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Concepto y taxonomía de la fatiga física (1ª parte)

  Doctor y Licenciado en Educación Física
Profesor titular de Teoría y Práctica del Acondicionamiento Físico
Universidad de Málaga
(España)
José Carlos Fernández García
jcfg@uma.es

 

 

 

 
Resumen
    El presente artículo pretende hacer una aproximación terminológica al eje principal de todo proceso de entrenamiento, como es la fatiga. A lo largo del tiempo el hecho de entrenar ha consistido en intentar retardar al máximo la aparición de la fatiga, en especial entre las tareas enmarcadas en la cualidad física resistencia, velocidad y fuerza, al igual que en la conveniencia de retardar esta aparición de la fatiga en tareas de coordinación y/o agilidad.
    El artículo consta de una primera parte en la que se vuelcan las opiniones de autores de relevante importancia, en la que se explican los argumentos y circunstancias que concurren durante y tras la aparición del fenómeno de la fatiga.
    Una segunda parte se dedica a exponer las diferentes clasificaciones que han venido a concurrir en los textos especializados de la materia, sus orígenes y consecuencias.
    Palabras clave: Fatiga. Deporte. Taxonomía.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 34 - Abril de 2001

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Introducción

    El concepto fatiga está referido a aquellas situaciones concebidas en el ámbito fisiológico como muy dispares. Por ejemplo se puede hablar de fatiga cuando la referencia es un corredor de velocidad que no puede mantener un determinado ritmo; cuando un ciclista de carretera abandona; o cuando, después de varias sesiones de entrenamiento, el deportista no puede mantener una intensidad de trabajo. Puede tratarse de la fatiga respecto a un grupo concreto y localizado de músculos, o bien a una situación de cansancio generalizada.

    Así pues, con el vocablo "fatiga" se expresan plurales y diferenciadas situaciones fisiológicas.

    La aparición de la fatiga durante el ejercicio físico debe ser interpretada como la incapacidad del músculo o del organismo en conjunto para mantener la misma intensidad de esfuerzo. Se trata de un mecanismo de carácter defensivo, expresión del fracaso de los dispositivos orgánicos para adaptarse a las condiciones requeridas, cuyo objetivo es evitar las posibles consecuencias adversas derivadas de una práctica físico-deportiva desmesurada o excesiva.

    La sensación de fatiga se origina en el hipotálamo y la porción sensitiva del tálamo, y se expresa modificando el comportamiento funcional normal a los distintos niveles en que se manifiesta, estimando conveniente explicar que, en algunas situaciones de fatiga deportiva, esto ocurre a nivel LOCAL, es decir, en un sólo músculo o en un grupo determinado de músculos, y en otras, a nivel GENERAL, afectando, por tanto, a todo el organismo del deportista. En todas ellas se sigue utilizando comúnmente el término fatiga, aun existiendo una clara diferencia en las dos formas descritas (local o general).

Aproximación terminológica

    Astrand y Rhodahl (1985) la conciben como “la reducción en la capacidad de producción de fuerza, medida, por ejemplo, en una máxima contracción voluntaria (MCV) o en un tétanos provocado eléctricamente”.

    Sin embargo, esta definición tampoco abarca todos los aspectos fisiológicos, psicológicos ni temporales que definen en los diferentes tipos de fatiga deportiva.

    Por su parte, Edwards (1981), define a la fatiga como " la imposibilidad de generar una fuerza requerida o esperada, producida o no por un ejercicio precedente. Así quedarían obviados el nivel de fuerza y la periodicidad de la misma, así como el tipo de contracción muscular y el alcance de la misma"

    Consecuentemente y atendiendo a las definiciones precitadas, con la fatiga se hace confluir los factores "limitantes" del rendimiento, ya que serán estos los que impidan una progresión o mantenimiento del rendimiento, con ello, el volumen cardiaco condiciona los límites del rendimiento aeróbico, pero no es un factor que desencadene ningún tipo de fatiga. El porcentaje de fibras rápidas y lentas del músculo del deportista limitan su rendimiento máximo, por ejemplo, en los deportes de velocidad o en los de fuerza pura, condicionando, en cierto modo, el momento de aparición de la fatiga.

    Asimismo, si un deportista entra en un período de desentrenamiento, su umbral anaeróbico, y como consecuencia, bajará y deteriorará su rendimiento apareciendo antes su fatiga.

