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Entre un partido por la paz y el combate del siglo: una reflexión 

acerca de las nociones de paz y guerra en los deportes

Between a match for peace and the fight of the century: a reflection on the notions of peace and war in sports

 

Estudiante Avanzado de la Lic. en Antropología Social en la Facultad de Cs. Sociales

de la UNICEN. Miembro del GESC (Grupo de Estudios Socioculturales del Conflicto)

UNICEN-FACSO (NuRES). Olavarría – Provincia de Buenos Aires. Becario CIN

Matías Ali

matiasali77@gmail.com

(Argentina)

 

 

 

 

Resumen

          Esta ponencia reflexiona sobre la siguiente pregunta ¿Qué hace que en el deporte convivan tanto las nociones de paz como las de guerra? Cuando me refiero a “convivencia” me refiero a que si bien existe una contradicción semántica entre dichas nociones el deporte es un campo que sin lugar a dudas puede lidiar con dicha oposición. Mi pregunta intenta –entonces- profundizar acerca de como las nociones de guerra y paz que en indistintamente ornamentan los eventos deportivos conviven en un mismo fenómeno.

          Palabras clave: Deporte. Conflicto. Guerra. Paz.

 

Abstract

          This paper reflects on the question What makes the sport coexist both the notions of peace and war? When I refer to "coexistence" I mean that while there is a semantic contradiction between these notions sport is a field that no doubt can deal with this opposition. My question tries –then- deepen about the notions of war and peace that adorn either live sporting event in the same phenomenon.

          Keywords: Sport. Conflict. War. Peace.

 

Recepción: 29/11/2015 - Aceptación: 02/12/2015

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 20, Nº 211, Diciembre de 2015. http://www.efdeportes.com/

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“(…) Los deportes son vehículos de investimiento de significado, cuyo
status e interpretación están continuamente abiertos
a negociación y sujeta a conflicto”.
(MacClancy, 1996: 7-8)

Introducción

    Sin lugar a dudas los distintos deportes en “occidente”, además de actividades relacionadas con el ocio, el profesionalismo y el espectáculo son actividades productoras de moralidades. Uno de mis trabajos etnográficos realizado con un equipo de Rugby me permitió visualizar como los actores construyen dicha disciplina como una “escuela de vida”, es decir “rugbier” se es no solo lo dentro de la cancha sino que también se es “rugbier” en la vida cotidiana. Recuerdo como en una de las entrevistas uno de los jugadores de Rugby me decía que el “trabajo en equipo”, el “respeto” y la “disciplina” preconizada en el Rugby son en verdad herramientas para la vida cotidiana. Lo que intento señalar con esto es que el deporte en nuestra sociedad es mucho más que una mera actividad de entretenimiento, un espectáculo o una manera de hacer actividad física. Tal como dice Osvaldo Soriano en el libro “Futbol Argentino” de Osvaldo Bayer (2009: 6) “(…) aunque parezca exagerado, en un rectángulo de césped los hombres escenifican el siempre imprevisible drama de la vida.” Yo voy a ir un poco más allá. Y voy decir que aquello que el deporte pregona, enseña y significa para los diferentes actores que los practican puede influir eficazmente en la vida cotidiana de estas personas o grupos de personas. Por eso creo necesario reflexionar sobre este intercambio mutuo entre lo que llamamos deporte y el resto de los escenarios de la vida social sin llegar a pensarlos como ámbitos completamente separados sino parte de lo mismo.

    Una de las particularidades más importantes del campo deportivo es su riqueza analítica como fenómeno atravesado transversalmente por múltiples cuestiones que van desde lo político hasta lo económico, de lo individual hasta lo colectivo. Es inevitable pensar en esto si queremos entender un poco de que se tratan los deportes. Quizá sea el deporte hoy elemento clave para el análisis de la mundialización cultural, por ejemplo.

