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La intervención psicológica en las lesiones deportivas
Antonio Hernández Mendo

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 52 - Septiembre de 2002

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Los recursos de adaptación (o recursos de coping) abarcan una gran variedad de conductas y redes sociales que ayudan a los individuos a tratar con problemas, alegrías, desilusiones y con el estrés vital. Los recursos de adaptación pueden ser medioambientales como el apoyo social o recursos personales como control emocional o la buena nutrición. El papel de los recursos de adaptación en la literatura del estrés-enfermedad es amplio. Generalmente los investigadores han encontrado menos problemas de salud en los individuos de alto estrés vital y con buenos recursos de adaptación que en sujetos con alto estrés vital y pocos recursos de adaptación (Billings & Moos, 1981). Los recursos de adaptación incluyen conductas como el sueño, los hábitos alimenticios y el tiempo para sí mismo. Carecer de parte de estas conductas puede llevar a incrementar el estrés y así el riesgo de lesión. Un recurso de adaptación importante es el apoyo social, que puede considerarse como la presencia de otras personas que nos valoran y nos quieren, y son con los que podemos contar en situaciones que nosotros percibimos como amenazantes (Sarason, Levine, Basham & Sarason, 1983). Los individuos podrían sentirse más capaces de dominar el estrés cuando creen que forman parte de una red de personas importantes para ellos. Las técnicas de afrontamiento al estrés y las habilidades mentales (o habilidades psicológicas) que un individuo tiene a su disposición es otro tipo de recurso de adaptación que puede influir en la respuesta al estrés. El último recurso de adaptación es la medicación, en función de si es automedicación o prescrita por un especialista. Muchos de los medicamentos influyen en la percepción y en la fisiología y podrían estar afectando la respuesta al estrés y, por ende, la probabilidad de lesión. La valoración del uso de medicamentos o drogas es a menudo difícil por la frecuente naturaleza clandestina de su uso.


3. Aspectos psicológicos de la rehabilitación de la lesión

    Se invierte mucho tiempo y energía para obtener la óptima actuación en un deporte, tal que cualquier lesión significativa será percibida como un evento de vida traumático con sus implicaciones psicológicas. Los modos en los que los individuos tratan con la lesión deportiva puede variar mucho, algunos deportistas se adaptan a los eventos estresantes con pequeñas dificultades, mientras que otros se hunden, literalmente, con la experiencia. En un estudio de Wiese, Weiss y Yukelson (1991) con entrenadores, encontraron que el estilo de comunicación positiva, las estrategias que fijan metas realistas y los métodos para aumentar el ánimo eran las técnicas psicológicas más eficaces en el proceso de rehabilitación. Los factores psicológicos también se relacionan con el incremento de la salud. En un trabajo de Ievleva y Orlick (1991) encontraron que los deportistas que sanaron más rápidamente fueron aquellos que hicieron una fijación de objetivos, autoverbalizaciones positivas, control del estrés e imaginación, en comparación con deportistas que tardaban más tiempo en sanar. Todas estas evidencias enfatizan la importancia de entender los aspectos psicológicos en la rehabilitación de la lesiones (Williams y Roepke, 1993).

    Para determinar la probabilidad de que las intervenciones psicológicas faciliten el manejo de la lesión deportiva es esencial entender primero la perspectiva del deportista ante la lesión, incluso el significado que tiene para él, así como el impacto que la lesión ha tenido en su vida. Los tratamientos de una lesión desde una perspectiva psicológica deben establecer cauces claros de comunicación con la lesión. Para realizar esto, los deportistas deben sentirse seguros de que interactúan en un ambiente favorable en el que cualquier información será confidencial. Los miembros del equipo de entrenamiento, (entrenadores, psicólogos, médicos, preparadores y fisioterapeutas) deben poseer las habilidades para escuchar y ser capaces de responder a los deportistas con empatía, sin juicios de valor y sin coacción. En este ambiente favorable, los deportistas pueden descubrir los pensamientos distractores y sentimientos relacionados con la lesión.

