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Currículo, Educación Física y competencia emocional

Curriculum, Physical Education and emotional competence

 

Diplomada en Magisterio de Educación por la Universidad de Murcia

Graduada en Primaria y Educación Infantil con mención en Ingles y Audición

y Lenguaje por la Universidad Camilo José Cela de Madrid. Licenciada

en Pedagogía y Psicopedagogía por la Universidad de Filosofía

y Ciencias de la Educación de Valencia

Josefa Martínez Ayala

facorra17@gmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Este artículo pretende sensibilizar y animar a los docentes de la Educación Física sobre la importancia de la educación emocional en las sesiones de nuestra área y de los beneficios sociales y personales que conlleva su desarrollo, aportando grandes recursos para la adquisición de la competencia motriz y el consiguiente desarrollo integral de nuestros alumnos, siguiendo los preceptos del currículo de Educación primaria y del área específica de Educación Física ya que su tratamiento está implícito en el mismo.

          Palabras clave: Currículo. Competencia emocional. Emociones. Educación física. Socialización.

 

Abstract

          This article aims to raise awareness and encourage teachers of the physical education on the importance of emotional education sessions in our area and the personal and social benefits associated with their development, providing great resources for the acquisition of driving competition and the consequent development of our students, following the precepts of the curriculum of primary education and the physical education-specific area because their treatment is implicit in it.

          Keywords: Curriculum. Emotional competence. Emotions. Physical Education. Socialization.

 

Recepción: 15/11/2015 - Aceptación: 19/01/2016

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 20, Nº 213, Febrero de 2016. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Se denominan emociones básicas a la alegría, interés, sorpresa, miedo, ira, enfado (Campos y otros, 1983), que aparecen en todas las culturas. Hecho demostrado por Darwin (1972) en su investigación realizada a cerca de si las emociones eran innatas o adquiridas, basándose en las expresiones corporales y faciales de personas en diferentes estados emocionales que procedían de diferentes culturas. Más tarde Izar (1982), retoma esta investigación, pero en recién nacidos y determina otras emociones además de las anteriores, como el asco y con menor intensidad la tristeza y el miedo.

    Con estos apuntes, se enfatiza que la expresión de las emociones nos acompaña desde el nacimiento; pero la comprensión y reconocimiento emocional se desarrolla con la maduración de las capacidades perceptivas que nos permiten reconocer dichas expresiones emocionales, incidiendo en el desarrollo del yo, siendo este, el conocimiento de sí mismo desarrollado con la interacción social.

    El niño, conforme perfecciona el conocimiento de sí mismo, en su mundo social se introducen nuevos contextos, personas y objetivos y aumentan manifestaciones empíricas y todo ello conforma un progreso en la comprensión y regulación emocional, lo que le ayudará a la formación del autoconcepto.

    El autoconcepto juega un papel relevante en su desarrollo cognitivo, interviniendo en los procesos reflexivos sobre el yo y que interviene directamente en la interacción social.

    En la etapa de Primaria, el niño construye su autoconcepto a partir de todas las comparaciones relacionadas con respecto a sus semejantes, partiendo de la influencia sobre sí mismo de sus destrezas, aptitudes y atributos entre otras, lo que le lleva a vivir diversas emociones como la frustración, el fracaso, la intolerancia, baja autoestima, etc.

    En este periodo escolar, la autoestima, tiene gran relevancia en los procesos de aprendizaje que se desarrollan en el niño, ya que, está directamente relacionada con la motivación, a través de la autoeficacia (resultados de sus esfuerzos y motivación de logro que genera en las actividades), que a su vez está estrechamente relacionada con la interacción de la familia, los profesores y sus iguales.

    En esta etapa educativa, el niño tiene la capacidad para comprender emociones opuestas entre sí ante una misma situación, gracias a su desarrollo cognitivo y así evoluciona en las relaciones afectivas estables, desarrollándose de forma clara la empatía.

    Es muy importante el tratamiento de la expresión emocional en nuestras aulas, ya que, está muy influenciada por las reglas culturalmente adquiridas. Nuestras aulas, son escenario práctico de situaciones y vivencias, donde el desarrollo de los roles sociales se efectúa con sus semejantes y esta interacción necesita de un autocontrol de impulsos y de la regulación de las emociones.

