Desarrollo de las habilidades motrices básicas en niños de 1-5 años en educación inicial Development of basic motor skills in children 1 to 5 years in early childhood education |
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*Docentes de la Universidad de Cuenca **Egresada de la carrera de Cultura Física de la Universidad de Cuenca (Ecuador) |
Jorge Barreto-Andrade* Teodoro Contreras-Calle* Valeria Icaza-Samaniego** |
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Resumen El movimiento es inherente al ser humano, y en la etapa infantil, expresado fundamentalmente en el juego en todas sus manifestaciones, considerando que el hombre está en movimiento incluso antes de nacer, en el vientre materno. Es así como, varios autores sostienen la importancia de dar una atención prioritaria al movimiento en la etapa de educación infantil, en la cual, el niño va a ir experimentando y vivenciando a través de su cuerpo lo que acontece a su alrededor. Por lo que, mientras más rica y variada sean los espacios y materiales de aprendizaje, más rica será la vivencia del niño, contribuyendo de forma significativa a su desarrollo motriz y sentando las bases de la motricidad, lo cual, coadyuvará al fortalecimiento de las otras capacidades de la personalidad del infante. El objetivo del presente artículo es resumir las distintas teorías sobre la importancia del movimiento humano en el desarrollo del niño. Palabras clave: Habilidades motrices básicas. Habilidades motoras. Motricidad. Educación Física infantil.
Abstract The movement is inherent in human beings, and in the infant stage, expressed mainly in the game in all its manifestations, considering that man is moving even before birth, in the womb. Thus, several authors argue the importance of giving priority attention to movement in the early childhood education, in which the child will be experimenting and experiencing through your body what happens around them. So, the more rich and varied are the spaces and learning materials, the richer will be the experience of the child, contributing significantly to their motor development and laying the foundations for the motor, which, help to strengthen the other capabilities personality of the infant. The objective of this paper is to summarize the different theories about the importance of human movement in the child's development. Keywords: Motrices basic skills. Motor skills. Motricity. Child Physical Education.
Recepción: 09/05/2016 - Aceptación: 29/06/2016
1ª Revisión: 14/06/2016 - 2ª Revisión: 25/06/2016
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 21 - Nº 218 - Julio de 2016. http://www.efdeportes.com/ |
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1. Introducción
El niño de 0 a 6 años, en el contexto de la Educación Física (EF), halla en su cuerpo y en el movimiento, las principales vías que le permiten entrar en contacto con la realidad que lo rodea, adquiriendo así, los primeros conocimientos del mundo en el que crece y se desenvuelve íntegramente en sus aspectos físico, social y cognitivo, es decir, a través del desarrollo de las habilidades motrices (López & López, 2012; Gil, Contreras, Díaz, & Lera, 2006). Por lo que, el continuo y sistemático descubrimiento del propio cuerpo y la experimentación y exploración de una multitud de sensaciones y posibilidades de acción y funciones corporales, constituirán el arsenal vivencial necesario, sobre el cual se vaya construyendo el pensamiento infantil. Igualmente, las relaciones afectivas establecidas durante el desarrollo de la actividad motriz, principalmente en el juego, serán fundamentales para su crecimiento emocional (Gil, Contreras, Díaz & Lera, 2006).
Así, el movimiento es considerado como la primera forma imprescindible para la comunicación humana. Entendiéndose al desarrollo motor, como los cambios producidos en la conducta motora, que reflejan la interacción del organismo humano con el medio y, que parten de las conductas motrices innatas. Es decir, que “a través del cuerpo se conoce, se expresa, se maneja el contexto (de manera real, simbólica o representada), y como consecuencia, se relaciona o interactúa (con el mundo material y humano)” (Berruezo, 2000). De este modo, el hombre nace con una serie de movimientos y actos reflejos registrados en nuestros genes. Este mapa motriz, poco especializado y rudimentario, va generando conductas motoras cada vez más complejas, especializadas y propias de cada entorno físico, social y cultural. Por lo que, el desarrollo motor influirá significativamente en el crecimiento general del niño, primordialmente en el periodo inicial de su vida. Asimismo, su ritmo de progreso viene dado por la influencia conjunta de los procesos de maduración, de aprendizaje y las influencias externas (López & López, 2012). A decir de autores como González-Rodriguez (2001) y Berruezo (2000) la aparición de los movimientos fundamentales, en las diferentes etapas evolutivas del niño, depende en gran medida de la maduración del sistema nervioso (proceso de mielinización y la gran plasticidad neuronal), por la influencia de las condiciones de vida y de educación.
