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El deporte en el Perú: análisis y propuestas.
El caso del fútbol

   
Economista
(Perú)
 
 
Guido Arévalo Navarro
geaene@hotmail.com
 

 

 

 


    Basado en Desarrollo económico y crisis del deporte en el Perú:
caso del fútbol en el periodo 1950-1995,
tesis de licenciatura,
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos, Lima, 1999, inédito, del mismo autor.

    En este artículo se sostiene que, si bien es cierto las condiciones socioeconómicas precarias imperantes en el Perú limitan el desarrollo deportivo en general y futbolístico en particular, es la pobre gestión del sistema deportivo nacional factor decisivo en el estancamiento del sector.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 49 - Junio de 2002

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1. Introducción

    No cabe duda que el deporte ejerce influencia importante en la sociedad globalizada de hoy. Esto resultado histórico de la valoración económica y comercialización del hecho deportivo, asociado a su creciente socialización y ayudado por los avances tecnológicos en información, comunicación y transporte. En este contexto, el fútbol, dentro del conjunto de actividades deportivas, se erige como la disciplina con más adeptos y, con determinadas condiciones, un negocio casi seguro.

    El Perú, debido a su limitado desempeño deportivo, no obstante su potencial de talentos, participa poco de los crecientes beneficios, entre ellos económicos, que reporta la actividad en el plano internacional. Superar esta situación hace imperativo un diagnóstico objetivo. Las líneas siguientes están encaminadas al análisis y propuestas.


2. Marco teórico

    Con una visión económica, estudiamos el deporte en el Perú desde dos ángulos teóricos complementarios entre sí. De un lado, desde la perspectiva de las capacidades y valores que el hecho deportivo aporta a la vida social en tanto medio de formación integral y búsqueda de bienestar de las personas, bajo las modalidades: recreativo, escolar y aficionado (cuyo cenit es la alta competición); mereciendo el apoyo del Estado y la sociedad en general pues su implantación y desarrollo está condicionado por el nivel vida de la población y el de las dotaciones peculiares al fenómeno, como: infraestructura, equipamiento, personal especializado, etc.

    Del otro, desde la perspectiva de su aporte en cuanto actividad de una elite de talentos para su contemplación como espectáculo por la población. Así, las instituciones deportivas ofrecen deporte-espectáculo en el mercado, las familias y empresas lo demandan; asimismo, demandan factores (humanos, financieros, etc.) para producir deporte-espectáculo, éstas las ofrecen. Luego, el desarrollo del deporte-espectáculo está condicionado por el grado de avance de una sociedad concreta, cuanto que su producción se relaciona con el nivel de desarrollo de los factores productivos, y su realización con las condiciones de la demanda, que expresa la situación socioeconómica de esa sociedad.

    Sin embargo, es la utilización eficaz y eficiente de los recursos o dotaciones, en función de los objetivos, estrategias y resultados, la que determina el desarrollo del deporte, que contribuye al progreso de la sociedad.


3. Deporte en el Perú

    En el Perú la práctica deportiva no es reciente. Sus primeras manifestaciones se remontan a la época preincaica y se revela más o menos sistematizada durante el incanato. Esta práctica se transformó con la llegada de los españoles, que implantaron manifestaciones deportivas traídas desde Europa. Este cambio fue influido luego por la ideología de la educación física y la práctica del deporte al estilo anglosajón y la forma norteamericana ligada a la comercialización. Vale decir, la evolución del deporte en el Perú, como país poco desarrollado y dependiente, es sencillamente la expresión de la historia del deporte a escala mundial.

    La legislación deportiva de los últimos decenios, en general, ha reflejado los ideales de los gobernantes respecto al deporte en tanto medio educativo y de salud, cauce del tiempo libre, etc. orientado a masificar su práctica buscando forjar un país con una población sana y fuerte en valores morales, con una elite de deportistas calificados que lo prestigie internacionalmente, etc.

    En esa dirección, la población, a través de las organizaciones deportivas, debió ser la protagonista principal del vasto esfuerzo sistematizado abocado a esa tarea. Sin embargo, debido a la tendencia regresiva del nivel de calidad de vida de la mayoría,1 su contribución ha sido poco.

    Pero quedaba el compromiso del Estado de apoyar la tarea canalizando recursos a través del organismo rector del sistema deportivo, en el entendido de hacer realidad los objetivos. Lamentablemente, los medios de pago asignados han sido insuficientes para cubrir las múltiples necesidades del sistema. El Cuadro 1 nos ilustra a este respecto.

