efdeportes.com
Variables psicológicas que pueden afectar al rendimiento
deportivo: motivación, activación y ansiedad

   
Dr. en Educación Física
Profesor del Colegio Guadalete
(España)
 
Damián Ossorio Lozano
damian.ossorio@eresmas.net

 

 

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 40 - Setiembre de 2001

1 / 1

    Todo deportista ha experimentado alguna vez situaciones donde el corazón late con extremada violencia, las piernas parecen flaquear, se pierde el control muscular, aparecen los calambres... Sabemos que son situaciones típicas del sobreesfuerzo, situaciones que hay superar y sobre todo controlar.

    Parece evidente que no aislamos nuestra mente cuando nos exigimos al máximo en lo físico. Todo deportista necesita prestar especial consideración a los factores psicológicos para obtener el máximo rendimiento físico en la competición.

    En atletas de resistencia se han evaluado algunos rasgos de personalidad como la extroversión y las neurosis. Como grupo, estos atletas han demostrado estar dentro del abanico normal de mediciones de los rasgos de personalidad (Morgan, 1980; Morgan y cols., 1988)

    Se ha descubierto que de modo regular los atletas de resistencia poseen unos perfiles de estados de humor más sanos que los de la población general (Morgan, 1985).

    Es cierto que se ven obligados a hacer frente no sólo al estrés de la vida diaria sino también a los rigores del entrenamiento físico, y hay pruebas claras de que el proceso del entrenamiento en sí mismo puede tener consecuencias psicológicas adversas. (Morgan, y cols., 1987). Los corredores de fondo masculinos y femeninos de élite han informado que experimentan niveles elevados de alerta antes de las competiciones (Morgan y col., 1987; 1988).

    Existe una creencia muy extendida de que la fuerza de voluntad y la capacidad para tolerar el dolor es esencial para obtener un óptimo rendimiento en resistencia. Quizá porque esta idea parece tan obvia, relativamente pocas investigaciones experimentales han estudiado la tolerancia al dolor en muestras de atletas. Ryan y sus colegas (Ryan y Kovacic, 1966; Ryan y Foster, 1967) llevaron a cabo trabajos pioneros en este área, demostrando que los atletas de contacto y de resistencia poseían una tolerancia al dolor significativamente más alta que la de las personas normales o que los atletas que participan en deportes no de contacto tales como el tenis.

    Conviene tener presente que tanto entrenadores como deportistas deben adquirir los conocimientos y técnicas precisas para controlar estos factores psicológicos. No podemos atribuir los fracasos deportivos a agentes misteriosos o a la mala suerte.

    Numerosas explicaciones han sido dadas al fenómeno de la motivación a lo largo de la literatura científica. Se han utilizado términos diversos tales como instinto, activación, estímulo, nivel de expectativa, etc.

    Este fenómeno ha sido estudiado por numerosos especialistas de manera diferente. Unos han centrado sus investigaciones en el ámbito del aprendizaje motor y otros desde el punto de vista del rendimiento motor.

Cuadro 1: Terminos usuales en el estudio de la motivación
(Tomado de SAGE, 1977)

    Diferentes autores han estudiado la motivación en los deportistas más jóvenes. De sus investigaciones se deduce que unos deportistas están más motivados hacia la consecución del logro y otros tratan de evitar el fracaso. (Roberts, 1989)

    Este estado motivacional genera un grado de excitación que se manifiesta a nivel corporal, y que puede favorecer o entorpecer el resultado de la ejecución motriz. El deportista que acumula altas dosis de cansancio para conseguir elevar su capacidad de trabajo y rendimiento, obtiene también altas cotas de cansancio psíquico. Es muy importante que la potente necesidad de ganar o superarse a sí mismo no se vea enturbiada por la anticipación de la derrota o al menos la falta de confianza en sí mismo (H.M. Valdés, 1996) .

    La motivación es una variable que resulta crucial en los campos de la actividad física competitiva y no competitiva. Suele ser una de las preocupaciones de los entrenadores. La falta de interés, la falta de autoconfianza, el desánimo, el agotamiento psicológico y las alteraciones psicopatológicas son factores que pueden ocasionar déficit motivacionales (Buceta, 1997) .

    La psicología ha demostrado que las relaciones entre nivel de motivación y el proceso de obtención de un objetivo genera reacciones emocionales. El grado de satisfacción personal implica una reacción emocional, bien positiva o negativa. Esta reacción conlleva un aumento de la motivación y en caso contrario frustración o desengaño.

    Existen diferencias entre individuos respecto al grado de motivación, no es una cuestión innata, ya que innatas son las capacidades pero no el grado de desarrollo de las mismas. El perfeccionamiento de estas capacidades es cuestión personal, así como de un entrenamiento psicológico oportuno. Esta habilidad puede ser cultivada, ampliada y perfeccionada.

    El fenómeno emocional, según Spielberger (1966), se puede explicar como el producto de la interacción entre la situación y el sujeto, donde los procesos cognitivos (percepción, atención, programación) juegan una función moduladora de radical importancia en la producción de un sistema tridimensional de respuesta, que se define cada vez en razón de las condiciones de la interacción .

