El Triatlón: Propuesta Práctica como alternativa en los Juegos Deportivos Municipales de la Comunidad de Madrid. Parte I |
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*Doctorando en Actividad Física y Deportiva. Sociedad y Educación (Universidad de Almería). Ldo. en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte(CEES de Madrid) Maestro en Educación Física (Universidad de Almería). **Becario del Departamento de Didáctica de la Lengua, de la Literatura, de las Ciencias Sociales y Educación Física (Universidad de Almería). Doctorando en Actividad Física y Deportiva. Sociedad y Educación (Universidad de Almería). Ldo. en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Universidad de Granada) Maestro en Educación Física (Universidad de Almería). ***Doctorando en Asesoramiento y Calidad de la Enseñanza, y en Actividad Física y Deportiva. Sociedad y Educación. Ldo. en Psicopedagogía y Maestro en Educación Física (Universidad de Almería). |
Jose Manuel Hernández Soriano* Manuel Gómez López** Carlos Román Lorente*** manuelgomezlopez@e-milio.com (España) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 50 - Julio de 2002 |
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1. El deporte en los jóvenes: justificación
Si bien la actividad deportiva se inicia en los niños a través del juego desde edades muy tempranas, el comienzo del entrenamiento sistemático, organizado, obedeciendo a una programación y objetivos concretos, es el primer problema que se plantean médicos, padres y entrenadores. La respuesta está en las características fisiológicas, biomecánicas y factores externos que condicionan el tipo de deporte a practicar.
Vemos que el entrenamiento con jóvenes y niños es un tema muy controvertido dentro del mundo del deporte, desde la edad de comienzo del mismo hasta la propia necesidad de entrenar a edades consideradas tempranas, pasando por las disposiciones sobre la maduración o la división del mismo.
De esta forma haremos unos planteamientos generales sobre la conveniencia del entrenamiento con niños, algo necesario tanto desde el punto de vista de creación de un hábito deportivo propio (Le Boulch, 1979; Hahn, 1988; Añó, 1995) como del de la preparación a largo plazo (Navarro, 1993).
Estos planteamientos generales son los siguientes:
a. Edad del comienzo del entrenamientoEste es un hecho que marcará la duración de la vida deportiva de una persona en cuestión y condicionará, también, los contenidos de la planificación. Parte de la controversia viene motivada por las diferencias entre unos deportes u otros y por las propias concepciones de lo que debe ser el deporte infantil, según el campo profesional en que se muevan unos u otros, fundamentalmente pedagogos y/o entrenadores. Ello hace que las edades señaladas por algunos autores sean bastante dispares entre sí.
Algunos autores como Le Boulch (1979,1983), muestran una gran preocupación respecto al entrenamiento de los niños, pues por una parte sitúa la conveniencia de empezar la práctica física a los 8 años, pero por otro sólo en determinadas actividades psicomotoras.
En cambio, otros autores como Astrad (1952), Corbin (1969), Cooper (1970), han roto muchos mitos respecto a lo inadecuado del entrenamiento infantil y de ciertos esfuerzos en los niños. Astrad y Cooper avalan el trabajo de resistencia aeróbica en niños y Corbin (1967) y Cooper (1970) recomiendan empezar a trabajar a los 8/9 años, pero enfocando la actividad al desarrollo aeróbico. Los trabajos de Astrad desde que en 1952 dijo “hacer entre 30 y 45 minutos de carrera continua cada dos días proporciona 5 años más de vida”, han contribuido a ofrecer una nueva visión del entrenamiento infantil, no sólo con un enfoque psicomotor, sino de desarrollo físico bajo condiciones aeróbicas, que permitirá tener un buen sistema cardio-respiratorio.
Así, Hahn (1988) recomienda comenzar la sistematización del entrenamiento a partir de los 12 años, edad que establece como de la madurez infantil, en la que el niño como tal es completo alcanzando la forma armónica (Hahn, 1988, pg. 20). Y continúa diciendo que entre los 8 y los 10 años se produce un aumento de la coordinación dinámica general y es entre los 10 y los 12 años cuando se produce el traslado de las sensaciones kinestésicas del S.N.C. hasta la periferia (mejora de la coordinación).