    Actualmente el deporte invade cada una de las esferas de la vida cotidiana. Es esta “deportivización”1 del mundo como dice Alabarces (1998), lo que hace inevitable el ascenso del deporte como fenómeno a estudiar por las Ciencias Sociales. Siguiendo con el autor el estudio del deporte puede “…iluminar (…) mecanismos relativamente autónomos” (Alabarces, 1998; 6) como son la constitución de las identidades, la configuración de lo corporal, la construcción del género, el papel de los medios de comunicación masivos en la sociedad actual, etc. Lejos de ser el deporte un espejo de la sociedad, “…el deporte aparece como arena dramática privilegiada…” (Alabarces, 2000: 18). Utilizando la cita a MacClancy (1996: 4) en “Peligro de Gol: Estudios sobre deporte y sociedad en América Latina” (Alabarces, 2000) “(…) El deporte no «revela» meramente valores sociales encubiertos, es un modo mayor de su expresión. El deporte no es un «reflejo» de alguna esencia postulada de la sociedad, sino una parte integral de la misma, más aún, una parte que puede ser usada como un medio para reflexionar sobre la sociedad”. Esta última reflexión tiene un carácter central en este trabajo, ya que lo que pretendo es profundizar acerca de la relación deporte/sociedad. De ninguna manera se busca la separación entre estas cuestiones sino dar cuenta del carácter integral del deporte en la sociedad, como ámbito de reflexión y construcción de significados que trascienden la idea de un “ámbito deportivo”.

    Existen desde mitad del siglo XX diferentes investigaciones sociológicas sobre el deporte. Dichos trabajos muestran como el nacimiento del deporte moderno en el siglo XIX estuvo siempre vinculado a las actividades de ocio practicadas por las clases altas (Alabarces, 1998). Estas disciplinas que hoy conocemos como Futbol, Rugby, o Tenis emigraron desde el viejo continente colonizando las actividades de ocio en cada rincón del mundo. Sin embargo las transformaciones vividas mundialmente en el deporte se hacen imposibles de explicar si las visualizamos solo como actividades de ocio. Por ejemplo las disciplinas como el Futbol, el Automovilismo y el Polo fueron esenciales en nuestro país para la construcción de una “identidad nacional” (Archetti, 2005). El deporte sin lugar a dudas era, y es un campo donde múltiples fenómenos sociales se entrecruzan y tienen lugar, haciendo de este un ámbito particularmente complejo. Es entonces de real importancia entender el papel que tuvieron y tienen los deportes en la sociedad moderna, más aún si pensáramos en la iconización mundializada del deporte a partir de los medios de comunicación. El deporte por excelencia ha sido un campo perfecto para la construcción de una idea de “mundo” uniendo alrededor de una actividad a las poblaciones más distantes. Hoy la tecnología de las producciones mediática alrededor de los espectáculos deportivos permite sin lugar a dudas vivir como real la ficción de una cercanía inmediata. El deporte es entonces un espacio donde actores diversos que de otra manera nunca se relacionarían se encuentren compartiendo una lógica común.

    Esta compleja red de relaciones que caracterizan a los deportes es lo que convierte a este campo en espacio repleto de significados que lejos de volverse contradictorios se complementan dotándolo con una dinámica particular. El vaivén entre los significados que se le dan a estas actividades es justamente el escenario donde se da la “lucha” por decir lo que es el deporte en sí2. La importancia radica en la certeza de que el deporte, como parte integral de la sociedad, es un vehículo de reflexión de la misma. De este modo el análisis del ámbito deportivo, como campo particular con significados particulares, nos brinda la posibilidad de analizar mucho más que un “ámbito”. Estudiar la dinámica por significar el deporte nos permitiría –entonces- dar cuenta en parte de las reflexiones que la sociedad hace de sí misma.

La paz

    Las actividades deportivas –me atrevo a decir- son espacios constructores de moralidades particulares que obedecen a un “deber ser” que sin lugar a dudas intenta trascender el espacio deportivo para convertirse en una “forma de vivir”. De esta manera se vuelve tan propicio el deporte para la construcción de meta relatos, mitos y valores morales que hace casi imposible que estas actividades no se vuelvan una forma de poner en escena los intersticios del drama social. En la actualidad la mega difusión de los eventos deportivos que hacen de estos eventos mundializados, donde millones de espectadores forman parte de una supuesta comunidad, son muchas veces el escenario perfecto para hacer visible mensajes que exceden lo deportivo.

