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Pasiones ordinarias

   
Profesor de etnología en la Universidad de Provence
donde dirige el Laboratorio de Etnología
Mediterránea y Comparativa
 
Christian Bromberger
(Francia)

 

 

 

 
Conferencia dictada en el Departamento de Postgrado Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires, agosto de 2001
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 41 - Octubre de 2001

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    Les pido que me disculpen que voy a hablar de un tema bastante estúpido, en el contexto de un país que no se presta a la frivolidad, pero a veces lo fútil es indicador de las graves tendencias que comienzan a marcarse.

    Quiero también indicar el marco reflexivo del trabajo que voy a presentarles hoy. En Etnología como en otras disciplinas, se puede determinar el objeto de estudio a partir del campo y de las categorías. Y de las categorías definidas por la historia de las ciencias. Así, en una forma clásica y tradicional, en etnología uno puede interesarse en la producción, el parentesco, la religión, las relaciones entre lengua y cultura.

    Pero el camino que yo elegí en la investigación que llevé adelante con miembros de mi laboratorio fue diferente. En lugar de dejarnos llevar en estas elaboraciones temáticas por lo que interesa a los etnólogos, decidimos orientarnos por las cosas que interesan en primer lugar a la gente. Decidimos dejarnos guiar por las emociones sensibles que provienen directamente del terreno, del campo, miradas que se clarifican cuando se evocan los temas, palabras que se precipitan, emociones que se expresan.

    Una sociedad dice mucho de sí misma a través de estos apasionamientos, sobre los lugares de interés que son privilegiados por ella, y se puede ver por detrás de las espaldas de estas acciones, para retomar una expresión de Pierre Bourdieu, los valores cardinales que modelan una época.

    La idea de la investigación provino también de las ganas o necesidad de comprender la sociedad contemporánea marcada por el estallido de sus intereses, el campo cruzado de sus pasiones, la atomización de sus hobbies.

    La observación de la plaza de una aldea provenzal, una mañana de domingo del mes de septiembre hace cuatro años, fue una especie de revelación. Todos los apasionamientos contemporáneos parecían hacerse dado cita en ese lugar, y este entrecruzamiento de pasiones dispares ilustraba la descoordinación de los centros de interés de la Francia contemporánea

    Había allí corredores (los que hacen jogging, los que están corriendo) con el jogging de lycra, los jóvenes ciclistas, los cazadores vestidos con ropa leopardo, motociclistas con camperas de jean, los que van al turf para hacer apuestas en las carreras de caballos, gente que cabalgaba y que atravesaba a paso la aldea, `amigos del patrimonio´ que se estaban preparando para ir a restaurar un mural en una capilla (o una capilla rural), amantes del bricolage que estaban montando ese mural para reconstruirlo, hombres y mujeres dirigiéndose hacia un curso de yoga, equipos de fútbol de niños partiendo para el campo, apasionados por la informática que intercambiaban información...

    La impresión que domina es la de una fantástica descoordinación de los centros de interés. Y efectivamente yo conocía esa plaza treinta años antes, cuando el paisaje dominical de esa misma plaza no era tan diversificado, tan variado. Testimonio de esta descoordinación es el extraordinario crecimiento de asociaciones de actividades lúdicas que existen en la aldea.

    En esta aldea de más o menos 4.000 habitantes, en 1960 había 5 asociaciones: la caza, el fútbol, los bolos (las bochas), la música, y un grupo folklórico. Hoy se pueden encontrar 30 asociaciones, desde el club de los que hacen saltos ornamentales a la asociación de los amantes de los productos biológicos, pasando por la sociedad genealógica local.

    Aquí hay una tendencia pesada de nuestra sociedad, que involucra una valorización del tiempo para sí mismo y el desgarramiento de las distintas formas de sociabilidad, la búsqueda de un desarrollo personal, de clarificaciones parciales que no son globales. En 1996 43% de los franceses de más de 14 años participan en alguna asociación. En 1967 no eran sino 28%.

    En 1967 se trataba ya de una época donde el boom asociativo había tomado enorme desarrollo. No se trata de asociaciones dedicadas todas a las actividades lúdicas o de disfrute, pero mientras que declinan las asociaciones de defensa de los intereses comunes como los sindicatos, las asociaciones de padres de alumnos, los partidos políticos, en cambio las de carácter deportivo lúdico o cultural toman auge.