A esa edad el niño ha perdido gran parte de los movimientos superfluos que caracterizaban las etapas anteriores y que le hacían perder eficacia en el aprendizaje y es capaz de seguir un plan de entrenamiento estructurado.
Por otra parte, Mackeban (1975) también indica la edad de los 12 años como el de la estabilización de las estructuras infantiles.
Esta es una de las razones fundamentales por las que el entrenamiento como tal con una cierta estructura o la práctica física con carácter deportivo, al margen del aprendizaje psicomotor, no debe comenzar por debajo de los 8 años - Hahn habla de los 6 años - aunque existan deportes que de forma clara inician sus “planes de entrenamiento” desde los 4 años, incluso. Son los clásicos deportes de “alto rendimiento en niños” tales como la Gimnasia Artística, el Tenis o la Natación.
También será necesario llevar a cabo una importante distinción entre edad biológica y cronológica. En este aspecto, Navarro (1988) indica que puede haber hasta tres años de diferencia entre la edad cronológica de un niño y la biológica. Este hecho es una de las causas más importantes de los múltiples errores que se producen en la captación de talentos, por que hay niños que destacan tempranamente como consecuencia de su mayor desarrollo biológico que luego se estancan. Estas diferencias de hasta 3 años entre edad cronológica y biológica no son tampoco tan uniformes entre niños y niñas, ya que las diferencias entre éstas se producen entre de los 11 a los 14 años y entre aquellos de 13 a 16 años. Si nos fijamos son las edades conocidas como la pubertad, que es cuando mayores cambios se experimentan.
Es de igual forma interesante intentar delimitar el concepto de edad juvenil e infantil, que equivale, también, entrar a fijar la edad de comienzo del entrenamiento y las sucesivas etapas del mismo. Dos cuestiones nos impiden fijar con carácter universal estas dos edades: las diferencias entre edad biológica y cronológica (que ya han sido explicadas), y las diferentes culturas, donde son distintos temas como: edad escolar, ritos sociales, edad de comienzo del trabajo, estrato social; todo lo cual condiciona el proceso de iniciación y sistematización del entrenamiento.
Volviendo a la cuestión de delimitación entre los términos infantil y juvenil, podemos apuntar varias características psico-sociales, al margen de las estrictamente biológicas que delimitan ambos períodos:
Etapa infantil: gran dependencia familiar, menor capacidad de captación de la información y menor integración social.
Etapa juvenil: mayor independencia familiar, mayor desarrollo psicofísico y mayor capacidad de soportar un entrenamiento sistemático.
Estas características diferenciales condicionan el entrenamiento, su planificación y periodización. Los niños dependen del ambiente familiar, de manera que sí los padres son amantes del deporte podrán entrenar sin problemas y acudir los fines de semana a las competiciones. En caso contrario, la regularidad se verá trastocada. Lo mismo ocurre con su integración en los equipos.
Los niños todavía no están en la disposición de “pertenecer al grupo”, son más individualistas lo que puede suponer dificultades mayores para integrarlos en el equipo aunque en la actividad deportiva los problemas son menores.
No obstante , los jóvenes tienen un mayor nivel de integración social, al menos en su “grupo”, pueden presentar problemas derivados de la pertenencia a un grupo deportivo radicalmente distinto del grupo de amigos de diversión o del colegio. Es decir, que también en este caso, pueden existir conflictos.
Respecto a la capacidad de retención de la información, sugiere Le Boulch (1983), quién sigue, en cierto modo, el esquema de desarrollo psicomotor de Piaget, que los niños alcanzan el máximo de su capacidad “operativa” alrededor de los 12 años. De los 8 a los 12 años, es un periodo muy fértil en el aprendizaje infantil que, que denominan Piaget e Inhelder (1969) “Período de las operaciones concretas”. Los niños a estas edades pueden realizar cualquier movimiento por difícil que sea, aunque la falta de fuerza, principalmente, les impedirá alcanzar el máximo desarrollo.
