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La redacción científica como formación continua desde

la perspectiva integradora: ciencia-tecnología-sociedad

Scientific writing as continuous formation from the perspective of the integration: science-technology-society

 

*Autora. Máster en ciencias de la educación y profesora auxiliar

Licenciada en educación, especialidad Español-Literatura

**Coautor. Doctor en ciencias filosóficas y profesor auxiliar

Licenciado en ciencias filosóficas

***Coautora. Doctora en ciencias pedagógicas y profesora titular

Licenciada en educación, especialidad Español-Literatura

Profesores de la Universidad "José Martí Pérez", de Sancti Spíritus

Tamara Jiménez Padilla*

Antonio Hernández Alegría**

Caridad Cancio López***

tamarajimenez@uniss.edu.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo tuvo como objetivo central determinar algunos referentes conceptuales que evidencian la imbricación del tema que se investiga, la formación continua del docente universitario para la redacción científica, con los postulados de la ciencia, la tecnología y la sociedad como hilos conductores de este proceso, demostrando la ilación lógica de estos últimos para arribar a cualquier tema de investigación. Se realizan algunas reflexiones conceptuales acerca del tema, buscando la coherencia entre estos aspectos, necesarios para lograr una formación científica, y los términos medulares de la ciencia y la tecnología, donde el hombre en conjunto con el ámbito social, constituyen los ejes principales de todo este proceso.

          Palabras claves: Redacción científica. Formación continua. Ciencia. Tecnología. Sociedad.

 

Abstract

          This article had as the main objective to determine some conceptual references that shows the relationship between them and the theme that is investigated, the continuous formation of the university teaching for the scientific writing, with the science, the technology and the society postulates as the conductors of this process, showing the logical relationship of them to get to any theme of investigation. Some conceptual reflections are done about the theme, looking for the coherence between these aspects that are necessary to get a scientific formation, and medullary terms of the science and technology, where the man together with the social scope constitute the principal shafts of all this process.

          Keywords: Scientific writing. Continuous formation. Science. Technology. Society.

 

Recepción: 15/03/2016 - Aceptación: 06/04/2017

 

1ª Revisión: 21/03/2017 - 2ª Revisión: 03/04/2017

 

 
Lecturas: Educación Física y Deportes, Revista Digital. Buenos Aires, Año 22, Nº 227, Abril de 2017. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El cambio científico-tecnológico no es visto como resultado de algo tan simple como una fuerza endógena, un método universal que garantice la objetividad de la ciencia y su acercamiento a la verdad, sino que constituye una compleja actividad humana, sin duda con un tremendo poder explicativo e instrumental, pero que tiene lugar en contextos sociopolíticos dados. En este sentido, el desarrollo científico-tecnológico no puede decirse que responda simplemente a cómo sea el mundo externo y el mundo de las necesidades sociales, pues esos mundos son en buena parte creados o interpretados mediante ese mismo desarrollo (Barnes, 1986; Latour & Woolgar, 1995).

    De ahí que el desarrollo científico y tecnológico sea uno de los factores más influyentes sobre la sociedad contemporánea. La globalización mundial, polarizadora de la riqueza y el poder, sería impensable sin el avance de las fuerzas productivas que la ciencia y la tecnología han hecho posibles.

    En consecuencia con lo anterior, se plantea que durante las últimas cuatro décadas, el desarrollo de la cultura, la educación y la ciencia han constituido una prioridad fundamental del Estado cubano. Esto se ha expresado no solo en avances significativos en estos campos, sino también en una cierta mentalidad y estructura de valores entre los profesionales, en particular los vinculados al campo científico - técnico, donde el sentido de responsabilidad social se haya ampliamente extendido. Existe una percepción ético política del trabajo científico que incluye la clara concepción de que el mismo se realiza, sobre todo, para satisfacer las necesidades del desarrollo social y la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos. Esa percepción es compartida por los actores involucrados en los procesos científicos-tecnológicos y de innovación; la misma tiene sus raíces en las transformaciones sociales que el país ha vivido y la ideología revolucionaria que lo ha conducido (Núnez, 2007).

