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Introducción a la psicología de las masas en el deporte
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 6 - N° 31 - Febrero de 2001 |
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La conducta de las masas y las multitudes (pánicos colectivos, linchamientos, rumores, violencia colectiva, etc.).
El comportamiento colectivo de los grupos pequeños: desindividualización, polarización colectiva, pensamiento de grupo, etc.
El comportamiento del individuo dentro de la multitud; las razones y las motivaciones por las que participa en conductas colectivas y se implica en ellas el hombre concreto.
La influencia de la colectividad en la constitución y formación del ser humano y en su comportamiento.
Según Fernández Christlieb (1994), la psicología colectiva debe poseer las siguientes características:
Para la psicología colectiva, la realidad no es ni subjetiva ni objetiva, sino intersubjetiva, es decir, una realidad acordada y concordada.
En consecuencia, la psicología colectiva debe prescindir de las dualidades explicativas individuo/sociedad o individuo/instituciones, sujeto/objeto, racional/emocional, masculino/femenino, etc. La realidad social es abiertamente dialéctica.
La psicología colectiva debe interesarse prioritariamente por los acontecimientos psicológicos que se suscitan en la zona pública de la sociedad, ya que lo público es el centro de la vida colectiva, y la esfera privada, una mera secreción suya.
Estamos ante una disciplina cuya función es ocuparse del mundo de la vida cotidiana y de su comprensión.
Por lo tanto, la psicología colectiva debe prestar una especial atención al factor afectivo de la vida social, factor que se encuentra localizado no sólo en lo que se reconoce como sentimientos, sino también, y sobre todo, bajo la forma de comportamientos y objetivaciones, es decir, de todo aquello susceptible de ser aprehendido como una imagen.
Esta disciplina deberá tener muy presente que la realidad no aparece más que mediada por símbolos, con lo que esa realidad acaba teniendo un carácter simbólico. De ahí que la psicología colectiva deba ocuparse de una forma especial del mundo del significado y del sentido que estos símbolos comportan, lo que convierte el lenguaje en el eje central de la disciplina.
Se trata de una disciplina cuyo objetivo debería ser la construcción de una teoría global de la sociedad, ya que no estamos ante una mera acumulación de conocimientos, sino ante una forma de mirar el mundo.
Es más, la psicología colectiva crea la realidad que está analizando. Mientras que las ciencias de la predicción y el control de la conducta obedecen a los mandatos de la cultura en la cual surgieron, las disciplinas del espíritu, al reconstruir los acontecimientos desde un punto peculiar, están en rigor fabricando un acontecimiento distinto del inicial, que no formaba y ahora ya forma parte de la realidad.
2. Formas de agrupamiento social: masas, grupos y sociedadesCon le objetivo de conceptualizar las masas, se hace necesario distinguir entre esta forma de agrupamiento y otras, como son, los grupos y las sociedades. Grupos, masas y sociedades son tres diferentes manifestaciones de agrupamiento social. Los fenómenos de agrupamiento son directamente observables en la realidad social; esto es, su existencia es susceptible de comprobación empírica. Se dan en la realidad de un modo unitario y total, no siendo confundibles con las personas que los constituyen. Aunque sin éstas carecerían de entidad, son fenómenos que se dan como distintos de la simple suma de sus componentes. Y esto, sin perjuicio de que el sujeto único e insustituible de los hechos sociales sea, siempre, el hombre concreto.
Si se comparan los macroprocesos de estratificación con los fenómenos de agrupamiento, se observa que mientras los primeros resultan de sendas diferenciaciones sociales en capas o niveles, o sea, de carácter vertical, los segundos representan una diferenciación social de carácter horizontal, esto es, por unidades sociales. Entre los diversos grupos, así como entre los fenómenos de masa o las sociedades, no es esencial que, existan unas relaciones de supra y subordinación. Además, aún existiendo éstas, operan como simple diferenciación funcional y no necesariamente como diferenciaciones referidas a la persona, individual o colectivamente, como ocurre en los fenómenos de estatus o de estrato.
Von Wiese distinguía en las formas sociales tres tipos según su menor o mayor durabilidad del fenómeno y grado de coacción social que implica:
Las masas o multitudes, ya de carácter abstracto, que son visibles y efímeras, ya de carácter concreto, que son invisibles y más durables, como los públicos.
Las organizaciones o grupos.
Las colectividades abstractas, como la Iglesia, el Estado, la clase social, la economía, o el arte, en las que la persona cuenta relativamente.