Según Martinez & Franco (2008), en la motricidad se “pone en diálogo al cuerpo y a la corporeidad, al homínido y al humano, al movimiento y a la motricidad, al ser y al poder ser, al pensar y al hacer, al sentir y al relacionar”. Sostienen además, que es importante considerar al niño como una unidad psico-afectivo-motriz, teniendo en cuenta sus intereses y motivaciones, aprovechando su forma activa de aprender, facilitándole los medios que requiere para ir descubriendo y eligiendo, por sí mismo, las diversas posibilidades de acción… Lo cual significa, ser competente desde un punto de vista motriz, para producir múltiples y variadas respuestas, considerando que la creatividad motriz mantiene lazos de relación significantes con la competencia motriz. De ahí, que sea necesaria ser estimulada en el ámbito educativo, facilitando y afianzando los logros que posibilitan la maduración del control del cuerpo (desde el mantenimiento de la postura y los movimientos amplios y locomotrices, hasta los movimientos precisos) que permitan diversas modificaciones de acción, y al mismo tiempo, favorecer al proceso de representación del cuerpo y de las coordenadas espacio-temporales en las que se desarrolla la acción.
De acuerdo a Benédico (2006) la motricidad debe ser concebida como las interacciones que el ser humano establece con su medio para comprenderlo y evolucionar, así, “la motricidad del ser humano, a diferencia de la de otros seres vivos, es una motricidad creativa, comunicativa y transformadora”.
Sin embargo, Benjumea (2004) manifiesta que la motricidad es concebida como un fenómeno interdependiente de los procesos humanos, constituyéndose en su forma de expresión, como acto consciente e intencionado, con características neuro-cibernéticas que incluyen factores subjetivos, convirtiéndose en un proceso de complejidad humana: cultural, simbólico, social, volitivo, afectivo, intelectual y motor. La motricidad asume, como uno de sus componentes, el movimiento (entendido como ejecución mecánica) pero, lo trasciende a fenómenos más integrales y complejos en la comprensión del ser, debido a que la motricidad es una expresión potencial del ser humano, quien, por medio de las expresiones motrices, desarrolla la capacidad de relacionarse consigo mismo, con los otros y con el mundo físico, transmite y recrea valores determinados cultural, geográfica, política e históricamente.
Para Frosting & Maslow (1984) el uso exclusivo de ejercicios estructurados tiende a sofocar la creatividad de los niños, llevándoles a ejecutar tareas de manera mecánica, por lo que, el papel de los educadores debería ser estimular la creatividad de los niños, animándoles a usar sus cuerpos libre y espontáneamente, como medio de expresión y, no exigirles respuestas mecánicas.
Respecto a la metodología de enseñanza que debería ser utilizada en esta etapa Madrid (2006) manifiesta, que debe ser fundamentalmente lúdica, imaginativa y vivencial, cuyo propósito es estimular el potencial creativo de los alumnos. Mientras que Gil, Contreras, Gómez & Gómez (2008), sostienen que el objetivo general de la educación infantil es “estimular el desarrollo de todas las capacidades físicas, afectivas, intelectuales, sociales y morales…”.
En la actualidad, la EF ha ampliado sus responsabilidades, desde potenciar las condiciones físicas básicas o el desarrollo de determinadas destrezas, hasta atender otros aspectos como: lo afectivo, lo cognitivo, lo tónico-emocional1 y lo simbólico, vislumbrando de esta forma, la globalidad de la conducta, analizando los factores perceptivo-motores, físico-motores y afectivos, en los que incidirá la intervención desde la motricidad. Considerando además, el problema social ligado a la salud, el excesivo sedentarismo en los jóvenes, resulta imprescindible entonces que, en los diferentes contextos, se tenga en cuenta la imperiosa necesidad de movimiento en la infancia y se consoliden hábitos de actividad física, desde los primeros años de vida (Gil, Contreras, Gómez & Gómez, 2008).
