efdeportes.com

‘Yo quiero a mi bandera’: Ramos Mejía 

y su lucha contra el circo de las vanidades

“I love my flag”: Ramos Mejia and his fight against the circus of the vanities

 

Lic. en Sociología (UBA)

(Argentina)

Roberto Di Giano

robaied@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          Los relatos míticos ayudaron a sostener por largo tiempo una imagen distorsionada de nosotros mismos, cuestión que haría imposible construir un país que no fuera guiado por la soberbia. Las narraciones de Bartolomé Mitre, que quedarían grabadas con intensidad en muchas conciencias individuales, articularon el pasado, el presente y el porvenir de nuestra nación con un destino de grandeza que derivaba de una supuesta excepcionalidad argentina. Es probable que la visión de porvenir esplendoroso generada por las élites, estuviera asociada a que las partes migratorias eran tan numerosas y a que ellas, en cierta medida, compartieran metas e ilusiones con dichas minorías. Le tocará a Ramos Mejía, uno de los grandes pensadores argentinos, realizar un balance más realista del país. Con su peculiar mirada crítica, saca valientemente a la luz problemas de fondo que, en mayor o menor medida, afligían a todos los componentes de la sociedad local.

          Palabras clave: Argentina. Historia. Mitos. Ramos Mejía.

 

Abstract

          The mythical stories helped sustain long a distorted image of ourselves, a question that would make it impossible to build a country that was not driven by pride. Bartolome Mitre narratives, which would be recorded with intensity in many individual consciences, articulated the past, the present and the future of our nation with a destiny of greatness that stemmed from an alleged exceptionalism Argentina. It is likely that glorious vision of future generated by the elites, he was associated with migratory parties were so numerous and they, to some extent, shared goals and dreams with these minorities. It will be up to Ramos Mejia, one of the great Argentine thinkers, making the country a more realistic balance. With its unique critical eye, takes valiantly to light problems which, to a greater or lesser extent, afflicting all components of local society.

          Keywords: Argentina. History. Myths. Ramos Mejia.

 

Recepción: 12/05/2016 - Aceptación: 28/06/2016

 

1ª Revisión: 17/06/2016 - 2ª Revisión: 25/06/2016

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 21 - Nº 218 - Julio de 2016. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

¿Con qué derecho definía yo la Patria,

bajo un cielo en pañales

y un sol que todavía no ha entrado en la leyenda?

Leopoldo Marechal

    La vasta producción intelectual del notable médico argentino José María Ramos Mejía (1927; 1955; 1977), quien decidió en sus años mozos especializarse en psiquiatría, estuvo signada por el clima cultural tan peculiar que se adueñó de nuestro país en los últimos lustros del siglo diecinueve y principios del veinte. 

    La manera en que se construían las identidades en una sociedad teñida por una fuerte heterogeneidad cultural que no pocos miraban con suma preocupación, se constituyó en un tema clave para relevantes pensadores de la época ubicados en la cima de la pirámide social.

    Como los principales parajes de nuestro país se poblaban masivamente con habitantes de distintas lenguas a partir de una experiencia inmigratoria de características inusitadas, aquellos intelectuales decidieron operar intensamente en el terreno de la educación para lograr de esa manera asimilar a los inmigrantes a una cultura nacional que garantizara un sentimiento común para todos los habitantes del país.

    En tal contexto, la dirigencia argentina se propuso, a toda costa, tratar de insertar en las escuelas públicas extendidas por todo el territorio nacional, a las multitudes del porvenir, esas que se conformarían a partir de la gran oleada inmigratoria. Las mismas quedarán prontamente sujetas a modelos socioculturales que emanaban no sólo del área educativa sino también de los medios de prensa y de las diversas organizaciones sociales que proliferaron en aquellos tiempos, y que teñirán fuertemente la subjetividad de las personas.

    En tal sentido, la enseñanza de la historia dentro de la actividad escolar asumiría desde aquellos momentos un papel fundamental ya que con las imágenes de la nación generadas desde las instituciones educativas, se intentó tejer patrones de conducta que mitigaran, en alguna medida, los efectos de la anomia social. En realidad, se buscó palear la gran heterogeneidad que era evaluada como inconducente.

