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Acercamiento epistémico al proceso enseñanza aprendizaje 

y la competencia motriz en los deportes de combate

Approach epistemic to the teaching learning process and driving competition in combat sport

 

*Profesor de la Facultad de Cultura Física de la Benemérita

Universidad Autónoma de Puebla (México)

**Profesor/a Titular de la Universidad “Ignacio Agramonte Loynaz”

de Camagüey (Cuba)

MsC. Gabriel Cuautle Corona*

gabychuan@yahoo.com.mx

Dr. Alodio Mena Campos**

alodio.mena@reduc.edu.cu

Dra. Georgina Soto Senrra**

georgina.soto@reduc.edu.cu

MsC. Félix Rodríguez Pérez**

felix.rodriguez@reduc.edu.cu

 

 

 

 

Resumen

          El propósito del presente trabajo que forma parte de una investigación de mayor alcance es analizar desde un acercamiento epistémico el proceso enseñanza aprendizaje y la competencia motriz en los deportes de combate, lo cual permite ir definiendo los conceptos y categorías que se toman como referentes para la referida investigación, entre ellas las de proceso enseñanza aprendizaje, competencia motriz y deportes de combate. Se trata además de realizar una sistematización a partir de un amplio análisis documental de la información que existe sobre el tema y que puede resultar de interés para especialistas que se ocupan del mismo como entrenadores, docentes y alumnos.

          Palabra clave: Proceso enseñanza aprendizaje. Competencia motriz. Deportes de combate.

 

Abstract

          The purpose of this work which is part of a broader investigation is to analyze from an approach epistemic the teaching learning process and driving competition in combat sports, which allows defining the concepts and categories that are taken as references for this research, including the teaching learning process, driving competition and combat sports. This is in addition to systematization from a broad documentary analysis of the information that exists on the subject and which may be of interest to specialist who deals with this topic as coaches, teachers and students.

          Keywords: Teaching-learning process. Driving competition. Combat sports.

 

Recepción: 31/10/2015 - Aceptación: 12/03/2016

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 21 - Nº 216 - Mayo de 2016. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La educación tanto en su amplio sentido, la que ofrece toda la sociedad como la estricta, regida por la escuela como institución social tiene una importancia esencial en cualquier sociedad, pues ella responde a sus intereses formando y socializando a los individuos que demanda la misma. Tal importancia ha sido reconocida por la UNESCO y la OIE (Organización Iberoamericana de Educación), en sus diferentes fórum y congresos en el ámbito mundial y regional, donde se ha resaltado el papel esencial de la preparación del profesor y el alumno, en cuanto a sus competencias para lograr una educación de calidad, donde se vincule lo cognitivo con lo afectivo.

    Actualmente existen carencias de aportaciones y valoraciones tanto teóricas como empíricas sobre los deportes de combate en lo referido a cómo se enseña y cómo se aprende sobre la base de la formación en competencias, sin excluir el componente afectivo, aspectos que deben ser tenidos en consideración para la atención a su mejoramiento. En el caso del trabajo que se presenta se hace referencia en particular a la competencia motriz para los deportes de combate en particular.

    En sus profundizaciones teóricas, los autores advierten que procesos de enseñanza aprendizaje y docente educativo se emplean indistintamente, pero en el tema que se aborda generalmente se trata como proceso enseñanza aprendizaje, por lo cual se asume tal conceptualización en los deportes de combate.

    El propósito del presente artículo que forma parte de una investigación de mayor alcance es analizar desde un acercamiento epistémico el proceso enseñanza aprendizaje y la competencia motriz en los deportes de combate.

Desarrollo

    Tanto desde la consideración del proceso docente educativo como desde el proceso de enseñanza aprendizaje el concepto de lo instructivo y lo educativo no pueden verse como aspectos separados, deben ser apreciados en unidad dialéctica. El proceso de enseñanza-aprendizaje (PEA), se ha definido por diferentes autores entre ellos Castellanos (2003), Colectivo Autores (2004) y González y Barrientos (2011).

