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Caloi, el dinamismo de la ilusión

  Director de www.idiomaydeporte.com
(España)
Jesús Castañón Rodríguez
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 38 - Julio de 2001

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    Carlos Loiseau, Caloi, pertenece a la generación de humoristas argentinos que conectaron una visión universal de la vida con la inmediatez local para hacer más digerible y soportable la realidad.

Caloi

    Cuenta con una variada trayectoria que ha sido galardonada con numerosos premios en Argentina y en bienales internacionales y salones de humor de Italia y Japón. En prensa escrita ha estado vinculado a las publicaciones Adán, Análisis, Atlántida, Cronopios, La bella gente, La hipotenusa, La jeringa, María Belén, Mengano, Panorama, Primera Plana, Tía Vicenta, Tío Landrú, Satiricón, Semana Gráfica y Siete días, así como al diario Clarín. Y en el sector audiovisual ha creado cortometrajes, música, campañas publicitarias y los programas de televisión Clemente, emitido por el Canal 13, y Caloi en su tinta. Además, ha creado sellos con el personaje de Clemente para el Correo Argentino en 1998 y ha desarrollado numerosas actividades para Unicef y otras entidades culturales, cinematográficas y televisivas de América y Europa.


Producción gráfica

    Cuenta con una variada trayectoria que ha sido galardonada con numerosos premios en La trayectoria deportiva abarca una colaboración semanal de tema deportivo en el semanario El Gráfico entre 1976 y 1982, la grabación del disco Clemente y sus hinchadas (1982) (ganador del Premio Musican por sus ventas), campañas publicitarias para el programa de erradicación de la violencia en los estadios de fútbol, el diseño del isotipo del león para el Club Atlético River Plate en 1986, las aficiones deportivas de Clemente en su tira y las viñetas de los libros específicos de la serie Con el deporte no se juega, donde aporta su particular visión de 30 deportes distintos: ajedrez, alpinismo, atletismo, automovilismo, baloncesto, béisbol, billar, bolos, boxeo, caza, ciclismo, esgrima, esquí, fútbol, golf, hípica, hockey sobre patines, lucha libre, motocross, natación, pádel, patinaje, pesca, petanca, polo, rugby, surf, tenis, tiro y voleibol.

    Esta visión polideportiva, ya presente en otros humoristas gráficos argentinos como Garaycochea, Quino o Fontanarrosa, tiene una distribución curiosa. En el primer libro trata 15 deportes: atletismo, automovilismo, baloncesto, bolos, boxeo, ciclismo, esquí, fútbol, golf, hípica, natación, patinaje, petanca, rugby y tenis. En el segundo, abarca 22 disciplinas deportivas: ajedrez, alpinismo, atletismo, automovilismo, baloncesto, béisbol, billar, bolos, boxeo, esgrima, esquí, fútbol, golf, hockey sobre patines, lucha libre, natación, pesca, polo, rugby, surf, tenis y voleibol. En el tercero, comprende 18 deportes: ajedrez, atletismo, automovilismo, baloncesto, bolos, boxeo, caza, esgrima, fútbol, golf, hípica, hockey sobre patines, natación, pádel, pesca, rugby, tenis y tiro. Y en el cuarto, retrata 10 disciplinas: ajedrez, atletismo, automovilismo, baloncesto, boxeo, esgrima, fútbol, hípica, motocross y tenis.

    Los dibujos de Caloi en Clemente rezuman nostalgia y emplean una técnica donde la tira cómica se convierte en un escenario teatral de tamaño fijo donde predomina el dinamismo visual. Y en Con el deporte no se juega recurre a viñetas dinámicas que rompen las costuras tradicionales para encontrar nuevos espacios. Efecto que logra animando objetos (caso de unos borceguíes con dientes, para los centros mordidos, o con lenguas para burlarse de los delanteros) o mediante la interpretación de todas las disciplinas cruzando elementos diferentes de cada una de ellas hasta conseguir insólitos puntos de vista.


1. Clemente o las alas de la imaginación

    Clemente representa la vivencia apasionada del fútbol, relatada en clave local. Y pasa la actualidad a través de cuatro ejes: la imaginación, el amor y la familia, el barrio y la pasión por el fútbol en todos sus acontecimientos.

    Clemente constituye un singular personaje. Es un pájaro sin alas que se arrastra por el aire con un vuelo poético e indefinible, que busca la ternura y que reconoce la propia debilidad. Hincha de Boca Juniors y de la selección albiceleste, sintetiza el espíritu futbolístico de los barrios con su asistencia a la grada popular o tablón. Recrea, junto con un conductor de tranvías, la nostalgia tanguera y los sentimientos del Buenos Aires de la primera mitad del siglo XX. Y aplica su sentimiento del fútbol a tres bloques: las relaciones personales y familiares, el barrio y vivencia emocionada del balompié.