    En 2005 Didier Drogba el “mítico” jugador de Costa de Marfil3 extendió su misticismo más allá de lo deportivo y se convirtió en héroe político. Luego del partido que clasifico por primera vez a Costa de Marfil en un mundial (Alemania 2006) los jugadores de esta selección encabezados por Didier Drogba se arrodillaron e imploraron un mensaje de paz para su país. Drogba “el elefante que paró una guerra”4 tomo el micrófono y mirando a una cámara dijo:

    “Ciudadanos del norte, del sur, del este y el oeste: pedimos de rodillas que se perdonen los unos a los otros. Un gran país como el nuestro no puede rendirse al caos. Abandonen las armas y organicen unas elecciones libres”.5

Drogba luego de clasificar al Mundial de 2006

Foto tomada de http://www.cronicasafricanas.com/efemerides/

    Costa de Marfil era escenario de una guerra civil que tenia separado a distintas regiones del país. En 2007 luego del mundial de Alemania Didier Drogba propuso en Bouaké un partido que sentó un precedente histórico para su país. Allí Costa de Marfil disputo un partido con Madagascar por la clasificación de la próxima Copa de África. Fue en ese mismo partido donde Drogba pudo hacer algo impensado. Logro reunir en ese partido a los presidentes del norte y del sur quienes eran los que encabezaban la guerra, no solo como un mensaje de paz sino como una interpelación al poder promoviendo una necesaria reconciliación: “…58 días después, el 31 de julio, se reencontraron en ese mismo lugar para celebrar la Llama de la Paz, una reunión que acordaba el fin del conflicto, la entrega de las armas y la celebración de elecciones libres. El estadio de Bouaké pasó a llamarse Estadio de la Paz y ese día fue declarado para siempre como festivo en el país. Costa de Marfil dio fin a su guerra y volvió a ser una.”6

    Sin lugar a dudas lo que significaba el equipo de Costa de Marfil y lo que estos querían mostrarle a su país es que si el futbol era capaz de reunir a diferentes ciudadanos de distintas regiones en guerra y estos trabajar por un objetivo en común: la clasificación a al Mundial, también se podía lograr a nivel político. Las diferencias no existían más que políticamente. El futbol es en este caso el escenario justo para dar un mensaje de paz.

    De la misma manera podemos pensar en el “Partido interreligioso por la paz” organizado por el Papa Francisco en la ciudad de Roma en Septiembre del 2014. La iniciativa de el Papa Francisco fue la de reunir alrededor de un partido a personas de diferentes creencias religiosas. Tal partido seria jugado por las estrellas más reconocidas del futbol mundial. El mismo fue organizado por dos fundaciones sin fines de lucro que enarbolan las banderas de los valores deportivos y el apoyo por la juventud, estas eran Fundación Pupi de Javier Zanetti7 y Scholas Ocurrentes8. Esta iniciativa propuesta por el actual Papa Francisco y el ex jugador de la selección Argentina Javier “Pupi” Zanetti buscaba que participen del partido jugadores con diferentes creencias religiosas. El objetivo es explicado de manera clara en el diario del Vaticano por el ex jugador:

    “Reuniremos a futbolistas de todas las religiones para hacer entender, con un gesto simbólico, que es posible construir un mundo en paz, hecho de diálogo, de respeto por los otros, por quienes, aunque tengan ideas diferentes de las mías, no son mis enemigos, sino ocasión de crecimiento y de riqueza.” (www.Infovaticana.com)9

    Una vez más el futbol era escenario donde los dramas sociales más profundos que vive la sociedad actual se representan y se ponen en juego. Es en este momento donde vemos como el deporte como actividad recreativa transciende los limites meramente deportivos y es atravesado transversalmente por cuestiones políticas, religiosas, geográficas, etc. Los eventos deportivos y su visibilidad en el mundo se vuelven la “…herramienta para comunicar los valores que promueven el bien de la persona humana y ayudan a construir una sociedad más pacífica y fraterna. Pensemos en la lealtad, la perseverancia, la amistad, el compartir y la solidaridad”. (Papa Francisco en www.matchforpeace.org – 23 de julio de 2014)

