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La difícil incorporación de la mujer española a la 'locura' velocipédica del siglo XIX
Eugenio Izquierdo Macón y María Teresa Gómez Alonso

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 43 - Diciembre de 2001

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    La moda femenina discrepó entre el uso de la falda o el pantalón. El pantalón o bloomers era un pantalón bombacho fruncido en la rodilla, dejando al descubierto las piernas. Por lo que respecta a la falda, un poco más corta que la usual, tenía en su contra el que pudiera ser responsable de alguna caída, pero en su favor pesaban el que estéticamente resultaba más elegante y distinguida que los pantalones, a los que se criticaba por quitar distinción a la figura pero sobre todo por ser un ataque al decoro y a la moral pública.

    Los detractores del acceso a la mujer a la bicicleta, como siempre que se quiere criticar algo y se carece de fundamentos razonables suficientes, recurrirán precisamente al tópico de que la mujer montada sobre una bicicleta no encajaba dentro de los manipulables patrones estéticos, y no digamos ya si lo hacía con pantalones.

    En definitiva, toda mujer que se respetara debería observar una serie de preceptos que Dubois y Varennes resumen en "diez mandamientos"10 :

1° No llevarás corsé, sino jubón ó justillo.
2° No usarás ligas de goma, lleva sencillamente cintas.
3° Usa pantalones de tela bien holgados, y encima falda corta.
4° Lleva toca ó capota, y no te olvides del velo y de los guantes.
5° Guárdate como del fuego, de la grosera vestidura del hombre.
6° Calza zapatos bajos que dejen libres tus pies.
7° Lleva contigo una falda arrollada al timón, te la pondrás cuando llegues al término del viaje.
8° De tal manera vestida pedalearás modesta y moderadamente.
9° Por término medio sólo andarás 12 ó 15 leguas por día.
10° Por la noche acuéstate para reposar tranquilamente.


4. Incomprensión ante el esfuerzo agonístico de la mujer

    Apenas se pueden recoger esporádicas noticias sobre su participación en algunas pruebas para mujeres y en concursos de cintas, que ocasionalmente aparecen dentro de un algún programa de carreras en pista. La irrupción del "sexo débil" en las carreras más que sobre la bicicleta será desde las tribunas presenciando las evoluciones del otro sexo, "el fuerte", que es poco más o menos el papel que les asignaba Pierre de Coubertin cuando afirmaba: "Las mujeres sólo tienen una función: coronar al vencedor con las guirnaldas del triunfo"11

    Y no habría más cosas que señalar de no ser por la irrupción en la escena ciclista de un grupo de corredoras. Este hecho sucede cuando por 1897 en Madrid un tal Silvestre Abellán decide preparar a unas señoritas para organizar con ellas carreras. Ocho fueron las ciclistas profesionales, por cuanto que en las carreras había premios en metálico12 que llegaban a las 200 pesetas. Las pruebas se celebraron en una pista acondicionada en los Jardines del Retiro con notable éxito de público, sin duda atraído por el morbo de ver a unas mujeres correr en bicicleta, al tiempo que por la posibilidad de realizar apuestas, algunas incluso de 1.000 pesetas.

    El negocio debió funcionar bien ya que después de este certamen Abellán, prosiguió con la preparación de su "troupe", incrementada con nuevas incorporaciones, con el objetivo de realizar una "tournée" por toda España. Sin embargo, las desavenencias entre Abellán y sus chichas pondrá fin a este proyecto.

    Las siguientes noticias que tenemos de estas corredoras, son las de su participación en los velo-salones o ciclódromos abiertos por Navidad en Madrid ese mismo año13 . Cerrado el velo-salón de la Carrera de San Jerónimo, su propietario Francisco Quinto se fue a Sevilla con el "tinglado" y un grupo de corredoras, con la idea de permanecer en aquella ciudad durante la Semana Santa. Sin embargo, la prohibición de las apuestas mutuas por el Gobernador Civil estranguló todo el interés del que podían gozar este tipo de espectáculo. Su cierre a los pocos días dejará a las señoritas ciclistas literalmente en la calle. Esta circunstancia deja a las claras que la aproximación de estas mujeres a la bicicleta más que por afición fue provocada por la pura necesidad, como un medio de ganar un dinero.

Ilustración de la actriz Rosario del Pino, corresponde a las caricaturas que para El Deporte Velocipédico
hacia J. Ramón Cilla, uno de los más brillantes ilustradores del género
humorístico de finales del siglo XIX. Esta ilustración está tomada de
El Deporte Velocipédico, n° 49, enero de 1896.

    A pesar de esta triste experiencia aún por septiembre de 1898, nuevamente de Sevilla llegan noticias, ahora con Abellán al frente, de un grupo de señoritas ciclistas. Las consideraciones que de las carreras realizan distintas revistas ciclistas y deportivas catalanas nos servirá para contrastar la aceptación de que gozaron estas corredoras. Desde la Revista de Sport de Reus, la noticia se recoge de manera positiva, como el de un buen negocio:

     "Trabajan dos veces por semana y ganan muy buenos cuartos. Al público sevillano le entraron por el ojo derecho, como vulgarmente decimos y está llenando el velódromo que es una bendición, todos los días de espectáculo"14 .

