DIEGO, UN HEROE GLOBAL EN APUROS (O LA AGONIA DEL ULTIMO DINOSAURIO) *
María Graciela Rodríguez (Arg.)
maria@daggs.sicoar.com

Hace aproximadamente un año y medio me propuse trabajar sobre el eje Diego Maradona (DM de ahora en más) y sobre el hecho de que las opiniones que generaban sus actuaciones excedían lo futbolístico para desbordar hacia tópicos extra-deportivos. Aunque uno pretendiera hacer una síntesis expositiva incontaminada, es imposible hablar de este trabajo sin analizarlo en los contextos en que DM alimenta la investigación. De allí que deba advertir que las hipótesis que guían (o guiaron) el proyecto y que parecían empezar a ser validadas en el momento en que DM volvió al país, tuvieron que ser reformuladas pasados los primeros efectos de su regreso. Voy a explicarlo: mientras DM estuvo afuera del país, todo parecía indicar que, frente a la angustia que supone elaborar comunitariamente la idea de "patria" desde lo político, DM permitía la rediscusión de esta idea convocando a la discusión aquí, en la Argentina, en torno a diversos argumentos sobre lo nacional. Sin embargo, al poco tiempo de su regreso, una parte importante de la carga simbólica se diluyó progresivamente en el escenario de los magros debates públicos locales. El índice estaba allí: la carga que DM llevó sobre sí durante tantos años, coincidía, precisamente con los años que estuvo ausente del país. De ahí que la hipótesis pueda ser formulada en función de las distancias que surgen del símbolo cuando es puesto en relación a lo global o en relación a lo local, esto es, que la carga simbólica asociada a DM en relación a lo nacional se amplifica en el circuito global y se diluye en el contexto local.

Esto no supone, de ningún modo, postular el reduccionismo de que la idea de nación se sostiene únicamente en los hombros de un deportista porque sería hacer recaer en un solo eje el proceso por el cual una comunidad se da a sí misma elaboraciones sobre su identidad. Como tampoco supone desechar las instancias políticas, sociales, culturales en el que este proceso también se sostiene. Quiero decir: el deporte, y específicamente el fútbol, por más que en nuestro país sea un fenómeno de alcance masivo y una formación cultural en la cual se producen re-elaboraciones comunitarias, no alcanzaría por sí solo a dar cuenta de ellas.

Volviendo al tema que nos ocupa, la figura de DM devenido ídolo deportivo nacional, puede seguramente inscribirse en una serie histórica (que podríamos denominar "héroes deportivos globales"), que va desde Fangio a Monzón, pasando por Di Stéfano o por Vilas 1. Sin embargo, la diferencia que interesa resaltar es que por alguna u otra razón, globalizado por las redes televisivas mundiales, DM se convirtió en un eje simbólico alrededor del cual todos pululan por confluir. O pululaban. Justamente, esta utilización del pasado, habla de la reformulación de la hipótesis: luego de su regreso a la Argentina, parece que a DM se lo disputa cada vez menos, que sus negociaciones con el poder son cada vez más criticadas y que sus desplantes deportivos son cada vez menos perdonados.

UN HEROE GLOBAL
Dos características me parecen esenciales para inscribir a DM en la serie "héroes deportivos globales": por un lado, su inclusión en la categoría de héroe deportivo y, por el otro, su ingreso en el circuito de la globalización televisiva. Vamos a la primera.

La construcción simbólica que se hace del héroe deportivo materializa la igualdad formal que sostiene a los estados modernos. En relación a esto Ehrenberg (1992) afirma que en los escenarios deportivos puede construirse la ilusión de igualdad, desde el momento en que hay un punto de partida que homologa a los contendientes. El éxito deportivo es definido básicamente por el mérito 2. Si además estos personajes proceden desde posiciones de desigualdad y no dejan de reivindicar sus repertorios identitarios, estos atributos permiten ejemplificar, ampliados, los principios de igualitarismo y de meritocracia (Gellner, 1993). Esta es una diferencia esencial observada por Vittorio Dini entre los héroes mitológicos y los modernos héroes deportivos: "Cuanto más baja es la condición social y cultural de origen, mayor es su capacidad de ser representativo como héroe" (Dini, 1991: 46). Y mientras que en los inicios del despliegue de los medios de comunicación el igualitarismo era ilustrado en los medios por políticos, científicos o "pensadores ilustres", hoy el repertorio de los personajes ejemplificadores se ha desplazado hacia las estrellas de la industria cultural, los periodistas o los deportistas (Lowenthal, 1961).

