El fútbol como visión del mundo | |||
Profesor de Etnología Director del Laboratorio de Etnología Mediterránea y Comparativa Universidad de Provence |
Christian Bromberger bromberg@newsup.univ-mrs.fr (Francia) |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 47 - Abril de 2002 |
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Presentación de Roberto Di Giano (Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte - SEUBE - FFyL - UBA)Para el Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte fue sumamente importante haber concretado un segundo evento con el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, sobre todo si tenemos en cuenta el excelente resultado alcanzado en las Jornadas anteriores. También para nosotros resulta importante mostrarles a ustedes nuestra producción mas reciente, en una época en que muchos intelectuales y docentes se acostumbraron a "recepcionar", meramente, ideas y conceptos elaborados en Europa y/o EE.UU. Una cuestión que facilitó que aquéllas elaboraciones aparecieran travestidas como universales, aplanando así el pensamiento creativo y comprometido que, pese a todas las adversidades, se sigue produciendo en la Argentina.
Los miembros del Area estamos recorriendo desde hace años un camino diferente al poner permanentemente de relieve la importancia del contexto histórico en cada uno de nuestros análisis. Y el resultado de nuestra firme postura es que pudimos alcanzar una forma mas madura de integrarnos al mundo. Así, encaramos el diálogo, el intercambio de conocimientos, con los colegas de los demás países para construir, entonces, un internacionalismo bien entendido. Es desde este lugar que damos siempre una cálida bienvenida a los compañeros que vienen de otras zonas para brindarnos su sólido capital de conocimientos, como es el caso de nuestro amigo Christian Bromberger.
Presentación de Lidia González (directora del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires)Estas Jornadas sobre las Ciudades y el Fútbol tiene el honor de presentar la conferencia: "El fútbol como visión del mundo" del catedrático Christian Bromberger, Director del Instituto de Etnología Mediterránea y Comparativa de la Universidad de Provenza, Francia.
Quién va a actuar como traductor es el señor Jorge Makarz al que agradecemos desde ya, y quisiera también agradecer una vez más a los que han colaborado para que se realizaran estas Jornadas donde hemos debatido diversos temas acerca del fútbol en la ciudad, su implicancia, su desarrollo, su simbología, las relaciones del fútbol y la educación, el fútbol y los medios de comunicación, el fútbol y los estadios.
Creo que han sido unas Jornadas provechosas y que con este broche de la conferencia del profesor Bromberger nos podremos retirar reflexionando sobre un tema tan convocante para los argentinos.
Agradecemos, entonces al Centro Franco-Argentino de Altos Estudios de la Universidad de Buenos Aires, al Centro Cultural Rojas, a la Dirección de Deportes de la Universidad de Buenos Aires, al Centro Cultural San Martín, a la Facultad de Filosofía y Letras, y al Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Muchas gracias.
El fútbol como visión del mundoEn primer lugar quiero agradecer al Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires y especialmente a su directora Lidia González. Y también al Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte con sus directores Roberto Di Giano, Tulio Guterman, Julio Frydenberg, Lelia Gándara, por la recepción calurosa que me han hecho.
Fui muy sensible a los estudios sobre Buenos Aires llevados adelante por el Instituto de Estudios Históricos de la Ciudad, y por el trabajo llevado a cabo alrededor del deporte, un dominio que todavía no alcanzó su plena legitimidad en el campo académico. Sin embargo, para acercarnos al tema de esta mañana, imaginémonos hoy un estudio de sociología o antropología urbana que quisiera dejar de lado al fútbol; el lugar que ocupa este deporte en las conversaciones cotidianas, en la cristalización de relaciones de sociabilidad, en la edificación, en la construcción de las ciudades y de los barrios, en la emblemática y en el folklore urbano.
No tomar en cuenta el fútbol en el estudio de una ciudad hoy sería como si Malinowsky estudiando la población de las islas Trobriand, hubiese desconsiderado el "Kula", o como si Pritchards trabajando con los Nuers en una población septentrional del Sudan no hubiese estudiado la relación entre los hombres y el ganado vacuno.