    Estos dos ejemplos son suficientes para comenzar a profundizar sobre lo que propuse en un principio. Estos casos el deporte es construido o tratado desde el relato de la excelencia deportiva, desde la idea de juego, de entretenimiento, de cooperación. Implícitamente se deja en claro que las diferencias entre los seres humanos existen y que el conflicto está siempre ahí latente. Lo que quiero decir con esto es que en ningún momento se niegan las diferencias que existen en la comunidad mundial, los conflictos políticos, las desigualdades económicas, los fundamentalismos religiosos, pero el deporte es un espacio donde la convivencia de estas diferencias es posible de resignificarse. Siguiendo con esto el deporte es entonces un espacio propicio para construir relatos de “paz”, “convivencia” y “fraternidad”. Es en este momento cuando al “deporte” se lo construye en oposición a la hostilidad, el conflicto y la violencia existente en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana y que muchas veces amenaza o corrompe el deporte pensado como ámbito lúdico10 y de paz. Sin embargo esto da cuenta de que la contraparte de esta visión existe y está ahí formando parte del mismo fenómeno. El deporte en estos casos está buscando que la “comunidad” -entonces- ponga en discusión distintos “valores” sociales. La corrupción (Morillas Gonzales, 1990) del “espacio lúdico” por la vida cotidiana invierte ahora la dirección, para salir desde el interior del “juego” hacia los demás ámbitos de la vida social en forma de moraleja.

    Otro ejemplo claro podrían ser los eventos que son organizados por Rugby sin fronteras cuya misión es: “Somos una organización social dedicada a promover valores que construyan la Paz a través de acciones de concientización, capacitación, y armado de eventos de alto impacto que toman del rugby su esencia más humana.”11

    Esta organización fundada por ex-rugbiers propone llevar a cabo diferentes actividades simbólicas sobre la base de los valores que el Rugby les enseño con el objetivo de dar un mensaje de paz al mundo. El mensaje que utiliza esta organización es “empujamos por la paz”, de esta manera utilizando el scrum12 como acción particularmente simbólica del ámbito del Rugby se intenta dar un mensaje de unión y fraternidad. El scrum es sin lugar a dudas una de las acciones con mas carga de valores morales en el Rugby. El scrum es simbólicamente el abrazo con los compañeros, empujando todos hacia un mismo lado. Esta fundación nació en el año 2009 con el objetivo de “construir la paz”, difundiendo y promoviendo “los valores universales” y que “el rugby predica”, como “respeto”, “autocontrol”, “trabajo en equipo” y “solidaridad”13.

    Los eventos que dicha fundación lleva a cabo son muchas veces organizados en sitios donde por alguna razón existen conflictos, ya sean políticos, bélicos, etc. Entre muchos de los eventos que RSF organizo podemos hablar del que tuvo lugar en Jerusalén en el año 2010, que tenía como objetivo juntar cincuenta niños de Israel y otra misma cantidad de Palestina para que formaran un scrum bajo una bandera que decía “empujamos por la paz” en idioma árabe. Al llegar a Jerusalén el escenario político era mucho más complicado de lo esperado, lo que complico la realización de los eventos. Sin embargo fueron bautizados como los “locos por la paz”. Otro ejemplo es el partido organizado en el marco del conflicto Argentina-Uruguay. El evento tuvo lugar en el puente de Libertador San Martín que une Gualeguaychú con Fray Bentos. Lo que se buscaba era dar un mensaje de paz y para esto se llevo a cabo un partido de tres tiempos. Un primer tiempo en territorio argentino, el segundo tiempo en territorio uruguayo y un tercer tiempo sobre el puente. Es evidente como el deporte explota en estos casos las nociones de cooperación. El deporte es un escenario posible donde las diferencias pueden dejarse de lado para compartir un mismo objetivo, un mismo marco normativo dejando de lado las discrepancias, en este caso políticas. Este acto simbólico está poniendo en juego la real existencia de las diferencias. Y a grandes rasgos al igual que los eventos antes mencionados intentan hacer visible la posibilidad de que actores con diferencias políticas, raciales, religiosas son capaces de compartir un objetivo y un mismo espacio en “paz”.