    También, si se deja de entrenar, el umbral aeróbico bajará, mermándose el rendimiento con lo que la aparición de la fatiga es más próxima al comienzo de la actividad que en situaciones precedentes. Hecho, que se producirá sin tener en cuenta la génesis de la falta de entrenamiento, pues no es la causa la promotora de la situación, sino el efecto o pérdida de capacidad funcional de los órganos, aparatos y sistemas lo que se va a traducir en fatiga.

    Lo mismo ocurre con un estado patológico de anemia más o menos manifiesto o cuando hay algún tipo de oclusión vascular, en el cual se deteriora su transporte de oxígeno y por tanto su rendimiento aeróbico. Estas situaciones quedan excluidas del concepto de fatiga, debido a que son estados patológicos que concluyen en una disminución del aporte de O2 a las células y por tanto una pérdida en la capacidad de trabajo.


Figura 1. Esquema de los posibles factores limitantes del ejercicio y sus relaciónes entre ellos y con las tres cualidades físicas fundamentales


    Es importante concebir, también, a la fatiga como un mecanismo de defensa que se activa ante el deterioro de determinadas funciones orgánicas y celulares (cambios metabólicos, hipoxia, alteraciones hidroelectrolíticas, alteraciones térmicas, deplección de sustratos metabólicos, etc.), previniendo la aparición de lesiones celulares irreversibles y numerosas lesiones deportivas (Figura 2)


Figura 2. La Fatiga como mecanismo de protección


    La pérdida de rendimiento, que aparece asociada a sobrecargas funcionales y que se manifiesta tras la ejecución de un ejercicio físico, Legido (1986) la denomina fatiga física o muscular, y que conjuntamente a otros tipos de fatiga (mental, sensorial, local, general, etc.) se le concibe generalmente por "fatiga".

    Vollestad y Sejersted (1988) la definen como "la disminución de la capacidad de generar fuerza". Entender y conocer este concepto resulta básico para la elaboración, control y ejecución de cualquier programa de entrenamiento para la mejora de la condición física.

    Barbany (1990) la entiende como "un estado funcional de significación protectora, transitorio y reversible, expresión de una respuesta de índole homeostática, a través de la cual se impone de manera ineludible la necesidad de cesar o, cuando menos, reducir la magnitud del esfuerzo o la potencia del trabajo que se está efectuando".

    Bravo Berrocal (1998) la define como “aquel estado de disminución de la capacidad para el trabajo producido por una actividad excesiva. Generalmente suele ir acompañado de sensación desagradable causado por un esfuerzo previo, v.g. fatiga muscular por acumulación de ácido láctico”.

     Los mecanismos fisiológicos implicados en esta respuesta a la actividad física no son aún conocidos con exactitud.

    Volkov (1990, op. cit. en García Manso et al.), al definir la fatiga, lo resume del siguiente modo :

     "En el estado de fatiga disminuye la concentración de ATP en las células nerviosas y se altera la síntesis de acetilcolina en las formaciones sinápticas, se retarda la velocidad de transformación de las señales procedentes de los propio y quimiorreceptores y en los centros motores se desarrolla la inhibición protectora vinculada a la formación del ácido gamma-aminobutírico. Durante la fatiga se inhibe la actividad de las glándulas de secreción interna, lo que disminuye la producción de algunas hormonas y la actividad de algunas enzimas. Esto se proyecta en la ATP-asa miofibrilar que controla la transformación de la energía química en trabajo mecánico. Al bajar la velocidad de la desintegración de ATP, en las miofibrillas disminuye automáticamente la potencia del trabajo que se realiza. En el estado de fatiga se reduce la actividad de las enzimas de oxidación aeróbica y se altera la conjugación de las reacciones de oxidación con la resíntesis de ATP. Para mantener el nivel necesario de ATP se efectúa la intensificación secundaría de la glicólisis. El catabolismo intensificado de los compuestos proteicos va acompañado de un aumento del contenido de urea en sangre. Fatigados los músculos, se agotan las reservas de substratos energéticos, se acumulan los productos de la descomposición (ácido láctico, cuerpos cetónicos,, etc.) y se observan bruscos cambios del medio intracelular. En este caso se trastorna la regulación de los procesos vinculados al abastecimiento energético de los músculos, se manifiestan las alteraciones bien expresadas en la actividad de los sistemas de respiración pulmonar y de circulación sanguínea".