Munné (1994) hace una tipología de los agrupamientos sociales que guarda tan sólo un aparente paralelismo con la elaborada por von Wiese. En efecto, únicamente se refiere a las unidades colectivas concretas, por lo que, en líneas generales, por una parte, no comprende las “colectividades abstractas” como tales, y, por otra, distingue, en las “organizaciones”, por razón de su diferente naturaleza sociológica, los grupos y las sociedades.
Para Munné, las masas son agrupamientos no organizados, mientras que los grupos y las sociedades son agrupamientos organizados, de una manera simple los grupos y de un modo complejo las sociedades en tanto es en el seno de estas últimas en donde se dan los fenómenos de masas y de grupos.
Dado que tanto grupos, masas y sociedades son formas de agrupamiento social, es necesario tratar brevemente los conceptos de grupo y sociedad para distinguirlos claramente del concepto de masa.
Un grupo consiste en una pluralidad de personas, interrelacionadas para desempeñar cada una un determinado rol, definido en función de unos objetivos comunes, más o menos compartidos, y que interactúan según un sistema de pautas establecido. Grupos son, por ejemplo, un matrimonio, un colegio, una fundación benéfica, una parroquia un partido político o una organización internacional.
Al igual que un todo es distinto de sus partes o elementos, una cosa son los miembros y otra el grupo en sí mismo. Cada persona, como miembro de un grupo se caracteriza por:
Poseer una característica común con los demás miembros; una misma ascendencia, la mera proximidad espacial, unos análogos caracteres físicos, psicológicos o sociales, o unos idénticos valores o intereses.
Desempeñar un rol en el seno del grupo, rol interrelacionado con los restantes roles del grupo.
Tener, en consecuencia, una posición o estatus grupal, ocupando el correspondiente estatus, derivado de la preferencia de que goza entre los miembros y relacionado con la actividad de su rol objetivo y con la dignidad y jerarquía grupales que tiene.
Intentar unos objetivos comunes, afectivos o utilitarios, a través de su posición grupal.
Regular tendencialmente sus acciones por un sistema común de pautas, normativas o modélicas de comportamiento.
Tener más o menos conciencia de pertenecer al grupo -conciencia grupal-, como unidad más allá de uno mismo de la que se forma parte como un elemento integrante, y, sobre todo, ser reconocido, expresa tácitamente, como miembro por los demás miembros del grupo (conciencia objetiva intragrupal).
En cuanto al grupo en sí mismo, debe reunir otras seis características, que reflejan la unidad grupal porque son origen y a la par resultado de la misma:
Una o varias finalidades específicas, que se traducen en unas consecuencias objetivas de la actividad grupal, operando funcionalmente en el sistema social que constituye el grupo.
Una estructura, producto tanto de las interrelaciones internas, que llamaremos relaciones intragrupales, cuanto de las interrelaciones externas, que si se refieren a otros grupos denominaremos intergrupales.
Una organización, más o menos formalizada de las actividades de los miembros en un sistema de pautas más o menos elaborado, definido y propio que hace posible la unidad o coherencia de las acciones y procesos que tienen lugar en el seno del grupo.
Una permanencia temporal o duración que puede ser ínfima o llegar incluso más allá de la vida de cada miembro, lo que depende, entre otros factores, de los fines del grupo y de su grado y tipo de organización.
Una cierta integración o cohesión recíproca entre los miembros, aunque no llegue a la solidaridad.
Ser reconocido como tal grupo por otros grupos es decir que estos lo identifiquen como un fenómeno unitario (conciencia objetiva intergrupal).
La sociedad es el tipo complejo de los agrupamientos organizados. Una sociedad es un fenómeno complejo en tres aspectos cualitativos diferentes. En primer lugar, por razón de su objetivo o fin. La sociedad tiene un fin general, de carácter constante, consistente en posibilitar la vida social, compartida por un grupo de personas; esto es, en posibilitar las realización armónica o integrada de todas aquellas necesidades sociales que se derivan de la vida en común y multiformemente agrupada de un heterogéneo grupo de personas.
En segundo lugar, su composición. Una sociedad comprende múltiples grupos, masas e incluso sociedades dependientes de ella. Está formada por una pluralidad de personas y los distintos agrupamientos engendrados por ellas. La estructura de la organización de una sociedad no sólo es diferente, sino, en este sentido mucho más complicada que la estructura grupal.
Por último, las personas, en tanto que miembros de una sociedad, se encuentran diferenciadas por sendas relaciones complejas de posición, de carácter personal y colectivo, que originan los estatus y los estratos sociales.
