proceso de desarrollo que presentaba muchas características originales y que había limitado el tradicional peso que habían tenido los sectores económicamente predominantes de la Argentina en la toma de decisiones fundamentales para el destino de la Nación7.

    Por último, es importante tener en cuenta que todo esto sucedía cuando el modelo económico y social forjado por el peronismo encontraba serias dificultades para seguir expandiéndose tal cuál lo había hecho hasta allí, como consecuencia de la agudización de una crisis que, asomaba tibiamente en el año 1949, llevaría a aceptar mas tarde algunos lineamientos tradicionalmente defendidos por el liberalismo vernáculo, aunque el gobierno, es oportuno señalarlo, intentó igualmente resguardar, en una buena medida, la situación de los sectores populares. (Es que el peronismo nunca perdió totalmente de vista ese horizonte de reformas sociales diseñado en sus primeros años de vida).

    En verdad, lo que se suavizó en un grado apreciable cuando el peronismo perdió el empuje de los años iniciales y muchos de sus dirigentes se dejaron atrapar por la inercia, fue el uso de consignas políticas y económicas nacionalistas con el objetivo de facilitar, entre otras cosas, las inversiones extranjeras en nuestro país. Dicha cuestión llevaría a que, inexorablemente, algunas particularidades de este original movimiento político que se atrevió a desafiar el rumbo económico y social fijado desde fines del siglo diecinueve por los sectores tradicionalmente adherentes al liberalismo conservador, tendieran a empalidecerse.


Notas

  1. Eugenia Scarzanella describe la manera en que contribuyó el gobierno peronista a la expansión del deporte: ”Corredores de automóviles, maratonistas, boxeadores y futbolistas reciben condecoraciones y favores. Se construyen nuevas canchas e instalaciones deportivas. Para los chicos se distribuyen entradas gratis para los partidos y se organizan campeonatos especiales bajo la égida de Evita...” (El ocio peronista: vacaciones y turismo popular en Argentina” (1943-1955), en Entrepasados Nº:14 ,1998).

  2. Un excelente jugador de aquélla época, Adolfo Pedernera, quién fuera un activo protagonista de la famosa huelga con la cuál se pretendió mejorar las condiciones laborales de todos los futbolistas y que contó con jugadores leales pero también con los típicos rompe huelgas; describió así las graves consecuencias de la misma para el fútbol argentino: "... fue una lucha tremenda que dejó enconos, separación de compañeros y lo mas tremendo: pérdida de amigos.." (Adolfo Pedernera, El fútbol que viví...y que yo siento, Edit. Sincret, Buenos Aires, 1993).

  3. El entrenador Guillermo Stábile, uno de los integrantes de la comitiva que viajó a Europa, haría entre otras, estas observaciones: "No creo que en nuestro país lleguemos a cometer la tontería o el error de disciplinar el juego tan exageradamente con tácticas y sistemas, quitando al jugador la libertad tan necesaria para demostrar personalidad y creación, virtudes que también son productivas" (Los mundiales de fútbol, Revista Goles - Editorial Crea).

  4. Lo paradójico de este proceso consistió en que los referís argentinos, quiénes eran descalificados por sus bajas actuaciones, estuvieron supeditados a los "tejemanejes" de los propios dirigentes que esperaban ahora solucionar un problema que en buena medida ellos mismos habían generado, importando jueces de Gran Bretaña. Para la revista deportiva El Gráfico, cuyas opiniones tenían un fuerte impacto dentro del ámbito futbolístico, la decisión de los dirigentes implicaba: "... una confesión de incapacidad que nos resistimos a aceptar en un país que ya tiene su mayoría de edad en el fútbol..." (23-01-1948).

  5. Christian Bromberger, Significaciones de la pasión popular por los clubes de fútbol. Libros del Rojas, Buenos Aires, 2001

  6. Ver al respecto Roberto Di Giano, Peronismo y fútbol. El triunfo sobre Inglaterra en 1953. , en Ponencias presentadas en el IIº Encuentro deporte y Ciencias Sociales, Oficina de Publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2000.

  7. En realidad, en un marco de interpretaciones contradictorias, el hecho de vincular un posible éxito futbolístico con el prestigio de la Nación fue desalentado por la revista properonista Mundo Deportivo, unos días antes que se disputara en la Argentina un segundo partido amistoso con Inglaterra. Es así que Carlos Aloé, puntal de la publicación y a su vez gobernador de la Provincia de Buenos Aires, remarcaría con énfasis: " Deseamos, más que las cifras de un score, el de una fiesta del fútbol, por la elevación propia de este tan querido deporte, para llevarlo a la altura de la que nunca debió bajar, pues es sabido que pasiones, patrioterismos inconsultos e interpretaciones equivocadas han menoscabado el prestigio de este deporte en casi todas las naciones que lo practican". (14-05-1953)


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