La planificación a largo plazo del deportista dentro del proceso de detección y selección de talentos |
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Dr. Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Profesor del INEF de Madrid de Baloncesto (España) |
Dr. Alberto Lorenzo Calvo
aalorenzo@inef.upm.es |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 38 - Julio de 2001 |
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1. Introducción
El encontrar sujetos con posibilidad de alcanzar altas prestaciones, en posesión de un talento específico que les permita alcanzar el éxito en un área determinada, ha ocupado y ocupa el tiempo y dedicación de numerosas investigaciones. El concepto de talento ha sido muy manejado por diferentes especialistas, no sólo en el ámbito del deporte, sino en otros ámbitos como las matemáticas, la literatura, la música, el cine, … Es suficiente con echar un vistazo a diario en los medios de comunicación, y veremos como se emplea esta palabra en muy diferentes ámbitos.
Sin embargo, es difícil establecer una definición sobre que significa talento. Como bien cita Valdano, sobre uno de los fichajes más caros de la historia del Real Madrid: "Anelka tiene un talento especial. Una semana después sabíamos lo que medía, lo que pesaba y, sobre todo, lo que costaba el jugador, pero no logramos enterarnos en qué consistía el singular talento de Anelka. Me dirán que talento para jugar al fútbol, aclaración insuficiente porque hay mil maneras de jugar bien. Decir que un jugador tiene talento es como no decir nada, pero dejando la impresión de que se sabe mucho" (Valdano, 12-IX-1999).
Por tanto, en primer lugar, debemos determinar claramente el concepto de talento, así como el resto de términos relacionados con este concepto.
2. Hacia una visión más socializadora del concepto de talentoPodemos encontrar muchas definiciones en la literatura especializada. Si acudimos en primer lugar al Diccionario de la Real Academia Española (1984), observamos que entre otras definiciones, el término talento se define como "el conjunto de dones naturales o sobrenaturales con que Dios enriquece a los hombres. Dotes intelectuales, como ingenio, capacidad, prudencia, etc., que resplandecen en una persona". Léger (1986) apunta, que el talento se puede definir como una aptitud o habilidad para una actividad particular o un deporte determinado, natural o adquirida.
Para Pérez (1993, en Ruiz y Sánchez, 1997, p. 235) "los sujetos superdotados o talentosos son aquellos que, por sus habilidades extraordinarias, son capaces de altas realizaciones en áreas tales como la competencia intelectual general, aptitud académica, creatividad, liderazgo, competencia artística y competencia motriz".
Como vemos, hasta ahora las definiciones presentadas identifican el concepto de talento con una presencia de aptitudes o características que permitan al deportista alcanzar altos resultados deportivos. Este ha sido el concepto manejado durante mucho tiempo y que ha condicionado y orientado numerosos procesos y programas de detección de talentos.
En un contexto más deportivo, Zatsiorski (1989, p. 283), confirma que "el talento deportivo se caracteriza por determinada combinación de las capacidades motoras y psicológicas, así como de las aptitudes anatomofisiológicas que crean, en conjunto, la posibilidad potencial para el logro de altos resultados deportivos en un deporte concreto".
Del mismo modo, para Gabler y Ruoff (1979; en Baur, 1993, p. 6), "un talento deportivo es aquél que, en un determinado estado de la evolución, se caracteriza por determinadas condiciones y presupuestos físicos y psíquicos, los cuales, con mucha probabilidad, le llevarán, en un momento sucesivo, a alcanzar prestaciones de alto nivel en un determinado tipo de deporte".
Desde nuestro punto de vista, nos parece más adecuada la definición presentada por Hahn (1988), en la que afirma que el talento deportivo "es una aptitud acentuada en una dirección, superando la medida normal, que aún no está del todo desarrollada" y además añade que "es la disposición por encima de lo normal, de poder y querer realizar unos rendimientos elevados en el campo del deporte" (p. 98).
De esta manera, queda claro que no es suficiente con tener un grupo de diferentes capacidades y habilidades, sino que además, el deportista debe tener un alto nivel de disposición para el esfuerzo y gran personalidad (Hahn, 1988).
Esta idea es la que, actualmente, se observa que entre la literatura especializada se destaca como aspecto fundamental y diferenciador entre los deportistas que alcanzan el alto nivel y los que no.