    El propio autor precisa que es evidente que el contexto internacional a las puertas del nuevo milenio se caracteriza por el desarrollo de la ciencia y la tecnología, enriqueciendo con los nuevos descubrimientos las diferentes ramas del saber humano. Continúa insistiendo, análisis que se asume, que la sociedad es un continuo pluridimensional donde cada fenómeno, incluso la elaboración de conocimientos, cobra sentido exclusivamente si se relaciona con el todo. El conocimiento aparece como una función de la existencia humana, función de la actividad social desenvuelta por hombres que contraen relaciones objetivamente condicionadas. Del carácter de esas relaciones depende la producción y orientación social de la ciencia.

    Se concuerda con él al expresar que el hombre contemporáneo no solo necesita teorizar, empleando diferentes concepciones o puntos de vista respecto a las respuestas a los problemas, requiere además, traducir en acciones concretas y elaborar instrumentos, guías orientadas de la práctica transformadora en la dirección concordante con la finalidad de lograr un mundo mejor.

    De igual manera, manifiesta que la ciencia es un fenómeno socio-cultural complejo que posee sus fuerzas matrices inmanentes, lo que impide hablar de un condicionamiento casual lineal y mecánico entre la sociedad y la ciencia. De tal forma, ella posee su especificidad, autonomía relativa, eficacia propia, capacidad de influencia, sobre las restantes actividades e instituciones sociales. En su maduración y progreso la ciencia puede crear potencialidades que trascienden las expectativas que de ella tienen los agentes y estructuras sociales que la fomentan, o al menos, toleran.

    También considera que, la moderna tecnología está en el centro mismo de la civilización contemporánea. Ella cambia permanentemente el mundo, desde la producción social hasta la comunicación y la sensibilidad humana. La tecnología incorpora de modo sistemático y creciente los resultados científicos. Ciencia y tecnología se integran constantemente hasta confundirse. Pero la incorporación sistemática y masiva de la ciencia a las técnicas productivas es un fenómeno que comenzó tan solo a fines del siglo pasado.

    Manifiesta que la tecnología no es un artefacto inicuo, sus relaciones con la sociedad son muy complejas. No hay duda de que está sujeta a un cierto determinismo social, evidencia de que ella es movida por intereses sociales, parece un argumento sólido para apoyar la idea de que la tecnología está socialmente moldeada.

    Refiere entonces que la ciencia es ya algo demasiado importante y está demasiado vinculada al contexto social como para suponer que ella es solo un asunto de los científicos y que ellos tienen que preocuparse por el conocimiento y no por sus efectos. Es obvio que a la ciencia y a los científicos no se les puede ya pedir solo criterios cognoscitivos, sino ideológicos, morales y políticos.

    Es por ello que las propias necesidades objetivas del desarrollo social demuestran que la ciencia no es simplemente un elemento de instrucción, que no constituye solo una riqueza teórica, sino también y sobre todo, una riqueza práctica de la sociedad. En la ciencia como fuerza social activa se funden de manera especial el pensamiento y la acción, y esto responde al hecho de que la ciencia tenga su base y fundamento, su fuerza impulsora en la actividad práctico-material de los hombres, en las necesidades de la producción social, encaminadas a la transformación de la realidad a partir de la práctica; la ciencia constituye a su vez, un aspecto necesario de esta actividad material transformadora, un instrumento esencial de la sociedad, concebida como un sistema de autorregulación y en autodesarrollo.

    Por lo que constituye una necesidad consustancial el conocimiento científico del mundo, la interrelación orgánica entre la filosofía marxista-leninista y las demás ciencias particulares (naturales, sociales y del pensamiento). Por una parte las leyes generales inherentes a cada sistema no se podrían descubrir y sobre todo demostrar científicamente, su existencia, sin el conocimiento de las leyes que rigen las relaciones entre los elementos del contenido de cada sistema.

    De lo anterior se infiere que la filosofía tenga que nutrirse, necesariamente y generalizar filosóficamente los descubrimientos de las ciencias particulares. Sin los conocimientos filosóficos, las ciencias particulares estarán condenadas irremediablemente al limitado horizonte de su universo metafísico y serían incapaces de romper las barreras del aislamiento e inmovilidad relativas de sus respectivos objetos de estudio.

    Además del carácter necesario, objetivo esencial de las relaciones que expresan las leyes, estas relaciones poseen también un carácter estable y reiterado. Esta estabilidad y reiteración en relaciones que tienen como atributo la actividad, es decir, que se cumplen independientemente de la ciencia de los hombres, le confieren a las leyes y consecuentemente a las ciencias un valor metodológico de primer orden.

