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El fútbol y los chavos banda.
Primera parte: Una investigación
etnográfica del deporte, en una plaza del D.F. de México

  Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Educación Física
(Argentina)
Prof. Mg. Gabriel Cachorro
gcachorro@yahoo.com

 

 

 

 
    En este documento ofrezco una apretada síntesis de una investigación realizada en México para ser socializada en vísperas de las jornadas de investigación sobre el Deporte en la Universidad de Buenos Aires.
    Con este formato tengo la intención de bosquejar a grandes rasgos en que consiste la investigación aportando una extracción acotada de diálogos en el trabajo de campo, retratos de los actores sociales, observaciones del lugar de trabajo y las conclusiones aún provisorias, en tanto aún sigo procesando datos y se está llevando a cabo la misma experiencia en la ciudad de La Plata.

Presentado en las Primeras Jornadas de Investigadores dedicados a los Estudios Sociales y Culturales del Deporte, organizadas por el Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte, SEUBE - Facultad de Filosofía y Letras (UBA), abril de 2001
 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 37 - Junio de 2001

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Introducción

    Este trabajo está referido a un grupo de jóvenes -los chavos banda- que asisten periódicamente, a una plaza de la ciudad de México para llevar a cabo prácticas corporales específicas. Los jóvenes practican fútbol como deporte adaptado a la fisonomía de este espacio verde que ofrece la ciudad. Los designé con la construcción lingüística “chavos banda” considerando la resonancia de estas dos palabras en el contexto de la cultura mexicana. Los mexicanos al hablar de chavos se refieren a jóvenes adolescentes en tránsito a la adultez, a veces también se hacen alusión a los niños aplicándoles en diminutivo de “chavitos”. El uso de esta palabra además ofrece bastante plasticidad, suele escucharse a los mexicanos aplicar esta palabra, en referencia a una persona adulta ¿como va tu chava?, haciendo alusión a la compañera adulta que forma pareja con el encuestado.

    Con respecto a la palabra “banda”, lo aplico en el sentido de grupo de personas con lazos de unión variables en intensidad. Los amigos constituyen “bandas”, también lo hago extensible a un conjunto de personas que sin estar unidos por lazos de amistad, comparten un lugar y despliegan una práctica social en interacciones entre los miembros. Los participantes de estos encuentros, están articulados en complejas tramas vinculares mediados además, por importantes luchas de poder, en un código de relación social negociado permanentemente.

    La investigación está cubierta en lo que concierne a su primera parte, cuyo objetivo central en esta etapa consistió en estudiar, la manera de vivir el deporte fútbol por un grupo de jóvenes adolescentes y ocasionales adultos mexicanos, asistentes en el lugar, bajo las condiciones de existencia que se les ofrece, en el Distrito Federal de México. Allí he aplicado un trabajo de corte etnográfico en la modalidad de observación participante.

    La segunda parte de esta investigación, está en curso y es complementaria de las primeras conclusiones del trabajo en México. Esta consiste en la aplicación de una experiencia etnográfica de similares características en la ciudad de La Plata. Luego de este ejercicio se efectuaran contrastes, entre la porción de realidad estudiada en México y la porción de realidad estudiada en Argentina. Esto nos servirá para marcar continuidades y discontinuidades, en la manera de vivir un mismo deporte en diferentes culturas.


Los ámbitos de discusión del deporte

    El presente trabajo de investigación, surge a partir de una necesidad personal de ver y escuchar en el deporte otros discursos a las que estoy acostumbrado en los lugares donde estoy involucrado con la problemática. Es motivado por mi sensación de agotamiento de relatos referidos al deporte, localizados en tres ámbitos sociales de discusión.