    La historia de lesiones de los deportistas, la naturaleza de la lesión, el tipo de deporte, el nivel de competición y la estructura de la personalidad de los deportistas (Sanderson, 1978) así como el tiempo de las sesiones y el contexto en el que ocurre la lesión (Weiss & Troxell, 1986) pueden influir en la recuperación. Es más, el manejo del estrés y el estilo de vida, habilidades, mecanismos de defensa, factores de motivación y habilidades de adaptación influyen en el modo en el que la lesión es percibida y se afronta (Yaffe, 1983). También es importante explorar la motivación o el significado que los deportistas asignan a su ambiente deportivo (Wiese, Weiss & Yukelson, 1991). La participación e implicación deportiva puede venir determinada por múltiples factores y tener significados individuales distintos, tanto físicos, psicológicos como sociales. Se puede realizar actividad física como estrategia de reducir el estrés y producir una catarsis emocional (Raglin & Morgan, 1987; Robbins & Joseph, 1985). Otra de las razones puede ser que los logros deportivos de una persona sean una de fuente de autoestima y autoconcepto. A la vista de lo anterior, podemos comprobar que existen multitud de razones para que se produzca una implicación en la práctica deportiva, pero las pérdidas asociadas con la incapacidad para participar también pueden ser diversas y extensas. Por esto, las pérdidas podrían producirse en cada una de las áreas con las que estaba asociada a la práctica deportiva. Por ejemplo, si la autoimagen ha sido una de las razones de su implicación en un deporte, esta será una de las áreas afectadas en la lesión. Otras posibles áreas de afectación son los roles sociales, la competición, las recompensas externas, la autovaloración o el atractivo (Astle, 1986).

    Mientras no sea común el uso de la recuperación psicológica de los deportistas, el retraso en la recuperación será moneda habitual de cambio. Mientras se siga sin contar con la psicología en los procesos rehabilitadores, el deportista, es muy probable que siga teniendo miedo o aversión a su vuelta a la competición o siga quejándose de frecuentes y vagas informaciones sobre dolores (esto viene a insistir en la necesidad de evaluar la significación y funciones que una lesión tienen para un deportista). El uso de la psicología en la rehabilitación permitiría una rápida incorporación a la competición una vez finalizada la rehabilitación.

    Las lesiones deportivas pueden ser psicosomáticas, pueden servir como un signo de masculinidad, ser usadas como arma para castigar a otros o pueden ser el resultado de una fobia a la agresión (Sanderson, 1977). Un deportista que no se siente realizado y que, además, se siente defraudado, rechazado y temeroso de fracasar en el futuro y considerando las perdidas sociales y de auto-estima asociadas al fracaso, puede usar una lesión accidental, intencional o fingirse enfermo para evitar el malestar psicológico y prevenir la posible pérdida de una beca deportiva (Kane, 1984). Por consiguiente, para un deportista que parece resistir a los tratamientos, si se intenta entender y explorar el significado de la lesión, es posible, que se destapen la existencia de motivos secundarios o sentimientos subyacentes al malestar psicológico asociado a la lesión. Los pensamientos negativos y disruptores de los deportistas y sus comportamientos deben ser evaluados y dirigidos por miembros del equipo de tratamiento, con las adecuadas orientaciones y recomendaciones desde la Psicología del deporte.

