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Los niveles de ansiedad y la respuesta de stress de los deportistas

  Investigador Auxiliar del Instituto de Medicina del Deporte.
Psicólogo Equipo Nacional de Atletismo
(Cuba)
Dr. Luis Gustavo González Carballido
lgus@inder.co.cu

 

 

 

 
Versión por artículos del libro "Stress y deporte de alto rendimiento" para EFDeportes.com
Artículo Nº 3
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 39 - Agosto de 2001

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    Cuando se piensa en un deportista de alto rendimiento, acude a la mente la imagen de alguien muy seguro, sereno y estable. Sin embargo, hay fundamentos para creer que no es necesariamente así.

    Destacados psicólogos, al aplicar los procedimientos para el estudio de la personalidad y la ansiedad de R.B. Cattell a deportistas de alto rendimiento (entre los cuales habían campeones mundiales y olímpicos) encontraron que el índice promedio de ansiedad en ellos no difiere esencialmente del que obtienen las personas que no son deportistas. Más aún, teniendo en cuenta su escala de medición (de 10 stens), algunos grupos de atletas destacados presentaron puntuaciones por encima de 6 stens (58), mientras la población normal osciló entre 4.5 y 5.5.

    Profundizando en estos resultados, se encontró que los deportistas se mostraban "recelosos" y tenían algunas dificultades para orientar su conducta conforme a los patrones establecidos, razones que contribuyen a explicar su afán por obtener resultados sobrenormales y, de esa manera, lograr su realización personal.

    Otros autores también han refutado el supuesto de que los campeones son individuos que se destacan por la estabilidad como rasgo de personalidad.


Foto tomada de Revista de la Federación Internacional de Atletismo (I.A.A.F.)

    Sonstroem, R.J. (120), por ejemplo, planteó que "competidores de elite fueron a sí mismos caracterizados como nerviosos o angustiados en un 66 % de sus competencias."

    Dishman, R.K. (26), en su enfoque ergogénico, expresó que el stress es inherente al deporte, y exhortó a dejarlo progresar, siempre por un camino anabólico y constructivo.

    Karolczack-Biernacka (71) sostiene que el nivel de rendimiento está relacionado directamente con el de ansiedad, encontrando que solo un nivel muy elevado se asocia a una disminución de la calidad de la ejecución.

    En tantos años de trabajo con deportistas de alto rendimiento, hemos confirmado esta tesis desde el punto de vista investigativo (52) y, en muchas oportunidades, desde el práctico.

    La primera vez que apreciamos empíricamente el problema, fue durante el trabajo de atención a tiradores deportivos. Posiblemente sean ellos los deportistas que proyectan una imagen de mayor flema y autocontrol. Sin embargo, desde nuestras primeras entrevistas comprendimos que no son precisamente personas demasiado sedadas ni ecuánimes.

    De aquellos primeros contactos recordamos una anécdota muy ilustrativa. Según informaciones aportadas por entrenadores que participaron en unos importantes juegos deportivos de la década de los años 60, un conocido psiquiatra les propuso competir en condiciones de relajación inducida por métodos hipnóticos.

    Luego de un entrenamiento apropiado, los tiradores comenzaron la primera serie de disparos competitivos en un estado de efectiva sedación, sin que se observara la menor señal de ansiedad. Sin embargo, luego de los primeros disparos de baja puntuación, no ocurrieron respuestas correctoras y los deportistas "parecían robots" que aceptaban mecánicamente cualquier resultado sin inmutarse.

    Ciertamente, tal preparación logró el objetivo de que compitieran bien sedados, pero tanto fue así que no encontraron energía suficiente para hacer la autocrítica técnica ni para efectuar las correcciones necesarias. Evidentemente, este efecto indeseable no se previó.

    Para nosotros, lo más importante es el desarrollo de capacidades que permitan encauzar convenientemente los altos niveles de excitación derivados de la ansiedad, antes que aspirar a hacer de nuestros deportistas sujetos "hiperestables". Por su relativa complejidad, es necesario esclarecer un poco más el problema.