    La definición acerca del PEA según González y Barrientos (2011) expresa: “…aquel que constituye un sistema donde tanto la enseñanza como el aprendizaje, como subsistemas, se basan en una Educación Desarrolladora, lo que implica una comunicación y actividad intencionales, cuyo accionar didáctico genera estrategias de aprendizaje para el desarrollo de una personalidad integral y autodeterminada del educando, en los marcos de la escuela como institución social transmisora de la cultura” (p. 55). Esta definición es asumida por los autores por contener un carácter más integrador, desarrollador y en correspondencia con los propósitos del presente trabajo.

    La enseñanza-aprendizaje mediante modelos eclécticos y globales sobre los deportes de combate, viene siendo objeto de reflexión y desarrollo desde la segunda mitad de los años de 1980 (Terrisse, 1996; Espartero, Gutiérrez y Villamón, 2003). No obstante, existe una diferencia significativa entre la producción referida a los deportes de combate con agarre, mucho más abundante incluso que la relativa a los deportes de combate de golpeo, con una producción mucho menor. (Avelar y Figueredo, 2009, pp. 44-57)

    El proceso de enseñanza-aprendizaje en los deportes de combate desde una perspectiva global ha de promover: “…la construcción de situaciones de aprendizaje de estructuras, sino idénticas, al menos comparables” según señala (Terrisse, 1994, p. 9). Tales estructuras “comparables” son viables, entre otros aspectos para unificar un tratamiento común a los diferentes deportes de combate desde el proceso enseñanza aprendizaje, para superar la enseñanza aprendizaje específica de las diferentes modalidades.

    De hecho, “el recurso de las clasificaciones” constituye un medio que permite reagruparlas, valorando en el seno de una misma familia lo que las reúne más que lo que las separa, (…) poniendo el acento sobre los caracteres comunes o permanentes de actividades que son próximas” (Terrisse, 1994, p. 9). Los autores asumen esta posición considerando que el tratamiento metodológico de la competencia motriz puede ser similar para los diferentes deportes de combate.

    Asimismo, diversos autores presentan propuestas de iniciación a los deportes de combate en su sentido integrado y según un modelo horizontal, aunque como se ha señalado ninguna se ha investigado empíricamente. Como nexos comunes, estas propuestas presentan un hilo conductor que va desde los juegos de cooperación, las oposiciones específicos, hacia las situaciones de combate particulares de las diferentes disciplinas en ellos.

    En cuanto a las definiciones de deportes de combate, en décadas pasadas se han realizado aproximaciones como las de Moreno (1985), quien lo visualiza como el típico "deporte de adversario" pero su definición no resulta suficientemente clarificadora como para definir y caracterizar a una determinada familia o grupo de éstos.

    Un deporte de combate es según (Wikipedia, 2011), un deporte competitivo de contacto donde dos combatientes luchan el uno contra el otro usando ciertas reglas de contacto, con el objetivo de simular algunos segmentos de lo que sería un verdadero combate cuerpo a cuerpo. El boxeo, el taekwondo, las artes marciales mixtas y la esgrima moderna occidental son ejemplos de deportes de combate.

    Sintetizando lo antes expuesto los autores coinciden en que los deportes de combate son deportes de contacto, competitivos, y donde dos combatientes pelean uno contra otro, limitados y sujetos a reglas de enfrentamiento, y por lo general con equipo de protección personal, cuyo objetivo, es simular el combate real con enfoque deportivo. (Del Vecchyo, 2011)

    Se ha considerado con acierto que el profesor de educación física y/o entrenador deportivo debe planificar el entrenamiento, por extensión el proceso enseñanza aprendizaje, acorde a las reales posibilidades de su alumno, la planificación de las cargas y el tipo de ejercicio, tendrá en cuenta las características del deporte, las particularidades del período de desarrollo de sus alumnos, las condiciones de vida y educación en las que estos se desenvuelven, las características etáreas relativas a su madurez biológica, física, maduración sexual, y otras, que complejizan su quehacer pedagógico. De ello dependerá que se pueda orientar con éxito el proceso enseñanza aprendizaje en particular en los deportes de combate. (López, 2005)

    Lo antes expresado le permitirá al entrenador o profesor, valorar con mayor facilidad la inclusión del alumno en cada tipo de deporte, pues estos son indicadores que complementarán los criterios de selección para determinado deporte, contribuirá a la potenciar las aptitudes del llamado talento y lograr con ello, una mejor utilización de sus potencialidades para hacerlo más competente.