En la actualidad, se observa cómo el término de talento está siendo sustituido por el término de "sujeto experto", de tal forma que, este concepto supone una aproximación totalmente diferente al concepto de talento utilizado hasta la actualidad.
Siguiendo a Durand-Bush y Salmela (1996), el concepto de experto es definido como "alguien experimentado, enseñado a partir de la práctica, habilidoso, ágil, dispuesto; con facilidad para rendir a partir de la práctica. Una persona habilidosa o experimentada" (The New Webster, 1965, p. 310, en Durand-Bush y Salmela, 1996, p.88). Como afirman los propios autores, lo interesante de esta definición es que, en tan breve definición, el concepto de práctica y experiencia aparece varias veces, lo que denota que, para los defensores de esta perspectiva, lo importante es el trabajo y la práctica.
Ruiz y Sánchez (1997), en su último libro emplean el término Experto o Especialista, afirmando que "denota tiempo, trabajo y correcta tutoría y supervisión técnica, aunando con la voluntad del atleta por querer llegar a lo más alto y el conocimiento necesario para lograrlo, lo que conduce a la pericia" (p. 236). Los mismos autores definen a las personas excelentes como "aquellas que tienen la competencia para alcanzar las metas establecidas mediante el uso de unos recursos específicos" (p. 226).
Más adelante, en su último libro, confirman esta idea al afirmar que "una de las tendencias que podemos encontrar en la actualidad acerca del problema que estamos tratando es que, la tradicional expresión de detección de talentos, está siendo sustituida por la de desarrollo de la pericia en el deporte (Salmela y Durand-Bush, 1994), conceptualización que desea destacar más el seguimiento de los efectos de entrenamiento y de la práctica deliberada en los individuos que acceden a un deporte y que progresivamente van alcanzando niveles más elevados de pericia, dada la dificultad de predecir unos resultados futuros a partir de unos resultados iniciales" (Ruiz y Sánchez , 1997, p. 238).
Salmela (1997), en una entrevista que le hacen en la revista francesa E.P.S., afirma que, en la actualidad, el concepto de talento se ha modificado. Antiguamente, la noción de talento estaba asociada a un conjunto de aptitudes inherentes al sujeto que determinaban el rendimiento del deportista. Confirma que este concepto ha sido aceptado durante muchos años por los expertos. Para él, este concepto debe ser sustituido por el de experto, ya definido anteriormente. Para este autor, "la piedra angular del desarrollo de la experiencia es la práctica sostenida y altamente estructurada con el principio de mejorar el rendimiento deportivo" (figura 1). Señala también, el hecho de que esta práctica estructurada no es en sí placentera ni divertida y, que es aquí, donde el papel del entrenador adquiere un protagonismo importante. Añadiendo, además, que se necesita un mínimo de diez años para acceder a la categoría de experto en cualquier dominio (Chasse y Simon, 1973; Ericsson, 1996, en Salmela, 1997; Ericsson, Krampe y Tesch-Römer, 1993; Castejón, in press; Ruiz, 1998).
En este sentido, hay varios estudios de diversos ámbitos (músicos, científicos, escritores, jugadores de ajedrez, medicina, natación) que apuntan hacia la existencia de una "regla de los 10 años" considerados como necesarios para alcanzar el grado de experto (Simon y Chases, 1973; Sosniak, 1985; Kalinowski, 1985; Wallingford, 1975, Patel y Groen, 1991).
Autores como Georgescu (1975), Matto (1977), Martín (1981) o Navarro (1989), citados por Torres (1998), consideran que los rendimientos deportivos más sobresalientes se logran después de un prolongado periodo de entrenamiento que dura muchos años. El haber comenzado a una edad adecuada y haber acumulado la práctica lúdica durante el tiempo preciso en buenas condiciones garantiza el futuro deportivo. Ackerman (1988, en Garland y Barry, 1990) considera a la práctica extensiva y consistente como la llave para mejorar el rendimiento y alcanzar la pericia.