    La regularización de las emociones mejora a medida que su desarrollo cognitivo avanza, desarrollando estrategias de afrontamiento, como son, las de resolución de conflictos, petición de apoyo, de distanciamiento, estrategias internizantes (como la ansiedad), estrategias externizantes (como la agresividad) entre otras.

    En resumen, la capacidad de autorregulación está relacionada especialmente con la de establecer vínculos, lo que desemboca en las habilidades sociales y estas en un proceso de socialización.

    Shaffer (2000), determina que por medio de la socialización los padres transmiten las formas de expresión emocional y de regulación de las conductas impulsivas, favorecen el desarrollo personal promoviendo la interacción con otros en la adquisición de los conocimientos y las habilidades que les permiten adaptarse a su entorno social, reproduciéndolo.

    En consonancia con lo anterior, no solo en contexto familiar es el artífice del proceso de socialización, la escuela también contribuye un espacio vital de socialización emocional entre iguales, tomando cada vez más protagonismo en su desarrollo, en su autoconcepto, en la comprensión del mundo que le rodea y por ello, el profesor es un factor importantísimo y ineludible y este debe de adquirir la formación para incluir en el proceso de enseñanza el desarrollo emocional del niño como base para el establecimiento de la competencia emocional del mismo. No debemos olvidar que el profesor es el modelo a seguir del niño y sus conductas emocionales serán copiadas en su gran medida por el alumno, interfiriendo directamente en la inducción de las emociones y su afrontamiento. No ten solo recae sobre el alumno la influencia del profesor, sino la de los demás integrantes del grupo clase y de todo el entorno escolar, comportándose así un sistema educativo emocional, ya que las emociones son imprescindibles en las relaciones interpersonales, sobre todo en la etapa de primaria donde la personalidad del niño se está formando.

    Dado que la escuela es un espacio interactivo para el niño y donde se producen numerosos conflictos debido al continuo proceso de desarrollo, es un hábitat donde aprenderán diferentes habilidades para afrontar el conflicto con actitud positiva, ayudando a la formación del autoconcepto y a la autoestima, puesto que las comparaciones sociales serán numerosas.

    Hay muchas razones para educar en las emociones, la más popular es la prevención. La obra de Goleman (1976) acerca de la dimensión emocional suscitó interés en la educación. También Sarramona (2000) defiende en su estudio, las competencias básicas que se deberían adquirir en el contexto escolar, ya que, los factores emocionales son imprescindibles para el desarrollo de las competencias en el ámbito social, que desafortunadamente, es la que menos atención ha recibido y la que más repercusión tiene en nuestro ámbito, es decir, en el ámbito del aprendizaje.

    Salovey (1990) detalla que en aquellos aprendizajes que se producen asociados a una emoción tienen una consolidación más efectiva y además orienta el procesamiento de la información.

    Por ello, es necesario que los alumnos, dentro del contexto escolar, aprendan a regular la expresión emocional, tanto la suya propia como la demás y así desarrollar habilidades que les permitan establecer vínculos afianzadores del desarrollo de las habilidades sociales y de la comprensión de las emociones. No podemos olvidar que, aunque las habilidades sociales básicas con las que nacemos nos dotan de predisposiciones innatas, motoras, cognitivas y perceptivas y que nos facilitan la respuesta a situaciones a lo largo de nuestro desarrollo, necesitan de la educación.

2.     Marco legislativo

    Encontramos en la Ley Orgánica de la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), la base de nuestro planteamiento, siendo este la educación emocional a través del área de educación física, cuando afirma en el preámbulo que “el aprendizaje debe ir dirigido a formar personas autónomas, críticas y con pensamiento propio”. Expresando que “la educación supone facilitar el desarrollo personal y la integración social”. Y apoyándose en la Constitución Española, en su artículo 27.2, “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto de los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”, determina que uno de los objetivos de la Ley es introducir nuevos patrones de conducta y para ello son necesarios canales y hábitos que nos permitan restaurar el equilibrio y fortalezca las relaciones entre los alumnos y alumnas, familia y escuela. Pues, la educación es la clave de esta transformación mediante la transformación de personas activas con confianza. Y nuestra área en su esencia tiene capacidad para el desarrollo de esos canales y hábitos.

    En el artículo 1. Principios, recoge el desarrollo de valores que favorezcan el desarrollo personal, propiciando la educación integral, educando en la prevención de conflictos y resolución pacífica de los mismos, así como en la no violencia, tanto en la personal como en la familiar y social.

