Aproximación a la investigación sobre género y deporte en Cuba Approach to research on gender and sports in Cuba |
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Periodista Editorial de la Mujer, de la Federación de Mujeres Cubanas y Especialista de comunicación en la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, La Habana |
Lic. Jesús Muñoz Machín (Cuba) |
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Resumen Los estudios socioculturales sobre deporte no son prolijos en Cuba. No obstante, han ganado espacio en las academias en la última década. Uno de los ámbitos menos explorados es el referente a la construcción sociocultural de género, y cuando se ha examinado, suele enfatizarse en las identidades masculinas en el mundo de los rituales deportivos. A la producción científica cubana sobre género y deportes se aproxima el presente artículo. Palabras clave: Deporte. Género. Cultura. Masculinidades. Violencia. Producción científica.
Abstract The sociocultural studies about sports are not abundant in Cuba. Nevertheless, have won space in the academies in the last decade. One of the environments fewer explored are the one with respect to the sociocultural construction of gender, and when it has been examined, it usually emphasizes in the masculine identities in the world of the sport rituals. To the scientific Cuban production on gender and sports approaches the present article. Keywords: Sport. Gender. Culture. Masculinities. Violence. Scientific Cuban production.
Recepción: 27/06/2015 - Aceptación: 30/07/2015
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 20, Nº 207, Agosto de 2015. http://www.efdeportes.com |
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Palabras iniciales
Realizar un acercamiento a los estudios socioculturales sobre deporte en Cuba es una labor compleja. El reto es todavía mayor si la revisión intenta precisar en los estudios sobre género y deporte.
En ambos casos, tanto en una primera mirada general, como en la particularización, se podría afirmar que el siglo XXI ha despertado el interés en la sociología del deporte, y paulatinamente, también se han insertado las preocupaciones referentes a cómo el universo atlético se utiliza para “modelar” cómo ha de ser el hombre y la mujer.
Entre la devoción y la desconfianza
Los estudios socioculturales del deporte no escapan de lo que el escritor uruguayo Eduardo Galeano (2003) ha llamado la “devoción” de los creyentes y la “desconfianza” de los intelectuales.
Los creyentes serían las multitudes de seguidores del deporte de manera general y los académicos –sobre todo jóvenes- que lo toman como objeto de estudio. Por otra parte, los desconfiados serían quienes 1) califican el deporte como lo opuesto a la Cultura, un fenómeno básicamente de la “chusma”, la masa, el vulgo, etc., y 2) lo perciben como “pan y circo”, el “opio de los pueblos” o la hipnosis ideológica (Galeano, 2003; Alfonso, 2007; Olivos, 2009).
En cualquier caso, en Cuba no resulta fácil asumir la investigación sobre los rituales deportivos y su relación con el resto de las instituciones sociales. Por un lado, existen escasos antecedentes teóricos y empíricos que sustenten tal empeño y, en contraste con la situación nacional, las aportaciones foráneas proliferan cada día más, lo que exige una ardua revisión crítica.
Coincidiendo con el historiador Félix Julio Alfonso, se reconoce que los estudios socioculturales sobre deporte son una asignatura pendiente, y que “las ciencias sociales cubanas, y en general los estudios culturales, tienen en las prácticas deportivas un campo virgen para la investigación y difusión de conocimientos que nos permitan explicarnos mejor la sociedad del pasado y también la presente” (Alfonso, 2007, p.12).
En el caso cubano resulta sumamente paradójico, porque a pesar de ser uno de los países con mayor tradición deportiva en América Latina -sobre todo a partir del impulso y apoyo estatal de las últimas cinco décadas-, la producción intelectual y científica sobre el ámbito atlético es casi nula (Alfonso, 2007).
La contradicción “es aún mayor cuando se comprueba el decisivo impacto de los deportes en Cuba, a lo largo de casi dos siglos, en la formulación de identidades colectivas, la construcción de sentidos de pertenencia, la complejización de la vida social y la conformación de una cultura nacional de raíz popular” (Alfonso, 2007, p.10).
Se reconoce, por ejemplo, la trascendencia del deporte como elemento de distinción entre el cubano y el español colonizador. El béisbol, importado desde los Estados Unidos en el siglo XIX, entró en franca confrontación identitaria con la Pelota Vasca, la lucha canaria y luego el fútbol, disciplinas traídas desde España. Al respecto, el historiador y profesor de la Universidad de Carolina del Norte, Louis A. Pérez Jr., apuntó que:
“…el béisbol llegó a la Cuba colonial durante un momento crítico en la formación de la identidad nacional, incluso cuando los cubanos estaban armando los elementos distintivos que definían una nacionalidad separada (...) Un deporte puede servir como instrumento de un imperio y como medio de control social, pero en otro lugar diferente puede servir como medio de liberación y como medio para expresar la nacionalidad” (1994, en Alfonso, 2007, p.11).
