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Introducción a la psicología de las masas en el deporte
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 6 - N° 31 - Febrero de 2001 |
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7. Desastres y comportamientos colectivosEl desastre es un evento que ocurre de repente, inesperadamente e incontrolablemente, de naturaleza catastrófica, que implica la pérdida o amenaza de la vida o de la propiedad, perturba el sentido de comunidad y a menudo provoca consecuencias psicológicas adversas para los supervivientes (Gómez Jacinto y Canto, 1995, p. 241) Es decir que son desastres fenómenos como el huracán, inundaciones, maremotos, terremotos, erupción volcánica, aludes, fuego...que causan daños de una magnitud considerable. Jiménez Burillo (1981, p.291) dice que un desastre es un suceso relativamente imprevisible que afecta profundamente a la comunidad poniendo en peligro vidas humanas, alterando el orden social y la conducta habitual de las personas.
7.1. Tipos de desastres
7.1.1. Naturales o provocados por el hombre
A su vez, los desastres producidos por el hombre pueden dividirse en:
Actos de omisión. desastres que no son provocados necesariamente por la mala intención del ser humano. Son el producto de una mala planificación o el intento de ahorrar dinero, recursos o tiempo. Muchos desastres ecológicos son productos de este tipo de negligencias.
Actos de comisión. terrorismo, secuestro masivo o violencia en el fútbol.
7.1.2 Encubiertos o evidentes
Aquí englobamos los desastres en los que no hay evidencia inmediata, es decir, que no son fácilmente percibibles. Son los desastres sin huellas, en los que hacen falta instrumentos y detectores para descubrirlos: Chernobyll y Three Mile Island.
Las investigaciones demuestran que es más patente el estrés asociado a desastres provocados por el hombre que a un desastre natural. En el estudio Symptoms of chronic stress following a natural disaster and discovery of a human-made hazard de Baum, Fleming, Israel y O'Keeffe (1992) se investiga acerca del estrés experimentado en dos grupos de víctimas: personas que viven junto a un vertedero de residuos tóxicos y personas que viven en una zona donde ha tenido lugar una inundación. A su vez estos dos grupos se compararán a un tercero, ‘grupo control’, que no ha sufrido ningún desastre.
Los estudios sobre desastres naturales (inundaciones, huracanes y tornados) demuestran que el estrés en estas situaciones desaparece con más rapidez. Incluso aunque en dicho desastre se produzca la destrucción de casas y se separe a la comunidad durante días, son pocos los estudios que muestran un estrés o algún tipo de desequilibrio mental durante más de un año. Sin embargo, los estudios de desastres provocados por el hombre demuestran que estos ocasionan más daños a largo plazo. Estos desastres son de diversa índole y no está claro cuáles son las características que determinan las consecuencias que tienen a largo plazo. La pérdida de nuestro propio control de la tecnología puede ser un potente estresor. Los desastres naturales ponen de manifiesto nuestra falta de control sobre las fuerzas naturales, mientras que en los desastres provocados por el hombre se demuestra una pérdida de control junto con la tendencia a culpar a otros de la catástrofe. Horowitz y Stefano (1989) descubrieron que los vecinos de una zona cercana a una fábrica productora de vertidos tóxicos situada al sur de California atribuían síntomas como dolores de cabeza y náuseas al hecho de vivir cerca de este peligroso vertedero. Levine (1982) y Edelstein llegaron a similares conclusiones en distintas investigaciones.
Las personas que viven en una zona contaminada por sustancias peligrosas pueden tener la sensación de que no pueden hacer nada por evitar la exposición a productos químicos, o incluso para influir en el Estado o en los responsables. Estas personas sienten que hechos importantes que alteran su bienestar son incontrolables, así que experimentan una sensación de impotencia, de que nadie les presta ayuda. En una zona donde se haya producido un desastre natural (huracán, inundación...) las personas también pueden sentir que hay situaciones que están fuera de su control pero, sin embargo suelen pensar que hay otras muchas cosas que sí son controlables, y esto les da más seguridad (Baum, 1987). En concreto, las personas que hayan sido víctimas de una inundación pueden pensar que no hay nada que hacer para evitar esa catástrofe o para proteger sus casas, pero una vez que ha ocurrido, pueden limpiar y comenzar las reconstrucciones.
