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Tecnología, educación física,
deporte y sujeto en situación

MSc. en Metodología de la Investigación.
Filósofo. Profesor de Educación Física

Oscar Minkevich
(Argentina)

    Partiendo del supuesto que dentro de la tecnocultura posmoderna asistimos al alba en la que el deporte se estaría legitimando más por la dupla eficacia-resultado que por la dupla práctica-disfrute, el hilo conductor del presente trabajo es establecer relaciones críticas entre tecnología, Educación Física y deporte, así como bosquejar a modo de propuesta las ideas centrales que caracterizan la práctica deportiva de un sujeto en situación. La tarea crítica estaría centrada en desmitificar la aparente neutralidad del dispositivo que conforma el deporte, la tecnología y la técnica y dejar de considerarlos como “cajas negras”, de manera que eviten el ser sometidos a demasiadas consideraciones que pongan en riesgo tanto su prestigio como sus mutuos beneficios.
     La idea de la práctica deportiva de un sujeto en situación es una perspectiva y propuesta posibles y, al mismo tiempo, una advertencia para evitar caer en la homogeneización del mismo, tal como ocurre en un tratamiento tecnócrata, en el cual la tecnología y la técnica se convierten en el vehículo adecuado que posibilita la manipulación del sujeto por otro sujeto.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 27 - Noviembre de 2000
Trabajo presentado en el IIIº Encuentro Deporte y Ciencias Sociales y
1as Jornadas Interdisciplinarias sobre Deporte. UBA - 13 al 15 de Octubre 2000

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La ciencia es cosa humana y no puede estar sólo en manos de los expertos.
Albert Einstein, 1949


1. Los caminos de la validación tecnológica

    En su artículo sobre “Filosofía de la Tecnología”, Esther Díaz -con la cual coincido aquí en buena parte- sostiene que la modernidad con mirada racionalista -con aproximadamente tres centurias de antigüedad en su haber-, creía y sostenía que el conocimiento debía ser validado por fundamentos a priori, esto es, independientes de la experiencia, necesarios y universales. Esta perspectiva se apoyaba en una idea de la Naturaleza pensada como uniforme, armónica, anulando cualquier aspecto que pudiera ser singular o contradictorio.

    La supuesta superioridad de las proposiciones consideradas por el apriorista se debe a que son tomadas como evidentes por sí mismas al concordar con la razón y no necesariamente con la experiencia. Esta visión alega que la razón estimada como única, universal y necesaria es la que ilumina la verdad de la ciencia. Dicha verdad estaría garantizada por la autonomía, neutralidad e independencia de los seres humanos comprometidos con el hecho científico.

    Tampoco la política y la moral -desde el siglo XVIII- estuvieron ajenas a tal suposición, puesto que se creyó que se legitimarían por medio de argumentos racionales que pretendían ser absolutos y, por lo tanto, ahistóricos. Pero desde mediados del siglo XX, el desuso de los metadiscursos comienzan a perder credibilidad, ya las verdades con pretendido carácter absoluto trastabillan en mayor o en menor medida en todas las ciencias.

    Y a pesar de la crisis actual que vive la ciencia -desde que el determinismo científico a nivel interno comienza a perder terreno al ir tomándose nuevos parámetros explicativos basados en incertidumbres y anomalías y, a nivel externo, cuando a ojos vista la ciencia no sólo muestra sus logros y beneficios sino también los coletazos desequilibrantes de sus productos- sin embargo aún no ha logrado sortear las dificultades lógico-gnoseológicas de la validación de las teorías que intentan interpretar los fenómenos tanto naturales como sociales. Ahora lo que se pretende validar es la tecnología y la técnica, y el telón de fondo es el mismo: la búsqueda de la racionalidad científica como aval de la práctica científica.

    Tanto ‘técnica’ como ‘tecnología’ son empleados muchas veces dentro del lenguaje que conforma el imaginario social -y también en el correspondiente a algunos textos- de una forma indistinta. Situación similar que es compartida por otros dos términos muy empleados dentro del campo de la Educación Física, como son método y metodología.

    Debemos decir que en rigor técnica y tecnología tienen mucho en común, pero ello no valida para que se los equipare sin más. La técnica consiste en una serie de procedimientos que se emplean para dominar un fenómeno, como por ejemplo, la serie de pasos que podemos emplear para saltar un charco. En tanto que la tecnología consiste en una serie de procedimientos que se emplean para dominar un fenómeno pero basándose y siendo compatibles con el cuerpo de conocimiento científico vigente, como por ejemplo cuando nos basamos en ciertas leyes de la física para poder comprender y explicar cierto tipo de estilo en natación.