Las características más importantes de las sociedades son las siguientes:
Una sociedad está formada por personas y agrupamientos diversos. Es, pues, un fenómeno que engloba grupos y masas; en cambio, ni los grupos ni las masas pueden englobar dentro de sí a una sociedad.
Toda sociedad cuenta con un asentamiento territorial más o menos delimitado espacialmente. En el caso de las sociedades nómadas, los diferentes hábitats en que van asentándose son su territorio propio.
Los miembros societales, tanto en el aspecto personal como en el grupal, se ven impelidos a cooperar entre sí en los intereses requeridos por el tipo de vida en común que desarrollan. Esta cooperación representa una interdependencia, que engendra un sentimiento más o menos acusado de solidaridad entre los miembros societales o, si se quiere, un sentimiento de pertenencia societal. Ello va ligado con el grado de integración societal y con la existencia de sendos fenómenos de presión y de sanción sociales sobre los miembros desviados o desorganizados del orden societal, es decir, del orden típico o específico de la sociedad concreta que forman.
Cada sociedad goza de una relativa autosuficiencia cultural. Sobre la base de un común sistema de comunicación o lenguaje, sus miembros comparten una amplia diversidad de pautas, internas y externas, relativas a los múltiples aspectos de la vida social, así como un conjunto de valores, jerarquizados de un modo peculiar en cada caso.
El agrupamiento societal está organizado según una estructura compleja y que tiende a la estabilidad. El hecho de que la estabilidad estructural sea sólo una tendencia hace posible la existencia constante de fenómenos sin organización (masas) y una dosis variable de desorganización. Ello juega un importante papel en la dinámica y cambio societales.
Por otra parte, esta tendencia a la estabilidad confiere una continuidad temporal a todas las características enunciadas. Sin ella, una sociedad carecería de una unidad diferenciada y constante, que es lo que le posibilita como una unidad sociológica. Es por esta característica que las otras sociedades pueden identificarla como tal.
En consecuencia, las sociedades tienen unas interrelaciones externas, de coordinación y de supra-subordinación.
Finalmente, una sociedad es siempre un fenómeno integral. Procura la satisfacción organizada de las más diversas necesidades sociales. Es más, tiende a satisfacerlas todas en todo lo posible. Por esto, en las sociedades, pueden producirse y se producen toda clase de fenómenos sociales. Y es únicamente en el seno de ellas que podemos investigar los hechos sociales desde el punto de vista de la ciencia sociológica.
3. Concepto de masa y característicasEl término masa tiene un significado ambiguo y, como se ha visto en el apartado anterior, los estudiosos se han preocupado por indagar por qué la psicología del hombre, en la situación sociológica difiere de su psicología individual. Por su parte, los sociólogos han pretendido averiguar la naturaleza de los fenómenos de masa partiendo de forma desacertada del mismo enfoque psicológico social.
Etimológicamente, masa aparece en el castellano entre los años 1220 y 1250 proviene del latín massa que significa “masa, amontonamiento, pasta” (Cormoninas, 1973), es decir, un todo homogéneo, indiferenciable en sus componentes y amorfo en sus contornos, y solamente comprensible en su sinteticidad, no analizable. El descubrimiento de la psicología de masas es precisamente el de un protagonista unitario, inseparable, distinto del agregado de los muchos individuos que lo componen. Es por esta razón que resulta más apropiada la denominación de masa que sus otros supuestos sinónimos. Masa es un término más “masivo” que muchedumbre o su cultismo multitud (del latín multus, muchos) cuyas partes, por muchas que sean, se pueden desagregar una por una y, por supuesto, practicarles una psicología individual por separado.
Las principales explicaciones que se han dado a las masas se pueden clasificar según Munné (1994) en:
Teorías sociologistas. La masa es una entidad diferente de la simple suma de las personas que la forman: Dos diferentes posturas, una radical y otra moderada, intentan explicar la naturaleza de dicha entidad: Para Le Bon, las personas pierden su individualidad en la masa, porque en ésta se desarrolla una especie de “alma colectiva”, una conciencia o espíritu de carácter supraindividual que funde sus mentes en una unidad mental. Esta teoría, en tanto que dota a la masa de un alma o realidad propia, distinta de la de cada uno de sus participantes, cae en un sociologismo que no se corresponde con la realidad social, por lo que es criticada hoy por todos los científicos sociales, considerándose completamente superada. Para Gurvitch, la masa es una forma de sociabilidad, es decir, representa una fusión, aunque en el más bajo grado, de los espíritus o consciencias individuales en el “nosotros”. Es una teoría más filosófica que científica.
