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Intervención educativa en Educación Física 

para el desarrollo de valores y actitudes positivas

Educational intervention in Physical Education for the development of positive values and attitudes

 

Diplomada en Magisterio de Educación Física por la Universidad de Murcia

Graduada en Educación Primaria con mención en Audición y Lenguaje

por la Universidad Pontificia de Salamanca

Noelia Campillo Gómez

sa_noeli@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          La pérdida de valores es uno de los principales desencadenantes de conductas negativas en niñas, niños y jóvenes. Este fenómeno se atribuye en parte a que valores primordiales no se enseñan ni se promueven en la familia, la escuela ni en el medio donde se desenvuelven estas personas. El objetivo primordial del artículo es analizar el potencial que tiene en la educación básica la educación física y el deporte, como medios para apoyar y promover el desarrollo de valores sociales positivos; además, de que su presencia en el sistema educativo nacional contribuye al desarrollo del carácter, la personalidad, y la forma de pensar y actuar la persona. Los Programas de Educación Física permiten la enseñanza y el fomento de valores como la tolerancia y la identidad, entre otros. La Educación Física, por medio de las actividades lúdicas, recreativas y deportivas proporciona espacios para fomentar hábitos y valores que fortalecen la voluntad para alcanzar una mejor salud física, equilibrio psicosocial y, por consiguiente, una adecuada calidad de vida.

          Palabras clave: Educación Física. Valores. Actividad física. Deporte.

 

Abstract

          The loss of values is one of the main leading sources of negative conducts in children and young people. This phenomenon is attributed partially to the fact fundamental social values are not taught nor promoted neither in the family or the school, nor in means where these people are developed. The primary objective of the paper is to analyze the potential of basic education in physical education and sport as a means to support and promote the development of positive social values; moreover, that their presence in the national education system contributes to the development of character, personality , and the way of thinking and acting person. The Programs of Physical Education facilitate education and the promotion of values like the tolerance and the identity, among others. The physical education, by means of the playful recreational and sport activities, provides spaces to foment habits and values that fortify the will to reach better physical health, psycho-social balance and, therefore, a suitable quality of life.

          Keywords: Physical Education. Values. Physical activity. Sport.

 

Recepción: 06/03/2015 - Aceptación: 01/07/2016

 

1ª Revisión: 19/06/2016 - 2ª Revisión: 28/06/2016

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 21 - Nº 218 - Julio de 2016. http://www.efdeportes.com/

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1.    Introducción

    Desde hace mucho tiempo, numerosos autores han venido insistiendo en la necesidad de educar en valores; son varios los estudios que han incidido en este campo y en todos ellos se hace referencia a la redundancia de esta aseveración, ya que si no se educa en valores no se está educando realmente.

    El deporte ha sido y es considerado tradicionalmente un medio apropiado para conseguir valores de desarrollo personal y social; afán de superación, integración, respeto a la persona, tolerancia, aceptación de reglas, perseverancia, trabajo en equipo, superación de los límites, autodisciplina, responsabilidad, cooperación, honestidad, lealtad, etc., son cualidades deseables por todos y que se pueden conseguir a través del deporte y de la orientación de los profesores, entrenadores y familia, de forma que estos valores se desarrollen y perduren en la persona y le ayuden a un completo desarrollo físico, intelectual y social, además de una mejor integración en la sociedad en que vivimos.

    Vivimos en una sociedad cambiante, en la que las normas o los valores se modifican y en la que los medios de comunicación tienen un enorme poder para presentar y difundir los cambios.

    Con motivo de la LOGSE se hizo un amplio esfuerzo de sensibilización en programas, cursos, grupos de trabajo, proyectos de formación, dando lugar a una toma de conciencia generalizada sobre la relevancia educativa de los valores. Sin embargo, se dejaron sin resolver graves problemas sociales y didácticos para su puesta en práctica. En unos casos quedaron como apelaciones retóricas, al no articular debidamente los modos de insertarla curricularmente. Los cambios de valores surgen como resultado de los cambios en la cultura, en la sociedad y en la experiencia personal.