    En cambio, la versión que sobre el mismo hecho ofrecen las dos revistas de Barcelona, Los Deportes y Barcelona Sport, es bien distinta. Ambas coinciden en recriminar la participación de la mujer en este tipo de espectáculos y, por extensión, su concurso en todas aquellas manifestaciones propias del varón. Desde Los Deportes se advierte:

     "Estamos muy conformes con esta frialdad, pues esta compañía de señoritas ciclistas, nos hace el mismo efecto que las señoritas toreras y no podemos reconocer al bello sexo una exageración de fuerzas que escasamente atribuimos al sexo fuerte, por no ser ese el objetivo del ciclismo" .

    Más duros se van a mostrar desde Barcelona Sport:

    " (...) la afición va decayendo en lo de ver señoritas toreras, señoritas pelotaris, señoritas profesoras de billar, señoritas ciclistas, etcétera, pues sirviendo tanto señoriteo de punto de partida para establecer cierta clase de negocios, éstos resultan de un color sobrado parecido a ciertos otros ejercidos también por señoritas para que logren definitiva aclimatación entre nuestro público.

    Esta presencia de la mujer en la competición ciclista contaba con la incomprensión y censura proveniente de uno y otro sexo, copartícipes de un mismo universo de valores y creencias. Y a los comentarios anteriormente expresados desde el género masculino, podemos adjuntar el discurso concordante de una distinguida y experimentada ciclista parisiense que bajo el seudónimo de "Mary" escribió para El Deporte Velocipédico de Madrid algunos artículos sobre la moda ciclista femenina. Esta Mary se declara contraria a que la mujer participe en cualquier tipo de carrera, por cuanto que entiende que la mujer primero debe montar en bicicleta por higiene y después por utilidad, reprochando a aquellas mujeres que se dedican a la pista para ganar unos cuartos, considerando como de justicia que las que así obraban se expusieran a la crítica y a las censuras del público imparcial17 .


Notas

  1. Viada, A., Manual de Sport. En Manuales Romo y Füssel, Tomo XI. Adrián Romo Editor. Madrid. 1903; y Valserra, F., Historia del deporte. Plus-Ultra. Madrid. 1944.

  2. Fernández Díez, R.Mª, "Mujer y deporte en Madrid durante el primer tercio del siglo XX", en Zabalza Ramos, R. (Coord.) Orígenes del deporte madrileño. Condiciones sociales de la actividad deportiva (1870-1936). Comunidad de Madrid. Consejería de Educación Madrid. 1988.

  3. García Ferrando, M., "Mujer y deporte", en García Ferrando, M., Aspectos sociales del deporte. Alianza Editorial. Madrid.1990; y Vázquez, B., Educación física para la mujer. Mitos, tradiciones y doctrina actual. En VV.AA., Mujer y deporte. Ministerio de Cultura. Madrid. 1987.

  4. Los Deportes, n° 5, marzo de 1898.

  5. El Deporte Velocipédico se ocupará en sus números 27, 28 y 29, septiembre de 1897, de un artículo de este autor que lleva por epígrafe "La mujer y la bicicleta".

  6. Codina será el autor de la primera publicación que sobre materia ciclista se escribe en España: El Velocípedo, libro centrado en sus aplicaciones médicas, y en el que se incluye un apéndice, "La mujer y el velocípedo", con consejos para ser utilizado por la mujer. La lectura de dicho apéndice no tiene desperdicio para escudriñar en el pensamiento y expectativas que cabría esperar de hombres y mujeres. Aludiendo a un establecido orden natural, la familia modelo se fundamentaba, tal como "prescribe la Naturaleza y la Moral exige", en la desigualdad del hombre y mujer, para que de esta manera pudieran complementarse y no repelerse. El Velocípedo. Sus aplicaciones higiénicas y terapéuticas. Librería de la Viuda de Hernando y Cía. Madrid. 1993. pp. 195-207.

  7. Ibidem, , p. 205

  8. "La moral y la bicicleta", Barcelona Sport, n° 34, diciembre de 1897.

  9. Codina Castelvi, J., op. cit., p. 203

  10. Citados en la obra anónima Prontuario del aprendiz y aficionado al velocípedo por dos compañeros de pedal. Lit. J. Mateu. Madrid. 1895. p. 104.

  11. García Ferrando, M., op. cit., p. 167 y Vázquez, B., op. cit., p. 60

  12. Véanse los Estatutos de la Unión Velocipédica Española recogidos en el Anuario de la Unión Velocipédica Española de 1897. Madrid. cir. 1898

  13. Especie de velódromo de salón, consistente en una larga mesa ovalada, semejando la pista de un velódromo, con una serie de ranuras sobre las que se disponían las efigies de ciclistas movidas desde un "ciclono" o bicicleta estática.

  14. El Veloz Sport de Reus, n° 39, septiembre de 1898.

  15. Los Deportes, n° 24, octubre de 1898.

  16. Barcelona Sport, n° 76, octubre de 1898.

  17. El Deporte Velocipédico, n°85, agosto de 1896.


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