La guerra

    Cualquiera que haya visto un solo partido de la última Copa América de futbol (2015) disputada en Chile fue testigo de las generalizadas tensiones vividas entre el público chileno y argentino. Silbatina al himno argentino, apoyo por parte del público chileno a los equipos rivales de la selección argentina, los “cantitos” argentinos haciendo referencia a la “ayuda chilena” en la Guerra de Malvinas a favor de Inglaterra. Sin lugar a dudas la Copa América Chile 2015 fue escenario de múltiples acciones que hacían referencia a estos sucesos históricos entre la rivalidad política que existió hace algún tiempo entre Argentina y Chile. El llamado “hit” de la hinchada argentina decía:

    “Chile, decime qué se siente, / saber que se te viene el mar, / te juro que aunque te tape el agua, / nunca te vamos a ayudar, / porque vos sos traidor, vigilante y botón / nos vendiste en la guerra por cagón, / por acá no vengas más, / ojalá te tape el mar / que te ayuden los ingleses a nadar.”

    Sin dudas el futbol volvía a ser el escenario de cuestiones que trascienden el ámbito deportivo. Se estaba viviendo una generalizada tensión producto de los conflicto militares y políticos de ante año. La guerra en estos casos era escenificada a modo de partido de futbol. En este caso el futbol por parte generalizada del público no pretendía mostrar la posibilidad de dejar de lado las diferencias y compartir un evento en “paz” sino que este era un escenario donde darle continuidad a la disputa entre chile/argentina para demostrar quién era “el mejor”. Sin embargo, aunque estas tensiones por momentos parecía generalizada dentro de los estadios, alguno de los jugadores y periodistas salieron a la carga contra estas representaciones un tanto equivocadas.

    El jugador Argentino Javier Mascherano antes de disputar la final de la copa contra el seleccionado chileno dijo en una entrevista: "No tenemos que meter a la gente en la política porque somos países hermanos. Esto es un deporte y hay que tomarlo como un divertimento y no como una guerra. Ojalá que todos entiendan esto"14. Sin lugar a dudas hay tanta cercanía semántica entre un partido de futbol y una “guerra” que casi resultan inseparables cuando se habla de cuestiones nacionales o rivalidades cargadas de significados identitarios. La misma distancia que existe entre las denominaciones “campo de juego” y “campo de batalla”.

    Que decir entonces del recordado partido entre Argentina e Inglaterra disputado en el Mundial México 1986 de futbol donde se disputo más que los pases a semifinal. Este partido se presentaba para el espectador argentino en general como la continuidad o la revancha de la Guerra de Malvinas. Voy a tomarme el atrevimiento de explicarlo mejor a través del estupendo cuento de Eduardo Sacheri “Me van a tener que disculpar” de su libro “Esperándolo a Tito” (2005):

    “(...) Pero ojo, que esa tarde es distinta. No es un partido. Mejor dicho: no es sólo un partido. Hay algo más. Hay mucha rabia, y mucho dolor, y mucha frustración acumuladas en todos esos tipos que miran la tele. Son emociones que no nacieron por el fútbol. Nacieron en otro lado. En un sitio mucho más terrible, mucho más hostil, mucho más irrevocable. Pero a nosotros, a los de acá, no nos cabe otra que contestar en una cancha, porque no tenemos otro sitio, porque somos pocos, porque estamos solos, porque somos pobres. Pero ahí está la cancha, el fútbol, y son ellos o nosotros (…) Los once nuestros y los once de ellos. Es fútbol, pero es mucho más que fútbol. Porque cuatro años es muy poco tiempo como para que te amaine el dolor y se te apacigüe la rabia. Por eso no es sólo fútbol. Y con semejantes antecedentes de tarde borrascosa, con semejante prólogo de tragedia…” (Sacheri, 2005: 16-17)