    Los valores suponen una concepción de lo deseable, de lo preferible frente a lo opuesto, son preferencias obligatorias aprendidas en el proceso de socialización, donde la escuela, la sociedad, la familia, los maestros de Educación Física, los entrenadores o monitores deportivos, los medios de comunicación tienen un fuerte peso en su transmisión para que los jóvenes formen su propio autoconcepto, dado que fruto de estas interacciones y del aprendizaje social, los niños y adolescentes van interiorizando y organizando su propia escala de valores.

    Dentro del complejo de alternativas metodológicas que se proponen, podemos destacar que las que más se utilizan en el ámbito de la Educación Física son el diálogo y la reflexión. Existen estrategias para el desarrollo del juicio moral, de la comprensión crítica, et. Las más adecuadas para el trabajo desde la pista deportiva o el gimnasio son aquellas que pongan a los alumnos en situaciones de aplicar los valores en situaciones reales y les hagan reflexionar sobre ellas, ya que lo importante no es debatir y reflexionar sobre los valores, sino vivirlos aplicándolos. En cualquier caso, es relevante el papel del discurso docente en la promoción y desarrollo de los valores. Este discurso, irá enfocado a hacer reflexionar al alumnado sobre su actuación en las diversas tareas motrices desarrolladas. De todas formas no podemos evitar que el compromiso moral debe ser asumido bajo una perspectiva global, donde se implique y se responsabilicen todos los agentes de influencia (maestros, chicos, padres), dado que la sola actuación de un maestro desde el área de Educación Física difícilmente supondrá cambios significativos y permanentes en la promoción y desarrollo de los valores en el alumnado.

    Cuando se habla de la definitiva incorporación del deporte al ámbito educativo, todos los discursos coinciden en que el reto de futuro pasa por que el deporte pase a formar parte de la formación integral del niño en el centro escolar, en el barrio, y en sus zonas de influencia, desde el ocio y el tiempo libre. Dicha argumentación viene a ser recogida en el artículo 43.3 de la Constitución, que obliga a las administraciones públicas al fomento del deporte y de la práctica deportiva entre los ciudadanos, dicha práctica debe de ser, por tanto, guiada desde los principios generales que presiden a la Constitución desde su Título Preliminar (pluralismo, igualdad, solidaridad, etc.) (Constitución Española, 1978).

    Se incluye dentro del deporte escolar dos acepciones. Por un lado, el deporte en la escuela, que se va a identificar con la práctica deportiva desarrollada dentro del entorno escolar con una incidencia directa del profesorado de ésta. Por otro lado, el deporte en edad escolar que englobaría todas las actividades deportivas que el alumno realiza fuera del horario escolar (Moreno, 1998).

    Ciertamente, la utilización del deporte puede estimular sentimientos de juego limpio y subordinación de los intereses particulares a los generales, pero también en otros casos puede promocionar la insolidaridad, el desprecio hacia los otros o el deseo de victoria por encima de todo. Esta dimensión instrumental nos lleva a considerar el deporte como un medio que el profesor puede utilizar para alcanzar sus objetivos de educación moral y ética. En este sentido, muchos autores reconocen en el deporte un contexto de alto potencial educativo para la adquisición de valores y desarrollo de actitudes socialmente necesarias (Gutiérrez Sanmartín, 1995).

    Hay otros autores, que subdividen los valores en dos subgrupos: por un lado, la obtención de marca, la victoria y la superación; y por otro lado, la diversión, el entretenimiento y el mantenimiento físico. Desde este punto de vista, el deporte escolar y en edad escolar es educativo en la medida en que como maestros, además de ocuparnos de la enseñanza de los aspectos técnicos-tácticos y el desarrollo de las cualidades físicas de los alumnos, nos centramos también en transmitir valores.