1.1. Amor y familia

    En sus relaciones con Mimí, aficionada al bridge y té de canasta, Clemente se ofrece como entrenador para el deporte del amor y propone dirimir a penaltis sus conversaciones entre la exclamación entusiasmada de sus propios nombres. Y en el sueño de su boda real, Clemente se convierte en el príncipe Clem que desposa a la mulatona Leidi Mu en la catedral de una grada popular alta de un estadio, con la reina Mafalda de testigo y los hinchas con sus cánticos como coro y corte.

    En las relaciones filiales, muestra sus ilusiones con el embarazo de Mimí. Al dar el bebé muchas patadas se emociona y piensa que podrá ser un nuevo Diego Maradona, aunque luego será su hija Clementina. Y con su hijo Jacinto, tras reflexionar sobre el motivo que lleva a los hijos a imitar siempre a sus padres, se desespera al ver que se aficiona al River Plate en vez de seguir su pasión por Boca Juniors.


1.2 El barrio

    La visión barrial retrata a Bartolo con su tranvía y la nostalgia por la vida de los barrios de Buenos Aires donde el fútbol era una seña de identidad junto a los tangos, los patios donde se matea, los domingos de sol y los viejos y solitarios tranvías.


1.3 La pasión del fútbol

    La visión futbolística de Clemente es fruto de un juego de ingenio entre el doble sueño del pibe (jugar en Boca Juniors y en la Selección albiceleste) y la doble situación fantástica de hacer jugadas y narrarlas a la vez.

    Es un juego insólito y divertido de jugadas soñadas, lances imposibles y situaciones de final inesperado. Aparece retratado como 9 goleador, como arquero sin alas que no sabe cómo volar de palo a palo de la portería, como delantero que anota tantos en fuera de juego al jugar solo, como rematador que tira los balones muy altos… Choca contra la puerta que está cerrada, gambetea el arco, juega solo sin nadie en el estadio, domina la pelota en el aire o intenta ingresar en el círculo central a pesar de un funcionario que le impide el paso pidiéndole una solicitud, unas fotos y una partida de nacimiento. Su fantasía es capaz de hacer que conforme la alineación completa y llene la grada.

    Para el estudio del idioma es impresionante el juego proporcionado por los relatos y su seguimiento por los aficionados en la narración de jugadas, en entrevistas, en reflexiones lingüísticas y en otros ámbitos de la vida cultural.

    Las gambetas del idioma son frecuentes en la descontextualización de imágenes y palabras con lenguajes figurados: "Baja Clemente (en paracaídas), la roba (vestido de ratero), la esconde (la lleva bajo la camiseta), la carga (al hombro como si fuera un saco de patatas), la mata (con un casco guerrero)". Y también en exageraciones para ponderar a los jugadores habilidosos desde que escasean: "Se hace Clemente de la pelota, la yeva, la mata, la pisa, la esconde, la mueve, la sube, la taquea, la baja. Y como si esto fuera poco la yama, la conversa, la besa, la acurruca, la aconseja...".

    Las entrevistas critican la retórica de la inflación empleada en las transmisiones, ejemplificadas en el locutor Murioz, y cómo llevan a situaciones inesperadas: la entrevista del jugador soltero con su esposa, el futbolista que logra un gol en propia meta y recibe los abrazos de los jugadores contrarios, la conexión entre Clemente y el pato Donald con un intercambio de frases en inglés que concluye con la sentencia: "Por la forma en que le pegué al idioma debe estar creído que soy el bateador de Boca Yunior".

    La experimentación metalingüística aborda el problema de los extranjerismos, cuando Superclemente, envuelto en la bandera argentina, comenta: "Hoy nuestro tim estará en Güembley conducido por Masotti, ese coach tan folk ¿vio? Haremos el présin en toda la cancha. Jugaremos con la ley del orsái, con el golquíper y los fulbács bien plantados, sin estóper y con fóguars de buen dríblin, ambiciosos y dispuestos a aprovechar todas las ventajas del juego: los córner, los áubol, los jáns penal, los fules y que shotean de todos lados" y su remate final "En una palabra como pa' que no quede ninguna duda de que ahora el fulbo es argentino".

    Por último, la seducción del lenguaje deportivo traspasa sus límites para llegar al mundo de los conciertos, hasta el punto de que el director de orquesta es visto como un árbitro vestido de negro al que insultar y las plateas abarrotadas de espectadores intercambian cánticos al estilo de las hinchadas.