    Como esbozamos en el artículo anterior de esta serie, los términos "ansiedad" y "stress" no son sinónimos y, aunque está demostrado que los deportistas más ansiosos tienen más probabilidades de experimentar temprana e intensamente estados de stress (113), de lo que se trata es de lograr que tal respuesta sea positiva (eutress) y alejar la posibilidad de que aparezca el desorganizador, incómodo y perturbador estado de distress.

    La ansiedad ha sido muy estudiada en el deporte.(110, 105, 31, 76, 102). Spielberger hizo la conocida distinción entre Rasgo y Estado, refiriéndose al primero como la disposición mayor o menor a percibir un estímulo como peligroso o amenazante, y a responder a ellos con un estado de ansiedad. Este último se refiere a la emoción transitoria que varía en intensidad y fluctúa en el tiempo.

    De acuerdo con esto, un atleta ansioso (como rasgo) estará más propenso a experimentar estados de stress, aunque ansiedad y stress no pueden identificarse. Según Karolczack-Biernacka, B. (71), el sentido de la amenaza en el deporte se forma sobre la base de prejuicios, expectativas infundadas y fracasos anteriores, y responde a una postura del atleta que reacciona a la irrealidad, en contraste con el que reacciona sobre una base real.

    Este razonamiento de Karolczack-Biernacka tiene una importante relación con determinadas formaciones psicológicas que debe explorar el psicólogo al examinar cualquier atleta: la autovaloración de cualidades generales y parciales, las aspiraciones concretas en las competencias (de las que hablaremos en el próximo artículo) y la percepción de los estímulos relativos a ellas. Contribuyendo a la adecuación de tales reflejos de la realidad, el psicólogo reduce la posibilidad de una interpretación amenazante y, con ello, de una propensión al stress.

    El problema del stress y la ansiedad en el deporte se hace más complicado a la hora de estudiar deportistas concretos, no solo por el referido tema de lo personológico, sino por la interpretación de los índices a evaluar, a lo que se ha llamado conflicto especificidad vs. inespecificidad de la respuesta. (1)

    Variados índices objetivos se utilizan en la actualidad en estudios sobre stress en el deporte. (41) ¿La frecuencia cardíaca (o cualquier otro índice) revela la respuesta del organismo en stress; revela la movilización o tensión del sujeto para enfrentar la tarea; revela una carga física realizada? ¿Cómo puede afirmarse que un índice (y no otro) es el que refleja más fielmente el estado del sujeto?

    La idea de la inespecificidad, que tiene sus antecedentes en la teoría de la activación de Lindsey (83), establece que existe un estado generalizado de alertamiento fisiológico que varía desde la inconciencia hasta la agitación, bastando con medir un índice para inferir el grado de alertamiento o movilización.

    Por su parte, los partidarios de la especificidad plantean que la forma de expresión de la respuesta de stress está estrechamente ligada a la personalidad y a patrones de respuestas condicionados, de manera que la valoración de un índice no dice nada sin el estudio del sistema elegido por el organismo para expresar su stress, sea el digestivo, el cardiovascular o cualquier otro. Y, apuntamos, es conveniente explorar tales indicadores específicos, pues su manifestación está estrechamente asociada a la aparición del distress. Veamos algunos de los indicadores de ambos tipos que suelen utilizarse:

    Pongamos un ejemplo. Dos gimnastas se enfrentan a su último aparato en situación desventajosa respecto a la puntuación final. Ambos se muestran inquietos y el especialista toma muestras de frecuencia cardíaca, respiratoria y evalúa la resistencia eléctrica de la piel. En todos estos indicadores inespecíficos, las diferencias entre ambos deportistas es mínima.

    Sin embargo, uno de ellos (a quien le resulta más difícil el aparato pendiente) sufre irritación de la piel, síntoma que le ocurre cuando se somete a situaciones particularmente difíciles y angustiantes.

    Si el especialista se conformara con la evaluación de los indicadores inespecíficos, podría sacar la errónea conclusión de que ambos deportistas se encuentran igualmente ansiosos o stressados y, por el contrario, el primero está "gozando" su última ejecución, mientras el segundo "sufre" considerable distress.