    A este respecto, parece oportuno citar a Le Boulch cuando dice “un deporte es educativo cuando transmite el desarrollo de sus aptitudes motrices y psicomotrices, en relación con los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de su personalidad” (Le Boulch, 1991). Es decir, se trata no sólo de una educación por conocimientos, sino de una educación en aptitudes que configuren en el ámbito global de la personalidad del niño y que le ayuden a formarse como persona, por encima de las creencias, ideas o ideologías en que, sin ningún género de dudas, se pueden ver inmersos (Seirul·lo, 1995). De ahí que el deporte bien utilizado puede enseñar resistencia, estrategias de juego, habilidades básicas, coordinación, estimular el juego limpio y el respeto a las normas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses propios a los del grupo, y mal utilizado, el deporte puede estimular la vanidad personal, el deseo codicioso de victoria y el odio a los rivales (Gutiérrez, 1996). Desde la perspectiva educativa, la iniciación en los deportes debe suponer la inmersión del alumno en un proceso que, mediante la propia práctica y aprendizaje deportivo, les haga crecer y desarrollarse en el plano intelectual, en el plano motor y en el plano moral y actitudinal (Velázquez, 2001).

    “Competir es una conducta humana que, por sí misma, no debe ser considerada como buena o mala, es el uso y orientación de la misma, la que puede dar uno y otro carácter” (Hernández, 1989). De aquí se puede deducir que es totalmente apropiado enseñar a competir, siempre como medio para conseguir auto superarnos o para mejorar con respecto a nosotros mismos y nunca violando los derechos de los demás en beneficio propio.

    En ese sentido, para que la riqueza de situaciones potencialmente educativas que surgen durante la práctica deportiva pueda contribuir al desarrollo moral de los alumnos, es preciso que el proceso de enseñanza deportiva se oriente específicamente en tal sentido. Es decir, las múltiples situaciones educativas que ofrece el deporte no surten efecto por sí mismas de manera automática en la formación moral del alumno, sino que es necesario dedicar intencionalmente un tiempo de clase y esfuerzo docente para promover y llevar a cabo momentos de análisis y reflexión crítica sobre las situaciones, actitudes y conductas que surgen durante el juego y sobre el significado y el valor social de las mismas y, a la vez, utilizar el juego como plataforma para evaluar en una verdadera evaluación basado en la acción (Gil Madrona, 2006).

    La educación física y el deporte han sido y siguen siendo considerados de gran potencial para el desarrollo de valores sociales y personales, aumentando de esta forma su importancia como elemento pedagógico y formativo, pero creando una serie de dilemas a los profesionales de la actividad física sobre cómo queremos que sea la Educación Física escolar y el Deporte escolar o cómo queremos que sea la práctica de esa actividad motórica en la escuela y fuera de ella, de forma que nos permita alcanzar los valores que deseamos.

    La Educación Física, por su relación con el Deporte escolar, debe promover los valores que el deporte debe y puede desarrollar; esta disciplina tiene, a través de sus contenidos y actividades, un enorme potencial para desarrollar al niño tanto física como personalmente y, de esta forma, para contribuir a la mejora de la persona. Las prácticas que se organicen deben buscar el desarrollo integral, el desarrollo del cuerpo y la mente, de la autoestima, el sentido ético y moral, de responsabilidad, de autonomía, de superación y de relación y de aceptación de las normas, de cooperación, etc., y todo esto en un clima lúdico y de disfrute. En las clases de Educación Física, el niño debe aprender a competir, resolver problemas, dialogar, superarse, ganar y perder, sin menospreciar a los que lo hacen y disfrutar de la práctica como elemento formador, integrador y emancipador.