  1. Los discursos de la calle: En la calle se enuncian algunas frases se auspician finales anticipados “Boca va a salir campeón”, dejando una estela de sospecha sobre la transparencia de quienes organizan los torneos de fútbol. En los discursos callejeros, sobre el deporte escuchamos relatos conocidos hasta el hartazgo, frases trilladas como “el deporte es salud”, señalan en forma implícita con este slogan popular las bondades del ejercicio físico. Las narraciones que están dentro de la charla previsible engloban a las polémicas reivindicaciones románticas que suenan cursi para nuestros tiempos incrédulos, tal es el caso de “con el deporte vamos a sacar a los jóvenes de la droga”, auspiciado por las políticas deportivas populistas. Aquella oración que dice “con la práctica del deporte la gente trabaja lo social” entendiendo a eso como si la gente al hacer un deporte fuera a ejercitar el lenguaje y como prolongación de este acto se formará ineludiblemente en el habla.

  2. Los discursos procedentes de los medios de comunicación social: La simulación de la cultura mediática. Las discusiones circulares y viciosas en los medios de comunicación social que conducen a callejones sin salida. Es este show televisivo mediático que estimula los escándalos, promocionando las acusaciones aleatorias, la orquestación de el conventillo, con las voces que gritan y se superponen aturdiéndose unas a otras. Las acusaciones entre los participantes en donde muchas veces se llega a la agresión física. En un reality show se pone en pantalla, el juego morboso de la controversia y de la sospecha generando interrogantes al televidente ¿“el árbitro obró de mala intención”?, ¿“un equipo de fútbol fue a menos”?, ¿cómo lo comprobamos?.

  3. Los discursos de ámbitos de estudio académicos: Los códigos de la cultura académica que han trepado hacia niveles de comprensión ininteligibles, muy desprovistos de lazos con el campo de las acciones materiales de los hechos con el cuerpo en carne viva. En el marco de la gestación de códigos cerrados, aparece el fastidio de ver como circulan en los ámbitos de discusión académica, versiones de autores que parecen decir lo mismo con distintas palabras siguiendo la corriente de una moda vigente como Cagigal, Blázquez Sánchez, Cazorla Prieto que más allá de los matices intermedios plantean dualismos de un deporte centrado en dos extremos irreconciliables. En un lado se ubica la alta competencia y en su polo opuesto, un deporte con valores más centrados en lo amateur. En este nivel de análisis me parece importante subrayar con énfasis que en Latinoamérica tenemos la actitud de importar ideas del viejo continente y asumirlas como proféticas y reveladoras, para luego injertarlas en nuestro universo de prácticas sociales. Nos pasó en el terreno de la Educación Física desde Harre, pasando por Cagigal, Blázquez Sánchez entre otros.

    Es escuchar una y otra vez los valores desgastados, “lo importante es competir”, las inverosímiles máximas deportivas y la universalización de opiniones “el fútbol como fenómeno de masas”, “la violencia en las canchas y los barrabravas” dejándome la sensación que muchas veces, se suma a una corriente de opinión y solo se enuncian grandes titulares en primera plana sin esclarecer su complejidad. El deporte tiene mucho “clisé” se manifiesta en el campo mágico y misterioso de la simulación y a través de este campo a veces nos vemos desorientados ante ocasionales cortinas de humo, bajo tal obscuridad cualquiera habla, sabe y opina de fútbol.

    Es en este marco de insatisfacción que surge mi deseo de encontrar sorpresas o de ser sorprendido con discursividades renovadas. En el descubrir desde dentro de una práctica social, elementos no contemplados como valiosos o no estudiados en un deporte. La investigación intenta correrse de un lugar donde los discursos sociales están muy petrificados, con una fuerza asombrosa que legitima en la voz de quienes renuevan esa legitimación volviendo a afirmar todo igual, siempre igual.

    Ante este nódulo problemático una posibilidad de hacerse cargo del problema es abordar el deporte como práctica social anclada en un espacio (domicilio concreto) y tiempo (fechado en un periodo concreto) . En este sentido he decidido estudiar el deporte eludiendo los tres ámbitos sociales de discusión cuestionados pero no excluirlos sino colocarlos en una relación figura fondo como el telón de fondo, de una porción de realidad, “la plaza y los chavos banda”.