Asimismo, el propio béisbol y el boxeo reflejaron la profunda americanización de la sociedad cubana durante la República Neocolonial. No se trata de cuestionar el gusto popular por las disciplinas provenientes de Norteamérica, sino todo el sistema mercantil que regía el deporte en la Isla y su dependencia del capital estadounidense.
A los anunciantes, patrocinadores y managers solo les interesaban las ganancias, y por tanto, los atletas solían ser mercancías “desechables”. De igual modo, apenas se desarrollaban los deportes menos lucrativos.
En contraposición a lo ocurrido en la pseudorepública, los logros en el campo de la educación física y el deporte han sido parte esencial del proyecto de país en la etapa revolucionaria. La consigna “el deporte derecho del pueblo” comprende no solo el sentido humanista de cultivar el cuerpo y el alma, sino la dimensión política de presentar una alternativa al sistema deportivo -y social- anterior.
Pero el avance del deporte no encontró correlato en el ámbito de los estudios socioculturales sobre deporte, cuya producción científica nacional quedó rezagada con respecto a otras naciones del continente, sobre todo Brasil y Argentina.
Hubo que esperar hasta finales de la primera década del siglo XXI para visualizar cierto interés de las academias por las investigaciones sobre deporte y sociedad. Así lo evidencian algunas tesis de licenciatura en las carreras de Sociología, Historia, Psicología, Comunicación y Cultura Física y Deportes, además de artículos, ponencias y trabajos, casi todos inéditos y dispersos. Muy pocos son los estudios publicados y que han tenido impacto real en la comunidad académica.
Sobresalen los trabajos del citado historiador Félix Julio Alfonso López, quien trasciende el estudio de los fenómenos concretos, en su caso el béisbol, para reflexionar sobre el impacto social y cultural del deporte.
Un autor publicado recientemente es Maikel Fariñas Borrego, cuya obra Sociabilidad y cultura del ocio. Las élites habaneras y sus clubes de recreo (1902-1930), aborda cómo la clase burguesa hacía de sus clubes de recreo un medio para sostenerse, reproducir su estatus y alcanzar cuotas de reconocimiento social.
Otras referencias constituyen Carlos E. Reig, con sus investigaciones sobre historia del deporte en Cuba, y el periodista Carlos Alberto González, con sus indagaciones sobre deporte y medios de comunicación, enfocados fundamentalmente en el soporte televisivo.
Género y deporte, exploraciones iniciales
En el caso específico de los estudios sobre género y deporte son escasos todavía y las principales contribuciones han derivado de las investigaciones del historiador y antropólogo Julio César González Pagés, quien en su libro Macho, varón, masculino. Estudios de Masculinidades en Cuba (2010) dedicó un espacio a visibilizar el tema, relacionado fundamentalmente a la violencia.
Anclado en los presupuestos de la “tríada de la violencia”1, González Pagés explora cómo el deporte se erige en escenario propicio para conductas agresivas de los varones hacia las mujeres, otros hombres y contra sí mismos.
Según el catedrático, a las mujeres en ocasiones se les excluye del ámbito atlético y ello constituye un acto de violencia.
El mundo de los rituales deportivos históricamente ha sido creado, regulado y disfrutado por hombres, por ello las deportistas enfrentan muchas dificultades.
En el caso específico de la alta competencia, se manifiestan privilegios derivados de una mayor cobertura mediática a los eventos de hombres, mayores expectativas y atenciones alrededor de los deportistas, y diferencias abismales en los salarios, por solo citar algunas cuestiones.
Las más limitadas son aquellas muchachas que se interesan por modalidades deportivas consideradas tradicionalmente masculinas como la lucha, el boxeo, la pelota, el fútbol o el levantamiento de pesas. Muchas naciones, y Cuba no es la excepción, han retardado la práctica institucionalizada de esas disciplinas.
El investigador realiza especial énfasis en las dos últimas variantes –violencia entre hombres y contra sí mismos-, las que con mayor claridad manifiestan la “hipermasculinización” de los escenarios deportivos.
En el intento por demostrar su hombría y atendiendo a la excesiva competitividad aprendida, es común que un atleta agreda a otro en busca de un resultado deportivo. Lo hemos visto en juegos de béisbol, fútbol, voleibol, incluso más de uno ha perdido la compostura en una disciplina aparentemente “pacífica” como el ajedrez.