Teorías psicológico sociales. Aquellas que analizan el comportamiento de los participantes en la masa. Las personas en la masa se rigen por el comportamiento individual, o sea que se comportan como lo harían estando solas, si bien con la diferencia de que en tal situación:
Lo hacen con más intensidad por estar afectado cada uno por la conducta de los demás (Allport).
No se encuentran inhibidas y se liberan de tensiones, aflorando instintos reprimidos y deseos inconscientes censurados, que así resultan satisfechos mediante una catarsis colectiva (Dean Martin). Esta segunda teoría sólo es aplicable a algunos tipos de masas.
Teorías intermedias. Las personas no pierden por completo su identidad en la masa, pero ésta, sin llegar a ser una entidad independiente, es algo más que la suma de aquéllas. Dos diferentes explicaciones se dan en este fenómeno, una psicológico social y otra sociológica:
Porque la situación de masa aumenta la emotividad y la sugestibilidad de cada persona, la cual se ve, además, afectada por algunas personas que le rodean, especialmente por los conductores (Klinenberg).
Porque, sin perjuicio de que en ella se dé salida a impulsos o tendencias reprimidos, concurren siempre unas determinadas condiciones socioculturales (Mac Iver y Page).
La masa puede definirse como un agrupamiento social carente de organización. Este término puede emplearse en un aspecto puramente cuantitativo o en otro, más profundo de carácter cualitativo. Se toma el primer aspecto cuando se entiende por fenómenos de masa simplemente a aquellos fenómenos en los que intervienen grandes cantidades de hombres o cualesquiera hechos o acontecimientos observables asociados a un gran número de personas.
Esta noción de masa, como fenómeno meramente cuantitativo es insuficiente y superficial. Es a la vez, demasiado estrecha y demasiado amplia. En primer lugar, es demasiado estrecha porque aparta de la consideración de masa a toda unas serie de microfenómenos por el mero hecho de que intervienen en los mismos un número relativamente reducido de personas: por ejemplo, el pequeño núcleo de personas que están esperando que se les atienda en una tienda. Este hecho debe ser considerado cualitativamente un fenómeno de masa. Y en segundo lugar, aquella noción es demasiado amplia porque hechos como el ejército de un país o los empleados que están trabajando en una gran fábrica no constituyen por el simple hecho de su gran número, un fenómeno de masa, sino sendos tipos de agrupamientos organizados, por lo que cualitativamente han de excluirse de aquella clase de fenómenos.
Para contestar a la cuestión de qué es una masa, es más útil científicamente, acudir a un enfoque diferencial de índole cualitativa. Munné (1994), siguiendo esta tendencia, define masa como todo fenómeno social cuya unidad le viene dada por el hecho de que una pluralidad de personas se encuentran en una interacción tal que pueden reaccionar o reaccionan de una forma más o menos homogénea y simultánea, ante un estímulo común o según un interés compartido, sin llegar a organizarse. A esta definición ya se ha aludido antes y es una de las más apropiada para definir a los fenómenos de masas.
Ha de puntualizarse que “agrupamiento carente de organización” no quiere decir ni que esté desorganizado ni que siembre la desorganización. Un fenómeno para estar desorganizado debe darse normalmente con una organización, y esto no tiene sentido en los agrupamientos de masas. Por otra parte, aunque ciertos tipos de masa pueden sembrar la desorganización, o sea afectar a la organización de agrupamientos organizados, no representan forzosamente una desorganización dentro de los sistemas de organización social ni la abolición parcial del orden social de estatus y de estratos. Las masas, como agrupamientos no organizados que son, constituyen fenómenos necesarios de la vida social y tan sólo en algunos de sus tipos pueden considerarse patológicos o ser un síntoma de la patología social.
Aunque posteriormente volvamos sobre las características de las masa, creemos conveniente mencionar las señaladas por Munné. Estas características son las siguientes:
Es un fenómeno colectivo.Formado por una pluralidad de personas.
Unitario. Dichas personas reaccionan, o se encuentran en situación de reaccionar, de un modo pasivo o activo, ante un estímulo común o un interés compartido. De ahí, el carácter unitario del fenómeno, es decir, las masas son una manifestación de los fenómenos de agrupamiento. La mayoría de la gente se comporta de un modo relativamente similar, más o menos uniforme, para responder condicionadamente a idénticos estímulos o intereses (“pautas” de masa).
Sin organización. Es un fenómeno amorfo, aunque no forzosamente desorganizado ni desorganizador del sistema social. El público de una conferencia o los participantes en una manifestación pacífica de carácter político por las calles pueden mantener un orden, y aunque el acto puede estar organizado previamente, la masa en sí no contiene una organización.
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