    La figura de Diego Maradona quedaría marcada por la eternidad ese día como aquel pibe de un barrio pobre argentino que les daría su “merecido” a los ingleses. Es imposible pretender que en estos casos se separen las cuestiones políticas del futbol, imposible pedir al espectador de futbol que no generalice. Siempre se vive así, todo se reduce a vencedores y vencidos, a buenos y malos, a pobres y ricos, a ladrones y robados. Quizá esa sea la magia del futbol, la imposibilidad de un análisis crítico; intelectual. Ahí estaba Maradona que (…) se planta enfrente de los contrarios y los humilla. Porque los roba. Porque delante de sus ojos los afana. Y aunque sea les devuelve ese afano por el otro, por el más grande, por el infinitamente más enorme y ultrajante…” (Sacheri, 2005: 17). Este fragmento hace referencia al gol con la mano de Diego Maradona, la conocida “mano de dios”. Este gol ilegitimo para las reglas futbolísticas, se volvía legítimo para el público Argentino porque la trastienda de este partido y los significados que rodeaban a este enfrentamiento así lo construían: “Ladrón que le roba a ladrón tiene cien años de perdón”. Esto era la continuidad de una guerra que a demás de injusta e innecesaria era un acto imperialista del gobierno Ingles que por la fuerza se apropiaban de territorio argentino. Sin dudas el carácter épico de este partido estaba dado por la existencia de una guerra que encontraba su “revancha” en un rectángulo de césped.

    Claramente el futbol, el rugby y el boxeo son de las actividades deportivas que más analogías bélicas utilizan a la hora de explicarse o nombrarse. “El combate del siglo” así se denomino a la pelea entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao disputada en mayo de 2015 en Estados unidos: “La batalla entre la cabeza y el corazón” (Registro de campo del 2 de mayo 2015). Así fue denominada por muchos de los periodistas especializados. Esta denominación de “batalla” entre la “cabeza” y el “corazón” hacían referencia a los diferentes capitales técnicos y físicos que caracterizaban a cada uno de los boxeadores. Floyd Mayweather es ese boxeador pensante, frío, especulador, profundamente racional; Manny Pacquiao era el luchador de puro coraje, corazón y amor propio.

    Así se presentaba a la “pelea del siglo”, la cual termino siendo para muchos el fraude del año. Sin embargo no es lo que me interesa en este caso explicar. Lo que quiero mostrar con esto es como las analogías bélicas utilizadas para construir tales eventos son de suma importancia para generar un escenario de enfrentamiento entre distintos valores que en el deporte conviven como maneras de practicarlo o significarlos, pero que en la vida cotidiana aparecen como contrapuestos. Tal enfrentamiento y lucha de valores representados por cada uno de los púgiles le dan el condimento especial a tal evento. No solo se enfrentan dos reconocidos púgiles, sino que a demás está en disputa dos clases diferentes de valores y formas de ver el boxeo: la del púgil especulador y la del luchador. Pero no es solo esto lo que se disputaba en el cuadrilátero, sino que también los púgiles encarnaban otros valores morales que para el sentido común se encuentran contrapuestos: por un lado la soberbia y excentricidad de un millonario que ostenta su riqueza en cada oportunidad que tiene como lo hace Floyd Mayweather. Por el otro la humildad y simpleza del popular Manny Pacquiao idolatrado por el pueblo filipino que lo considera un héroe nacional. Este repertorio de valores morales son los que se ponen en juego en este “combate del siglo”. Es la guerra entre el bien y el mal, entre la humildad y la excentricidad, entre el los millones de dólares y el amor popular, entre el deporte y el negocio.

    La recordada pelea que vatio record de espectadores en el Luna Park en 1965 entre los argentinos Gregorio “Goyo” Peralta y Oscar “Ringo” Bonavena por el campeonato nacional había escenificado también el mismo conflicto. Estos boxeadores “Eran contrafiguras, ya que a la verborragia y estudiada fanfarronería de Bonavena, Peralta oponía la corrección de sus modales, su hablar pausado y pensante, su humildad, su trato siempre afable” (La Nación, 2001)15. El cuadrilátero era escenario una vez más de una competencia deportiva dramatizada por la “batalla” entre valores morales. El combate boxístico es –entonces- la arena donde se resinifican los valores y significados que hacen a la esencia de la sociedad de la cual es parte integral. El deporte como parte integral (no reflejo) de la sociedad que actúa “como medio para reflexionar sobre la sociedad” (MacClancy, 1996: 4).

