Plan de intervención contra la obesidad infantil Plan intervention against childhood obesity |
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Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Graduado en Magisterio en Educación Primaria, especialidad Educación Física (España) |
Sergio Vega Talaván |
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Resumen Un 13,9% de la población de 2 a 24 años en España tienen sobrepeso u obesidad (Serra et al. 2003), y esta se debe a dos razones principales, la reducción en los tiempos de ocio activo y la dieta desequilibrada. De ese planteamiento se deduce que como docentes debemos intervenir, por un lado, enseñando a los alumnos a comer bien, a tener un ocio activo, y tratando de aumentar la practica motriz en nuestras sesiones y durante los tiempos libres que se dan en la escuela, contribuyendo con ello a reducir el sedentarismo. Palabras clave: Obesidad. Sedentarismo. Actividad física. Educación Física. Educación para la salud.
Abstract 13.9% of the population aged 2-24 years in Spain are overweight or obese (Serra et al. 2003), and this is due to two main reasons, the reduction in active leisure time and unbalanced diet. That approach follows that as teachers we should intervene, on the one hand, teaching students to eat well, to have an active leisure, and trying to increase the driving practice in our sessions and during free times given in school, thus helping to reduce physical inactivity. Keywords : Obesity. Sedentary. Physical activity. Physical Education. Education for health.
Recepción: 09/12/2015 - Aceptación: 26/01/2016
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 20, Nº 213, Febrero de 2016. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
Para desarrollar un plan de intervención contra la obesidad infantil, está claro, que lo mejor es un tratamiento multidisciplinar en el que se aúnen fuerzas de las familias, de los equipos de atención primaria, de los ayuntamientos, de los centros escolares y de cualquier otro organismo con capacidad para intervenir, pero como docentes Educación Física, nuestra labor se desarrolla en los colegios, voy a estructurar este planteamiento entorno a lo que podemos hacer desde nuestro trabajo y nuestras capacidades, intentando ser lo más realista posible para que este plan de intervención sea una ruta factible de llevarse a cabo.
Para el desarrollo de este plan, trataré de englobar las posibles actuaciones en tres apartados; qué podemos hacer en las sesiones de educación física, cómo podemos intervenir desde la educación para la salud como tema transversal y de qué forma podemos ayudar utilizando el tiempo extralectivo.
1. Aspectos a tener en cuenta en el desarrollo curricular de EF
En la Figura 1 sobre factores sociodemográficos que influyen en la prevalencia de obesidad infantil y juvenil en España (Aranceta et al., 2005), podemos ver que uno de los factores que influyen en no tener sobrepeso es realizar una práctica deportiva habitual (> de 2h semanales), en Educación Física tenemos al menos dos bloques de 50 minutos que podemos utilizar. Una de las justificaciones para pedir más horas de EF es ésta, el poder aumentar la actividad física de los niños de una forma controlada, pero el no tener más tiempo y el deber de desarrollar el currículo, no nos exime de la responsabilidad de poder adaptar las sesiones a las necesidades de los niños y el buscar el trabajo de contenidos y competencias básicas sin reducir la implicación motriz y el trabajo físico, contribuyendo con ello al total de horas de ejercicio físico.
Figura 1. Factores sociodemográficos que influyen en la prevalencia
de obesidad infantil y juvenil en España (Aranceta et al., 2005)
En la mayoría de las guías que hablan sobre este tema, centran su atención en el trabajo aeróbico de intensidad moderada como forma de aumentar el gasto energético y muestran formas de calcular el gasto calórico del niño, para posteriormente aplicar una dieta hipocalórica y así reducir el peso del niño.
En mi opinión, en lo que debe centrarse el profesor de Educación Física es en cambiar los hábitos de vida, para que así el cambio sea para siempre. De hecho, si nos centramos en que es más efectivo fisiológicamente y siguiendo la teoría del entrenamiento, lo que debemos es buscar actividades con intensidad elevada, ya que cualquier niño/a, incluso aquel que tenga obesidad, cuando juega desarrolla verdaderos entrenamientos interválicos de alta intensidad. Podemos observar como corren, saltan, se empujan durante 10-15 minutos, descansan y vuelven a la tarea, siempre y cuando les guste la actividad. Y ahí está lo importante de nuestro trabajo, conseguir la motivación suficiente, para que se impliquen en las actividades y la intensidad como factor cualitativo del entrenamiento se verá regulado por el propio alumno en base a su capacidad.