    Para elicitar la participación de un atleta en la rehabilitación, se debe entender la lesión y su impacto y se deben tener las habilidades necesarias para tratar la situación. Aunque exista variabilidad individual, hay sendas comunes por las que los deportistas percibirán y responderán al tratamiento físico. Los deportistas, generalmente, experimentarán respuestas cognitivas, emocionales y comportamentales a la lesión (Williams y Roepke, 1993). Las evaluaciones cognitivas del deportista lesionado y el impacto de este evento en su vida influirán en las reacciones emocionales así como en su conducta. En un trabajo de Crossman y Jamieson (1985) encontraron que cuando los deportistas sobreestimaban el impacto y gravedad de la lesión aumentaba significativamente la respuesta de dolor, los estados de ansiedad y los sentimientos de enojo, apatía, soledad e inadecuación; estos resultados eran más comunes entre deportistas que competían en niveles inferiores (no en la élite). Esto indica que esos deportistas que perciben inadecuadamente la lesión como más grave, garantizan un aumento de los estados afectivos que empeoran el proceso de rehabilitación. Las evaluaciones cognitivas de la lesión, sus actitudes y creencias, cuando son de signo positivo, pueden influir mejorando el proceso de recuperación. Cuando un deportista tiene creencias irracionales es más propenso a tener aumentos diarios de los grados de depresión y enojo, emociones que posiblemente interfieren en una exitosa rehabilitación. La sensación de control, el nivel de compromiso, la habilidad de competir contra el estrés, aumentan la probabilidad de que ciertas experiencias emocionales y acciones puedan o no facilitar la recuperación (Williams y Roepke, 1993).

    La lesión generalmente va acompañada de un sentimiento de desconsuelo por la pérdida que supone. Se han identificado cinco típicos estados experimentados durante la respuesta de desconsuelo: (a) negatividad, (b) ira, (c) negociación, (d) depresión y (e) aceptación. Los sentimientos y pensamientos desagradables que experimentan los deportistas son normales y esenciales para el proceso de rehabilitación (Williams y Roepke, 1993) y es importante indicárselo así a los deportistas, con el fin de que los asuman.

    Las cogniciones y emociones de los atletas influyen en el comportamiento que exhibirán durante la recuperación. Los deportistas con miedos y creencias de que el regreso a la actividad deportiva será una experiencia negativa es más probable que tengan una mala visión de su trabajo de rehabilitación. Los estados negativos de ánimo que ocurren durante los diálogos internos destructivos empeoran la ejecución de las tareas físicas (Kavanagh & Hausfeld, 1986). Una equivocación -por desgracia- muy común, es el regreso a la actividad deportiva antes de que el deportista esté preparado física y psicológicamente. La lesión deportiva de quienes no están preparados psicológicamente para un regreso seguro y exitoso al deporte puede arrastrar a un largo y dificultoso proceso de recuperación de la confianza y del nivel de ejecución, esto no ocurre cuando se está psicológicamente preparado (Rotella & Campbell, 1983).Además, en este estado de no preparación física y psicológica la probabilidad de una nueva lesión, en otra parte del cuerpo, aumenta.

    Es importante enseñar al deportista antes de comenzar la rehabilitación (o al mismo tiempo), a efectos de facilitar el proceso, habilidades relacionadas con el manejo de emociones, aumentos de motivación y pensamientos de confianza en la consecución de metas, cambios en las autoverbalizaciones negativas y en las creencias de culpa, manejo del dolor, del estrés, etc. Como sugiere Rottella y Heyman (1991) los deportistas podrían ser ayudados o incitados a percibir la lesión como una automejora, enseñando experiencias de mejora en vez de pensamientos de autoderrota.

    Es importante que los deportistas se impliquen activamente en la formulación de metas a corto y a largo plazo. Es esencial que se impliquen en el proceso de seguimiento de metas y asuman responsabilidad personal en el proceso rehabilitador. El seguimiento de metas no solo provee al deportista del sentido de control, sino que puede facilitar la motivación, persistencia y confianza.

    Se debe instruir a los deportistas en el uso de técnicas de cambio cognitivo a fin de capacitarles en la prevención de pensamientos negativos y manejar efectivamente las dificultades que esto provoca. Los deportistas pueden producir autoverbalizaciones positivas e imágenes positivas incorporándolas a corto y largo plazo en las metas establecidas. Las habilidades son generalizadas pronto y los deportistas se benefician de usar estos conocimientos en otras áreas de su vida.

    Junto a lo ya reseñado hasta ahora, dentro del proceso rehabilitador, consideramos de suma importancia tres aspectos que van a ser determinantes para una optimización en la resolución de la lesión: las estrategias de afrontamiento del dolor, las estrategias de afrontamiento del estrés y la vuelta a la práctica deportiva.