Así mismo, la EF debe ocupar el puesto que le corresponde en la estructuración de una educación de calidad, pues tiene su propia importancia y contribución a la misma, logrando especial relevancia en determinadas etapas educativas, debido a que busca el desarrollo armónico del cuerpo, como medio o como instrumento, de gran valor para alcanzar la madurez humana, la armonía, un auto-concepto positivo y una razonable autoestima. Por lo que, una cantidad apropiada de clases de EF y de actividad física, no solo pueden enriquecer la vida de los niños, sino, contribuir al desarrollo físico, social y cognitivo. De ahí que, el desarrollo la EF en los años preescolares, tenga una significativa importancia en nuestra vida (Gil, Contreras, Gómez & Gómez, 2008; Gil Madrona, 2005).
Según Medrano Mir (1997), el desarrollo psicomotor de 0 a 6 años, debe ser entendido como algo que el niño va produciendo, a través de su actuación sobre el entorno y ser cada vez más competente. En este sentido, el propósito del desarrollo motor es lograr el dominio y control del propio cuerpo, hasta alcanzar todas sus posibilidades de acción, la cual se manifiesta a través de la función motriz, que está constituida por movimientos orientados hacia la creación de relaciones entre el niño con el mundo que le rodea, desde los reflejos del recién nacido, hasta la coordinación de los grandes grupos musculares que intervienen en los mecanismos de control postural, equilibrios y desplazamientos (Gil, Contreras, Gómez & Gómez, 2008). Se afirma también que, otros autores sostienen que el desarrollo psicomotor del niño, está entre lo físico-madurativo y lo relacional, produciéndose una interacción y una estimulación, en el cual intervienen dos componentes, uno externo, como es la acción y uno interno, como es la representación del cuerpo y sus posibilidades de movimiento. Sostienen también, que la propuesta pedagógica de la EF, en educación infantil, debe tener la característica de interdisciplinar y global, dirigida al desarrollo integral del niño, reconociendo varios componentes o factores:
Perceptivo-motores, destinado a la orientación y percepción del espacio y el tiempo.
Físico-motores, se adquieren patrones motores y de las habilidades motrices básicas.
Afectivo-relacionales, patrón de comportamiento.
Esquema de los contenidos de la EF en Educación Infantil
(Gil, Contreras, Díaz & Lera, 2006)
Para involucrar a los niños en conductas motrices concretas en sus propósitos, es necesaria e imprescindible la manipulación intencionada de los ambientes de aprendizaje, mediante la organización de espacios y materiales, promoviendo una riqueza vivencial. Así mismo, la acción, la experimentación, el juego y la interacción de los niños con sus compañeros y con el adulto, en un ambiente distendido y afectuoso, serán factores y recursos esenciales que coadyuven al crecimiento personal (Gil, Contreras, Gómez & Gómez, 2008).
Las tareas fundamentales de la escuela infantil, según Gil, Contreras, Díaz & Lera (2006) serían: asistir el desarrollo infantil en sus variadas funciones y vertientes; compensar los posibles desequilibrios de origen familiar y social; y, actuar como espacio en el que se promueva nuevas formas de encuentro entre los niños. Además, debe facilitar al niño una amplia gama de estímulos y oportunidades polivalentes, una institución formativa organizada como una red de aprendizajes cognitivos-intelectuales, ético-sociales y físico-expresivos.
Mientras tanto autoras como González & Béquer (1986) sustentan que las Instituciones de Educación Infantil, deberían priorizar y prestar mayor atención a la educación del movimiento desde las primeras edades, lo que garantizaría un consecuente y oportuno desarrollo físico y mental del niño. Señalando además, que los objetivos de la EF deben organizase para cada grupo etario, considerando las características físicas y psíquicas del desarrollo del niño.
Asimismo, García Nuñez & Berruezo (1999) expresan que, la educación infantil debe facilitar y afianzar los logros que posibilita el proceso de adquisición de control sobre el cuerpo, desde el mantenimiento de la postura y la realización de movimientos amplios y locomotrices, hasta la ejecución de movimientos precisos, favoreciendo al proceso de representación del cuerpo y de las coordenadas espacio-temporales en las que se desarrolla la acción. Por otra parte, Gil, Contreras, Díaz & Lera, 2006) sostienen que la motricidad se enfoca hacia el desarrollo del equilibrio, la lateralidad, la coordinación de movimientos, la relajación y la respiración, la organización espacio-temporal y rítmica, la comunicación gestual, postural y tónica, la relación del niño con los objetos, con sus compañeros y con los adultos, el desarrollo afectivo y relacional, la socialización a través del movimiento corporal, y la expresividad corporal que requiere el niño para el control de su motricidad voluntaria.