    El deporte puede utilizarse con buenos y malos propósitos. Bien aplicado, puede enseñar resistencia y estimular un sentimiento de juego limpio y un respeto por las reglas, un esfuerzo coordinado y la subordinación de los intereses personales a los del grupo. El deporte, por tanto, engloba un amplio repertorio de símbolos, valores, normas y comportamientos que lo identifican y diferencian con nitidez de otras prácticas sociales (Arnold, 1991)

    Gutiérrez (1995), en su obra “Valores sociales y deporte”, propone un modelo para el desarrollo y promoción de valores sociales y personales a través de la actividad física y el deporte, en el que se contemplen todos los estamentos susceptibles de ejercer algún tipo de influencia sobre la formación del esquema de valores de cada persona. Cada persona, en función del rol que le corresponde, asume su papel: los padres, los deportistas, los organizadores y los profesores y entrenadores, asumiendo el compromiso de su función, la educativa, ya sea deportiva o general, teniendo siempre presente el repertorio de valores que una sociedad pluralista, de respeto y orientada hacia la igualdad, demanda.

    El objetivo que persigo a través de este artículo es analizar el potencial que tiene en la educación básica la educación física y el deporte, como medios para apoyar y promover el desarrollo de valores sociales positivos

2.     Metodología para educar en valores a través de la educación física

    Este apartado es iniciado con la idea de que la metodología es toda actuación del profesor en el proceso enseñanza-aprendizaje con la intención de educar y enseñar (Delgado, 1991) y los profesores deberemos utilizar estrategias y métodos pedagógicos, entendidos como los caminos, vías o procedimientos para alcanzar algún fin, en este caso, que nos permitan educar a los alumnos en valores a través de las sesiones de educación física, pues los valores no se transmiten de cualquier forma, sino que es necesario programar y utilizar una estrategia pedagógica adecuada. Teniendo en cuenta esto, se deduce que “la forma en que el profesor presenta y trata los contenidos deportivos en el área de educación física influye significativamente en la promoción y desarrollo de los valores”. (Guerra y Pintor citados por Gómez, 2005).

    “La misión del profesor no es sólo instruir en un cuerpo de conocimientos más o menos científicos, sino coadyuvar para que el educando descubra por sí mismo los valores y las herramientas que les permitan poner en práctica otros nuevos. (…) el profesor debe sugerir, facilitar o contribuir a crear las condiciones que hagan posible que el educando acceda al conocimiento de valores por medio de su experiencia” (Cerrillo, 2003). “El profesor que se propone transmitir valores se convierte en un mediador necesario entre la sociedad y el individuo y no es un mero transmisor de contenidos” (Cerrillo, 2003).

    Algunas estrategias metodológicas generales que los profesores deberán tener en cuenta en las clases de educación física con el propósito de educar en valores a sus alumnos son las siguientes:

    Según Gutiérrez Sanmartín, también “existen algunas estrategias metodológicas, que aunque no han sido diseñadas específicamente para el contexto del la sesión de educación física o práctica deportiva, sino para el contexto educativo en general, pueden ser estrategias susceptibles de utilización para el favorecimiento y desarrollo de valores personales y sociales a través de la educación física y el deporte” (Gutiérrez, 1998).

    “Estrategias de autoconocimiento: mediante esta técnica se pretende ayudar a los alumnos a que realicen un proceso de reflexión y se hagan conscientes y responsables de aquello que valoran, aceptan y piensan; que sean conscientes de sus propios valores y actúen de acuerdo a ellos; que adquieran procesos de autoconocimiento y expresión de valores (Pascual citado por Gutiérrez, 1998). (…) Los alumnos deben ser capaces de expresar sus propios puntos de vista y comprender las opiniones de los demás, y esto ayudará a clarificar los valores personales y a comprender la diversidad social del grupo. (…) El papel del profesor aquí es fundamental para que los alumnos haciendo referencia a experiencias concretas, alcancen sus propias posturas valorales, para ello debe esforzarse en hacer que los alumnos manifiesten sus valores, aceptando sus creencias, pensamientos, sentimientos sin que se sientan juzgados (Gutiérrez, 1998). (…) El profesor deberá plantear problemas y generar cuestiones para que mediante su resolución los alumnos vayan clarificando el propio sentimiento de sus respuestas. Una manera de poner en práctica las estrategias de autoconocimiento por parte del profesor, que actuará como dinamizador del grupo, es lanzando preguntas a los alumnos tales como: ¿te gusta esa idea?, ¿es algo que tú has escogido?, ¿has pensado en la importancia de esta elección?, ¿harías lo mismo en otras circunstancias?, etc. (Hers y Marín citados por Gutiérrez, 1998).