    Esto se lo ve de una forma neta. Se los voy a decir con solo ejemplo para no llenarlos de cifras. Hoy no se registra más que 8% de trabajadores sindicalizados; este porcentaje -tomado sobre la gente que trabaja y no sobre la población- en 1983 era de 14%. En contraste con esta declinación, se registra en cambio un crecimiento exponencial de las asociaciones de música y de deportes.

    Pero por supuesto, el desarrollo de estas acciones y estos hobbies es inseparable de aquel del tiempo libre, una conquista del siglo XIX pero sobre todo del XX. Está de más decir que hubo una inversión en los siglos XIX y XX entre el ciclo de trabajo y el tiempo libre. El tiempo vital ocupa hoy más o menos quince años de la vida de un hombre, doce años de la de una mujer que tiene una esperanza de vida mayor, pero sobre la cual sigue recayendo siempre la mayoría de los trabajos domésticos. Se puede considerar que del presupuesto de una familia, 17% por ciento de ese presupuesto va al tiempo libre, al ocio. Aún en períodos de crisis.

    Entonces habría como una especie de efecto de giro de la historia donde estaríamos aproximándonos a los ritmos sociales de la Edad de Piedra donde, contrariamente a las creencias, los adultos dedicaban unas quince horas semanales al trabajo, utilizando el tiempo libre para reposar, para vagar o para visitar un campo vecino. Pero el paralelo con los aborígenes australianos se limita a esas aproximaciones cuantitativas. Porque lo que es sorprendente es que hoy el derecho a la pereza, que era explicado por Paul Lafargue, o el hecho de "flotar un poquito en el aire", esto no está valorizado en nuestras sociedades en las que predomina la 'high morality' (alta moral), que acusa al tiempo perdido de la misma manera que el anatema religioso condenaba a la pereza.

    El tiempo libre, según las experiencias comúnmente compartidas, es concebido y percibido como la realización personal de sí mismo, de la autonomía y de la autenticidad. Se podría calificar este tiempo como tiempo extático, un tiempo para sí mismo. Un tiempo dominado (mejor sería: regido) por el dominio voluntario de la voluntad. Un tiempo que es considerado como un tiempo que libera, diferente al tiempo impuesto, al tiempo del trabajo.


El campo de las pasiones ordinarias

    A partir de esto yo querría destacar el campo de estas pasiones ordinarias; por un lado establecer su fenomenología y luego interrogarme sobre el sentido de todo esto. En este mapa de las pasiones ordinarias contemporáneas -y yo he de volver sobre este concepto de pasiones ordinarias- podemos distinguir cinco campos principales.

    El primero tiene como marco y como objeto la vida doméstica y lo que la rodea: el bricolage, el hacerlo uno mismo. Como la jardinería: más o menos 1 de cada 2 franceses practica jardinería. Los animales domésticos se cuentan en Francia en 42 millones; se puede hablar de una zoomanía o de una zoolatría, de mascotismo. Se observa aquí que los animales que se aprecian son los animales perfectamente inútiles, mientras que en otras sociedades predominan los animales que comemos. Existen en Francia hoy en día dos mil eventos anuales vinculados con animales, es decir concursos de animales, presentaciones de animales, etc. Y existen 200 asociaciones de defensa de los animales. Estamos entonces en el primer campo que es el de la vida doméstica y lo que la rodea.

    El segundo conjunto reúne a los científicos, a los sabios, a los coleccionistas, movidos por una voluntad de memoria o por una voluntad de trabajo. La pasión por las tradiciones locales, la genealogía, da un testimonio de esta nostalgia para buscar referencias en el pasado. No voy a invadirlos con cifras pero es importante destacar que en los años '60 había 40 museos de carácter etnográfico en Francia y hoy su número llega a mil quinientos. Entonces tenemos aquí esta preocupación de reapropiarse las trazas de un cotidiano vivo, las fuentes de los pueblos, las banderías pero también las fábricas desafectadas de la producción.

    Y también están esas aspiraciones a la felicidad; para tratar dos ejemplos destacables, uno es el desarrollo de la pericia popular en materia de vinos, lo demuestra un circulo enológico, una nueva cofradía de salones de vinos deseosa de degustación. Hay una paronimia particular en materia folklórica en las fiestas de Saint Dans Sans, el patrón de los vinos. La fiesta de Sant Dans Sans en Borgoña reúne a 100.000 personas, que van a degustar el vino con un tipo de pericias que ya no es el tipo de pericia del enólogo.