 

El ultimo haka de Jonah Lomu

    Otro ejemplo claro de la metáfora bélica es el Haka, una danza de guerra Maorí que es reproducida por los jugadores de los All Blacks de Nueva Zelanda antes de cada partido de rugby. Esta danza se realiza gritando de manera amenazadora acompañada con movimientos de brazos y pies. El Haka era tradicionalmente escenificado antes de una batalla. Nuevamente en este caso la distancia entre el deporte y la noción de “guerra” es intima. Sin dudas el deporte es un fenómeno de carácter lúdico ya que cabe dentro de la definición del mismo. Como dice Carlos Morillas Gonzales en su artículo “Huizinga – Caillois: Variaciones sobre una visión antropológica del juego” (1990): “El juego crea un mundo, donde existe otro orden, otro espacio, otro tiempo, un orden sin fin ni intención externa al propio juego…”. La otra característica central de la que los autores hablan es que el “juego” exige comunidad. Como dice Huizinga el juego puede ser la lucha por algo o la representación de algo, o bien estas dos funciones fundirse en una misma siendo el juego una lucha por algo (Morillas Gonzales, 1990). Entonces en el caso del rugby esta disciplina puede darse “como si” fuera una guerra, pero siempre ante la atenta vigilancia del fenómeno lúdico que al ver sobrepasado los límites aparecerá generando en entorno adecuado para dar a la discusión acerca de lo que debería ser el deporte. Quizá sirva recordar lo que me dijo una vez un jugador de rugby en uno de mis trabajos de campo en el 2014:

    …esos que te putean cuando estás jugando o que te silban cuando vas a patear un penal nosotros lo tratamos de alejar del rugby o callarlos porque no queremos eso para el rugby, no estamos acostumbrados a eso… Entonces le decís al capitán: mira anda a decirle que se calle… para que entiendan que esto no es una guerra, esto es deporte, porque muchas veces nosotros hablamos de batalla, de lucha… Hay un estudio científico que median los niveles de stress de un soldado que iba a la guerra y un jugador de rugby y tenía ciertos índices parecidos de adrenalina, de hecho muchos equipos de rugby para prepararse se van a bases militares hacer trabajos de entrenamiento conjunto, tienen mucho relación… es como que te planteas que vas a una batalla, sabes que no vas a morir, pero sabes que vas a arriesgar el cuerpo, por ejemplo en el rugby siempre está latente el miedo y que está en uno poder controlarlo y canalizarlo, porque el que no tiene miedo… en el rugby te podes quedar cuadripléjico, quebrar una pata, la podés pasar mal… (Registro de campo del 3 de Julio de 2014)

    En el mismo relato de este actor podemos ver cuán íntima es esta relación; casi inseparable. Si atendemos bien a este fragmento de la entrevista, resulta hasta contradictoria. Esto refuerza la idea con la que comencé este trabajo: en el deporte conviven nociones que en otros planos resultarían completamente contradictorias. A pesar de esto como investigadores sociales debemos saber que las contradicciones en este tipo de análisis están en la estructura mental del investigador y no en la realidad que describe el actor en su relato (Leach, 1976). La convivencia de este tipo de nociones contrapuestas son el motor de la reflexión y la resignificación que produce el deporte sobre valores sociales.