    Estas tendencias, es decir, la regresión de la calidad de vida de la población y del gasto deportivo del Estado, en un contexto de crisis económica y explosión demográfica, han provocado en las últimas décadas, entre otros síntomas: i) El reducido surgimiento de clubes deportivos sólidos y económicamente solventes; ii) El restringido surgimiento de talentos deportivos con buena formación, resultado del paulatino y persistente deterioro de la calidad y cobertura de la educación física y del deporte escolar, aficionado y competitivo; iii) La limitada capacidad del sistema de acumular infraestructura y equipamiento en buenas condiciones, o de fomentar la formación de personal especializado y la investigación científica para potenciar las capacidades de los deportistas calificados.

    Así, la pobre gestión del sistema deportivo ha sido factor determinante en la postración del sector, que ha actuado en base y dentro de patrones inoperantes para desencadenar un cabal y sostenido proceso de desarrollo deportivo; con un organismo rector que ha utilizado de manera poco eficaz y eficiente los escasos recursos disponibles, concentrando el gasto en su sede central (Lima) sin generar mayores efectos multiplicadores, reflejando la carencia de planes de desarrollo deportivo consistentes y la improvisación y empirismo de sus cuadros gestores, etc. Todo esto expresión de problemas más profundos y complejos del país.

    Obviamente, con estas tendencias y patrones de desenvolvimiento, en conjunto, los ideales deportivos no se han plasmado en buenos resultados. Se expresa en el estancamiento, si no decadencia, de la competitividad peruana en el ámbito deportivo internacional. El Cuadro 2 muestra que el promedio de medallas obtenidas por deportista participante en Juegos Deportivos Bolivarianos, salvo en 1989, fue menor a uno. El Cuadro 3 (que no distingue eventos ni grados de competitividad) muestra que, si bien la cantidad de deportistas participantes creció a lo largo del tiempo, el promedio de medallas obtenidas tendió a cero. Además, el comportamiento de un amplio sector de la población que no se condice con el espíritu del «Juego limpio», violando a cada paso las normas y los buenos hábitos de convivencia social: la “Cultura Combi”, que en la década pasada provino incluso de los gobernantes del país.


4. Caso del fútbol

    Ahora bien, hoy en día, el fútbol es la disciplina deportiva que más atención concita en la población mundial y simboliza el deporte-espectáculo comercializado por excelencia. Los clubes y federaciones de fútbol de los países afiliados a la FIFA ofrecen como mercancía el desempeño de sus equipos, lo cual debe redituar ganancias. Los espectadores, en cambio, dado la creciente competitividad y profesionalismo, demandan equipos con un desempeño mejor y campeones; demanda condicionada principalmente a la capacidad adquisitiva, que refleja la situación socioeconómica de los países.

    En el Perú, históricamente, la actividad futbolística de competencia, organizada y orientada a dar espectáculo, ha consistido en la realización, en una primera etapa, de un torneo aficionado (1928-1940) y un torneo semiprofesional (1941-1950) con equipos de Lima y Callao; y, en una segunda, la era profesional, del torneo Selección y Competencia (1951-1965) con equipos de Lima y Callao, y del torneo Descentralizado (desde 1966) con equipos de diferentes lugares del país, lo que significó el paso de lo metropolitano a lo nacional; añádase a esto que, entre 1986 y 1991, se impulsaron torneos Regionales previos a los Descentralizados.

    Consecuentemente, tuvieron que modificarse de manera permanente la forma de organizar los torneos en aras de elevar la calidad del espectáculo, de dar la mayor actividad posible a los equipos participantes y de mejorar los resultados económico deportivos con respecto a años anteriores.

    El Cuadro 4 muestra la evolución de la cantidad de espectadores en los torneos. Vemos que la trayectoria, en términos absolutos y relativos, fue oscilante pero con tendencia de estancamiento. Es decir, la expansión de la demanda potencial por fútbol-espectáculo (inferido tanto de la descentralización del torneo cuanto del extraordinario crecimiento demográfico)2, no se ha traducido en un incremento sostenido de la demanda efectiva.

    El Cuadro 4 también muestra la evolución de la cantidad de equipos en los torneos. Vemos que ésta aumentó de 10 en 1951 a 42 en 1989 (llegando incluso a 44 en 1990) y se reduce a 12 equipos a partir de 1998. Luego, la oferta de fútbol-espectáculo, medido desde la perspectiva de la cantidad de partidos jugados, se incrementó notablemente, con más vigor durante la vigencia de los torneos Regionales.