    El último ejemplo de este esquema que quiero darles es el desarrollo de los concursos de ortografía: esta es una pasión muy francesa por la ortografía hay cuatrocientos mil candidatos por año al concurso (risas: imaginen donde colocar los acentos circunflexos en francés).

    Hay un tercer concurso de pasiones que son los que reagrupan a los amantes de los espectáculos y de los juegos, con un crecimiento de los espectáculos participativos tanto en el dominio del deporte como de música. Festivales como el festival intercéltico de Lorion que tiene lugar en el oeste de Francia y que reúne hasta quinientas mil personas.

    Al lado de estos espectáculos esta también el desarrollo de los juegos de azar, fundamentalmente el desarrollo de casinos donde la aristocracia ociosa y los jugadores dovstoievskianos (por El Jugador de Fedor Dovstoievsky) fueron reemplazados por un público más popular que gustan de las máquinas tragamonedas, con una búsqueda de emociones y de juegos de azar, que confía en los juegos de azar como una forma de liberarse de la forma de vida en la sociedad.

    El cuarto conjunto que voy a distinguir son los pequeños y grandes aventureros ávidos de logros personales y corporales en un marco natural. La performance el cuerpo y la naturaleza son tres de los elementos mayores del deseo contemporáneo. Este es el desarrollo de los aeróbicos y los joggings, y también tiene una versión más hard, más pesada: el buceo, la espeleología, el trekking, con el placer de estar llegando los límites bordeando los límites, en ocasiones a los riesgos extremos. Se trata de los rallys o carreras, como por ejemplo las de Mauritania del sur de Marruecos, corriendo allí, del tipo tecnicista, con máquinas sofisticadas mecánicas. Allí es donde empezaron a manejarse los 4 x 4.

    El quinto campo de pasiones concierne a los que están decepcionados por los saberes y los dogmas oficiales, y que exploran y experimentan otras vías para gestionar sus vidas personales. Aquí hay muchos conocimientos bastante extraordinarios del esoterismo, del interés por el ocultismo, las para y pre ciencias, la radiestesis, la astrología, la ovnilogía y el interés por las religiones orientales y fundamentalmente por el budismo, por una crisis fuerte de las ideologías de las luces y una búsqueda sorprendente de las artes de la existencia y de una visión global de la existencia. Paralelamente se ve un apasionamiento muy fuerte por las medicinas dulces (medicinas alternativas) que testimonian no solo una demanda creciente de salud sino también de una aspiración a revitalizar.

    Lo que sorprende también, cuando vemos este estallido de los intereses, es que tenemos que enfrentarnos a un mundo que perdió sus referencias colectivas amplias. Un proceso que ya habían notado Max Weber y George Simmels que habían apreciado eso hacia principios del siglo XX y que se aceleró en los últimos decenios.

    Hay un declive de las instituciones como el estado, la escuela, la familia, y una recentralización mucho más fuerte sobre el individuo, de lo que da testimonio el uso generalizado del nombre de pila en las relaciones cotidianas. Una centración en la satisfacción de sí mismo, y ya no más en los grandes proyectos de identificación colectiva, el gusto por la acción concreta mas que búsqueda de grandes debates lo que se traduce, en el dominio para-político, por un empuje del militantismo asociativo.

    Buscar expresarse y desarrollarse, deviene una motivación dominante que deja atrás los viejos valores fundamentales. Tratar de tener uno o varios proyectos concretos, una o varias actividades gratuitas vividas intensamente fuera de la vida profesional o familiar, es hoy en día uno de los atributos considerados para una vida personal más o menos completa. Mirando los jugadores de tenis, a principio del siglo XX, Sigmund Freud decía "su falta de culpabilidad me escandaliza (me vuelve loco) ". Una protesta de semejante tipo hoy en día aparece como totalmente arcaica. El que aparecería como anormal y culpable sería el que hoy en día no tenga una pasión ordinaria.

    La arquitectura social de estos apasionamientos no está tan cortada, separada, como antiguamente. Sin duda, los amantes de las motos y la ortografía no son los mismos, pero las barreras entre las categorías sociales están mucho menos definidas. Las innovaciones no vienen hoy en día sólo de arriba, sino que vienen desde los bordes, la difusión del jogging, de los raids, del esoterismo, de las medicinas dulces (medicinas alternativas), dan testimonio de estas corrientes marginales.