    El sistema educativo español se orienta a la consecución del pleno desarrollo de la personalidad y de las capacidades del alumno, a la formación para la paz y a la adquisición de valores entre otros (Artículo 2). Con respecto a los objetivos de la Educación Primaria, la Ley específica en su artículo 17, que esta etapa contribuirá a desarrollar en los niños las capacidades que les permitan; conocer y apreciar los valores y normas de convivencia, respetar los derechos humanos, desarrollar actitudes de confianza de sí mismo, adquirir habilidades para la prevención y resolución de conflictos, desarrollar sus capacidades afectivas en todos los ámbitos de la personalidad y en sus relaciones con los demás, así como una actitud contraria a la violencia, prejuicios y estereotipos sexistas. Y por último y con relación directa al área de Educación Física, el objetivo k, aceptar el propio cuerpo y el de los otros, respetar las diferencias y utilizar la educación física y el deporte como medios para favorecer el desarrollo personal y social.

    Este último objetivo es el pilar en donde nos apoyaremos para llevar a cabo la educación emocional a través del área de Educación Física, sin olvidarnos de la atención a la equidad en la educación e incluyendo como especifica el Titulo II, en su capítulo I, el alumnado con necesidad especifica de apoyo educativo, donde especifica que las administraciones educativas, atenderán a este tipo de alumnado propiciando al máximo el desarrollo personal, intelectual, social y emocional. Esta puntualización implica la adecuada educación de la competencia emocional.

    La Ley, también determina las funciones del profesorado y comprobamos que entre ellas está la atención al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotriz, social y moral del alumnado y la contribución a que las actividades que desarrolle se realicen en un clima de respeto, tolerancia, participación y libertad. Lo que nos lleva de nuevo a una buena competencia emocional por parte del docente.

    En el Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que se establece el currículo básico de Educación Primaria, aparece también implícitamente el tratamiento de la competencia emocional, tanto en los objetivos de la etapa como en los elementos transversales y que asociamos al área de Educación Física, señalando como finalidad principal desarrollar en las personas su competencia motril, entendida como la integración de los conocimientos, procedimientos, actitudes y sentimientos vinculados a la conducta motora, para que el alumno logre controlar y de sentido a las propias acciones motoras, comprender los aspectos perceptivos, emotivos y cognoscitivos relacionados con las mismas y gestionar los sentimientos vinculados a ellas e integrar habilidades transversales. La competencia motriz desarrolla la inteligencia para saber qué hacer, cómo hacerlo, cuando y con quien, en función de los condicionantes del entorno. Además, desarrolla actitudes derivadas de la valoración y sentimiento a cerca de sus propias limitaciones y posibilidades, del disfrute de la práctica y de la relación con los demás.

    Y para todo ello, no se puede prescindir del acompañamiento durante todo este proceso de una adecuada educación emocional que contribuya directamente y que favorezca su desarrollo, además de afianzar el desarrollo integral del niño, tanto físico como psicológico.

3.     Educación emocional a través del área de Educación Física

    Tras las reflexiones anteriores, los puntos clave que necesitamos para desarrollar la competencia emocional en esta área son:

  • Necesidad social de la educación emocional en la escuela.

  • Petición implícita en la LOMCE de una educación en valores y emociones, expresada tanto en los principios, fines, objetivos y funciones del profesorado, de la etapa educativa

  • Área específica del currículo oficial propicia para el desarrollo de la competencia emocional y educar en emociones, donde se experimentaran la mayoría de los componentes de una educación responsable en emociones, a través del movimiento; el área de Educación Física.

    Bisquerra (2005), afirma que “los aprendizajes que se retienen y perduran en el tiempo, son aquellos que van ligados a una emoción y esto se produce con mayor facilidad si los aprendizajes son vivenciales”.

    En nuestra área esas vivencias están garantizadas acometiendo el tratamiento de la competencia motriz partiendo de las competencias propias de la materia y desarrollando habilidades de bienestar, de autonomía emocional, de conciencia y regulación de las emociones y poniendo en práctica las habilidades sociales.

    La educación emocional a través de la Educación Física, presenta la capacidad que la acción motriz genera con respecto a las emociones como instrumento de conexión con las mismas y con en sí mismo.

