El fútbol en México. Reflexiones para una noche en vela |
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Lic. en Economía (México) |
Héctor Zavala Rivas hezavala@shcp.gob.mx |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 39 - Agosto de 2001 |
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“Hay que dejar sitio a la parte de lo inexplicable cuando se trata
de enjuiciar la conducta de los hombres en un mundo en el que
ninguna explicación puede ser definitiva”.
Joseph Conrad
Soy lo que ya viví, lo que se ha ido y persiste enraizado en mi
memoria...
Elías Nandino
Quienes desde el césped de una cancha han tocado un balón y experimentaron ese íntimo placer por una jugada ejecutada con algún compañero, convergencia de dos concepciones en el espacio tiempo; aquellos otros, que en la tribuna de un estadio estallan de júbilo o se estrujan el ánimo con el equipo y los colores de sus ensueños, todos ellos comparten la afición del fútbol y han vivido momentos de disfrute; la pasión del fútbol en toda su fuerza. Nunca se deja de ser futbolista.
En alguna calle, parque o baldío urbanos, como viniendo de otra dimensión, de pronto puede rodar una pelota en misterioso pase adelantado, invitando al terso toque del empeine. Quizá en algún callejón umbrío una lata vacía, una tapita de lata o una cáscara de naranja incitan a cualquier transeúnte a rematar al arco a la luz de las candilejas y en medio del clamor del fantasmal público. El fútbol desborda la imaginación.
Cada fin de semana el profundo silencio de los estadios se rompe en miles de aficionados estridentes y multicolores. El sol dominical parece animar gritos, trompetas y tambores que saturan el espacio con el fervor e los grupos tribales en el ritual del balón, diferenciados por las insignias y los colores de sus equipos; los cánticos preludian la confrontación. La convocatoria y las pasiones del fútbol son una actividad social, que transportan a una dimensión míticas a los aficionados.
Cada aficionado vive y se envuelve en su pasión por unos colores. Muchos momentos de su existencia quedarán vinculados a ella. “Escoger un equipo es una forma de decidir los fines de semana. Los que buscan domingos fáciles le van al campeón, los románticos se ilusionan con oncenas inestables, los estoicos soportan su pasión por el colero, y los masoquistas se quejan de que solo perdieron 4 a 1” 1 la decisión no es fácil y depende del cúmulo de experiencias, sensaciones y recuerdos que cada individuo lleva en su intimidad y que, para bien o para mal lo inducen a identificarse con un nombre, unos colores y un símbolo. Pregunta en espera de respuesta, quizá diferente en otros entornos. ¿Qué tanto?
El deporte y en particular el fútbol, se han convertido ya en materia de investigación formal,. Cada vez más los académicos hurgan en sus aspectos psicológico, social, político, económico y otros. Con el ánimo de contribuir a esas inquietudes se aventuran las siguientes reflexiones. Casi por accidente fue posible localizar los datos recabados, mediante una encuesta y una consulta, aplicadas respectivamente a los públicos de México y la Gran Bretaña 2, entre los cuales se consideraron algunos factores socioculturales y los inherentes al fútbol mismo.
Los indicadores que se analizan en el intento de conocer las motivaciones de los aficionados a seguir a un equipo, son; a) la inducción familiar, que puede ser ejercida por el padre o algún otro miembro de la familia; b) el orgullo local, que se deriva esencialmente de la identidad de los originarios de una ciudad o región con su equipo; c) el efecto de las transmisiones televisivas de los encuentros de fútbol. A partir de esos datos no se puede ser concluyente en las apreciaciones, pero de su comparación se derivan algunas consideraciones en torno a las preferencias de los aficionados, así como algunos matices que parecen diferenciarlas en uno y otro países.
¿De parte de quien?Una imagen de todos los estadios del mundo, con una gran carga de sensaciones y significados: el padre que lleva a su hijo a presenciar el primer partido de su equipo preferido. El padre deseoso de compartir sus pasiones y fortalecer los lazos filiales, enseña a su prole a amar los símbolos de su equipo; la tradición, los colores, la camisa y sus jugadores se graban en fértil imaginario infantil hasta adquirir la dimensión, en muchas ocasiones, de una razón de ser. Con mucho de razón Arjona, en su canción nos recuerda que heredamos hasta el equipo de fútbol.