    El desarrollo científico-teórico que sirvió de fundamento al desarrollo industrial de la sociedad moderna engendró ciertas tendencias filosóficas que bajo el pretexto de negar la filosofía situaban a la ciencia como expresión absoluta de todas las manifestaciones del hombre, tal es el caso del positivismo de Spencer, que no solo consideraba que la ciencia enseñara el único conocimiento posible, sino que el método descriptivo de la ciencia revelaba las relaciones constantes entre los hechos mediante leyes.

    Es por ello que el estudio de la naturaleza desde las instituciones docentes tiene a lo largo de los años una arraigada tradición a nivel global. Es importante resaltar para el entendimiento de los cambios curriculares de la educación científica que se producen en las instituciones educativas, que el desarrollo histórico de la ciencia muestra las siguientes tendencias: integración de los conocimientos, diferenciación de estas y diferenciación-integración cuyo reflejo se manifiesta en el contenido de enseñanza-aprendizaje.

    Asimismo incide la nueva cultura resultante del desarrollo de la ciencia y la tecnología y las modificaciones en las características de la actividad científico-investigadora. En la actividad científica no solo se descubren las leyes que rigen los procesos objetivos, sino también los caminos y vías, los principios. En este sentido, la preparación de los ciudadanos de un país para su adecuado desempeño es una de las necesidades más importantes a satisfacer en cualquier sociedad, lo que se convierte en su problema social.

    En consecuencia con lo anterior, el sistema educacional cubano desde los primeros años de la revolución contempló entre sus principales direcciones el desarrollo integral de los educandos con una concepción científica del mundo, pero para lograrlo se requiere potenciar la formación continua del docente universitario. Es obvio entonces que la concepción del desarrollo multilateral del hombre parte de considerar lo social y lo individual en su interrelación con las condiciones históricas en que se desarrolla la personalidad, del carácter complejo y procesal de la educación.

    Ante esta situación surge la necesidad de instrumentar cambios en el orden educativo con la finalidad de formar ciudadanos cuyas potencialidades humanas le permitan promover el desarrollo sostenible de la sociedad, personas integralmente desarrolladas, con una preparación cognitiva instrumental acorde con el nivel de desarrollo científico y tecnológico contemporáneo, pero al mismo tiempo con un nivel de comprometimiento con el país, elevada ética y sensibilidad humana que le permita poner en práctica lo aprendido. Para lograr este cambio educativo se precisa de un sistema de acciones coherentes dirigidas a la formación permanente del docente, correspondiéndole a la universidad un rol protagónico en este sentido.

    Ante esta visión formadora y sobre todo en una sociedad que considera al hombre el recurso más valioso, la preparación permanente del docente universitario constituye una preocupación constante, que debe traducirse a su vez en acciones eficaces y transformadoras como resultado de los constantes y vertiginosos cambios que se producen en los campos de la ciencia y la tecnología en la época actual, por lo que la tarea de prepararlos se hace imprescindible.

    En correspondencia con lo expresado, constituye el propósito esencial de la política educacional cubana la formación multilateral y armónica del individuo, mediante la conjunción integral de una educación intelectual y científico-técnica para lo cual se necesitan profesores bien preparados. En consecuencia con lo anterior, la importancia de la formación continua de los docentes se evidencia en tanto que puedan mostrar un mejoramiento en sus habilidades individuales, pero las instituciones formadoras en este caso específico, las universidades, deben propiciar ambientes que favorezcan el aprendizaje para que el personal docente aplique los nuevos conocimientos a las actividades docentes que desarrolla, desde la concepción de la ciencia y de los resultados investigativos emanados de este proceso.

    Como respuesta a los estudios derivados de la propia ciencia y de la investigación, son disímiles los autores que abordan la temática de formación en sentido general: Zuber-Skerrit (1992), Álvarez de Zayas (1999), Ferreres (1996), Colen (2001), López Hurtado (2002), Ávalos (2007), García Batista (2010), Mendoza (2011).Otros lo denominan preparación como Morales Ruiz (2011). La formación continua, en Cuba ha sido tratada por Medina y Domínguez (1989), Marcelo (1995), Hernández (1999), García Batista (2002), Alves (2003), Cáceres (2005), Lombana (2005), Sánchez (2008) y Addine (2010) y otros a nivel internacional como: Davini (1995), Medina (1994), García Suárez (1999), Soussan (2002), también llamado aprendizaje continuo por Delors (1997) y educación permanente por Tunnerman (2003) quienes coinciden en que está encaminada al desarrollo profesional, humano y debe dar respuesta efectiva, eficiente a las transformaciones y exigencias que demanda la sociedad contemporánea, a partir del acelerado desarrollo científico-técnico.