Antes de los 8 años, el S.N.C. no está desarrollado de forma óptima como para que el niño procese adecuadamente toda la información que le llega y pueda resolver las cuestiones “operativas” convenientemente. Su capacidad de prestar “atención” también es menor. Ambas capacidades alcanzan un importante desarrollo entre los 8 y los 12 años, pero la capacidad de procesar, analizar y retener la información siempre será menor que la de los jóvenes, ya que como señala Piaget e Inhelder (1969) el pensamiento lógico es posterior a la edad infantil y comienza en la pubertad.
Con todo, y a pesar de la existencia de bastantes estudios sobre el desarrollo y la maduración infantil, la edad de comienzo del entrenamiento es un tema muy controvertido, existiendo falta de acuerdo así como discrepancias y contradicciones bibliográficas . Posiblemente como consecuencia de lo que apuntábamos antes respecto a las diferencias culturales, pero, también quizás, al empleo de distinta terminología.
De este modo podemos decir que la mayoría de los pedagogos sitúan la edad de comienzo del entrenamiento (familiarización) entre los 9 y los 10 años, aunque existe una tendencia cada vez mayor a situar la edad de comienzo en los deportes entre los 7 y 8 años, como hacen la mayoría de los manuales federativos.
Sánchez Bañuelos (1984) propone los 10 años como la edad ideal de comienzo de las actividades físicas específicas (tareas motoras específicas). Mientras que otros autores como Burton (1977), Shurr y Khephart (1969) sitúan la edad de comienzo nada menos que a los 7 años pero enfocándolo hacia el aprendizaje de patrones de ejecución comunes. Para ellos, incluso, las habilidades y tareas motrices básicas deben aprenderse antes de entrar en la escuela.
Esto nos puede llevar a la conclusión de que no todos los autores entienden por igual lo que es el “comienzo del entrenamiento”. Muchos indican como edad de comienzo lo que es el inicio de una actividad de carácter motor sistematizada, pero enfocada hacia el aprendizaje de habilidades básicas, como indican autores como Knapp (1963,1981), Singer (1975) o Cratty (1981).
Por tanto, cabe distinguir entre inicio de la práctica física como aprendizaje motor e inicio del entrenamiento deportivo, y aún dentro de éste del inicio de tal a su sistematización.
De ahí que podamos establecer tres etapas en esta iniciación del niño en el entrenamiento deportivo, que deben mantenerse para su eficacia posterior y que reúnen los tres conceptos anteriores:
Etapa de iniciación motora (habilidades y tareas básicas) de 5 a 7/8 años.
Etapa de iniciación del entrenamiento (familiarización deportiva general) de 9 a 12 años.
Etapa de entrenamiento sistematizado (especialización) por encima de los 12 años.
Indicar finalmente que autores como Campos y G. Ferriol (1982), sitúan la edad de comienzo del entrenamiento propiamente a los 10 años. Y otros como Le Boulch (1989), la sitúan entorno a los 8 años. En muchas ocasiones no existe contradicción en la edad de comienzo, sino diferencias de enfoque, según se hable específicamente de entrenamiento deportivo, de aprendizaje motor o de iniciación deportiva.
b. La necesidad del entrenamiento
Los detractores del entrenamiento infantil no pueden ignorar la “escasez” de la práctica deportiva “oficial” o reglada en la enseñanza, es decir: en la Educación Física, al menos en nuestro país. Ello es claramente insuficiente para la creación de un hábito de práctica deportiva, para la efectividad de los aprendizajes, para la resolución de problemas motores, etc.
La prolongación de la práctica física fuera de las clases lectivas a través del entrenamiento, es totalmente obligada para un posible talento, futuro deportista de alto nivel, que debe planificar su entrenamiento a largo plazo y que si no empieza a unas edades determinadas no podrá progresar convenientemente, merced a la incapacidad de desarrollar algunas habilidades.
Es muy importante que el niño entrene y lo haga comenzando a edades apropiadas, sin que ello suponga “especializarse” o tratar de alcanzar altos rendimientos que anulen su capacidad de progresión posterior.
c. Un entrenamiento adecuado
En los niños un entrenamiento multidisciplinar y generalizado (Platonov, 1975; Grosser, 1986; Hahn, 1988; Antón et al., 1989; Pascual Piqueras, 1992; Navarro, 1993; Batalla, 1995; López Bedoya, 1995; Mora, 1995) que permita ampliar al máximo el campo de los aprendizajes motores resulta lo más conveniente.
