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¿Cuándo el niño está listo para disputar competiciones organizadas?

Centro de estudios, desarrollo e investigación
del Fútbol Español - CEDIF
(España)

Hörst Wein
(Alemania)

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 6 - N° 32 - Marzo de 2001

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    De la primera toma de contacto del niño con el fútbol en su “Escuela de Iniciación” dependerá en muchos casos su continuidad en el deporte. De aquí la importancia de reflexionar sobre el correcto acercamiento del niño a la práctica deportiva y a la competición de fútbol.

    El objetivo principal que todo chaval benjamín y alevín busca cuando se inicia en una competición organizada es: Demostrar en el juego su propia habilidad y capacidad. El valora su habilidad y capacidad de juego de dos maneras: Comparándolas con las de los demás compañeros en el campo de juego y también comparándose consigo mismo.

    Pero solo cuando sus seres más significativos le muestran conformidad con su juego, el niño creerá que ha conseguido su objetivo principal, el de ser hábil y capaz. Derrotando al equipo rival le motiva pero más importante para los niños de esta edad es la aprobación social. Los benjamines y alevines se dan cuenta que la aprobación de los demás frecuentemente depende del grado de demostración de su esfuerzo. Por eso intentar a esforzarse para después conseguir más aprobación social1.

    Los niños hasta 11/12 años no tienen todavía suficientes elementos de juicio para valorar propiamente su habilidad y capacidad, necesitan los comentarios de los demás que los rodean en la práctica del fútbol y especialmente de su padres.

    Saber que las metas principales de los benjamines y alevines son generalmente la aprobación social y la maestría deportiva y no la victoria en un encuentro ( es la meta principal de los padres y de muchos técnicos) significa que es recomendable no encorsetarlos, como ocurre en todas partes, prematuramente y obligarlos copiar el mundo de los adultos con competiciones organizadas en forma de una liga con clasificaciones semanales. Más bien deberían competir cada mes en distintas competiciones (Pentatlón de Mini Fútbol, Mini Fútbol 3 contra 3, Mini Fútbol 4 contra 4 o Fútbol - Triatlón 4 contra 4) con el fin de poder estimular mediante una gran variedad de juegos simplificados todos los aspectos necesarios para jugar bien al fútbol. Un rígido sistema de competiciones organizadas solamente es justificable para niños a partir de la categoría infantil (a partir de 12 años).

    ¿Por qué? Sólo a partir de 12 años (primer año infantil) los niños son capaces de diferenciar las diferentes causas que han provocado un resultado y están en condiciones de valorar su capacidad. Esto puede comportar un descubrimiento excitante o traumático. A partir de ahora la meta de competencia deportiva va desarrollándose y el ganar y perder se convierten en los principales criterios para evaluar la propia habilidad y capacidad.. Esta percepción afecta de una forma clara la conducta y el grado de diversión del niño. Pero para que el resultado de la competición y los comentarios del entrenador no se conviertan en los indicadores de la valía de los jugadores, es importante que los entrenadores hagan todo lo que puedan por quitar importancia al resultado como criterio de éxito.

“ En cada ser humano existe un niño que quiere jugar (Friedrich Nitzschke)
y no ganar ” (Horst Wein)

    Para que los infantiles y cadetes no centren en la competición toda la atención en el resultado, el formador, preocupado por su óptima formación, debe intentar enfatizar en cada partido su maestría técnica-táctica a través de la técnica de establecimiento de objetivos. Esta técnica consiste en fijarse en una serie de metas enlazadas lo suficientemente realistas como para ser conseguidas y lo suficientemente ambiciosas como para que precisen esfuerzo por parte del joven fútbolista2.

    Cuando el joven fue animado antes del partido por su formador de fijarse en una ,dos o tres metas concretas, encaminadas a la mejorar de sus habilidades y capacidades, deja al lado el resultado de la competición y cambia su criterio de éxito. Tener éxito no equivale entonces a ganar el partido, sino a conseguir los objetivos fijados en el momento y en el orden establecidos.

    Para poder jugar bien el jugador casi debe olvidarse del resultado del partido y concentrarse en su tarea a realizar en cada momento del encuentro sobre el campo.

    Cada entrenador / formador de Infantiles, Cadetes y Juveniles debe disponer de un conjunto de metas o objetivos orientados al rendimiento para cada jugador, puesto que cada jugador es diferente y tiene unas posibilidades diferentes2.


Notas

  1. Mari Cortés, Joseph : “Aspectos psicológicos de la competición infantil” (no publicada)

  2. Wein, Hörst. “Mejorar el rendimiento del equipo con un establecimiento de roles para cada uno de sus jugadores” y “¿Qué es más importante en el fútbol base, buscar la victoria o una óptima formación del joven talento?


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revista digital · Año 6 · N° 32 | Buenos Aires, marzo de 2001  
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