    El estado del organismo tiene efectos comprobables sobre los procesos psíquicos conscientes y sobre las emociones. Bajo condiciones estresantes se pone de manifiesto una tensión muscular evidente. Rasgo este que nos permite conocer el nivel de ansiedad o estrés generado por la actividad. Cuando la situación amenazante desaparece también desaparece la tensión a nivel muscular.

    Gran parte de esa tensión no es captada por el individuo porque este focaliza su atención en los estímulos externos más que a las sensaciones interoceptivas. Esa falta de atención interna excluye el conocimiento del nivel de activación y, por tanto, de la información necesaria para movilizar sus propios recursos.

    Parece evidente que es necesario un cierto nivel de activación cuando nos proponemos conseguir un reto. Pero el grado de activación debe ser consecuente con cada tarea y distinta para cada individuo. Por eso, es un objetivo prioritario del entrenamiento y de la propia competición que el deportistas conozca y controle su nivel óptimo de activación y que esta no condicione la respuesta motriz y por tanto su rendimiento.

    El "arousal" o nivel de activación puede definirse como la intensidad de la conducta (Gill, 1986), como una función que da energía al organismo (Landers y Boutcher, 1986), que oscila desde un profundo sueño (estado comatoso) en un extremo y una elevada excitación (ataque de pánico) en el otro (Malmo, 1959) . El "arousal" se refiere a la activación psíquica, fisiológica y motora . Por sí, no es ni positivo ni negativo, aumenta cuando realizamos una actividad placentera así como cuando se está inmerso en una situación amenazante o preocupado por algún error.

    Sin embargo Martens (1987) prefiere hablar de "energia psíquica" en lugar de "arousal" porque en los programas de Entrenamiento Mental centrarse en la activación mental no es lo mismo que centrarse en la activación del cuerpo.

    Loehr (1988), lo denomina estado ideal de rendimiento, se caracteriza por una sensación de relajación y soltura, de calma, quietud interna, sin ansiedad o nerviosismo; una sensación de estar cargado energéticamente, de optimismo y actitud positiva; un sentimiento de goce y diversión en la competición; una actuación sentida como realizada con poco esfuerzo, con automatismo y espontaneidad en lo que se hace. El deportista está mentalmente alerta, enfocado y armonioso; con una gran sensación de autoconfianza y autocontrol emocional.

    Garfield (1988), lo califica como el estado de rendimiento máximo y lo caracteriza por la relajación mental y física, la seguridad y el optimismo, la concentración total en el presente, lo que implica la sensación de integración mente-cuerpo y la supresión del pensamiento analítico. Hay una sensación de alta energía que se describe como felicidad, éxtasis, fuerza; conciencia extraordinaria con una capacidad marcada de anticiparse a lo que hace el contrario. Y un sentimiento de control sin esfuerzo para ejercerlo y sin ansiedad, miedo o inseguridad.

    Esto trae como resultado la utilización de la energía máxima bien controlada en los esfuerzos, la anticipación de las acciones del contrario y las respuestas adecuadas, la utilización de toda información útil que se presenta y su uso en la competición deportiva.

    Oxendine (1970), sugiere los siguientes niveles de activación para un rendimiento óptimo en función del tipo de tarea: (ver Cuadro 2 )

  1. Niveles de activación alta, son buenos para un rendimiento óptimo en actividades motoras gruesas de resistencia y velocidad.

  2. Los niveles de activación alta interfieren con tareas que requieren habilidades complejas, movimientos de músculos finos, coordinación y concentración.

  3. En general, para todas las tareas motoras es preferible un nivel de actividad por encima de la media.


Cuadro 2:


Nivel de activación y rendimiento optimo en cada deporte.
(Tomado de Oxendine 1970)

    La mayoría de los deportes, tenis, balonmano, baloncesto, requieren una energía elevada y son tareas difíciles, por lo que tienen un estrecho rango de rendimiento óptimo. Esta clasificación no tiene en cuenta que algunos deportes necesitan una activación diferente en situaciones de ataque y defensa, o en función del marcador.

    Bunker (1985), parece tener en cuenta los siguientes factores para explicar la relación entre nivel de activación y rendimiento:

  1. Rasgos de personalidad

  2. Nivel de aprendizaje.

  3. Tarea a realizar (complejidad, demandas físicas, precisión y exactitud).

  4. Factores inusuales o novedosos.

  5. Autopercepción o autoevaluación de la competencia del deportista.

  6. Efectos de facilitación social de la activación. Además se debe aprender a controlar el nivel de activación o energía psíquica y el nivel de estrés.

    El proceso emocional, por diversos factores, es sentido a veces por el individuo de manera desagradable, impidiendo su atención, su ejecución motriz, el curso de su pensamiento, vivenciando sus ritmos cardíacos y sintiendo ahogo. Es lo que se denomina ansiedad. Este sentimiento puede en ocasiones aparecer de manera espontánea sin que aparentemente se haya desencadenado ninguna reacción particular (Valdés Casal, 1996).

