La Derrota
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 24 - Agosto de 2000 |
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Salomé: No quiero sembrar una intriga inútilmente pero Faraone lo miraba.
Magdalena: El para que puede llegar a quererlo?
René: Eduardo ni bien llega al área comienza una danza de pisadas, amagues, toquecitos suaves, gambetas cortitas, arranques y frenos. Una danza endiablada y hermosa. Las dos hinchadas contenían la respiración. La nuestra, ansiosa esperando el desenlace que el genio.
Salomé: Cómo para qué?
Magdalena: No entiendo. Tus nervios, hay algo que yo no sé?
Salomé: Me parece que hay algo que yo no sé.
René: Quince segundos de un silencio incomprensible. De pronto un estallido inmenso como una avalancha de felicidad. Un jugador de Olimpo.
Magdalena: Tranquilicémonos. Te falta el corpiño. Tu corpiño color mar.
Salomé: Lo compré caro. Me salió barato siendo caro. Es un corpiño de calidad.
Magdalena: Te realza el busto.
Salomé: No.
Magdalena: Si. Te hace otras tetas.
René: El árbitro había cobrado penal. Había agarrado la pelota con la mano, impotente, ante las fintas del habilidoso, y la había reventado contra el piso, desnudando su enfado y su vergüenza.
Salomé: No quiero que nos malinterpretemos.
Magdalena: Vi a Faraone cuando te ponías ese corpiño mirar tus pezones encandilado como una martineta.
René: Estábamos burlando a los del centro. Nos abrazábamos, reíamos y llorábamos. Los habíamos humillado.
Salomé: Y cuando no me ponía el corpiño.
Magdalena: Hacía ese chiste tan doloroso para vos.
Salomé: Esa tu crueldad es peor que la de papá.
Magdalena: Te robaste los lechones. Alguien que haga el fuego.
Salomé: (Sale ofendida)
René: Ese día lo comprendí para siempre. Supe el porqué. El más profundo. Supe porqué amaba esos colores. Granate el alma. El fútbol es eso, que los del centro no la agarren ni con la mano. Después jugué ese partido. Villa Mitre-Olimpo y lo perdí pero el tiempo es un espiral.
Magdalena: Te comiste todo el queso.
René: Que me querés decir?
Magdalena: Te tragaste nuestro trabajo.
Salomé: Ansiedad. Le crece por adentro como una enredadera.
Magdalena: Y?
Salomé: Y.
Magdalena: Lo que te comiste tomalo como trabajado.
René: No creo entenderte.
Magdalena: Rayamos el quilo y medio para Centenario y nos vamos.
René: Dame un beso.
Magdalena: No.
René: No soporto que crezcáis tan rápido.
Magdalena: Pesá de nuevo esa bolsa.
René: Me está tomando por estúpido?
Magdalena: No, por ladrón.
René: Te voy a dar una paliza.
Salomé: No es necesario.
René: Arrugaste y por culpa tuya quedé en carne viva.
Salomé: Papá quiero que me perdones.
Magdalena: Perdimos por jugar como a él le gusta, lindo, tiqui tiqui.
René: Perder a mí vos sabés que es algo que no me importa si se respeta un estilo.
Salomé: Quilo y medio para centenario, cinco kilos para "Los Orientales" y diez kilos para "Pasta fresca".
René: Así te quiero adentro de la cancha, responsable. Te estás poniendo linda piba.
Magdalena: Debe tener una colección.
Salomé: Estás deshilachando una punta, descorriendo el hilo de un carretel que te lleve a una pista.
Magdalena: Si no ayer no eras titular.
René: De haber ganado. Frank Sinatra, como aquella noche en la que las estrellas me miraron como si hubiese sido Perfumo.
Salomé: Conociste a Frank Sinatra?
Magdalena: Nunca te contó esa tontería?
Salomé: Nunca me contó tonterías.
Magdalena: Cuando creía que jugaba bien creía que Frank Sinatra le cantaba a él.
Salomé: Que tierno.
Magdalena: Livenza me esperó.
Salomé: Si me mentís te irá mal. Es amigo de Giusti.
Magdalena: Labios carnosos, ojos como una tarde desde la vidriera del bar de la esquina de Alsina. Fanático pero no te culpó de la derrota.
Salomé: Que tierno. No te gusta Giusti?
Magdalena: A las diez tengo que encontrarme con él.
Salomé: Toda la noche si no los diez quilos o. Yo sola veo como hago para que papá te deje.
Magdalena: Sos la mejor hermana.
Salomé: La única. Con Giusti?
Magdalena: Por supuesto. Con Livenza.
René: (A Magdalena) Pesá de nuevo esa bolsa.
Magdalena: La pesé y está bien.
René: Pesála.
Magdalena la pesa.
René: Salomé, controlá la balanza.
Salomé: (Mirando la balanza) Diez gramos de más.
Magdalena: Alcahueta.
Salomé: Con el queso no.
Magdalena: No te defenderé más.
Salomé: Es necesario que crezcas, es nuestra subsistencia.
Magdalena: Y las dos matando sapos con la cuchilla.
Salomé: Dónde aprendiste tanta crueldad?
Magdalena: Tomábamos vino con jugo, mamá reía bajo la el techo de hojas, esas hojas nobles como párpados en cámara lenta hacían que el verano fuese fresco.
Salomé: Llenan todo de hojas decías y las barro yo como una idiota.
Magdalena: Perdoname, hoy te lo puedo decir, perdoname, te lo digo y me emociono, dejando mi guardia baja, fui cruel siendo niñas, creía que no me querías, verdaderamente. Pero después del día ese en el que mamá brilló y no tuvimos querosene para la lámpara cuando volvimos del entierro y tuvimos que llorar a oscuras.