Entre los requisitos que establecen los diferentes autores, establecemos los siguientes:
1. La presencia de una práctica deliberada, entendida como una práctica altamente estructurada con el expreso deseo de progresar y mejorar y no con el deseo de pasarlo bien o entretenerse. Para la mayoría de los autores consultados, existe una relación directamente proporcional entre el tiempo entrenamiento acumulado y que, independientemente de la las habilidades individuales, al menos son necesarios 10 años de práctica intensiva para adquirir las habilidades y experiencia requerida para empezar a ser un experto dentro de cualquier contexto. Evidentemente este tipo de entrenamiento debe suponer un respeto por los principios biológicos del entrenamiento y debe estar estructurada de acuerdo con la formación del deportista. Y es aquí donde el proceso de detección de talentos encaja dentro de ese proceso formativo del deportista y la planificación a largo plazo de su vida deportiva Del mismo modo, señalan como factores condicionantes del nivel de rendimiento alcanzado, los siguientes:
El tiempo empleado en esa práctica deliberada (según los estudios consultados, los expertos dedican más tiempo a su actividad que los novatos), aunque de una forma racional, alternando trabajo y descanso;
A medida que aumenta la edad de los deportistas, las diferencias se van incrementando en cuanto al tiempo de práctica (posible abandono deportivo por no alcanzar las expectativas planteadas, cambio de orientación en la práctica deportiva,...);
La edad de comienzo de la actividad (un individuo que comienza a una temprana edad acumula más práctica y por tanto alcanza un mayor rendimiento);
"Tiger Woods, el Mozart del golf. Su padre comenzó a prepararle cuando sólo tenía seis meses. Ahora es el número uno" (El País Semanal, 9-IV-2000)
La diferencia entre individuos de la misma edad viene dada por la cantidad de tiempo empleado en la practica deliberada y el apoyo prestado al principio por los padres y profesores del sujeto.
En cuanto a las características iniciales del sujeto, consideran que, en un principio, pueden contribuir a que el sujeto comience un deporte concreto, pero a partir de ese momento, la influencia de esas características es mínima.
2. Como segundo requisito, los especialistas destacan la presencia de un elevado compromiso por parte del deportista para poder superar todos aquellos inconvenientes que le surjan a lo largo de toda su vida deportiva, y le permita asumir el grado de sacrificio necesario para soportar las sesiones de entrenamiento, desplazamientos,...
Es lo que, en palabras de los profesores Ruiz y Sánchez (1997), denominan deseo de excelencia. "La elevada cantidad de años de entrenamiento se ha caracterizado por un "deseo deliberado de optimizar sus aprendizajes" (Ruiz y Sánchez, 1997, p. 238). Como confirma Goleman (1996, en Ruiz y Sánchez, 1997, p. 224), "la practica resultará efectiva cuando concurran factores emotivos, tales como el entusiasmo mantenido y la tenacidad ante todo tipo de contratiempos".
Para Bloom (1985), una importante conclusión de su estudio fue, que el desarrollo del talento requiere años de compromiso para aprender y que la cantidad y calidad de apoyo e instrucción recibida por el niño por parte de los padres, profesores o entrenadores, es la parte central de este proceso. "Un compromiso a largo plazo y una creciente pasión por su desarrollo es esencial si el individuo quiere alcanzar el máximo nivel de capacidad" (Bloom, 1985, p. 538).
3. Algunos autores añaden como requisito, o al menos referencian, la necesidad de que el deportista sienta un estado subjetivo de placer y concentración durante el desarrollo de su actividad que le permita trabajar, de formar concentrada, durante largos periodos de tiempo. Según esto, Csikszentmihalyi y cols. (1993, en Durand-Bush y Salmela, 1996), hablan de la teoría o modelo de flujo de óptima experiencia ("Flow model of optimal experience"), refiriéndose al estado subjetivo experimentado por cada individuo cuando conecta completamente con una tarea.