2. La situación con la llegada de nuevas disciplinas.

    Retomando el último problema teórico recientemente mencionado -esto es, la falta de validación de las teorías- sostiene también Esther Díaz que el mismo se agudiza con la irrupción de nuevas disciplinas, que aunque cuentan con solidez y cuerpo teórico propios, no pueden ser justificadas por un único discurso.

    Las ciencias posmodernas juegan cada una su propio juego. En teoría, cada ciencia se legitimaría a sí misma porque en rigor cumplen con ciertas cuestiones de orden lógico y gnoseológico. Pero en la práctica el respaldo proviene de la tecnología, ya que sólo confrontándose con la experiencia las teorías demuestran su eficacia, que cada vez más es sinónimo de verdad. Si ya no hay un discurso con tinte absoluto, ¿por dónde pasaría el problema ahora?

    La cuestión pasa por encontrar un equilibrio respecto de las tecnologías. La pertinencia o lo que les es propio y distintivo a la tecnología y la técnica es la eficiencia. Por lo que ahora la dependencia de la ciencia se hace notar cada vez más respecto de las mismas, ya que no sólo necesita de esa eficiencia en sus aplicaciones, sino que las mismas se han vuelto indispensables para contrastar sus enunciados con el fin de determinar el grado de verdad de los mismos. Pero para realizar esta tarea, la tecnología, a su vez, requiere de un apoyo que está circunscripto a fuertes inversiones de dinero. Por lo que se da una relación directa entre:

  • inversión de capitales en tecnología y técnica

  • posibilidad teórica de acceso a la verdad.

    De este modo se establece un dispositivo en el que interactúan:

  • riqueza

  • eficiencia y

  • verdad

    Hoy la tecnología y la técnica ocupan el lugar que antes ocupaban los discursos racionales omniabarcadores, pero en otro sentido. Aquellos intentaban legitimar según una legalidad formal universal. En cambio la tecnología y la técnica son decididamente fácticas, en el sentido que legitiman «de hecho» mediante la eficiencia de sus aplicaciones.

    Lo que no logró concretar el discurso de la racionalidad científica, lo lograron por su lado la tecnología y la técnica. Obtuvieron el crédito de funcionar dentro de los parámetros de una validación universal, aunque no en el sentido de la pretendida universalidad de los racionalistas científicos de la modernidad. Dice Esther Díaz: se trata de algo mucho más contundente: de la efectividad. La técnica fue la Cenicienta moderna del relato científico, y debido a que logró globalizarse, hoy es la princesa en la posmodernidad.


3. Tecnología, Educación Física y deporte

    En base a los referentes dados, intentaremos efectuar algunos cruces. En primer lugar, no podemos dejar de reconocer los pro y contras de la incidencia que hoy tienen la tecnología y la técnica tanto para el deporte como para la Educación Física, pero este reconocimiento no tiene que ser pasivo. Es necesario tomar conciencia crítica del discurso y aplicación tecnológicos.

    Recién mencionábamos que la tecnología y la técnica legitiman «de hecho», mediante la eficiencia de sus aplicaciones. Pero una de las consecuencias de la eficiencia que pretenden, es la que promueve los deslizamientos y mudas de identidad sin provocar traumáticas rasgaduras. Así, podemos apreciar que los cambios de camiseta de los jugadores otrora extraños, hoy es hábito en la tecnocultura posmoderna. Dicho hábito vuelve en más de una oportunidad permisiva la bronca explícita o contenida con algunos jugadores portadores de la camiseta del equipo que se aborrece o con el que no se confraterniza, suceso que es calladamente aceptado cuando por pase o compra visten la del equipo del cual son fervientes simpatizantes -máxime cuando además de ser excelentes jugadores, son goleadores-.

    3.1. No es novedad que desde la modernidad ciencia y poder van unidos. La ciencia moderna se erige como un poderoso instrumento de dominio. Objeto y sujeto de conocimiento se constituyen en función de relaciones de poder, de relaciones interpersonales en base a determinadas prácticas sociales, tejiendo y constituyendo a través de los discursos, nuevos conceptos, nuevos ‘constructos’ y también nuevos sujetos.

