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Síndrome del piriforme: tratamiento conservador 

mediante estiramientos y ejercicios. Una revisión

Piriformis syndrome: conservative treatment through stretching and exercises. A review

 

*Diplomada en Fisioterapia y Terapia Ocupacional

Experta en Terapia Manual. Máster en Terapia Manipulativa y Osteopatía

**Licenciada en Ciencias de la Actividad Física, con Maestría en atletismo y esquí

(España)

Cristina Mesa Unica*

Paloma Mesa Unica**

cri__21@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          Objetivo: determinar si el tratamiento conservador mediante estiramientos, ejercicios y medidas higiénicas fundamentalmente, es eficaz en el tratamiento del síndrome del piriforme y disminución de sus síntomas. Material y métodos: un total de 20 artículos seleccionados en las bases de datos Medline, Pubmed, Science Direct, siendo algunos referencias de los artículos encontrados. Además se ha efectuado una búsqueda en revistas electrónicas, revistas de traumatología, cirugía y ortopedia, anestesiología, medicina física...etc. Los criterios de inclusión fueron todos aquellos artículos relacionados con el tratamiento conservador en el síndrome del piramidal, especialmente el tratamiento rehabilitador y reacondicionamiento físico. Resultados: los artículos encontrados reflejan que efectivamente el tratamiento conservador, mediante estiramientos y ejercicios específicos, es eficaz en la mayoría de los pacientes, no obstante cuando el tratamiento conservador no consigue eliminar los síntomas, la bibliografía actual aboga por las infiltraciones y en última instancia la cirugía de liberación. Conclusiones: el síndrome del músculo piramidal ó piriforme puede ser diagnosticado con una correcta anamnesis y una completa exploración física. La mayoría de los pacientes responde al tratamiento conservador con ejercicios y estiramientos específicos y medidas higiénicas, o a las infiltraciones, siendo raras las ocasiones en que es necesario recurrir a la cirugía.

          Palabras clave: Síndrome del piriforme. Síndrome del piramidal. Estiramientos y síndrome del piriforme. Tratamiento conservador y síndrome del piriforme.

 

Abstract

          Objective: to determine if conservative treatment with stretching, exercise and hygiene measures fundamentally, is effective in the treatment of piriformis syndrome. Material and methods: a total of 20 items selected in the databases Medline, Pubmed, Science Direct, being some references of the records found. Also carried out a search in e-journals, journals of traumatology, surgery and orthopedics, anesthesiology, physical medicine... etc. The inclusion criteria were all those articles with conservative treatment in the pyramid, especially rehabilitation treatment and physical reconditioning syndrome. Results: found articles reflect that conservative treatment, through specific exercises and stretches, it is indeed effective in most patients, however when conservative treatment fails to eliminate symptoms, the current literature advocates infiltrations and ultimately releases surgery. Conclusions: pyramidal or piriformis muscle syndrome can be diagnosed with a correct anamnesis and a complete physical examination. The majority of patients respond to treatment conservatively with exercises and specific stretches and hygiene measures, or infiltrations, being rare occasions it is necessary to resort to surgery.

          Keywords: Piriformis syndrome. Pyramidal syndrome. Stretching and piriformis syndrome. Conservative treatment and piriformis syndrome.

 

Recepción: 08/06/2015 - Aceptación: 02/07/2015

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 20 - Nº 206 - Julio de 2015. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    El síndrome del piramidal se produce debido la compresión o pinzamiento del nervio isquiático por hipertrofia o contractura del músculo piriforme, constituyendo un conjunto de signos y síntomas que se caracterizan por alteraciones sensitivas, motoras y tróficas en el área de inervación del nervio isquiático. (Papadopoulos et al., 2004)

    Se puede encuadrar dentro de los síndromes de los canales y desfiladeros, que se definen como el conjunto de manifestaciones neurológicas relacionadas con la compresión de un nervio cuando éste atraviesa un desfiladero anatómico; así el síndrome piriforme se incluye en los síndromes de los canales y desfiladeros del miembro inferior junto con otras patologías más frecuentes, como pueden ser la compresión del nervio ciático poplíteo externo en el cuello del peroné, el síndrome del túnel del tarso, la enfermedad de Morton, etc. (Martínez et al., 2007)