Sin duda la imagen ideal es producto de la concepción tradicional de núcleo familiar, misma que se encuentra en proceso de cambio, como consecuencia de la incorporación creciente de la mujer a los mercados laborales, así como del mejoramiento en la preparación educativa de ambos géneros, y en las décadas más recientes, la evolución de la vida en las grandes urbes, liberal y hacia un individualismo intensamente competitivo. Características de las sociedades de este fin de siglo.
Todo lo anterior nos lleva a intentar un acercamiento al ámbito más interno de los aficionados para identificar algunas fibras de su identidad con su equipo. Los aficionados futboleros, tanto de México como de la Gran Bretaña, reconocieron a la inducción familiar como un factor relevante de dicha identidad; esto fue aceptado por el 27% de los nacionales, mientras que en otro ámbito geográfico y social, también buena parte de los aficionados ingleses decidió su fiel militancia por unos colores al amparo de la calidez de los afectos paternales, el 42% reconoció haber elegido el equipo de su padre. Acaso en esta diferencia estuvieran involucrados múltiples factores.
La imagen del padre que lleva al hijo al primer partido de fútbol es muy sugerente, y se evoca rodeada de simbolismos, asimismo corresponde a las opiniones conservadoras de los mexicanos, captadas en la EMV3, “La familia es el aspecto más importante”, pero “...no esta exenta de contradicciones y se caracteriza por su rigidez acerca de cómo debe ser este núcleo”. En el ideario del mexicano los “padres viven para los hijos y estos no pueden vivir bien sin ambos padres”.
En la realidad es profundo el proceso de cambios en los roles de los integrantes de la familia, y por tanto en su propia estructura, considerando factores más particulares. Entre otros, destaca que el 16% 4 de los hogares nacionales difiere de la imagen idealizada, pues no son encabezados por una figura paterna, sino por mujeres; y, no menos importante también es que en gran parte de esos hogares se sufre un deterioro paulatino de sus ingresos y la reducción gradual de las redes mínimas de seguridad social que apoyan a las familias, lo cual difícilmente favorece la asistencia a los estadios, pero sí y a buscar otros medios alternativos como la televisión.
En el imaginario de las sociedades latinoamericanas el niño que en la calle gambetea la pobreza y el hambre, hasta crecer y desarrollarse como virtuoso del fútbol, es un arquetipo; además de enriquecer la literatura sobre el balompié, es el origen de la inspiración y el estilo cadencioso del fútbol latinoamericano. México no es ajeno. El barrio es y ha sido el nicho de identidades y el nutriente de la pasión del fútbol. Es una ampliación de la familia que cuidadosamente protege a los infantes en sus redes de relaciones. En otros estratos sociales urbanos y suburbanos la escuela ha tenido también un papel relevante en la generación de fidelidades y en la difusión del balompié.
Seguramente la sociedad británica tampoco está exenta de factores que provocan cambios en la estructura del núcleo familiar, pero la relación padre a hijo parece mejor definida y además, subsiste aún un respaldo de la seguridad social a la integridad del núcleo familiar, así como a sus posibilidades de consumo. La estabilidad de la relación filial adquiere más relevancia si se considera que la lealtad a unos colores generalmente se adquiere en los años fértiles de tránsito a la pubertad. Por otro lado, el colegio y los clubes locales son factores importantes también en la generación de identidades y de la difusión de la pasión por el fútbol.
Además, como señala Giulianotti 5, en el Reino Unido “surge una nueva clase media que es más receptiva al fútbol de lo que había sido la clase media tradicional”. Son gente joven, generalmente universitarios y que se acercan al fútbol desde sus familias de origen, lo que les da la posibilidad de transformar esa cultura. Ahora el fútbol no es ya característica única de la clase trabajadora, como en el pasado.
¿Escapar a la realidad?... pero si es a la que buscoLa selección por identidad con el equipo local (local pride) también fue un criterio importante en la consulta a los aficionados para conocer los orígenes de su filiación; llama la atención que pocos aficionados mexicanos señalaron identificarse con el equipo local (apenas7%), 6 no obstante el regionalismo característico de los habitantes de algunas regiones, especialmente del norte y el occidente del país.