Muchos trabajos que se expusieron ayer en estas Jornadas mostraron como la cancha es un lugar privilegiado para observar el funcionamiento, los odios y los sueños, de una sociedad urbana.
En la situación actual, el fútbol es una máquina para clasificar las pertenencias territoriales, (que no solamente delimitan estas pertenencias territoriales, sino que contribuyen a formarlas) y para profundizar en una forma pre-formativa el contenido imaginario, la identidad imaginaria digo.
El fútbol no es solamente un espejo de una identidad dada sino que participa en la construcción de estas identidades, (Julio Frydenberg lo mostró muy claramente ayer), y la imagen que da de estas sociedades es de una bella infiel.
Es en este status híbrido interválido del fútbol, a la vez reflejo de las realidades urbanas y mentira novelesca, que yo querría terminar con algunas reflexiones estas Jornadas sobre las ciudades y el fútbol.
Con justeza ayer, se evocó el status patrimonial de las canchas y los estadios, monumentos y lugares de memoria viva del espacio urbano, espacios urbanos y periurbanos; que no son siempre monumentos formas (Régis Debray quién pasó un tiempo en América Latina, llama monumentos formas a los monumentos que se caracterizan por su monumentalidad y calidades arquitecturales y estéticas. Pero siempre se trata de monumentos que condensan memorias y usos, y que están siempre franqueados, bordeados, por museos. Por ejemplo en el museo del Barza, en Barcelona, es fabuloso por la riqueza de sus colecciones y por la extensión de su superficie).
Una íntima ligazón une al espectador y a su estadio, como a los campesinos con sus campanarios. De estos santuarios del mundo industrial, se conocen la historia, se cuentan esas historias, se conocen los momentos de la fundación, se conocen las modificaciones edicilias sucesivas, el cierre de una cancha y su transferencia a otro sitio (todo esto es vivido como desgajamientos).
Florencia González me mostró ayer un pedazo de tribuna de madera de Argentinos Juniors, debidamente testimonial de un elemento arqueológico y conservado como una reliquia, como esos pedazos de césped que los hinchas más fervientes toman y conservan.
El estadio, la cancha misma, ya sea de tradición británica (es decir rectangular) o de tradición latina (es decir oval, recordando la forma de los anfiteatros con forma de bombonera) ofrecen, por su estructura compartimentada, entre tribuna central cabeceras y palcos, un apoyo a la dramatización y a la instalación social jerarquizada.
La cancha, ese extraño espacio donde se ve al tiempo que se es visto, forma una especie de microcosmos que va modelando los contrastes de la sociedad local.
Cada espacio compartimentado, constituye una especie de territorio, que simboliza una pertenencia distinta. Estas formas de territorialización siguen el esquema de una topofilia, el vínculo sentimental con un espacio de la cancha, y esto se lee cuando se analiza en detalle la distribución del público.
En el estadio de Marsella, por ejemplo, una cosa que sorprende cuando se analiza la distribución de los espectadores, es que la geografía social de los espectadores se proyecta a grosso modo en la geografía del estadio, ofreciendo un mapa viviente y a la vez reducido de la ciudad.
En Marsella una gran división distribuye el espacio urbano que opone un sur privilegiado en relación a un norte más pobre. Y en este contraste se verifica en la ocupación de las cabeceras norte y sur de la cancha; se ve bien que en la cabecera norte hay espectadores que vienen de los barrios del norte y los del sur se concentran mayormente en la cabecera sur. No se le se le pueden encontrar a esto muchas razones prácticas, el precio de las entradas es el mismo para la parte norte o para la parte sur, las entradas a cada una de ellas están situadas a una centena de metros una de otra, y cuando se han recorrido kilómetros para llegar al estadio esta centena de metros no puede ser una razón, la razón es la apropiación territorial de una parte del estadio.