    En este proceso de formación continua, una opinión generalmente difundida, pero poco asimilada, es la importancia de la redacción científica como vía para la socialización de los resultados y como colofón del proceso investigativo, considerada una competencia fundamental, según Muñiz y Chávez (2010), Cruz Martínez (2011), Cavaliere & Doval (s/f) y Febles (s/f), puesto que los profesionales que se dedican a la ciencia no solo tienen que "hacerla" sino también "escribirla.

    En cuanto a esta temática son numerosos los estudios referidos a la redacción científica, concretamente en lo concerniente al lenguaje científico: Criado (1984), Cassany (1990), Alpízar (1990), Day (1999-2002), Hernández (2001), Valenzuela (2003), Amado (2003), Mari (2005), Collado (2006), Balmaseda (2007), Cisneros (2008), Álvarez (2008), Mari (s/f), Rojas (2010) los que abordan los requerimientos necesarios a tener en cuenta para el uso correcto de la lengua en el estilo científico.

    Todos estos autores o estudiosos del lenguaje científico desde su perspectiva refieren características y aspectos específicos de orden sintáctico o gramatical, indistintamente, ¿pero cómo un docente que no tiene formación en aspectos de la lengua puede comprender e interiorizar totalmente estos elementos lingüísticos?

    A partir de los presupuestos expresados anteriormente se precisó como objetivo: socializar algunos referentes teóricos que evidencian la imbricación del tema que se presenta con los postulados de la ciencia, la tecnología y la sociedad como hilos conductores de este proceso.

Enfoques acerca de la ciencia

    Las ciencias de la naturaleza han ocupado un lugar cimero en el pensamiento de los sabios de todas las épocas por la incidencia de sus aportaciones en la vida del hombre. Basta señalar que desde momentos tan distantes en el tiempo como es el estudio de pueblos pastores y agricultores, ya resultaba necesario el conocimiento astronómico por elemental que fuera este.

    La ciencia abarca además del conocimiento científico, la práctica científica que va aparejada a este, como su causa y consecuencia, unida a la vida integral de la sociedad en mayor o menor grado, según el período y la sociedad de la que se trate, o sea, a toda la formación económica social.

    También se define como “técnicas industriales de base científica” para esta se reserva el término tecnología. Las tecnologías son complejas técnicas promovidas por las necesidades de organización de la producción industrial, que promueven a su vez nuevos desarrollos de la ciencia (Núñez, 1994).

    Independientemente de cómo se analice la ciencia, es decir, como conjunto de instituciones sociales, como proceso investigativo, como sistema de conocimientos o como método y procedimiento, ella no es otra cosa que una forma de actividad vital del hombre. Semejante punto de vista subraya los móviles, fines y proyecciones sociales de todo conocimiento científico (Rodríguez, 1986).

    Al analizar y reflexionar acerca de las diferentes conceptualizaciones, se evidencia que todas precisan un aspecto importante: la humanidad, el conocimiento social, la práctica social, las fuerzas productivas humanas y una forma de actividad vital del hombre. Por tanto se concuerda con la idea de que la ciencia no consiste solo en el trabajo de investigación que perfecciona sistemáticamente el universo de las teorías disponibles; la ciencia tiene muy diversas expresiones en la educación, en la industria, en los servicios, en las labores de consultoría y dirección que realizan las personas que poseen una educación científica. En esos y otros ámbitos, la ciencia tiene una presencia relevante. El análisis de esos contextos, no reductibles al ámbito del laboratorio, ofrece posibilidades adicionales para captar los nexos ciencia-sociedad (Núñez, 2007).

    El propio autor planteó que consiste en explorar la ciencia desde el ángulo de los procesos de profesionalización e institucionalización que hacen posible la actividad científica. La ciencia es una actividad profesional institucionalizada que supone educación prolongada, internalización de valores, creencias, desarrollo de estilos de pensamiento y actuación. La ciencia es toda una cultura y así debe ser estudiada.