Según Bolaños & Woodburn (2009), la EF debe ser concebida como un programa de actividades físicas de movimiento, escogidas de acuerdo a las características de los escolares, para que puedan satisfacer sus necesidades y estimular el desarrollo de sus destrezas básicas motoras, en un ambiente natural, sano y placentero, sin olvidar la influencia de esas actividades en los aspectos socio-afectivos y cognitivos.
En referencia a los objetivos de la EF en las edades tempranas (l, 2 y 3 años de vida), González & Béquer (1986) indican que el objetivo debe orientarse al desarrollo postural del niño. En el primer año, los movimientos inicialmente contribuyen a compensar la hipertonía muscular, propia del lactante (gimnasia pasiva, luego activa y manipulaciones sencillas de masaje), que coadyuvaran a lograr procesos coordinados integrados que evidencie una calidad estructurada del movimiento.
En el segundo año de vida, el niño adopta la posición bípeda y, el propósito primordial es enseñar al niño a caminar manteniendo una buena postura, educar el sentido del equilibrio, la coordinación de los movimientos.
La principal diferencia entre los grupos citados y los grupos posteriores (3, 4 y 5 años de vida) radica en que, en el primero y segundo año, el movimiento lo dirige directamente el pedagogo, ejerciendo el papel activo durante la actividad. Mientras que la edad preescolar, por la mayor independencia y posibilidades de imitación del niño, el pedagogo realiza los ejercicios conjuntamente con ellos.
Finalmente González & Béquer (1986) expresan que, en esta etapa se interrelacionan, en mayor grado, la música y el movimiento, que la ejecución de ejercicios al compás de la música, constituye la forma más efectiva de creación en los niños, la comprensión correcta del carácter del movimiento, formando en ellos representaciones auditivas, el sentido del ritmo y del timbre. Así, la tarea fundamental sería organizar actividades de movimiento con acompañamiento musical, con el propósito de lograr una mayor coordinación motriz, contribuyendo a una educación postural correcta y a facilitar la mímica del movimiento. Dado lo anterior, es vital realizar una actualización teórica, como objetivo central, de la importancia que reviste el ejercicio sobre el desarrollo del niño.
2. Clasificación de las habilidades motrices básicas
La EF no debería considerarse únicamente como una lección recreativa, a decir de Bolaños & Woodburn (2009), sino como el momento y espacio ideal, en el qué, todos los niños tengan la oportunidad de aprender a explotar su cuerpo, como un medio para el mejoramiento de su salud física y mental, debido a que, el aprendizaje y el dominio de las destrezas motoras, le posibilitarán una mejor calidad de vida en el presente y el futuro.
Asimismo, López & López (2012) sostienen que la habilidad motriz en EF es “una serie de acciones motrices que aparecen de modo filogenético en la evolución humana, tales como reptar, andar, marchar, correr, trepar, girar, saltar, lanzar, recepcionar, etc…”.
Tomado de Bolaños & Woodburn (2009)
Tomado de Bolaños & Woodburn (2009)
Las destrezas generales exigen cualidades físicas necesarias para el desarrollo motor óptimo en las edades escolares: el equilibrio, la coordinación y el sentido rítmico (Giblin, Collins, & Button, 2014), las mismas que son inherentes a todo movimiento eficaz del ser humano y, por lo tanto, se consideran la esencia de todas las destrezas motoras. El desarrollo de estas depende de la cantidad y variedad de vivencias y conocimientos previos experimentados, además de los factores genéticos (Bolaños & Woodburn, 2009) presentan dos grupos de destrezas específicas: las locomotoras y las manipulativas (León, Calero, & Chavez, 2014). Considerando que las destrezas generales buscan el desarrollo de las cualidades físicas, mientras que las específicas se utilizan en situaciones particulares de juego.