Los aficionados británicos parecen mostrar una identidad más definida, ya que el 47% consideró al orgullo local importante en la voluntad de apoyar al equipo de su ciudad o barrio. Esta es la motivación más vigorosa de los aficionados ingleses. Es aún más acentuada cuando el equipo local milita en divisiones inferiores. Este fuerte vínculo posiblemente es producto de que hasta antes de la modernización del balompié ingles, en los años sesenta, las ciudades o localidades, eran las propietarias de los clubes de fútbol 7 Giulianotti.
Parece factible que gran parte de las ciudades de Gran Bretaña sean todavía relativamente ajenas a la masificación de las grandes urbes, de modo que la vida comunitaria y las costumbres locales se preserven, así como la identidad de los aficionados con los conjuntos de fútbol locales, ya que las ciudades inglesas son apenas medianas y la distribución de la población es más homogénea y establece entre ellas. Solo seis localidades, incluida Londres, rebasan cada una, el medio millón de habitantes.
Los cánticos y el clamor en los estadios de las islas británicas parecen ecos lejanos de las poblaciones de las ciudades medievales europeas, partícipes de aquellas confrontaciones masivas y violentas de una población contra otra en pos de un balón: arcaico precedente del fútbol.
La historia es muy diferente en México. El proceso de modernización de la sociedad y la urbanización de la vida, a la larga ha provocado una “intensa transformación en la identidad geográfica de los mexicanos”. Según los resultados de la Encuesta Mundial de Valores, la identificación con la matria, como la llamara Luis González 8 y la región de origen es intensa, pero por algunos signos pareciera que se debilita.
En veinte años (1981-2000) el sentimiento de identidad con la patria chica aparece menos entre los mexicanos, de un 57% de los entrevistados a principios del periodo, en la actualidad solo fue reconocido por el 33%; asimismo, la identidad con su región también pareció debilitarse en la opinión de los entrevistados, de 18% a solo 10%. A cambio, se observa un fortalecimiento del nacionalismo en el periodo; de 18 al 34% de los encuestados se declararon convencidos nacionalistas. Aunque el propio González 9 reconoce que “no ha habido un nacionalismo tan popular, pero tampoco tan aguado, tan tibio”. Es un nacionalismo de alarido, de pose y de dientes para afuera, ... “sin odios vigorosos contra lo extranjero y sin animadversión contra alguna de las clases componentes de la sociedad mexicana, ni siquiera contra la burguesía, tan enemiga de México”. En general ,se ha producido una tendencia hacia la homogenización cultural entre las diversas capas de población; igual que en otras grandes urbes ...“Todos los grupos sociales parecen disponer, cada vez más, de un mismo repertorio cultural”...10 ello principalmente como efecto de los mensajes de los medios de comunicación masiva.
México ha experimentado un desarrollo económico y de la población que se ha concentrado en unas cuantas urbes. Según un artículo, “El flujo de migración ocasionó que en los últimos cincuenta años el mapa demográfico de México se modificara radicalmente en más de una ocasión”. 11 Además en ese periodo la mayoría de la población abandonó las zonas y las actividades rurales para dirigirse a las ciudades. En consecuencia, en los principales centros urbanos... “persisten las resultantes migraciones, inestabilidades y reconfiguraciones culturales”. 12. En el espacio vital se yuxtaponen la tecnología y la tradición... “el televisor se coloca junto a las estampas religiosas y fotografías enmarcadas de padres y abuelos”. 13.
La concentración urbana de la población mexicana en los noventa fue impresionante. El país cuenta con 3367 ciudades de más quinientos mil habitantes, pero solo seis de ellas concentran 27 millones de habitantes. Entre 1990 y 1995 uno de cada diez mexicanos cambio de lugar de residencia. Los principales equipos de fútbol surgieron desde los albores del siglo XX, en las ciudades de mayor magnitud. En esos años los equipos tuvieron sus seguidores fieles. Con el estallido de la migración poblacional desde los cincuenta y el desborde urbano de las cuatro últimas décadas de ese siglo, los aficionados al fútbol, poco a poco diversificaron sus preferencias hacia los equipos de las ciudades, e incluso por conjuntos de otras regiones del país. La reconfiguración espacial de los mexicanos afectó sensiblemente sus lazos de identidad con la localidad de origen y sus relaciones comunitarias.
En algunas naciones europeas con semejanza históricas con Gran Bretaña, (Alemania, Suecia, Rusia) menos de la mitad de su población declaró sentirse muy orgullosa de su nacionalidad, sin duda por la fuerza de sus raíces locales.