    Los desplazamientos descritos apenas describen algunas de las muchas transformaciones que en las últimas décadas ha experimentado la comprensión de la ciencia. Parece fundamental que la ciencia sea vista cada vez más como una actividad social. Este planteamiento tiene consecuencias teóricas y metodológicas esenciales.

    En la primera mitad de este siglo proliferaron los llamados enfoques “internalistas” de la ciencia y su historia, entre los cuales se puede citar el de W. C. Dampier, para quien la ciencia “puede ser definida como conocimiento organizado” de los fenómenos naturales y el “estudio racional” de las relaciones entre los conceptos mediante los cuales estos fenómenos se expresan. Este considera en torno a la historia de la ciencia que “probablemente las reconstrucciones filosóficas e históricas están vinculadas por el hecho de que el científico experimental empeñado en algún problema específico, necesita solo de un conocimiento de la obra de sus predecesores inmediatos, el que estudia el significado más profundo de la ciencia en general, y de su repercusión en otras regiones del pensamiento, debe comprender algo de cómo este ha devenido (Núñez, 2007).

    Sin embargo, la dialéctica de la historia de la ciencia se caracteriza por algunas etapas. Su estudio y características permiten no solo descubrir las tendencias generales del desarrollo de la ciencia, sino también comprender correctamente las etapas actuales y sobre todo futuras, de su desarrollo (Laliga & Domínguez, 1985). Para R. Gumpperbeng la historia de la ciencia puede concebirse como dialéctica de la acción recíproca, que se amplía e intensifica continuamente entre la filosofía y las ciencias particulares (Núñez, 1999). Son las necesidades objetivas, materiales de la producción y de la vida práctica las que promueven el desarrollo de las ciencias en un radio dado y siempre creciente.

    Todas ellas, partiendo de un enfoque marxista consideran como tarea imprescindible del historiador de las ciencias, la investigación, también un sistema del conjunto de las relaciones sociales que determinan el desarrollo de las ciencias, en relación directa con la producción material en cada etapa, con vistas a definir leyes de este desarrollo, que permitan no solo establecer la continuidad entre las teorías del “pasado”, sino comprender la ciencia actual y su futuro devenir.

    Según Medina, el positivismo continuaba su “operación ideológica de ocultamiento”, perfectamente captada en la metáfora según la cual la ciencia es como una caverna en cuyo interior reina la racionalidad pura, mientras la sociedad acampa en su exterior, sin afectarla (Hedman, 1985).

    También la ciencia es vista como actividad, por lo que todo esfuerzo por formular una teoría de la ciencia tiene que subrayar la naturaleza social del trabajo científico, sus profundos nexos (las clases, la economía, los valores). Esa es la orientación del enfoque dialéctico materialista de la ciencia: el subrayar la imagen de la ciencia.

    Por actividad se entiende el sistema de relaciones sujeto-objeto y sujeto-sujeto, las primeras se refieren a la actividad del hombre hacia los objetos del mundo exterior (de todo el mundo de la naturaleza). Las relaciones sujeto-sujeto se refieren a la actitud hacia otros hombres. Desde luego que aquí se procede a un nivel de abstracción. Las relaciones sujeto-sujeto no existen aisladamente ni paralelamente a las relaciones sujeto-objeto, sino que ellos se presuponen recíprocamente. El enfoque activo intenta sintetizar los esquemas sujeto-sujeto y sujeto-objeto, pero conservando el significado de cada uno de ellos, el primero subraya que la actividad del sujeto se realiza en el contexto de la actividad de otros sujetos tanto en sentido presente, como pasado o futuro. El segundo presta atención al modo en que la actividad del sujeto se determina por el mundo de los objetos y cuál es su inserción en este mundo.

    La actividad que se determina ciencia se desenvuelve en el contexto de la sociedad, de la cultura e interactúa con sus más diversos componentes. Al hablar de ciencia, como actividad se hace referencia al proceso de desarrollo de la ciencia, su dinámica y a su integración dentro del sistema de las actividades sociales. Aquí se promueven a un primer plano los nexos ciencia política-ciencia ideología, etcétera.