Sin embargo en nuestro país se sigue “mal entrenando” a los niños, siendo las causas de diversa naturaleza:
Introducción demasiado temprana en la competición con la consiguiente acumulación de defectos de carácter técnico.
Aplicación de “planes de entrenamiento de adultos” a los niños o jóvenes.
Escasa conexión entre las clases de Educación Física y los entrenamientos deportivos.
Estas causas, provocan que los niños no completen adecuadamente su aprendizaje motor y, en consecuencia, el desarrollo normal del entrenamiento a edades superiores se verá distorsionado por la necesidad de dedicar atención a posibles lagunas motoras o por la dificultad de adaptación a determinados movimientos y ejercicios.
d. El conocimiento psicológico del niño
El entrenador necesitará tener conocimientos psicológicos por tres razones principalmente:
El niño se encuentra en la fase de desarrollo psico-físico, el cual hay que conocer para saber las etapas de maduración y en consecuencia aplicar adecuadamente el entrenamiento.
El entrenador debe conocer las sensaciones kinestésicas del niño o joven para orientar el entrenamiento, algo más difícil de conocer en los niños que en los adultos. Aquellos suelen ser más introvertidos, tienen menos personalidad, se conocen menos a si mismos y se comunican peor, por lo que, en ocasiones, resulta complicado saber como asimilan el entrenamiento.
Los niños sufren más alteraciones emocionales con carácter general como consecuencia de su desarrollo que el adulto, por lo que es necesario conocer cuándo y cómo se producen para que no entorpezca el entrenamiento.
e. El entrenamiento debe planificarse a largo plazo
El entrenamiento con niños debe planificarse a largo plazo porque los niños no pueden alcanzar el máximo rendimiento en poco tiempo. El periodo de aprendizaje es largo, incluso en los deportes de alto rendimiento en niños.
Navarro (1993) indica que se necesitan entre seis y diez años para alcanzar el alto rendimiento deportivo, lo que motiva que el entrenamiento con niños deba de hacerse con esa perspectiva.
No es fácil, ya que, en general, los entrenadores no suelen tener con ellos más de dos años al mismo niño, a diferencia de lo que puede ocurrir con los adultos, perdiéndose esta perspectiva de futuro.
f. Las ciencias del deporte evolucionan constantemente
Debemos actualizarnos continuamente por cuanto las ciencias del deporte evolucionan rápidamente y los estudios nuevos nos van aportando una literatura que redundará en beneficio del óptimo desarrollo de aquel. Hay que estar al día en diversas áreas de conocimiento, como pueden ser la Teoría de Sistemas y Metodología del Entrenamiento, la Fisiología, la Psicología, etc.
g. El deporte debe ser un medio y no un fin en las edades de promoción
En un deportista profesional es posible hablar de que el deporte es un fin en sí mismo. Pero jamás en los niños. Por un lado, porque el deporte debe contribuir a su desarrollo global psicofísico y en segundo lugar porque es demasiado joven para tener una dedicación casi exclusiva al deporte. Por tanto, es un medio eficaz para alcanzar metas posteriores, de mayor o menor nivel, pero no un fin al cual se sacrifica todo lo necesario.
El deporte debe planificarse como una actividad dentro de un conjunto que los niños abordan dentro de su currículum formativo, pero nunca con carácter exclusivo y de modo que absorba tan radicalmente al niño que no pueda tener otras alternativas.
h. El entrenamiento de los niños no debe estar orientado necesariamente al alto nivel
Un objetivo básico y fundamental en el entrenamiento con niños sería la creación del “hábito” de practicante deportivo. A través de esta concepción del entrenamiento a los niños les será más fácil, incluso, que se introduzcan en el alto rendimiento o que lo hagan sin traumas de su posible ”éxito” o ” fracaso”.
El entrenamiento con niños, más masivo que el de los adultos, debe contemplar por tanto un campo de actividades más extenso y menos reduccionista.
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