    En 1924, Yoemans describió por primera ocasión al músculo piriforme como una causa de ciática. En 1937, Freiberg-Freiburg y Vinke expandieron la descripción y propusieron un test clínico usando rotación interna de la cadera para demostrar dolor originado en el piriforme. Más tarde, en 1938, Beaton y Anson reportaron un síndrome ciático secundario a alteraciones en el músculo piriforme, basados en disecciones anatómicas. En 1947, Robinson describió dos casos clínicos, introduciendo por primera vez el término «síndrome piriforme». (Muñoz, 2004)

    El músculo piriforme es abductor y rotador externo de la cadera mientras que actúa como flexor de la cadera durante la marcha. Se inserta en los pedículos de la tercera y cuarta vértebra sacra, pasa por el agujero ciático mayor y se inserta en el trocánter mayor a través de un tendón redondo. Está en contacto con el ligamento anterior de la articulación sacro ilíaca y la raíz del primero, segundo y tercer nervio sacro. Su borde inferior está estrechamente relacionado con el tronco del nervio ciático.

    Existen variaciones anatómicas en esta zona en importante porcentaje de la población. En la mayoría de ésta, el nervio ciático sale de la pelvis por el agujero sacrociático mayor en íntimo contacto con el músculo piriforme; sin embargo, existen variaciones en cuanto a la relación de estas estructuras. El ciático puede también presentarse como dos troncos separados a nivel del piriforme (tibial y peróneo) y pasar uno de ellos a través del vientre muscular, o bien, un tronco por delante y el otro por detrás. Como tercera posibilidad, el ciático, como tronco único, puede salir entre los vientres del músculo. (Muñoz, 2004)

    Se han propuesto cuatro mecanismos para explicar el síndrome piriforme (Muñoz, 2004):

  1. Si la fascia del músculo piriforme está inflamada, usualmente secundaria a traumatismo, el nervio ciático se comprimirá entre las fibras musculares inflamadas y la pelvis ósea, llevando a una neuropatía por atrapamiento (teoría inflamatoria).

  2. El nervio ciático, al pasar por la porción tendinosa del músculo piriforme, se comprime cuando el músculo se contrae durante la rotación interna del muslo (teoría de variantes anatómicas).

  3. La hiperirritabilidad del músculo piriforme, usualmente causada por traumatismo, determina un área de gatillamiento, provocando un síndrome doloroso.

  4. El nervio se comprimirá por la hipertrofia del músculo piriforme. Tiene una baja prevalencia e incidencia, y es más frecuente en el sexo femenino, en proporción de seis a uno (Martínez et al., 2007). Se manifiesta como una ciatalgia comúnmente unilateral, localizada en el tercio inferior de la nalga, y puede irradiar a zona lumbar baja y miembro inferior; no se trata de un cuadro constante sino que se pone de manifiesto con diferentes maniobras, como son la sedestación prolongada, el subir y bajar escaleras, la realización del acto sexual, etc. (Silver et al., 1998). Estos síntomas empeoran con la abducción y rotación interna de la cadera, como también con la palpación o contracción del músculo. Es muy infrecuente encontrar déficit neurológico verdadero. Puede acompañarse de dolor lumbar.

    En deportistas suele asociarse con la práctica de carreras en bajada. (Muñoz, 2004)

Exploración física (Gutiérrez et al., 2014)

    En cuanto a la exploración física, no hay ninguna prueba patognomónica. El signo de Lasegue suele ser negativo, puesto que es una compresión dinámica. Goussard propone algunas maniobras apropiadas para precisar el examen clínico haciendo la prueba del origen muscular local de los dolores y deben hacerse de forma comparativa. Con el paciente en bipedestación, utilizamos los test de flexión anterior del tronco en tres posiciones: pies rectos, paralelos al eje anteroposterior, después con las puntas de los dedos hacia adentro y hacia afuera (rotación interna, luego externa de los miembros inferiores). Si el dolor tiene relación con el piriforme se reproduce precozmente cuando los miembros inferiores están en rotación interna, punta de los dedos hacia adentro (por estar puesta en tensión previa del músculo), y más tardíamente (o totalmente ausente) cuando los miembros inferiores están en rotación externa (relajación del músculo). En decúbito supino, efectuamos las maniobras siguientes:

  1. Paciente con rodillas extendidas, se sujetan los tobillos del paciente y se imprime una rotación interna pasiva de los miembros inferiores. En el lado afectado, la amplitud está limitada por el dolor que aparece. Esta disminución de movimiento se corresponde con la presencia de cordones miálgicos en el piriforme.