Copa del Mundo de 1978

    Durante la celebración de la Copa del Mundo 1978, Clemente sintetizó el espíritu popular y apasionado de la afición albiceleste. Enfundado en su vuelo con la bandera argentina como si fuera una capa, emprende una lucha por mantener el tradicional marco de participación apasionada y animación con lanzamiento masivo de papel a pesar de la recomendación oficial de no hacerlo para evitar dar una imagen de país sucio.

    Vivió apasionadamente los triunfos de la selección argentina y, tras la victoria final, lanza una lluvia de papel alrededor de una bola del mundo, sale de la ventana de la casa y festeja el campeonato dando unas cuantas vueltas de euforia alrededor del planeta Tierra.


Copa del Mundo de 1978

    Durante la celebración de la Copa del Mundo 1978, Clemente sintetizó el espíritu popular y apasionado de la afición albiceleste. Enfundado en su vuelo con la bandera argentina como si fuera una capa, emprende una lucha por mantener el tradicional marco de participación apasionada y animación con lanzamiento masivo de papel a pesar de la recomendación oficial de no hacerlo para evitar dar una imagen de país sucio.

    Vivió apasionadamente los triunfos de la selección argentina y, tras la victoria final, lanza una lluvia de papel alrededor de una bola del mundo, sale de la ventana de la casa y festeja el campeonato dando unas cuantas vueltas de euforia alrededor del planeta Tierra.

    En la Copa del Mundo de 1982, tras el éxito musical de ocho composiciones musicales en 1978 (Marcha oficial del Mundial '78, The hit of Viva el Mundial, Los chicos del Mundial, La Copa tiene dueño, La Copa es de Argentina, El equipo del Mundial, Argentina, te queremos ver campeón y Argentina, te llevo dentro de mí) el imaginario argentino recurrió a La milonga clementera como reclamo para las celebraciones junto a los personajes de la mulatona y Mireya y llegar al éxtasis con el abrazo de Clemente y Gardel en la avenida Corrientes.


2. Con el deporte no se juega

    Con el deporte no se juega acoge la vivencia apasionada del fútbol en clave universal. Presenta una visión más variada y compleja que recurre a cuatro tipos de mecanismos: la combinación de relaciones lógicas y absurdas, los juegos de lenguaje, una visión disparatada de los excesos del lenguaje periodístico del deporte y la transformación fantástica e ingeniosa de todos los elementos que componen el fútbol y su entorno.


2.1. Relaciones lógicas y absurdas

    La mezcla de relaciones lógicas y absurdas son aplicadas a tres grandes centros de atención: los estamentos del fútbol, una visión de los mismos en clave polideportiva y la vida diaria tomada como un partido de fútbol.


2.1.1 Estamentos del fútbol

    En este apartado, la técnica de mezclar de relaciones lógicas y absurdas comprende jugadores, entrenadores, dirigentes, entidades deportivas y árbitros.

Jugadores

    Los jugadores de campo, en cuanto equipo, se enfrentan a situaciones llamativas: saltan a la cancha desde la boca del metro como si fuera la boca del túnel de vestuarios; juegan libres y con alegría dentro de la cárcel; piensan en el jefe de personal de la empresa como jugador capaz de congelar balones y tirar balones fuera; entrenan al portero haciendo saltar el corcho de las botellas de cava para que los atrape al vuelo; en las tandas de ejercicios mandan al futbolista más gordo a la portería para no sobrecargar al resto; trabajan en la recuperación del balón tras la incorporación de un psicólogo al equipo aconsejando a la pelota que no desanime a pesar de recibir patadas y que no debe ni pincharse ni desinflarse... Y en caso del fútbol femenino, el superclásico River-Boca lo disputan jugadoras equipadas con botas de tapones altos.

    Individualmente, también afrontan situaciones curiosas: en la ceremonia inaugural de un torneo se sitúa frente al banderín de córner en vez de frente a al mástil central del campo; lanza un penal mientras un apuntador desde una concha situada al fondo de la red le sopla que lo haga a la izquierda; por su posición inclinada se reconoce que vino traspasado del Pisa; se le castiga al rincón y con orejas de burro por no entender las jugadas de estrategia; temeroso ante los ladridos del perro que guarda la cancha junto al córner, se acuerda de que el técnico le ordenó intercambiarse con un compañero en los saques de esquina; lanza bolas de gaucho al rival si es demasiado rápido; al ir a ejecutar un saque de esquina ve que han instalado una barrera, una garita y una oficina de inmigración; es retirado por una grúa cuando está lesionado; ante las cuatro sombras que produce la iluminación artificial pregunta a su entrenador por cuál de las cuatro ha de seguir para cumplir la orden de seguir al rival como si fuera su sombra; se coloca en una barrera a unos metros a un lado (y no delante del balón) para neutralizar el lanzamiento de un especialista en tiros de chanfle; no se adapta a jugar en la segunda división y se presenta a los partidos el día de los de primera en vez de los sábados.