La simultaneidad de dos desastres, de distinta naturaleza, ofrece una oportunidad para estudiar el estrés crónico producido entre sus víctimas. Aunque en la comunidad del vertedero algunos vecinos estaban preocupados por la posibilidad de que hubiera sustancias químicas tóxicas, realmente ellos fueron conscientes del peligro cuando la entidad Environmental Protection Agency informó sobre la presencia de peligrosas sustancias tóxicas en la tierra y el agua: el vertedero de esta zona estaba entre los más contaminantes del país y muchas personas dejaron de beber y de cocinar con el agua del grifo. En el mismo mes temporales de nieve y agua asolaron el sudeste de EEUU y se inundaron muchos pueblos. En concreto, los vecinos del presente estudio fueron víctimas de uno de estos temporales que inundaron sus viviendas y propiedades durante muchos días. Las lluvias causaron muchos destrozos en la zona. El estudio se llevó a cabo 9 meses después de la inundación y del anuncio de la presencia de sustancias químicas tóxicas en la zona. La previsiones eran que las víctimas del vertedero iban a estar expuestas a mayores síntomas de estrés que las de la inundación o las personas del grupo control. También se esperaba que las personas de la zona del vertedero tuvieran una mayor sensación de impotencia que las otras víctimas.
Método
Sujetos del experimento
En la investigación participaron un total de 77 vecinos de tres comunidades. El grupo de la zona del vertedero tóxico estaba formado por 27 personas que vivían a 1’5 km. del foco de contaminación. El grupo de la inundación estaba integrado por 23 personas que vivían en casas inundadas y el grupo de comparación lo formaban 27 personas de un pueblo sin antecedentes de inundaciones ni de vertidos tóxicos.Variables dependientes
Síntomas relacionados con el estrés, sensación de impotencia, preguntas generales sobre la población (cuestiones de demografía, estatus...)Resultados de la encuesta sobre características generales
Las características de los tres grupos eran comparables. La edad media era de 35- 40 años. Había aproximadamente el mismo número de hombres y de mujeres, y la mayoría estaban casados. En cuanto a la educación, más de la mitad de las personas en cada grupo tenían estudios universitarios. Todos tenían ingresos similares. Así que estas comparaciones estadísticas no revelaron diferencias significativas entre los tres grupos.Informes de datos personales:
hipotéticamente, las personas que vivían cerca de la zona contaminada daban más muestras de angustia que los otros dos grupos, junto con depresiones, ansiedad, paranoia...Datos bioquímicos:
muestran un mayor estrés entre la gente de la zona contaminada. Los niveles de epinefrina y de norepinefrina sirvieron para determinar la concentración de catecolamina en las muestras de orina. Según los resultados el grupo de la zona contaminada experimentaba mayores niveles de epinefrina y de norepinefrina.Impotencia:
como era de esperar, los vecinos de la zona contaminada mostraron un mayor sentimiento de impotencia que los otros dos grupos.Discusión
Las víctimas de las dos catástrofes, las de los vertidos tóxicos y las de la inundación se compararon con un grupo de control. Como era de esperar, los vecinos de la zona del vertedero manifestaron signos evidentes de estrés por medio de los informes personales, datos sobre el comportamiento y datos bioquímicos, mientras que los habitantes de la región inundada y la del grupo control no. En concreto, las personas que vivían cerca del vertedero mostraron más síntomas que reflejaban una angustia somática y emocional, así como mayores niveles de epinefrina y norepinefrina en la orina. También y como se predijo, los habitantes de la zona contaminada experimentaron sentimientos de impotencia de forma más frecuente que los otros dos grupos, y este sentimiento está íntimamente relacionado con síntomas de estrés.
Pero a pesar de que los dos sucesos hayan tenido lugar en la misma época y se hayan analizado las mismas variables es muy difícil aislar las características específicas de las dos catástrofes porque la experiencia vivida por ambos grupos es muy distinta. Las víctimas de la inundación tuvieron sus casas inundadas durante muchos días, pero después pudieron limpiar, etc. y la vida volvió a la normalidad. En cambio, las víctimas del vertedero tóxico, aunque no experimentaron daños físicos, sí un peligro en potencia para su salud. A diferencia de la inundación, que desapareció pasados algunos días, las sustancias químicas tóxicas permanecieron en el vertedero durante años después de su descubrimiento. Todo esto reafirma la hipótesis general de que estos dos tipos de desastres pueden tener diferentes consecuencias psicológicas.