    Para Lazarus (1966) (op. cit. Oña, 1994), la ansiedad se encontraría entre los comportamientos inadaptados o ineficaces, pudiendo definirse como, " proceso emocional donde la activación básica es procesada de forma amenazante y desajustada, dando lugar a comportamientos incontrolados, desorganizados, inhibitorios y evitativos. El logro, representaría los procesos emocionales de las conductas adaptadas, eficaces, organizadas, y aproximativas. Spielberger (1986), fue el primero en definir el llamado "estado" y "rasgo" de ansiedad. El "estado" de ansiedad, se refiere a un estado emocional caracterizado por la aprehensión y la tensión. El "rasgo" de ansiedad es una predisposición a percibir ciertas situaciones como amenazantes y responder a ellas con niveles altos de "ansiedad estado".

    La teoría de Spielberger (1972), predice que personas con un rasgo de ansiedad alto, aumentarían su estado de ansiedad más que las personas con un rasgo de ansiedad bajo, cuando se encontrasen en situaciones que perciban como amenazantes.

    Es obligado entender que somos culpables del dominio de nuestras emociones, como lo somos también de seguir un plan de entrenamiento y descanso adecuados a nuestra actividad. El aprovechamiento de nuestra óptima capacidad depende en gran medida de la coherencia de estos planteamientos. Debe existir una convicción de que lo mental y lo físico no son mundos contrapuestos. Su correcta integración constituye una inequívoca aportación a la mejora del rendimiento deportivo y sobre todo una individualización del entrenamiento psíquico.

Bibliografía

  • Buceta, J. M. et al. (1997). Evaluación psicológica en el contexto de la actividad física y el deporte. Master Universitario en Psicología de la Actividad Física y el Deporte. Madrid, UNED.

  • Bunker, L. K. (1985). The effect of anxiety an arousal on performance. En : L. Bunker, B. Rotella y A. Reilly. Sport Psychology. New York, McNaughton and Gunn Inc.

  • Gilbert, C. A., Nutter, D. o, Felner, J.M., Perkins, J.V., Heymsfield, S.b. y Schlant, R. G. (1977). " Echocardiographic study of cardiac dimensions and function in the endurance-trained athlete. En : J. Cardiol. 40, 528-533.

  • Valdes Casal, Hiram (1996). La preparación psicológica del deportista. Inde.

  • Loerhr, J. (1990). La excelencia en los deportes. México. Planeta.

  • Landers, D. M. y Boutcher, S.H. (1986). Arousal-performance relationships. En : Jean, M. Williams. Applied sport psychology. Personal growth to peak performance. Palo Alto, Calofornia, Manfleld Publishing Company.

  • Lazarus, R. S. y Folkman, S (1986). Estrés y Procesos Cognitivos. Martínez Roca, Barcelona.

  • Malmo, R. B. (1959). A neuropsychological dimension. Psychological Review, 66, 367-386.

  • Martens, R. (1987). Coaches guide to sport Psychology. Champaign, Illinois, Human Kinetics.

  • Morgan, W.P. (1977). Psichological consequences of vigorus physical activity and sport. En : The Academy Papers. M.C. Scot, Am Acad. Phys. Educ., 15.

  • Morgan, W.P.(1980). The traid psychology controversy. Rev. Q. Exerc. Sport 50, 385-427.

  • Morgan, W.P.(1985).Selected psychological factors limiting performance. A mental health model. En : Clarke, D.H. y Eckert, H.M. (eds) Limits of Human Performance (Límites del rendimiento humano), 70-80. Human Kinetics, Champaign, Illinois.

  • Morgan, W.P., Brown, D.R., Raglin, J.S., O´Connor, P.J. y Ellickson, K. A. (1987 a). Psychological monitoring of overtraining and staleness. Br. J. Sports Med. 21, 107-114.

  • Morgan, W.P., O´Connor, P. J., Ellickson, K. A. y Bradley, P. W. (1988). Personality structure, mood states, and performance in elite male distance runners. En : J. Sport Psychol 19, 247-263.

  • Oxendine, J. B. (1970). Emotional arousal and motor performance. Quest, 13, 23-32.

  • Roberts, G. C. (1989). When motivation matters :the need to expand the concept model. En : J. S. Skinner et al. Future directions of research in physical education. Human Kinetics, Champaign, Illinois.

  • Sage, G. H. (1977). Introduction to motor behavior : A Neuropsy-chological approach. Addison Wesley, London.

  • Spielberger, C. D. (1986). Theory and research on anxiety. En : C. D. Spielberger. Anxiety and behavior. New York. Academic Press.

  • Spielberger, C.D. (1972). STAI Manual for the StateTra¡t Anx¡ety Inventory (Self-evaluation quest¡onna¡re). Consulting Psychologists Press, Palo Alto, CA.


Otros artículos sobre
Psicología del Deporte | Entrenamiento Deportivo

  www.efdeportes.com/
http://www.efdeportes.com/ · FreeFind
   

revista digital · Año 7 · N° 40 | Buenos Aires, Setiembre de 2001  
© 1997-2001 Derechos reservados