Cada etapa de la carrera urbana de un hincha se traduce por una ocupación preferencial del espacio en el estadio. Así, un joven del barrio norte comienza su carrera de hincha en el extremo alto de la cabecera Norte, cuando se pone de novio ya va a estar en este lado del estadio cumplimiento también una norma, y cuando se convierte en un adulto ya va estar en la tribuna Este con su cuñado o con sus amigos del barrio. Y posiblemente según su trayectoria social pueda terminar en esa tribuna de la más prestigiosa, lo que significa que la cancha, este anillo particular, en este estadio figura, aparece, el giro de la vida, y las barreras entre los diferentes compartimientos de la cancha no son simplemente barreras materiales, sino que atravesar esas barreras son verdaderos ritos de pasaje.
Pero plantear la cancha, el estadio, como un microcosmos que reflejaría un macrocosmos, no es sino parcialmente exacto. La distribución de los espectadores en el seno de una cancha, combina las jerarquías ordinarias, y el orden propio del fútbol.
Por un lado, y esto es una imagen, la cancha no es sino una novia infiel, ya que en ella predominan los jóvenes (no las mujeres) y las personas adultas, y por otro lado en las cabeceras la espacialización no está fundada solo en parcialidades extradeportivas, sino también en la fuerza demostrativa de los grupos de hinchas, grupos de hinchas que apoyan al mismo equipo.
Esto se distribuye desde el centro hasta los bordes, en función de su importancia relativa; en el centro se ubica el grupo que supo imponer su hegemonía comunicativa, en los márgenes los pequeños grupos más recientemente formados, y abajo, en un rincón, la vieja guardia, los jubilados de haber sido hinchas fervientes y fanáticos.
En general existe una competencia territorial entre los grupos que apoyan un mismo equipo para ocupar el espacio central más visible. Dos leyes, entonces, regulan las masas deportivas; una reproduce el orden social ordinario y la otra se diferencia de él, fundada como está, no en las relaciones cotidianas, sino en las relaciones de fuerza demostrativas.
Las canchas son también excelentes observatorios de los procesos de integración en las sociedades urbanas. Todas las investigaciones llevadas adelante en las canchas británicas muestran que los espectadores y los hinchas son machos blancos, hombres blancos (en el sentido masculino).
Se demostró en las investigaciones que hicimos que eran un 89% de sexo masculino los asistentes a los estadios británicos. Por el contrario en una ciudad como Marsella con una fuerte composición de magrebinos, de gente de Africa del Norte, los inmigrantes están representados en las canchas en proporción a su presencia en la ciudad.
Expliquemos también que en esta ciudad, Marsella, no existen más equipos comunitarios, es decir, los que reagrupan originarios de la ciudad, los que representa a los italianos, el que representa a los Magrebinos, etc.
Lo que el mapa hace aparecer aquí es un fenómeno interesante, es la distribución de los espectadores de origen Magrebino en el estadio; se los ve ausentes, por supuesto, en las tribunas privilegiadas pero se los ve muy bien representados, hoy en día, en la cabecera Norte. Ellos efectivamente residen en los barrios del norte pobre de la ciudad, pero dicha presencia juvenil está muy localizada. Está también muy difundida hacia otros sectores del estadio fundamentalmente hacia la tribuna Este y esta presencia hoy muy bien establecida de la gente del Magreb en el estadio puede interpretarse como un rito de integración a la sociedad y a la sociabilidad local.
Pero este pasaje a través de la integración a un club como un rito de integración a la sociedad local, es lo que hace aparecer, en general, las biografías, los recién llegados, superidentificados con lo nuevo como los conversos están superidentificados con la causa local.
Si el desvío por el fútbol es casi indispensable para comprender el desarrollo de una ciudad es también ello debido a la circunstancia que tomaron los clubes de hinchas con relación a la sociabilidad urbana.