Tomado de Bolaños & Woodburn (2009)
Estos mismos autores, expresan que, las destrezas cognitivas, desde la perspectiva didáctica, se dividen en dos tipos: el primero comprende el conocimiento sobre sí mismo y se relaciona con los aspectos motores, el segundo, se refiere al conocimiento del ambiente. Indicando además, que el objetivo de estas destrezas es, primeramente desarrollar y ampliar el vocabulario del alumnado, y permitir la transversalidad de los conocimientos de unas áreas con otras. Respecto a las habilidades socio-emocionales, sostienen que son fundamentales en la vida de los niños, debido a que, para la mayoría de ellos, lo más relevante y agradable en la vida, es jugar. Además, que mediante las actividades físicas y los juegos, se fomenta el desarrollo de hábitos, de conductas y de actitudes positivas (Bolaños & Woodburn, 2009).
2.1. Desarrollo evolutivo de las habilidades motrices
Según Piaget (1936) el niño piensa, aprende, crea y afronta sus problemas mediante la actividad corporal, de ahí que Arnaiz (1994) manifieste que esta etapa sea un período de globalidad irrepetible, que desde un contexto educativo tipo psicomotor debe ser aprovechada, mediante “una acción pedagógica y psicológica que utiliza la acción corporal, con el fin de mejorar o normalizar el comportamiento general del niño, facilitando el desarrollo de todos los aspectos de la personalidad” (Gil, Contreras, Díaz & Lera, 2006).
En este sentido, existen estudios que aseguran que la conducta humana está estructurada por ámbitos o dominios, que están en interacción constante, así:
El dominio afectivo: los afectos, los sentimientos y las emociones.
El dominio social: el efecto de la sociedad, de la relación con el ambiente, los compañeros y los adultos, las instituciones y los grupos, en el desarrollo de la personalidad del niño.
El dominio cognoscitivo: el conocimiento de los procesos del pensamiento y el lenguaje.
El dominio psicomotor: los movimientos corporales, su concienciación y control.
El carácter y la naturaleza lúdica, propia de la EF, nace del instinto natural del niño hacia el movimiento y de la satisfacción, que a este, le provocan las experiencias motoras vivenciadas con su cuerpo, lo que implicaría, que las destrezas motoras aprendidas a temprana edad, son las que se empleará en la vida adulta.
Tomado de Gonzalez (2003)
2.2. La evaluación de la Educación Física infantil
El término evaluación como indica Geiler (1998) provoca muchas reacciones, según sus connotaciones. Que evaluar significa valorar, establecer un criterio de valor acerca de algo, que en este sentido, se evalúa para apreciar; para darle un valor a una realidad determinada, buscando comprenderla; hallar los errores y superarlos; o verificar los aciertos. Continúa manifestando que la intencionalidad de la evaluación, desde la perspectiva epistemológica, nos induce hacia dos paradigmas opuestos: uno con enfoque cuantitativo, cuyo propósito es observar un fenómeno con la mayor objetividad posible, mediante la utilización de instrumentos de medición. El otro que tiene un enfoque cualitativo, cuyo propósito es indagar sobre una realidad contextualizada, considerando los aspectos dinámicos y cambiantes de dicha realidad.
Mientras tanto, García (1995) hace referencia a la evaluación de indicadores para evaluar competencias en el niño, como: competencia cognitiva (conocimientos, destrezas...), competencia afectiva (seguridad, autoconcepto, satisfacción, independencia...), competencia escolar (adaptación a las demandas escolares de 1º), competencia social (amistad, participación, competencia social) que dependerán de la edad del niño. Por su parte, Gil (2004), ante la pregunta ¿Qué evaluar? incluye:
Aspectos relacionales: las relaciones afectivas que el niño establece durante la escolaridad tanto con los compañeros como con los maestros.
La adaptación del niño a la escuela.
Actitudes, valores y normas que incluyan aspectos que resalten su madurez, su afectividad y sus emociones personales y sociales.
Desarrollo motor y conductas motrices del niño de 0 a 6 años.
Mientras Aguirre (1996) citado por Ruiz (2012) pregunta ¿Para qué evaluar?, indicando que la evaluación debe estar en consonancia directa con el desarrollo motor del infante, respondiendo:
Para conocer el desarrollo neuro-motriz del niño.