Los supuestos del investigador

    Para desarrollar este proceso en un esfuerzo de vigilancia epistemológica, señalo algunos supuestos personales.

  1. La obsesión por las versiones teóricas acerca del deporte, a veces están en un elevado nivel de abstracción y pierde el lazo con la escala microscópica en donde se pone el cuerpo. Así, se diluyen las especificidades, con las que los sujetos significan desde su prácticas corporales un deporte particular. En el caso del fútbol con la circulación de ciertos relatos, se pone en juego una suerte de generalización al verter opiniones y juicios de valor que no rescatan las modalidades prácticas de cristalización y lo taponan con una metateoría. En este sentido es que también se justifica el aporte de estudios cualitativos a escala microsocial sobre fútbol que den cuenta de las particularidades.

  2. Entiendo al deporte desde una versión antropológica, cultural y social. Abordamos al deporte rescatándolo como práctica social y corporal, anclada en el tiempo y en el espacio, en una vida cotidiana particular, a los efectos de mostrar, a través de una investigación, la profundidad y riqueza social que encierra una práctica social y corporal en su especificidad.

  3. Creo que al interior de un mundo globalizado que conecta a través de las alfabetizaciones posmodernas diferentes países, propician la emergencia de la diversidad cultural y explicita además, las maneras subjetivas de apropiación de los deportes localizados bajo puntuales coordenadas históricas y geográficas.

  4. Adherimos a la constitución y modelaje del deporte desde fuertes influencias de la cultura mediática, en complejas articulaciones con “las percepciones, pensamientos y acciones” de los sujetos sociales, ubicados en algún anudamiento -barrio- del infinito entramado social a nivel planetario.

  5. Elegimos la ciudad y la contemplamos como un lugar que cobija y alberga a sujetos con distintas “matrices culturales”. La ciudad engloba en su interior diferentes barrios. Si los contrastamos, cada uno de estos barrios posee ciertas características y problemáticas, tiene matices que lo diferencian en algunos puntos entre sí y otros matices que los acercan en similitud. Si acercamos con más detalle el lente podremos localizar la mirada en una plaza como un lugar pequeño, marcado por los complejos cruces de dos dimensiones más grandes. La plaza está al interior de la ciudad y es a su vez la ciudad, en una dimensión más reducida guardando en esa pequeña y diminuta dimensión social, las más sofisticadas redes de relaciones.

    A partir de la explicitación de estos supuestos de investigador y de la desconfianza que generan los ámbitos en donde circulan discursos sobre el deporte es que considero en este momento prioritario estudiar el deporte en el marco de la época que nos toca, en una porción muy acotada de realidad y a profundidad, apuntando a desarrollar todas las posibilidades heurísticas de descubrimiento. Anclarse en un sitio preciso es importante no solo para definir con justeza el objeto de estudio sino también para vivirlo a la mayor profundidad posible. También para establecer continuidades y discontinuidades con los megarelatos vigente un el campo del deporte mundializado en una diáspora imposible de abarcar.

    Este marco nos aloja en un telón de fondo complejamente imbricado con la globalización económica, las migraciones, la explicitación de la diversidad cultural, la interacción entre lo local y lo global, las tensiones modernas y posmodernas. La configuración de la aldea global.


El objeto de estudio

    La premisa que me he dispuesto llevar a cabo consiste en definir un lugar concreto de estudio como fuente vertedora de datos empíricos. En este caso es una plaza de la ciudad de México, con una cancha de fútbol y con actores sociales en su vida cotidiana. Allí, tengo la intención de ver al deporte, en la manera como los sujetos de carne y hueso lo viven y lo significan. Estudiar como se practica, juega en un terreno, como se construyen relaciones sociales, ver las relaciones sociales que se traban entre los integrantes, interpretar los sentidos sociales compartidos. En definitiva desmontar un universo complejo de prácticas y discursos en una pequeña parcela de realidad. Analizar procesos sociales, traducir los lenguajes de comunicación que fluyen entre los sujetos participantes, registrar la palabra, los códigos secretos, los acuerdos íntimos, contemplar la estética de los cuerpos y la circulación del poder durante las interacciones de los protagonistas.