    Es esencial para un estudio de la ciencia comprender lo que este enfoque aporta: la ciencia supone la búsqueda de la verdad, la ciencia es ante todo, producción, difusión y aplicación de conocimientos, y ello la distingue, la clasifica en el sistema de la actividad humana. Pero la ciencia no se da al margen sino penetrada de determinaciones práctico-materiales e ideológico-valorativas, tipos de actividades a las cuales ella también influye considerablemente.

    La ciencia se vincula tanto a las relaciones sujeto-objeto, como sujeto-sujeto. Las primeras permiten comprender que el juego creativo de la ciencia cobra sentido en la medida que ella refleja realidades que estén más allá de sus esquemas conceptuales y todavía más, la determinación con su última instancia. Ciencia es creación, pero creación con arreglo al plan de reflejar en la teoría objetos que guarden una independencia ontológica respecto al sujeto que investiga.

    El objeto es una categoría histórica que se define en la acción misma del sujeto: es cambiante en relación con el nivel de desarrollo de la práctica. Actividad supone incorporación al sujeto de nuevos objetos-cosas.

    Comprender la ciencia exige entenderla en el marco de la relación sujeto-sujeto. Este es el ángulo preferente que ha aportado la sociología de la ciencia. El sujeto de la ciencia no es el individuo aislado, no es un hombre abstracto. Prestando atención a la naturaleza social del proceso científico pudiera indicarse como sujeto a la sociedad dada.

    Una política correcta debe emerger de la identificación adecuada de la ciencia como actividad y de sus determinaciones y resonancias en el cuerpo total de la cultura donde ella se desenvuelve. La conversión de la ciencia en fuerza productiva, su capacidad demostrada como instrumento de dominio de las fuerzas de la naturaleza y de la propia sociedad, su capacidad de atender, modificar las más complejas necesidades humanas, constituye el dato clave que permite comprender la profunda modificación que ha venido experimentando el lugar de la ciencia en la sociedad.

    La actividad científica exige la unidad e interrelación entre diversos aspectos. La ciencia es una actividad dirigida a la producción, difusión y aplicación de conocimientos. La investigación en sentido estricto, las prácticas de desarrollo, las aplicaciones y la enseñanza deben articularse estrechamente.

El valor como componente de la ciencia

    El problema de la naturaleza del valor y de los valores como componentes específicos del conocimiento científico, se ha convertido hoy en un tema obligado de reflexión y debate filosófico contemporáneo. Especial importancia dentro de una concepción general de los valores, reviste el problema de la relación de la ciencia y el valor, el papel y función que desempeñan los conceptos y juicios valorativos en la teoría filosófica y en los conocimientos científicos particulares. Esta situación se ha manifestado claramente en los últimos congresos mundiales de filosofía (XII, XIII, XIV, XV y XVI) en los que siempre ha estado presente la discusión en torno a la categoría filosófica del valor en comisiones y sesiones especializadas de trabajo.

    El marcado interés de los filósofos y científicos por el estudio de la relación entre la ciencia y el valor, responde al lugar cada vez más importante que ocupa el conocimiento científico en la vida social, en el destino de toda la humanidad y en la vida de los individuos aislados. Es por eso que los contenidos del conocimiento científico están cargados no solo de elementos objetivos, sino a su vez de momentos subjetivos en virtud de que en el avance de la ciencia se descubran las vías de la humanización del mercado en correspondencia con los intereses sociales.

    El problema de la relación de la ciencia y el valor se comprenderá en sus aspectos fundamentales: el valor de la ciencia en relación con la sociedad y la presencia de los aspectos valorativos en la propia ciencia, esto es, en sus propios contenidos cognoscitivos.

    Desde este punto de vista la actividad o el enfoque valorativo se concibe no como un elemento externo, complementario o incompatible con el enfoque científico objetivo, sino como forma de conocimiento que alcanza su más alto nivel en la ciencia. A su vez la propia ciencia debe ser entendida como una forma de actividad valorativa y orientadora.

    La teoría marxista-leninista establece la necesidad del análisis objetivo de los valores a partir del principio del determinismo aplicado a la vida social. En su análisis científico la teoría marxista de los valores parte del criterio diferenciador entre ciencia y valor, entre formas del pensamiento científico y formas del pensamiento valorativo, pero va más allá cuando establece el nexo interno y los tránsitos recíprocos, la interacción que tiene lugar entre estas dos esferas.