El vengador de los desheredadosEn un análisis un poco más detallado se pueden identificar algunos de los factores de carácter estructural que tienen que ver en la identidad de los aficionados con los equipos locales o regionales.
Los hallazgos de la encuesta aplicada a los aficionados mexicanos 14, en términos de la presencia regional de los equipos de fútbol, son reveladores y congruentes también con el desarrollo de México y de sus regiones. Con los datos disponibles se puede aventurar una clasificación de los conjuntos, que podría ser como se señala a continuación:
De importancia nacional
Urbanos con presencia multirregional
Locales
Los equipos de importancia nacional tienen sede en las ciudades más importantes del país, tanto en términos futbolísticos, como desde el punto de vista del desarrollo económico y poblacional. Estos sería América, Guadalajara y el Cruz Azul. En estos tres equipos tienen un gran lugar en las pasiones de los aficionados futboleros, ya que concentran el 52% de las preferencias de los aficionados entrevistados, autodefinidos como muy aficionados. En los ámbitos regionales, norte, centro occidente, centro y sur, también esos equipos ocupan un lugar destacado en el imaginario de los aficionados.
Debe señalarse que en Inglaterra también los cinco grandes de la liga Premier inglesa (Manchester United, Arsenal, Liverpool, Everton, Tottenham Hotspur) son de alcance nacional y tienen seguidores en otras localidades de su región e incluso más allá de las islas. La relevancia de esas oncenas más allá de sus regiones de origen es tan acentuada como en el caso de las de México, especialmente la del Manchester United, que se puede considerar mundial. Asimismo, los aficionados ingleses siempre estuvieron dispuestos a desplazarse de una ciudad a otra de la misma región para presenciar partidos importantes, aún para apoyar a equipos de otras ciudades.
Si bien los equipos mexicanos más importantes están en la ciudad de México y en Guadalajara, y estas ciudades son sede de ocho de los que compiten en la liga, la fidelidad de los aficionados con cada uno surgió de forma muy propia, especialmente en el caso de Guadalajara. Este conjunto, originario de la ciudad del mismo nombre en el Estado de Jalisco, en el occidente mexicano, es uno de los representativos con mas historia en la liga de fútbol de México y con gran raigambre entre las clases populares y los trabajadores. Se fundó en 1908 y se incorporó a la competición nacional en los años cuarenta. A partir de 1957 en que gana por primera vez el campeonato, inicia una secuencia de títulos de liga, torneos de copa y de campeón de campeones, que lo llevarían a convertirse en todo un mito durante las siguientes décadas.
El Guadalajara fue en esos años, el rival a vencer para los equipos capitalinos y por tanto, el adalid de Jalisco y el orgullo provinciano, en su confrontación futbolística contra la capital del país, símbolo de la soberbia centralista. La secuencia de triunfos de Guadalajara coincide temporalmente con el torrente de migración humana desde el occidente y otras zonas de la provincia hacia la ciudad de México, y otras regiones importantes. El amor a la matria adquiere filos cortantes por la pena del abandono en la búsqueda de un trozo de futuro. “Los símbolos y los objetos asociados con la tradición rural, portadores de la tradición, se reubican en nuevos contextos, al mismo tiempo que símbolos y materiales modernos son objeto de redefinición semántica” 15. La mayoría de esos migrantes llevaba junto con su equipaje, las fotografía amarillentas de sus mayores, su fervor religioso y el que surgía de los colores rojo, blanco y azul del Guadalajara. Este fenómeno se reafirmó en las zonas maltrechas de la periferia de las ciudades, verdaderos cinturones de miseria; la pasión por sus colores fue un factor de identidad en el proceso de adaptarse a esos nuevos lares. En los colores del Guadalajara se arroparon los anhelos de los desheredados, con lo cual le dieron a ese conjunto de fútbol la esencia de lo popular mexicano.
La fidelidad de los aficionados por los conjuntos de importancia nacional como el América, representativo de la capital mexicana y acérrimo rival del Guadalajara, y el Cruz Azul tiene su origen también en sus trayectorias triunfadoras en las décadas de los años sesenta a los ochenta dentro del fútbol mexicano, pero también en forma relevante, en el gran impulso que les representó el desarrollo de los medios de comunicación, especialmente de la televisión mexicana.
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