Los clubes de partidarios adultos (sin hablar de los ultras y de otro tipo de barra bravas) que son una nueva forma de confraternidad viril autogestionada, impregnan con su marca la sociabilidad de la ciudad urbana contemporánea. A título de ejemplo la Asociación Italiana Nápoli Club en los comienzos de los años ´90 contaba con noventa y seis mil miembros repartidos en ciento veintiséis secciones y no tiene el record italiano en cifras. La de A.C Milán está sostenido por mil trescientos cincuenta secciones de hinchas y cada sección debe disponer de un local y de al menos cincuenta miembros.
Estos clubes de hinchas juegan un rol muy particular. Hay veces que se trata de casas culturales de barrio que cumplen una función social; tienen juego de esparcimiento para los tiempos libres y bibliotecas, ofreciendo a los viejos y a los que no tienen trabajo un marco recreativo. Además organizan actividades a veces completamente extrañas al deporte, como salidas y excursiones familiares, por ejemplo.
En Italia un testimonio de la actividad vecinal del fenómeno son los clubes que tienen los bares mientras que en Francia son los bares los que ofrecen el lugar para la asociación de hinchas.
Si la cancha aparece como un microcosmos y las asociaciones de hinchas constituyen uno de los modos mayores de sociabilidad urbana, el equipo y esto hay que destacarlo, simboliza la entidad a la cual todos están vinculados, y la configuración de los equipos en el espacio urbano nos muestra en forma caricatural a propósito de las formas de organización territorial y sobre los principios de afiliación mayor.
Muchas metrópolis tanto en Europa como en otros lados están moldeadas por oposiciones religiosas que se reproduce en una repartición o en una multiplicación futbolística. Este es el caso del Glasgow donde la oposición del Celtic católico formado por irlandeses (y que era presidido al origen por el obispo mismo de la ciudad) y los Rangers que son protestantes y unionistas. Es una oposición secular. Escribía Bill Murray a propósito de este tema "Ningún espectador de un partido que opone los Rangers al Celtic puede creer que está asistiendo a un simple partido de fútbol". Una brava marea con los colores verde y blanco agita la mitad del estadio y por el otro lado un desatarse de echarpes rojos, blancos y azules constituyen un contraste notable en que rodean las banderas británicas. Y a los cantos rebeldes que elogian la república de Irlanda responden los cantos del sentirse de pie en el centro republicano en recuerdo de la batalla del río Boyne y de la victoria de Guillermo III sobre los católicos.
En primer lugar insisto, entonces, sobre el hecho de que el fútbol acusa antagonismos que en la vida cotidiana de Glasgow posiblemente estén mucho menos marcados. Es que tiene precisamente esa capacidad de inflar, darle mucho más sentido a dichas oposiciones, para darle a la confrontación un pimiento emocional.
Pero también este tipo de comunitarismo lo encontramos en otra ciudad como Beirut. En el Líbano hay un campeonato de catorce equipos pero diez son de Beirut; Beirut ocupa un poco el lugar central como Buenos Aires lo ocupa en Argentina, pero Beirut no funciona solamente en los barrios, sino que más bien los barrios se superponen a las comunidades religiosas, y los diez equipos de Beirut son diez equipos comunitarios.
En muchas ciudades esta fragmentación del espacio puede tener un significado distinto al religioso. El barrio, lo hemos visto para el caso de Buenos Aires. Pero muy frecuentemente domina el principio de bipartición, el señor Gilmar Mascarenhas nos dió un ejemplo para Brasil, que oponía dos equipos donde cada uno reflejaba un universo social y cultural singular. Un equipo que aparece más rico y otro más pobre. Y este ejemplo es tan frecuente, que yo lo encontré en todos lados durante mis excursiones futbolísticas. Y yo me pregunto si hay que ir a buscar explicación de este fenómeno en la sociología o si hay que ver en ello la aplicación de un principio estructural, una especie de universal de la adhesión deportiva que daría un poco más de densidad al juego y a las emociones. Voy a tratar de explicarme al respecto. Las estructuras dualistas son muy frecuentes en materia de fútbol y toman un poco siempre los mismos contenidos, siempre dan lugar a estos derbys o clásicos entusiastas, donde culminan las emociones.
Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 8 · Nº 47 | sigue Ü |