    Además, declara a la prensa su alegría al ver que los jugadores rivales lo abrazaban al conseguir un gol en propia meta y responde de forma inesperada a las preguntas de los periodistas, como en los casos del jugador de larga nariz, al que preguntan si va a actuar de wing mentiroso o falso extremo y del futbolista al que preguntan por su traspaso y todavía no se ha enterado de la operación. El jugador aparece en sus costumbres de festejar los goles colgado de las vallas, hasta que llega a un estadio con foso y es rescatado con una caña de pesca, o de santiguarse al entrar en la cancha mientras un rival le comenta que Dios no va a ser tan injusto como para hacer que ellos ganen.

    El futbolista descontextualiza frases de otros discursos para rebajar fuerza a situaciones polémicas. Es el caso del árbitro que expulsa a un jugador por su juego violento y le responde que no es justa la tarjeta por ser la violencia un fenómeno individual, un problema privativo de orden nacional y un fenómeno mundial. Y las explicaciones que sobre el fallo de dos penaltis da a un periodista un jugador de gran clase: la culpa fue de su tendencia maníaco-depresiva a la hora de coger carrera en el lanzamiento, la producción de situaciones de angustia y un predominio leve del ello sobre el yo.

    Quizá el caso más peculiar lo representan los arqueros. Las guardametas de equipos femeninos colocan la red de meta como si fueran cortinas, cuelgan macetas en el larguero, adornan con plantas los postes y el punto de penalti con una tarta, rodean la líneas de las área con tiestos de flores, colocan una alfombra de bienvenida en la media luna y dos bayetas sobre las que apoyar los pies para no manchar el césped. Y además, los porteros defienden la meta con un cristal blindado, que se raja ante el impacto de un balonazo, equipados con un parasol de coche (ajustado al larguero) para que no les estorbe el sol en la cara y se arrugan en los lanzamientos de penal porque siempre afirmaron que detenerlo era cuestión de suerte

Entrenadores

    El director técnico ve una salida inesperada a sus apreciaciones. Es el caso de su propuesta de arreglar los contratos antes de empezar el campeonato, mientras ve cómo su portero ha puesto en la meta un quiosco de venta de cigarrillos y golosinas; de su reflexión sobre el sentido de las concentraciones previas a los partidos mientras pone sobre una mesa las limas que trajeron los familiares de los jugadores en el día de visitas; y también, de compartir con los policías de seguridad de un estadio el haber dado órdenes para que jugadores y perros muerdan en toda la cancha.

Dirigentes

    Las combinaciones de elementos absurdos y lógicos afectan a las decisiones y la autoridad de los dirigentes. Así el presidente dueño de un concesionario de autos, coloca en la cabeza de sus jugadores transferibles el símbolo de autos en oferta. Y las directivas se muestran muy enfadadas con un entrenador que tras declarar que los jugadores debían dejar el frac y ponerse el mono de trabajo, se enfrenta a manifestaciones, comisiones internas, huelgas...

Entidad deportiva

    La lógica militar y publicitaria están presentes en las entidades que, ante la ineficacia goleadora, cambia su bandera tradicional por una nueva con el lema "Hoy remate" y en aquellas cuya publicidad estática alusiva a cuchillas de afeitar es sustituida por anuncios de alfombras y almohadones con el fin de preservar la integridad física de los jugadores.

Árbitros

    Los árbitros combinan el fútbol con los naipes de la baraja mediante el recurso a las cartas del as de bastos para amonestar y al as de espadas para expulsar, así como miden la distancia a una barrera como si estuvieran alineándose en vez de contar los pasos desde el balón.


2.1.2 Estamentos del fútbol en clave deportiva

    La mezcla de relaciones lógicas y absurdas también afecta a una aplicación en clave deportiva para jugadores y terrenos de juego.

Jugadores

    Los futbolistas suelen recurrir a elementos insólitos aplicando elementos del fútbol infantil y de los futbolines. Así un portero recuerda a un delantero que no vale fusilar el tanto; varios jugadores apuntan que si anotan tantos de palomita (que valen por tres) remontarán el resultado adverso; un arquero es sustituido por un meta de futbolín para enfrentarse en el uno contra uno con el delantero; y viejas glorias de dos equipos desarrollan un nuevo partido en la cancha, jugando al futbolín ya que no tienen fuerzas para correr.

    También recurren a la natación un futbolista que explica a otro que han colocado un trampolín para tirarse dentro del área y un portero que en la ejecución de un penalti toma impulso sobre un trampolín para lanzarse a atrapar el balón.


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