Aunque las diferencias entre el grupo de la inundación y el de control no eran significativas es interesante hacer notar que algunos datos de las tablas 1 y 3 demuestran que las víctimas de la inundación experimentaron menos angustia que el grupo de control. De la misma manera, los niveles de orina indicaron que las víctimas de la inundación experimentaron una recuperación positiva, que les favoreció. Mucha gente que vive algún desastre de este tipo es muy posible que experimente después una sensación de mayor eficacia y autoestima. Además, a menudo los desastres requieren cooperación y trabajo en grupo para la reconstrucción y esto puede ayudar a crear un clima de cohesión social positivo. Por estas razones es posible que a los 9 meses de la inundación, las víctimas experimentaran un positivo cambio de humor y se vieran los beneficios positivos que reporta superar completamente una tormenta. Sin embargo todavía hacen falta más estudios que ratifiquen esta posibilidad que aquí se expone.
Aunque en estos estudios no hayan aparecido niveles altos de estrés crónico entre las víctimas de la inundación, sino un cambio positivo de humor, no se puede llegar a la conclusión de que en otras inundaciones no se haya producido un estrés crónico. Por ejemplo en la inundación de Buffalo Creek (aunque está inundación fue provocada por el hombre y además destruyó a casi toda la comunidad).
Los desastres provocados por el hombre representan una pérdida de control de algo sobre lo que habitualmente controlamos, mientras que los desastres naturales ponen de relieve fuerzas de la naturaleza sobre las que nunca hemos tenido control. La pérdida de control tiene más posibilidades de dar lugar a sentimientos a largo plazo de impotencia que la falta de control. También es cierto que la preocupación sobre las consecuencias a largo plazo a una exposición tóxica puede ser la responsable de la sensación permanente de impotencia. Y aunque se tomen medidas de precaución ante estas sustancias tóxicas, poco se puede hacer.
En resumen: la presencia de sustancias tóxicas en el vertedero, el peligro que esto entraña a largo plazo, y la falta de información sobre su origen contribuyen a la persistencia del estrés entre los vecinos de esta zona.
7.1.3. Espacio geográfico del desastre
Aquí hay que distinguir entre víctimas locales y víctimas dispersas. Esto provoca una diferencia entre la cohesión y el apoyo social.
7.2. Tamaño del desastre
Los grandes desastres tienen mucha importancia no sólo por las consecuencias emocionales de las víctimas, sino también por los efectos acumulativos que tienen sobre los sistemas sociales: servicios sanitarios, vivienda, ...puede incrementar el número de víctimas o acusar el problema.
El tamaño de la comunidad también hay que tenerlo en cuenta, pues el impacto de dos desastres similares en dos comunidades diferentes pueden provocar más víctimas secundarias y más estrés en las primarias si los recursos del sistema fallan.
7.3. Grado del impacto social
¿Quién es la víctima en un desastre?. En el trabajo de Hutchins y Norris (1989) titulado Life change in the disaster recovery period, estudian en las necesidades de adaptación que experimentaron las víctimas de una inundación en 1984 en el sudeste de Kentucky. Las investigaciones sugieren que las víctimas mayores de la inundación tienen más posibilidades que otros adultos de experimentar trastornos sociales, es decir, a tener amigos y vecinos que emigren, conflictos familiares y son más reacias a tener hijos fuera de casa. Bolin (1985) hizo una clasificación de dos grupos de víctimas: víctimas primarias, aquellas que experimentan directamente las pérdidas físicas, materiales o personales; víctimas secundarias, aquellas que viven cerca de la zona afectada pero que no han sufrido daños personales; sin embargo sí han podido sufrir problemas económicos posteriores al desastre, problemas de comunicación por la destrucción de puentes, carreteras...
En esta investigación se examinan las necesidades de cambio experimentadas por el grupo primario de víctimas (personas que han sufrido pérdidas), el grupo secundario de víctimas (personas que viven en condados inundados) y las no víctimas (personas que viven en condados cercanos al área inundada).
En mayo de 1984, el sudeste de Kentucky sufrió graves inundaciones. Se valoraron pérdidas de hasta 20 millones de dólares a lo largo de 28 condados. Hay que resaltar varias características de la zona afectada: la zona era de alto riesgo de inundaciones. Este hecho es importante porque en áreas donde se producen frecuentes desastres se da un menor impacto psicológico. La inundación de 1984 estuvo entre las más graves de la zona. Además se trataba de un área pobre, con alto índice de desempleo, bajo índice de escolaridad, poca atención médica, servicios sociales...por lo tanto se trataba de una zona que no estaba preparada para enfrentarse a desastres naturales a pesar de la recurrencia de estos.
Método
El trabajo se llevó a cabo con 231 personas que fueron clasificados en tres grupos: primario, secundario, no víctimas, clasificación llevada a cabo según la información obtenida de la encuesta realiza 18 meses después de la inundación.
