De padres a padres: ¿cómo evaluar “los resultados”? | |||
*Master en Psicoanálisis **Psicólogo. Psicoanalista (Argentina) |
Diana Giussani de Morano* y Emilio Morano**
dianagiu@redpower.com.ar |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 38 - Julio de 2001 |
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A partir de la experiencia deportiva de nuestras hijas hemos escrito algunos artículos trabajados con sus entrenadores, fundamentalmente con el Prof. Gerardo Leonard, entrenador del equipo de natación del CEF 55, Junín, Provincia de Buenos Aires.
Los padres nos preguntamos acerca de la idoneidad de los entrenadores tanto como de los maestros y profesores de nuestros hijos porque somos concientes de que los están formando para la vida.¿Cómo estar seguros de que están en buenas manos? ¿Alcanza con evaluar las marcas o el resultado de un partido? ¿Cuándo podemos quedarnos tranquilos sabiendo que los resultados, los buenos, los mejores, se están dando?.
Sabemos que no hay una verdad sino verdades o ideas que ayudan a reflexionar. En ese sentido tal vez lo que sigue sirva a otros padres para “evaluar”, es decir, dar un justo valor, a esos resultados.
Entendemos que un entrenador logra los mejores resultados cuando:
Su compromiso, invita a una respuesta de compromiso,
Cuando les hace sentir a los jóvenes deportistas que son tomados en serio y que es importante lo que hacen.
Cuando los padres sentimos que debemos agradecerle:
por la preocupación, por el tiempo dedicado a ellos,
por ayudarles a entender que no son todos iguales y poner a cada uno en relación a sus posibilidades y objetivos
por el conocimiento, por hacerles saber que aunque lleve años como entrenador en determinado deporte sabe que debe seguir aprendiendo y sabe de quienes, eso transmite humildad bien entendida.
por las ganas,
por el cariño,
por la autoridad, por no esquivarle a la responsabilidad de ser quien sugiere una dirección en cada momento,
por creer en ellos,
por quererlos ganadores pero no exitistas,
por exigir lo que pueden dar sin exponerlos a frustraciones,
por no mentirles,
por no buscar excusas ajenas cuando se da un resultado adverso, porque eso los hace responsable sabiendo que no están solos en esa responsabilidad,
por ser duros cuando es preciso,
por la mirada crítica que los acompaña en cada entrenamiento y en cada prueba
orque confían en esa mirada y pueden aceptar sus errores y lo que deben hacer para poder superarlos,
por las razones técnicas dadas indefectiblemente ante los triunfos y las derrotas,
porque saben que en la competencia no están solos.
por hacer de ellos los triunfos y de ambos las derrotas,
por lograr que las horas de entrenamiento sean el mejor momento del día,
por combinar seriedad y buen humor,
por festejar sus festejos y por “dejarlos” llorar ayudándoles a pensar el porqué de esas lágrimas,
por no desestimar las explicaciones tácticas, técnicas y estratégicas, pero a la vez por ir más allá de eso, por explicarles el valor del esfuerzo, de los logros, de los errores.
En definitiva, por hacer del deporte un pretexto para hablar de la vida, para darle juntos un sentido íntimo, duradero e inolvidable a las muchas horas de entrenamiento, a las medallas y a las lágrimas.
Por ayudarlos a crecer con calma pero con metas. Con confianza, con fe, con la creencia en un proyecto en común.
Por la intimidad y el cariño que los une en el esfuerzo, en la entrega y en los sueños.
Estos son los resultados, los mejores sin duda, los que nos importan a los padres al tiempo de evaluar si nuestros hijos están en buenas manos.
revista
digital · Año 7 · N° 38 | Buenos Aires, Julio de 2001 |