  2. La elevación de la pierna extendida también se realiza en las tres distintas posiciones de rotación del miembro inferior. El dolor aparece más rápido cuando el miembro inferior está en rotación interna.

  3. Cadera flexionada a 90º sobre la pelvis; la aducción pasiva del muslo revela el dolor, y la amplitud del movimiento está disminuida con respecto al otro lado. Es posible sensibilizar esta maniobra imprimiendo una rotación externa del muslo contra la resistencia, lo que aumentará la tensión del piriforme (maniobra de Pace).

    En decúbito prono, la rotación interna pasiva del muslo con la rodilla a 90º despierta el dolor del glúteo y disminuye la amplitud del movimiento. La contracción resistida del piriforme puede también revelar el dolor que espontáneamente siente el paciente. El muslo se coloca en rotación interna pasiva y la resistencia se aplica en la cara interna de la pierna, por encima del tobillo. En estos dos últimos test es muy fácil palpar el cuerpo del músculo o su porción externa. Dentro de las pruebas complementarias que se deberán solicitar se encuentra la radiografía simple para descartar patología lumbar y ósea local. La ecografía visualiza en tiempo real la compresión del nervio por el músculo. La electromiografía (EMG) sólo será positiva en los casos de larga evolución. La tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) en algunos casos muestran la inflamación del nervio ciático o hipertrofia del músculo piriforme (Muñoz, 2004). El diagnóstico diferencial deberá realizarse con los cuadros de ciatalgias y/o lumborradiculalgias, así como con seudorradiculalgias (sacroileítis, bursitis trocantéricas, etc.). (Martínez et al., 2007)

Síntomas

    El Síndrome del músculo piriforme se caracteriza por el dolor (y parestesias) en región lumbar, ingle, periné, nalga, cadera, parte posterior de muslo, pierna y pie y, durante la defecación, en el recto. Los síntomas se ven agravados por la sedestación, por una combinación prolongada de flexión, aducción y rotación interna de cadera y por la actividad.

    Pero hay algo más importante aún por considerar en el recuerdo anatómico y biomecánico de este músculo: El piramidal se inserta en los agujeros sacros, que permiten el paso del nervio ciático. El nervio ciático es el nervio más ancho y largo del cuerpo. Su largo curso y gran tamaño hacen que el nervio ciático sea particularmente vulnerable a la presión o daño, provocando dolor. El dolor ciático puede estar producido por compresión del nervio por el músculo Piriforme, que durante la carrera o la sedestación, puede comprimirlo.

    Tendríamos así tres posibles alteraciones como responsables de la aparición del Síndrome del Piriforme:

  1. Debido al dolor miofascial referido por los Puntos Gatillo del músculo, que es una disfunción neuromuscular con tendencia a la cronicidad. Cualquier inflamación, traumatismo o factor estresante muscular puede desencadenar mecanismos patogénicos, provocando que la fascia, el músculo y los tejidos conjuntivos flexibles y elásticos pierdan su elasticidad, acortándose y induciendo dolor por la aparición de una banda tensa en cuyo interior existe un punto híper irritable, el llamado "Punto Gatillo" (PG).Si esta alteración no se libera (liberación miofascial), la fascia y los músculos portadores del PG activo el cuadro se cronifica y el dolor se intensifica, dando lugar a otros PG secundarios y satélites.

  2. Por el atrapamiento nervioso y/o compromiso vascular causado cuando el músculo comprime las estructuras neurovasculares contra el reborde del agujero ciático mayor. Cuando un músculo se contrae y se acorta activamente, se tensa e incrementa notablemente su perímetro. Por lo tanto, cuando el músculo Piriforme se contrae, ocupa el limitado espacio disponible en el agujero ciático mayor, provocando que los nervios y vasos acompañantes sean comprimidos cada vez que el músculo se encuentre acortado o contraído.

  3. Por la disfunción de la articulación sacro ilíaca. El desplazamiento de la articulación sacro-iliaca puede interaccionar con los PG del Piriforme para establecer una relación automantenida. La continua tensión del músculo causada por los PG podría mantener el desplazamiento articular y la disfunción inducida por el desplazamiento de la articulación parece perpetuar los PG del Piriforme. En esta situación, ambos problemas han de ser corregidos.

    Estas alteraciones son responsables de síntomas diferentes aunque a menudo estos aparecen superpuestos. (Benítez, 2011)

Diagnóstico diferencial

    El síndrome del piriforme puede imitar otras patologías por eso una historia neurológica completa y evaluación física del paciente es esencial para un diagnóstico correcto.