    El Área, desde sus contenidos especificados en el currículo junto con las competencias básicas y en su práctica, contribuye directamente al desarrollo de las emociones, a través de las actividades de enseñanza y aprendizaje desarrolladas en las sesiones.

    Basándonos en las competencias básicas detalladas por el currículo oficial, el área de Educación Física contribuye a cada una de ellas en mayor o menor medida y sumándole la competencia emocional reforzamos el desarrollo en la competencia aprender a aprender, social y cívica y conciencia y expresiones culturales, siendo su ámbito la expresión y la comunicación, la relación y la interacción y el desarrollo personal.

    Con respecto a los criterios de evaluación y los estándares de aprendizaje definidos por el currículo, también podemos apreciar que se relacionan con el tratamiento de las emociones:

  • Los recursos expresivos del cuerpo y el movimiento con la forma estética y creativa de comunicar sensaciones, emociones e ideas.

  • Reconocer los beneficios del ejercicio físico, relacionándolos con el bienestar y la actitud responsable hacia uno mismo.

  • Tener en cuenta sus posibilidades, aceptando y valorando su propia realidad corporal y la de los demás con actitud reflexiva y crítica.

  • Resolver situaciones conflictivas aceptando las opiniones de los demás.

  • Demostrar un comportamiento social y responsable, respetándose a si mismo y a los demás.

    Además, el tratamiento de las emociones se confabula con las competencias propias del área como son: una vida más saludable obteniendo un bienestar personal, sentimiento positivo hacia el propio cuerpo, autoestima, expresión y comunicación de sentimientos y emociones a través del movimiento y la competencia motriz, desarrollo de la competencia social en diversos contextos, respeto, autoconcepto, auto aceptación, cooperación, expresión corporal para fomentar el contacto personal y la comunicación.

    En conclusión y sirviéndome de algunas frases clave en la andadura de las emociones con respecto al cuerpo y el movimiento, intento reseñar la evidencia de la importancia de las mismas en la Educación Física:

    Emerson, pensador de la época (1803-1882), escribió que “el cuerpo, indiscreto, no sabe callar”. Ya por entonces la emoción se apoderaba del movimiento.

    Reich (1978), psicoanalista, nos habla de los bloqueos psíquicos en correspondencia con las contracciones musculares. Más tarde Alexander (1981) afirma que todo pensamiento interfiere en el tono muscular, en la circulación y en el organismo. Esta afirmación nos indica la relación directa de las emociones con la respuesta de nuestro organismo.

    Tolle (2004), determina que la emoción es la reacción del cuerpo a tu mente.

    Está claro que las emociones condicionan en un grado al cuerpo y el movimiento. Eduquemos en emociones y completemos junto al desarrollo de la competencia motriz, una educación a través de cuerpo, en todas sus formas y direcciones, tomando conciencia emocional, regulando las emociones y nuestro organismo, consiguiendo tanto una autonomía física como emocional, desarrollando la competencia social y las habilidades necesarias para la vida saludable, consiguiendo el desarrollo integral del alumno, retroalimentándonos en el proceso de enseñanza y aprendizaje en nuestra área: la Educación Física.

Bibliografía

  • Bisquerra, R. (2000). Educación Emocional y bienestar. Madrid: Cisspraxis.

  • Bisquerra, R. (2009). Psicopedagogía de las emociones. Madrid: Síntesis.

  • Blázquez, D. y Sebastiani, E. M. (2009). Enseñar por competencias en Educación Física. Barcelona: Inde

  • Campos y col. (1983). Las emociones como reguladores del comportamiento en la infancia: referencia social en la infancia. En R. Plutchik y H. Kellerman (Eds.), Emoción: Teoría, investigación y experiencia (pp. 57- 86). Nueva York: Academic Press.

  • Eckhart, T. (2004). El poder del ahora. Móstoles: Gaia Ediciones.

  • Goleman, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.

  • Pellicer, I. (2011). Educación Física Emocional. De la teoría a la práctica. Barcelona: Inde.

  • Salovey, P. (1997). El desarrollo emocional y la inteligencia emocional: Implicaciones educativas. Nueva York: Basic Books.

  • Sarramona, J. (2000). Competencias básicas al término de la escolaridad obligatoria. Revista de Educación, 322, 255-288.

  • Sarramona, J. (2000). Teoría de la educación (Reflexión y normativa pedagógica). Barcelona: Ariel.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 20 · N° 213 | Buenos Aires, Febrero de 2016
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