Ana Fidelia Quirot: el adiós a la Tormenta del Caribe |
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Estadístico de Atletismo Subdirector de la Academia Provincial de Atletismo de Camagüey (Cuba) |
Eddy L. Nápoles Cardoso cmg@inder.co.cu |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 36 - Mayo de 2001 |
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Con más de 20 años de permanencia dentro las pistas de atletismo, dice adiós Ana Fidelia Quirot, la bien llamada "Tormenta del Caribe".
Su primer evento triunfal fue allá en el lejano 1978, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Medellín, Colombia, donde integró el relevo 4 x 400 metros, ganador de la medalla de oro, junto a Aurelia Pentón, Beatriz Castillo y Ana Luisa Guibert.
Desde muy temprano tuvo Ana que poner a prueba su férrea voluntad, al ser rechazada por algunos escépticos que no la veían con aptitudes para el atletismo, más ese amor y entrega total al deporte, que siempre la ha caracterizado la hizo continuar librando obstáculos hasta llegar a la cúspide, siempre guiada por la sabia conducción de su gran formador, Blas Beato.
Su paso hacia la elite del mundo, se inicia a mediados de los años 80, exactamente en 1985, cuando logra crono de 1:59.45, su primero por debajo de los 2 minutos, en los 800 metros.
A partir de allí Ana Fidelia interviene en los principales eventos atléticos del mundo, destacándose los Campeonatos Mundiales, donde logró dos títulos, una medalla de plata y un cuarto lugar; en Juegos Olímpicos obtuvo medalla de plata y bronce, todo en los 800 metros, su prueba favorita.
Las citas Panamericanas también vieron brillar a la Tormenta del Caribe, pues en Indianápolis '87 y La Habana '91 logró doblón dorado en 400 y 800 metros, hecho que realizó también en los Juegos Centroamericanos de 1986 y 1990.
Su momento cumbre lo materializó durante la V Copa del Mundo de Atletismo, celebrada en Barcelona, España, en 1989; el estadio Monjüic fue testigo de una soberbia demostración de la atleta palmera al ganar los 800 metros con 1:54.44, la tercera mejor marca en la historia de esta disciplina, además obtuvo otras dos medallas de oro en los 400 metros y como integrante del relevo largo de América.
Su carrera estaba marcada por el éxito, pero también habían en el camino obstáculos que parecían insalvables, primero fue la muerte de Blas Beato, el hombre que la llevó a la cima y después vino el lamentable accidente doméstico que la tuvo debatiéndose entre la vida y la muerte, pero allí estaban presentes los éxitos de la medicina cubana, que realizó lo posible y hasta lo imposible por salvar a la Campeona cubana, así al cabo de varias intervenciones quirúrgicas, Ana Fidelia fue saliendo de ese lamentable momento y a finales de 1993 era nuevamente noticia, al ganar según ella una importantísima medalla de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce, Puerto Rico, pues no solo sabía que ya los malos momentos habían quedado atrás, sino que le servía de estimulo para continuar conquistando triunfos dentro del atletismo.
Una vez más se imponía su voluntad, su valentía y su amor a la patria y al deporte; todos recordamos el V Campeonato Mundial de atletismo de Göteborg, Suecia, en 1995, al que en inicio se planificó su participación solo en el relevo, más por sus continuos progresos, intervino en los 800 metros, logrando una impresionante victoria sobre connotadas rivales - amén de la descalificación de María Mutola en semifinales -.
Así siguió su preparación hacia la cita olímpica de Atlanta' 96 con el objetivo de sacarse la espina de Barcelona '92, todo parecía bajo control, pues su principal rival María Mutola, era seguida de cerca, pero no pudo evitar el fuerte remate final de la rusa Svetlana Masterkova, no obstante su medalla de plata tiene tanto valor como el oro Olímpico.
Su último gran triunfo fue en el VI Campeonato Mundial de Atenas, Grecia, en 1997, revalidando el título logrado dos años antes.
Atrás quedan los triunfos de Gran Prix y otros eventos, el recuerdo de sus batallas con enconadas rivales como Jarmila Kratosvilova, Chritine Watchel, Sigrum Wodar, Lilia Nurtudinova, María Mutola y Svetlana Masterkova entre otras, con las que ganó y perdió en cuanta cita tomaban parte.
Nos quedan en la memoria y en el corazón los momentos de alegría que nos proporcionó con sus triunfos y el saber de su voluntad de hierro y su amor sin limites al deporte y a la patria.
Con el adiós a la Tormenta del Caribe estamos despidiendo del deporte activo a una de las grandes atletas cubanas y del mundo de todos los tiempos.
Sus principales resultados
revista
digital · Año 7 · N° 36 | Buenos Aires, Mayo de 2001 |