Conclusiones

    Al igual que la sociedad, el deporte, como parte integral de la misma está constituido por un sinfín de significados ambiguos y contradictorios que son el motor de su dinámica. Si bien estas contradicciones son parte de la lucha por significar el deporte, son también el medio para reflexionar sobre la sociedad. Lo que “es” y lo que “debe ser” -entonces- no se determinarlo nunca dando lugar a un vaivén entre la relación deporte/sociedad que es de particular interés analizar. Lejos de ser un reflejo de la sociedad el deporte es parte constitutiva de la sociedad y es un espacio más donde se dirimen los sentidos y los valores morales de una sociedad. La corrupción del fenómeno lúdico que es provocado por la deportivización de dichas actividades ha abierto un nuevo horizonte para los deportes. Esta vez el deporte utiliza este entrometimiento de la vida cotidiana en los “juegos” para elaborar una reflexión que logre ser eficaz en todos los ámbitos de la vida social. La masividad de dichas actividades aumenta aun más la predisposición para que los deportes sean un ámbito de reflexión y construcción de mensajes que tengan un alcanzase distintivo. Lo que intente en este trabajo fue utilizar las nociones de paz y guerra para dar cuenta del espacio que brindan los deportes para poner en discusión cuestiones sociales que exceden meramente lo deportivo. Las contradicciones y los conflictos que se viven en un campo de juego están elaboradas de manera particular por el deporte y su esencia, sin embargo ponen en funcionamiento una compleja red de relaciones sociales, significados culturales y valores morales. Esta hipótesis hace de los deportes un ámbito propicio para un análisis sociocultural que se pare más allá de los límites de un “ámbito”. La ambigüedad de significados que caracterizan a estas actividades no son ni más ni menos que las que caracterizan a cualquier sociedad. Sin embargo no se viven como contradicciones estructurales sino más bien como parte del fenómeno deportivo. En el mundo moderno la industria cultural deportiva, su masividad y la deportivización de la sociedad hace que estos espacios considerados de ocio, separados de la vida cotidiana, de carácter desinteresado, sean herramientas eficaces para alcanzar otros objetivos. En la actualidad el deporte es un espacio productor de moralidades que pretenden alcanzar todos los ámbitos de la vida social. El deporte entonces es sin lugar a dudas un espacio de reflexión de la sociedad, donde se dirimen y resignifican los valores culturales de la sociedad que los postula.

Notas

  1. Podemos definir a la deportivización como el conjunto de procesos de institucionalización de cada una de las actividades deportivas: la estandarización de reglas, creación de campeonatos, aparición de instituciones dedicadas exclusivamente para estas actividades, creaciones de organismos de control, etc.

  2. Tal es así que las distintas formas de nombrar a los eventos deportivos oscilan entre actividades de ocio y competencia, entre entretenimiento y profesión, entre juego y enfrentamiento, batalla o combate.

  3. Conocidos como “Los Elefantes”

  4. Fuente: http://www.kienyke.com/historias/el-elefante-que-detuvo-una-guerra/

  5. Fuente: http://www.kienyke.com/historias/el-elefante-que-detuvo-una-guerra/

  6. Fuente: http://www.kienyke.com/historias/el-elefante-que-detuvo-una-guerra/

  7. Fundación argentina de carácter solidario creada por el ex jugador Javier Zanetti, dedicada a los niñxs en situación de vulnerabilidad. Más información: http://www.fundacionpupi.org/

  8. Scholas Ocurrentes es una entidad educativa de bien público impulsada por el Papa Francisco. Más información: http://www.scholasoccurrentes.org/es

  9. Fuente disponible en: http://www.infovaticana.com/2014/08/20/el-partido-de-futbol-del-papa-francisco/

  10. A lo que me refiero con “ámbito lúdico” es al espacio sagrado creado por el juego separado de la vida cotidiana donde las características principales son las de comunidad y desinterés (Morillas Gonzales, 1990)

  11. Fuente: http://www.rugbysinfronteras.org/

  12. El scrum es una formación donde participan 8 jugadores de cada equipo los cuales se agrupan de manera anticipada permitiendo que la pelota quede en el piso y entre ellos. La posición del scrum de cada uno de los equipos es 3-4-1 (teniendo los equipos la cantidad ideal de jugadores). En el centro de cada primera línea se ubica el hooker que es el encargado de disputar la pelota con los pies. Antes de comenzar el asimiento, cada primera línea debe estar en la posición "como en cuclillas" con sus cabezas y hombros no más bajos que sus caderas y de modo que estén dentro de un largo de brazo de los hombros de sus oponentes. A sus costados se encuentran los pilares. La orden del referee para que las dos formaciones “choquen” será la de: ¡formen!

  13. Fuente: http://www.rugbysinfronteras.org/

  14. Fuente: Diario el Popular de Olavarría. Nota disponible en: http://www.elpopular.com.ar/copaamerica2015/58922/mascherano-pidio-que-la-final-con-chile-no-sea-una-guerra

  15. Fuente: http://www.lanacion.com.ar/340461-fallecio-el-boxeador-goyo-peralta-historico-rival-de-bonavena

Bibliografía

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  • Sacheri, Eduardo Alfredo (2005). Esperándolo a Tito. Buenos Aires: Galerna S.R.L.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 20 · N° 211 | Buenos Aires, Diciembre de 2015
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