    Se podría agregar a lo dicho por Heidegger, que la técnica no sólo oculta al ser cuando éste tiende al empleo de la misma como un fin en sí misma y no por lo que realmente debe ser, un medio para.., sino que muchas veces cuando se pondera en forma prácticamente exclusiva la interacción pragmática entre los individuos, ésta tiende a ocultar el mundo de la interacción simbólica que se construye entre los mismos. Máxime cuando en nuestro campo se responde a la popular ley del menor esfuerzo -y en la que no están eximidos tanto el que aprende como el que enseña-, el empleo de la técnica les evita la «pesada» tarea de tener que construir voluntariamente sus propios procedimientos basados en el criterio de la acción significativa que comporta toda auténtica elección.

    La tecnología y la técnica de la era industrial y posindustrial generaron a través de sus discursos nuevas relaciones en las prácticas sociales del deporte y la Educación Física. Yendo al terreno del lenguaje, conceptos como dominio y eficiencia comenzaron a anclarse y circular fuertemente en la Educación Física y el deporte. Hoy se habla desde dominio de la pelota, dominio de la técnica del dribling, la eficiencia en realizar pases, hasta el dicotómico concepto dominio del cuerpo, etc.

    3.2. El deporte, la tecnología y la técnica podrían llegar a convertirse -si ya no lo hicieron- en un dolor de cabeza para la Educación Física si no se descubre el dispositivo que los sostiene. Un dispositivo es -desde la óptica foucaultiana- un conjunto heterogéneo que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, filosóficos, morales y filantrópicos. Lo que sucede, es que entre todos estos elementos se conforma una especie de malla por cuyos entramados circuitos circula el poder. Así como existen dispositivos de educación, moda, también están los de la ciencia y el deporte.

    La tarea crítica consistiría en desmitificar la aparente neutralidad del dispositivo. Dejar de considerar al deporte y la tecnociencia como «cajas negras», de manera que eviten el ser sometidos a demasiadas consideraciones, ya que el discurso que sostiene que el deporte como la tecnología y la técnica por sí solos no son perjudiciales, sino que es como se los emplea, elimina de hecho toda responsabilidad en su misma elaboración. Por ejemplo, el deporte posee reglas que penalizan lo que está fuera o no permitido por las mismas, pero es el mismo dispositivo del deporte el que estimula el ingenio del sujeto para que ciertas conductas no reglamentarias pasen desapercibidas.

    3.3. Cuanto más se aleje el deporte -ya sea por fuera o por dentro de la Educación Física- de aquellos componentes lúdicos que le dieron su peculiar origen, más lejana se presentará la posibilidad de un desarrollo y un autoconocimiento que sean significativos para el sujeto que se intenta formar.

    Pero si desde una posición más crítica que ingenua, por un lado no se aleja -lo que constituiría una interesante posibilidad para que el deporte tenga una buena chance de hacer prevalecer el principio de placer sobre el de realidad, evitando generar lo que en su oportunidad señaló Freud: un malestar en la cultura- por otro lado somos más o menos conscientes que ello puede comportar o resultar una perspectiva ociosa y por ello peligrosa para una sociedad tecnocrática que busca con bastante insistencia tener distraídamente ocupada a la gente.


4. Educación Física, deporte y sujeto

    La ciencia aplicada a través de su brazo derecho: la tecnología y la técnica como medios, para que sus conocimientos le sean dados a la sociedad de la cual en definitiva forma parte, no sólo debe aportar sus pertinentes investigaciones al deporte y la Educación Física en General, sino básicamente contribuir con un sujeto que practica un deporte en situación.

    ‘En situación’, alude a un sujeto en el sentido de un sujeto que está en situación, lo cual no debe vérselo como estando relegado sólo a ocupar un sitio, sino a vivir desde una situación las distintas alternativas que le posibilitan actuar.

    En situación, implica contemplar situando al sujeto tanto respecto de su historia personal íntegra como el rescatarlo históricamente, evitando universalizar técnicamente a priori su práctica.

    En situación, considerada ésta como lo que constituye la realidad misma del sujeto en tanto ser social por antonomasia, como referente de su intervención en la construcción de alternativas dentro de un contexto sociocultural determinado, conjuntamente con sus aspiraciones y deseos, su imaginario de vida y sus cualidades distintivas. Para que todo aquel que no sólo ocupa un sitio durante un juego sino que está en situación, que juega realmente, compenetrado en ese particular espacio que le brinda la dimensión lúdica, poder intuir que cuando juega no hay nada «en juego» fuera del juego mismo.