    “Estrategias para el desarrollo del juicio moral: esta técnica trata de que los alumnos analicen y discutan dilemas morales, adoptando una postura respecto a la acción a tomar, ser capaces de razonarla y de someterla a discusión con los demás. Esto ayudará a tomar conciencia de los principales problemas éticos que padece el mundo físico-deportivo, además de posibilitar el desarrollo de actitudes de respeto y tolerancia hacia el resto de compañeros. (Cantillo, Domínguez, Encinas, Muñoz, Navarro y Salazar, citados por Gutiérrez, 1998). (…) Una forma de poner en práctica los dilemas morales, será analizando acciones que se hayan producido en las clases prácticas de educación física dando lugar al establecimiento de un compromiso ético que se traduzca en actuaciones prácticas concretas” (Gutiérrez, 1998).

    “Estrategias orientadas al desarrollo de competencias autorreguladoras: estas estrategias están orientadas a la autorregulación de la conducta de acuerdo con el proceso comportamental, siendo cada alumno el responsable máximo de su conducta (Buxarrais, Martínez, Puig y Trilla, citados por Gutiérrez, 1998). Se debe conseguir la autoobservación por parte del alumno para que éste, pueda llegar a analizar su comportamiento, con sus causas y efectos, reforzando y favoreciendo la motivación de los mismos. Se trataría pues de que los alumnos reflexionen en las sesiones de educación física sobre su conducta y sobre las consecuencias de la misma en relación con sus compañeros de clase, de juego o equipo” (Gutiérrez, 1998).

    “Estrategias para el desarrollo de la perspectiva social: mediante esta técnica se ofrece a los alumnos la posibilidad de educarse en valores como la tolerancia, el respeto y la solidaridad, a través del contacto de opiniones, sentimientos e intereses distintos a los propios. Se pretende estimular la participación en el grupo y solucionar conflictos individuales o interpersonales. Se puede poner en práctica en las sesiones de educación física a través de dramatizaciones recalcando la expresión de diferentes posturas y puntos de vista, haciendo ver a los alumnos que hay que dialogar para llegar a un entendimiento, relacionando y coordinando las distintas perspectivas, sin olvidar la postura personal” (Gutiérrez, 1998).

    “Estrategias para el análisis de temas moralmente relevantes: tiene por objetivo la potenciación de la discusión, la crítica y la autocrítica, a la vez que el entendimiento entre los alumnos, los profesores y otros implicados en el problema a discutir. Tiene como base el trabajo de temas personales o sociales que suponen un conflicto de valores a partir de temas sociales o deportivos controvertidos. Se puede concretar de manera práctica en las sesiones presentado a los alumnos videos, láminas, narraciones, etc. para ser discutidos tales como la importancia de educación física y el deporte para un estilo de vida saludable, los riesgos del deporte competitivo, el comportamiento de los espectadores en los acontecimientos deportivos, etc.” (Gutiérrez, 1998).

3.     Juegos y deportes como medio para conseguir desarrollar diferentes valores y actitudes

    Debemos aprovechar los juegos y la práctica deportiva como elementos motivadores para potenciar actitudes y valores positivos en nuestros alumnos, favoreciendo el desarrollo de los mismos partiendo de las habilidades básicas hacia las específicas, llegando al final a una práctica adaptada.

    “Todas las culturas han desarrollado y usado el juego como un medio para enseñar a los niños las destrezas necesarias para la vida. El juego no está destinado únicamente a que los niños pasen el tiempo hasta que se hagan mayores y consigan un trabajo. Es el modo natural de aprender. A través del juego pueden practicar una y mil veces los comportamientos y tareas para convertirse en adultos, y este proceso es fundamental en todos los niveles de la educación” (Gorin y Steffens, 2005).

