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    La intervención de los factores psíquicos en el proceso de cambios fisiológicos y patológicos en el hombre es un concepto plenamente aceptado. Aparece consignado en documentos históricos antiquísimos, es un tema que surge una y otra vez en la literatura universal, es una verdad admitida en la práctica de todos los pueblos y es aceptado y aplicado por casi todos los que se han dedicado al ejercicio de la medicina hasta nuestros días. Pero es solo a partir del siglo XIX, cuando se impone gradualmente el método científico en las ciencias biológicas y surgen los aportes de Darwin, Cannon, Pavlov, Freud y sus continuadores; iniciándose una era fértil en el estudio del psiquismo humano y sus relaciones con la patología, surgiendo los conceptos que se apoyan sólidamente en los principios fundamentales del método científico.

    Aún así, en los tiempos actuales se siguen haciendo afirmaciones que son aceptadas por muchos médicos.

    Una riquísima experiencia popular, que se ha incorporado a la literatura, constituyó durante largo tiempo la base en que se apoyaba la hipótesis psicogénica de los trastornos funcionales digestivos.

    En tiempos más recientes, la hipótesis se ha convertido en juicio desprovisto de toda duda, gracias a la gran cantidad de investigaciones científicas. Basta recordar los estudios de Woolf en el estómago del famoso Tom (1947) y de los Almy y Truelove (1951) en el colon de individuos sanos y de víctimas de trastornos funcionales de dicho órgano. Todos ellos han demostrado estados de tensión psíquico y conflictos emocionales provocados experimentalmente.

    Muchos autores indican hoy en día el papel importante de las depresiones (1, 2, 3, 4, 5, 6), estados emocionales (7, 8, 9, 10), ansiedad (11, 12, 13, 14. 15) y estrés (16, 17, 13, 18, 19, 20) en las patogénesis de las dolencias gastrointestinales. En años recientes los programas de ejercicios se han convertido en tratamientos comunes para combatir los estresores psico-sociales y atenuar la reactividad de la ansiedad, los desordenes depresivos. Hayden (1982), dirigió una revisión de 33 recientes investigaciones empíricas de los efectos psicológicos del ejercicio. Estos estudios abarcan grupos de participantes heterogéneos, incluyendo a jóvenes, adultos, todos ellos sanos; así como en pacientes geriátricos, alcohólicos y mentales. Una amplia variedad de instrumentos (el State Straut Anxiety, el Beck Depression Inventory, etc.) fue usada para estudiar la estimación propia, la ansiedad y la depresión. Una abrumadora mayoría de estos estudios (88%) encontró al menos algunas mejorías en el bienestar mental, como resultado de un entrenamiento de la aptitud física. (27).

    Los estímulos de sobre-tensión psíquica activan la secreción de la hormona del estrés y del rendimiento físico: la adrenalina. Su presencia refuerza el estado de alerta, provoca el desencadenamiento de una serie de reacciones psicofísicas (aumento de la excitabilidad, elevación de la frecuencia cardiaca, de la tasa de glucosa, de ácidos grasos en sangre, etc.) que a la larga pueden implicar consecuencias nefastas para el estado general de organismo.

    El ejercicio, o más específicamente, el entrenamiento de resistencia general, puede reducir la energía acumulada por el estrés y la puesta en condición simpático-tónica. Según algunos autores, el entrenamiento físico puede amortiguar de manera natural el estrés y atenuar sus efectos nefastos (21, 22, 23, 24).

    Un entrenamiento regular de resistencia general, durante un largo período contrarresta al estrés, ya que evita que se suman estos tipos de estímulos. El estado de alerta es amortiguado progresivamente por la actividad física (26).

    En estudios realizados por Czajkowski y col (1990) y Long (1991), encontraron diferencias significativas en el grado de reactividad del estrés psicológico en relación con un buen estado de salud como consecuencia del entrenamiento de la aptitud física.

Conclusiones

    De forma general se pudo apreciar la variedad de los factores psicológicos sobre los cuales gravitan en ocasiones ciertas dolencias en el caso que nos ocupa de tipo gastroenterológico. La inmensa gama de bibliografías existente permitió apreciar la influencia positiva de los ejercicios físicos como medio para atenuar la agresividad de los factores psicológicos en la patogenia de las enfermedades digestivas.

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revista digital · Año 8 · N° 46 | Buenos Aires, Marzo 2002   © 1997-2001 Derechos reservados