Estrategias de afrontamiento del dolor. Los deportistas suelen tener más tolerancia y mayor umbral para el dolor que las poblaciones no deportivas, quizás debido al esfuerzo para la insensibilización al dolor (Jaremko, Silbert & Mann, 1981). Este puede llevar demorar la aparición de lesiones o disminuir las quejas sobre dolor. Esto debe evitarse mejorando la comunicación entre los deportistas y los cuerpos técnicos. Cuando el dolor está asociado con el proceso de recuperación, hay varias intervenciones psicológicas disponibles. Las Estrategias cognitivo-conductuales han demostrado ser efectivas en incrementar la tolerancia al dolor. Las técnicas usadas para aumentar la tolerancia al dolor incluyen el uso de imágenes con el fin retirar la atención de los estímulos dolorosos, habilidades que pueden ser comunicadas al deportista. Más adelante, en el apartado dedicado a las técnicas, se aconseja y recomienda el uso de la hipnosis para manejar el dolor.

    Si un deportista se queja de un dolor de una magnitud, intensidad y duración desproporcionada para las indicaciones médicas, puede ser necesario explorar el significado que el deportista le asigna al dolor y a su expresión. El “comportamiento del dolor” puede ser usado para elicitar lástima, atención o favor especial o puede ser entendido para servir como capacidad reforzadora. Se ha demostrado que en pacientes con dolor crónico, cuando los miembros importantes de su red de apoyo social ignoran el “comportamiento de dolor” y, sin embargo, refuerzan el comportamiento del no dolor, esto produce como resultado un decremento en la incidencia de informes de dolor y un incremento del nivel de actividad (Fordyce, Fowler, Lehmann, Delateur, Sand & Trieschmann, 1973). Esto sugiere que los deportistas usan expresiones de dolor para obtener ganancias secundarias, la utilización de técnicas de condicionamiento operante son posiblemente las técnicas más eficaces en la disminución de los informes de dolor y en el incremento de los comportamientos de recuperación y mejora (Williams y Roepke, 1993).


Estrategias de afrontamiento del estrés. El estrés está asociado con la lesión física (Andersen y Williams, 1988) y puede ser reducido con de empleo de técnicas de relajación, técnicas de respiración, imaginación e intervenciones cognitivas (ver capítulo sobre atletismo en este mismo manual). El entrenamiento con estas técnicas ayudan considerablemente en la reducción del estrés, ayuda a eliminar los sentimientos negativos y el dolor puede ser aliviado física y psicológicamente. Muchas de esas técnicas son aprendidas en un tiempo relativamente corto por los deportistas.

    Las técnicas de respiración son de gran utilidad para reducir el estrés e incrementar los pensamientos y sentimientos positivos. Se hizo un repaso de las mismas en el capítulo dedicado al atletismo. Las técnicas de imaginería fueron reseñadas también en ese mismo capítulo. La utilización de imágenes mentales e hipnosis en la generación de analgesia hipnótica está avalada experimentalmente (Crawford, 1996; Wallace y Turosky, 1996; Sheehan y Robertson, 1996) y se revisará en el epígrafe correspondiente a las técnicas. En un meteanálisis de sesenta estudios se examinaron los efectos de la práctica mental en habilidades motoras, aprendidas y ejecutadas. Feltz y Landers (1983) determinaron que la práctica mental influía en el aprendizaje y la ejecución, particularmente en tareas que tienen componentes cognitivos. Esto sugiere que si durante la lesión deportiva se realiza entrenamiento en imaginería, se puede mejorar la actividad que el deportista es incapaz de realizar físicamente. Además, la exposición continuada incrementaría la familiaridad con la actividad y esto puede ayudar a aliviar la ansiedad y la desconfianza. No obstante, para aquellos deportistas que manifiestan una ansiedad con un componente más cognitivo, las estrategias de intervención más eficaces podrían ser la modificación de las autoverbalizaciones negativas y de las cogniciones destructivas.


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