    Una de las definiciones más completas sobre el juego, es la que nos dice que se trata de una actividad u ocupación voluntaria que se realiza dentro de ciertos límites y establecidos de espacio y tiempo, atendiendo a reglas aceptadas, pero incondicionalmente seguidas, que tienen su objetivo en sí mismo y se acompaña de un sentimiento de tensión y alegría (Huizinga, 1984).

    Teniendo en cuenta esta definición, al juego desarrollado en las sesiones de educación física se le asignan una serie de características, y éstas son precisamente las que hacen que los juegos sean motivadores para los alumnos y como resultado, que puedan ayudar a los profesores a educar determinados valores en los niños: se trata de una actividad libre, totalmente voluntaria; es una actividad creativa, espontánea y original; se trata de un acuerdo social; el juego les ayuda a conocer su cuerpo y sus posibilidades y limitaciones, dotándoles de progresiva autoestima y autonomía; el juego promueve habilidades sociales sanas; ayuda a encauzar conductas agresivas; promueve la participación; ayuda a que los alumnos asuman la responsabilidad personal de sus actos y mejora la salud emocional y física.

    “Es fundamental enseñar a los alumnos a comunicarse y a resolver sus diferencias, y el juego resulta el medio ideal para ejercitarse en esas habilidades sociales, (…) pues los niños necesitan aprender pautas de comunicación productivas, realistas y efectivas para llegar a ser adultos felices” (Gorin y Steffens, 2005). “Los juegos se convierten en el marco en el que los pequeños conflictos y los grandes problemas sirven para que los alumnos aprendan las habilidades necesarias para conseguir unas relaciones personales valiosas. (…) A través de los juegos surgirá un sentimiento más amplio de responsabilidad y de vivir en comunidad, y los alumnos prestarán más atención a los demás y a ellos mismos. Cuando los alumnos juegan, se crea un sentimiento de tolerancia hacia las diferencias personales, pues podrán ver con más claridad que todos somos iguales y compartimos experiencias comunes (Gorin y Steffens, 2005).

    Los juegos cooperativos se alzan en la actualidad como uno de los medios más efectivos e importantes en educación física para la educación en valores de los alumnos, tal y como queda manifestado en la siguiente definición:

    “Los juegos cooperativos son propuestas que buscan disminuir las manifestaciones de agresividad en los juegos promoviendo actitudes de sensibilización, cooperación, comunicación y solidaridad. Facilitan el encuentro con los otros y el acercamiento a la naturaleza. Buscan la participación de todos, predominando los objetivos colectivos sobre las metas individuales. Las personas juegan con otros y no contra otros; juegan para superar desafíos y obstáculos y no para superar a los otros” (Pérez, 1998). “Las actividades cooperativas son las que se realizan de manera colectiva y no competitiva, en las que no hay oposición entre los participantes, buscando todos los mismos objetivos, independientemente del rol que desempeñen” (Velázquez, citado por De la Cruz y Lucena, 2010).

    En relación con el deporte, atendiendo a las distintas definiciones que hay, podemos decir que en todas ellas existe la presencia fundamental de tres términos: esfuerzo, competición y reglas. Pero una de las definiciones más completas que hay, nos viene a decir que el deporte supone un conjunto de actividades físicas de carácter lúdico sujeto a unas normas, bajo el aspecto de competición y que ésta deberá regirse por un espíritu noble o deportivo, que el deporte está institucionalizado y que puede llegar hasta el riesgo (Olivera, 1992).

    Algunos autores, ya lejanos en el tiempo, ya apuntaban que no se trataba de educar para el deporte como si éste fuese el coronamiento de la educación física, sino educar a través del deporte (Listello, citado por García Jiménez, 2010). Podemos deducir de estas palabras, que el deporte en sí mismo no es educativo, pero puede ser un medio para educar.