La violencia de los jugadores también llega a las gradas y los alrededores de los estadios, donde hinchas de equipos rivales naturalizan sus recurrentes riñas. El fenómeno del enfrentamiento entre las fanaticadas se asocia fundamentalmente al fútbol internacional, pero en Cuba ya se han originado sucesos de esta índole.
Se han lamentado provocaciones verbales de la afición a los jugadores en diversos deportes y agresiones contra los ómnibus de los deportistas después de los juegos de béisbol, entre otros sucesos.
Y sobre aquellos que se dañan a sí mismos también existen ejemplos plausibles, como el uso de esteroides y anabólicos para mejorar el rendimiento deportivo, lo que suele derivar en problemas de salud, además del componente antiético manifiesto.
La autoagresión se evidencia, incluso, en escenarios que no son de la alta competencia. En grupos de jóvenes, por ejemplo, que compiten para ver quien se lanza del sitio más alto hacia las aguas de un río o quien nada más lejos mar adentro. Aquel que no siga al colectivo puede ser víctima de las burlas.
Pese al riesgo, los miedos y las inseguridades, ellos intentarán cumplir con lo que se espera de un “macho, varón, masculino”2. Como precisa González Pagés (2010, p. 56), escenarios como ese se explicitan porque “el descuido y abuso excesivo de sus capacidades corporales, como parte de la búsqueda de un modelo de identidad masculina victorioso (…)” (Figueroa, 2005).
Los postulados expuestos anteriormente se amplían en el artículo Masculinidades y violencia: aproximaciones desde el universo del deporte, de autoría conjunta entre González Pagés y el historiador Daniel Alejandro Fernández González, quienes han sido referenciados en múltiples indagaciones sobre la construcción de las masculinidades en el universo atlético.
Para desarrollar aún más los estudios sobre género y deporte, el propio González Pagés fungió como tutor en las tesis Género y deporte: percepciones sociales de un grupo de aficionados al béisbol sobre la masculinidad (2006), de Carlos E. Etcheverry y La emigración de peloteros cubanos a los Estados Unidos. La socialización de sus masculinidades en el universo del béisbol rentado norteamericano, 1940-1949, defendida en 2008 por Fernández González.
Otro elemento que caracteriza a los estudios socioculturales sobre deporte en Cuba es la alianza con el activismo que se explicita en los talleres, conferencias, jornadas y tertulias del Foro de Masculinidades en Cuba, que forma parte de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades.
El camino apenas inicia, pero en la actualidad las academias comienzan a reconocer que el deporte amerita ser estudiado como fenómeno cultural con incidencia en la formación de las identidades individuales, colectivas y de género, y además, por su articulación con otros ámbitos como la política, los medios de comunicación, la religión, la economía, entre otros.
Notas
Propuesta teórica y metodológica del investigador canadiense Michael Kauffman (1995).
Una encuesta realizada por la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades en 18 ciudades cubanas, reveló que ellos definían su masculinidad (su hombría) a partir de la frase: “Macho, varón, masculino”.
Bibliografía
Alfonso, F. J. (2007). Los estudios sobre deporte y sociedad: ¿una asignatura pendiente? Revista Temas, Nº 49, enero-marzo, pp. 4-15.
Etcheverry, C. E. (2006). Género y deporte: percepciones sociales de un grupo de aficionados al béisbol sobre la masculinidad. (Tesis en opción al título de Licenciado). Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana. La Habana, Cuba.
Fariñas Borrego, M. (2009). Sociabilidad y cultura del ocio. Las élites habaneras y sus clubes de recreo (1902-1930). La Habana: Editorial Fundación Fernando Ortiz.
Fernández González, D. A. (2008). La emigración de peloteros cubanos a los Estados Unidos. La socialización de sus masculinidades en el universo del béisbol rentado norteamericano, 1940-1949. (Tesis en opción al título de Licenciado). Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana. La Habana, Cuba.
Galeano. E. (2003). El fútbol a sol y sombra. Barcelona: Editorial Siglo XXI.
González Pagés, J. C. &. D. A. Fernández. (2009). Masculinidades y violencia: aproximaciones desde el universo del deporte. Revista Educar, No. 35, septiembre-diciembre), pp. 123-136. Curitiba: Ed. UFPR, Curitiba.
González Pagés, J. C. (2010). Macho, varón, masculino. Estudios de Masculinidades en Cuba. La Habana: Editorial de la Mujer.
Olivos Ravé, F. (2009). América Latina en juego: una aproximación a la sociología del deporte. Revista Doble Vínculo, Nº 1, Año 1, pp. 35-53.
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