Para conocer el nivel de partida o de situación.
Para obtener datos referenciales.
Para analizar las diferentes cualidades personales.
Para hacer una valoración del trabajo realizado.
Para ajustar y modificar el diseño.
Para valorar el trabajo docente.
Para informar a los padres de una realidad de sus hijos.
Considera además este autor que, la valoración debe atender el aprendizaje como: un proceso neural, un cambio evolutivo en el rendimiento motor, derivado de la práctica y la experiencia.
2.3. Formas e instrumentos de evaluación de las habilidades motrices
La evaluación en el área de EF, en el nivel inicial, nos hace reflexionar sobre el: qué, porqué y para qué se enseña (Astin, 2012), de ahí que, sea necesario e importante por ello, es importante y necesario valorar, cuáles son las habilidades que los niños ya poseen y, cuáles son el fruto de la enseñanza intencional planificada en la escuela, lo cual, ayudará a aclarar y a tener presente qué contenidos se enseñaron y qué se evaluará (Geiler, 1998).
De ahí que, un programa educativo bien estructurado, desde las primeras edades, puede contribuir notablemente al desarrollo de las habilidades motrices, debiendo tener, como punto de partida, conocimiento pleno de qué hace el niño(a) en cada edad, las condiciones reales de su entorno y, las causas por las qué, un grupo de edad se comporta de determinada forma (Calero & González, 2014). A decir de Gonzalez (2003), esto significa tener una referencia del comportamiento y evolución del niño/a en cada edad, poseer un instrumento, para que tanto educadores como padres, puedan intervenir a tiempo en el desarrollo del pequeño/a.
Al confeccionar un sistema instrumental para una investigación y obtener un resultado, que facilite el conocimiento de las características del niño por edades, se da solución a dos conflictos básicos dentro de la metrología: el qué y con qué medir (Gonzalez, 2003; Colley, Janssen, & Tremblay, 2012), señala que en la actualidad existe una gran diversidad de baterías de medición, y agrupa quince baterías en cuatro grupos, considerando las que más relación tenían con la edad y sus intereses.
Tomado de Gonzalez (2003)
En el primer grupo se encuentran tests, cuyo interés está dirigido a conocer la lateralidad del niño (dominio de izquierda y derecha). En el segundo grupo se apilan pruebas, cuyo propósito es determinar el grado de desarrollo desde la perspectiva: cognitiva, afectiva, motriz y social (Gesell adiciona el aspecto adaptativo). El tercer grupo denominado pruebas de psicomotricidad, se encuentran ítems dedicados fundamentalmente a la relación espacio-temporal, al conocimiento y dominio del cuerpo y también la lateralidad. En el cuarto grupo se concentran pruebas dirigidas al desarrollo motor.
De acuerdo a lo señalado por Ministerio de Educación del Ecuador (MINED, 2014) las técnicas de evaluación son las que permiten obtener información sobre el proceso de desarrollo y aprendizaje de los niños, su contexto familiar y social, sus gustos e intereses, etc. Las técnicas a utilizar en este nivel educativo entre otras son:
La entrevista: se trata de un diálogo amable y empático para crear un clima de confianza y obtener la información necesaria para conocer al niño en su contexto, se realiza a los padres de familia o a los adultos responsables de los niños.
La observación: puede ser libre o espontánea y la planificada, se utiliza cuando se desea evaluar algún comportamiento específico, destreza, habilidad, actitudes.
El diálogo: espontáneo con los niños en los diferentes momentos de la rutina.
Ruiz (2012) manifiesta que un instrumento de evaluación preestablecido puede estar descontextualizado de un grupo de niños, o ser el formato incómodo para el profesor y que, los modelos de ejecución motriz en el ámbito deportivo han sido puesto en tela de juicio por teorías contundentes como la de Sistemas Complejos, basada en la Teoría General de Sistemas (General System Theory) (Bertalanffy, 1993) citado por Ruiz (2012). Por ejemplo, si un grupo de niños uno a uno gatea, anda o corre una distancia fijada (3-5-10 metros) y, se observa el patrón motor de cada uno de ellos, podemos darnos cuenta que ninguno ejecutará igual. Entonces, ¿Cuál es el mejor modelo?, sosteniendo este autor finalmente, que no existe un modelo ideal.