    El diagnóstico diferencial se debe realizar con las siguientes patologías:

  • Bursitis isquioglútea: la zona dolorosa se refiere a la nalga y se incrementa con la extensión de la extremidad inferior contra resistencia .Hay dolor a la presión en la tuberosidad isquiática, donde pueden aparecer calcificaciones. Suele presentarse en individuos que permanecen largo rato en sedestación.

  • Bursistis trocantérica: el dolor se refiere a la zona lateral de la cadera irradiando a la extremidad inferior simulando una ciática. El paciente presenta hipersensibilidad a la presión en el trocánter. La abducción y adducción pasivas así como la flexión contra resistencia son dolorosas.

  • Síndrome de isquiotibiales: los pacientes refieren dolor en la cara posterior de la pierna hasta el hueco poplíteo, tanto en sedestación como al subir escaleras. La flexión de rodillas contra resistencia hace aumentar el dolor. Los isquiotibiales están contracturados.

  • Dolores procedentes de la articulación sacro ilíaca: los pacientes refieren dolor selectivo localizado en zona media glútea (refieren sensación de pinchazo). Lasegue negativo. Maniobras de apertura y cierre de la pelvis positivo, con dolor en dicha zona.

  • Radiculopatías: los pacientes refieren dolor lumbar que irradia por el territorio de la raíz afectada, con disminución de la sensibilidad y de los reflejos según la raíz afectada. Las radiculopatías están normalmente acompañadas por debilidad del músculo y atrofia proximal y distal. Sin embargo, los pacientes con síndrome del piriforme típicamente muestran debilidad y atrofia solo en la musculatura distal.

  • El músculo obturador interno, puede actuar como un rotador externo de cadera, ha sido considerado como una fuente de ciática neurítica observada en pacientes con posible síndrome del piriforme. La proximidad con el músculo piriforme, similar trayectoria y similar función, hace que la mayor parte de los tratamientos para el síndrome del piriforme puedan afectar al músculo obturador interno también. (Efisioterapia, 2009).

2.     Material y métodos

    La búsqueda electrónica de los artículos relacionados con el tema fue llevada a cabo en las bases de datos Pubmed, Medline, Science Direct, Pedro, Scopus, Cochcrane, Cinahl, Cuiden.

    Han sido utilizadas también otras fuentes de información: libros, revistas electrónicas (efdeportes.com) y sobre todo, referencias de los artículos encontrados.

    Los criterios de inclusión fueron todos aquellos artículos relacionados con el tratamiento conservador en el síndrome del piramidal, especialmente el tratamiento rehabilitador y reacondicionamiento físico.

    Los criterios de exclusión fueron aquellos artículos que hacían referencia a métodos quirúrgicos, tratamiento farmacológico ó infiltraciones en el tratamiento del síndrome del piriforme u otros aspectos no relacionados con el objetivo del estudio.

    De todos los artículos encontrados, los seleccionados se encuentran en las bases de datos Medline, Science Direct, Pubmed.

    Han sido seleccionados un total de 30 artículos, aunque hemos basado nuestro artículo en los 20 reflejados en la bibliografía, debido a que el resto eran anteriores al año 2000, no obstante se han seleccionado dos anteriores debido a que aportan datos interesantes en nuestra investigación que nos ha parecido adecuado destacar.

    Todos los demás artículos seleccionados fueron encontrados en revistas como EFDeportes.com o publicaciones de fisioterapia, revistas de traumatología y cirugía ortopédica, medicina física, anestesiología, cuyas referencias aparecen especificadas en la bibliografía.

    También fueron desestimados algunos artículos por no poseer suficiente relevancia, falta de acceso ellos o porque no se relacionaban con el tratamiento conservador en el síndrome del piriforme, si no con otros aspectos del mismo.

3.     Resultados

    Una vez integrado el diagnóstico de síndrome piramidal, el objetivo del tratamiento en este tipo de pacientes es controlar el proceso inflamatorio, el dolor relacionado y, en caso de presentarse, el espasmo muscular (Keskula et al., 1992). Durante el paso de los años se ha ido incrementando la cantidad de opciones terapéuticas para esta patología, iniciando desde el tratamiento conservador mediante terapia física, rehabilitación y analgésicos (Fishman et al., 2002), pasando desde la inyección de esteroides locales (Fishman et al., 2002; Kabatas, 2008) hasta el tratamiento quirúrgico (Benzon, 2003; Indrekvam, 2002).