    En ese clima cultural, donde se hacían evidentes los problemas de identidad, los mitos nacionales relacionados con nuestros orígenes se empezaron a racionalizar a partir de la elaboración de relatos que apuntaban a convertir a dichos mitos en modelos intelectuales para las nuevas generaciones. Una buena porción de las mismas tomaría como grupo de referencia a las voces de prestigio locales y adherirían a un conjuntos de símbolos identitarios construidos dentro de nuestra frontera, en vez de quedar atrapados en el horizonte cultural de sus padres que solían idealizar cosas de su pasado, allende los mares, como una de las maneras de fugarse del duro presente que les tocaba afrontar en el mundo urbano, un mundo desconocido para mucho de ellos.

    Vale recordar que la mayor parte de los inmigrantes eran de origen campesino, y provenían del sur de Europa. Se habían sentidos convocados para “hacer la América” y así mejorar rápidamente sus deplorables condiciones de vida. Sin embargo, quedaron amarrados a un contexto problemático, sometidos a nuevas pautas socioculturales y a un mar de conflictos laborales, aunque, pese a todo, nunca perdieron las esperanzas de ascender socialmente.

    Las elites hicieron todo lo posible para embarazar de mitos a los miles y miles de pipiolos, nacidos en el país o en el extranjero, que luego serían muy difíciles de desmantelar para ellos. Es que en nuestra sociedad se forjó una seria advertencia para todos sus miembros que podría resumirse en los siguientes términos: resulta peligroso confrontar con los mitos una vez cristalizados y si se lo hace hay que atenerse a las consecuencias.

    Los relatos míticos, que, vale aclarar, no sólo se generaban y reproducían en las instituciones educativas ya que muchas personas se ocupaban de hacerlos circular por diversos lugares, sirvieron, entre otras cosas, para neutralizar los discursos de los “aguafiestas” que despreciaban todo patriotismo. Asimismo, ayudaron a sostener por largo tiempo una imagen distorsionada de nosotros mismos, cuestión que haría imposible construir un país que no fuera guiado por la soberbia.

    Las principales obras históricas de Bartolomé Mitre contribuyeron básicamente a conformar el discurso nacional de los habitantes de tan diversos orígenes, y permanecerá muy activo en la mentalidad de los argentinos. Sus narraciones, que quedarían grabadas con intensidad en muchas conciencias individuales, articularon el pasado, el presente y el porvenir de nuestra nación con un destino de grandeza que derivaba de la supuesta excepcionalidad argentina, De tal manera que este país tan extenso, ubicado en América del Sur, tendría, inexorablemente, una misión trascendental a cumplir a nivel mundial. (Mitre, 2014).

    Es probable que la visión de porvenir esplendoroso generada por las élites, estuviera asociada a que las partes migratorias eran tan numerosas y a que ellas, en cierta medida, compartieran metas e ilusiones con dichas minorías.

    Le tocará a Ramos Mejía, uno de los grandes pensadores argentinos, realizar un balance más realista del país. Con su peculiar mirada crítica, saca valientemente a la luz problemas de fondo que, en mayor o menor medida, afligían a todos los componentes de la sociedad local.

    Cuando el improvisado sociólogo, escribió un importante libro para alentar nuestro desarrollo científico y cultural como lo fue Rosas y su tiempo, reclamó que los investigadores sociales se distanciaran de la pasión política que tantos juicios precipitados casi siempre producen y pugnan por sobreponerse a la verdad. En otras palabras, que lo más aconsejable para alcanzar una mayor objetividad en los estudios sociales, era acostumbrarse a diferenciar la actividad científica de la ideología que empujaba a las personas a ser y hacer de determinada manera, no permitiéndoles sujetarse a ningún método riguroso.

    En este texto renovador para las ciencias sociales que se desarrollaban dentro de nuestra frontera, Ramos pretendió explicar una etapa de la sociedad argentina recurriendo a la biografía de una persona significativa que ocupó posiciones de privilegio y que logró afirmar, contra viento y marea, un pleno dominio sobre su entorno. Es evidente que Ramos Mejía no escribe por el mero hecho de estar obsesionado por el poder que acumuló Rosas en un largo periodo de nuestra historia, sino, fundamentalmente, para poder desarrollar ideas novedosas sobre nuestro pasado.