René: (Pone el disco, después de escuchar el relato de Muñoz) Tarabini qué hizo?
Magdalena: Le pegaba bien a la pelota.
René: Si. Cómo ponía el pie?
Magdalena: (Pone el pie como Tarabini) Así.
René: Hacía equilibrio con este pie( Le acaricia la pierna) y con el cuerpo.(La abraza)
Salomé: (Le grita) Papá.
René: (Le da queso como a un pajarito) Te parecés tanto a tu madre.
Salomé: Papá, ella sufre , te quiere pero una obra de Sófocles te prohibe continuar el sendero de tus caricias.
René: Qué hizo Tarabini?
Salomé: Le pegó bien a la pelota.
René: No tenés identidad.
Salomé: Qué hizo?
René: Leyó la jugada. Silencio.
René: Ustedes están deshidratadas de pasión.
Salomé: No tenés derecho.
René: Me quedaba. Nos quedábamos Julián Bisbal, yo y el Titín Santanafesa hasta que el sereno nos decía por favor me quiero ir, mi mujer debe estar preocupada. Nos quedábamos a pegarle al caño el que le erraba se iba nosotros tres éramos lo últimos siempre.
Magdalena: No era que no le pegabas bien a la pelota?
René: No seas bruja.
Magdalena: Una vez me dijiste, la virtud de tu hermana es que le pega bien a la pelota cosa que nunca pude hacer.
René: Entonces por qué me quedaba hasta el final?
Magdalena: No lo sé.
René: Decímelo vos que sabés todo, por qué me quedaba eh? si podés decímelo.
Magdalena: Para cebarles mate, para eso, me lo contaste un día de esos en los que te levantás temblando a la noche, esas noches en las que no comprendés a la muerte, esas noches en las decís que nada tiene sentido, esas noches en las que tengo que hacerte mucho té de tilo, esas noches en las que me pedís que te bese en la boca porque hace tanto que no lo hace nadie , nadie me decís y no me aclarás una mujer, no decís hace tanto que no me besa una mujer.
René: No hace falta.
Magdalena: Por qué estuviste una semana escondido en el sótano de la sede?
René: Eso no pude habértelo contado.
Magdalena: Se sabe en el club, no hace falta indagar demasiado, no hace falta ser detective.
Salomé: Tu padre no está bien hoy, perdimos el partido que hubiera salvado su honor.
Magdalena: Te ponés solemne, te creés inteligente porque ahora estás haciendo un curso de dramaturgia que ni sé lo que es.
Salomé: Piensa abandonar el fútbol.
Magdalena: Quién?
Salomé: Cree que el fútbol no le hace bien a la persona , al ser humano que el ser humano es otra cosa. Algo. Es los demás y que cuando comprende eso no necesita sentirse más que nadie.
René: A nada, nunca me gustó perder a nada. Faltan...
Magdalena: Doce quilos.
Salomé: Vamos con fuerza no aflojemos ahora.
Magdalena: Arriba carajo no pasó nada o no tenemos ovarios.
René: Eso, así las quiero (Prende la radio, después de escuchar el relato de Muñoz) Passarella llegó a ser el capitán de la selección, por qué eh?
Magdalena: Porque tenia huevos.
René: Que es eso. No, no se desmoralizaba. Siempre pedía la pelota, cuando ganaban y cuando perdían, porque tener valor cuando se pierde es fácil, hay que tenerlo cuando se gana, ayer ustedes ganaban y que pasó?
Salomé: Me agarra a contrapierna en el empate si no puedo comerme ese pelotazo frontal.
René: No es toda la culpa tuya mi amor no. Tuvieron miedo de ganar.
Magdalena: En un Daihastu azul. Te lo conté.
Salomé: Si.
Magdalena: Te puso mal.
Salomé: No.
Magdalena: Te puso mal que me haya olvidado.
Salomé: No. Nada me puso mal.
René: (A Magdalena) Son segundos inquietos hay que estar atenta, como la escarcha.
Magdalena: Papá, estuve atenta, ellas tenían a esa grandota que me anduvo agarrando de la camiseta todo el partido.
René: Y el referí para que está?
Salomé: La amonestó apenas le dijo algo.
René: Le habló mal.
Salomé: Faraone nos habló mucho, nos dijo que tengamos cuidado con el árbitro.
René: Las asustó. Faraone no sabe dirigir mujeres.
Salomé: Es nuevo el fútbol femenino y nadie quería dirigir.
René: No lo defiendas , ya lo sé.
Salomé: No descansas en tu reproche.
René: A Huberto.
Salomé: No pidió Huberto.
René: Cuánto hace que no pide?
Salomé: Mucho tiempo.
René: No llegamos a tiempo a su pedido. Ahora recuerdo.
Salomé: Recordas mal.
Magdalena: Le rayaste el queso viejo.
René: Excusas, el queso no se pone feo.
Magdalena: Compramos queso vencido porque conseguiste rebaja.
René: Le ponen fecha de vencimiento como pantalla.
Magdalena: Tenía gusto viejo.
René: Lo dejaron en la piecita y los gatos lo mearon.
Magdalena: Insistís en echarnos toda la culpa.
René: Tiraste caños?
Magdalena: No era partido para tirar caños.
René: Ni eso. Perdimos y ni siquiera se comieron un caño.
Magdalena: No me pareció correcto en un partido tan difícil tirar un caño.
René: Yo tiraba caños. Por ahí tenía la oportunidad de que alguno se calentara, me diera una patada y lo expulsaran.
Salomé: (A Magdalena) Vos te acordabas que yo estaba en el asiento de atrás, es más ,vos le dijiste a él que yo estaba dormida y vos sabías que yo no dormía.
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