    He decidido recurrir a un trabajo de corte etnográfico anclado en un punto témporo espacial. Allí, en esa especificidad registrar y ver los particulares aconteceres del fútbol y como se apropian de un juego de pelota de manera subjetiva. Me he trasladado a un lugar distinto de mi reflexividad en tanto sujeto social y sujeto investigador. Un lugar, en donde no se habla con la cultura académica, en un ámbito ubicado en los márgenes de la sociedad mexicana.

    En este marco explícito mis supuestos iniciales, señalando que todas estas versiones macroscópicas del deporte están planteadas en un nivel muy genérico. Al estar en esta escala amplia no da cuenta de las especificidades de el deporte como práctica social susceptible de ser tratada y modelada con toda la subjetividad que potencialmente le brinda las singularidades de cada particular anudamiento social que posee la sociedad en su totalidad. En particular del fútbol, no se desmenuzan en detalle ciertas especificidades, por el contrario, las concepciones totalizadoras generan visiones que engloban, borran las diferencias agrupan asumiendo a todos los que no son iguales en una ficticia unión que solo esconde las desigualdades.

    En esta dirección es que planteo y justifico la relevancia social de un estudio que rescate las modalidades prácticas de cristalización que un deporte expresa en su devenir. Creo necesario resaltar hasta el cansancio, la validez de investigar y mostrar las particularidades, hacer un trabajo en una escala microscópica en vez de adherir a los versiones macroscópicas que no rescata la importancia de los detalles y deslices que atraviesan las prácticas sociales. La ausencia de contexto, por el contrario, nos abruman sin reflexión previa de un trabajo de campo.


La metodología

    La forma de abordaje a la problemática del deporte escogida para entrar a la problemática del fútbol y los chavos banda, es la Etnografía como enfoque cualitativo que busca comprender, el proceso social a partir de los actores sociales. Esto es estableciendo un juego de la observación participante. Esta alternativa me plantea jugar a estar posicionado, en el umbral escurridizo, en donde se busca no involucrarse pero estar en el lugar de los hechos. En el momento que como investigador nos metemos en el campo de las acciones como uno más aunque sin caer en la absorción de una nueva rutina cotidiana.

    La etnografía la utilizo como una alternativa que busca construir una razón comunicativa dialógica, que co-construye con el otro y dialoga con el. Aclaro esto, en tanto no asumo el escenario de las acciones como si fuera una obra de teatro a la cual el plateista aplica sus interpretaciones. Asumo una intervención y una toma de distancia en dos momentos de un mismo proceso: observación y participación. Así es entendida como una actitud hacia el conocimiento local, en su versión de observación participante.

    Entiendo a la plaza y los chavos banda como el objeto de estudio. El sitio al que el investigador debe mudarse e instalarse para vivir desde dentro ese punto neurálgico escogido. Considero la observación participante en el sentido de hacer el esfuerzo por participar en la vida cotidiana de los chavos banda, como estrategia de abordaje. En la estrategia de ser un sujeto investigador infiltrado en un espacio social desconocido.

    Con esta estrategia de abordaje se intenta conocer una cultura probando un conjunto de prácticas corporales, vivir en el nudo de las acciones ajenas al investigador, llegar al epicentro de los acontecimientos prácticos que deseamos estudiar. Así involucrarse en una madeja de sentidos sociales para su comprensión.

    La intención del investigador es experimentar el objeto de estudio desde la proximidad, desde la trama interna que se teje en la interacción de los sujetos. La idea es probar una cultura diferente y ofrecerse como un miembro más participante de las escenas con una actitud abierta ofrece sus matrices culturales permeables a los intercambios, al aprendizaje cultural y al hallazgo de sentidos solo posibles con una actitud y aptitud de apertura entre dos culturas..


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