El consejo de caminar 30 minutos al día es muy bueno sobre papel, pero eso es algo aburrido para un niño, el hacerle trotar sin sentido durante 20 minutos, también suele ser una actividad poco motivante, sin embargo, desarrollar una sesión de cuerdas y balones (por ejemplo), en la que, a parte de trabajar contenidos curriculares y buscar el objetivo educativo oportuno, el niño esté durante los 50 minutos moviéndose a una intensidad media-alta. Siguiendo eso sí, una progresión en intensidad para respetar los clásicos momentos de calentamiento, parte principal y vuelta a la calma de las sesiones.
Esto sí afectará al gasto calórico del niño. Y estó sí dependerá de nosotros, porque será nuestro trabajo planificar la sesión e implicarle y motivarle. Mientras que mandarle correr o decirle que tiene que andar, deja demasiado a su motivación intrínseca hacia la actividad y normalmente es algo que las personas con problemas de sobrepeso u obesidad no tienen, las personas con sobrepeso tienden a ser menos activas que las que tienen normopeso y una de las razones es la falta de motivación hacia la actividad (Page et al., 2005; Hughes et al., 2006).
Otro aspecto erróneo en edades infantiles, es recomendar dietas hipocalóricas, un niño debe conseguir una dieta equilibrada y la mejor forma de reducir peso es el aumento de actividad para conseguir un balance energético negativo, ya que reducir la ingesta de hidratos de carbono por ejemplo, puede afectar a su rendimiento en la escuela, ya que la glucosa es la fuente de energía de las neuronas. Pasar hambre también puede afectar al descanso, sin embargo, si conseguimos enseñarle cómo funciona nuestro cuerpo, qué necesita y cómo debemos darselo, estaremos aportándoles unos conocimientos útiles para su día a día y que posiblemente se instauren como hábitos para toda la vida.
Por otro lado, un profesor implicado en la mejora de su grupo debe buscar la forma de conocer cómo evoluciona y debe estar documentado, existe una bibliografía elevada sobre estudios de actividad física en escolares, y podemos extraer a groso modo, que los niños son más activos que las niñas y que según aumenta la edad, disminuye la actividad física (Klasson-Helggebo et al., 2003; Riddoch et al., 2004; Byrd-Williams et al., 2007; Bringolf Isler et al., 2009; Ridgers et al., 2009). Pero no todos los grupos son iguales y aunque debemos tener la estadística en cuenta, nosotros debemos aprender a conocer a nuestros alumnos, y para ello, existen cuestionarios sobre actividad física validados, pero también podemos crear el nuestro propio y así centrarnos en lo que más nos interese. También nos podemos valer de la tecnología de la que dispongamos, pulsómetros, podómetros, smartphones, o más específico los acelerómetros, los cuales están validados para identificar los periodos en los que intervenir sobre el incremento de actividad física (Page et al., 2005).
Por lo tanto, el profesor de Educación Física debe:
Conocer los hábitos y costumbres de sus alumnos.
Planificar las sesiones en base a las características de cada grupo.
Utilizar el ejercicio físico como herramienta para enseñar y así aumentar el gasto energético de los discentes.
Formarse y renovarse en materia de fisiología, no sólo de contenidos curriculares.
Ser innovador y desarrollar sesiones motivantes, en las que el alumnado pueda implicarse activamente y les puedan servir para su tiempo de ocio.
Conocer y utilizar todas las herramientas que le ofrece la comunidad (vease: programa PERSEO, plan de integración contra la diabetes en Extremadura).
2. Tratamiento de la educación para la salud
La educación para la salud debe ser trabajada de forma transversal dentro de los centros, por lo que una idea muy interesante debido a la importancia que tiene, sería crear un responsable dentro del claustro de profesores de este tema, como puede haber un responsable de las nuevas tecnologías o de la biblioteca, para así desarrollar dentro del Proyecto Educativo de Centro un trabajo coordinado entre todos los docentes.
Dentro del trabajo a desarrollar está el conseguir hábitos de vida saludable, y para ello, se pueden crear multitud de actividades que nos ayuden a intervenir no sólo sobre los escolares, sino también sobre sus familias. Así se pueden planificar:
Charlas informativas con personal cualificado externo al centro (médicos, entrenadores personales, nutricionistas…).
Semana de la salud, con exposiciones de trabajos desarrollados por los alumnos, carteles…
Competiciones deportivas.
Día de la bicicleta, de los patines, hacer rutas…, es decir, promover actividades de un día que favorezcan el ocio activo.
Desayunos saludables.
Controlar o aconsejar que se come en los recreos.
Si hay comedor escolar, hacer recomendaciones a los cocineros para que sea una dieta equilibrada, seguir el programa PERSEO puede ser útil.
En los pasillos se pueden exponer carteles con consejos sobre hábitos de vida, información sobre las actividades de la localidad…
Reuniones con las familias, tanto para hacer debates entre los padres de todos los alumnos, como de manera más cercana con una sola familia en la que exista algún problema a tratar o a prevenir.