    Pasamos a analizar la eficacia del tratamiento conservador en el Síndrome del Piriforme, caso que nos ocupa.

    En cuanto a la terapia física, los ejercicios activos, el estiramiento pasivo, la movilización de los tejidos blandos y las técnicas de estimulación propioceptivas neuromusculares son particularmente efectivas en mejorar los síntomas y el rango de movimiento, fortaleciendo el piramidal y la musculatura pélvica que lo rodea, sin olvidar las funciones de rotación interna y abducción del piramidal al estar la cadera flexionada. (Gutiérrez, 2014)

    Tonley et al. (2010) en su objetivo por describir un enfoque de tratamiento alternativo para el síndrome del piriforme mediante un programa de reeducación con estiramiento y fortalecimiento muscular, llevaron a cabo el estudio de un caso, un varón de 30 años con diagnóstico de síndrome del piriforme. La evaluación de la fuerza revelaba la debilidad de los rotadores externos y abductor de cadera. El tratamiento de los pacientes se limitó a ejercicios de fortalecimiento de la cadera y reeducación del movimiento para corregir la excesiva adducción de cadera y rotación interna durante las tareas funcionales. Después de la intervención, el paciente presentaba menos dolor y la puntuación en la escala funcional de la extremidad inferior era superior.

    En el mismo año De la Peña et al. (2013) presentan el caso de un paciente con lumbalgia crónica de tórpida evolución a pesar del tratamiento farmacológico pautado que manifestó sintomatología relacionada con la compresión del nervio ciático en una zona atípica: su paso a través del músculo piriforme, diagnosticándose de síndrome del músculo piriforme. Tras la intervención concluyen con que el 79% de los pacientes mejoran de manera importante con el uso de antiinflamatorios no esteroideos, relajantes musculares y reposo. Además afirman que la fisioterapia y los ejercicios de estiramiento de este músculo son muy útiles. Así terminan concluyendo su artículo con que si se identifica la existencia del síndrome del piriforme a tiempo, tras su diagnóstico diferencial, podremos tratar de inmediato al paciente con antiinflamatorios y estiramientos musculares, evitando derivaciones a especialistas innecesarias e incapacidades temporales de larga duración, consiguiendo así ahorrar gasto y tiempo.

    En un reporte con una de las muestras más grandes hecho por Fishman et al. (2002), se evaluaron 353 pacientes con diagnóstico de síndrome piramidal, los cuales recibieron tratamiento conservador mediante terapia física, termoterapia local, relajantes musculares y reposo, teniendo un seguimiento en promedio de diez meses, presentando una mejoría en 79% de los pacientes sometidos a este tratamiento.

    Un medicamento que se prescribe de manera rutinaria para el síndrome piramidal son los relajantes musculares, siendo reportada una mejoría cinco veces mayor en la sintomatología con los relajantes musculares, que en un grupo control con placebo, se encontró Browning (2001), como complicación, la presencia de somnolencia.

    Ruiz et al. (2008) hacen una revisión sobre el síndrome del músculo piramidal, su diagnóstico y sus opciones terapéuticas, pues se trata de una patología infradiagnosticada aunque relativamente frecuente. Se realizó un estudio prospectivo de 14 casos, tratados entre enero de 2002 y diciembre de 2004, basándonos en una serie de criterios diagnósticos preestablecidos y tratados según una pauta terapéutica consensuada previamente. Durante el seguimiento de los pacientes se obtuvo una mejoría del 100% de los casos. Con terapia física mejoró el 64% (9/14) y el resto requirió un tratamiento más agresivo con infiltraciones de corticoides/ozono; un paciente fue tratado con magnetoterapia. No fue necesario realizar cirugía descompresiva. El síndrome del músculo piramidal puede ser diagnosticado con una correcta anamnesis y una completa exploración física. La mayoría de los pacientes responde al tratamiento conservador o a las infiltraciones, siendo raras las ocasiones en que es necesario recurrir a la cirugía.

    Meknas et al. (2009) seleccionaron 13 pacientes para realizar su estudio, todos ellos con dolor retro-troncantérico difuso irradiado hacia la extremidad causado por el síndrome del piriforme o del obturador interno. Los pacientes fueron tratados con un programa específico de estiramiento supervisado, con especial énfasis en el músculo obturador interno. La duración del programa de estiramiento era de 4 semanas. Los resultados fueron una disminución del dolor según la escala analógica visual, una reducción significativa en el número de pruebas positivas de Freiberg y en el número de pacientes cojeando, a los 3 meses y 5 años después del tratamiento.