Por otro lado, el hecho de haber realizado la mayor parte de su carrera deportiva fuera del país 3, coloca a DM en una situación similar a la que Baczko (1991) describe en relación a la construcción social del símbolo: la combinación de la presencia simbólica con la ausencia física. Y si esta característica no es privativa de DM, sí lo es el hecho de su mundialización massmediática porque a pesar de su ausencia, las redes audiovisuales permitieron seguirlo a través del planeta. La carrera deportiva de DM se globalizó.

Y aquí conviene hacer una pequeña disgresión comparativa para acotar aún más su categorización. Si ampliamos el campo al fenómeno de la circulación global de estos personajes, esta característica se observa también en el caso de los ídolos musicales. De allí que se podría provisoriamente delimitar el campo de los ídolos globales y masivos como conformado por los ídolos del rock y el pop y por los deportivos. Entre unos y otros podrían establecerse varias similitudes. Pero lo que me interesa, para mantener la hipótesis de investigación, es marcar la diferencia esencial entre unos y otros, esto es que mientras la misma restricción propuesta por el mercado de ocultar las marcas "de origen" uniformizando de algún modo a los ídolos musicales globales (más allá de las marcas "de personalidad" que los distinguen), el referente último de los ídolos deportivos es la nación a la que representan. Quiero decir: nada hay en Soda Stéreo que indique "argentinidad", ni en Madonna "norteamericanidad". En tanto que los ídolos deportivos, en especial los futbolistas, ponen en juego a "la camiseta" nacional como mínimo cada cuatro años en los Mundiales de Fútbol (sin contar los eventos regionales).

DM (como Fangio en otros tiempos) "exporta" argentinidad y son las propias hazañas de DM, sobretodo a partir de México 1986, en favor de la camiseta argentina, lo que hizo de DM un símbolo de "argentinidad" cuya carga de identidad circuló en dos direcciones: una excéntrica, es decir, hacia afuera, hacia el mundo y otra concéntrica, hacia adentro, hacia el corazón mismo de nuestro país donde se producían ecos de las ondas expansivas de sus actuaciones individuales. Porque, además, tal como sugiere Archetti (1994), DM no es un exponente de algún estilo histórico nacional sino un punto de ruptura, una azarosa aleatoriedad. Y cito a Archetti: "El problema, desde el punto de vista argentino, es no sólo que los héroes son universalizados en un contexto donde el fútbol pertenece a una especie de 'cultura global del mundo', sino que son percibidos como 'accidentes históricos', como 'productos de una arbitraria naturaleza'". DM es único, no parece estar asociado a un 'estilo nacional' y él también lo entiende de este modo: "Dios juega conmigo".

LA RE-NEGOCIACION DE SIGNIFICADOS COMUNITARIOS
Llegado a este punto es útil comenzar por los soportes en que DM es puesto en escena porque allí se observa un primer deslizamiento operativo: las apariciones de DM lo convierten en un sujeto difícilmente clasificable. En verdad los medios no saben bien dónde ubicarlo porque su actuación permite moverlo con soltura entre distintas secciones periodísticas: de la primera plana al suplemento deportivo pasando por "policiales", haciendo un alto en "interior" para terminar, ¿por qué no?, en "espectáculos" 4. A los efectos metodológicos ha sido útil pensar la categoría de "caso" tal como lo caracterizan Ford y Longo (1995) aunque más como puntos de quiebre en la trama biográfica de los protagonistas que como casos cerrados en sí mismos 5. A pesar de que estos casos, como señala Aníbal Ford (1994), no suplen al debate público, sí actúan como disparadores de otras temáticas que requieren de modalidades más argumentativas de discusión. Es decir que, aunque son relativamente cerrados inducen al debate sobre series mayores de distintas procedencias que se articulan a través de procesos cognitivos no lineales ni secuenciales.