    Por ese motivo, al diseñar un estudio de stress en deportistas o, simplemente, al estudiar esa respuesta en las competencias, es necesario acudir a indicadores inespecíficos y específicos, lo cual puede lograrse con una entrevista que controle las posibles reacciones típicas del atleta cuando está en estado de stress negativo. De no hacerlo, sería imposible asegurar que el índice evaluado refleje una movilización constructiva en vez de una respuesta catabólica de distress.

    Concluyamos, entonces, la tesis de este artículo: Los atletas ansiosos (sobre todo como Rasgo) tienen muchas posibilidades de activarse intensa y tempranamente ante situaciones deportivas que amenazan su autoestima y pretensiones. Tal activación, conforme a la teoría de la inespecificidad de la respuesta, es posible detectarla acudiendo a indicadores de diversos sistemas orgánicos (frecuencia cardíaca, respiratoria, resistencia eléctrica de la piel, etc.) pero la respuesta de stress que produzca dependerá del grado de control que tenga sobre la tarea.

    Si este control es alto, producirá signos de elevada activación inespecífica, pero también lo hará si el control es bajo. De modo que es necesario acudir a indicadores específicos, que solo son descubiertos gracias a un conocimiento profundo y prolongado del atleta en diversas situaciones, sobre todo en competencias.

    De esta manera, el especialista deberá añadir a los clásicos indicadores de activación, aquellos que expresen la posible alteración de los indicadores específicos, como la irritación de la piel, la excesiva sudoración, la necesidad de ir al baño o cualquier otra. Y el estudio de tal especificidad, contribuirá a comprender la cualidad de la experiencia que se vive.

    En una investigación reciente (pendiente de publicación) encontramos algunas evidencias de la relación que existe entre la ansiedad y la respuesta de stress. Al efecto, aplicamos el test "Autoanálisis", de Cattell y el "Módulo de Stress" de este autor, el cual publicaremos próximamente en este propio sitio. Estudiamos la relación entre el nivel de ansiedad total (y sus cinco fuentes de contribución) y la respuesta de stress general, de eutress y de distress durante el campeonato nacional de atletismo 2001.

    Uno de sus resultados fue el siguiente: se halló una relación significativa entre el nivel de ansiedad y la respuesta de stress general, pero no así entre la primera y las respuestas de eutress y de distress, lo que sugiere que los mayores niveles de ansiedad se asociaron al stress general, pero no a expensas de ninguna de las dos direcciones mencionadas. La ansiedad contribuyó al stress, tanto en sentido positivo como negativo en el grupo estudiado.

    Sin embargo, cuando se profundizó en los factores que contribuyen a la ansiedad, se conoció que existe una correlación alta y positiva entre el factor Q4 (Tensión del ego por necesidades insatisfechas) y las puntuaciones de distress. O sea , los saltadores que más alto puntearon en Q4, fueron los que más distress sufrieron.

    Esta relación puede tener un valor predictivo importante para nuestro trabajo futuro, y nos indica la necesidad de prestar particular atención a estos atletas altos en Q4, para evitar o reducir estas respuestas negativas de stress en competencias.

    Una profundización cualitativa de este hallazgo, nos permitió conocer que estos saltadores están muy apremiados por necesidades de diversa índole, desde materiales hasta autoafirmativas, tanto desde el punto de vista deportivo como personal.

    Son jóvenes insatisfechos, que cifran esperanzas en el resultado deportivo como medio para rescatar la autoestima u obtener determinadas ventajas, ajenas al ámbito deportivo. Por ese motivo, la sensación de amenaza que se deriva de cualquier señal de fracaso parcial durante la competencia, provoca una fuerte respuesta de distress, que se asocia estrechamente a malos resultados al final de la jornada.

    Por todo lo anterior, resulta recomendable estudiar científicamente la personalidad de los deportistas, proceso que debe realizarse durante la etapa de preparación física general, en que están ausentes las competencias. De esta manera, el especialista estará en condiciones de evaluar el nivel de ansiedad general y el de las fuentes de contribución, y adoptar medidas pedagógicas tempranas que capaciten al atleta para evitar el distress competitivo y para conducir la energía ansiosa por cauces favorables al rendimiento.


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