    Apropiarnos de esta perspectiva situacionista como salida factible implicaría, al mismo tiempo, una toma de conciencia para evitar caer en la homogeneización del sujeto, tal como ocurre en un tratamiento tecnócrata, en el cual la técnica se convierte en el vehículo adecuado que posibilita la manipulación de un sujeto por otro. Y no sólo eso, sino que la aplicación descarnada de la técnica «toma y pone» distancias.

    De aquí que cuando no se presta la debida atención de lo que le pasa a un sujeto real y concreto y se desestiman tanto la solidaridad como la justicia en nombre de la «eficacia del sistema», estaríamos en presencia de un proceso tecnocrático. La tecnocracia es una forma social de la cual una comunidad basada en el consumo alcanza la cumbre de su integración organizativa mediante el control de los medios, sin atender a otros fines que no sean la eficiencia.

    La tecnocracia es el ideal de los ejecutivos y funcionarios, cuando piensan en poner al día, planificar, racionalizar. Pero, ¿a quiénes deja afuera esta modalidad social? Tanto a los que no alcanzaron suficiente excelencia técnica como a los idealistas. Todo está supeditado a tratamiento técnico profesional y a considerar en primer plano las ahora ponderadas competencias del sujeto. No olvidemos que una de las características del capitalismo tardío -ya señalada por Habermas [en López Gil M. - Delgado L. 1996]- es la presión de los grupos de expertos. ¿Será acaso una reminiscencia de la otrora autoridad medieval?.

    Pero la técnica no sólo es un saber hacer, sino que el saber hacer mismo es fundamentalmente técnico. Es en este saber hacer que el deporte suele reproducir muchos de los dispositivos eficaces de la sociedad cuando en su despliegue y divulgación social enseña normas y técnicas en pro de la eficacia para ganar, principal razón de ser que justifica la implementación de tecnologías y técnicas que garanticen a presente y futuro -y durante el mayor tiempo posible- un sitio «privilegiado» para los ganadores.

    También hoy es posible ver cómo una persona o un equipo hábil y con técnica lo convierten en funcional al sistema cuando a través de la mediatización realizada por un equipo de técnicos expertos, hace del deporte un objeto de consumo sostenido por el imperativo tecnológico que proclama que todo lo que puede producirse, debe producirse.

    Es probable que si no contemplamos darle al sujeto la posibilidad para que realice un deporte en situación, la eficacia y los resultados «de hecho» del funcionalismo de «los que saben» seguirán eliminando poco a poco las utopías del desacreditado componente lúdico que le imprime una cuota de vida al deporte y a la Educación Física.

    De insistir la Educación Física en la perspectiva de considerar a un sujeto instrumento, cosificado, objetivado, o para decirlo desde otro ángulo con palabras de Husserl -cuando sostenía que meras ciencias de hecho producen meros hombres de hecho-, le estaría en cierta forma justificado al principio de realidad seguir imponiendo su juego y sus reglas al principio de placer.

    Y en tanto en cuanto la Educación Física durante su intervención pedagógica sobre el sujeto siga ponderando casi con exclusividad la formación técnica del mismo, no dejará de ser -antes o después-, funcional a un sistema social que actualmente coloca en primer lugar al principio de realidad de extracción tecnológica.

    Tal postura puede llevar a considerar aisladamente la técnica de un sujeto y no a un sujeto que construye una técnica. En definitiva, esto no dejaría de indicar que la adaptación del sujeto a una posición dominada por la técnica, estaría implicando subrepticiamente una forma de adaptación de la dominación de la técnica sobre el sujeto.


Bibliografía Consultada

En los dos primeros subtemas se ha seguido principalmente a:

  • DÍAZ E. 1997. Filosofía de la Tecnología en Metodología de las ciencias sociales. Ed. Biblos. Bs. As.

En forma general se ha consultado a:

  • GARCÍA FERRANDO M. - PUIG BARATA N. - LAGARDERA OTERO F. (comps.). 1998. Sociología del deporte. Ed. Alianza. Madrid.

  • FREUD S. 1992. El malestar en la cultura. Ed. Alianza. Bs. As.

  • LOPEZ GIL M. - DELGADO L. 1996. La tecnociencia y nuestro tiempo. Ed. Biblos. Bs. As.

  • MINKEVICH O. 1998. Paradigmas, Paideia y Juegos Olímpicos. Rev. Apunts: Educación Física y Deportes (51). 1er. Trimestre. Barcelona.

  • MUNNÉ F. 1995. Psicosociología del tiempo libre. Un enfoque crítico. Ed. Trillas. México. 8a. reimp.


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revista digital · Año 5 · N° 27 | Buenos Aires, noviembre de 2000  
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