Igualmente, señala que en la etapa de Educación infantil, la propia naturaleza de los niños indicarán el tipo de instrumentos a utilizar, siendo la observación sistemática, la más empleada, mediante la construcción de planillas y hojas para anotar acontecimientos significativos. Pero que no debe dejarse de lado la entrevista. Respecto al tipo de metodología, sostiene que en la metodología cuantitativa, las observaciones se reducen a números, sin llegar a analizar toda la realidad, siendo este tipo de datos más fáciles de manejar y analizar. Mientras que la metodología cualitativa (por ejemplo, una entrevista abierta) es mucho más laboriosa tanto en la recogida de datos como en su análisis. Sin embargo, que una opción intermedia más ajustada a la realidad, en el diseño de instrumentos de evaluación en educación inicial, pasaría por la utilización de planillas con escalas cuantitativas dejando siempre abierta una opción de observaciones cualitativas (Ruiz, 2012).
2.4. Marco legal: estructuración de la educación inicial en el Ecuador
Tinajero y Mustard (2011) citados en (MINED, 2014) sostienen que, garantizar experiencias positivas durante los primeros años de vida -como un ambiente familiar social estimulante y lleno de afecto, una educación inicial de calidad, un entorno lúdico, y adecuado cuidado de salud y nutrición- pueden potenciar todos los ámbitos del desarrollo infantil y tener incidencia a lo largo de la vida del sujeto.
La organización curricular de la Educación Inicial (MINED, 2014), está planteada sobre la base de tres ejes de desarrollo y aprendizaje que engloban a diferentes ámbitos propuestos para cada subnivel educativo, siendo: desarrollo personal y social, descubrimiento natural y cultural, y expresión y comunicación.
Los subniveles establecidos son:
Subnivel inicial 1, va desde los cero (0) hasta los tres (3) años, cuyo objetivo, desde el punto de vista motriz, es “explorar los diferentes movimientos del cuerpo que le permitan desarrollar su habilidad motriz gruesa y fina para realizar desplazamientos y acciones coordinados, iniciando el proceso de estructuración de su esquema corporal”.
Subnivel inicial 2, va desde los cuatro (4) hasta los cinco (5) años, cuyo propósito, desde el ámbito motriz, radica en “desarrollar la capacidad motriz a través de procesos sensoperceptivos que permitan una adecuada estructuración de su esquema corporal y coordinación en la ejecución de movimientos y desplazamientos”.
Articulación de la Educación Inicial con el Primero de EGB (MINED, 2014)
3. Conclusiones
El movimiento tiene una importancia significativa en el desarrollo del niño, debido a que es inherente al ser humano, convirtiéndose el juego, en el motor fundamental para el aprendizaje y desarrollo motriz del niño.
El niño a través de su cuerpo va descubriendo y conociendo el mundo que lo rodea, de ahí que, sea importante y necesario que exista una riqueza de los espacios y materiales a utilizar en el aprendizaje de los niños, para que sus vivencias y experiencias sean significativas. Por lo que, se debe tener especial atención al desarrollo de la motricidad en las primeras etapas de la vida, debido a que en éstas, se construye las bases de motricidad que serán utilizadas en lo posterior o vida adulta.
Los centros educativos o instituciones que tienen a su cargo a niños en edades de 0 a 6 años, deberían prestar especial atención, dentro de sus programas de intervención, a la motricidad, ya que, no solo contribuye al desarrollo de las habilidades motrices, sino además, al de las otras capacidades de la personalidad del niño…
Existen criterios que sostienen que algunas enfermedades como la obesidad y el sobrepeso, podrían combatirse con la ejecución de actividades motrices desde las primeras etapas de vida del individuo…
Nota
Tónico-emocional: la acción corporal, las modificaciones tónicas, la expresión, la actitud y el gesto, permiten expresar nuestras vivencias afectivas, nuestras emociones, pulsiones, generalmente de forma no consciente. También la intervención psicomotriz favorece esta vivencia emocional expresada a través del cuerpo, y recoge sus manifestaciones para darles un significado y, en su caso, una respuesta, también de orden tónico-emocional.
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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 21 · N° 218 | Buenos Aires,
Julio de 2016 |