Durante su etapa global, la irrupción de sus apariciones adoptaron, en ocasiones, la forma de "casos" alrededor de los cuales circularon discursos y argumentaciones de discusión. El estudio del establecimiento de "casos" en los medios realizado por Aníbal Ford y sus colaboradores han señalado las estrategias de espectacularización por las cuales se narrativizan estas noticias 6. Es interesante señalar el sentido que le atribuye Bruner a la narración en tanto modalidad legítima para interpretar socialmente lo excepcional que se desmadra de lo corriente (Bruner, 1991) 7. En el marco de esta estructura casuística construida en torno a los hechos protagonizados por DM, los mismos funcionaron en ocasiones como disparadores de discusiones que pusieron en escena argumentaciones y tópicos que muchas veces aparecían directa u oblicuamente relacionados con lo nacional. Es sobre estos tópicos que me interesa profundizar porque se enlazan con la hipótesis de la carga simbólica que soportó DM cuando circulaba globalmente en contraposición a su disolución como símbolo desde el momento en que fue re-situado en el contexto doméstico (es decir, desde hace un año aproximadamente).

No quiero decir con esto que aquellos debates reemplazaran las discusiones sobre lo nacional pero sí que se dieron en forma simultánea y acaso azarosa con la circulación de otros discursos sobre lo nacional generados a partir de las actuaciones de DM 8. Por el lado de la producción, la aleatoriedad y repentización de las declaraciones de DM no favorece el seguimiento puntual de los procesos interpretativos 9. Y este carácter errático de las actuaciones del protagonista en cuestión, dificulta no sólo clasificar y jerarquizar los tópicos y/o los argumentos que generaran sus actuaciones, sino también prever los momentos en que de ellos se derivan prácticas comunicacionales en la comunidad. Porque lo cierto es que estos debates no se dieron linealmente, en forma de posiciones enfrentadas ni en discusiones canonizadas sino que fueron encuentros aleatorios y conflictivos tanto de argumentaciones cuanto de modalidades en cuanto a las interpretaciones de lo "patriótico". Sin embargo, estos discursos expusieron generosamente en la escena pública contradicciones y disputas pre-existentes, tanto en cuanto a nuestro repertorio de bienes culturales como a las modalidades en que éste se actualiza, se legitima y se hace transmisible.

La pregunta es, ¿qué tiene (tenía) DM para que sea disputado como rehén simbólico de tantas y tan variadas interpretaciones? En la etapa en que DM se consolidó como héroe deportivo global, se dieron las tres condiciones que señala Baczko (1991) por las cuales un individuo se convierte en símbolo: a) un contexto afectivo, b) un hecho convertible en objeto de un discurso y c) actores que le den significación. Es decir, un individuo sostenido por fuerzas colectivas que de algún modo lo superan. Las más gloriosas hazaña de nuestra historia futbolística se convirtieron en un objeto al que los actores le atribuyeron significación y la afectividad puesta en juego en los escenarios de esas hazañas (Mundiales de Fútbol), permitió la operación por la cual DM fuera colocado como un organizador de las energías colectivas disponibles para elaborar esperanzas y sueños. La relación espectacular completaba el vínculo emocional: de este lado del medio, el receptor entregado confiadamente a la contemplación; del otro, el cuerpo vital de Diego Maradona exhibiendo su destreza en el estado más puro, más "salvaje".

De allí que sobre él se ejerciera esa disputa por el símbolo que pudo apreciarse en forma magnífica apenas regresó al país por la cantidad de discursos que lo ponían como eje: el "Perro" Santillán que lo enfrentó desde el eje clasista llamándolo "gordito desclasado"; artículos periodísticos que lo vieron como redentor de un peronismo de cuya decadencia DM puede salvarnos; peligrosos saltos de sentido que intentaban colocarlo como relevo simbólico de nacionalismos frustrados por la fuerza de las Malvinas. Discursos que, aún fragmentaria y/o aleatoriamente, parecerían estar preguntándose por el lugar desde donde atribuir algún sentido a la patria: ¿desde el enfrentamiento de la clase obrera contra la vieja "patronal"? ¿Desde un manotón de ahogado para recuperar la "esencialidad" de un movimiento político de masas popular? ¿O desde la inútil reconversión de un sentimiento patriótico congelado en los fríos mares del sur?
[sigue]


Lecturas: Educación Física y Deportes, Año 1, Nº 3. Buenos Aires. Dic. 1996