    El deporte no se convierte en educativo por el mero hecho de practicarlo, sino que los profesores deberán convertirlo en una acción óptima a través de una buena dirección, pues será entonces cuando tenga un alto poder socializador y aportará valores a los alumnos. Estaríamos aquí ante una corriente moderada, y defendida por autores como Parlebas, Olivera o Sánchez Bañuelos, en la que el primer objetivo sería el formativo y educativo, seguido del siguiente objetivo que es el lúdico y recreativo, buscando un ocio saludable y activo, siendo el tercer objetivo el de educar en la competición de un modo sano.

    “La utilización del deporte puede estimular sentimientos de juego limpio y subordinación de los intereses particulares a los generales, pero también en otros casos puede promocionar el individualismo, el desprecio hacia los otros o el deseo de victoria por encima de todo. Esta visión instrumental nos lleva a considerar el deporte como un medio que el profesor puede utilizar para alcanzar sus objetivos de educación moral y ética. En este sentido, es preciso hacer notar que muchos autores reconocen en el deporte un contexto de alto potencial educativo para la adquisición de valores y desarrollo de actitudes socialmente necesarias” (Gutiérrez citado por Gil y colaboradores, 2008).

    Actualmente la educación física debe abordar los deportes desde una posición moderada, aceptando los beneficios que aporta el mismo tanto a nivel físico, como intelectual y en el caso que nos ocupa, de transmisión de valores personales y sociales, pero sin olvidarse de que ciertamente desde los medios de comunicación se advierten valores competitivos y juego sucio, debiendo procurar entonces colaborar en el desarrollo armónico y potenciar los valores de los alumnos (Blázquez, 2010).

    El deporte implica competición, pero no por ello se debe eliminar la competición deportiva de las sesiones de educación física, sino que se deberá buscar el equilibrio con el factor lúdico, motriz, así como la transmisión de valores éticos y morales como el compañerismo, el afán de superación, el espíritu noble, el espíritu de lucha, el saber encajar tanto las derrotas como las victorias, etc. (Hernández citado por Gil y cols., 2008).

    Los profesionales de la educación física debemos considerar los aspectos positivos del deporte, como la capacidad de cooperación, el trabajo en grupo, el respeto a los adversarios, la aceptación de normas, la adquisición de hábitos y posturas correctas, en los que el carácter pedagógico y el lúdico-recreativo sean los ejes vertebradores sobre los que repose el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumnado.

    Con todo lo expuesto en este apartado, tanto profesores como alumnos debemos concienciarnos de que los juegos y deportes van mucho más allá de su mera práctica, pues el trabajo de los mismos en las sesiones de educación física a través de un buen planteamiento, hará que se obtengan beneficios a nivel físico, cognitivo, social y personal, propiciando que los alumnos desarrollen actitudes de tolerancia, de esfuerzo, de respeto hacia los demás y hacia sus propias posibilidades y limitaciones, juego limpio y a saber relativizar los resultados y el éxito o la derrota.

4.     Conclusiones

    La metodología es toda actuación del profesor en el proceso enseñanza-aprendizaje con la intención de educar y enseñar, y los profesores deberemos utilizar estrategias y métodos pedagógicos, entendidos como los caminos, vías o procedimientos para alcanzar algún fin, en este caso, que nos permitan educar a los alumnos en valores a través de las sesiones de educación física, pues los valores no se transmiten de cualquier forma, sino que es necesario programar y utilizar una estrategia pedagógica adecuada. La intervención didáctica es cualquier actuación del maestro con la intención de enseñar o educar, el papel de éste incidirá en el desarrollo psicológico influyendo así en la formación integral y en el desarrollo personal de los alumnos. Los maestros somos modelos para nuestros alumnos, y en gran medida muchos de los valores que adquieran los alumnos los aprenderán de sus profesores. La formación del alumnado será más coherente si existe coherencia entre las ideas, valores, normas y actitudes del profesorado y lo que quiere transmitir. Para educar en valores a los alumnos, se deberá poner en práctica una metodología específica para ello, en la que se utilicen estrategias y métodos acordes para el cometido que pretendemos.

Bibliografía

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