Los datos obtenidos después de la inundación corresponden a: trastornos familiares que incluyen la emigración, la huida de casa de un hijo, la pérdida de la casa... Los trastornos financieros se refieren a la pérdida del trabajo, descenso de ingresos... Los conflictos familiares se refieren a nuevos conflictos familiares, problemas en el matrimonio, separaciones y divorcios, problemas matrimoniales de un hijo, divorcio de un hijo... Trastornos sociales como la emigración de un amigo o vecino, tener a un hijo fuera, dejar alguna actividad social... Trastornos de salud como nuevas lesiones y enfermedades en el sujeto, padres, esposo, hijo, nieto, así como la hospitalización de algún miembro de la familia, dolor por la pérdida de un padre, esposo, hijo, nieto, hermano. Hay que recalcar que no hubo muertes por causa de la inundación. Dentro del apartado de las cosas que te reportan algún tipo de beneficio se incluye alguna ayuda, la obtención de más dinero para sobrevivir, empezar una nueva actividad social, casarse y una mejora en la salud.
Las variables de control se basaron en la sociodemografía: edad, educación, y calidad de vida; las variables referentes al estrés y salud mental y las variables que mencionaban los recursos. El estatus de las personas que se sometieron a este experimento está relacionado con la forma en que cambian las variables estudiadas después de la inundación.
Dentro de los trastornos familiares se da una diferencia significativa en la variable de los hijos que se van de casa. Tanto el grupo de víctimas primario como el secundario eran menos propensos a tener un hijo viviendo fuera de casa que el grupo de no víctimas. Respecto a los trastornos financieros, no se dan excesivas diferencias entre los grupos. Entre los conflictos familiares, el subapartado de «nuevos conflictos familiares» difieren bastante entre los grupos. El grupo primario tiene más problemas en este tema que los otros. De entre los trastornos sociales, el que se refiere a «un amigo que se va fuera» difiere entre los grupos, y es el grupo secundario el que experimenta de forma más acusada este hecho. En el apartado de trastornos de salud no se dan diferencias significativas, aunque es el grupo de no víctimas el que tiene el mayor porcentaje. En cuanto a las pérdidas, el apartado de «otras muertes» también difiere entre los grupos; el grupo de las no víctimas es el que más lo sufre. En cuanto al apartado sobre cosas que reporten beneficios, no hay grandes diferencias.
Discusión
Se han estudiado las variables antes de la inundación y cómo estas afectan al modo de cómo se vive la posinundación. Las diferencias más significativas son los trastornos familiares y los sociales, y dentro de estos los que se refieren a «un hijo que se va de casa», «un amigo que se va fuera» y la aparición de «un nuevo conflicto familiar». Los grupos de las víctimas experimentan mayores trastornos sociales que las no víctimas y el grupo secundario tiene muchos más amigos que se van de la ciudad. El grupo primario tiene más problemas familiares, pero no de matrimonio. Algunos datos son sorprendentes, por ejemplo, se pensaba que las pérdidas producidas por la inundación tendrían repercusiones en la salud, sin embargo, los estudios demuestran que el grupo primario no muestra más daños y nuevas enfermedades que los otros dos grupos.
7.4. Proceso psicológico
Podemos distinguir 3 momentos en las catástrofes
7.4.1. Período precrítico o impacto
En este período se observan dos actitudes opuestas: rechazo de la idea de peligro y temor exagerado de peligro. Estas actitudes están asociadas a características personales muy precisas. La incredulidad y el rechazo son típicos de a los que podrían molestar las medidas de precaución. La aprensión exagerada va unida a sentimientos de culpabilidad.
Se estima que la mayoría de las personas afectadas (un 75%), muestra respuestas fisiológicas relacionadas con el desconcierto, se queda aturdida y tiene un comportamiento automático. Inmediatamente después los afectados manifiestan una pérdida del sentido de lo que ha ocurrido.
Entre un 12 y un 25 % conserva la calma y suele responder rápida y correctamente. Este es el grupo de personas que toman la iniciativa en las primeras tareas del rescate.
El resto, de un 10 y un 25% tienen comportamientos absolutamente desadaptados: confusión, ansiedad, reacciones de pánico, llantos histéricos, gritos y experiencias de ruptura con la realidad.
7.4.2. Período crítico o de crisis
Aquí se distinguen 3 fases:
Fase de choque (esta fase otros autores la llamarían período precrítico o de impacto y sus características son las que antes hemos visto, pero otros teóricos la incluyen aquí): se observan 3 reacciones típicas: una minoría conserva su sangre fría, otra minoría presenta reacciones extremas de ansiedad y confusión, y la mayoría de los supervivientes (75%) permanece aturdida y llena de estupor.
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