    En muchos casos el juego de las distinciones sociales se expresa mucho más en el estilo que en la naturaleza de las prácticas, hay diferentes formas de tener animales de compañía. Se distinguen de distintas maneras los gatófilos de los canófilos (cinófilos), los gatófilos son perrofóbicos (cinófobos), los gatófilos son en general artistas, funcionarios. Los canófilos son personas que en general están ligadas por su profesión a la defensa de un patrimonio económico, personas del comercio y la artesanía, camioneros o personas vinculadas a oficios de este orden. Todo esto es estadísticamente verdadero pero, por supuesto, puede haber un amante de los perros que sea un intelectual.

    La gran pesadez de los problemas sexuales se aligeró bastante. Lo que es destacable es la gran cantidad de mujeres en la vida asociativa. Yo les decía antes que 43% de las personas participan en asociaciones, pero para las mujeres la cifra alcanza a 39%, pero por supuesto que hay espacios absolutamente rígidos de hombres, de filiación masculina. Los deportes de riesgo, y las prácticas que suponen la utilización de útiles complejos, de instrumentos complejos, la vela, la moto, el rally, el bricolage (arreglos y composturas) de grandes obras, esos siguen siendo trabajos de hombres. En cuanto el riesgo físico y la alta tecnicidad (complejidad) se conjugan la barrera sexual coloca un bloqueo absoluto. Por ejemplo el Camel Trophy, no es accesible a las mujeres sino después de 1993. Es una aventura motorizada, mientras que son las mujeres las que constituyen la mayoría las que hacen el maratón de la arena que es la que se corre al sur de Marruecos o de Mauritania, y que es menos competitiva.


La revalorización de las pasiones

    ¿Cómo llamar a estos humores fundamentales de la vida contemporánea? En estas actividades que dan sentido y sal a la vida, el término actividad de tiempo libre es una noción demasiado amplia. Más bien es un tiempo libre de disfrute, no hay palabra que defina un tiempo libre y disfrute en forma simultánea. El hobby tiene un lado aristocrático exagerado.

    Los etnólogos tienen una particular actitud de prestar atención a las nociones indígenas, a estas nociones que condensan experiencias singulares, y tienen el hábito de distinguir, separar los sentidos de la palabra de sus filiaciones semánticas. El término que conviene en francés y que también conviene en español, es la palabra pasión.

    ¿Por qué vincular a esta palabra, pasión, el calificativo ordinario? Para constituir una pareja contradictoria, un oximoron, que hace hacer muecas a un ejército temeroso. Recuerden ustedes que a los filósofos no le gustan las pasiones... Hay que ver la etimología de la palabra porque pasión es acción de padecer... Vamos a volver sobre esta transición, que se produjo en el siglo XIX, de la pasión sufrida a la pasión actual.

    Kant escribía por ejemplo nadie desea para sí mismo la pasión, ¿quién querría, decía Kant, estar encadenado cuando puede salir? También sabemos, aunque no vamos a entrar en una larga discusión filosófica, que en Descartes las pasiones son grandes convulsiones del alma en el curso de los espíritus animales. Tienen ustedes aquí una condena unánime de la esclavitud de las pasiones, que se prolongan un poco también en la modernidad con los marxistas con la marca de la alienación y en el discurso psicoanalítico con la manifestación del Ello. Y en la mayor parte de nuestra historia intelectual la pasión tiene una mala prensa. Es el enemigo a vencer, la potencia maléfica para vencer, una fuente de desvíos, de confusión, de sumisión.

    ¿Cómo pudo producirse una rehabilitación de las pasiones tal que ya no se las considere hoy en día como hermanas enemigas de la razón? ¿Cómo se efectúa esta curiosa transición desde un ideal orientado que apunta a controlar las pasiones, a una concepción de la vida que las valoriza? Al punto tal que el no tener una de estas pasiones marcaría hoy una incompletitud existencial. Un poco el sentido de la palabra se desplazó en la tradición clásica. Las pasiones reflejaban hechos como la ira, la tristeza, la cólera que producimos nosotros y a pesar nuestro y que son producidas por solicitaciones externas.

    Hoy en día podemos decir que la pasión designa una tendencia de una cierta duración acompañada de estados afectivos e intelectuales y bastante poderosa como para acompañar y controlar la vida del individuo. Con esta idea de la permanencia se da la atracción de la pasión, de algo que está en la larga duración.


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