    Parece que un programa de estiramientos supervisado representa una disminución significativa, a corto y largo plazo, de los síntomas en pacientes con dolor retro-trocantérico por síndrome del piriforme.

    Boyagian et al. (2008) abordan en su artículo como la osteopatía y el tratamiento manipulativo pueden ser utilizados como uno de los varios tratamientos no farmacológicos posibles para los pacientes diagnosticados del síndrome del piriforme, en un intento de evitar la intervención quirúrgica.

    Michel et al. (2013) en un estudio de 250 pacientes con síndrome del músculo piramidal, analizan criterios de diagnóstico y tratamiento, concluyendo con que los tratamientos actuales que actúan sobre el músculo piriforme mejoran los síntomas, especialmente el uso de maniobras de estiramiento específicas, particularmente cuando se combina con el uso de infiltraciones, aunque habría que valorar el efecto de éstas a largo plazo.

    Domínguez (2012) en su estudio de un caso clínico, un hombre de 60 años de edad con diagnóstico de síndrome del piramidal izquierdo es derivado a un servicio de rehabilitación en el que se le aplicaron 10 sesiones de ultrasonido a dosis de 1.5 w/cm² por 10 minutos, y se le instruyó en 10 movimientos de estiramiento del músculo piramidal, 3 veces al día por un mes. Se le indicó evitar la posición sedente continua por más de 30 minutos, y se le implementó un programa de acondicionamiento físico. En la revaloración a los 30 días, el paciente se encontró asintomático por lo que se le dio de alta. Así las medidas higiénicas implementadas y los ejercicios de estiramiento del músculo piramidal, resolvieron la sintomatología del paciente.

    Según la revisión bibliográfica realizada en Efisioterapia (2009) al paciente con síndrome del piramidal se le debe indicar un programa domiciliario de estiramientos prolongados del músculo piriforme. Es importante que un profesional cualificado demuestre claramente el estiramiento al paciente. Si el paciente demuestra dificultad en la compresión o realización de los ejercicios, el profesional puede solicitar su asistencia para ayudarlo. Si el paciente lo solicita para casa, debe saber que lo debe hacer en cortas sesiones todos los días de unos pocos minutos cada sesión. El estiramiento del piriforme debe seguirse de ejercicios de reacondicionamiento, comenzando con una activación excéntrica, después de que haya abducido pasivamente la pierna. Se puede progresar a las contracciones concéntricas mediante abducción activa de la cadera flexionada contra resistencia de la gravedad.

    Liberación quirúrgica como último recurso, la cirugía ha sido utilizada en el caso que no ha sido resuelto mediante otros tratamientos (Gutiérrez et al., 2014). La meta de la cirugía es reducir la tensión del músculo piriforme. La liberación quirúrgica se ha demostrado que resulta innecesaria cuando el síndrome del piriforme es provocado por los puntos gatillos existentes en el músculo. (Efisioterapia, 2009)

    La prevención de los traumatismos repetitivos (microtraumatismo) es más efectivo en pacientes que tienen riesgo de padecer el síndrome del piriforme. La corrección de las alteraciones biomecánicas si existen (dismetrías, metatarsalgía, etc.) y la reeducación de los hábitos negativos del paciente pueden reducir la incidencia del síndrome del piriforme.

    Se deben hacer unas correcciones a la postura en sus actividades de la vida diaria, que le ayudarán a no perpetuar el síndrome del piriforme. En la posición para dormir, si se duerme de lado es aconsejable colocar una almohada entre las piernas para evitar la addución prolongada de la cadera flexionada, lo cual puede estirar dolorosamente el piriforme y alterar el sueño.

    Está contraindicado en pacientes con síndrome del piriforme su inmovilización durante largos periodos de tiempo. También, se debe advertir que evite realizar un esfuerzo vigoroso de rotación externa o el frenado de un momento rotatorio interno fuerte mientras carga el peso sobre el miembro afectado. (Efisioterapia, 2009)

4.     Conclusiones

    El síndrome del músculo piramidal ó piriforme puede ser diagnosticado con una correcta anamnesis y una completa exploración física. La mayoría de los pacientes responde al tratamiento conservador con ejercicios y estiramientos específicos y medidas higiénicas, o a las infiltraciones, siendo raras las ocasiones en que es necesario recurrir a la cirugía.

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