    El concepto de competencia no pertenece a un campo de estudio concreto; es así común encontrarla con calificativos diferentes como competencia social como la habilidad, para construir, acceder y mantener relaciones de apoyo importantes; como competencia intelectual, la relacionada con la eficacia al responder a tareas eminentemente cognitivas, o competencia motriz, que se refiere a cómo es la forma de actuar de los sujetos cuando tratan de solucionar una tarea motriz compleja. (Ruiz, 1995)

    Esta competencia motriz manifiesta un transcurso evolutivo y numerosos enfoques, lo que hace que los autores la hayan relacionado con un tipo de inteligencia sobre las acciones o inteligencia operativa que supone conocer: qué hacer, cómo hacerlo, cuándo llevarlo a cabo y con quién actuar, en función de las condiciones cambiantes del medio (Connolly y Bruner, 1973). Esta noción se conectaría con lo expresado por Gardner (1983) cuando indicaba la existencia de una inteligencia kinestésico-corporal en su propuesta acerca de las múltiples inteligencias.

    Ser competente en el deporte supone dominar todo un repertorio de respuestas pertinentes para las situaciones que en una elevada frecuencia, son nuevas. En palabras de French y Thomas (1987, p. 265), los sujetos competentes poseen una red semántica de conocimientos declarativos y un sistema de conocimientos procedimentales que les permite formarse con más facilidad que los menos competentes ante los planes abstractos de solución de problemas, incluso aunque puedan presentar dificultades para describir detalladamente el conocimiento procedimental empleado para solucionar dicho problema.

    La cuestión polémica que se plantea es, qué ocurre con aquellos alumnos y alumnas que no son capaces de solventar las tareas que les proponen en las sesiones de aprendizaje deportivo y que manifiestan una amplia variedad de problemas en el cálculo de las distancias y de los tiempos, además, de no coordinar de forma eficiente sus movimientos y la relación con otros compañeros en los juegos.

    Es ahí donde surge la necesidad de comprender los procesos de coordinación, y de llegar a ser competente en los deportes. En este sentido, se encuentran las aportaciones relevantes de Bernstein (1967). Este autor, aporta la clave para comprender cómo el sistema humano era capaz de hacer cooperar tantas y diferentes partes en unidades de conducta; de ahí que esta cuestión se ha conocido como el problema de Bernstein, o el problema de los grados de libertad.

    Siguiendo las ideas de Bernstein, un alumno al aprender un deporte debería ser capaz de establecer sinergias o estructuras de coordinación que le convirtiesen en un sistema controlable, y este proceso de aprender a coordinar sus acciones, pero ello, no puede ser equivalente a reproducir un mismo conjunto de órdenes nerviosas una y otra vez, sino que supone el desarrollo de una competencia (dexterity) para resolver una tarea motriz de forma diferente cada vez que la tiene que llevar a cabo. (Bernstein, 1962)

    Si se relacionan estas ideas con las emanadas de los sistemas dinámicos, el proceso de desarrollo de la competencia motriz supone, la emergencia dinámica y compleja de patrones motrices coordinados en el que interactúan de forma intensa según las características del propio alumno. De tal manera las peculiaridades de las tareas deportivas que se deben dominar y el propio contexto de aprendizaje es esencial a considerar. (Newell, 1986)

    De este modo, al practicar las diferentes técnicas deportivas y en los sucesivos ensayos, el alumno prueba diferentes soluciones hasta encontrar la más aceptable al objetivo planteado, y, en su interacción con los materiales y las exigencias de las tareas, percibirá lo que con cada material puede realizar después de un proceso de búsqueda y descubrimiento.

    Los alumnos con problemas evolutivos de coordinación motriz fallan al explorar y buscar soluciones y se quedan centrados en soluciones que no siempre es la más adecuadas para poder interactuar en el juego. Se sienten atraídos como por un imán a repetir una y otra vez aquello que les produce más satisfacción, desechan la idea de desestabilizarse para conseguir nuevos logros, por lo que el profesor tiene que sutilmente modificarlas condiciones de práctica para provocar dichas inestabilidades en un grado que no favorezca sentimientos de incompetencia.