Aportación de guías y material que ayude a conocer el tema a través de fotocopias o con la creación de un blog o página de Facebook que puedan seguir alumnos y familia. Como pueden ser las siguientes que he encontrado en Internet:
Alimentación saludable. Guía para las familias (MEC 2007).
Actividad física y salud. Guía para padres y madres (MEC 1999).
Construyendo salud. Promoción del desarrollo personal y social (MEC 2003).
Ganar salud en la escuela. Guía para conseguirlo (MEC 2009).
3. Plan de intervención en horario extracurricular
Consideraremos el horario extracurricular como el horario fuera de las clases ordinarias de EF, incluiremos por lo tanto dos momentos, por un lado, el o los recreos, y por otro, el tiempo que tienen por la tarde una vez han comido si están en el comedor escolar, considerando que la jornada lectiva es continua como es en la mayoría de los centros extremeños.
Los recreos escolares son un importante momento para promover la actividad física de intensidades moderadas y elevadas y contribuir a aumentar la cantidad de actividad física diaria, especialmente de las niñas ya que es el momento del día que más contribuye a aumentar el tiempo de práctica de actividad física (Mota et al., 2005). Por ésta razón, debemos plantearnos qué podemos hacer en estos momentos para aumentar en tiempo de práctica sin intervenir en la libre elección de las actividades a desarrollar por parte de los alumnos, ya que también es importante que sean ellos los que libremente escojan que hacer, contribuyendo con ello, no sólo al aumento de práctica motriz, sino a la toma de decisiones, relaciones entre compañeros…
Lo primero que debemos hacer si estamos interesados en aumentar la práctica de actividad física moderada/intensa de nuestros alumnos, es observar de una forma sistemática cómo se comportan nuestros alumnos, siguiendo los estudios los niños serán más activos que las niñas y serán los más mayores los más sedentarios (Klasson-Helggebo et al., 2003; Riddoch et al., 2004; Byrd-Williams et al., 2007; Bringolf Isler et al., 2009; Ridgers et al., 2009). Pero no todos los centros tienen que ser iguales, por lo que nuestra primera labor será analizar qué hacen en su tiempo libre, cómo lo hacen y dónde lo hacen, para poder crear con estos datos una actuación concreta para nuestro centro y sus necesidades.
Como punto de partida podemos definir los siguientes objetivos:
Favorecer el desarrollo de actividad física, prestando especial atención a las alumnas y a aquellos que dedican más tiempo a actividades sedentarias.
Aumentar con la práctica en estos momentos libres la cantidad de actividad física diaria para acercar a todos los alumnos a las recomendaciones de la WHO sobre el tiempo mínimo aconsejado de actividad física que es de 60 min/día.
Fomentar las actividades de intensidades entre moderadas y vigorosas frente a las sedentarias.
Una vez conocemos nuestros objetivos, es el momento de plantearnos cómo conseguirlos. Planteo una serie de cuestiones que pueden ser útiles, sin querer limitar cualquier actuación a lo aquí descrito, ya que se debe considerar cada centro y su contexto como único y hay que hacer las modificaciones oportunas en cada uno de ellos.
Según el estudio (Haug et al., 2010) se da más actividad física en aquellos centros en los que mejor zona de juego tienen, por lo que en nuestros centros, para poder conseguir nuestros objetivos, debemos dedicar tiempo a estructurar el patio escolar. Podemos crear zonas de juego en las que se puedan practicar distintos deportes, dejando espacio para actividades distintas y que no sólo sean los niños que juegan a fútbol los que ocupen el mayor espacio, sino que se formen pistas pequeñas en las que se pueda practicar baloncesto, voleibol, balonmano, etc. O cualquier juego que sepamos que le gusta, teniendo siempre en cuenta que haya espacio también para las actividades en las que participan las niñas.
Es útil también en el aspecto de las zonas de juego, no sólo basarnos en los deportes tradicionales para determinar las zonas, ya que por ejemplo, las porterías y canastas pueden ser limitadas, además son prácticas que suelen ocupar mucho espacio para pocas actividades y no favorecer el juego del mayor número de niños. Por esto, hay que plantearse utilizar otros espacios que a veces se desaprovechan. Por ejemplo, crear un rocódromo en una pared del centro, se puede ver cómo en el siguiente enlace, aunque hay otras formas distintas, pero me gusta el siguiente enlace porque explica todo lo que hay que tener en cuenta y encima trabaja la creación del rocódromo con los alumnos.
Una vez delimitadas las zonas de participación, hay que ver el material disponible y crear una forma de uso común, de forma que todos puedan acceder con las mismas oportunidades. Si tenemos material suficiente esto no será un problema, pero si estamos en un centro con pocos recursos, podemos establecer un orden para cogerlo de forma que cada día se vea un grupo favorecido.