Conclusiones

    Así pues, puede concluirse que la fatiga, definida como la imposibilidad de generar una fuerza, requerida o esperada, se comporta como una base del fenómeno de adaptación encaminada a evitar lesiones irreversibles y aunque la fatiga es un concepto asociado a rendimientos inferiores a los que potencialmente es capaz de realizar un individuo, o a mecanismos de defensa que se activan ante el deterioro de determinadas funciones orgánicas y celulares, no se debe olvidar que en el entrenamiento deportivo la fatiga es un estado imprescindible para poder conseguir respuestas de adaptación, siempre que éstas se ordene de forma que no conduzcan a estados de sobreentrenamiento.

    Las definiciones del concepto fatiga son diversas y múltiples. Englobando el conjunto de consideraciones establecidas, puede, también, definirse a la fatiga como un estado funcional de significación protectora, transitorio y reversible, expresión de una respuesta de índole homeostática, a través de la cual se impone de manera ineludible la necesidad de cesar o, cuando menos, reducir la magnitud del esfuerzo o la potencia del trabajo que se está efectuando.

    En la fatiga, además de las modificaciones fisiopatológicas que, en general no se circunscriben al ámbito solicitado pudiendo afectar al organismo en su globalidad, aparecen componentes adicionales sensoriales, por ejemplo dolor, o subjetivos, que se concretan en sensaciones de incomodidad o malestar. La aparición del estado de fatiga obedece a causas de diversa índole y que intervienen de manera conjunta, actuando a nivel central o periférico.

    La fatiga física aparece cuando se produce una notoria desproporción entre la magnitud del ejercicio y las posibilidades de ejecución del mismo. De ahí, la importancia de proceder a una correcta estimación del trabajo efectuado, lo que en ocasiones entraña una dificultad considerable. La existencia de tres parámetros distintos y específicos en la cuantificación del nivel del esfuerzo y, por lo tanto, de su magnitud-potencia o intensidad desarrolladas, velocidad de ejecución y duración, complica de manera considerable su tipificación.

    Cada actividad física aportará una contribución relativa particular para cada uno de los tres componentes indicados, pudiéndose diferenciar, con ello, situaciones de fatiga resultantes de actividades tan dispares como el levantamiento de pesas que exige una potencia elevada, velocidad de ejecución y, sobre todo, duración escasa, y una carrera de 10.000 metros. Esta última, requiere una condición completamente distinta: la velocidad de ejecución es moderada y la potencia desarrollada, baja, pero con una duración considerable. La «zona de fatiga» queda fuera de la «zona de tolerancia» interior, y a ella accede cada uno de los factores por separado o combinados entre sí. Gráficos de este tipo son útiles porque permiten establecer el factor prioritario del elemento limitante del esfuerzo.

    No existen procedimientos de tratamiento, propiamente dicho, de esta condición, si bien, la adopción de medidas protectoras, como por ejemplo, un buen entrenamiento o acondicionamiento físico, u otras estrategias de ayuda ergogénica pueden retardar su aparición o disminuir su duración.


Bibliografía

  • Astrand, PO. y Rhodahl, K. (1985): Fisiología del trabajo físico. Madrid. Panamericana.

  • Barbany, J.R. (1990): Fundamentos de fisiología del ejercicio y del entrenamiento. Barcelona. Barcanova.

  • Bravo Berrocal, Rafael (1998): Fundamentos anatómico-fisiológicos del cuerpo humano aplicados a la Educación Física I. Archidona (Málaga). Aljibe S.L.

  • Edwards, R.H.T. (1981): Human muscle function and fatigue. Human muscle fatigue: Physiologycal mechanism. Londres. Ed. Whelan.

  • Legido, J.C. (1986): Fatiga y entrenamiento. III Jornadas Nacionales de Medicina en Atletismo. Pamplona. ANAMEDE, pp.: 109-120.

  • Volkov, N.I. y Mensikov, V.V. (1990): Bioquímica. Moscú. Vneshtorgizdat.

  • Vollestad, N. y Sejersted, O.M. (1988): Muscle glycogen depletion patterns in Type I and subgroups of Type II fibres during prolonged severe exercise in man. En Acta Physiology Scandinavica, nº 122, pp.: 433-441.


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