    Esta concepción del aprendizaje está basada en una exploración activa por parte del sujeto de las posibilidades que su organismo le ofrece en un medio concreto; es un proceso de descubrimiento en el que el sujeto explora su espacio perceptivo-motor de trabajo, y en el que ensaya las soluciones y estrategias que considera que mejor se amoldan o sintonizan con dicha situación, supervisado por el docente que apoya dicho proceso organizando el contexto para su exploración.

    Tal como afirma Brousse (1993), se trata de un proceso basado “…en la progresión de la dificultad de los contenidos abordados (grado de oposición) y de la complejidad (jerarquización de las secuencias técnico-tácticas)” (p. 50). En este sentido, Molina y Castarlenas (2002, p. 43) presentan un conjunto de directrices que se consideran relevantes en el proceso de iniciación a los deportes de combate, englobando la mayor parte de orientaciones que presentan los autores antes citados: del tratamiento en gran grupo, a las propuestas de trabajo en parejas; del contacto en cooperación al contacto en oposición (controlada); de las habilidades genéricas de lucha a las habilidades específicas de la/s lucha/s; de la lucha por espacios y objetos a la lucha por alcanzar/controlar el cuerpo o alguna de sus partes; de los grandes espacios a los espacios reducidos.

    Como se puede apreciar la penúltima de estas directrices tiene que ver con el tratamiento de la competencia motriz, que se refiere a, cómo es la forma de actuar de los escolares cuando tratan de solucionar una tarea motriz compleja. (Ruiz, 1995)

    Esta competencia motriz manifiesta un transcurso evolutivo y numerosos autores la han relacionado con un tipo de inteligencia sobre las acciones o inteligencia operativa que supone conocer qué hacer, cómo hacerlo, cuándo llevarlo a cabo y con quién actuar, en función de las condiciones cambiantes del medio. (Connolly y Bruner, 1973)

    Por otra parte en relación con el concepto de competencia motriz, se han expresado varios criterios, entre ellos como un: “…conjunto de conocimientos, procedimientos, actitudes y sentimientos que intervienen en las múltiples interacciones que realiza un individuo en su medio y con los demás, y que permite que los escolares superen los diferentes problemas motrices planteados, tanto en las sesiones de educación física como en su vida cotidiana”. (Ruiz, 1995)

    El Ministerio de Educación de Jalisco, “Escuela Superior de Educación Física” la define como: “(…) la capacidad de un niño o adolescente para dar sentido a su propia acción, orientarla y regular sus movimientos, comprender los aspectos perceptivos y cognitivos de la producción y control de sus respuestas motrices, relacionándolas con los sentimientos que se tienen y añaden a las mismas, y la toma de conciencia de lo que se sabe que se puede hacer y cómo es posible lograrlo”. (MEJ, 2009). Con la competencia motriz los alumnos desarrollan sus capacidades al percibir, interpretar, analizar y evaluar los actos motrices personales, amplían diversos tipos de saberes en relación con sus acciones individuales, mejoran sus capacidades para solucionar problemas motrices de manera autónoma y exploran sus propios recursos para actuar de manera eficaz, confiada y segura.

    La competencia motriz es un proceso dinámico que se manifiesta a través del manejo que hace un sujeto de sí mismo y de sus acciones en relación con los otros o con los objetos del medio; evoluciona y cambia según la edad de la persona, sus capacidades y sus habilidades. La competencia motriz desarrolla la inteligencia operativa, que supone conocer qué hacer, cómo hacerlo, cuándo, con quién y en función de las condiciones cambiantes del medio o contexto.

    Una predicción importante para la enseñanza es que aumentando la cantidad y la variedad de experiencias motrices se recupera la riqueza cinética previa, se emplea una mayor cantidad de recursos perceptivo-motrices, se incrementan las oportunidades para practicar, y se consiguen progresivamente avances en la edificación de la competencia motriz de los educandos, por lo que aprenden el procedimiento para realizar una tarea motora (saber hacer), aplicar este procedimiento o conocimiento a diversas situaciones problemáticas o de aprendizaje (saber actuar), y con ello, asumir conductas o valores durante la realización de un juego o acción motora (saber desempeñarse).