Esta nueva aproximación al concepto de talento, claramente modifica la visión del proceso de detección de talentos, ya que, propone hacer el análisis al revés, de abajo-arriba (bottom-up). Es decir, teniendo en cuenta a los deportistas de élite que destacaron en su infancia, analizar su proceso de formación (Régnier, Salmela y Russell,1993; Ruiz, 1998), para poder encontrar aquellas variables críticas que establecen las diferencias entre los distintos rendimientos alcanzados por los deportistas.Salmela y Durand-Bush (1994), confirman este nuevo concepto de aproximación, ya que, para ellos, la noción de detección de talentos se define como la predicción del rendimiento en el tiempo mediante la utilización de medidas de aptitudes psicológicas, físicas, técnicas,…Para ellos, este concepto debe ser sustituido por la noción del desarrollo de la pericia, que implica aproximarse al jugador a partir de instrumentos introspectivos utilizados en el propio terreno.
Siguiendo esta nueva concepción, aparecen en los últimos años numerosos estudios como el realizado por Bloom (1985), en el que, utilizando una aproximación cualitativa, trata de estudiar el desarrollo de la pericia en diferentes dominios (deporte, matemáticas, neurocirujanos, pianistas). Como conclusión de este estudio, se justifica la presencia de tres fases o etapas en el desarrollo del talento (figura 2), fases con características comunes a cualquier tipo de talento, ya sea deportivo, artístico, científico, etc.
Para Bloom, en una primera fase, son los padres y profesores lo que notan "una especie de talento" en general en el niño, así como unas cualidades específicas en un área determinada. Estas "señales o atributos de unicidad" aumentan las expectativas sobre el niño y modifican los métodos de enseñanza. Durante esta primera fase, el profesor (entrenador) no tiene que ser de un gran nivel, sino fundamentalmente atraer al niño hacia la especialidad; mientras que los padres deben ayudar al niño a tomar conciencia de la responsabilidad de su actividad y compartir con él su entusiasmo. Durante este periodo inicial, el rendimiento será más positivo como resultado de un aprendizaje divertido y del apoyo constante de la familia y profesores.
En la segunda fase, el deportista empieza a practicar con mayor precisión técnica, normalmente debido a la aparición de un nuevo entrenador con un conocimiento superior. La competición empieza a servir como medida del progreso, y la orientación hacia el éxito y el resultado es más elevada. El entrenador adquiere un papel fundamental y los padres asumen grandes sacrificios limitando sus actividades. Durante esta segunda fase, se produce una eliminación progresiva de jugadores sobre la base de abandonos. La población de deportistas jóvenes disminuye como consecuencia de que los resultados obtenidos no se corresponden con las expectativas creadas (Csikszentimihalyi y Robinson, 1986; en Salmela y Durand-Bush, 1994).
Cuando el deportista alcanza la última fase, éste está obsesionado por su actividad, que domina su vida. El deportista comienza a tener una base de conocimiento propia y adquiere su propia responsabilidad acerca de su desarrollo, por encima de los entrenadores. Estos atletas desarrollan su propia base de conocimiento, denominado por Wall (1986, en Salmela y Durand-Bush, 1994) "conocimiento metacognitivo" y adquieren la responsabilidad necesaria para desarrollar esta base. El respeto hacia el entrenador es más elevado, así como sus exigencias son más rigurosas. Consecuencia de esto, el esfuerzo requerido para alcanzar un nivel de excelencia aumenta considerablemente. Los padres van perdiendo su importancia a medida que el deportista adquiere mayor responsabilidad.
Figura 2. Adaptado de Bloom (1985) Es evidente que la idea de utilizar el término experto, en lugar del término talento, denota más claramente aún la concepción de que el proceso de Detección de Talentos es un proceso de formación a largo plazo del deportista y apuesta claramente por una visión socializadora y pedagógica del proceso de detección de talentos. Como bien indica Baur (1993), no podemos olvidar el importantísimo papel desarrollado por el entorno y la condiciones ambientales que rodean al sujeto talentoso, ya que "un talento deportivo es un individuo dotado de características particulares de personalidad orientadas al deporte. Este concepto de talento, centrado sobre la persona, se ha visto que es insuficiente. El concepto se debe extender a la interacción persona-ambiente. Un talento se desarrolla dentro de un proceso en el que él mismo está estimulado por condiciones ambientales con el fin de perfeccionar sus características potenciales de personalidad" (p. 8).
Hernández Moreno y cols. (2001), señalan que "las características del sujeto y las de la actividad en la que se va a iniciar son elementos fundamentales y condicionales básicos, que se ven complementados con el contexto en el que se ubican ambos"
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