    Esto permite desmitificar los valores, eliminando su ropaje trascendente e intuitivo y hallar tras las formas externas de su manifestación, su verdadero contenido. En este sentido el enfoque marxista permite transformar el valor en conocimientos con lo que se amplían las posibilidades cognoscitivas del hombre, lejos de reducirse.

    El valor liberador de la ciencia reside, en que en la medida en que el conocimiento penetra en la vida se hacen más amplias y plenas la libertad y la creación humana (valores permanentes del hombre).Es útil y efectivo el concepto de valor, no solo en las ciencias sociales, sino en la filosofía y en la metodología del conocimiento científico.

    Toda integración cognoscitiva, todo intento de construir un modelo intelectual que unifique las ciencias resulta incompleto y fallido sino tiene en cuenta los aspectos socioculturales y personales, esto es, si no conduce a la transformación del modo de vida de la sociedad. La esencia de estos planteamientos puede resumirse bajo el concepto del valor instrumental y orientado del conocimiento científico, lo que lleva implícito la síntesis de las formas cognoscitivas valorativa y práctica de la actividad del hombre.

    Desde el punto de vista filosófico el valor objetivo de las cosas no es más que el ser de esas cosas para el hombre, las propiedades materiales, de los objetos sirve solo como premisa. La universalidad del valor como categoría filosófica está dada por el propio carácter de la relación hombre mundo en todas sus formas. La relación valorativa de un objeto con respecto a otro se justifica como referencia indirecta a la actividad práctica del hombre, respecto a esos objetos en calidad de propiedad social. Al mismo tiempo la relación sujeto-objeto se plasma y se materializa en las cosas a través de su valor.

    Un punto de vista, un análisis social de la tecnología debe hacer explícitos otros elementos no contenidos en diferentes definiciones (Núñez, 2007). En este sentido, existen dos definiciones de tecnología, una restringida y otra general. En la primera se le aprecia solo en su aspecto técnico: conocimiento, destrezas, herramientas, máquinas. La segunda incluye también los aspectos organizativos: actividad económica e industrial, actividad profesional, usuarios y consumidores, y los aspectos culturales: objetivos, valores y códigos éticos, códigos de comportamiento. Entre todos esos aspectos existen tensiones e interrelaciones que producen cambios y ajustes recíprocos (Pacey, 1990).

    De lo anterior se infiere que tanto la ciencia como la tecnología tienen una implicación esencial en la formación científica, por lo que este aspecto en las universidades posee un carácter eminentemente holístico, en tanto se manifiesta en la conservación, producción, transferencia y difusión de conocimientos por parte de los docentes, apoyados en el dominio de competencias científicas, para responder a las demandas de la sociedad y más específicamente, del entorno universitario, lo cual redunda en un alto grado de compromiso social.

    Todo lo expresado conlleva a determinar que la formación científica es un proceso consciente, del accionar cotidiano de los sujetos donde estos devienen protagonistas, son capaces de revelar un sistema de relaciones sobre la base de representaciones y experiencias cognitivas que determinan su papel en este proceso, expresado en la intencionalidad, conciencia y actitud que asumen al relacionarse con los otros sujetos y con la sociedad, acorde con su compromiso con el proyecto social cubano.

    La formación científica, cuya premisa fundamental es la investigación, aporta de forma integral al cumplimiento de la misión universitaria. Desde la actividad investigativa contribuye al desarrollo de la cultura, teniendo en cuenta que la universidad moderna ha devenido gradualmente centro de producción científica, con un alto nivel de reconocimiento social.

    Los investigadores desarrollan una competencia básica durante la formación científica: la redacción de diferentes tipos de textos científicos, la cual refleja la relación lógica pensamiento-escritura de acuerdo con un contexto comunicativo propio. Implica, además, la selección de recursos expresivos dentro del amplio sistema de la lengua y su organización, para expresar las características generales de la ciencia. La concreción de la redacción científica exige a los investigadores la organización lógica de las ideas y su expresión ordenada a través del lenguaje escrito, que refleja la manera específica en que estas se interrelacionan en cada individuo y que son propios de cada rama de la ciencia en particular.

Conclusiones

Bibliografía

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 22 · N° 227 | Buenos Aires, Abril de 2017
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