    Progresivamente los educandos aprenden a tomar decisiones, y a explicar cómo realizaron determinada acción, así como cuáles fueron los procedimientos empleados para llevar a cabo una secuencia motriz. El alumno adquiere el sentimiento de competencia (saber actuar) y confianza sobre su capacidad de movimiento a partir del conocimiento de sus propias limitaciones y posibilidades en cada situación, aprende a reconocer lo que le es posible o no realizar, a ajustar las soluciones a las diferentes situaciones y a evaluar la consecuencia de sus acciones. Todo esto favorece el desarrollo cognitivo de los escolares desde el campo de lo motriz.

    Por otra parte las competencias motrices que se incluyen en el currículo de Educación Física son tres según Delgadillo (2009) extensibles a la Cultura Física a criterio de los autores: la integración de la corporeidad; la expresión y realización de desempeños motrices sencillos y complejos y el dominio y control de la motricidad para plantear y solucionar problemas.

    En ello, la integración de la corporeidad es la idea que se tiene de nuestro cuerpo y sus sensaciones, ya sean externas (tales como el frío, el calor, las texturas, el control de las relaciones espaciales) o internas (como el sueño, el hambre, el nerviosismo, el volumen del cuerpo y la posición del mismo). El cuerpo posee un límite, una frontera, que separa el medio interno del externo, lo cual permite que las personas se creen una imagen de sí mismas, de sus recursos y sus posibilidades.

    La expresión y realización de desempeños motrices sencillos y complejos se relacionan con el sentimiento de confianza, de saberse y sentirse competente para actuar; sobre todo, implica comprender las propias acciones de acuerdo con secuencias y decisiones. Esto responde a diversas variables que intervienen en cada situación o juego tales como: la incertidumbre derivada de las reacciones de los demás y del entorno, la iniciativa y la necesidad de confundir al adversario, y la improvisación, entre otros factores.

    El dominio y control de la motricidad para plantear y solucionar problemas supone que los alumnos enfrenten en un contexto flexible, la incertidumbre de su participación en los juegos y en la iniciación deportiva, donde se da mayor importancia a los procesos afectivos, cognitivos y motrices.

    Los autores consideran que es posible tomar como punto de partida la referida conceptualización pero la misma tiene varias limitaciones: considerar tres competencias diferentes, no contemplar lo valorativo actitudinal, no reflejar las habilidades suficientes, necesarias para el logro del desempeño motriz y no explicitar las relaciones que se producen entre los tres elementos señalados como competencia independientes. A esto se agrega que la expresión y realización de desempeños motrices sencillos y complejos, se identifican más con atributos de la competencia que con una competencia propiamente dicha.

    Los modelos relacionados con la competencia motriz se mueven entre la consideración del aprendiz como un procesador activo de informaciones relativas a las habilidades que hay que aprender y su contemplación como un sistema dinámico con dinámicas complejas, que se autoorganiza de tal forma, que va adquiriendo las formas y patrones de movimientos más adecuados para resolver los problemas motrices planteados. (Sugden y Wright, 1998; Ruiz y Arruza, 2001; Salvesberg, Davids, Van der Kamp y Benett, 2003)

    Finalmente hay que considerar el hecho de que las acciones relacionadas con los deportes de combate : “…no son en ningún momento acciones motrices generadoras de violencia, sino que por el contrario, demuestran que a través de ellas es posible conquistar otras alternativas educativas”, como establece Vergara (2001, p. 100), quien admite que un adecuado proceso enseñanza aprendizaje sustentado en lo afectivo y en lo cognitivo, facilitaría una práctica deportiva más eficiente en el contexto de las universidades y en particular en relación con la competencia motriz en los deportes de combate.

Conclusiones

    El tema acerca del proceso enseñanza aprendizaje y la competencia motriz en los deportes de combate es complejo teniendo en cuenta que dicha competencia es un eje transversal para todos los deportes y al mismo tiempo cuenta con particularidades para los deportes de combate que no están claramente definidas desde el punto de vista teórico.

    Tampoco desde la perspectiva de la competencia motriz se han definido modelos que aporten desde al punto de vista teórico a una mejor comprensión del tema objeto de análisis.

    No obstante las carencias teóricas existentes se ha corroborado que el tema ha sido tratado por diversos autores sobre cuya base se asumen conceptos relativos a proceso enseñanza aprendizaje y competencias motrices, esenciales para acometer una investigación de mayor alcance relativa a la formación de la competencia motriz en los deportes de combate.

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