Es conveniente establecer unas normas que deben conocer y respetar los alumnos tanto para coger como para guardar el material, y que se pueda hacer lo más rápido y ordenado posible, para aprovechar el tiempo bien y para que no se pierda nada.
Como he dicho más arriba, según algunos estudios, los niños van reduciendo la práctica de actividad física conforme crece, el punto de inflexión está más en secundaria, pero también puede verse en los últimos cursos de primaria, por lo que debemos prestar atención a la participación que tienen y favorecer las actividades de los más mayores frente a los menores. Éstos últimos suelen participar en juegos que no necesitan zonas estructuradas (juegos como polis y cacos, el pilla pilla…), por lo que podemos utilizar para ellos las zonas que no son de pistas polideportivas, y así estén el mayor número de personas activas.
Conclusión
La bibliografía científica relacionados con la actividad física infantil nos muestran a grandes rasgos que los niños son más activos que las niñas, que los más pequeños son más activos que los mayores, y que normalmente, los niños con normopeso son más activos que aquellos que tienen sobrepeso u obesidad, pero aunque esto sea lo que se muestra en la mayor parte de los estudios, no todos los colegios son iguales y es importante que estudiemos nuestra muestra de alumnos para así saber a que nos enfrentamos, y no solo esto, sino analizar cómo es nuestro centro y si los espacios son suficientes y están adecuados, así como el material del que disponemos, para posteriormente poder intervenir sobre ello y ayudar a que el colegio sea una zona de práctica de actividad física adecuado a para todos los alumnos y alumnas.
La propuesta planteada es una reflexión personal de qué podemos hacer, pero caben muchas más opciones y formas de trabajar, lo que debemos considerar es que el sedentarismo es un elemento importante en la vida de los niños y su salud y nosotros podemos y debemos preocuparnos por ello.
Bibliografía
Aranceta, J., Pérez, C., Ribas, L. y Serra, L. (2005). Epidemiología y factores determinantes de la obesidad infantil y juvenil en España. Revista Pediátrica de Atención Primaria, 7 (Suppl.1), 13-20.
Byrd-Williams, C., Kelly, L., Davis, J., Spruijt-Metz, D. y Goran, M. (2007). Influence of gender, BMI and Hispanic ethnicity on physical activity in children. International Journal of Pediatric Obesity, 2, 159-166.
Haug, E., Torsheim, T., Sallis, J. y Samdal, O. (2010) The characteristics of the outdoor school environment associated with physical activity. Health Education Research, 25 (2), 248-256.
Hughes, A.R., Henderson, A., Ortiz-Rodriguez, V., Artinou, M.L. y Reilly, J.J. (2006). Habitual physical activity and sedentary behaviour in a clinical sample of obese children. International Journal of Obesity, 30, 1494–1500.
Klasson-Heggebø, L. y Anderssen, S.A. (2003). Gender and age differences in relation to the recommendations of physical activity among Norwegian children and youth. Scand J Med Sci Sports, 13, 293–298.
Mota, J., Silva, P., Santos, M.P., Ribeiro, J.C., Oliveira, J. y Duarte, J. (2005) Physical activity and school recess time: Differences between the sexes and the relationship between children’s playground physical activity and habitual physical activity. Journal of Sports Sciences, 23 (3), 269 – 275.
Page, A., Cooper, A.R., Stamatakis, E., Foster, L.J., Crowne, E.C., Sabin, M. y Shield, J.P.H. (2005). Physical activity patterns in nonobese and obese children assessed using minute-by-minute accelerometry. International Journal of Obesity, 29, 1070-1076.
Riddoch, C. J., Andersen, L.B., Wedderkopp, N., Harro, M., Klasson-Heggebo, L., Sardinha, L. B., Cooper, A. R. y Ekelund. U. (2004). Physical Activity Levels and Patterns of 9- and 15-yr-Old European Children. Med. Sci. Sports Exerc., 36 (1), 86-92.
Ridgers, N., Tóth, M. y Uvacsek, M. (2009). Physical activity levels of Hungarian children during school recess. Preventive Medicine, 49, 410-412.
Serra, L., Ribas, L., Pérez, C., Saavedra, P. y Peña, L. (2005). Obesidad infantil y juvenil en España. Resultados del Estudio enKid (1998-2000). Medicina Clínica, 121 (19), 725-732.
WHO. (2008). Plan estratégico a plazo medio (2008-2013). Recuperado el 12 de octubre de 2008, de http://who.int/es.
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EFDeportes.com, Revista
Digital · Año 20 · N° 213 | Buenos Aires,
Febrero de 2016 |