    Sin embargo, transcurridos ya más de medio siglo de evolución de su faceta profesional, la actividad futbolística en el Perú apenas sobrevive, si no languidece, por cuanto muestra precario desarrollo: juego de pobre calidad, equipos de desempeño irregular y torneos de baja competitividad; desenvolviéndose en condiciones de deficiente organización, base material y técnica poco desarrollada, clubes endebles, futbolistas insuficiente (si no deficientemente) formados, entre otras carencias y limitaciones.

    Entre fines de la década del 60 y muy entrado la del 80, el sector futbolístico peruano de primer nivel tendía a crecientes niveles de calidad y competitividad y lograba resultados positivos en el ámbito internacional.3 A esto le ha sucedido una etapa de deterioro persistente, con ausencia de resultados positivos inclusive.4 ¿Qué causas explican esta situación?

    Sin duda, la crisis económica y la falta de desarrollo del país están a la base de la misma, puesto que han afectado negativamente, por un lado, los cimientos deportivos del país y, por otro, la capacidad financiera de los clubes. Esta última secuela del restringido acceso de la mayoría de los peruanos por su bajo poder adquisitivo no sólo al consumo de fútbol-espectáculo, como lo evidencia el Cuadro 4,5 sino también a afiliarse como socio en los clubes, que ha limitado la posibilidad de éstos de brindar fútbol-espectáculo de calidad y competitividad creciente.

    Así, la poco prolífica y errática gestión de la organización futbolística nacional (federación, asociación y clubes) ha incidido determinantemente en la decadencia del sector, que se ha desenvuelto sin una visión clara de los caminos conducentes al progreso futbolístico. En efecto, en la ‘industria’ futbolística la calidad del espectáculo es fundamental y depende principalmente del nivel de actuación de los jugadores y del nivel competitivo de los equipos, ligadas a su vez a los avances científico tecnológicos y a la educación.

    La más clara manifestación de la decadencia del sector en el Perú es el deslucido espectáculo futbolístico, que se deriva precisamente del bajo nivel de actuación de los futbolistas y del heterogéneo nivel de competitividad de los equipos. Es lugar común ligar esta situación a la normatividad laboral del futbolista profesional. Ésta, supuestamente, no ha permitido a los clubes invertir en la formación y/o importación de jugadores, dado que al vencimiento de los contratos de trabajo éstos quedaban libres y podían emigrar a otras instituciones, sin que los clubes de origen se viesen recompensados.

    Sin embargo, aun con este marco normativo, los clubes, especialmente los ‘grandes’, han invertido tanto en la formación cuanto en la importación de jugadores (esta última por lo general de futbolistas de mediana calidad y/o en el ocaso de sus vidas deportivas), sin que ello haya evitado la decadencia del espectáculo y menos impulsado el desarrollo del sector. Lo que quiere decir que la inversión ha sido poco productiva.

    Hasta los años 70 fueron las canteras escolares la fuente básica de aprovisionamiento de jugadores. Posteriormente, ante el deterioro de los cimientos deportivos del país, y no obstante la proliferación de academias deportivas, comenzó la tendencia regresiva del sector. Es aquí donde queda al desnudo la incapacidad de la organización futbolística de producir jugadores de alto nivel y por lo tanto de un juego superior. Esto consecuencia no tanto de su limitada capacidad financiera, sino de la falta de visión y erradas estrategias.

    En este sentido, es evidente la clamorosa desarticulación del sector con el sistema educativo y de investigación existente en el país. Así, la formación de futbolistas descansa por lo general en personas empíricas, que no posibilita la producción de futbolistas acorde con las nuevas exigencias de la competencia internacional; prevalece, además, el patrón de importar cuerpos técnicos completos, sin que ello se traduzca en el desarrollo de la base técnica del sector.

    A este respecto, se sostiene que en el Perú no hay personal capacitado para esa tarea, lo cual no es cierto; pasa que el sistema es incapaz de absorber el recurso humano calificado nacional, que es postergado y desaprovechado. De ser cierto, empero, el sistema tampoco ha sido capaz de fomentar su creación y acumulación porque jamás ha impulsado el desarrollo de los sectores conexos y de apoyo de su cadena productiva.


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