    No hay dudas que el tipo psicológico de Juan Manual de Rosas lo sedujo de una manera soberana, pero lejos de tomarlo como un fragmento aislado, alejado de las circunstancias tan particulares que lo rodearon, lo estudia como un actor sociohistórico de suma importancia que podía ayudar a desentrañar muchos misterios de la cultura local.

    Asimismo, Ramos Mejía explica que para estudiar la biografía de alguien que gravitó tanto en nuestra vida social durante un prolongado lapso de tiempo, había que entrar en ella de la misma manera en que uno se introduce en un lugar desconocido. De allí que en el prólogo del texto antes citado exprese que uno se siente dominado por el ideal supremo de buscar una verdad que todo el mundo ha perseguido sin hallarla todavía. (Ramos Mejía, 1927).

    Lo que nos propone fervorosamente Ramos Mejía es que nos desliguemos de las prenociones, de todos conocimientos vulgares impregnados de prejuicios sociales que modelan nuestras percepciones.

    Son aquellos lastres, los que se acumulan como una pesada carga en nuestro sentido común y nos privan de retratar con la paciencia necesaria lo que miramos. Se hace imperioso restablecer la calma para ver las cosas con mayor objetividad y de esta manera poder indagar fructíferamente las instancias más íntimas de un personaje político estigmatizado por sus adversarios y, por supuesto también, a la sociedad que lo albergaba.

    Vale señalar que el improvisado sociólogo argentino fue uno de esos valiosos pensadores que hizo un diagnóstico bastante afinado de la sociedad de su época, pero en su dilatada tarea creativa no halló, pese a no encerrarse como otros intelectuales en una suerte de nimbo, los instrumentos más adecuados que ayudaran a superar, en el corto plazo, los múltiples problemas que traía aparejada la carencia de articulación social entre los miembros de la comunidad.

    Al respecto, sus libros que presentan un mayor contenido sociológico, Las multitudes argentinasRosas y su tiempo y Los simuladores del talento, no son precisamente aquellos que permitan ser usados para construir a los argentinos de una manera optimista, mirando vanidosamente al futuro como se lo venía haciendo hasta allí. Ramos Mejía analiza con rigor, a la vez que por momentos nos divierte, aspectos sociales y culturales de nuestra nación, pero no intenta con su literatura, que posee, por cierto, fuertes impulsos cognitivos, inventar una tradición que pudiera despertar entusiasmos desmedidos en la población. (Ramos Mejía, 1927, 1955 y 1977).

    No exento de contradicciones, y lejos de querer ser aprobado a toda costa por otros intelectuales de prestigio, subraya elementos positivos y negativos de nuestra sociedad sin sumarse a esa imagen idealizada que un coro amplio de personas se pretendía dar a si mismo.

    En el contexto de una sociedad que se había vuelto básicamente mercantil, Ramos Mejía prefería la palabra patria a la palabra país ya que en aquella prima el sentimiento de comunidad, el sentimiento de fraternidad.

    A partir del pensar y sentir profundo del médico alienista Ramos Mejía se dio un importante paso adelante en nuestro país para poder mirar con una mayor objetividad los fenómenos sociales.

    Asimismo, se cristalizó casi desde los albores de la patria una imagen particular de la realidad social donde la vanidad jugaría un papel preponderante y que serviría para encubrir las realidades más conflictivas con fantasías. Una tendencia que será muy difícil de modificar pese a los ricos aportes de algunos pensadores críticos.

Bibliografía

  • Mitre, B. (2014). Historia de Belgrano y de la independencia argentina, Buenos Aires: El Ateneo.

  • Ramos Mejía, J.M. (1977). Las multitudes argentinas. Buenos Aires: Edit. de Belgrano.

  • Ramos Mejía, J.M. (1927). Rosas y su tiempo. Buenos Aires: Edit. Científica y Literaria.

  • Ramos Mejía, J.M. (1955). Los simuladores del talento. Buenos Aires: Editorial Tor.

Otros artículos sobre Historia

www.efdeportes.com/

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 21 · N° 218 | Buenos Aires, Julio de 2016  
Lecturas: Educación Física y Deportes - ISSN 1514-3465 - © 1997-2016 Derechos reservados